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Contenido

Introducción. ..................................................................................................................... 2

CAPITULO I .................................................................................................................... 3

1. CONCUBINATO ................................................................................................. 3

2. ELEMENTOS DEL CONCUBINATO ............................................................. 4

3. DISOLUCIÓN DEL CONCUBINATO Y LIQUIDACIÓN DE LA

SOCIEDAD PATRIMONIAL ................................................................................... 5

4. LA FIGURA DEL CONCUBINATO ................................................................ 6

5. DERECHOS Y OBLIGACIONES DE LOS CONCUBINOS ....................... 12

Conclusiones................................................................................................................... 15

Bibliografía ..................................................................................................................... 16

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Introducción.

Existen cientos de miles de parejas que viven juntos pero sin el acta matrimonial de por
medio, tal vez esa sea la forma más común o "extrema" de las variantes de lo que pudiera
llamarse relaciones Premaritales.

Este tipo de parejas, si bien no tienen muchos problemas en cuanto a sostener relaciones
íntimas constantes, son producto de duras presiones que van desde lo familiar a todo lo
social en su conjunto, y aunque esto hace que muchos "sucumban" al matrimonio, se
puede afirmar que diariamente se acrecienta la tendencia a vivir juntos sin casarse.

Los cambios en las conductas sociales en los últimos años se manifiestan en lo que
respecta al derecho de familia en la proliferación de las uniones de hecho.

Siempre ha existido junto a la realidad del matrimonio el hecho del concubinato, pero
este último presenta en la actualidad sus rasgos propios.

En la antigua Roma, mediante un contrato se reconoció expresamente el concubinato,


considerándolo un matrimonio de orden inferior, y se le hizo producir efectos jurídicos.

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CAPITULO I

1. CONCUBINATO

En sentido amplio, cohabitación de un hombre y una mujer sin la ratificación del


matrimonio. En su sentido restringido, el concubinato es una forma de poligamia en la
cual la relación matrimonial principal se complementa con una o más relaciones sexuales.

En el derecho romano clásico, el matrimonio sólo puede celebrarse entre personas del
mismo rango. Las iustae nuptiae o matrimonium iustum surgían de una unión honorable.

La mujer debía participar de la dignidad del marido. Gozaba del honor matrimonii lo que
importaba el trato propio de marido y mujer.

En cambio, si uno o ambos eran esclavos, la unión era llamada "contubernio". Las uniones
incestuosas tampoco eran consideradas honorables.

Las profundas divisiones en clases sociales, las diferencias entre quien era ciudadano
romano y quien no lo era marcaban la posibilidad o no de celebrar nupcias.

El conubium era propio de los ciudadanos romanos y en algún caso se podía extender a
latinos y peregrinos: conubium habent cives romani cum civibus romanis: cum latinis et
peregrinis ita, si concessum sit.

Al matrimonio se le reconocían determinadas consecuencias jurídicas, considerándose de


gran importancia la capacidad para recibir por testamento y el poder aspirar a la bonorum
possessio unde vir et uxor, no pudiendo suceder ab-intestato los que no fueran cónyuges.
Estos efectos no eran aplicables en caso de concubinato.

La relación concubinaria fue limitada en ciertos aspectos que debía reunir los siguientes
requisitos:

a. Estaba prohibido entre los que hubieran contraído previamente justae nuptiae con
tercera persona.
b. La prohibición se extendía a aquellos que estuvieran en los grados de parentesco
no permitidos.
c. Debía existir el libre consentimiento tanto del hombre como de la mujer y haber
mediado violencia o corrupción.
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d. Sólo podía darse entre personas púberes.
e. Estaba prohibido tener más de una concubina.

