You are on page 1of 11

El “Cuerpo sin órganos” como máquina de guerra:

Espacio, línea de fuga y desestratificación, una re-


lectura de Deleuze

Mag. Paola Benavides Gómez - Universidad de los Andes, Colombia

Introducción

Cada anillo y cada meseta trazan un mapa de circunstancias o serie de


individuaciones que permite encontrar tiempos, climas, tonalidades e imágenes. Aquí
la meseta elegida, entre las Mil que proponen Deleuze y Guattari, será ¿Cómo
hacerse un cuerpo sin órganos? Su fecha: 28 de Noviembre de 1947, día en que
Artaud declara radiofónicamente la guerra a los órganos. Su Ilustración: el huevo
dogón como la placenta del mundo en la que se distribuyen diversas intensidades. Su
geografía: tumores terrestres ocasionados desde las precipitaciones intensas de
estratos sacudidos. El presente escrito es el resultado de un acercamiento a la meseta
¿Cómo hacerse un cuerpo sin órganos? Propuesta en Mil mesetas. Aquí Deleuze y
Guattari erigen una cartografía de la estratificación corporal y social desde la
indagación por las formas en como se ordena el cuerpo individual a través de diversas
prácticas y juicios que fijan en cada superficie modos determinados de actuar. Mi
hipótesis de lectura será que este modo de concebir el cuerpo posibilita una especie
de ética de la prudencia que, como línea de fuga, permite la re-existencia al juego de
poder establecido.A efectos de rastrear dicha hipótesis se desarrollarán los siguientes
apartados: Primero (I), Espacios lisos, espacios estriados; segundo (II), El CsO
Estratificado. Metrópoli o devenir ciudad; tercero (III), Lo liso en el CsO: línea de fuga y
desestratificación; y cuarto (IV) CsO como máquina de guerra: ética y estética de la
existencia.

Espacios lisos, espacios estriados


Antes de rastrear las diversas codificaciones llevadas a cabo en el CsO, resulta
imprescindible hacer alusión a dos conceptos: lo liso y lo estriado. Lo estriado es
considerado como la disposición espacial que obedece a una serie de organizaciones
y territorialidades fijas entretejidas de manera métrica en un conjunto limitado:
“llamaremos estriado o métrico a todo conjunto con un número entero de dimensiones,
y en el que se pueden asignar dimensiones constantes”1. Lo estriado se caracteriza
por ser el resultado de un tejido que parte del establecimiento de los ejes horizontales
fijos para luego crear un centro de gravedad hacia donde tiendan, de manera
sincronizada, ejes horizontales y toda una serie de puntos (no sólo verticales u
horizontales) direccionados, entretejidos y atraídos por la fuerza centrípeta del eje
focal. Como lo que ocurre en el tejido usado en la cestería, el cual presenta una lógica
de entrecruzamiento entre elementos paralelos, unos horizontales, otros verticales,
siendo unos fijos y otros móviles, por lo general los que quedan por debajo son los
fijos. Este tipo de tejido seguiría el modelo de un espacio estriado necesariamente
delimitado en anchura y caracterizado por un derecho y un revés. El vestido de los
sedentarios estaría tejido de esta manera.

A los sedentarios se le oponen los nómadas. Los nómades son una suerte de manada
que se desplaza rizomáticamente (sin orden alguno) en espacios lisos de devenir puro
por donde circula el deseo. Si el carácter centrado es característico del espacio
estriado, lo acentrado será propio de lo liso. Un rizoma es una tallo subterráneo del
cual puede sustraerse lo Uno de lo Múltiple en una ecuación de n-1; es una suerte de
madriguera con múltiples entradas, es manada de ratas en movimiento. Es tubérculo y
bulbo, al mismo tiempo tallo y raíz, es multiplicidad y ya no solamente naturaleza
arbórea de la que se desprenden ramas cuyos frutos son alcanzados por la unidad de
un sujeto que le otorga cierto sentido. Como bulbo, el rizoma suele formarse bajo
tierra, sus raíces brotan del tallo en un estado orgánico-inmanente en el que no hay
canales específicos de circulación, ni tampoco las superposiciones de un arriba / abajo
o adentro/ afuera.

