Octavio Paz - Dos Lunas en Yucatán (1937) - Letras Libres

5/21/2019 Octavio Paz: dos lunas en Yucatán (1937) | Letras Libres
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Octavio Paz: dos lunas en Yucatán (1937)
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Por Adolfo Castañón 05 marzo 2015
18 de octu re: en el calendario ma a el año tenía 18 me e la Pirámide de Kukulkán, en Chicen-Itzá, tiene nueve terraza do le

que uman 18. Octavio Paz e tuvo ahí en 1937, hace 77 año . Al poeta con alma de a trónomo que fue Octavio Paz le hu ie e gu tado
a er a qué fecha corre ponde e te 18 de octu re ( egundo día del II Fe tival Internacional de Cultura Ma a) en el antiguo
calendario ma a tanto como qué fuerza e concentraran durante la do luna —65 día — que aquí e tuvo. 18 de octu re: día que en
mi calendario corre ponde a la e ta de an Luca , e critor, médico , como o, evangeli ta. un día apropiado para la ofrenda . 18
de octu re: no vengo aquí ante u tede , a e te alón Magno de la Hi toria del Palacio de Go ierno, a cumplir con un tra ajo o un
encargo o cial profano. Vengo má ien a dar un te timonio per onal lial, a tratar de honrar avivar la memoria, el recuerdo de
una per ona extraordinaria excepcional —era de e a inteligencia que olo e dan rara vez en un paí cada iglo— que me tocó la
uerte de conocer tratar de de 1974 ha ta 1998, ca i 25 año . te 18 de octu re vengo todavía a dar un ó olo por e a deuda. Cuando
o conocí a Paz en 1974, o tenía 22 año , lo mi mo que él tenía cuando vino a Yucatán, Paz conta a e enta; am o regre amo
de un largo viaje, o él de e a odi ea que ha ía demorado má de veinte que e ha ía iniciado preci amente aquí, en Yucatán, en la
primavera de 1937, para luego llevarlo a Valencia, Madrid, Parí , México, an Franci co, Francia de nuevo, la India, Japón, uiza,
México, Francia, la India —donde conoció a Marie Jo é Paz donde renunció a la em ajada en 1968—, Inglaterra, lo tado
Unido , Francia, México. Octavio Paz era el poeta, autor en a i ta de l la erinto de la oledad, l arco la lira, Piedra de ol, Ladera
e te, l mono gramático, Cuadrivio, Conjuncione di uncione ; el amigo de Rafael Al erti, Pa lo Neruda, Alfon o Re e , Jorge Cue ta,
Jo é Goro tiza, Carlo Pellicer, André Malraux, André reton, Ro ert Fro t, Julio Cortázar, lanca Varela, Lui Ro ale , Tama o, lo
Revuelta , fraín Huerta: el hom re en u iglo que compartió con e te, la ilu ione de ilu ione de la Revolución la hi toria, lo
fuego de arti cio de la vanguardia. Yo, hijo de Je ú Ca tañón Rodríguez, nacido en 1916, aca a a de regre ar de un viaje de un año
por uropa Medio Oriente que hice mu pro a lemente con mi propio medio en el que ha ía peregrinado hacia Grecia, I rael,
Turquía, Italia, Francia, paña, a lo 22 año , po re, joven, audaz. e dio una corriente de impatía.
Octavio Paz e tuvo en Yucatán 65 día , de de el 11 de marzo ha ta el 15 de ma o de 1937. Al alir, tenía veintidó año , al regre o,