2. ELEMENTOS DEL CONCUBINATO

 Unidad Implica que solo se puede establecerse entre un solo hombre y una
sola mujer.
 Consentimiento Se fundamenta en el acuerdo de voluntades en convivir
juntos como pareja, bajo el mismo techo, sin ningún impedimento para
contraer nupcias.
 Perpetuidad Debe existir prolongado en el tiempo, mínimo dos años.
 Formalidad No existe ninguna formalidad, solo el acuerdo de los concubinos
en permanecer juntos bajo un mismo techo, y sin que ninguno tenga
impedimentos para el matrimonio, además también debe ser probado por
quien lo alegue y declarado mediante sentencia definitivamente firme.

En ocasiones se expide en la jefatura civil una constancia de convivencia la cual es


meramente para efectos de adquisición de vivienda o para gozar de beneficios en los
seguros, cabe señalar que son requisitos solicitados por algunos organismos, y que por la
costumbre y uso se emplean para comprobar la existencia de una relación concubinaria,
debiéndose destacar que el medio para comprobar dicha existencia a fines de reclamar
herencia, por ejemplo, es la sentencia antes dicha.

 Disolubilidad Puede quedar disuelto por la voluntad de las partes en cualquier


momento. Toda vez que interrumpan la cohabitación y por ende la permanencia.

Ahora bien, las personas que no eran sujeto pasivo del estupro eran:

a. Las esclavas
b. Las alcahuetas y las actrices
c. Las condenadas en juicio público y las adúlteras
d. Las meretrices
e. Las mujeres de baja extracción social (obscuro loco natae), como por ejemplo las
hijas de actores de teatro, de gladiadores, etcétera.
f. Las libertas. Con todas esas mujeres era lícito vivir en concubinato sin metu
criminis.

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Esto nos muestra que el matrimonio era la institución contemplada por el derecho, cuyas
normas debían ser respetadas, mientras que el concubinato entraba en el ámbito de la
libertad individual. Las uniones concubinarias no estaban reguladas ni se las consideraba
prohibidas.

Viene en algunos casos a resultar un sustituto del matrimonio, ya que en los casos de
concubinato no corresponde sanción legal por no haber transgresión.

Explícitamente Paulo dice que concubinam ex ea provincia, in qua quis aliquid


administrat, habere potest, con lo cual los soldados y gobernadores de provincias podían
unirse a mujeres sin contrariar la lex Iulia de adulteriis.

En el derecho Justiniano, la unión concubinaria fue vista como una relación estable con
mujeres de cualquier condición o de cualquier rango social, ya fueran ingenuas o libertas,
con las que no se desea contraer matrimonio.

La legislación justinianea eliminó los impedimentos matrimoniales de índole social, por


lo que el concubinato se estableció como una cohabitación estable de un hombre con una
mujer de cualquier condición social sin que exista la affectio maritali.

En cuanto a los hijos nacidos de una relación concubinaria, no se creaba ningún


parentesco con el padre, asumiendo la condición y el nombre de la madre, sin reconocerse
aun el lazo natural habido entre el padre y los hijos nacidos de esta unión, por lo que el
padre no podía ejercer la patria potestad sobre los hijos.

3. DISOLUCIÓN DEL CONCUBINATO Y LIQUIDACIÓN DE LA


SOCIEDAD PATRIMONIAL

 Por la muerte de uno o ambos compañeros.


 Por el matrimonio de uno o de ambos compañeros con personas distintas de
quienes forman parte de la sociedad patrimonial
 Por mutuo consentimiento de los compañeros permanentes elevado a escritura
pública.
 Por sentencia judicial.

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4. LA FIGURA DEL CONCUBINATO

"En la unidad de los dos el hombre y la mujer son llamados a existir recíprocamente, el
uno para el otro" (Juan Pablo II)

A pesar de que el matrimonio aparece como una institución prácticamente de condición


universal, regulado tanto por el Derecho como por las distintas religiones existentes; con
el paso de los años, ha ido creciendo progresivamente bajo su sombra la figura del
concubinato.
Específicamente en Venezuela podría asegurarse que el setenta por ciento de las familias
viven en uniones extramatrimoniales, incluso se ha llegado a decir que "los venezolanos
tenemos vocación hacia la vida en concubinato" (González: 1999, p.7).

