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El Ciclo de los Nodos Lunares

El siguiente texto pertenece al libro "Astrología, clave de vidas anteriores", de Irene Andrieu.
Es una excelente explicación sobre un tema que no todos los astrólogos toman en cuenta con
la suficiente profundidad a la hora de interpretar una carta natal.

Los nodos lunares, al igual que los planetas, poseen su propio ciclo. Dicho ciclo es de 18 años,
es decir que los nodos tardan un año y medio en atravesar un signo por término medio.

Cada 18 años, por consiguiente, los nodos regresan a las posiciones que ocupaban en el tema
natal. Para el ser humano, finaliza así una fase experimental. Es hora de sintetizar las
experiencias y de tomar un nuevo rumbo. Los valores desarrollados durante el ciclo anterior ya
se perciben como suficientes en el plano de la evolución psicológica. El individuo aspira al
cambio.

Este proceso es comparable a la relación solilunar en la carta, en la cual el psiquismo pasa por
fases de larga duración antes de renovarse. De esta forma, existen varias fases de maduración
asociadas con los nodos lunares que coinciden con sus retornos cíclicos y que le dan una
coloración particular a cada gran período de la existencia.

Los períodos cíclicos del nodo norte

A causa de la irregularidad del ciclo de los nodos lunares es importante comprobar la fecha
exacta en que vuelven a sus posiciones iniciales o pasan por un punto especialmente kármico.

a) Primer ciclo: de 0 a 18 años

A través de este ciclo, a través de los tránsitos de los nodos lunares por las posiciones
planetarias de la carta natal, el niño y, más tarde, el adolescente, se percata de cómo es el
esquema vital que se le propone. El recién llegado experimenta su medio natal, las relaciones
padre/madre, hermano/hermana, y se hace eco de ese mundo externo donde intentará
ejercer su acción y hallar las respuestas correspondientes a las implicaciones psicológicas de su
carta. Se trata de una fase de aprendizaje durante la que cada planeta transitado por los
nodos libera su contenido kármico y despierta las capacidades de adaptación a la vida de la
conciencia. El ser, inconscientemente, está tomando las medidas de su dimensión evolutiva.
Los nodos lunares establecen las bases de identidad actual.

b) Segundo ciclo: de 19 a 36 años

Sobre la base de su toma de conciencia anterior el individuo ha de definir sus relaciones con
los demás. Desde este momento, la evolución comienza a obrar en él a través del proceso de
manifestación consciente de la personalidad. Durante esta fase se revelan los bloqueos, los
impulsos y las reacciones sobre las que el individuo habrá de trabajar a lo largo de su vida.
Conociendo cuáles son sus valores afectivos y de relación, tal y como quedaron en sus vidas
anteriores, el sujeto aprende en qué medida es capaz de dar y recibir.

Esta es una fase de tipo escorpiana, de crecimiento psíquico. La persona expresará su voluntad
de perpetuarse mediante la pulsión de dar la vida. Durante esta fase Marte propiciará
visiblemente las recaídas kármicas que estén señaladas en la carta y favorecerá la realización
de objetivos materiales o, por el contrario, pondrá al individuo frente a sus imperativos de
origen kármico. La manera de vivir del sujeto y la respuesta que le dé a las demandas
marcianas completarán su concienciación individual. La memoria antigua se actualiza a través
de una actitud activa de autoafirmación y de realización personal. Este es el momento de vivir
nuestro karma, de descubrirlo y de asumir las responsabilidades pertinentes.

c) Tercer ciclo: de 37 a 54 años

Ahora se produce la consolidación de los conocimientos adquiridos durante los primeros


ciclos. El ser se ve obligado a hacer un proyecto vital. Si su objetivo vital es la extroversión y la
vida social, tendrá que definir cuáles van a ser los medios que utilizará y conocer cuál es la
dimensión real de sus relaciones con los demás. Si, por el contrario, su objetivo vital es la
introversión, la búsqueda personal y la vida interior, lo que tendrá que hacer es establecer sus
valores filosóficos y consagrar sus energías a desarrollarlos. El trabajo se realiza
fundamentalmente sobre la autoimagen. Esta es una fase evolutiva de tipo uraniano en la que
cada cual ha de fijar los límites de las implicaciones y de las responsabilidades que piensa
aceptar.

d) Cuarto ciclo: de 55 a 72 años


Para la mayoría de nosotros este es el último ciclo de nuestra vida en la Tierra. El sujeto ha de
restituir a la sociedad (para bien y para mal) la experiencia que ha ido acumulando. Cada cual
podrá dar lo que haya sido capaz de comprender y recibirá la correspondiente sanción del
mundo exterior. Esta es la etapa de la transmisión, de la continuidad de los valores, de la
sabiduría.

