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“La Investigación Científica en el entorno Universitario”

Introducción

En la actualidad la investigación científica constituye una rama muy importante e

indispensable para mejorar la calidad del proceso educativo, puesto que permite crear nuevos

conocimientos y resolver problemas a través de la indagación, recopilación, procesamiento y

análisis de la información. Dónde el docente juega un rol indispensable porque no solamente

se convierte en un investigador sino también ayuda a generar desarrollo científico y social y

además porque apoya a la formación integral de sus estudiantes. De acuerdo a (Akyeampong,

2008), la universidad estima que sus funciones van más allá de la visión de Newman para

abarcar la utilización de los conocimientos adquiridos a fin de aumentar directa o

indirectamente el bienestar material, la felicidad y el confort de la humanidad. Coincidiendo

que la enseñanza superior se considera una institución destinada no sólo a ampliar

conocimientos y a formar a los jóvenes sino también a difundir y a aplicar esos conocimientos.

En este sentido el presente ensayo pretende reflexionar sobre como la investigación científica

influye en el entorno universitario y su pertinencia social desde diferentes puntos de vista,

haciendo énfasis en las estadísticas obtenidas tanto a nivel nacional, regional y mundial.

Desarrollo

En el entorno universitario los proyectos científicos se ven afectados por una pobre

cultura de investigación, insuficiente instrucción en redacción de artículos y su publicación y

por la falta de capacitación en disciplinas que involucren los procesos de investigación. (Sierra,

2014) Existen posturas sobre la investigación científica en el entorno universitario, si bien se

habla de una postura pesimista frente a que dentro de la formación investigativa los docentes

utilizan la didáctica tradicional se preocupan más de que el alumno sea capaz de repetir todo lo
que se menciona en clase que de su capacidad de comprender y apropiarse del conocimiento; a

esta situación se suma el hecho de que a los estudiantes no les gusta realizar preguntas ni

tampoco ser participativos ni investigativos. En contraparte, existe una postura optimista

justificando que la transición de la educación media a nivel universitario implica que el estudiante

deja de ser un receptor de conocimientos, para iniciar una formación que le permitirá el análisis

crítico y la posterior generación de conocimientos; además que al cursar cualquier asignatura y al

profundizar en un tópico específico, pueda plantearse interrogantes o problemas que lo conduzcan

a la obtención de nuevos conocimientos; concretamente, el alumno, al emprender una indagación,

se ejercita en actividades intelectuales básicas como la lectura y la escritura.

De acuerdo a (Ortiz, 2015), el impacto científico en las investigaciones educativas

constituye un problema no resuelto, debido a la falta de una labor sistemática por parte de

investigadores y directivos para que los conocimientos aportados y dirigidos a solucionar los

problemas relacionados con la formación de profesionales universitarios sean

correspondientemente acreditados, logren ser introducidos en el proceso pedagógico y

provoquen el efecto educativo deseado. Por su parte (Martínez, Piedra, & Guerra, 2016),

manifiestan que el ámbito investigativo, desarrollado dentro de las universidades, se encuentra

muy disuelto, pues existe un divorcio entre la academia y la práctica profesional, que da como

resultado que cada agente involucrado en el proceso investigativo realice la actividad científica

a su forma y condición; por esta razón, no se ha llegado a comprender a dicha área de la ciencia

como un campo en sí mismo a raíz de sus diversas miradas desde la multi y la

interdisciplinariedad; no se halla una relación entre la práctica profesional y la académica, las

cuales componen el campo propiamente dicho y pueden ser articuladas para lograr legitimidad

dentro de la actividad científica; además, no existe suficiente cultura científica por parte de los

investigadores; así se limita la gestión de la investigación científica.


Según (Vargas, 2011) la retórica universitaria menciona a la investigación científica

como una de sus funciones substantivas, muy pocas universidades lo hacen visible en la

asignación de recursos. No obstante la función social de las universidades está cambiando de

manera cada vez más generalizada puesto que han pasado de ser depositarías del conocimiento

y la cultura, a ser formadoras de cuadros profesionales; de ahí, algunas se convirtieron en

universidades de investigación, acumulando no sólo grandes capitales de conocimiento, sino

capacidades de investigación: en la formación de infraestructura, en las condiciones

institucionales y en la madurez de sus grupos de investigación. Ahora, algunas de aquellas que

impulsaron la transición hacia el modelo de universidades de investigación dan un paso más, y

se convierten también en agentes económicos en la sociedad del conocimiento, pasando a ser

elementos dinamizadores de las actividades económicas a nivel regional e internacional

mediante la comercialización directa del conocimiento y no sólo como formadoras de cuadros

profesionales. No todas las universidades que lo intentan logran los mismos niveles de

eficiencia y resultados en la comercialización del conocimiento (Arechavala, 2010) y a la

acumulación previa de un capital de conocimiento y de una infraestructura de investigación

significativa.