Este modo de actuar social ha sido definido como una unión monogámica entre un
hombre y una mujer que, aunque posean la capacidad requerida para celebrar un
matrimonio, mantiene una sociedad de hecho (siendo aquélla que, a pesar de ser lícita, no
ha cumplido con todos los requisitos legales para la constitución del matrimonio)
permanente y responsable, cuyo fin sea edificar una familia, cumpliendo con los deberes
recíprocos de cohabitación, socorro y respeto, todo esto bajo la apariencia de un
matrimonio.

El concubinato en nuestra sociedad aparece como una realidad latente que se halla al
margen de la legislación y que requiere ser tomada en cuenta de manera inminente, debido
a su veloz incremento actual, pudiéndose apreciar que cada día son más y más las parejas
que deciden formar una unión extramatrimonial como solución a su situación.

Entre los elementos que fundamentan esta sociedad se encuentran algunos, tales como:

Inestabilidad, diferencia clave entre el matrimonio y el concubinato, ya que éste no cuenta


con una formalidad que incluya al menos la apariencia de permanencia. Los concubinos
no poseen un verdadero vínculo legal que los una, a pesar de que dicha unión se realice
con miras a un verdadero futuro estable y duradero.

Notoriedad de la comunidad de vida, los concubinos deben convivir como marido y mujer,
es decir, simulando la relación de pareja que hay dentro del matrimonio, y conociendo

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subjetivamente tal situación. Esto deberá ser advertido también por la comunidad que les
rodea, implicando así cierto carácter de publicidad.

Unión monogámica, ninguno de los miembros de la pareja puede mantener una relación
ajena a la del concubinato legítimo y permanente, pues no se admite el adulterio, al igual
que en el matrimonio (ya que esto constituye un delito tipificado en nuestro Código Penal).

Individuos de sexo diferente, aplicando analógicamente el principio que determina el


CCV en cuanto afirma que el matrimonio sólo puede celebrarse entre un hombre y una
mujer. Así, se prohíbe toda posibilidad de uniones incongruentes entre personas del
mismo sexo.

Capacidad para contraer matrimonio, es decir, que puedan cumplir con todos los
requisitos que la ley establece para ello; a pesar de que decidan no celebrar su unión de
tal modo.

Este fenómeno social se produce por gran diversidad de factores de índole tanto
económico como cultural. En cuanto a los económicos, se garantiza que constituyen la
razón casi primordial, ya que en los bajos niveles que integran nuestra sociedad resulta
mucho más arduo imponer la figura jurídica del matrimonio, optando por una vía más
fácil, representada por las uniones extraconyugales, que no llevan consigo obligación
legal alguna. En relación con las causas de carácter cultural, se encuentra la falta de
desarrollo en la educación; pues esto ocasiona que el venezolano de escasos recursos no
comprenda cabalmente la importancia de un vínculo familiar sistematizadamente
organizado.

Parece imperioso delimitar la frontera que cubre el concepto de la relación concubinaria


en sí, es decir, su aspecto personal. Para ello es indispensable aclarar dentro de cuál o
cuáles conceptos jurídico-institucionales se ubica la situación en cuestión. Resulta sin
duda incuestionable que el concubinato representa un estado meramente familiar, ya que
cumple básicamente con las funciones del mismo. Pese a ello, únicamente representa
dicha circunstancia y no la constituye como tal, debido a que no posee un lazo biológico
entre la pareja ni una sentencia de matrimonio firmes que lleguen a sustentarla; así se da
en este caso la existencia de un estado aparente de familia, basado en los hechos y no en
el Derecho. De modo que los concubinos desarrollan ante la comunidad en la cual se

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desenvuelven una aparente vida conyugal de marido y mujer (cuando la unión es pública
y no oculta, claro está), sin estar unidos por el vínculo matrimonial que otorga la ley.