veintitré , que cumpliría en e a e tri ación de México colindante, de un lado, con el Cari e, , del otro, con el pa ado profundo de la
hi toria mexicana: e e cenote donde e funden la agua límpida de la civilización ma a, la roca de la colonia la planicie
de értica que recuerda a cierto paraje de la India, como a en Marie Jo é Paz l a Cro . e i a como mae tro de una e cuela
ecundaria o cial en compañía de u amigo Octavio Novaro Ricardo Corté Tama o, e te último, portador de una credencial que
lo identi ca a como miem ro del Partido Comuni ta en el que milita a, al igual que Jo é Revuelta fraín Huerta, tam ién amigo
de Octavio Paz. ra la primera vez que el joven poeta toma a un avión; fue un viejo aeroplano de la compañía Mexicana de Aviación
en el que aterrizó luego de larga ruido a hora que lo dejaron ca i ordo era tam ién la primera que e au enta a durante tanto
tiempo de u ca a, ahora medio vacía. u padre ha ía muerto la aciaga tarde del 11 de marzo de 1935 de pedazado por un tren, un año
tre día ante del viaje. Al joven Paz lo ago ia a oprimía la ciudad de México, a pe ar de que e de prendía con ella, de una novia
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de la que e ta a peligro amente enamorado ( lena, la hija del teó ofo Garro), a pe ar tam ién de que ha ía pu licado en eptiem re
de 1936 un poema titulado ¡No pa arán! de que poco de pué ha ía dado a la luz un li ro de exaltado poema de amor Raíz del
hom re. i el primer poema ha ía ido aplaudido por u amigo comuni ta ha ía recorrido el mundo llegado a paña, tam ién
ha ía ido reci ido con de deño a frialdad por lo poeta de la revi ta Contemporáneo (en una nota “Poe ía retórica”, rmada con
la iniciale de u eudónimo ernardo Ortiz de Montellano, en el número 1 de Letra de México, in citar por u nom re a Octavio
Paz, u ra a a cierta coincidencia entre el poema de Paz el “Galope muerto” de Pa lo Neruda). Paz Lozano e entía incómodo
en la ten a ciudad literaria de aquel entonce . n cierto modo, la ciudad e de do la a en él, u lealtade e dividían: de un lado,
hacia u amigo militante de izquierda; del otro, hacia u mae tro , a la larga, tutore . l joven Paz ha ía ido aceptado hacía
poco por e e cerrado círculo de la ari tocracia intelectual mexicana de aquello año , conocido con el nom re de
“Contemporáneo ”: Xavier Villaurrutia, Carlo Pellicer, Jorge Cue ta, alvador Novo, Jaime Torre odet, Jo é Goro tiza, ernardo
Ortiz de Montellano, Manuel Rodríguez Lozano… partidario , todo , del ando repu licano en la inminente Guerra Civil de paña;
todo má o meno crítico del marxi mo del di cur o revolucionario o cial imperante en aquel México go ernado por Lázaro
Cárdena , ca i todo crítico o ligado a merodear en la afuera del cardeni mo. A Octavio Paz e ta ituación eguramente lo
incomoda a. La relacione tormento a con u novia u familia no a uda an a la erenidad del joven poeta. De ahí que cuando por
n ajara del avión, e hu ie e repue to del viaje, ha a tenido la en ación de de pertar de un largo ueño o curo. De pertó en
Mérida como quien ale de una larga e tación. l viaje de do me e (do larga luna ) a Yucatán e di ujaría en el recuerdo como un
ciclo privilegiado en el que, en cierto modo, e miniaturizaría u de tino tra ectoria. a ocho emana repre entarían un
momento-mandala, una pau a-tali mán en la que e trenzarían lo di tinto hilo de u itinerario ulterior. Go erna a México Lázaro
Cárdena , cu o go ierno revolucionario ha ía organizado una mi ione educativa . Naturalmente, Paz e umaría a ella . in
em argo, recordemo que e tamo en México, aunque el viaje e ta a a anderado por el e tandarte del pre idente Cárdena , lo tre
jóvene e critore mi ionario e verían o ligado a encarar di cultade con aquella urocracia que era, en má de un entido,
municipal; la mí tica de aquello tre mo quetero , como lo cali caría fraín Huerta, chocaría con la u picacia de lo profe ore
locale , quiene veían a lo capitalino con ojo eva ivo . te viaje inicial fue un viaje iniciático; ahí empezaría, para decirlo con Paz,
un Itinerario que lo llevaría primero a Valencia, paña, Madrid Parí en 1938, a an Franci co en 1945, de nuevo a Parí en
diciem re de e e mi mo año, de Parí a una e calada planetaria: la India, Tokio, Gine ra, Parí , México, tado Unido , Parí , la
India, Afgani tán; paralela a la odi ea en ver o en pro a que cumple u o ra, que va del poema al en a o, de la traducción a la
crítica política, de la viñeta lírica al en a o lo ó co, crítico e hi tórico, de Piedra de ol al Mono gramático, de l arco la lira a Lo
hijo del limo. l joven poeta que aterriza en Mérida en marzo de 1937 ha ía leído a Aldou Huxle a D.H. Lawrence —cu a o ra no
era para él , ino una uerte de vi ión profética que él mi mo compartía aun practica a, egún confe aría de pué —, a
Paul Valér , a André Malraux, —al que no tardaría en conocer en Valencia—, a André Gide, cu a idea po icione de crítica a la
Unión oviética le eran familiare —aunque aun no la compartía— i ien, eran materia de conver ación entre e o e critore
ma ore que él que, en cierto modo, ha ían adoptado al joven poeta que hacía un año ha ía perdido a u padre; Paz lleva a ajo el
razo alguna lectura , de poe ía medieval e pañola de la o ra de T. . liot, particularmente de Lo hom re hueco . l viaje a
Yucatán tiene para e e joven e critor, que a e encuentra de de hace alguno año en plena po e ión de u facultade crítica
poética , el valor premonitorio de una e tación mágica, un momento-tali mán, una vi ión ulterior pla mada má tarde, por ejemplo,
en l la erinto de la oledad, como mue tran e ta “Nota ” fechada aquí, en Mérida, hace 77 año :
ajo del avión levemente aturdido. Una den a oleada de aire caliente me aluda. De pronto, al tocar de nuevo tierra —una

tierra que todavía no e la “tierra rme”— toco tam ién otro uelo, cercano entraña le: me umerjo, como envuelto en una
ecreta e invi i le onda, en la má ti ia infancia. ¿Cómo a ociar e ta atmó fera ardiente con la ruma de la niñez? ¿Cómo
reconocer en e te cruel vaho, en e ta eca de nudez, un lando aliento, un rumoro o río de recuerdo ? No é, pero por un
in tante rotan dentro de mí la tarde de verano en el valle de México, lo mediodía lumino o cálido del colegio. No é.
Lo cierto e que exi te que, otra vez, o hom re terre tre no hom re de nu e aire. Hom re itiado por la tierra que me
aluda el pa ado que me reco ra, cercado por la violencia una naturaleza que rechaza.
A í u o al automóvil. l a falto, limpio acerado, luce un e plendor contenido que va del gri al violeta. La ciudad e a e ta

hora una hermo a luz que atravie a la calle de em oca en un itio mi terio o, del que todavía no conozco ino el tem lor
la recóndita fre cura. Y toda la calle , e pre iente, conducen la luz al mi mo itio. Pero, ante , la luz toca un muro
re plandeciente, hace rotar e pada de un alcón, atravie a la atmó fera vi rando… No e una ciudad hecha de volúmene

ino del juego de la luz en el aire o re la fachada , vagando en una calle, hiriendo un verde vegetal; el viajero iente, de de
el principio ( e ta en ación e a rma cada día), que la ciudad no e má que una calculada danza de colore , el itio en que
repo an lo colore , el fruto la u tancia de lo colore . Ti io , tímido colore de Mérida, u iendo del lanco, como un
tenue vapor, al ro a, al crema, al verde tierno del amanecer.
n el tra ecto cruza una e quina, entre la atmó fera de ha itada de la tre de la tarde, una me tiza. Como un fre co

relámpago, un relámpago vivo ú ito, lleno de lanca de nudez, de ine perada cándida fre cura. in em argo, no e la llama
dulce del re ozo, ni la tranquila hermo ura del huipil, lo que conmueve. Con e te encuentro me enfrento, por primera vez, a
un hecho frecuente diario en Yucatán: la pre encia de lo indígena, u reiterada iempre deci iva in uencia en la vida ocial.
De e te encuentro parte, en realidad, todo intento de compre ión, todo e fuerzo por acercar e a lo que verdaderamente mueve
a la penín ula. Aquí lo indígena no igni ca el ca o de una cultura capaz de u vivir, precaria angu tio amente, frente a lo
occidental, ino el de lo ra go perdura le extraordinariamente vitale de una raza que tiñe e invade con u e píritu la
uper cial onomía lanca de una ociedad.
II
Mérida e una po lación e pañola, eñorial lenta. La guía de turi mo la tratan de “romántica capital”. La ca a , de un olo
pi o, aja amplia , tienen una huerta, un molino de viento tierra húmeda, traída de otro itio . Todo e tra ajo humano:
aquí la fecundidad e una victoria del hom re contra la equedad la inclemencia. n la noche , jadea la ciudad; a omada a
lo alcone o en la puerta , la muchacha conver an u voce on como un hondo río, como el o curo pre entimiento
del agua. A vece gime ordamente una veleta. De una calle ilencio a crece un tumulto de hierro piedra un olor penetrante
de elfo miem ro udoro o : cruza una cale a. A e ta hora ha , a pe ar de la ri a que empuja el mar cercano, un ahogo
que oprime em ele a; e adivina una oculta, encerrada vida exual, contenida, ferozmente ecreta aherrojada. Recordemo
la hermo a página de Cernuda en torno a la Andalucía romántica. Cádiz: la mi ma con trucción, a un tiempo ólida aérea;
la mi ma educción, hecha de e panto delicia; el mi mo jadeo nocturno, de e perado, ti io.
n la noche de Mérida el hom re e hunde en la vida feudal. La pala ra doncella tiene una dramática, ten a igni cación.

