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Decálogo para una radio posible

09 de noviembre, 2010
Emiliano López Rascón

No estamos seguros de que la radio, tal y como la conocemos, sobreviva 10 años más. Quizá si, tratándose de
nuestro país, y eso no sería buena noticia porque implicaría que el sector seguiría en el estancamiento. En todo
caso no hay mayor ventana de oportunidad para hacer el ridículo que el alquilarse de profeta. Aún así, no es
aventurado proyectar las mutaciones aceleradas de la era digital para advertir que los horizontes de la
convergencia multimedia dan para pensar y esperar casi cualquier cosa en el corto y mediano plazo.

2010 es el primer año en que las ventas de libros electrónicos superan a las ediciones de imprenta. Está
tendencia es similar a la de la adquisición de música vía descarga sobre la de discos compactos. Podcast,
streaming, on demand, son dispositivos que desafían y obligan a replantear los conceptos de programación,
perfil, producción e imagen sonora en la actividad radiofónica; sin embargo la necesidad de la inmediatez en la
información, o la conversación sobre lo actual, así como el diálogo de la audiencia con un programador mientras
se vive en tránsito, no parecen estar bajo amenaza de caducidad.

La configuración del mercado, las herramientas y las dinámicas de producción, podrán variar enormemente,
pero las leyes de la acústica no tienen upgrades y para escuchar audio sigue sin hacer falta ver pantalla. El
talento y oficio siempre serán la piedra de toque de una buena radio. Conocer la tradición es la manera más
segura de proponer innovaciones sin fracasar. La marginalidad en un medio masivo es la zona de penumbra
en la que no se sabe si una idea resultó genial o simplemente excéntrica, generalmente es lo segundo.

Estamos en la encrucijada de una radio que la red ha vuelto horizontal y que permite que con una conexión de
banda ancha, una computadora y un micrófono cualquiera puedan hacer una estación; mientras, los grandes
consorcios se pelean la administración del espectro y los presupuestos de la publicidad.

Un decálogo es un conjunto de razones, argumentos o reglas, no un conjunto de leyes; de ser así lo correcto
sería nombrarlo decánomo. La diferencia es que las leyes naturales o jurídicas deben cumplirse siempre,
mientras que las reglas son contextuales. La violación de una ley natural es imposible y la transgresión de una
regla a menudo es fuente de error y por lo tanto de información; menos frecuentemente es fuente de hallazgos
e innovación. Las excepciones a menudo confirman las reglas y la repetición de un error es negligencia.

Va pues un decálogo, o la guía mínima para sobrevivir al apocalipsis de la convergencia multimedia.

1.- Detrás de un gran conductor hay un gran productor. El productor debe ser la autoridad en un equipo que
hace radio. Es el autor. Debe tener la idea, la experiencia, el liderazgo, los reflejos y el oído para darle ritmo y
contenido a la emisión. Es el representante del auditorio y el evaluador en caliente. Debe coordinar y subordinar
a los otros talentos, sobre todo al conductor, la estrella. Mucho del malestar en la radio actual se debe a que el
protagonista al micrófono se convierte también en el director, el autor, la autoridad. L@s cretin@s, tiranetas,
sabelotodos y mesías que abundan en el cuadrante se deben a la falta de contrapeso en la figura de un
productor autorizado. Y esto se manifiesta independientemente de sus coordenadas en el espectro socio
político. Es decir que el productor es una figura paterna y materna, el director de la voz, que por una parte
alimenta con guión, invitados, ideas, enlaces, materiales y elementos sonoros al conductor y por otra matiza,
contiene, limita o de plano ubica al conductor.

2.- Saber qué voz se necesita. Un conductor no es un locutor y el locutor es un actor. Es mas fácil educar la voz
de alguien culto e inteligente que cultivar a una voz con cabeza hueca.

3.- El guión, fundamental. Redactar bien para la radio, escribir historias, notas, promos, cápsulas y reportajes
es tan importante como alguien que hable bien al micrófono. Un buen escritor o un buen dramaturgo no son
necesariamente buenos guionistas, ni un guionista de televisión o cine lo es necesariamente de la radio. El
lenguaje radiofónico tiene sus especificidades. El guionista deberá además aprender a dirigir voces. Antes que
nadie las oyó en el teclado. El debe de saber que voz quiere escuchar.

4.- Cuidado con la dictadura de las audiencias como con la sordera hacia ellas. Nunca serán homogéneas y
deberás apostar por segmentos. Quedar bien con todos es quedar bien con nadie. No convoques a la
participación si no sabes que hacer con ella, no invites a preguntar si no vas a responder. Pero nunca ignores
los mensajes espontáneos e inteligentes, ni hagas caso omiso a las tendencias coincidentes en los mensajes.
Si muchos te dicen algo en el mismo sentido es por algo. El oyente actual difícilmente se queda más de 7
minutos en la misma estación. Lo que el conductor percibe como 15 minutos, son 30 para el productor y 60 para
el escucha.

5.- Que el amor a tus ideas no te deje sordo. Reinventa la radio, sus formatos y géneros; pero en la creación y
diseño de un concepto, nunca olvides el resultado final al aire. La originalidad del concepto o la sofisticación del
proceso no son valores en sí, sino medios subordinados a la eficacia radiofónica: nunca hagas mas ruido que
nueces.

6.- No olvides lo insustituible de la radio. En medio de la convergencia y el avasallamiento de la imagen y aún


después del apagón analógico la comunicación en directo del audio tiene características únicas: movilidad,
inmediatez, oralidad, conversación, compañía, imaginación, intimidad, entre otras, y perfecciona el uso de esos
poderes.

7.- No todo es radiable. La radio no es el aula, no es el libro, no es la conferencia, no es el consultorio, no es la


terapia, ni siquiera la sala de conciertos. No sustituye las otras experiencias. Es un acercamiento a ellas. No
todo es adaptable a radio. Un gran científico puede ser un pésimo divulgador de la ciencia en radio, un gran
melómano o crítico musical puede ser muy mal programador de música.

8.- Converge: sin Internet estás frito. Aprender a interactuar con Internet y usar las redes sociales. Sube
contenidos, descargas, amplifica discusiones. Estudia su configuración, te darán mucha información sobre tu
auditorio.

9.- Revitaliza los géneros clásicos. El documental radiofónico y el radiodrama son dos grandes ejemplos. Su
poder persuasivo, informativo y de entretenimiento no está explotado. Utilízalos sin nostalgia, piensa en temas
actuales. Sueña con un HBO y Discovery en la radio.

10.- No vendas basura. No siempre es posible evitarlo; pero haz el intento enserio. Si vendes basura, que sea
en los espacios publicitarios. Vende publicidad y no contenido; si no puedes evitar vender contenido que sea
contenido y no basura.

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