Esta situación tiene escena en nuestro mundo jurídico debido a que la relación
extramatrimonial implica un valor intrínseco en sí misma al cual el Derecho no puede dar
la espalda, pues si lo hiciera estaría yendo en contra de su misma esencia, como es la de
organizador de las formalidades requeridas por los supuestos jurídicos que surgen día tras
día en la sociedad.

La protección jurídica otorgada al concubinato por parte del legislador venezolano, a


través de una reducida (mas no poco ineludible) organización, cubre ciertos aspectos de
ese carácter personal que se indicó precedentemente. La primera parte del artículo 70 del
CCV señala:

Podrá prescindirse de los documentos indicados en el artículo anterior y de la previa


fijación de carteles, cuando los contrayentes deseen legalizar la unión concubinaria
existente en que hayan estado viviendo. Esta circunstancia se certificará expresamente en
la partida matrimonial...

Así, tomando en consideración que las situaciones de hecho a las que se refiere la norma
son cada vez más numerosas, y que la función del Derecho en este caso debe ser llamar
al ciudadano a la debida guarda de las instituciones jurídicas básicas de la sociedad, tal
como lo es el matrimonio, pilar fundamental del resguardo de la familia, el Código
exonera de la introducción de los recaudos para la celebración del matrimonio a que hace
referencia en su artículo 69, de modo que las parejas que se hallen motivadas a legalizar
su unión concubinaria, no encuentren ningún impedimento para hacerlo, y gocen de la
debida protección jurídica que su posición requiere.

El CCV considera un último aspecto de la relación extramatrimonial a nivel personal en


su artículo 211:

Se presume, salvo prueba en contrario, que el hombre que vivía con la mujer en
concubinato notorio para la fecha en que tuvo lugar el nacimiento del hijo, ha cohabitado
con ella durante el período de la concepción.

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En consecuencia, se observa una vez más que nuestra normativa busca salvaguardar el
fenómeno extramatrimonial como cimiento real de la manifestación de la familia, al
expresar que bajo presunción iuris tantum se facilita la prueba de la filiación del niño
nacido de pareja de concubinos.

Diversos estatutos como la Convención Internacional de los Derechos del Niño y la nueva
Ley Orgánica de la Protección al Niño y al Adolescente (LOPNA), además de la reforma
de nuestro Código Civil en 1982, entre otros, han ratificado la libertad probatoria para el
establecimiento de la filiación, han eliminado la diferenciación entre hijos naturales y
legítimos (válida para el Código de 1942), todo ello en aras de promover el desarrollo
pleno y estable de la personalidad de todo niño, protegiéndolo de cualquier clase de
maltrato o menosprecio que pudiese sufrir; pues resguardar su situación es velar a la vez
por el futuro crecimiento de la sociedad, con ciudadanos considerados con su propia
persona y con quienes que les rodean.

En tal caso, una vez probada la posesión de estado de concubina respecto del hombre con
el cual cohabita para el momento del alumbramiento, se asume que éste convivió con ella
para el momento de la concepción; evitando así la incertidumbre referente a la paternidad
que resulta muy frecuente en estos casos. La norma está equiparando esta presunción iuris
tantum con la presunción de paternidad en el matrimonio.

Por otra parte, cuando el acto de reconocimiento del hijo nacido fuera del matrimonio no
se hiciere de manera voluntaria, la madre del niño (o incluso éste personalmente, según
se dé la situación) podrá acudir a todo género de pruebas; incluyendo exámenes
hematológicos y heredobiológicos, constancia de la posesión de estado de hijo, etcétera.
Una vez establecida la filiación, el padre queda en la obligación de prestar a su hijo
pensión alimentaria (entendida como el suministro de todos los medios que requiera para
su manutención). De igual modo, comenzará a desempeñar el ejercicio de la patria
potestad (la cual consistirá en la protección integral del sujeto confiada a sus padres) y de
la guarda (referida a la debida satisfacción que debe darse a las exigencias del menor,
vigilándolo y educándolo) de su descendiente, pero de manera conjunta con la madre,
pues así lo establece la ley; siempre y cuando alguno de ellos no incurra en los
impedimentos previstos por la LOPNA para practicar estos deberes de padre. Todos estos
supuestos de responsabilidad paterna serán llevados a cabo mientras el hijo sea menor de
edad no emancipado, o en caso de que se trate de un mayor de edad inhabilitado.

