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El deber de la memoria.

La agenda
investigativa sobre la cobertura
informativa del conflicto armado
en Colombia, 2002-2012*

Camilo Tamayo1
Jorge Bonilla2

Recibido: 2013-06-24 Aprobado por pares: 2013-07-16


Envío a pares: 2013-06-30 Aceptado: 2013-08-16

Para citar este artículo / To reference this article / Para citar este artigo
Tamayo, C., Bonilla, J. Marzo de 2014. El deber de la memoria
La agenda investigativa sobre la cobertura informativa del conflicto armado en Colombia,
2002-2012. Palabra Clave 17 (1), 13-45.

Resumen
El presente artículo ofrece una mirada interpretativa de las principales ten-
dencias que han guiado el estudio sobre la relación entre los medios de co-
municación, el periodismo y la confrontación armada en Colombia entre
2002 y 2012. ¿Cuál es la agenda investigativa que la academia, las organiza-
ciones sociales y de periodistas han elaborado sobre esta problemática? El
estudio reúne 89 trabajos que se pueden agrupar en tres tendencias prin-
cipales: las miradas al oficio: riesgos, libertades y garantías para informar
en medio del conflicto; las agendas del conflicto: fuentes, lenguajes y pú-

* Este artículo retoma los resultados principales de la investigación “Medios, periodismo y conflicto armado. La agen-
da investigativa sobre la cobertura informativa del conflicto armado en Colombia, 2002-2012”, elaborada por los
autores por encargo de la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, FNPI, con
el auspicio del Grupo Sura y el PNUD.
1 Universidad de Huddersfield. Reino Unido. camilotamayogomez@gmail.com
2 Universidad EAFIT, Colombia. jbonilla@eafit.edu.co

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blicos de la información, y los escenarios emergentes: (pos)conflicto, víc-
timas y memoria. El artículo cierra con 12 aprendizajes que resultaron de
la interpretación de las tendencias encontradas, y que pretenden propiciar
puntos de atención sobre los lugares de mirada del periodismo, la acade-
mia y las organizaciones de la sociedad en contextos de conflicto armado.

Palabras clave
Conflicto armado, agenda, medios de comunicación de masas, periodismo.
(Fuente: Tesauro de la UNESCO).

The Duty of Memory. The Research


Agenda on Media Coverage of the Armed
Conflict in Colombia: 2002-2012
Abstract
An interpretative look at the overriding trends in research on the relations-
hip between the media, journalism and the armed conflict in Colombia bet-
ween 2002 and 2012 is provided in this article. What is the research agenda
developed and pursued by academia, civil society organizations and journa-
lists concerning this issue? In attempting to answer that question, the stu-
dy examines a collection of 89 works that can be grouped into three main
trends: considerations on the profession: risks, freedoms and guarantees
for reporting in the midst of conflict; the agendas of the conflict: informa-
tion sources, languages and audiences; and the emerging scenarios: (post)
conflict, victims and memory. The article closes with 12 lessons extracted
from an interpretation of the trends that were found, and highlights points
of concern on the perspectives of journalism, academia and civil society or-
ganizations in the context of armed conflict.

Keywords
Armed conflict, agenda, mass media, journalism. (Source: UNESCO
Thesaurus).

14 El deber de la memoria. La agenda investigativa sobre la cobertura informativa... - Camilo Tamayo y otro.
O dever da memória. A agenda investiga-
tiva sobre a cobertura informativa do con-
flito armado
na Colômbia, 2002-2012

Resumo
O presente artigo oferece um olhar interpretativo das principais tendên-
cias que guiam o estudo sobre a relação entre os meios de comunicação, o
jornalismo e o confronto armado na Colômbia entre 2002 e 2012. Qual é
a agenda investigativa que a academia, as organizações sociais e de jorna-
listas têm elaborado sobre essa problemática? O estudo reúne 89 trabal-
hos que podem ser agrupados em três tendências principais: os olhares ao
ofício: riscos, liberdades e garantias para informar em meio do conflito; as
agendas do conflito; fontes, linguagens e públicos da informação, e os ce-
nários emergentes: (pós) conflito, vítimas e memória. Este artigo termina
com 12 aprendizagens que resultaram da interpretação das tendências en-
contradas e que pretendem propiciar pontos de atenção sobre os lugares
de olhar do jornalismo, da academia e das organizações da sociedade em
contextos de conflito armado.

Palavras-chave
Conflito armado, agenda, meios de comunicação de massa, jornalismo.
(Fonte: Tesauro da UNESCO).

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Introducción
Las miradas investigativas de mediana duración que elaboran mapas de in-
terpretación sobre las complejas relaciones entre los medios de comuni-
cación, el periodismo y el conflicto armado en Colombia –sus tensiones,
continuidades, transformaciones y contextos– no crecen como hongos en
este país. Estar atentos a las dinámicas que el propio campo periodístico ha
generado en torno al rol, la identidad, los modelos profesionales y el tipo
de cubrimiento informativo sobre el conflicto armado y los procesos de paz
en Colombia es, por lo tanto, una tarea indispensable, no sólo para apren-
der del pasado sino para imaginar el futuro.

Este trabajo se inscribe en dicha perspectiva. Su propósito es ofre-


cer una mirada interpretativa de las principales tendencias que han guiado
el estudio sobre la relación entre los medios de comunicación, el perio-
dismo y la confrontación armada en Colombia entre 2002 y 2012. ¿Qué
asuntos asociados a la cobertura informativa del conflicto armado se ha
investigado o reflexionado en el país durante la última década? ¿Cuál es
la agenda investigativa que la academia, las organizaciones sociales y de
periodistas han elaborado sobre esta problemática? ¿Qué aprendizajes
se pueden extraer de estas agendas de investigación de cara no sólo a la
cobertura del conflicto armado, sino a los procesos de paz pasados, pre-
sentes y futuros?

