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Irán y las estepas


Por Joaquín Cói:doba Zoilo
Profesor titular de Historia Antigua
Universidad Autónoma de Madrid

5 Presentación

6 Introducción

16 Los primeros pasos

Detalle de la escalera oriental


28 Los pueblos de las montañas
de acceso a la Apadana en
Persépolis (foto Lucio Ruiz
Pastor) ·
50 Medos y persas en el Irán

76 Entre los Zagros y la estepa

88 La "época de los partos

108 El Irán sasánida

129 Bibliogralia
~~~~~~~~~~~~~~~

131 Obras clave del Arte del


Irán y las estepas

161 Cronología
Presentación
Entre el primer vaso pintado
de Susa y la torre del silencio de Jll .
Sar Mashad pasarían muchos,
muchos siglos. Y más aún hasta
que en las miniaturas de Mirak
apareciera Firdüsi en animada y
florida plática con los poetas de
Gazni. Si la memoria se disuel-
ve en el tiempo, si las mujeres y
los hombres cambian cada día,
si las obras de nuestras manos
son hijas de su siglo, ¿qué po-
drían tener en común los alfare-
ros susianos, los albañiles de
Mashad y los iluminadores de
Tabriz? Algo inaprensible pero
auténtico: el espíritu del Irán.
En los valles, montes y mese-
tas iranios, los artesanos y artis-
tas de pueblos y culturas sucesivos se fueron transmitiendo una
particular y distinta filosofía del objeto, del adorno, de lo pe-
queño y de lo grandioso. Andando el tiempo, sentimiento tal
de pertenencia a un mismo tronco seria tan fuerte que los re-
yes aqueménidas, partos, sasánidas o safávidas se titularían
de igual modo: Rey de Reyes. Y el espíritu de comunión irania
a través de los siglos fue tan auténtico, que el parto Artabano
exigiría de Roma la devolución del legado aqueménida.
A caballo entre los siglos XI y XII, el filósofo, matemático,
astrónomo, médico y poeta Ornar Jayyam evocaba en la me-
lancolfa de sus Robaiyyat el paso por la vida del legendario
Bahram, cazador de onagros. En los tiempos del poeta de Ni-
sapur, gacelas y zorros sesteaban en las ruinas del palacio sa-
sánida. Pero como el mismo Jayyam, hasta en la última al-
dea se recordaba aún el vigor y la naturaleza de las
milenarias rafees de Irán.

Joaquín María Córdoba Zoilo


5
Introducción Los contrastes geográficos de Irán y sus
regiones vecinas quedan reflejados en este _
mapa donde se aprecian las numerosas
barreras naturales

A la memoria de los seres amados y que partieron.


En recuerdo de mi hermano Rafael.
Y también, siempre, en recuerdo de Lucca y Nuzi.
N caluroso día perdido en los pri-

U meros decenios del siglo XVII,


cierto cortejo avanzaba por la
llanura de Marwdast, camino de Persé-
polis. En otras circunstancias, ninguno
ELIRAN Y
LOS PAISES VECINOS
de los raros habitantes se habría sor-
prendido por ello. Pero no era éste el
caso, porque se trataba de una colum-
na de jinetes vestidos a la moda espa-
ñola de la corte de Felipe 111. Con su
montura al paso, uno de ellos atendía
las preguntas que, desde su litera, le ha-
cía un alto personaje. El sol quemaba
las piedras y los escasos arbustos pero,
al fondo del camino, restallaba la luz en
unas ruinas fantásticas, llenas de enor-
mes columnas que parecían caprichos
de ·gigantes.
Llegados al pie de una gran terraza
de sillería, la comitiva se detuvo al
tiempo que lo hacía su guía iranio. To-
dos permanecieron montados, a la es-
pera de que el personaje de la litera pu-
siera eLpie en tierra. Era éste un hom-
bre mayor, de unos sesenta y tantos
años aunque todavía fuerte, con la ex-
. presión decidida de los que han sobre-
vivido a muchas batallas. Sus más di-
rectos allegados desmontaron al uníso-
no, seguidos por el resto del séquito, y
le rodearon enseguida. Tras departir
afablemente unos minutos, dejándole
la iniciativa, todos comenzaron la as-