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Gracias a estos aspectos previstos en el CCV para la adecuada regulación del concubinato,
es posible afirmar que éste, al igual que el matrimonio, origina determinados efectos
pecuniarios que involucran a ambos miembros de la unión de hecho, así como a terceros
que se vean relacionados a ella.

La existencia del estado aparente de familia que genera el concubinato da cabida al


surgimiento de un Derecho aparente, según autores como Bossert, llegando a la situación
de que se originen negociaciones y relaciones jurídicas de la pareja (o uno de sus
miembros) con terceros, tal como si fuesen un verdadero matrimonio, gozando de sus
aparentes efectos pertinentes; siempre y cuando esta unión resulte notoria y estable
(procurando respaldar de igual modo los intereses ajenos involucrados con motivo de
buena fe); circunscribiendo elementalmente dentro de dichas relaciones jurídicas los
deberes que tendrán los concubinos con sus hijos, en caso de que los tengan, analizados
arriba.

Así, esta simulación de un matrimonio en una unión estable de hecho debe ser
debidamente probada a través de presunciones, demostración por excelencia en estos
casos según la doctrina venezolana, bien sean iuris tantum (que admiten prueba en
contrario) o bien iuris et de iure (que no admiten prueba en contrario); señalando la certeza
del parentesco que relaciona a la pareja envuelta en la negociación.

La principal presunción que considera nuestro Código en cuanto al carácter patrimonial


de toda unión extramatrimonial, se encuentra en el artículo 767 y se refiere a la
Comunidad Concubinaria:

Se presume la comunidad, salvo prueba en contrario, en aquellos casos de unión no


matrimonial, cuando la mujer, o el hombre, en su caso, demuestre que ha vivido
permanentemente en tal estado aunque los bienes cuya comunidad se quiere establecer
aparezcan a nombre de uno solo de ellos. Tal presunción sólo surte efectos legales entre
ellos dos y entre sus respectivos herederos y también entre uno de ellos y los herederos
del otro. Lo dispuesto en este artículo no se aplica si uno de ellos está casado.

Abriendo un paréntesis dentro de este respecto, es posible asegurar que la situación


jurídica de estas uniones de hecho (como también se les denomina) se ha visto modificada

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con la introducción del CCV vigente, ya que para 1942, en su artículo 767 determinaba
que:

Se presume la comunidad, salvo prueba en contrario, en aquellos casos de unión no


matrimonial, cuando la mujer demuestra que ha vivido permanentemente en tal estado y
ha contribuido con su trabajo a la formación o aumento del patrimonio del hombre,
aunque los bienes cuya comunidad se quiera establecer aparezcan documentados a
nombre de uno solo de ellos. Tal presunción solamente surte efectos legales entre ellos
dos y entre sus respectivos herederos, y también entre uno de ellos y los herederos del
otro, salvo el caso de adulterio.

Del análisis de ambas disposiciones se deduce que, nuestro actual Código ha producido
beneficios en cuanto a la situación de la mujer, pues el derogado le imponía a ésta la carga
absoluta de la prueba de haber vivido permanentemente en concubinato (a través de la
mejor evidencia que es la posesión de estado que se requiere probar: trato, fama y
continuidad), así como con su trabajo haber fomentado el crecimiento del patrimonio de
su pareja (sin importar a nombre de quién se encuentre); haciendo fácil de tal modo el
camino del hombre para aprovecharse de ella. Además, se modificó la terminología
empleada, al sustituir la excepción de adulterio alterándola por la fórmula que indica que
el artículo no es aplicable cuando uno de los concubinos esté casado.