Para responder a los anteriores interrogantes se llevó a cabo una revi-


sión de textos, artículos, libros, informes, ponencias y memorias de eventos
directamente relacionados con las problemáticas de los medios de comuni-
cación, el periodismo y el conflicto armado en Colombia entre 2002 y 2012.
¿Por qué este periodo? Porque esta es la época pos-Caguán, que viene des-
pués del fracasado proceso de paz entre el gobierno del presidente Andrés
Pastrana (1998-2002) y la guerrilla de las Farc-EP; porque son los años de
la denominada ‘Seguridad Democrática’ del presidente Álvaro Uribe Vélez
(2002-2010), con sus procesos de desmovilización de las Autodefensas Uni-
das de Colombia, AUC, y de cambio en la correlación de la confrontación
armada a favor de la iniciativa del Estado y sus fuerzas militares, y porque
es un periodo en que el péndulo guerra-paz-guerra-paz vuelve a señalar el

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inicio de un incipiente proceso de paz, esta vez entre el gobierno del presi-
dente Juan Manuel Santos (2010-2014) y la guerrilla de las Farc.

Dos fueron los criterios metodológicos que guiaron la pesquisa. En


primer lugar, se buscó información en las universidades y centros de inves-
tigación académica que han indagado por el rol de los medios de comuni-
cación y los periodistas en la cobertura del conflicto armado en el país; se
acudió a fundaciones, organizaciones y asociaciones relacionadas con la pro-
tección, formación y defensa de la libertad de expresión en el país (Funda-
ción para la Libertad de Prensa, Corporación Medios para la Paz, Fundación
Nuevo Periodismo Iberoamericano, Proyecto Antonio Nariño, Reporte-
ros sin Fronteras, Centro de Competencias en Comunicación, C3, entre
otros); se recolectó información de centros de investigación dedicados a es-
tudiar el conflicto armado en Colombia (CINEP, Corporación Nuevo Arco
Iris, Fundación Ideas para la Paz, CERAC, entre otros); igualmente, se con-
sultaron documentos elaborados por organizaciones de cooperación multila-
teral o supranacional (Sistema de Naciones Unidas en Colombia, Fundación
Konrad Adenauer, Fundación Friedrich Ebert, entre otros), y se revisaron las
memorias de encuentros realizados por organizaciones de la sociedad civil,
instituciones del Estado y organismos internacionales en los que se reflexio-
nó sobre el rol del periodismo nacional en la cobertura del conflicto armado
interno durante la última década.

En segundo lugar, la búsqueda se concentró en textos que contuvie-


ran, así fuera de manera somera, un acercamiento conceptual o reflexivo
al tema, una metodología basada en estudios de caso, trabajos de campo
o resultados empíricos, y en la mayoría de los casos –no en todos– una bi-
bliografía mínima. La muestra incluyó reportes parciales o finales de in-
vestigación, reflexiones e informes publicados en libros, capítulos de libro,
revistas académicas, ponencias y memorias de eventos, la mayoría de ellos
disponibles en Internet. En total, se seleccionaron 89 documentos.

El artículo está dividido en dos partes. La primera configura la agen-


da de investigación sobre la relación medios, periodismo y conflicto armado
en el país entre 2002 y 2012 con base en los trabajos encontrados. La segun-

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da parte ofrece 12 aprendizajes que resultaron de la interpretación de las
tendencias. ¿Por qué se presentan los resultados en forma de aprendizajes?
Porque con esto se pretenden dos cosas. Por una parte, propiciar un diálogo
abierto entre los actores inmersos en el campo periodístico para reflexionar
sobre los retos y las responsabilidades de los medios de comunicación del
país en su tarea de informar sobre el conflicto, la guerra y la paz en Colom-
bia; y por otra parte, hacer visibles algunas continuidades, desplazamientos
y rupturas que permitan consolidar miradas de mediana y larga duración
en las agendas investigativas de la comunicación y el periodismo en el país.

Las tendencias
Los 89 textos analizados se pueden agrupar en tres tendencias principales.
Las miradas al oficio: riesgos, libertades y garantías para informar en medio del
conflicto ofrece un recorrido por los trabajos que le toman el pulso al estado
de la libertad de prensa en Colombia y que dan cuenta de las iniciativas diri-
gidas a mejorar la calidad de la información en contextos de confrontación
armada. Por su parte, las agendas del conflicto: fuentes, lenguajes y públicos de
la información recoge los informes que indagan por las agendas informativas
del conflicto, las representaciones mediáticas de los actores allí involucra-
dos y el impacto de la información periodística en los públicos de los me-
dios. Finalmente, los escenarios emergentes: (pos)conflicto, víctimas y memoria
reúne los estudios que se preguntan por la responsabilidad de los medios
de comunicación en la construcción de futuros escenarios de posconflicto
en Colombia, y que abordan los asuntos de agenda periodística a partir de
variantes asociadas a la memoria y el relato.

Las miradas al oficio: riesgos, libertades


y garantías para informar en medio del conflicto
Esta primera tendencia está conformada por 42 textos. La preocupación
principal de este conjunto de trabajos apunta a una doble dirección: las ga-
rantías necesarias para ejercer el periodismo y la formación profesional in-
dispensable para enfrentar informativamente tanto a los actores armados
como a las geografías del conflicto armado. Se señala que en contextos al-
tamente permeados por la confrontación armada, los periodistas corren un

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alto riesgo cuando ejercen su profesión, por cuanto suelen ser presionados
por el Estado, los actores armados ilegales y por los mismos propietarios
de los medios para que no interfieran en asuntos que se pretende mante-
ner ocultos, lejos del escrutinio público, con lo cual suele ser la autocensu-
ra la respuesta más común por parte de los periodistas.

A este tipo de preocupaciones pertenecen los informes que desde co-


mienzos de siglo XXI les siguen el pulso a las condiciones en las que se ejerce
el oficio periodístico en Colombia, llevados a cabo por la Fundación para la
Libertad de Prensa, Reporteros sin Fronteras, el Proyecto Antonio Nariño y
la Corporación Medios para la Paz, entre otros. Aquí se incluyen desde los
informes periódicos sobre el estado de la libertad de prensa en el país, que
incorporan, año a año, los casos puntuales de presiones, amenazas, intimi-
daciones y estigmatizaciones que atentan contra las libertades y derechos
de los periodistas en el país (FLIP, 2002 a 2012), hasta los reportes docu-
mentados de estas organizaciones para establecer cómo las escuchas ilega-
les por parte del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) eran
el resultado de un contexto de polarización política y social que estigma-
tizaba la labor informativa de algunos periodistas críticos con el gobierno
de turno (FLIP, 2010; RSF, 2010), pasando por los llamados de atención
a la justicia colombiana para que no haya impunidad en los casos de los pe-
riodistas asesinados por razones de su oficio (FLIP, 2011) y, en los últimos
años, los informes que prenden las alarmas sobre el incremento de proce-
sos judiciales contra periodistas como método de censura (FLIP, 2013).

