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Prueba de Fuego en la familia
Introducción.
Por todos es conocido que la adolescencia es un momento de crisis de identidad, en
ocasiones se desborda en crisis conductual produciendo patología de la adolescencia, es
decir, trastornos del proceso adolescencial, para usar un término de Juan Tubert (1988) y
diferenciarlo de una adolescencia patológica, es decir, la adolescencia que vive un
individuo ya enfermo.
En el presente trataré de describir, los factores que en los padres y en los adolescentes
ocurren, así como los aspectos de la relación en sí, que pone a prueba a toda la familia, y
que mal manejados producen patología de la adolescencia.
Muchos creemos que la llegada de los hijos a la adolescencia, es la más dura prueba que
transita toda familia, por eso menciono que es una Prueba de Fuego, ya que es cuando más
conflictos ocurren, dándose divorcios y conflictos serios en la familia.
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Trabajo presentado en Marzo 15 del 2003, en el XIX Congreso de la Asociación Regiomontana de
Psicoanálisis, A. C. En la Unidad Mederos de la UANL, Monterrey, N. L.
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Lic. en Psicología, Médico Psiquiatra, Psicoanalista Didacta de ARPAC, Analista de Infantes, Grupo Pareja
y Familia.
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Aparece por lo anterior un intenso temor a la muerte. “estamos más cerca del pozo que
del calabozo” decimos. Se reactivan viejos conflictos conyugales ya que se acerca la
terminación de la función parental, las parejas que sostenían su relación a través de su
función de padres, empieza a desquebrajarse.
Agreguemos que los abuelos (padres de los padres) están en la senectud, hay serios
conflictos de enfermedad, incapacidad, muerte y duelos serios en los padres por la relación
conflictiva con los abuelos.
Los padres sienten que metas profesionales y personales trazadas en la juventud se ven
ahora cada vez más inalcanzables y perdidas. La belleza física de los padres se va
esfumando.
Hay toda una crisis de la edad media de la vida. Con todo lo anterior los padres tienen
que enfrentar a sus adolescentes, es decir, es un mito que las dificultades que tienen los
padres en relacionarse con sus adolescentes, se deba solamente a los conflictos inherentes
de esta fase en los muchachos. En realidad, también los padres pasan un momento muy
conflictivo en su ciclo vital y su dinámica personal y de pareja, que les produce problemas
para enfrentar la adolescencia de su hijos.
No es infrecuente que ante los conflictos conyugales, los padres busquen alianzas
conflictivas con sus hijos adolescentes, aumentando los problemas de pareja que viven.
Así como el adolescente tiene que vivir un duelo por su niñez perdida, también los
padres viven un duelo por su pequeño, aunque ambivalentemente, al igual que el
muchacho, desean su crecimiento y desarrollo normal.
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ambos desean ser vistos y tratados como adultos. El problema aparece cuando no hay
concordancia entre los padres y el joven, uno desea ser visto y tratado de una forma, y el
otro se encuentra en el otro canal. Aquí ocurren choques y confusiones terribles entre
padres e hijos. Así como los adolescentes tienen fantasías incestuosas y homicidas hacia los
padres, estos también tienen lo suyo, provocando acusaciones y necesidad de separarse y
salir de la casa, para manejar de mejor forma estas fantasías.
Los padres sienten envidia hacia los adolescentes por diversas razones. Primero, son
más atractivos, mientras que ellos están perdiendo su gracia. Son más fuertes, mientras que
los padres se debilitan y menoscaban físicamente. Tienen libertad de escoger carrera, novia,
relaciones sociales, etc., mientras que los adultos ya no pueden emprender nuevas metas, si
tienen alguna dificultad matrimonial, no tienen la libertad – o cuando menos, no es fácil
tenerla – de cambiar de pareja. Son más capaces sexualmente, mientras que los padres
empiezan a disminuir su potencia.
Otro aspecto que complica la relación entre los padres e hijos adolescentes, son las
expectativas que ellos colocan en los jóvenes. Muchas de ellas, son necesidades
narcisisticas de que los muchachos logren metas de ellos para satisfacer su autoestima, más
que ser una verdadera necesidad vocacional de los hijos. Cuando los hijos no cumplen
dichas mandatos gloriosos, los padres les reclaman muy frustrados y en ocasiones de
manera agresiva.
A veces, las expectativas tienen que ver con necesidades inconscientes de los padres de
que los jóvenes repitan roles, culpas, mandas y mandatos transgeneracionales. De ahí, que
cuando evaluamos a un bebé, niño, adolescente o adulto, debemos siempre hacer un rastreo
de cuando menos tres generaciones, si no es que más, para poder entender este tipo de
transmisiones.
Otro conflicto frecuente que he observado con las familias de adolescentes, se trata de
jóvenes que de niños fueron retadores hacia la autoridad. Los padres manejaron mal dicha
conducta, los amedrentaron a través del miedo y de esa manera controlaron sus retos. El
problema reside en que cuando llegan a la adolescencia, el miedo ya no controla a los
muchachos, y estos tienen conducta retadora a través de la escuela, pandillas o drogas, para
contradecir a los padres.
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frecuentes inician durante esta fase. Imaginen el grado de conflicto familiar, al transitar
estos pacientes por la adolescencia.
Tal como lo menciona Juan Tubert (1988), hay que diferenciar la patología de la
adolescencia de la adolescencia patológica. Es decir, los problemas por los que puede pasar
un adolescente por verse expuesto a todas las dificultades mencionadas antes en este
artículo, de la adolescencia patológica que vive cualquier paciente que tiene una
enfermedad desde la niñez y que tiene que transitar con ella por la adolescencia.
Ante la amenaza que tienen los padres de verse menoscabada su imagen y su autoestima
ante los conflictos de la relación con adolescentes, reabren su propia adolescencia y buscan
una ilusión que les ayude a recuperar la juventud perdida a través de una pareja
extramarital, y si es joven mejor, terminando en fracaso la mayoría de las veces.
Es importante diferenciar la crisis de identidad, que todo adolescente normal vive, de la
difusión de identidad. En la primera hay una buena capacidad de experimentar culpa
depresiva y reparación. Hay una buena capacidad de tener relaciones duraderas y tener una
percepción profunda de los otros, así como poseen valores y conceptos claros de los demás.
En la difusión de identidad, típica de adolescentes limítrofes, hay culpa de tipo persecutoria
y no hay capacidad de vivenciar el deseo de reparación, sus relaciones son inconstantes y
no hay una clara percepción de sí mismo y de los otros, así como un sistema de valores mal
organizado.
En algunas ocasiones los adolescentes, ante las dificultades parentales, usan su
problemática para hacer que los padres se unan para ayudarle, salvando así su matrimonio.
Esto es en general una grave ganancia secundaria y terciaria de los adolescentes y sus
padres.
Los padres, para poder enfrentar las dificultades de esta etapa, necesitan renovar su
contrato matrimonial, y reencontrarse si estaban lejanos por funcionar solo como padres.
Necesitan ser tolerantes ante la ambivalencia de los hijos y aceptar su desprendimiento para
poder enfrentar el síndrome del “nido vacío”.
alejandrotamez@prodigy.net.mx