censión de la escalinata. Una vez arri-
ba, aquel noble caballero y sus acom-
pañantes recorrieron las ruinas. A sus
órdenes, un pintor se puso a realizar rá-
pidas plumHlas de relieves, columnas y
capiteles mientras él, con el recado de
escribir que le presentara un criado, to-
maba algunas notas. En la que luego se
conocería como Puerta de los Países,
el jefe de la expedición mandó dibujar
una extraña serie de signos. Para un
hombre culto como él, no resultaban
desconocidos. Ciertos viajeros habían o Ecbatena . Ciudad antlgwÍ
hablado de ellos como una bárbara de- • Hamadán Ciudad··modfmla
6 coración. Pero vistos allí, todos juntos y 7
en líneas bien claras, la conclusión tenía aprovechan los escasos puntos de agua
que ser otra. Mientras sus compañeros re- -sombreados por palmeras, acacias o
posaban un poco buscando las sombras mirtos-, fueron ya utilizados desde an-
disponibles, nuestro noble caballero es- tiguo, pero, a decir verdad, las condi-
cribía así: Mandé al maestro pintor que sa- ciones son tales que ninguna ruta co-
case al natural un renglón de una inscrip- mercial importante, ningún ejército in-
ción grande que eslava gravada en el vasor, ningún pueblo caminante usó ja-
triunpho de la escalera ... cuyas letras ésta- más las pocas sendas de esa mortal es-
van cavadas y labradas muy hondas en la tepa. Y en el este lejano que se pierde
piedra, compuestas todas de pirámides pe- entre las estribaciones del Indukush,
queñas puestas en diferentes formas, de sólo en el Sistán y en el valle de Bam-
manera que distintamente se diferen{:iava pur puede florecer la vida.
el un character del otro. Aunque no lo sa- Por todo ello, acaso sería más justo
bía y probablemente tampoco le importa- decir que el corazón del Irán está en las
ra, Don García de Silva y Figueroa, emba- montañas y los valles altos de los Zagros
jador del rey de España Felipe III ante el y el Elburz, porque allí justamente o en
gran sha Abbas de Persia, fue el primero sus cercanías y estribaciones nacieron,
en adivinar que, tras aquellos signos tan se desarrollaron y murieron casi todas
.extraños, debía esconderse una antigua. las culturas iranias. Y allí, muy alto, flo-
escritura. Y más aún: escribió que las rui- recieron las grandes ciudades, la mayo-
nas de aquel sitio, llamado Chilminara; de- ría a más de mil metros sobre el nivel
bían ocultar las de la vieja Persépolis del mar.
Aquel día, aunque pronto olvidado Y· La cadena de los Zagros es una gigan-
borrado de las páginas de los libros, co- tesca cordillera que nace en las monta-
menzó a hacerse posible la comprensión ñas y valles de Armenia y Azerbaiyán
del arte y la historia irania. El ya anciano - tierras ricas y pobladas entre las me-
caballero españól, viajero apenas conoci- jores del Irán-; separa Mesopotamia
do, prestó un servicio inestimable a la re- de la meseta y, tras bordear el sur del
cuperación del pasado de un pueblo fuer- Irán, se disuelve en los desolados e in-
te, avezado a las dificultades y abierto al habitables montes de Makrán, que a su
mundo como su arte: el pueblo del Irán. vez se pierden en las cadenas que ba-
jan del Indukush. Los Zagros son en sí
mismos un formidable sistema, con
Geogralia del Irán y del Asia más de dos mil kilómetros de desarro-
Central llo y 400 de anchura. Desde la región de
Armenia hasta Kerman el relieve pre-
senta una interminable sucesión de
Se dice que el corazón del Irán es montañas paralelas que crean valles lar-
una alta meseta rodeada por los mon- gos y fértiles, buenos para el pasto y la
tes de Makrán, los Zagros, el Elburz y agricultura -grano, vid, higueras, algo-
las estribaciones del Indukush. Pero si dón-, pero mal comunicados entre sí.