Aquí también se ubican los informes de la organización Reporteros


Sin Fronteras sobre cómo la confrontación armada ha tenido impacto en
el libre ejercicio del periodismo en Arauca (RSF, 2002) y en las emisoras
indígenas en el Cauca (RSF, 2012), o el trabajo de campo realizado por la
Fundación para la Libertad de Prensa sobre la intimidación al ejercicio del
periodismo que ejercen las denominadas ‘bandas criminales’ en la región
de Urabá (FLIP, 2012b), así como la investigación llevada a cabo por Me-
dios para La Paz sobre los problemas que tienen que enfrentar los periodis-
tas regionales en Colombia en su labor diaria de informar sobre el conflicto
armado (Gómez, Guerrero y Velásquez, 2003; Guerrero, 2010).

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Para responder a las problemáticas del oficio periodístico en contex-
tos permeados por el conflicto armado, algunos de los trabajos encontra-
dos advierten que las amenazas que sufren los periodistas son producto de
la cobertura informativa polarizada, parcializada y ausente de profesiona-
lismo informativo. Es la tesis de la débil formación profesional como des-
encadenante de riesgos innecesarios, que no sólo afecta a unos cuantos,
sino a la profesión en general, ya que pone a los periodistas como víctimas
–otras víctimas– del ‘fuego cruzado’ de los actores armados (Gómez, Gue-
rrero y Velásquez, 2003; Guerrero, 2008).

Así, se señala que la responsabilidad fundamental de los periodis-


tas es prepararse mejor para entender las causas, los intereses, las transfor-
maciones y las lógicas del conflicto, sus actores y escenarios. Es aquí donde
aparecen los estudios, la mayoría auspiciados por organizaciones de perio-
distas en alianza con centros académicos, cuya finalidad radica en fortalecer
tres aspectos del oficio informativo: en primer lugar, formar a los periodis-
tas tanto en la cobertura profesional del conflicto armado (Guerrero, 2008)
como en el tratamiento de problemáticas emergentes asociadas al despla-
zamiento forzado (Herrán, Guerrero , Losada, 2005), la niñez involucrada
en la guerra (Sierra, Lozano, Guerrero y Salamanca, 2009), los procesos de
verdad, justicia y reparación (Barbeito, 2009), y la producción de la memo-
ria (Rey, 2008), entre otras. A este grupo pertenecen, por ejemplo, las re-
flexiones motivadas por los cursos –diplomados– de cobertura responsable
del conflicto armado realizados por Medios para La Paz, el Programa por
la Paz y la Pontificia Universidad Javeriana en varias regiones del país entre
2000 y 2009 (VV.AA., 2006).

Un segundo aspecto consiste en elaborar manuales, estrategias de


actuación o recomendaciones puntuales para mejorar las prácticas profe-
sionales en la búsqueda, recolección y producción de la información. Enco-
mendados a reconocidos periodistas o a expertos académicos que acuden
al análisis de casos y a situaciones puntuales, estos manuales pretenden, por
una parte, brindar elementos de juicio para enfrentar creativamente a las
fuentes (León, 2004), para informar responsablemente sobre el conflicto
armado (Sierra y Blanco, 2002; Cajiao y Rey, 2003; PNUD, 2003; Guerre-
ro, 2008), o acerca de un actor específico como la infancia (Rey y Bonilla,

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2005; Sierra, Lozano, Guerrero y Salamanca, 2009), o sobre el desplaza-
miento forzado interno (Herrán, Guerrero y Losada, 2005), la justicia tran-
sicional (Barbeito, 2009), los acontecimientos que involucran a las fuerza
pública (Ruíz, 2004) o los procesos de reparación y producción de la me-
moria por parte de las víctimas (Uribe, 2009), entre otros; y, por otra par-
te, afrontar situaciones del oficio mediante el apoyo emocional para superar
eventos traumáticos (Giraldo, Roldán y Flórez, 2003; Chinchilla, 2007), la
identificación de situaciones de peligro (Rincón y Ruíz, 2002), el fortaleci-
miento de la independencia de los medios (Cano y Thora, 2006) y la defi-
nición de mecanismos de autoprotección para los periodistas (Ronderos,
Ruíz y Escamilla, 2003).

Y el tercer aspecto estriba en sensibilizar a los periodistas, editores y


directores de los medios sobre la importancia de mantener unos estánda-
res mínimos de calidad profesional a la hora de cubrir informativamente el
conflicto armado. A este grupo pertenecen los monitoreos de la informa-
ción producida por la prensa y la televisión sobre el conflicto armado que
fueron llevados a cabo por el Proyecto Antonio Nariño, con el auspicio de
la Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, entre 2003 y 2005
(Rey y Bonilla, 2004; Rey, Bonilla, Tamayo y Gómez, 2005). Combinan-
do el análisis cuantitativo del contenido de las noticias con perspectivas
cualitativas como las entrevistas a los periodistas, estos estudios se centra-
ron en el análisis de un año de información, primero de 12 periódicos del
país (2002-2003), y luego de 10 noticieros, entre nacionales, regionales y
locales (2004-2005), con el fin de examinar valores de calidad periodísti-
ca relacionados con la precisión, la pluralidad, la diversidad y la veracidad
a la hora de informar sobre el conflicto armado. Aquí también se ubica el
estudio que realizó la Casa Editorial El Tiempo sobre la manera en que se
abordó durante un momento de 2003 el conflicto armado en las páginas
del diario, en un informe que al final presenta un manual para efectuar un
cubrimiento responsable del conflicto en esta empresa informativa (Ca-
jiao y Rey, 2003).

