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El viviente y el muerto1
Resumen
El capítulo “El viviente y el muerto” (1961) habla de las formas en que los melanesios
ven a la muerte y las interferencias que estás tienen con su mentalidad. La vida para el
canaco es un sostén que soporta al kamo que en su traducción al español más aproximada
es “el que vive”. El canaco está acostumbrado a la flexibilidad de este término mismo que
encierra un lenguaje de figuras y símbolos. Por ejemplo, cuando se cuentan leyendas se
habla del kamo y este nada, corre, vuela sin que haya la necesidad de especificar si se
trata de un animal, un ave, un pez o un difunto.
El kamo es un personaje vivo que no se puede explicar con nuestro concepto de humano,
sino que lo podríamos más bien aproximar al concepto de humanidad. Así pues, el canaco
puede reconocer el kamo también en animales y de la misma manera si el canaco
encuentra a un hombre que no obra de manera humana dirá que no es kamo. Para aquel
hombre particularmente bello y bueno el canaco otorga el nombre de: do kamo, es decir,
verdaderamente humano.
Debido a que el kamo sobrepasa la imagen física y noción de lo humano sucede que los
muertos se mezclan con los vivos. En la melanesia por ejemplo aquellos que fueron
creídos muertos y que regresan son recibidos con un protocolo especial y se unen a su
familia y comunidad como deidades.
Otro término importante es el bao que es lo que podríamos entender como un dios cargado
de significaciones diversas. El canaco utiliza el término bao para las tres siguientes
acepciones:
1
Leenhardt, M. (1961). El vivente y el Muento. En: Do kamo.
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Pontificia Universidad Católica del Ecuador
Facultad de Ciencias Humanas
Antropología Simbólica y Ritual
El canaco a través de sus conceptos de kamo y bao expresa una realidad mítica que hace
posible renunciar a la oposición vida-muerte. Esta supresión de dicha oposición pone
además en evidencia la mentalidad de las y los melanesios. Así:
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