Conocemo el ecreto de lo u piro , la violencia de un perfume, el poder de cierta pala ra , el temor nocturno de lo niño .
Ha un pecho agitado, una pala ra o cura, impronuncia le, detrá de cada puerta, de cada alcón.
a emo que e te mundo, por má encantador que no parezca, de aparecerá. Que la pala ra no dicha e dirá. Que una nueva

vida, una hermo a limpia vida, re catará a la mujer de todo e to tornará clara la relacione ca i o renaturale de hom re
mujer, li re de angu tia om ra .
III
Al pa ar lo día e de cu re la compo ición ocial de la ciudad. No olo ha cla e dividida por la mi eria la ervidum re,
ino que exi te toda una orgullo a arquitectura de ca ta , impenetra le rígida. No e nada má la po reza de la ropa, como en
uropa, ni la limpieza (todo on pulcro prodigio amente al ean) lo que di tingue a lo hom re entre í. No, no e el corte
del traje, la calidad de la ropa, ni iquiera la cultura, lo que epara verdaderamente a lo hom re , ino la ganancia … Y el
color de la piel, que en Yucatán en México todavía juega un papel importante en el reparto de la ganancia . Familia
podero a , con e píritu de ca ta (maravillo a familia criolla que ha lan con entu ia mo del raci mo alemán) que rehú an
toda mezcla de angre, pre iden orgullo amente la vida exclu iva de la ociedad. Pero e ta gente, tan cuidado a de la pureza de
u angre, tan cruelmente enemiga de lo indígena, ha la el idioma ma a. La nece idade del trá co lo o ligan a u ar el mi mo
lenguaje que ha lan aquello a quiene explotan rechazan. Pero no olo e el idioma. Todo el u uelo ocial e tá
profundamente penetrado por lo ma a; en todo lo acto de la vida rota de pronto: en una co tum re tierna, en un ge to
cu o origen e de conoce, en la predilección por un color o por una forma. l gu to, la uma de a cione repul ione , en lo
que tienen de má a nado genuinamente ari tocrático, e ma a. La dulzura del trato, la en i ilidad, la ama ilidad, la corte ía
pulcra fácil, e ma a. Parece que del legado e pañol e ta gente (no la cla e media que, a pe ar de todo, con erva, como en
todo el paí , un contenido o rio decoro, a punto iempre de naufragar) olo heredó la rigidez, la dureza.
Ha día en que todo, por un in tante, e de ploma; la ciudad e de poja de u má cara , de nuda, deja ver u viva entraña ,
valiente callada : lo grande día de la vida en la calle , lo día de la huelga de lo mítine . Ha día en lo que el
campo reco ra a la ciudad; indígena me tizo le dan a Mérida entonce u verdadero carácter. La lanca ciudad e vuelve
má lanca aún. Lo tra ajadore le dan entido, la digni can, mue tran lo verdadero.
IV
Ha una pala ra que dice por í ola todo lo que e Yucatán: henequén. La vida de la penín ula la de la ciudad. Tam ién la

muerte de mucho campe ino po re , de colectividade entera de indígena . l monocultivo (que ha hecho de Yucatán una
región con caracterí tica propia ) ha dado a la cla e campe ina, junto al de pojo al ham re, cohe ión nacional racial,
entido a u de tino. Pero cuando lo grande hacendado ha lan de la nota que ingularizan a la economía a la vida
penin ular gritan la nece idad de ucatanizar a Yucatán, no otro a emo que lo que en realidad quieren e mano li re
para la venta del uelo u producto al imperiali mo. Lo latifundi ta , ello que on iguale a todo lo del glo o,
¡nacionali ta, regionali ta ! n e te entido, en e to momento , me parece profundamente antidialéctico plantear, de una
manera a tracta, la cue tión de la “nacionalidade oprimida ”. La única originalidad verdadera, la única riqueza expre iva,
con valor alcance humano nacional (típico, digamo , para emplear la pala ra) e la que imprime lo ma a a la po lación. l
idioma la co tum re , el acento autónomo en uma ( í tiene, verdaderamente, un acento nacional Yucatán, no e ,
implemente, un matiz, todo lo ingular que e quiera, de la nación mexicana) e ma a. Y lo ma a e , ju tamente, aquello que
con ma or horror rechazan lo grande explotadore feudale .
Mérida, la ciudad moderna, dulce clara, e el henequén. La vida. La muerte de lo campe ino . e cumple aquí, como en todo

régimen capitali ta, aquello de que el hom re vive de la muerte del hom re.
A vece , en la noche uno e de pierta como o re e com ro angre. l henequén, invi i le diario, pre ide el de pertar.
Mérida, Yucatán, 1937[1]
La larga cita anterior ha ría que entretejerla con tre cuerda : de un lado, con la do ver ione que hizo Paz de u poema “ ntre la
piedra la or” como la de 1937 la de 1976, en egundo término con la carta e crita por Octavio Paz a lena Garro;[2] en tercer
término con la diver a cita que hace Octavio Paz de lo dio e , o jeto lugare agrado de la civilización ma a em rado a lo
largo de u o ra que e reproducen, en parte, al nal en un anexo. Un ejemplo de e e conocimiento e la iguiente página que
e cri ió Paz en 1962 en el texto “O ra mae tra de México en Parí ”:
ntre lo ma a cada día era un dio , portador de una “carga de tiempo” fa to, nefa to o indiferente. Gracia a una ingenio a