Finalmente, esta tendencia también recoge aquellos estudios que en-


caran los dilemas éticos a los cuales se enfrentan los periodistas en momen-
tos específicos de la confrontación armada, entre los cuales vale la pena

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destacar: las lecciones dejadas por los acuerdos entre periodistas y me-
dios de comunicación sobre qué informar y qué no del conflicto (Serrano,
2006); las percepciones de los periodistas sobre el oficio, las fuentes y los
medios para los cuales trabajan (Ortiz, 2002); el tratamiento informativo
desequilibrado de las acciones de guerra (López, 2005), y la discusión so-
bre las consecuencias éticas de ese doble rol de los periodistas que, por una
parte, son llamados a integrar misiones humanitarias en procesos de libera-
ción de secuestrados y, por la otra, no dejan de ser periodistas en la medida
en que informan in situ de los hechos, poniendo en riesgo, incuso, los resul-
tados de la misión (Arizmendi, 2009).

Las agendas del conflicto: fuentes, lenguajes


y públicos de la información
Esta segunda tendencia está conformada por 34 textos. Varios son los ejes
de atención que articulan la mirada sobre las agendas. Por una parte, están
los trabajos que plantean cómo en situaciones de confrontación armada
el normal ejercicio del periodismo se ve alterado por lógicas que respon-
den a una estrategia propagandística por parte de los sectores armados, le-
gales e ilegales. Por otra parte, están los estudios que se preguntan por el
lenguaje informativo del conflicto armado, esto es, por las representacio-
nes periodísticas que subyacen en la cobertura de los actores, escenarios,
motivaciones y discursos del conflicto. Por último, están los trabajos que
proponen modelos de interpretación acaso más teóricos para comprender
las agendas de los medios y los públicos de la información, a partir de una
mirada de los lugares diferenciados que ocupan los periodistas, los ciuda-
danos y los guerreros en las esferas públicas del conflicto.

En cuanto a lo primero, hay trabajos que constatan la manera en que


los actores intervienen directamente en las agendas del conflicto, diseñando
estrategias informativas como parte de su gestión comunicativa. ¿Dónde se
informan los medios? Estudios como los de Barón y equipo (2002), López
(2003, 2005), PNUD (2003), Betancur (2004), Correa (2006, 2008), Serra-
no y López (2008) y Tamayo (2008a) llaman la atención sobre las estrategias
de gestión de la información y las tácticas discursivas que se llevan a cabo, ya
sea por las fuerzas militares, los paramilitares o la guerrilla, para justificar sus

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acciones en medio del conflicto armado, las cuales por momentos transitan
en la delgada línea de la información, la desinformación y la propaganda.

A este grupo se suman miradas que auscultan la manera como los ac-
tores armados, tanto legales como ilegales, no sólo han refinado los meca-
nismos para lograr difundir sus discursos y acciones a través de los medios
de comunicación tradicionales, sino que han llevado el campo de batalla
virtual a nuevos escenarios tecnológicos como los de la web. Esto es lo que
se puede apreciar en los trabajos que plantean cómo gracias a internet los
actores armados se han desplazado de ser fuentes de información de otros
(los periodistas) a convertirse en emisores de su propia comunicación: es-
tratégica, planeada, ideológica (Cardona y Paredes, 2004; Barón, Martínez,
Rodríguez y Wiesner, 2002).

En cuanto a los lenguajes y representaciones del conflicto armado,


es posible constatar un interés de la academia por estas dimensiones. Más
que por las agendas informativas del conflicto armado, aquí el foco se cen-
tra en el análisis retórico, lingüístico y crítico del discurso de los medios de
comunicación, o de los propios actores del conflicto a través de la informa-
ción mediática. Así, trabajos como los de Ayala y Aguilera (2002), Estrada
(2004 y 2007), Pardo (2005), Borja y equipo (2008), Gutiérrez (2007), Ri-
vera (2007), Barreto y equipo (2009), Gutiérrez y equipo (2010), Jaramillo
y Molina (2010), se enfocan en los modos discursivos en que los periodis-
tas y los medios de comunicación producen miradas bien sea militaristas,
deslegitimadoras o estereotipadas de las identidades de los actores arma-
dos, el oponente, el desmovilizado, el reinsertado, lo ‘no oficial’, los acuerdos
humanitarios, el Plan Colombia, las movilizaciones ciudadanas o las vícti-
mas, que terminan atizando más la guerra que las posibilidades de la paz.

Otros estudios se preguntan por las relaciones entre las agendas pe-
riodísticas del conflicto armado y la relevancia informativa, a partir de casos
específicos de estudio. Por ejemplo, Bonilla (2004b), Yarce (2004), Caste-
llanos (2011) y Reyes (2011) se concentran en un actor en particular, los
paramilitares, para indagar por la manera como se llevó a cabo el denomi-
nado ‘proceso de desmovilización paramilitar’, la relación de este proceso

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con los medios de comunicación y las representaciones mediáticas pro-
ducidas sobre este fenómeno. Rodríguez (2012), por su parte, examina la
información publicada por el diario El Tiempo sobre las ejecuciones ex-
trajudiciales –los llamados ‘falsos positivos’–. La autora cuestiona el he-
cho de que las estructuras periodísticas (el estilo de escritura, la longitud
del artículo y los valores tradicionales de construcción de una nota perio-
dística) pueden limitar la exposición de los testimonios de las víctimas y
plantea los desafíos que deberán afrontar los contenidos informativos con
respecto al tratamiento de las víctimas de la violencia, mientras que Mo-
reno (2009) analiza la representación del relato periodístico sobre la ma-
sacre de El Salado, en un estudio en el que se señala el apego del discurso
periodístico a las fuentes oficiales y la precariedad de las voces de las víc-
timas en el relato informativo.

Aquí también se pueden ubicar algunos trabajos que, aunque tienen


una intención más periodística, también abordan el lenguaje informativo
sobre asuntos del conflicto armado. Nos referimos a los trabajos de Rincón
y Ruiz (2002) sobre el contexto en medio del cual ejercen su trabajo los pe-
riodistas y al análisis de los casos de Guaitarilla y Cajamarca (Ruiz, 2004),
en donde los autores brindan una caja de herramientas para enfrentar una
historia periodística, trazarse un plan de ruta adecuado con las fuentes de
la información y, por supuesto, mejorar el cubrimiento de los hechos.