Luego, la comunidad concubinaria se vincula a un "cuasi-contrato de comunidad" en


cuanto a las relaciones económicas de la pareja que conforma la unión de hecho; debido
a que puede considerarse que poseen todas las características del mismo, entre ellas
voluntariedad (la unión proviene de un mutuo acuerdo), licitud (ya que no existe norma
alguna en nuestra legislación que considere al concubinato como un delito), así como el
hecho de que el trabajo (de ambos o de uno solo) también es deliberado y legal, y genera
un deber recíproco entre las partes.

Esta situación jurídica es regulada según la intención del legislador de acuerdo con lo que
determine la costumbre y con la aplicación de la analogía del manejo de la comunidad
conyugal en muchos aspectos; permitiendo que los concubinos gocen del derecho de
compartir la masa común de bienes que ha ido generándose dentro de su unión, tal como
ocurre en el caso de la comunidad limitada de gananciales en el matrimonio, siempre y
cuando haya certificación del contexto vinculante en el que se encuentran ambos

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individuos y de que ninguno se encuentre bajo otra unión (matrimonial), pues si alguno
de éstos faltara, no cabría presunción alguna de la comunidad, sencillamente no existiría.

5. DERECHOS Y OBLIGACIONES DE LOS CONCUBINOS

La concubina y el concubinario tienen derechos y obligaciones recíprocos, siempre que


sin impedimentos legales para contraer matrimonio, hayan vi- vido en común en forma
constante y permanente por un periodo mínimo de dos inmediatos.

No es necesario el transcurso del periodo de dos años, cuando reunidos los demás
requisitos, tengan un hijo en común.

Si con una misma persona se establecen varias uniones con las carac- terísticas
anteriores, a ninguna se reconocerá como concubinato. En este caso, quien haya
actuado de buena fe podrá demandar del otro una indem- nización por daños y
perjuicios.

Regirán al concubinato todos los derechos y obligaciones inherentes a la familia, en lo


que le fueren aplicables.

El concubinato genera entre los concubinos derechos y obligaciones alimentarias y


sucesorias, independientemente de los demás derechos y obligaciones reconocidos en
las leyes.

Al cesar la convivencia, la concubina o el concubinario que carezcan de ingresos o


bienes suficientes para su sostenimiento tiene derecho a una pensión alimenticia por
un tiempo igual al que ha durado el concubinato. No procederá la demanda de
alimentos por parte del concubino que haya demostrado ingratitud, o viva en
concubinato o contraiga matrimonio. El término para ejercer la acción de alimentos por
los concubinos deberá ejercitarse dentro del año siguiente a que cese la vida en
concubinato.

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6. SOCIEDAD DE CONVIVENCIA

La Ley de Sociedad en Convivencia es aprobada por la Asamblea Legislativa del Distrito


Federal el 9 de noviembre de 2006 y publicada en la Gaceta Oficial del Distrito Federal
el 16 del mismo mes.

La sociedad de convivencia es definida por la Ley de Sociedad en Con- vivencia como


un acto jurídico bilateral que se constituye cuando dos personas físicas de diferente o del
mismo sexo, mayores de edad y con capacidad jurídica plena, establecen un hogar común,
con voluntad de permanencia y de ayuda mutua.

Tiene por objeto la convivencia, un domicilio común, la permanencia, la asistencia y la


ayuda mutua; mas no hay obligación del débito carnal entre los convivientes, por lo que
no sólo se aplica a parejas heterosexuales u homosexuales, sino también a otro tipo de
relaciones de amistad y/o de cuidado, como por ejemplo, entre amigos, viudos o
divorciados, estudiantes, personas de la tercera edad que comparten vivienda.

Surte efectos frente a terceros cuando ésta es registrada en la Dirección General Jurídica
y de Gobierno del órgano político administrativo correspondiente.