com inación del calendario, cada 260 año termina a un ciclo comenza a otro, iempre en el día Ahau (dio ol). Trece
divinidade regían uce ivamente lo período de 20 año en que e ta a dividido cada ciclo. O e ionado por la idea del
tiempo, lo ma a querían a er de dónde venía cada fecha, para utilizar u “carga” ené ca o, i era adver a, para neutralizarla
por medio de rito acri cio . l pre ente el futuro eran el fatal re ultado del pa ado: no el de lo hom re ino el de lo
a tro . n una e tela ha una in cripción que regi tra una fecha vertigino a: 400.000.000 de año . Fue lo má lejo que
llegaron en u exploración del pa ado. La tentativa no era de ca ellada: le parecía la única manera de enfrentar e al pre ente
apoderar e del futuro. a inmen a inve tigación mágico-matemática al n e reveló e téril: el tiempo e in onda le.[3]
n ago to de 1937, poco de pué de que Octavio Paz dejara la penín ula, Lázaro Cárdena viajó a Yucatán en compañía de una

nutrida comitiva para a egurar in itu la Reforma Agraria tratar de dar realidad a lo ideale de la Revolución que ha ía entrevi to
durante u campaña como pre idente. l proce o de lucha contra lo latifundi ta ha ía empezado de de ante en e a atmó fera
caldeada por lo ánimo llegaría Octavio Paz a Yucatán. La revolución podía tener diver o entido , de un lado, el que le da an lo
cardeni ta , del otro, el que veían lo opo itore al régimen, como, por ejemplo, Jo é Revuelta , do año ante , quien ha ía enviado
pri ionero a la I la María cuando aún no cumplía la ma oría de edad.
n e a emana de 1937 erían e ozada e crita la página de “ ntre la piedra la or”, exten o “himno entre ruina ” o, como
diría Paz má adelante, “maleza entre e com ro ”, cu o tema, materia a unto lo acompañarán como una herida a ierta a lo largo
de u longevidad. No otra co a mue tra el hecho de que en la O ra completa él mi mo ha a propue to la inclu ión de la do
ver ione de e e poema que e cri ió re-e cri ió a lo largo de treinta nueve año . alta a la vi ta que entre la “Nota ”, atrá
citada —que en parte pre agian l La erinto de la oledad— el poema, lo poema que iguen, ha puente , corredore , eco ,
corre pondencia .
Ca e hacer al pa o una o ervación, relativa al entido a la práctica mi ma de la re-e critura de un poema… ¿ po i le? ¿ via le?
¿ e ciente? ¿Tiene entido má allá de lo catártico? i ien e cierto que “La fundación mitológica de ueno Aire ” ha ido o jeto
por parte de u autor, Jorge Lui orge , de no meno de nueve ver ione , ¿tiene entido la re-e critura de “ ntre la piedra la or”,
tam ién un poema fundacional a no de la ciudad ino de la o ra la vi ión mi ma de Octavio Paz? ¿Cómo interpretar el hecho de
que mientra la primera ver ión cuenta con 218 ver o la egunda conden a la lección del mi mo a 199, para no ha lar de otro
matice de la enunciación? ¿ e puede decir que el poema u ca indagar en lo cimiento fundamentación im ólica de la ciudad,
que él ocupa en la o ra de Octavio Paz el lugar de una raíz, que e un poema raíz que aca o podría u titular e “Raíz del hom re”
en Yucatán? Quedan a la orilla del río, como “Piedra uelta ”, alguno poema o re la ciudad agrada de lo ma a que me permito
reproducir como una uerte de atrio textual ante de entrar al do le patio de “ ntre la piedra la or”.
La piedra de lo día
l ol e tiempo;
el tiempo, ol de piedra;
la piedra, angre.
Mitad del día
La luz no parpadea,
el tiempo e vacía de minuto ,
e ha detenido un pájaro en el aire.
Má tarde
e de peña la luz,
de piertan la columna
, in mover e, ailan.
Pleno ol
La hora e tran parente:
vemo , i e invi i le el pájaro,
el color de u canto.
Relieve
La lluvia, pie danzante largo pelo,
el to illo mordido por el ra o,
de ciende acompañada de tam ore :
a re lo ojo el maíz, crece.
erpiente la rada o re un muro
l muro al ol re pira, vi ra, ondula,
trozo de cielo vivo tatuado:
el hom re e e ol, e agua, e tierra.
Y o re tanta vida la erpiente
que lleva una ca eza entre la fauce :
lo dio e e en angre, comen hom re .[4]
Léa e en primer lugar la ver ión de 1937 de “ ntre la piedra la or”:
n el al a de callado veneno 1
amanecemo erpiente . 2
Amanecemo piedra ,
raíce o tinada ,
ed de carnada, la io minerale . 5
La luz en e ta hora e acero,
e el de ierto la io del de precio.
i o toco mi cuerpo o herido
por rencoro a púa .
Fie re jadeo de lenta hora árida ,
mi era le raíce atada a la piedra . 11
ajo e ta luz de llanto congelado
el henequén, inmóvil ra io o,
en u índice verde
hace vi i le lo que no remueve,
el callado furor que no devora. 16
n u cólera quieta,
en u tenaz verdor en imi mado,
la muerte en que crecemo e hace e pada
lo que crece vive muere
e hace lenta venganza de lo inmóvil. 21
Cuando la luz extiende u dominio
e inundan lanca ola a la tierra,
lanca ola tem lante que no ciegan,
el puño del calor no niega la io ,
un fuego verde cerca al henequén,
muralla viva que devora quema
al otro fuego que en el aire ha ita.
Invi i le cadena, mortal oplo
que aniquila la ed de que renace. 30
Nada ino la luz. No ha nada, nada
ino la luz contra la luz ra io a,
donde la luz e rompe, e de angra
en oleaje e téril, in e puma. 34
l agua uena. ueña.
l agua intoca le en u tum a de piedra,
in alida en u tum a de aire.
l agua ahorcada,
el agua u terránea,
de húmeda lengua humilde, encarcelada.
l agua ecreta en u tum a de piedra
ueña invi i le en u tum a de agua. 42
A la ei de la tarde
alza la tierra un vaho lanquecino.
Vuelan pájaro mudo , arro alado.
Arra an nu e cruele el cielo in orilla . 46
Pero en la noche el agua gime.
Un cielo de metal
oprime pecho vena