En cuanto a las aproximaciones a la esfera pública de la confronta-


ción armada, como vía para comprender las agendas del conflicto, Bonilla
y Montoya (2004) sostienen que en contextos donde la seguridad del Es-
tado está amenazada, los esquemas de censura legal/formal son contrapro-
ducentes para lograr el consenso social de los medios de comunicación y
los periodistas a favor del Estado, por lo que se requerirá de otras maneras
más sutiles de tramitar el consentimiento de los medios y la opinión públi-
ca. Al analizar el papel de los medios en los primeros años del gobierno de
Álvaro Uribe, Bonilla (2004) advierte que existe una política de ‘cero visi-
bilidad del horror’, un llamado constante a los medios para que definan ‘de
qué lado están’ y una presencia activa en la esfera pública de unos ‘públi-
cos fuertes’ que permanentemente invocan la ‘cero tolerancia’ hacia las vi-
sibilidades del conflicto armado.

24 El deber de la memoria. La agenda investigativa sobre la cobertura informativa... - Camilo Tamayo y otro.
En esta misma dirección, hay trabajos que llaman la atención sobre
las ambivalencias de los regímenes de visibilidad del conflicto armado en
Colombia. A partir del análisis de tres hechos de guerra que alteraron la di-
mensión comunicativa del conflicto –las pruebas de supervivencia de los
secuestrados por las Farc, el operativo militar contra alias ‘Raúl Reyes’ y las
circunstancias en que murió alias ‘Iván Ríos’ (Tamayo, 2008b)– o de la re-
visión de los debates políticos y periodísticos generados por la denomina-
da parapolítica (Tamayo, 2007b), estos estudios plantean la existencia de
una esfera pública altamente permeada por el clima de opinión y las estra-
tegias comunicativas de los actores políticos y militares con capacidad de
vincular simbólica e ideológicamente a la sociedad.

Otro estudio en esta perspectiva es el realizado por Montoya (2011)


sobre tres incidentes que marcaron la agenda informativa nacional, parti-
cularmente en lo relacionado con la política de intervención de los Estados
Unidos en Colombia: el asesinato por parte de las Farc de tres indigenis-
tas estadounidenses en 1999, el escándalo por tráfico de cocaína protago-
nizado por un agregado militar de la embajada de los Estados en Unidos,
también en 1999, y el secuestro de tres contratistas norteamericanos a ma-
nos de las Farc en 2003. La autora examina estos tres incidentes en la agen-
da informativa del diario El Tiempo y los ubica en una perspectiva teórica
que permite comprender cómo en la esfera pública hay eventos disrupti-
vos (event-driven news) cuya fuerza dramática, riqueza informativa, ausen-
cia de control y planeación previa, suelen interrumpir la influencia de las
élites sobre los medios de comunicación, dando oportunidad a que acto-
res no oficiales compitan con sus puntos de vista.

Finalmente, están los trabajos que han incursionado en la problemá-


tica del conflicto armado interno examinando, por una parte, los procesos
de recepción de noticias de guerra y paz llevados a cabo por públicos tele-
videntes de cuatro ciudades del país (Barón, Valencia y Bedoya, 2002; Ba-
rón, Bedoya, Díaz, Rodríguez y Valencia, 2004), y, por la otra, el papel que
las nuevas tecnologías, como Internet, están jugando en las ‘batallas’ vir-
tuales por ganarse las mentes y los corazones de la población (Barón, Mar-
tínez, Rodríguez y Wiesner, 2002). Así, los primeros estudios señalan la
existencia de unas audiencias de los medios que ‘no tragan entero’, puesto

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que contraponen desconfianza, escepticismo y resistencia –no sólo acep-
tación– a los mensajes de los medios; sin embargo, para estas audiencias el
discurso periodístico es importante porque les provee de información para
conocer el estado del conflicto, así sea desde relatos fragmentados y discon-
tinuos (Barón, Bedoya, Díaz, Rodríguez y Valencia, 2004), mientras que los
segundos muestran la tensión que existe entre unas promesas democrati-
zadoras de Internet y la ocupación táctica de ésta por los actores armados,
lo que hace difuso el ‘pacto de lectura’ entre productores y receptores para
asumir la red como lugar de deliberación pública y no de uso propagandís-
tico. Aquí se ubica un trabajo pionero sobre los estudios de recepción de
los sitios web, que se aproxima al modo en que un grupo de internautas en
Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla interactúan con a las páginas web del
ejército, la guerrilla y los paramilitares, observando allí modalidades de in-
terpretación dominante, negociada u oposicional (Barón, Martínez, Ro-
dríguez y Wiesner, 2002).

Los escenarios emergentes: posconflicto,


víctimas y memoria
Esta tercera tendencia reúne 13 textos e indaga por la responsabilidad de los
medios de comunicación en la construcción de escenarios futuros de recon-
ciliación y posconflicto, por los roles del periodismo y la sociedad civil en la
producción de la memoria histórica del país y por los actores, asuntos y re-
latos de la agenda mediática que no responden a los cubrimientos habitua-
les del periodismo nacional.

Lo interesante de esta tendencia es que opera como un momento de quie-


bre que se inicia a partir de 2008 con los estudios realizados hasta ese entonces
sobre las relaciones entre el periodismo, los medios de comunicación y el con-
flicto armado. ¿En qué consiste este quiebre? Básicamente en la necesidad de
vislumbrar, también desde el periodismo, las demandas de la memoria, en es-
pecial de las víctimas. Nos referimos a las demandas de verdad, justicia, repara-
ción y no repetición de los hechos violentos, que en este caso se asumen desde
una perspectiva que combina la narración, el periodismo y la comunicación.

26 El deber de la memoria. La agenda investigativa sobre la cobertura informativa... - Camilo Tamayo y otro.
¿Qué retos le depara al periodismo un escenario de posconflicto?
Trabajos como los de López (2006), Sierra (2008) y González (2008) ad-
vierten que la discusión sobre el posconflicto en Colombia está irremedia-
blemente contaminada por la dinámica propia del conflicto armado que
aún sigue activo y sin resolverse. Para Sierra (2008), mientras que en otros
países el posconflicto es un proceso posterior a la confrontación armada y
con las partes encaminadas hacia la reconciliación (o con una de ellas de-
rrotada), en Colombia esto no es claro, lo cual plantea a los periodistas un
reto: empezar por clarificar de qué situación se trata, hasta dónde involu-
cra o no nuevos elementos y si, en efecto, puede hablarse –en qué términos
y bajo qué responsabilidades– de ‘posconflicto’.