Se tiene pues, hasta el momento, sedentarios con vestidos-tejido, dedicados a las


funciones establecidas por el aparato de estado, y también nómadas vestidos de lana,
adecuados al espacio del afuera en el cual el cuerpo se mueve2. Ahora es tiempo de
agenciar los espacios y crear combinaciones en las que, una vez delineados los
contornos de cada uno, puedan llevarse a cabo movimientos de tipo liso-estriado
desde la forma árbol-rizoma. De las diferencias complejas entre los dos tipos de
espacio, es preciso continuar hacia los relevos posibles entre lo liso y lo estriado:
“debemos recodar que los dos espacios sólo existen de hecho gracias a las
combinaciones entre ambos: el espacio liso no cesa de ser traducido, transvasado a
un espacio estriado; y el espacio estriado es constantemente restituido, devuelto a un
espacio liso”3. La presencia entonces de un espacio estriado, no excluye de manera
definitiva la aparición de espacios lisos, porque así como es posible que del corazón
de un árbol broten rizomas, así también, es probable que de los canales se
desterritorialice un flujo que contribuya a la formación de fieltros. Aspecto relevante,
porque como se verá, el CsO manejará una dinámica similar en la que ciertos estratos
y estriamientos deban ser conservados en miras de crear líneas de fuga sin correr el
riesgo del aniquilamiento. En esa medida, la estratificación llevada a cabo en el cuerpo
a través de ciertas estrategias impartidas por máquinas sociales que pretenden
organizar vías específicas por donde puede y debe circular el deseo, tiene la opción de
ser precipitada por movimientos moleculares que, a la manera de Artaud, le declaren
por ejemplo la guerra al organismo.

El CsO Estratificado. Metrópoli o devenir ciudad

El cuerpo sin órganos puede decirse de tres maneras: como inmanencia pre-orgánica,
como estratificación y como creación. Como estratificación, el CsO obedece a un
orden otorgado por alguna máquina social, la cual adjudica ciertas funciones para
cada órgano, brindando con ello territorialidades y jerarquías de modo que los órganos
funcionen de acuerdo a la división del trabajo: promoción de cuerpos productivos.

En relación con el espacio estriado, en tanto cuadrícula o tejido estatal, se dice que el
CsO adquiere un lugar determinado, una sedimentación que disminuye y aniquila
ciertas velocidades que permiten sus continuas transformaciones. Cada casilla fija un
órgano, una función, una significación y un sujeto específico. No obstante, es preciso
mencionar que no todas las máquinas sociales estratifican del mismo modo: máquina
territorial, despótica y capitalista desde la codificación, sobre codificación y
axiomatización respectivamente, crean, por decirlo de algún modo, su respectivo CsO.
En el caso de la máquina territorial, la tierra es considerada como la primera superficie
de inscripción desde donde la mano se concibe como la mano que caza, adquiriendo
así una nueva significación. Lo que hacen las máquinas entonces es codificar el
deseo, estratificar el CsO impidiendo la realización de un plan de consistencia. El
proceso de estratificación puede asumirse como una captura de los órganos, una
desterritorialización, de la que luego se sobreviene una reterritorialización específica
en funciones productivas. Lo anterior teniendo en cuenta algunas de las apreciaciones
abordadas en Antiedipo. Capitalismo y esquizofrenia.

En las mesetas desde las cuales nos hallamos, Deleuze y Guattari dirán que un CsO
puede ser estratificado desde tres eslabones: organización, significación y
subjetivación. Entiéndase estratificación como “la creación del mundo a partir del caos,
una creación continuada, renovada. Y los estratos constituyen el juicio de Dios. El
artista clásico es como Dios: organiza las formas y las sustancias, los códigos y los
medios, y los ritmos, crea el mundo”4. El juicio de Dios nos aboca al primer estrato: la
organización.