Desde las últimas dos décadas del siglo XX han tomado fuerza en las economías

desarrolladas y en varias economías emergentes las universidades emprendedoras: aquellas que

detentan y usufructúan la riqueza generada por medio del conocimiento, y crean tecnologías

responsables de aproximadamente el 65% del crecimiento económico de las regiones en las que

operan (Atkinson & Pelfrey, 2010).

Es evidente que las universidades a nivel local recién en la actualidad tratan de centran

su atención en la publicación de artículos científicos que expongan los resultados de sus

investigaciones en revistas científicas, mismas que en la actualidad constituyen el principal


medio de comunicación y conservación de los avances de la ciencia, convirtiéndose de esta

forma en un medio de comunicación entre los investigadores. Cabe destacar que la elección de

las revistas, están profundamente condicionadas por los intereses particulares de los autores, es

decir los artículos constituyen una verdadera moneda de cambio que refleja el capital simbólico

detentado por los investigadores.

En este sentido, se destaca que las publicaciones académicas de Latinoamérica son

muy frágiles por naturaleza, debido a que los eruditos prefieren publicar en revistas de Estados

Unidos y Europa más que en la de sus propios países, asegurando que sus investigaciones

científicas en la mayoría de los casos son desconocidas para el resto del mundo y en muchas

ocasiones no circulan fuera de la instituciones en las que son generadas. Según (Espinosa,

2016), el problema principal que afecta a las revistas de la región, está relacionado con la

percepción de la calidad de la comunidad científica internacional, junto con la inexistencia de

un control local sistemático de la producción científica.

De acuerdo a (Rivera, Espinosa , & Valdés, 2017) en las universidades ecuatorianas

hasta la década de los años setenta el objetivo fundamental era la docencia, con un componente

investigativo casi nulo, un número reducido de bibliografía y escasas publicaciones. La

investigación no formaba parte de los programas de estudio, las pocas que se realizaban

respondían a inquietudes científicas de profesores y se convertían, generalmente, en tesis de

grado o de doctorado. Ya en los años ochenta se crea el Consejo Nacional de Universidades y

Escuelas Politécnicas, se genera una concepción más popular de tales instituciones y, por tanto,

se establece un porcentaje especial (1 %) dedicado a la investigación en el presupuesto general

del Estado (Ayala, 2015). Fueron los primeros pasos para que se concibiera como parte de la

gestión académica en los centros de enseñanza superior del país, situación que requería ante
todo un cambio de mentalidad en los docentes y en las autoridades académicas, las cuales

debían entender que era necesario crear una infraestructura acorde a las nuevas exigencias.

En su portal (CONICYT, 2012), cuatro países concentran las 20 revistas con más citas:

Estados Unidos, Reino Unido, Alemania y Holanda. Este ranking considera todas las disciplinas

como se puede observar en la tabla1:

Tabla 1: Ranking de Revistas a Nivel Mundial

Fuente: (CONICYT, 2012)

Por otra parte, es importante comparar la realidad ecuatoriana frente a las

publicaciones a nivel mundial y regional, para saber lo débiles que estamos en el campo de
producción científica y lo conveniente e importante que resulta contribuir al desarrollo nacional

desde la investigación y el desarrollo de proyectos multidisciplinares que desemboquen en

productos de alto impacto con resultados que aporten al mejoramiento en los diferentes campos

de acción de las Universidades. “La calidad de las revistas se define principalmente por el

cumplimiento de un conjunto de pautas editoriales, de presentación, de gestión y de contenidos

que garanticen el rigor científico de los artículos publicados en ellas, y por tanto abonen a su

prestigio. Su visibilidad se estima, tanto por el alcance de la difusión de las revistas como por

la recepción que la comunidad científica dispensa a los artículos publicados en ellas, a través

de la citación”. (Miguel, 2011)

Figura 1: Ranking publicaciones científicas en Ecuador y el Mundo

Fuente: (Camana, 2016)

La información obtenida del portal SJR (Camana, 2016), demuestra que desde 1996

hasta 2014 el ranking mundial de documentos o artículos científicos, de 238 países, el portal

