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Introducción. ..................................................................................................................... 2
CAPITULO I .................................................................................................................... 3
1. CONCUBINATO ................................................................................................. 3
Conclusiones................................................................................................................... 15
Bibliografía ..................................................................................................................... 16
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Introducción.
Existen cientos de miles de parejas que viven juntos pero sin el acta matrimonial de por
medio, tal vez esa sea la forma más común o "extrema" de las variantes de lo que pudiera
llamarse relaciones Premaritales.
Este tipo de parejas, si bien no tienen muchos problemas en cuanto a sostener relaciones
íntimas constantes, son producto de duras presiones que van desde lo familiar a todo lo
social en su conjunto, y aunque esto hace que muchos "sucumban" al matrimonio, se
puede afirmar que diariamente se acrecienta la tendencia a vivir juntos sin casarse.
Los cambios en las conductas sociales en los últimos años se manifiestan en lo que
respecta al derecho de familia en la proliferación de las uniones de hecho.
Siempre ha existido junto a la realidad del matrimonio el hecho del concubinato, pero
este último presenta en la actualidad sus rasgos propios.
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CAPITULO I
1. CONCUBINATO
En el derecho romano clásico, el matrimonio sólo puede celebrarse entre personas del
mismo rango. Las iustae nuptiae o matrimonium iustum surgían de una unión honorable.
La mujer debía participar de la dignidad del marido. Gozaba del honor matrimonii lo que
importaba el trato propio de marido y mujer.
En cambio, si uno o ambos eran esclavos, la unión era llamada "contubernio". Las uniones
incestuosas tampoco eran consideradas honorables.
Las profundas divisiones en clases sociales, las diferencias entre quien era ciudadano
romano y quien no lo era marcaban la posibilidad o no de celebrar nupcias.
El conubium era propio de los ciudadanos romanos y en algún caso se podía extender a
latinos y peregrinos: conubium habent cives romani cum civibus romanis: cum latinis et
peregrinis ita, si concessum sit.
La relación concubinaria fue limitada en ciertos aspectos que debía reunir los siguientes
requisitos:
a. Estaba prohibido entre los que hubieran contraído previamente justae nuptiae con
tercera persona.
b. La prohibición se extendía a aquellos que estuvieran en los grados de parentesco
no permitidos.
c. Debía existir el libre consentimiento tanto del hombre como de la mujer y haber
mediado violencia o corrupción.
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d. Sólo podía darse entre personas púberes.
e. Estaba prohibido tener más de una concubina.
Unidad Implica que solo se puede establecerse entre un solo hombre y una
sola mujer.
Consentimiento Se fundamenta en el acuerdo de voluntades en convivir
juntos como pareja, bajo el mismo techo, sin ningún impedimento para
contraer nupcias.
Perpetuidad Debe existir prolongado en el tiempo, mínimo dos años.
Formalidad No existe ninguna formalidad, solo el acuerdo de los concubinos
en permanecer juntos bajo un mismo techo, y sin que ninguno tenga
impedimentos para el matrimonio, además también debe ser probado por
quien lo alegue y declarado mediante sentencia definitivamente firme.
Ahora bien, las personas que no eran sujeto pasivo del estupro eran:
a. Las esclavas
b. Las alcahuetas y las actrices
c. Las condenadas en juicio público y las adúlteras
d. Las meretrices
e. Las mujeres de baja extracción social (obscuro loco natae), como por ejemplo las
hijas de actores de teatro, de gladiadores, etcétera.
f. Las libertas. Con todas esas mujeres era lícito vivir en concubinato sin metu
criminis.
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Esto nos muestra que el matrimonio era la institución contemplada por el derecho, cuyas
normas debían ser respetadas, mientras que el concubinato entraba en el ámbito de la
libertad individual. Las uniones concubinarias no estaban reguladas ni se las consideraba
prohibidas.
Viene en algunos casos a resultar un sustituto del matrimonio, ya que en los casos de
concubinato no corresponde sanción legal por no haber transgresión.
En el derecho Justiniano, la unión concubinaria fue vista como una relación estable con
mujeres de cualquier condición o de cualquier rango social, ya fueran ingenuas o libertas,
con las que no se desea contraer matrimonio.
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4. LA FIGURA DEL CONCUBINATO
"En la unidad de los dos el hombre y la mujer son llamados a existir recíprocamente, el
uno para el otro" (Juan Pablo II)
Este modo de actuar social ha sido definido como una unión monogámica entre un
hombre y una mujer que, aunque posean la capacidad requerida para celebrar un
matrimonio, mantiene una sociedad de hecho (siendo aquélla que, a pesar de ser lícita, no
ha cumplido con todos los requisitos legales para la constitución del matrimonio)
permanente y responsable, cuyo fin sea edificar una familia, cumpliendo con los deberes
recíprocos de cohabitación, socorro y respeto, todo esto bajo la apariencia de un
matrimonio.