A esta preocupación se le une un documento publicado por la Fun-


dación Ideas para la Paz y la revista Semana (2008) en el que se afirma que
en los procesos de transición, luego de violaciones masivas a los derechos
humanos, es fundamental la creación de condiciones institucionales bási-
cas para que pueda aflorar una visión amplia de la verdad que refleje la his-
toria de abusos y violencias del pasado. La conclusión de este texto es que
los medios de comunicación y la sociedad civil desempeñan un papel fun-
damental en los procesos de justicia transicional, no sólo porque contribu-
yen a develar la verdad que otros mantuvieron oculta, sino por su labor de
contextualización y seguimiento de los hechos.

Precisamente en esta dirección se inscribe un grupo de trabajos cuyo


interés consiste en analizar los actores, temas o dinámicas del conflicto ar-
mado que no pasan necesariamente por la agenda central de los medios
de comunicación. Propuestas acerca de cómo informar responsablemen-
te sobre el desplazamiento forzado interno (Herrán, Guerrero y Losada,
2005) o sobre los asuntos relacionados con la vinculación de niños, ni-
ñas y jóvenes a las dinámicas del conflicto armado interno (Sierra, Loza-
no, Guerrero y Salamanca, 2009), o las reflexiones sobre cómo abordar
periodísticamente los asuntos de la justicia transicional (Barbeito 2009),
son ejemplos de iniciativas llevadas a cabo por organizaciones de la socie-
dad civil y de periodistas en su esfuerzo no sólo por mejorar la calidad de
la información (lo que ya se vio en la primera tendencia de este informe),

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sino por constituir espacios de reflexión social, deliberación y debate pú-
blico sobre estos temas que, en la gran mayoría de las veces, se manejan
con poca profundidad, contexto o análisis en las agendas informativas de
los medios de comunicación.

¿Cómo y desde dónde hacer visibles las memorias de las víctimas?


A esto se refiere, por ejemplo, el documento elaborado por el Área de Me-
moria Histórica de la Comisión Nacional de Reconciliación y Reparación
(Uribe, 2009), en el cual se presenta una tipología de iniciativas de construc-
ción de la memoria (especialmente desde grupos de víctimas y de organi-
zaciones sociales), con sus fundamentos comunicativos, políticos, sociales,
organizativos e identitarios, y sus aportes en la demanda de la restitución
de derechos en la esfera pública. Es la pregunta que también pretende res-
ponder Bonilla (2011) cuando plantea que para avanzar en la superación
de los traumas sociales dejados por las violencias es necesario transitar de
las voces oblicuas de las víctimas a las palabras públicas de los ciudadanos
mediante la combinación de la razón y la emoción, lo político y lo simbó-
lico. Según el autor, este es un tránsito impostergable, ya que muestra que
la verdad, la justicia y la reparación también transitan los lugares del afecto,
el ritual y la conmemoración, allí donde se articulan los ámbitos de lo do-
méstico-familiar-subjetivo con agendas, conversaciones y discusiones más
amplias, más ciudadanas, más colectivas.

Se trata de un interrogante que, por supuesto, apuntala otra dimen-


sión fundamental de la memoria, que es la narración. Es allí precisamente
donde se instalan las reflexiones de Morris (2005), Rey (2008), Rodríguez
(2008) y Franco, Nieto y Rincón (2010). Para estos autores la narración
se asume como una estrategia de constitución de subjetividad y colectivi-
dad, de producción de conocimiento y memoria, de juegos de seducción o
conexión. Según estas miradas, el conflicto armado se ha relatado mucho,
pero se ha relatado mal (Rey, 2008), por lo que el reto no es narrarlo des-
de miradas tradicionales (eso lo hacen los medios de comunicación que
acompañan el presente de las guerras), tampoco de comprender a los vic-
timarios (ellos sólo saben matar y escribir leyes y libros para justificarse),
ni de saber la miseria y el sufrimiento de las víctimas (hay muchas organi-

28 El deber de la memoria. La agenda investigativa sobre la cobertura informativa... - Camilo Tamayo y otro.
zaciones sociales que hacen muy bien este trabajo), sino que se trata de que
los sobrevivientes de esta guerra cuenten sus historias, pero las que ellos
quieren, las que les provean de dignidad e ilusión para seguir resistiendo/
viviendo, que promuevan una cultura de paz y que los restituya simbólica-
mente en medio del conflicto.

De ahí que para algunos de los textos el reto de la cobertura informa-


tiva consiste en hacer visibles las voces y los rostros de las mayorías nacio-
nales que día a día se esfuerzan por superar, de manera pacífica y creativa,
los conflictos sin acudir a la violencia (Morris, 2005; Franco, Nieto y Rin-
cón, 2010). Según esto, uno de los aspectos que es necesario trabajar con
los periodistas es la cultura política y profesional que subyace en sus modos
de ver la realidad, de manera que sea posible ensayar otros criterios infor-
mativos en los que la paz –la cultura de la paz– adquiera visibilidad como
un asunto de interés público. ¿Cómo? Dándole densidad a la deliberación
política, fortaleciendo el uso público de la razón y reconstruyendo narra-
tivas que activen la memoria y la reconciliación (Barreto, Borja, Serrano y
López, 2009; Rodríguez, 2012).

Para finalizar, en los escenarios emergentes del (pos)conflicto aparecen


también los trabajos sobre los medios de comunicación comunitarios como
lugares estratégicos desde donde se realizan experiencias para reconstruir el
tejido social después del paso de la guerra, enfrentar la soledad y tejer con-
fianza en la vida pública. A este grupo pertenece, por ejemplo, el libro Lo que
le vamos quitando a la guerra. Medios de comunicación comunitarios en con-
textos de conflicto armado en Colombia, editado por Clemencia Rodríguez
(2008). Los textos que conforman este libro contienen varios aportes: pri-
mero, que con otras narrativas mediáticas, más locales y más colectivas, se
puede hacer contrapeso a las historias oficiales que se quieren establecer
como legítimas en el país; segundo, que es posible observar nuevas dimen-
siones de la ciudadanía gracias a estos ejercicios comunicativos y expresi-
vos en lo regional y local; tercero, que es indispensable revertir las maneras
como se elabora la visibilidad ‘del otro’ (la víctima, el desplazado, el cam-
pesino, el afrocolombiano, el desarraigado).