El CsO como creación no se opone a los órganos, sino a su organización orgánica en


lo que se reconoce como organismo. Éste implica un orden impartido desde un juicio
divino, que promueve la fijación de un centro, un eje gravitacional, como ocurría en el
caso de la cestería, a partir del cual se distribuyen una serie de direcciones, lugares,
nombres y funciones: el ojo para ver, los pies para caminar… Razón suficiente para
que el CsO grite: “¡me han hecho un organismo! ¡Me han plegado indebidamente! ¡Me
han robado mi cuerpo! El juicio de Dios lo arranca de su inmanencia y le hace un
organismo, una significación un sujeto”5. Imperativo del estrato de organización:
“Serás organizado, articularás tu cuerpo –de lo contrario serás un depravado”6. El
mandato se pone en términos de “respetar” el orden impartido al cuerpo y sus
respectivas significaciones, como si no fuese posible ver con la piel, morder con las
manos, en fin. Resulta importante notar que el imperativo es lanzado desde el centro
hegemónico, por tanto, todo lo que no quede dentro del círculo será considerado como
teratológico o anormal. Como se verá en el siguiente apartado, todas las prácticas que
procuren un orden distinto serán objeto del discurso científico y, por tanto, tratadas
como patológicas.

Segundo estrato: de significación. Su imperativo: “Serás significante y significado,


intérprete e interpretado –de lo contrario serás un desviado”7. En este eslabón se
pone de manifiesto la imposición de un discurso catalogado como verdadero, como
una forma legítima de conocer: háblese del psicoanálisis, de biología, de historia…y es
que, tal como lo creyera Foucault, cada episteme va a permitir cierto tipo de
conocimiento, va a restringir los alcances discursivos de acuerdo a sus propios
intereses, no sólo eso, va a jerarquizar las distintas formas de producir conocimiento.
Tercer estrato: de subjetivación. Su precepto: “Serás sujeto, y fijado como tal, sujeto
de enunciación aplicado sobre un sujeto enunciado –de lo contrario serás un
vagabundo”8. Aquí entonces la imagen del sedentario, del árbol enraizado en los
cuerpos que asume una identidad fija desde la aceptación de un rostro y un nombre
propio, aspectos que le garantizan acceso a otros espacios sociales, al conocimiento
mismo. Esta continua producción de identidades, será una de las razones por las que
se prefiera el devenir, las desterritorializaciones y reterritorializaciones entre avispa y
orquídea9.

Lo liso en el CsO: línea de fuga y desestratificación

¿Cómo hacerse un cuerpo sin órganos? Primera hipótesis: un cuerpo sin órganos
puede hacerse desde su vaciamiento.

Un séquito de cuerpos avanza: cuerpos hipocondríacos, con sus órganos destruidos;


paranoicos, cuyos órganos son atacados por influjos; esquizofrénicos o catatónicos;
drogadictos, al nivel experimental; y masoquistas, con el ejercicio de los órganos
detenido. Su marcha se inicia desde la inconformidad suscitada por los órganos,
necesitan deshacerse de ellos a toda costa. Vicio de la primera hipótesis: crear
cuerpos vaciados que no recurren a la prudencia y la dosis. Contra hipótesis: un CsO
debe hacerse lleno, no vacío: “Un CsO está hecho de tal forma que sólo puede ser
ocupado, poblado por intensidades. Sólo las intensidades pasan y circulan”10. El CsO
es un cuerpo vivo, es un cuerpo lleno sin órganos plagado de intensidades de todo tipo
que se distribuyen “según fenómenos de masa, siguiendo movimientos brownianos,
bajo la forma de multiplicidades moleculares” 11.

El CsO está poblado por intensidades y multiplicidades que hace de éste un huevo
dogón. El huevo alude de manera directa al carácter inmanente de las intensidades
que circulan, entiéndase la figura del huevo como esa “materia que ocupará el espacio
en tal o tal grado, en el grado que corresponde las intensidades producidas”12. Así las
cosas, materia igual a energía “producción de lo real como magnitud intensiva a partir
de cero”. Huevo como el estado anterior de la extensión del organismo y su orden
estratificado, huevo intenso definido por ejes desde donde es posible la mutación de
energía. Spatium inmanente igual que el deseo.