tiem la en el ahogo el horizonte.
l agua gime entre u negro hierro .
l hom re corre de la muerte al ueño. 52
l henequén vigila cielo tierra.
la venganza de la tierra,
la mano de lo hom re contra el cielo. 55
II
¿Qué tierra e é ta?,
¿qué extraña violencia alimenta
en u cá cara pétrea?,
¿qué fría o tinación,
año de fuego frío,
petri cada aliva per i tente,
acumulando lentamente un jugo,
una ra, una púa? 63
Una región que exi te
ante que o re el mundo alzara el aire
u andera de fuego el agua u cri tale ;
una región de piedra
nacida ante del renacimiento mi mo de la muerte;
una región, un párpado de e re,
uno la io in ueño
que recorre in término la ed,
como el mar a la laja en la co ta de ierta . 72
La tierra olo da u or fune ta,
u e pada vegetal.
u crecimiento rige
la vida de lo hom re . 76
Por u ra cruele
corre una ed de arena
trepando de de ótano ciego ,
dura capa de olvido donde el tiempo no exi te. 80
Furio o año lento , concentrado ,
como no derramada, oculta lágrima,
rotando al n om río
en un verdor en imi mado,
ra gando el aire, pulpa, ahogo,
landa carne invi i le a xiada.
Al ca o de veinticinco amargo año
alza una or ola, roja quieta.
Una vara exual la levanta
queda entre lo aire , i la inmóvil,
petri cada e puma ilencio a. 91
Oh e plendor vengativo,
única llama de e te in erno eco,
amor que apena nace muere,
¿tanto ilencio hundido,
tanta e re acallada,
urge en tu llama rígida, de nuda,
para cantar, olo, tu muerte? 98
III
¡ i o pudiera,
en e ta orilla que la ed ilumina,
cantar al hom re que la ha ita la pue la,
cantar al hom re que u ed aniquila!
Al hom re húmedo per i tente como lluvia,
al hom re como un ár ol hermo o ultrajado
que arranca u nacimiento al llanto,
al hom re como un río entre la llama ,
como un pájaro emejante a un relámpago.
Al hom re entre u ne u fruto . 108
Lo fruto de la tierra on lo ne del hom re.
Mezcla u al henchida con la ale terre tre
e a al e má tierna que la al de lo mare :
le dio Adán, con u angre, u orgullo o ca tigo. 112
¡ i pudiera cantar
al hom re que vive ajo e ta piel amarga!
l nacimiento,
el e panto nocturno,
la va ta mano que pue la de pue la la tierra. 117
¡ l hom re entre u ne !
u principio o curo ,
la luz que lo vi ita,
u agonía, piedra fuego en el polvo. 121
ntre el primer ilencio el po trero,
entre la piedra la or,
tú, el círculo de ternura que alimenta la noche. 124
Donde la tierra e muerte
de u muerte olo rotan muerte ,
verde , edienta , innumera le muerte ,
tú camina . Te ciñe un pul o aéreo,
un ilencio otante,
como fuga de angre, como humo,
como agua que olvida. 131
Llama petri cada te o tienen.
Camina entre e pada ,
ca i invi i le
ajo el tem lor del cielo tierno,
un leve pa o de animal que hu e. 136
Tú camina . Tú duerme . Tú fornica .
Tú danza , e e , ueña .
ueña en otro la io que prolonguen tu ueño. 139
Alguien te ueña, olo.
Tu nom re, polvo, piedra,
en el polvo ediento precipita u ruina. 142
Ma no e el ritmo o curo del planeta,
el renacer de cada día,
el remorir de cada noche,
lo que te mueve por la tierra. 146
IV
¡Oh rueda del dinero,
que ni te palpa ni te roza
te de hace cada día! 149
Ángel de tierra ueño,
agua remota que e ignora,
oh condenado,
oh inocente,
oh e tia pura entre la hora del dinero,
entre e a hora que no on nue tra nunca,
por e o pa adizo de tedio devorante
donde el tiempo e para e de angra. 157
¡ l mágico dinero!
Invi i le vacío,
e la eñal el igno,
la pala ra la angre,
el mi terio la cifra,
la e pada el anillo. 163
el agua el polvo,
la lluvia, el ol amargo,
la nu e que crea el mar olitario
el fuego que con ume lo aire . 167
la noche el día:
la eternidad ola adu ta
mordiéndo e la cola. 170
l hermo o dinero da el olvido,
a re la puerta de la mú ica,
cierra la puerta al de eo.
La muerte no e la muerte: e una om ra,
un ueño que el dinero no ueña. 175
¡ l mágico dinero!
o re tu hue o e levanta,
o re lo hue o de lo hom re e levanta. 178
Pa a como una or por e te in erno e téril,
in llama ni pecado ,
hecho olo del tiempo encadenado,
carrera maquinal, rueda vacía
que no exprime de ha ita,
no eca la angre,
el lugar de la lágrima no mata. 185
Porque el dinero e in nito crea de ierto in nito . 186
Dame, llama invi i le, e pada fría,
tu per i tente cólera,
para aca ar con todo,
oh mundo eco,
oh mundo de angrado,
para aca ar con todo. 192
Arde, om río, arde in llama ,
apagado ardiente,
ceniza piedra viva,
de ierto in orilla . 196
Arde en el va to cielo, laja nu e,
ajo la ciega luz que e de ploma
entre e térile peña . 199
Arde en la oledad que no de hace,
tierra de piedra ardiente,
de raíce helada edienta . 202
Arde, furor oculto,
ceniza que enloquece,
arde invi i le, arde
como el mar impotente engendra nu e ,
ola como el rencor e puma pétrea . 207
ntre mi hue o delirante , arde;
arde dentro del aire hueco,
horno invi i le puro;
arde como arde en tiempo,
como camina el tiempo entre la muerte,
con u mi ma pi ada u aliento;
arde en ti mi mo, ardor in llama,
oledad in imagen, ed in la io . 215
Para aca ar con todo,
oh mundo eco,
para aca ar con todo. 218
Yucatán 1937 / México 1940.
Contrá te e con la e crita má de treinta año de pué :
A Teodoro Ce arman
Amanecemo piedra . 1
Nada ino la luz. No ha nada
ino la luz contra la luz. 3
La tierra:
palma de una mano de piedra. 5
l agua callada
en u tum a calcárea.
l agua encarcelada,
húmeda lengua humilde
que no dice nada. 10
Alza la tierra un vaho.
Vuelan pájaro pardo , arro alado.
l horizonte:
una cuanta nu e arra ada . 14
Planicie enorme, in arruga .
l henequén, índice verde,
divide lo e pacio terre tre .
Cielo a in orilla . 18
II