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Los aprendizajes
A continuación se expondrán 12 aprendizajes que apuntan a señalar los fac-
tores derivados y las lecciones aprendidas que dejan estos estudios para el
ámbito de los medios de comunicación y el periodismo. ¿Han incidido es-
tas agendas investigativas en las prácticas profesionales y en las rutinas de
producción de la información sobre los asuntos del conflicto armado en el
país? De ahí que los aprendizajes hayan sido múltiples. Desde aquellos que
señalan los aciertos y las falencias directamente relacionadas con el ejerci-
cio periodístico como tal en medio del conflicto armado, hasta los que ha-
cen visibles cuestiones más asociadas a los tipos de agendas informativas
construidas a lo largo de los últimos diez años o a las repercusiones direc-
tas de las estrategias comunicativas llevadas a cabo por parte de los actores
del conflicto para incidir en la esfera mediática.

1. La constitución de un campo de estudios


El primer aprendizaje que deja esta revisión documental es la constatación
de que existe un campo de investigación preocupado por analizar –y tam-
bién intervenir– en las garantías, los derechos, los contenidos, las rutinas,
las prácticas y las responsabilidades que enfrentan los periodistas naciona-
les, regionales y locales en el reto de informar con calidad sobre el conflicto
armado en Colombia. En este campo no sólo confluyen sus directos impli-
cados (las empresas informativas o los periodistas), sino que se ha abierto
a la presencia de otros actores sociales (academia, centros de investigación
y organizaciones de periodistas, entre otros) que también suelen interve-
nir en el debate público sobre el rol que tienen los medios de comunica-
ción en la configuración de agendas informativas sobre la guerra y la paz.

2. El conflicto armado no paralizó


La búsqueda por generar acuerdos de calidad informativa sobre el tema
del conflicto armado en momentos particulares, la promoción de la liber-
tad de expresión y prensa en sus posiciones editoriales, la participación en
espacios de discusión sobre su labor y la adherencia a pactos internaciona-
les de transparencia y ética profesional, entre otros, ofrecen como resultado
un aprendizaje muy importante: la intención por parte de algunos medios
de comunicación pero, sobre todo, del grueso de las organizaciones que

30 El deber de la memoria. La agenda investigativa sobre la cobertura informativa... - Camilo Tamayo y otro.
propenden por la protección y formación de los periodistas por reflexio-
nar sobre su rol informativo en medio del conflicto, de mejorar sus prác-
ticas periodísticas y contribuir a una información de calidad. Pese a todo,
durante estos años, el conflicto armado no paralizó ni la reflexión, ni el de-
bate, ni la investigación.

3. Formarse para mejorar las prácticas periodísticas


¿Qué tanto ha incidido este campo de investigación e intervención arriba
señalado en las prácticas profesionales y en las rutinas de producción de la
información sobre los asuntos del conflicto armado en el país? Si bien es di-
fícil responder esta pregunta por el tipo de revisión documental adelantada,
aquí el aprendizaje apunta a la manera en que la capacitación no formal se
ha convertido en un escenario fundamental para perder miedos, aprender
lenguajes, construir alianzas, adquirir conocimientos, renovarlos y multi-
plicarlos. En la agenda investigativa de la última década hay una presencia
de procesos de formación en los que han jugado un papel importante or-
ganizaciones sociales y de periodistas de carácter regional, nacional e inter-
nacional que ofrecen acompañamientos y abren miradas; hablamos de esos
procesos de formación en los que los periodistas han encontrado el valor
de aprender juntos, de aprender haciendo y de hacer aprendiendo, fortale-
ciendo la noción de que las buenas prácticas no sólo nacen, también se ha-
cen. Se trata de un aprendizaje que, por lo demás, ha entrado a formar parte
de las discusiones sobre los valores de calidad periodística que deben guiar
el ejercicio informativo en Colombia.

4. Cuando académicos y periodistas se encuentran


Si se revisan algunos de los trabajos analizados –que no son pocos– se pue-
de constatar un novedoso aprendizaje que involucra tanto a académicos
como a periodistas. Si bien algunos de estos estudios fueron realizados por
académicos, la suya fue una investigación en estrecha relación con las orga-
nizaciones de periodistas. Esto, por supuesto, desplaza la mirada del profe-
sor con ambos pies en la universidad al consultor o asesor con un píe en la
universidad y el otro en una relación estrecha con organizaciones orienta-
das a la protección y formación de periodistas. Nos referimos al académi-
co que realiza investigaciones en tiempos cortos, que participa en procesos

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de formación con los periodistas fuera de las aulas universitarias y que sue-
le terminar sus productos investigativos traduciéndolos a manuales y reco-
mendaciones prácticas. Pero también esto alude al periodista: aquel que tiene
un pie en la sala de redacción y el otro en un terreno más académico, más
pedagógico. Nos referimos al periodista que participa en talleres de for-
mación, que escribe manuales y guías prácticas para sus colegas y que re-
flexiona sobre el ejercicio profesional con la autoridad que le confiere ser
referente de otros por la calidad, creatividad y responsabilidad con la que
ha asumido su labor.

6. La academia no es la única que investiga


En cuanto a los lugares de la investigación-reflexión-formación, es posible
afirmar que a las universidades les ha salido un par de competidores o, me-
jor, una institucionalidad complementaria en el estudio de los medios, el
periodismo y el conflicto armado. Nos referimos, por una parte, al protago-
nismo investigativo que en la última década han asumido organizaciones y
asociaciones relacionadas con la protección y formación de periodistas
y con la defensa de la libertad de expresión en el país, que han incursiona-
do en procesos de investigación y capacitación de los periodistas colom-
bianos en los temas del conflicto armado, la paz, los derechos humanos y
la justicia transicional, entre otros. Por otra parte, a la presencia de organi-
zaciones de la sociedad civil cuyo eje de interés apunta menos al periodis-
mo o al análisis del lenguaje y más hacia el empoderamiento comunicativo
de comunidades desde el relato, la memoria y la conversación cotidiana.

7. Preocupaciones comunes, agendas distintas


Ahora bien, mientras la academia suele enfocarse en los estudios del len-
guaje de los medios, en las representaciones del discurso periodístico o en
los contenidos de las noticias para observar allí las huellas del conflicto ar-
mado, las organizaciones de periodistas centran la mirada en el ejercicio de
la profesión, en el estado de la libertad de expresión y en el mejoramiento
de la calidad de la información. Por su parte, las organizaciones de la socie-
dad civil lo hacen focalizando la mirada en los medios comunitarios y en
los relatos producidos por las comunidades en contextos locales y regio-
nales de la confrontación.