El concubinato en nuestra sociedad aparece como una realidad latente que se halla al
margen de la legislación y que requiere ser tomada en cuenta de manera inminente, debido
a su veloz incremento actual, pudiéndose apreciar que cada día son más y más las parejas
que deciden formar una unión extramatrimonial como solución a su situación.
Entre los elementos que fundamentan esta sociedad se encuentran algunos, tales como:
Notoriedad de la comunidad de vida, los concubinos deben convivir como marido y mujer,
es decir, simulando la relación de pareja que hay dentro del matrimonio, y conociendo
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subjetivamente tal situación. Esto deberá ser advertido también por la comunidad que les
rodea, implicando así cierto carácter de publicidad.
Unión monogámica, ninguno de los miembros de la pareja puede mantener una relación
ajena a la del concubinato legítimo y permanente, pues no se admite el adulterio, al igual
que en el matrimonio (ya que esto constituye un delito tipificado en nuestro Código Penal).
Capacidad para contraer matrimonio, es decir, que puedan cumplir con todos los
requisitos que la ley establece para ello; a pesar de que decidan no celebrar su unión de
tal modo.
Este fenómeno social se produce por gran diversidad de factores de índole tanto
económico como cultural. En cuanto a los económicos, se garantiza que constituyen la
razón casi primordial, ya que en los bajos niveles que integran nuestra sociedad resulta
mucho más arduo imponer la figura jurídica del matrimonio, optando por una vía más
fácil, representada por las uniones extraconyugales, que no llevan consigo obligación
legal alguna. En relación con las causas de carácter cultural, se encuentra la falta de
desarrollo en la educación; pues esto ocasiona que el venezolano de escasos recursos no
comprenda cabalmente la importancia de un vínculo familiar sistematizadamente
organizado.
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desenvuelven una aparente vida conyugal de marido y mujer (cuando la unión es pública
y no oculta, claro está), sin estar unidos por el vínculo matrimonial que otorga la ley.
Esta situación tiene escena en nuestro mundo jurídico debido a que la relación
extramatrimonial implica un valor intrínseco en sí misma al cual el Derecho no puede dar
la espalda, pues si lo hiciera estaría yendo en contra de su misma esencia, como es la de
organizador de las formalidades requeridas por los supuestos jurídicos que surgen día tras
día en la sociedad.
Así, tomando en consideración que las situaciones de hecho a las que se refiere la norma
son cada vez más numerosas, y que la función del Derecho en este caso debe ser llamar
al ciudadano a la debida guarda de las instituciones jurídicas básicas de la sociedad, tal
como lo es el matrimonio, pilar fundamental del resguardo de la familia, el Código
exonera de la introducción de los recaudos para la celebración del matrimonio a que hace
referencia en su artículo 69, de modo que las parejas que se hallen motivadas a legalizar
su unión concubinaria, no encuentren ningún impedimento para hacerlo, y gocen de la
debida protección jurídica que su posición requiere.
Se presume, salvo prueba en contrario, que el hombre que vivía con la mujer en
concubinato notorio para la fecha en que tuvo lugar el nacimiento del hijo, ha cohabitado
con ella durante el período de la concepción.
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En consecuencia, se observa una vez más que nuestra normativa busca salvaguardar el
fenómeno extramatrimonial como cimiento real de la manifestación de la familia, al
expresar que bajo presunción iuris tantum se facilita la prueba de la filiación del niño
nacido de pareja de concubinos.
Diversos estatutos como la Convención Internacional de los Derechos del Niño y la nueva
Ley Orgánica de la Protección al Niño y al Adolescente (LOPNA), además de la reforma
de nuestro Código Civil en 1982, entre otros, han ratificado la libertad probatoria para el
establecimiento de la filiación, han eliminado la diferenciación entre hijos naturales y
legítimos (válida para el Código de 1942), todo ello en aras de promover el desarrollo
pleno y estable de la personalidad de todo niño, protegiéndolo de cualquier clase de
maltrato o menosprecio que pudiese sufrir; pues resguardar su situación es velar a la vez
por el futuro crecimiento de la sociedad, con ciudadanos considerados con su propia
persona y con quienes que les rodean.
En tal caso, una vez probada la posesión de estado de concubina respecto del hombre con
el cual cohabita para el momento del alumbramiento, se asume que éste convivió con ella
para el momento de la concepción; evitando así la incertidumbre referente a la paternidad
que resulta muy frecuente en estos casos. La norma está equiparando esta presunción iuris
tantum con la presunción de paternidad en el matrimonio.
Por otra parte, cuando el acto de reconocimiento del hijo nacido fuera del matrimonio no
se hiciere de manera voluntaria, la madre del niño (o incluso éste personalmente, según
se dé la situación) podrá acudir a todo género de pruebas; incluyendo exámenes
hematológicos y heredobiológicos, constancia de la posesión de estado de hijo, etcétera.