¿Qué tierra e e ta?
¿Qué violencia germinan
ajo u pétrea cá cara,
qué o tinación de fuego a frío,
año año como aliva que e acumula
e endurece e aguza en púa ? 24
Una región que exi te
ante que el ol el agua
alzaran u andera enemiga ,
una región de piedra
creada ante del do le nacimiento
de la vida la muerte. 30
n la llanura la planta e implanta
en va ta plantacione militare .
jército inmóvil
frente al ol giratorio la nu e nómada . 34
l henequén, verde en imi mado,
rota en penca ancha triangulare :
e un urtidor de alfanje vegetale .
l henequén e una planta armada. 38
Por u ra u e una ed de arena.
Viene de lo reino de a ajo,
empuja hacia arri a en pleno alto
u chorro e detiene,
convertido en un ho til penacho,
verdor que aca a en punta .
Forma vi i le de la ed invi i le. 45
l agave e verdaderamente admira le:
u violencia e quietud, imetría u quietud. 47
u ed fa rica el licor que lo acia:
e un alam ique que e de tila a í mi mo. 49
Al ca o de veinticinco año
alza una or, roja única.
Una vara exual la levanta,
llama petri cada.
ntonce muere. 54
III
ntre la piedra la or, el hom re:
el nacimiento que no lleva a la muerte,
la muerte que no lleva al nacimiento. 57
l hom re,
o re la piedra lluvia per i tente
río entre llama
or que vence al huracán
pájaro emejante al reve relámpago:
el hom re entre u fruto u o ra . 63
l henequén,
verde lección de geometría
o re la tierra lanca ocre.
Agricultura, comercio, indu tria, lenguaje.
una planta vivaz e una ra,
e una acción en la ol a e un igno.
tiempo humano,
tiempo que e acumula,
tiempo que e dilapida. 72
La ed la planta,
la planta el hom re,
el hom re, u tra ajo u día . 75
De de hace iglo de iglo
tú da vuelta vuelta
con un trote o tinado de animal humano:
tu día on largo como año
de año en año tu día marcan el pa o;
no el reloj del anquero ni el del líder:
el ol e tu patrón,
de ol a ol e tu jornada
tu jornal e el udor,
rocío de cada día
que en tu calvario cotidiano
e vuelve una corona tran parente
-aunque tu cara no e té impre a
en ningún lienzo de Verónica
ni ea la de la foto
del mandamá en turno
que multiplican lo cartele :
tu cara e el ol ga tado del centavo,
univer al ro tro orro o;
tú ha la una lengua que no ha lan
lo que ha lan de ti de de u pulpito
juran por tu nom re en vano,
lo tutore de tu futuro,
lo al acea de tu hue o :
tu ha la e ár ol de raíce de agua,
u terráneo i tema uvial del e píritu,
tu pala ra van -de calza , de puntilla -
de un ilencio a otro ilencio;
tú ere frugal re ignado vive ,
como i fuera pájaro,
de un puño de pinole en un jarro de atole;
tú camina tu pa o
on la llovizna en el polvo;
tú ere a eado como un venado;
tú anda ve tido de algodón
tu calzón tu cami a remendado
on má lanco que la nu e lanca ;
tú te em orracha con licore lunare
u e ha ta el grito como el cohete
como él, quemado, te de ploma ;
tú recorre hincado la e tacione
va del atrio ha ta el altar
del altar al atrio
con la rodilla en angrentada
el cirio que lleva en la mano
gotea gota de cera que te queman;
tú ere corté ceremonio o comedido
un poco hipócrita como todo lo devoto
ere capaz de triturar con una piedra
el cráneo del ci mático el del adúltero;
tú tiende a tu mujer en la hamaca
la cu re con una manta de latido ;
tú, a la doce, por un in tante,
u pende el quehacer la plática,
para oír, repetida maravilla,
dar la hora al pájaro, reloj de ala ;
tú ere ju to tierno olícito
con tu pollo , tu cerdo tu hijo ;
como la mazorca de maíz
tu dio e tá hecho de mucho anto
ha mucho iglo en tu año ;
un guajolote era tu único orgullo
lo acri ca te un día de copal en almo ;
tú llueve la lluvia de ore amarilla ,
gota de ol, o re el ho o de tu muerto 140
-ma no e el ritmo o curo,
el renacer de cada día
el remorir de cada noche,
lo que te mueve por la tierra: 144
IV
l dinero u rueda,
el dinero u número hueco ,
el dinero u re año de e pectro . 147
l dinero e una fa tuo a geografía:
montaña de oro co re,
río de plata níquel,
ár ole de jade
la hojara ca del papel moneda. 152
u jardine on a éptico ,
u primavera perpetua e tá congelada,
on ore on piedra precio a in olor,
u pájaro vuelan en a cen or,
u e tacione giran al compá del reloj. 157
l planeta e vuelve dinero,
el dinero e vuelve número,
el número e come al tiempo,
el tiempo e come al hom re,
el dinero e come al tiempo. 162
La muerte e un ueño que no ueña el dinero.
l dinero no dice tú ere :
el dinero dice cuánto. 165
Má malo que no tener dinero
e tener mucho dinero. 167
a er contar no e a er cantar. 168
Alegría pena
ni e compran ni e venden. 170
La pirámide niega al dinero,
el ídolo niega al dinero,
el rujo niega al dinero,
la Virgen, el Niño el antito
niegan al dinero. 175
l analfa eti mo e una a iduría
ignorada por el dinero. 177
l dinero a re la puerta de la ca a del re ,
cierra la puerta del perdón. 179
l dinero e el gran pre tidigitador.
vapora todo lo que toca:
tu angre tu udor,
tu lágrima tu idea.
l dinero te vuelve ninguno. 184
ntre todo con truimo
el palacio del dinero:
el gran cero. 187
No el tra ajo: el dinero e el ca tigo.
l tra ajo no da de comer dormir:
el dinero e la araña el hom re la mo ca.
l tra ajo hace la co a :
el dinero chupa la angre de la co a .
l tra ajo e el techo, la me a, la cama:
el dinero no tiene cuerpo ni cara ni alma. 194
l dinero eca la angre del mundo,
or e el e o del hom re. 196
calera de hora me e año :
allá arri a encontramo a nadie.
Monumento que tu muerte levanta a la muerte. 199
Mérida 1937 / México 1976[5]
n la vida de un hom re e dan momento clave en que e uperponen, como en un Aleph o momento-tali mán, lo di tinto lazo