En nuestro mundo es prácticamente imposible realizar esta transmisión de la misma forma


que se ha hecho desde tiempos ancestrales. El abuelo que nos lega la sabiduría de los
"Antiguos" está en vías de desaparición, incluso en las sociedades orientales. Hoy, una persona
no tiene posibilidades reales de ser feliz en esta fase si durante los ciclos previos no ha estado
verdaderamente centrada en su desarrollo personal, si no ha vivido con cierta serenidad, si no
ha tenido voluntad de alcanzar la plenitud, para sí mismo y para los demás. Si los valores del
corazón no estaban lo suficientemente establecidos al comenzar este ciclo, si la persona
todavía no era consciente de sus objetivos evolutivos a los 55 años, entonces el ciclo que se
abre puede llegar a ser especialmente difícil. En cualquier caso, el individuo deseará transmitir
sus conocimientos, hacerse oír. Queda por determinar si realmente tiene algo que decir. El
mensaje ha de ser emitido no como un consejo, ni como un juicio basado en una sabiduría
frecuentemente ilusoria, sino con sencillez y claridad, en términos pacíficos, tratando de
propiciar el aprendizaje vital de los más jóvenes.

Es de temer que si durante los tres ciclos precedentes el sujeto no ha vivido en otro plano que
en el de la "mentalización", no haya cultivado más valores que el egocentrismo, las exigencias
personales, los rechazos afectivos, el rencor, el odio... En tal caso tendrá pocas posibilidades de
transmitir algo y de ser escuchado. Lo que se le pide es que ofrezca su propio mensaje
filosófico, que ofrezcalo que haya desarrollado en sí mismo.

e) Quinto ciclo: de 73 a 90 años

Esta es la edad de la transición, el momento de prepararse para el pasaje. Se considera que el


individuo ya no tiene que desarrollar ninguna actividad externa. Ahora ha de analizar sus
experiencias desde una perspectiva filosófica, con desapego.

Por desgracia, estas personas casi siempre están amenazadas por la soledad y por el miedo a
quedarse sin recursos. Por ello, más que en serenarse, más que en alcanzar la luz, tienen que
pensar en la forma de preservar sus bienes materiales. La plenitud y la alegría de vivir
dependerán esencialmente de cómo se hayan asimilado los cuatro ciclos precedentes desde el
punto de vista de los valores humanos.
Quienes tienen la suerte de poder vivir en el quinto ciclo sin los agobios de la senectud y con
un espíritu todavía activo y dinámico, tendrán la posibilidad de saldar una parte del karma que
hayan engendrado durante su actual existencia. ¿Cómo? Adoptando una filosofía positiva y
eliminando todos aquellos valores que no valga la pena conservar. Este es el momento, o
debería serlo, de la "limpieza personal", de la sonrisa y del desapego. Es la fase neptuniana de
transformación.

He aquí las asociaciones de los planetas con las sucesivas etapas kármicas:

Ciclo 1: Luna/Sol/Mercurio (ser vital y espontáneo)

Ciclo 2: Venus/Marte/Júpiter (ser psíquico y social)

Ciclo 3: Saturno/Urano (ser mental y ego)

Ciclo 4: Urano/Neptuno (restitución y formulación)

Ciclo 5: Neptuno/Plutón (desapego, transformación y muerte)

Los tránsitos de los nodos por los planetas natales constituyen los momentos álgidos de estos
ciclos. Cuanto más cerca esté el nodo norte de un planeta más rápidamente tomará cuerpo la
idea de que se está entrando en una nueva etapa. Lo ideal es tener el nodo norte encuadrado
entre dos planetas, porque de esa manera el primero nos hace ver la necesidad de llevar a
cabo la transformación y el segundo nos permite realizar conscientemente el nuevo proyecto,
un proyecto que durará 18 años.

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