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7. Ser cajas de resonancia
Las relaciones que han establecido en la última década los medios de co-
municación con las fuentes oficiales con poder político y militar en Colom-
bia puede ser descrita como de una simbiosis competitiva (Wolfsfeld, 1997),
pues cada uno depende en cierta medida del otro para lograr cumplir sus
objetivos comunicativos. Las fuentes oficiales de carácter gubernamental de-
penden de los medios y los periodistas para hacer pública una información
estratégica sobre la paz o la guerra y, de igual manera, los medios depen-
den de las fuentes oficiales del gobierno para confirmar, convalidar u obte-
ner información necesaria para sus relatos periodísticos. Un aprendizaje
que se desprende de esto –y lo confirman los estudios– es que hay casos
en que los periodistas han cedido espacios de independencia informativa
con el fin de garantizar su acceso a información privilegiada por parte del
gobierno, provocando con esta situación una cierta instrumentalización
de los medios como ‘cajas de resonancia’ de los intereses gubernamenta-
les, en contravía del interés público de recibir información con contraste o
con mayores puntos de vista.

8. Informar no es ‘cerrar filas’


Otro aprendizaje que se desprende de este corpus de trabajos es observar
cómo la dinámica del conflicto armado genera en los medios de comunica-
ción (en momentos particulares) un alto nivel de consenso social en sus agen-
das informativas en torno a asuntos que afectan especialmente a la sociedad
civil. Cuando hay discusiones públicas sobre temas muy sensibles relativos
al conflicto armado (reclutamiento de menores, secuestros, respeto a los de-
rechos humanos, la representación mediática de la infancia, entre otros) los
medios de comunicación tienden a un ‘cierre de filas’ informativo en pro-
cura de generar consensos sociales, lo que puede ir en contravía del rol cri-
tico o independiente que deben tener los periodistas en una democracia.

9. Los periodistas no son los únicos que informan


En contextos de confrontación armada los actores involucrados desarrollan
estrategias informativas que les permiten realizar un doble ejercicio: por
una parte, crear un ambiente político positivo hacia las acciones que desa-
rrollan en medio de la confrontación armada y, por la otra, tomar el control

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sobre los eventos y el flujo de información asociado a la paz y la guerra. En
este punto, uno de los aprendizajes que se puede obtener es que los perio-
distas no son los únicos agentes con capacidad informativa. Los periodis-
tas y los medios están involucrados en complejas relaciones de desigualdad,
consenso, censura, control, oposición, autonomía, independencia o subor-
dinación con otros agentes con capacidad comunicativa –individuos, gru-
pos e instituciones–, quienes a su vez luchan no sólo por acceder y hacerse
visibles o invisibles en la esfera pública sino también por controlar, callar y
administrar la información en tanto recurso escaso y estratégico para la ges-
tión político-militar del conflicto armado. De ahí el gran número de traba-
jos dedicados al estudio de la desinformación y la propaganda.

10. Tecnologías para ayudar a comprender


Otro aprendizaje que se puede dilucidar a partir de esta agenda investigati-
va es la oportunidad con la que cuentan ahora los periodistas colombianos
para informar más eficazmente sobre el conflicto armado usando los recur-
sos que brindan las redes sociales (en especial sitios de microblogging como
Twitter), los cuales permiten explorar otros caminos de visibilidad publi-
ca, mediática y de participación ciudadana para construir los relatos perio-
dísticos. De la misma manera, el uso de plataformas tecnológicas de mapeo
virtual para identificar o visualizar información de interés público (como
Ushahidi o Crowdmap) puede ayudar al acceso de la información desde el
punto de vista de la sociedad civil en momentos de ‘cierres informativos’
por parte de las tradicionales fuentes de información. En suma, este apren-
dizaje se deriva de las contemporáneas formas a las cuales está acudiendo
el periodismo actual para construir información, en las cuales las nuevas
tecnologías (en especial Internet) son cruciales para generar mayores re-
laciones e interconexiones entre las esferas públicas, las esferas virtuales y
las agendas políticas e informativas. Los estudios por venir deberían ocu-
parse más de estos escenarios emergentes.

11. Democratizar la mirada


Otro de los aprendizajes que de aquí se desprenden apunta a una do-
ble dimensión. Por un lado, es importante no renunciar a la generación
de una oferta informativa más amplia, diversa y pluralista que logre re-

34 El deber de la memoria. La agenda investigativa sobre la cobertura informativa... - Camilo Tamayo y otro.
presentar los distintos puntos de vista involucrados en las dinámicas del
conflicto armado y en las posibilidades de su resolución, pues esto pue-
de ayudar a generar condiciones favorables en la opinión pública sobre
la inutilidad de la guerra. Por otro lado., es fundamental que la acade-
mia también amplíe la mirada de su objeto de estudio yendo más allá
del análisis de lo que conforma la corriente principal de los medios –el
mainstream mediático– para explorar ese otro universo de ‘nuevos/vie-
jos’ medios de carácter comunitario, ciudadano, alternativo, algunos de
ellos ahora en plataformas digitales, pues por allí están pasando otras na-
rrativas, otros actores, otras miradas del conflicto armado y de las posi-
bilidades de la paz en el país.

12. Trascender el conflicto, dignificar a las víctimas


El último aprendizaje pasa por el terreno de los futuros escenarios que
se vislumbran para Colombia en los próximos años y cómo es imperan-
te empezar desde ahora a construir historias y relatos mediáticos desde
el punto de vista de las víctimas para dignificarlas simbólicamente. Aho-
ra, ¿es posible ‘desconflictivizar’ paulatinamente la agenda investigativa
sobre los medios y el periodismo, no para que el conflicto armado que-
de atrás, sino para enfrentarlo desde una condición ciudadana, creativa y
comprensiva? En este sentido, algunos de los estudios revisados apuntan
a una lectura del conflicto conjugando problemáticas como la memoria,
la justicia, el relato y la participación ciudadana, entre otros factores, que
se asumen como derechos y garantías de no repetición y construcción de-
seable de futuros.

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