de enlace del de tino. Uno de e o momento lo vivió Octavio Paz en 1937, en Yucatán, un año de pué de muerto u padre luego
de ha er pu licado do poema que marcarían u hi toria: ¡No pa arán! Raíz del hom re. n Chichen-Itzá, en el Patio del juego de
pelota, una mañana de la primavera de 1937, tiene Paz la revelación de u de tino en una vi ión donde el pa ado, el pre ente el
porvenir e funden en el relámpago de un in tante. A í evoca e e momento:
Una mañana, mientra camina a por el Juego de Pelota, en cu a perfecta imetría el univer o parece repo ar entre do

muro paralelo , ajo un cielo a un tiempo diáfano e impenetra le, e pacio en el que el ilencio dialoga con el viento,
campo de juego campo de atalla de la con telacione , altar de un terri le acri cio: en uno de lo relieve que
adornan al rectángulo agrado e ve a un jugador vencido, de hinojo , u ca eza rodando por la tierra como un ol
decapitado en el rmamento, mientra que de u tronchada garganta rotan iete chorro de angre, iete ra o de luz,
iete erpiente . Una mañana, mientra recorría el Juego de Pelota, e me acercó un pre uro o men ajero del hotel me
tendió un telegrama que aca a a de llegar de Mérida, con la úplica de que e me entrega e inmediatamente. l
telegrama decía que toma e el primer avión di poni le pue e me ha ía invitado a participar en el Congre o
Internacional de critore Antifa ci ta que e cele raría en Valencia en otra ciudade de paña en uno día má .
Apena i ha ía tiempo para arreglar el viaje. Lo rma a una amiga ( lena Garro). l mundo dio un vuelco. entí que, in
dejar de e tar en el tiempo petri cado de lo ma a , e ta a tam ién en el centro de la actualidad má viva e
incande cente. In tante vertigino o: e ta a plantado en el punto de inter ección de do tiempo do e pacio . Vi ión
relampagueante: vi mi de tino u pendido en el aire de e a mañana tran parente como la pelota mágica que, hacía
quiniento año , alta a en e e mi mo recinto, fruto de vida de muerte en el juego ritual de lo antiguo mexicano .[6]
l vértigo de e e momento en que e comunican do tiempo do ciclo acompañará, como una om ra, a Octavio Paz durante

toda u vida: como i en u mirar ifocal coincidieran la Cuenta Larga la Cuenta Corta, como i a partir de ahí u corazón hu ie e
empezado a latir en do tiempo : í tole in tantánea calcinante, diá tole milenaria. Conciencia pendular que u ace en u
e critura: el de tino u pendido en el aire líquido del tiempo. No e extraño, entonce , que aquél poema “ ntre la piedra la or”
que empezó a e cri ir en la primavera de 1937 lo ha a acompañado como una om ra, como un duelo o una herida a ierta, a lo largo
de década que fue e re crito encarnizadamente una otra vez. “ ntre la piedra la or” e , en la o ra de Paz, como una e pina
enterrada, el nom re de Yucatán de pierta en u mente la imagen experiencia de un caracol marino. Momento de revelación como
un arco como una hondura o re la cual e de erá de codi car, contra el horizonte milenario, la experiencia del ahora: í tole del
pre ente, diá tole inmemorial. La vocación poética de Octavio Paz e rige por el principio de una llama do le: de un lado, la
expre ión militante foren e del poema ¡No pa arán!, del otro, la efu ione amoro a cri talizada en Raíz del hom re; í tole-
diá tole que e prolongará en el futuro, de un lado Nocturno de an Ildefon o del otro Viento entero. Contra la piedra uelta de la
anécdota contingente , e a re el largo ciclo la cuenta larga de lo calendario a tronómico , que a u vez re otan en la pared del
compacto poema reve.
n e a anécdota del viaje inicial e iniciático que e como el puente aéreo hacia el otro viaje, hacia el viaje interior, parecería e tar

integrada la iografía ulterior de Octavio Paz. n e e microrrelato, a e tá planteado el e cenario que luego e de arrollará: el
antuario remoto que repre enta Yucatán la cultura ma a que luego, má tarde, repre entará la India; la ami tad de fraín
Huerta, conjurado cómplice; la mala fe de lo repre entante de la nomenclatura comuni ta que encarna Juan Marinello; la ami tad
men ajera de lena Garro; el pai aje de fondo de la ami tad de un Rafael Al erti de un Pa lo Neruda conmovido por el poema ¡No
pa arán!; la compañía olidaria pero di tante de lo di idente que fueron lo e critore de Contemporáneo , la oledad de la poe ía, la
poe ía de la oledad.
La conciencia viva como un a cua ardiente de e te in tante vertigino o le permitirá a Octavio Paz e cri ir má adelante, mucho

año de pué , la profética página de Po data (1970). n ella advierte con u penetrante conciencia de ló ofo de la hi toria un
hecho que e delinea a a en aquello día que ahora co ra inten a vigencia realidad: el rie go de que aquel inmen o pa ado
inmemorial de la antigua cultura ma a u alta civilización e tran forme en un e pectáculo de luz onido, en una coreografía
imulada en la cual el lugar de lo campe ino explotado e clavizado por el cultivo del henequén lo pa arán a ocupar lo turi ta
u guía acarreado por la mercadotecnia del turi mo planetario hacia lo venera le itio arqueológico : “ ntre la piedra la
or” no olo e un poema memora le en u do ver ione , ino tam ién una prue a de que igue e cri iéndo e en nue tro interior
aunque quizá ahora la or ea de piedra papel, la piedra de ra de vidrio.
Pala ra leída en el marco del homenaje a Octavio Paz en el Fe tival Internacional de la Cultura Ma a 2014 el día 18 de octu re en el alón Magno de la Hi toria del Palacio de

Go ierno del tado Li re o erano de Yucatán, en la ciudad de Mérida.
[1]“Nota ”, e pu licó en l Nacional, 8 de ma o de 1937, pp. 1-3; “Nota ”, de Octavio Paz, a Primera Letra , en “Te timonio ” en
O ra Completa , tomo XIII, Mi celánea I. 1ª ed. Círculo de Lectore , arcelona, 1999; 2ª ed. Fondo de Cultura conómica, 1999,.
Fondo de Cultura conómica, 2003, México pp 189-192.
[2] e encuentran en la i lioteca de la Univer idad de Princeton ajo el lema de “ lena Garro Paper ” o re la cuale ha e crito
Guillermo heridan en u en a o “Octavio Paz: carta de Mérida” al que tanto de en e ta paráfra i “Octavio Paz: carta de Mérida”,
Guillermo heridan, Cuaderno Hi panoamericano , pu licado en el número 754, a ril 2013. Tam ién véa e “Camarada henequenero”
en Lo guerrillero de la poe ía (1929-19369 de Poeta con pai aje. n a o o re la vida de Octavio Paz, dicione ra, México, 2014, pp.