El CsO como el campo de inmanencia del deseo, asume la tarea de plan de


consistencia del mismo, éste estaría definido desde su inmanencia y ya no por
instancias externas, como el placer, que apelan su presencia para colmarlo, para
detener, bloquear y conducir su movimiento rizomático. El CsO funciona así pues
desde y por el deseo: “no podéis desear sin hacer uno”13. El desafío: des conjurar
cada sacrificio desde la experimentación, de modo que se permita la producción de
líneas de fuga, así, a cada estrato le corresponde un espacio de desterritorialización.
Al de organización el de CsO, al de significancia la tendencia a significante, los cortes
rizomáticos que permiten el inicio desde cualquier ruptura: “un cuerpo sin órganos no
cesa de deshacer el organismo, de hacer pasar y circular partículas asignificantes,
intensidades puras”14, y al de subjetivación el cuerpo que no se identifica, la
despersonalización del sujeto que decide perder no sólo el rostro sino también el
nombre, pues después de todo: “El nombre propio no designa un individuo: al
contrario, un individuo sólo adquiere su verdadero nombre propio cuando se abre a las
multiplicidades que lo atraviesan totalmente tras el más severo ejercicio de
despersonalización”15. Los estratos están puestos, de esta manera, como
territorialidades que es preciso conservar para no tender hacia la destrucción, son
pisos que impulsan saltos y huidas. En eso consiste el problema de los cuerpos
viciosos de la procesión: al no ser prudentes potenciaron la destrucción total de
estratos, no precipitaron la sedimentación sino que rompieron cada capa tectónica.

A la pregunta de cómo hacer un cuerpo sin órgano, Deleuze responde que este
consiste en “instalarse en un estrato, experimentar las posibilidades que nos ofrece,
buscar en él un lugar favorable, los eventuales movimientos de desterritorialización,
las posibles líneas de fuga, experimentarlas, asegurar aquí y allá conjunciones de
flujo, tener siempre un pequeño fragmento de una nueva tierra. Sólo así, manteniendo
una relación meticulosa con los estratos, se consigue liberar las líneas de fuga, hacer
pasar y huir los flujos conjugados”16. Apuesta por una ética, por la creación de un
cuerpo propio a partir de estrategias particulares que sigan el único principio de
fusionar estratos y líneas de fuga en el mismo plano del devenir. En el caso del
cuerpo-metrópoli, cada calle debe plagarse de ladrones y amotinados que procuren la
fuga del orden establecido desde la construcción de trochas, montículos o trincheras.
La libre circulación debe en consecuencia bloquearse, los amotinados deben dejar
pasar lo que es prohibido, experimentar con ello (sin que se ponga en juego su vida),
ser máquina de guerra: horadad en lugar de siembra.

CsO como máquina de guerra: ética y estética de la existencia

Insertos pues en el poder el cuerpo y la vida, no queda otra salida que la reinvención.
Todas las tensiones entre estratos y líneas de fuga, orden y caos desde la dosis y la
prudencia, conlleva a un argumento substancial: el de la ética. Delueze y Guattari
preguntan: “¿no sería la Ética el gran libro sobre el CsO?”17 Asumiré aquí esta noción
de ética como estrategia de la máquina de guerra, y es que, después de todo, crearse
un CsO es una apuesta vital contra las ritualizaciones del sacerdote.

La máquina de guerra concebida como lo exterior al aparato de Estado, alude al


estado periférico desde el cual opera, es decir, si el árbol promueve la centralidad y el
orden para desde ahí definir lo excluido, la máquina de guerra emerge desde esos
márgenes de fuga para emprender no un enfrentamiento bélico, como sí un despliegue
en un espacio liso (en puro devenir). Máquina de guerra como agenciamiento que
permite devenir al pensamiento nómada.

