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En verdad les digo que cualquier cosa que hicieron por uno de estos mis hermanos,

por humilde que sea, a mí me lo hicieron».


Jesucristo se identifica con los pobres, los marginados, los enfermos, los
encarcelados de nuestro tiempo. Ahí encontramos el rostro de Cristo, y ¿cuántas
veces hemos despreciado este rostro? Y cuando dejamos de hacer el bien con uno
de estos más pequeños, también con Jesús dejamos de hacerlo.
Meditando estos textos sobre el mandamiento más importante de la Biblia, muchas
veces pienso que nosotros los cristianos debemos sentirnos avergonzados, puesto
que con nuestras discusiones sobre religión y nuestras divisiones somos un
escándalo para todo el mundo y faltamos gravemente al mandamiento del amor. A
veces me da la impresión de que hasta ahora no hemos hecho nada y que debemos
aprender de nuevo a ser obedientes a la voz de Cristo: «Les doy un mandamiento
nuevo: que se amen los unos a los otros. Así como yo los amo, ustedes deben
amarse también los unos a los otros» (Jn. 13, 34).
No nos desanimemos, pero comencemos ahora con la práctica del amor, el amor
verdadero a Dios y al prójimo.

ACTVIDADES
1. Lee, subraya, parafrasea, extrae las ideas principales y elabora un organizador
grafico visual.
2. Responde:
 ¿Qué es el amor?
 ¿Cómo se clasifica el amor?
 ¿Qué diferencia hay entre el amor de Dios y el de los Humanos?
 ¿Qué diferencia existe entre el amor de tu Familia y el de una
pareja?
 ¿Cómo es o te imaginas el amor de Dios?
 ¿Quién ama es capaz de…?
3. Como podríamos ilustrar el amor de Dios en nuestra vida.
4. Elabora una carta a Dios expresándole tu gratitud por el amor inmenso amor
que te tiene.
5. Jesús tiene una frase muy maravillosa “No hay Amor más grande, que el dar la
vida por Demás?
6. Crea una canción sobre el amor de Dios.
7. Elabora 01 tarjeta cuyo mensaje sea sobre el amor de Dios

Prof. James Gonzales García Área Religión 1° Secundaria


¿QUÉ ES EL AMOR?
El amor es el principio y fuente creadora, porque el hombre fue creado por amor y
para el amor. Todas las manifestaciones del ser humano hacen patente esta
tendencia: el amor es lo que identifica a la persona, la capacidad de amar es
exclusiva del ser humano.

No a la hipocresía
No basta conocer la Biblia de memoria; el demonio conoce la Biblia mejor que todos
nosotros y era capaz de discutir con el mismo Jesús lanzándole textos bíblicos (Mt.
4, 1-11). Pero el demonio no ama y por eso está lejos de Dios. ¿De qué me sirve
conocer la Biblia entera si no tengo amor? ¡De nada me sirve!

No basta conocer la Biblia de memoria;


El demonio conoce la Biblia mejor que todos nosotros y era capaz de discutir con el
mismo Jesús lanzándole textos bíblicos (Mt. 4, 1-11). Pero el demonio no ama y por
eso está lejos de Dios. ¿De qué me sirve conocer la Biblia entera si no tengo amor?
¡De nada me sirve!

No basta tener fe sin tener obras de amor


«No olvides que también los demonios creen y, sin embargo, tiemblan delante de
Dios» (Sant. 2, 19). La fe sin el amor es una fe muerta. ¿No dijo el apóstol Pablo que
«la fe se hace eficaz por el amor» (Gal. 5, 6)?

No basta decir: «Señor, Señor»


El que dice que ama a Dios y luego habla mal del prójimo es un mentiroso. Y el que
no ama no conoce a Dios (1Juan 4, 20). Dice Jesús: «No todos los que dicen Señor,
Señor, van a entrar en el reino de los cielos, sino los que hacen la voluntad de mi
Padre Celestial» (Mt. 7, 21).

No bastan las apariencias


No basta ser un hombre muy devoto y cumplir con las oraciones y pagar los
diezmos... y luego criticar al otro que piensa distinto.
Los fariseos de la Biblia eran hombres sumamente devotos, muy observantes de la
ley y pagaban estrictamente los diezmos, pero no olvidemos que fueron
precisamente estos hombres devotos los que hicieron sufrir mucho a Jesús y
finalmente lo llevaron a la muerte en la cruz.
«Si yo no tengo amor, yo nada soy» (1 Cor. 13, 2)
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Si yo no tengo amor de nada me sirve estudiar la Biblia, de nada me sirve ir al templo
y hacer largas oraciones y vigilias nocturnas.
Dios es amor, y el que no ama no está en Dios (1 Juan 4, 7). ¡Lo más grande de
nuestra religión es el Amor!

El que ama a Dios, ama al prójimo


Un día un maestro de la ley se acercó a Jesús y le preguntó: «¿Cuál es el primero de
todos los mandamientos?»
Jesús le contestó: «El primer mandamiento es: Oye, Israel, el Señor nuestro Dios es
el único Señor. Ama pues al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma,
con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el primer mandamiento. Y el
segundo es parecido, y es: Ama a tu prójimo como te amas a ti mismo. No hay otro
mandamiento más importante que éstos» (Mc. 12, 28-31).