Se encuentran impedidos para establecer la sociedad de convivencia las personas unidas


en matrimonio, concubinato y aquellas que se encuentren otra sociedad de convivencia
vigente.

También se establecen impedimentos para establecer una sociedad de convivencia por


razones de parentesco; en este supuesto se encuentran los parientes consanguíneos en
línea recta sin límite de grado o colaterales hasta el cuarto grado.

Se regirá, en lo que fuere aplicable, en los términos del concubinato y las relaciones
jurídicas que se derivan de este último entre los convivientes, conforme a la legislación
civil y cualquier otra ley aplicable.

Se le aplican requisitos de forma para su validez y existencia, entre ellos la obligación de


presentar una solicitud por escrito, la que deberá ser ratificada y registrada ante la
Dirección General Jurídica y de Gobierno del órgano político administrativo del
domicilio donde se establezca el hogar común, instancia que actuará como autoridad
registradora.

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El documento por el que se constituya la sociedad de convivencia deberá cumplir con los
siguientes requisitos:

1) El nombre de cada conviviente, su edad, domicilio y estado civil, así como los
nombres y domicilios de dos testigos mayores de edad.

2) El domicilio donde se establecerá el hogar común.

3) La manifestación de voluntad, expresa, de las o los convivientes de vivir juntos


en el hogar común, con voluntad de permanencia y ayu- da mutua.

4) El convenio o acuerdo en que las o los convivientes regularán la sociedad de


convivencia y sus relaciones patrimoniales. La falta de este requisito no impedirá el
registro; en este caso se entenderá que cada conviviente conservará el dominio, uso y
disfrute de sus bienes, así como su administración.

5) Las firmas de las o los convivientes y de las o los testigos.

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Conclusiones
Luego de revisar el marco teórico referido a qué es la institución del matrimonio y qué la
figura del concubinato, además de cuál es en realidad el propósito ulterior de la familia;
así como la normativa competente para ello (Constitución Nacional y Código Civil) y
revisar si su aplicación es la más adecuada respecto situación que vivimos actualmente;
es posible considerar que debido a la situación del concubinato es más que justificable
promover su formalización y sistematización, es decir, alentar a que se le reconozcan
efectos no sólo patrimoniales sino personales, así como los compromisos y facultades de
protección, fidelidad, convivencia, correcta filiación, entre otros; debido a que en nuestro
caso implanta una alternativa sumamente habitual de fundar un hogar de hecho para llevar
a cabo un modo de vida homólogo a aquél que se da en el matrimonio.

Es por ello que resulta deber primordial de la actual Asamblea Nacional (cuerpo
legislativo del estado), en vista a la decisión que tomó en su carácter constituyente al
incluir como prerrogativa constitucional en el artículo 77 de la Constitución la asimilación
en cuanto a efectos de la unión matrimonial a la concubinaria, partiendo del supuesto de
que ambas son forjadoras de familia; la creación de una ley especial que regule todos los
vacíos jurídicos que deja la norma mencionada, ya que no son previstos por completo en
las disposiciones del CCV previamente analizados.

La familia constituye el fundamento de toda sociedad humana y es en su seno donde se


crean los lazos afectivos imprescindibles para transmitir la cultura y los valores
ideológicos y morales de unas generaciones a otras. Por ello el Derecho como instrumento
protector de las relaciones personales tiene la responsabilidad de brindarle toda la
resguardo que ella requiera, sin importar el modo en el cual se origine.

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Bibliografía

CHALBAUD ZERPA, R. Instituciones Sociales. Ediciones UCAB.

Caracas, 1994. pp. 97-124.

GONZÁLEZ FERNÁNDEZ, A. El Concubinato. Editorial Buchivacoa.

Caracas, 1999. 331p.

GRISANTI AVELEDO DE LUIGI, I. Lecciones de Derecho de Familia.

Vadell Hermanos Editores. Caracas, 2000. 547p.

Legislación empleada:

Código Civil Venezolano de 1982.

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