En consecuencia, la creación de un CsO implica que una máquina particular decida


inventar su propio plan de consistencia en virtud de sus particularidades, para así
abstraerse del Yo de una forma personal: “El plan de consistencia sería el conjunto de
todos los CsO […] en el que cada cual toma y hace lo que puede, según sus gustos
que habría conseguido abstraer de un Yo, según una política y una estrategia que se
habría conseguido abstraer de tal o cual formación, según tal procedimiento que sería
abstracto desde su origen”18.

La apuesta por la ética de la prudencia en la creación del CsO es un asunto vital, se


juega en los umbrales de la vida y la muerte, la juventud y la vejez. No es una cuestión
de conceptos, invade las prácticas: “De ningún modo es una noción, un concepto, más
bien es una práctica, un conjunto de prácticas”19. Es un problema que compete no a
las conciencias sino a los cuerpos, y es que después de todo “no es un problema de
ideología, sino de pura materia, fenómeno de materia física, biológica, psíquica, social
o cósmica”20. Ética de la dosis y la prudencia en la reinvención, que propone la
experimentación en los límites, saber hasta dónde puede el cuerpo, y la oscilación
entre los estratos y el plan que los libera.

Avanzo un paso: quisiera, hasta donde eso sea posible, relacionar esa ética
deleuziana con la estética de la existencia propuesta por Michel Foucault, para desde
ahí notar cómo a través de prácticas como el dandismo, el cuidado de sí, y hasta la
misma creación de un CsO, se procura una des sujeción del poder, del aparato de
captura: devenir máquina de guerra particular abierta a posibles agenciamientos desde
una máquina abstracta21.

En la estética de la existencia se esboza la posibilidad que tiene el sujeto por producir


de manera autónoma el sí mismo como una opción de contrapoder en el que
prevalezca la re (ex) istencia, esto es, el existir de un modo distinto a los propuestos
por instancias de poder. Así las cosas, la estética de la existencia puede asumirse
como una opción que tienen los sujetos en intervenir en sí mismos y hacer de su vida
una obra de arte, una que encuentre en cada pincelazo las manos de su creador y no
de instancias de poder que manipulen el trazo. Característico es de la estética de la
existencia el retorno que a los griegos realiza Foucault a partir de la noción del cuidado
de sí, este virar adquiere importancia porque desde las técnicas griegas Foucault va a
proponer cómo la teoría como praxis debe tender hacia el cambio de los cuerpos y no
a la intervención de las conciencias, es decir, apela a un cambio activo que permee las
formas de vida de quien experimente la metamorfosis. Foucault define el cuidado de sí
(epimeleia heautou) como “La inquietud de sí mismo, [como] el hecho de ocuparse de
sí mismo, preocuparse por sí mismo”22. La estética de la existencia así, sería un
modo alternativo en el que el sujeto puede auto constituirse desde las técnicas del sí,
en lugar de ser constituido por técnicas de dominación de poder (subjetivación y no
sujeción). La auto constitución conlleva a que cada sujeto se asuma así mismo como
su propia obra de arte, algo que por ejemplo Baudelaire pudo llevar acabo desde el
dandismo.
Cree Foucault que la ética es una condición de existencia que consiste no sólo en la
conducción de la vida sino en una praxis ya que “por ética se entendía “la relación con
uno mismo” que se lleva a cabo en la acción”23. Sujeto de acción más que sujeto de
conocimiento. El interés foucaultiano por las prácticas de sí se concentra en indagar
por formas alternativas en que los sujetos intervienen en su propia vida sin la
intromisión de normas: “el aspecto básico de esta ética del arte de vivir “no reside en
ningún tipo de obligatoriedad moral, sino en el trabajo responsable del yo en las
formas bajo las cuales configura su existencia y encarna la experiencia de pensar y
vivir de otro modo”24.