Una vez establecida la filiación, el padre queda en la obligación de prestar a su hijo
pensión alimentaria (entendida como el suministro de todos los medios que requiera para
su manutención). De igual modo, comenzará a desempeñar el ejercicio de la patria
potestad (la cual consistirá en la protección integral del sujeto confiada a sus padres) y de
la guarda (referida a la debida satisfacción que debe darse a las exigencias del menor,
vigilándolo y educándolo) de su descendiente, pero de manera conjunta con la madre,
pues así lo establece la ley; siempre y cuando alguno de ellos no incurra en los
impedimentos previstos por la LOPNA para practicar estos deberes de padre. Todos estos
supuestos de responsabilidad paterna serán llevados a cabo mientras el hijo sea menor de
edad no emancipado, o en caso de que se trate de un mayor de edad inhabilitado.
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Gracias a estos aspectos previstos en el CCV para la adecuada regulación del concubinato,
es posible afirmar que éste, al igual que el matrimonio, origina determinados efectos
pecuniarios que involucran a ambos miembros de la unión de hecho, así como a terceros
que se vean relacionados a ella.
Así, esta simulación de un matrimonio en una unión estable de hecho debe ser
debidamente probada a través de presunciones, demostración por excelencia en estos
casos según la doctrina venezolana, bien sean iuris tantum (que admiten prueba en
contrario) o bien iuris et de iure (que no admiten prueba en contrario); señalando la certeza
del parentesco que relaciona a la pareja envuelta en la negociación.
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con la introducción del CCV vigente, ya que para 1942, en su artículo 767 determinaba
que:
Del análisis de ambas disposiciones se deduce que, nuestro actual Código ha producido
beneficios en cuanto a la situación de la mujer, pues el derogado le imponía a ésta la carga
absoluta de la prueba de haber vivido permanentemente en concubinato (a través de la
mejor evidencia que es la posesión de estado que se requiere probar: trato, fama y
continuidad), así como con su trabajo haber fomentado el crecimiento del patrimonio de
su pareja (sin importar a nombre de quién se encuentre); haciendo fácil de tal modo el
camino del hombre para aprovecharse de ella. Además, se modificó la terminología
empleada, al sustituir la excepción de adulterio alterándola por la fórmula que indica que
el artículo no es aplicable cuando uno de los concubinos esté casado.
Esta situación jurídica es regulada según la intención del legislador de acuerdo con lo que
determine la costumbre y con la aplicación de la analogía del manejo de la comunidad
conyugal en muchos aspectos; permitiendo que los concubinos gocen del derecho de
compartir la masa común de bienes que ha ido generándose dentro de su unión, tal como
ocurre en el caso de la comunidad limitada de gananciales en el matrimonio, siempre y
cuando haya certificación del contexto vinculante en el que se encuentran ambos
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individuos y de que ninguno se encuentre bajo otra unión (matrimonial), pues si alguno
de éstos faltara, no cabría presunción alguna de la comunidad, sencillamente no existiría.
No es necesario el transcurso del periodo de dos años, cuando reunidos los demás
requisitos, tengan un hijo en común.
Si con una misma persona se establecen varias uniones con las carac- terísticas
anteriores, a ninguna se reconocerá como concubinato. En este caso, quien haya
actuado de buena fe podrá demandar del otro una indem- nización por daños y
perjuicios.
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6. SOCIEDAD DE CONVIVENCIA
Surte efectos frente a terceros cuando ésta es registrada en la Dirección General Jurídica
y de Gobierno del órgano político administrativo correspondiente.
Se regirá, en lo que fuere aplicable, en los términos del concubinato y las relaciones
jurídicas que se derivan de este último entre los convivientes, conforme a la legislación
civil y cualquier otra ley aplicable.
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El documento por el que se constituya la sociedad de convivencia deberá cumplir con los
siguientes requisitos:
1) El nombre de cada conviviente, su edad, domicilio y estado civil, así como los
nombres y domicilios de dos testigos mayores de edad.
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Conclusiones
Luego de revisar el marco teórico referido a qué es la institución del matrimonio y qué la
figura del concubinato, además de cuál es en realidad el propósito ulterior de la familia;
así como la normativa competente para ello (Constitución Nacional y Código Civil) y
revisar si su aplicación es la más adecuada respecto situación que vivimos actualmente;
es posible considerar que debido a la situación del concubinato es más que justificable
promover su formalización y sistematización, es decir, alentar a que se le reconozcan
efectos no sólo patrimoniales sino personales, así como los compromisos y facultades de
protección, fidelidad, convivencia, correcta filiación, entre otros; debido a que en nuestro
caso implanta una alternativa sumamente habitual de fundar un hogar de hecho para llevar
a cabo un modo de vida homólogo a aquél que se da en el matrimonio.
Es por ello que resulta deber primordial de la actual Asamblea Nacional (cuerpo
legislativo del estado), en vista a la decisión que tomó en su carácter constituyente al
incluir como prerrogativa constitucional en el artículo 77 de la Constitución la asimilación
en cuanto a efectos de la unión matrimonial a la concubinaria, partiendo del supuesto de
que ambas son forjadoras de familia; la creación de una ley especial que regule todos los
vacíos jurídicos que deja la norma mencionada, ya que no son previstos por completo en
las disposiciones del CCV previamente analizados.
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Bibliografía
Legislación empleada:
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