¿Por qué es éste el mandamiento más grande?


Simplemente porque DIOS ES AMOR. El amor viene de Dios. Todo el que tiene amor
es hijo de Dios y conoce a Dios. El que vive en el amor vive en Dios y Dios vive en él
(1 Jn. 4, 7-16).
El amor de Dios consiste en esto: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino
en que El nos amó a nosotros y envió a su Hijo como sacrificio por nuestros pecados
(1 Jn. 4,10).
La prueba más grande de amor nos la dio Jesucristo. El se entregó por amor a
nosotros y derramó hasta la última gota de su sangre por nosotros. Ojalá que
podamos comprender cada vez más «cuán ancho, largo, profundo y alto es el amor
de Cristo. Que conozcamos este amor» (Ef. 3, 18-19), y que seamos imitadores de
este amor.

No seamos mentirosos
Pero si alguno dice: «Yo amo a Dios» y al mismo tiempo odia a su hermano al cual
ve, tampoco puede amar a Dios, al cual no ve (1 Jn. 4, 20). Si alguno dice que está
en la luz, pero odia a su hermano, todavía está en la oscuridad. El que odia a su
hermano vive y anda en la oscuridad, y no sabe a dónde va, porque la oscuridad lo
ha vuelto ciego (1 Jn. 2, 9-10).
Nosotros hemos pasado de la muerte a la vida, y lo sabemos porque amamos a
nuestros hermanos. El que no ama a su hermano, sigue muerto. Todo el que odia a
su hermano es un asesino, y ustedes saben que ningún asesino puede tener vida en
su corazón (1 Jn. 3, 14-15).

Amémonos unos a otros


Algunos piensan que el amor al prójimo es solamente amar a sus amigos o sus
hermanos, y que pueden «guardar rencor a su enemigo», como en el Antiguo
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Testamento (Lev. 19, 18). Pero Jesús nos dice otra cosa: «Tengan amor para sus
enemigos, bendigan a los que les maldicen, hagan bien a los que les odian, oren por
los que les insultan y les maltratan... Pues si ustedes aman solamente a los que les
aman a ustedes, ¿qué premio van a recibir por eso? Hasta los pecadores hacen eso.
Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué de bueno hacen?, pues hasta los
que no conocen a Dios hacen eso» (Mt. 5, 44-47).
Queridos hermanos, este amor al prójimo que Jesús nos pide no es nada fácil. Pero
los que tratan de amar así, serán llamados hijos de Dios (Mt. 5, 45). El verdadero
discípulo de Cristo debe ver en cada hombre a su hermano: «Bendigan a los que les
maltratan. Pidan para ellos bendiciones y no maldiciones» (Rom. 12, 14). «Cada vez
que podamos, hagamos bien a todos» (Gal. 6, 10). Si amamos de verdad, Dios
mismo llena nuestro corazón con su amor (Rom. 5, 5), y este amor nos empuja a
amar a todos los hombres, a no ofender al prójimo (Mt. 5, 21-30), a ser sinceros con
todos (Mt. 5, 33-37), a renunciar a la venganza, a hacer el bien a todos (Mt. 5, 43-
48), a no condenar a nadie (Mt. 7, 1), a amar con obras (Mt. 7, 12).

La fe y las obras
Escuchemos lo que dice el apóstol Santiago, cap. 2, 14-20: «Hermanos míos, ¿de
qué sirve que alguien diga que tiene fe, si no hace nada bueno? ¿Puede acaso
salvarlo esa fe? Supongamos que a algún hermano o hermana le faltan la ropa y la
comida necesaria para el día, y que uno de ustedes le dice: ´Que te vaya bien; tápate
del frío y come´, pero no le da lo que necesita para el cuerpo; ¿de qué sirve eso? Así
pasa con la fe, si no se demuestra con lo que la persona hace, la fe por sí sola es una
cosa muerta».
Pero tal vez alguien dirá: «Tú tienes fe, y yo hago bien. Muéstrame, pues, tu fe
aparte del bien que haces, y yo te mostraré mi fe por medio del bien que hago. Tú
tienes fe suficiente para creer que hay un solo Dios, y en esto haces bien; pero
también los demonios creen eso, y tiemblan de miedo. Pero ¿no quieres reconocer
que si la fe que uno tiene no se demuestra con el bien que hace, es una fe muerta?».

Jesucristo juzgará nuestras obras


Leemos en Mateo 25, 31-46: Aquel día el Hijo del hombre nos va a juzgar, no sobre
nuestra fe, no nos juzgará sobre nuestros conocimientos bíblicos, no nos juzgará
sobre nuestras vigilias en el templo, no nos juzgará sobre los diezmos...
El Hijo del hombre se sentará en su trono y separará a los unos de los otros y a los
que estarán a su derecha les dirá: «Vengan ustedes, los que han sido bendecidos de
mi Padre, reciban el Reino que está preparado para ustedes, pues tuve hambre y
ustedes me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber; anduve como
forastero y me dieron alojamiento...

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