La relación con el presente es asumida por Foucault como un intento personal en el


que puede hacerse de la vida un arte, una propia creación y no sólo el efecto de
superficie de reflejos ajenos. Ahora bien, ese cuidado de sí que torna del vivir un arte
adquiere serias dimensiones políticas ya que posibilita la inversión de las relaciones de
dominación y sujeción por parte del individuo con las instancias del poder: “De este
modo, la ética, el éthos, entendido como una gestión de la vida susceptible de ser
planificada y reflexionada por el individuo, se constituiría en el principal medio de que
dispone el individuo para resistir al poder dominante”25. La estética de la existencia
como centralidad de la ética sería un modo de re (ex) istir al poder, en vista de que
éste actúa no sólo sobre los cuerpos sino también en la producción de subjetividades
e individuaciones que fijan modos de ser específicos para los sujetos:

Lo que Foucault propone es una micro política (sin dejar de lado lo macro) basada en
el comportamiento ético de ocuparse de sí, de existir de acuerdo a principios propios
de tal manera que las disciplinas o las biopolíticas no dominen hasta los
comportamientos más íntimos, y para ello, creerá Foucault, deben cambiarse los
cuerpos y no tanto las mentalidades, las cosas se ponen más al nivel corporal que de
la conciencia, al final y al cabo, van a ser las prácticas las que determinen los rumbos:
somos lo que hacemos, de ahí que el primado de la ética deba ser práctico. Si
embargo ésta primacía no debe asumirse como una especie de oposición a la teoría,
ya que después de todo “la teoría no expresará, no traducirá, no aplicará una práctica,
[sino que] es una práctica”26. Una que adquiera en la intimidad el centro gravitacional
desde donde puedan efectuarse movimientos éticos y políticos centrífugos.
Tanto Deleuze como Foucault hacen una apuesta por las revoluciones moleculares
efectivas desde las prácticas (en Deleuze tales revoluciones atraviesan lo orgánico),
éstas incluirían como en Baudelaire, un lenguaje corporal, una implicación orgánica
que como línea de fuga posibilite el salto de los estratos, pero también un nuevo orden
promovido desde el sujeto mismo como estancia cambiable, nómada. Prácticas que en
Deleuze se basan en la experimentación y en Foucault en el cuidado de sí. Dichas
estrategias procuran buscar existencias alternativas a las subjetividades propuestas
por el poder, por las máquinas sociales que bloquean el deseo: creación de máquinas
de guerra. En fin, ambos acuden a la materia física como núcleo de cambio, después
de todo nadie sabe lo que el cuerpo puede.

Paola Andrea Benavides Gómez

Candidata a Magister en Historia de la Universidad de los Andes (Bogotá- Colombia).


Licenciada en filosofía de la Universidad Santo Tomás. Autora del libro Impensar la
filosofía. Foucault y el proyecto de filosofar latinoamericano. ISBN. 978-958-631-721-4.

Bibliografía

DELEUZE, Gilles & Félix Guattari. 2008. Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia:
Valencia: Pretextos.

________. 1994. Lógica del sentido. Madrid: Planeta; Barcelona: Agostini.

________. 2005. Derrames entre el capitalismo y la esquizofrenia. Buenos Aires:


Cactus.

________. 1995. Conversaciones: 1972-1990. Valencia: Pre-Textos.


Foucault, Michel. 1990. Tecnologías del yo y otros textos afines. Barcelona: Paidós.

________. 1999. El orden del discurso. Barcelona: Tusquets Editores.

________. 1999. Estética, ética y hermenéutica. Obras esenciales, Volumen III.


Barcelona: Paidós.

________. 2001. Un diálogo sobre el poder y otras conversaciones. Madrid: Alianza


Editores.

________. 2003. Sobre la Ilustración. Madrid: Tecnos.

________.2007. Historia de la Sexualidad I. La voluntad de saber. Madrid: Siglo


veintiuno.

________. 2008. Nietzsche, la genealogía, la historia. Valencia: Pre-textos.

________. 2009. El gobierno de sí y de los otros. Buenos Aires: Fondo de Cultura


Económica.

- Cubides Cipaguta, Humberto. 2006. Foucault y el sujeto político: ética del cuidado de
sí. Bogotá: Siglo del Hombre Editores: Universidad Central IESCO.

You might also like