214-227.
[3] Octavio Paz, “O ra mae tra de México en Parí ”, “Arte precolom ino”, Lo privilegio de la vi ta. Arte moderno univer al. Arte de
México, O ra completa IV, arcelona, Galaxia Guten erg / Círculo de Lectore , 2001,p. 586.
[4]“ n Uxmal” en III. emilla para un himno (1943-1955) en Li ertad ajo pala ra (1935-1957) en O ra poética I de la O ra completa

t. XI, 1ª ed. Círculo de Lectore , arcelona, 1996; 2ª ed. Fondo de Cultura conómica, 1997; 2ª reimp. Fondo de Cultura conómica,
1997, México, pp. 141-142.
[5] ntre la piedra la or, México, “A la orilla del mundo”, “Primera in tancia” O ra completa , tomo XIII, Mi celánea I. Primero

e crito , pp. 106-113 (Yucatán, 1937/ México 1940). La ver ión de nitiva de ntre la piedra la or fue recogida en la O ra poética I
O ra completa tomo XI, pp.86-92.
[6] Octavio Paz, “Primero pa o ” en ITIN RARIO en PRÓLOGO en Idea co tum re I. La letra el cetro en O ra completa t-9, 1ª
ed. Círculo de Lectore , arcelona, 1993; 2ª ed. Fondo de Cultura conómica, México, 1995, pp. 22-23.
Tag : Yucatán
38 2
Adolfo Castañón
(ciudad de México, 1952), miem ro de la Academia Mexicana de la Lengua, e poeta, traductor en a i ta. ntre u li ro má reciente e
encuentra Grano de al otro cri tale ( onilla Artiga ditore / Univer idad del Clau tro de or Juana, 2017), la edición, e tudio nota de
Vi ión de México, de Alfon o Re e (Academia Mexicana de la Lengua, 2017).
No.245 / Mayo 2019
Asalto a la
verdad
EDICIÓN MÉXICO
Hidropolítica
EDICIÓN ESPAÑA
S U S C R Í BETE
Entre la censura y el éxito comercial
REVISTA IMPRESA
¡Abran las jaulas!
La era de la indignación
Carta de Octavio Paz a Carlos Fuentes
Por Octavio Paz
Unos policías leen a Octavio Paz
Por Guillermo Sheridan
Fusiones y confusiones
Por Gabriel Zaid
Se va la niña de mí dañada
Por Merlina Acevedo
El espíritu de Perón
Por Virginia Feinmann
Lecciones de Orwell
Por George Packer
Cómo tu comentario sagaz en redes está empobreciendo el debate
Por Eduardo Huchín Sosa
El presidente historiador
Por Enrique Krauze
Asalto a la verdad
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Octavio Paz - Dos Lunas en Yucatán (1937) - Letras Libres

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5/21/2019 Octavio Paz: dos lunas en Yucatán (1937) | Letras Libres

Por Adolfo Castañón 05 marzo 2015

18 de octu re: en el calendario ma a el año tenía 18 me e la Pirámide de Kukulkán, en Chicen-Itzá, tiene nueve terraza do le

Octavio Paz e tuvo en Yucatán 65 día , de de el 11 de marzo ha ta el 15 de ma o de 1937. Al alir, tenía veintidó año , al regre o,

ajo del avión levemente aturdido. Una den a oleada de aire caliente me aluda. De pronto, al tocar de nuevo tierra —una

A í u o al automóvil. l a falto, limpio acerado, luce un e plendor contenido que va del gri al violeta. La ciudad e a e ta

re plandeciente, hace rotar e pada de un alcón, atravie a la atmó fera vi rando… No e una ciudad hecha de volúmene

n el tra ecto cruza una e quina, entre la atmó fera de ha itada de la tre de la tarde, una me tiza. Como un fre co

n la noche de Mérida el hom re e hunde en la vida feudal. La pala ra doncella tiene una dramática, ten a igni cación.

a emo que e te mundo, por má encantador que no parezca, de aparecerá. Que la pala ra no dicha e dirá. Que una nueva

Ha una pala ra que dice por í ola todo lo que e Yucatán: henequén. La vida de la penín ula la de la ciudad. Tam ién la

Mérida, la ciudad moderna, dulce clara, e el henequén. La vida. La muerte de lo campe ino . e cumple aquí, como en todo

ntre lo ma a cada día era un dio , portador de una “carga de tiempo” fa to, nefa to o indiferente. Gracia a una ingenio a

n ago to de 1937, poco de pué de que Octavio Paz dejara la penín ula, Lázaro Cárdena viajó a Yucatán en compañía de una

, in mover e, ailan.

La hora e tran parente:

vemo , i e invi i le el pájaro,

a re lo ojo el maíz, crece.

erpiente la rada o re un muro

l muro al ol re pira, vi ra, ondula,

el hom re e e ol, e agua, e tierra.

que lleva una ca eza entre la fauce :

lo dio e e en angre, comen hom re .[4]

Léa e en primer lugar la ver ión de 1937 de “ ntre la piedra la or”:

n el al a de callado veneno 1

amanecemo erpiente . 2

Amanecemo piedra ,

raíce o tinada ,

ed de carnada, la io minerale . 5

La luz en e ta hora e acero,

e el de ierto la io del de precio.

Fie re jadeo de lenta hora árida ,

mi era le raíce atada a la piedra . 11

en u índice verde

hace vi i le lo que no remueve,

en u tenaz verdor en imi mado,

la muerte en que crecemo e hace e pada

lo que crece vive muere

e inundan lanca ola a la tierra,

lanca ola tem lante que no ciegan,

Invi i le cadena, mortal oplo

Nada ino la luz. No ha nada, nada

donde la luz e rompe, e de angra

en oleaje e téril, in e puma. 34

l agua uena. ueña.

l agua intoca le en u tum a de piedra,

in alida en u tum a de aire.

l agua ecreta en u tum a de piedra

ueña invi i le en u tum a de agua. 42

Vuelan pájaro mudo , arro alado.

Arra an nu e cruele el cielo in orilla . 46

l agua gime entre u negro hierro .

l hom re corre de la muerte al ueño. 52

la mano de lo hom re contra el cielo. 55

en u cá cara pétrea?,

petri cada aliva per i tente,

ante que o re el mundo alzara el aire

u andera de fuego el agua u cri tale ;

nacida ante del renacimiento mi mo de la muerte;

uno la io in ueño

que recorre in término la ed,

como el mar a la laja en la co ta de ierta . 72

La tierra olo da u or fune ta,