SCImago Journal, destaca a Estados Unidos (8.626.193), China (3.617.355), Reino Unido

(2.397.817), Alemania (2.176.860), Japón (2.074.872), Francia (1.555.629), Canadá


(1.227.380) e Italia (1.200.448) artículos, estos ocho países producen el 62,10% de escritos

científicos en el mundo. Mientras tanto en América Latina, el panorama es mucho más claro en

cuanto a producción científica, de los 48 países, 3 producen más del 76,72% de artículos. En

primer lugar, tenemos a Brasil (598.234), seguido por México (210.387) y en tercer lugar

Argentina (145.416) artículos. Mientras tanto Ecuador, a nivel mundial ocupa el puesto 82, y a

en América Latina, el puesto 12, con 6.371 artículos científicos publicados como se demuestra

en la figura 1. Ésta perspectiva vista desde las estadísticas reportadas sobre el volumen de

publicaciones pone en alerta sobre la importancia de encontrar estrategias necesarias que

permitan la generación de conocimiento a ser diseminado. (Friolán, 2016).

Los artículos con mayor cantidad de publicaciones, produce la Agricultura y

Ciencias Biológicas. Nuestro país ocupa el puesto 13 con 1.936 publicaciones en esa área,

después de Puerto Rico, que nos separa tan solo de 149 publicaciones, como se indica en la

figura 2.

Figura 2: Artículos con mayor cantidad de publicaciones en Ecuador

Artículos con mayor canntidad de publicaciones - Ecuador

1936

962
330 86 81 80

Fuente: (Camana, 2016)


Por consiguiente en la figura 3 presenta el número de artículos de las universidades

ecuatorianas con mejores resultados en ambas etapas y que aportaron el 75 % de publicaciones

en el quinquenio 2009-2013.

Figura 3: Número de artículos de las universidades con mayor presencia en la base de datos Scopus en el
decenio 2009 – 20013.

ARTÍCULOS PUBLICADOS 2009-2013


USFQ 422

PUCE 319

EPN 152

UTPL 143

ESPOL 137

UCE 103

UCUENCA 91

UCSG 90

ESPE 53

0 50 100 150 200 250 300 350 400 450

Fuente: (Rivera, Espinosa , & Valdés, 2017)

De acuerdo a los datos obtenidos en la figura superior, se advierte un crecimiento

considerable. Destacándose la Universidad San Francisco de Quito, que no solo es la de mayor

producción científica, sino que, además, se ubica entre las 200 instituciones de educación

superior más productivas de Iberoamérica, con 422 artículos. El 74,2 % de la instituciones están

clasificadas en la categoría de alta calidad por tener publicaciones en las revistas académicas

con más influencia en el mundo, y el 26,8 % se encuentra en la categoría de excelencia por

poseer los trabajos más citados en su campo científico, lo que evidencia un nivel de

internacionalización notable.

CONCLUSIONES

La difusión del conocimiento generado en los diferentes procesos de investigación

constituye una preocupación latente para la Universidad Ecuatoriana; hacer frente a la realidad
regional y global respecto a producción científica, parece un horizonte aún lejano de alcanzar;

esta perspectiva vista desde las estadísticas reportadas sobre el volumen de publicación de las

diferentes Universidades en el país pone en alerta sobre la importancia de encontrar estrategias

necesarias que permitan la generación de conocimiento a ser diseminado.

Se determina que Ecuador se ubica en el puesto 82 dentro del ranking de publicaciones

registrado por Scimago Journal & Country Rank (SJR), con un total de 7942 publicaciones en

el período 1996 – 2015. El reto a vencer incluye a los diferentes actores del Sistema de

Educación Superior, quienes son los responsables de propiciar las iniciativas necesarias que

terminen plasmando resultados en términos de escritura científica y académica; asimismo deben

modificar sus esquemas gerenciales con la finalidad de alcanzar calidad, eficiencia y

pertinencia en la producción de conocimientos, que permitan el cumplimiento de las funciones

básicas de acuerdo a los niveles exigidos y demandados por la sociedad.

En conclusión para aumentar el número de publicaciones, es necesario que los

gobiernos a través de sus políticas y las universidades a través de su buena gestión, lleven a

cabo proyectos sustentables, para fortalecer las infraestructuras tecnológicas, a través del

establecimiento de regulaciones y tarifas cómodas que promuevan la conectividad y un acceso

rápido a la información; además es importante implementar un control para que las empresas

patrocinadores de la investigación no velen solo por sus propios intereses sino también por el

bienestar de la sociedad

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