ello fuera cierto, resultaría tratarse de Gran parte de sus laderas, hoy casi des-
un corazón muerto. Porque la meseta pobladas, gozaron en la antigüedad de
irania, que se prolonga hasta el Asia bosques de robles, olmos, nogales, ar-
Central y los desiertos de Karakumi, es . ces y otras variedades. Su población,
una desolada sucesión de estepas y pe- desde miles de años atrás, tendía a si-
queñas montañas que la cruzan. Al no- multanear la agricultura con la ganade-
roeste se destaca el desierto salino de ría de trashumancia.
Kavir -con casi 400 km en su mayor Al norte, la cadena del Elburz, más es-
extensión-, fantástico paraje intransi- trecha que los Zagros, se extiende des-
table y aún casi inexplorado, lleno de de el Azerbaiyán hasta el Jorasán y las
agudas rocas de sal y profundas y se- estribaciones del Indukush. La cadena
cas torrenteras. Al sudeste, el desierto es una barrera natural que ciñe la costa
de Lut, otro paisaje arenoso y salino al- sur del Caspio y atrapa en sus vertiente
ternativamente, inhabitable y silencio- toda la humedad y las lluvias creadas
so, poblado aún por la leyenda de Lot por aquél, constituyendo quizás el cau-
8 y Sodoma. Las contadas pistas que sante principal de la aridez natural del
Portadores del trono de Darío, en Persépolis.
Grabado publicado en el libro
de Chardin (1735).

N.

9
· interior. La estrecha franja de la costa Fuera de esta imagen global hay que
-de unos 225 km de recorrido y entre situar el.Juzistán y la Susiana, una pro-
15 y 100 km de anchura- debió presen- longación física de la llanura mesopotá-
tar en tiempos remotos un paisaje de mica que, sin embargo, cultural y pplí-
verdadera jungla tropical, cortado por ticamente siempre tuvo sus raíces an-
cientos de corrientes de agua y lleno de _ cladas en el interior de los Zagros.
pantanos. La ocupación urbana del área Irán sufre hoy una gran erosión en ·
fue muy tardía, de época aqueménida, muchos de sus suelos. Las temperatu-
según R. Frye. Y los asentamientos an- ras oscilan entre máximas de 51 ºC en
teriores parecen haberse limitado a las · el Juzistán y . -37 ºC en el Azerbaiyán,
laderas y los valles altos. Hoy, la franja pero tales datos estadísticos no nos
costera y la vertiente norte de Elburz permiten imaginar - como es el
reúnen la casi totalidad de la superficie caso-, que ciertas regiones entre los
arbolada del Irán, con robles, hayas, no- meses de mayo y septiembre se con-
gales, olmos y tilos además de excelen- vierten en verdaderos hornos, con me-
tes' cultivos. Más al este, en las vertien- dias de 50 ºC a la sombra. Como no po-
~tes meridionales de-los montes del Ko- día ser menos, las precipitaciones son
pet Dag y el Jorasán, se extiende lo que escasas, los ríos poco caudalosos o es-
para algunos es ·el granero del Irán. Pero tacionales y sólo uno, el Karum, es na-
más allá se .abren los inmensos desier- vegable. Y no pocas corrientes que ba-
tos de ·Karakumi y Kizilkumi, partidos jan de los múltiples ·complejos monta-
por elAmur Daria y el mar de Aral, in- . ñosos acaban evaporándose en la lla-
mensas estepas de nómadas y espacios · nura. Para luchar contra ello, los iranios
10 siempre ligados al mundo iranio. desarrollaron la distribución de agua
Arriba, los montes Zagros, llenos de fértiles Pese a sus formidables montañas y
valles. Izquierda, la cadena del Elburz, parte desiertos, el Irán no estuvo .cerrado al
del pa~~aj_~ septentrion_a l d~ Teherán. exterior. Las invasiones vendrían siem-
pre desde el Asia Central por la llanura
de Gurgan, desde el Cáucaso por el
por el sistema del qanat, una especie Azerbaiyán y desde Mesopotamia por la
de canal subterráneo. Susiana. Pero también los comerciantes
Sin embargo, el suelo del Irán es rico, y los nómadas, que aprovechaban esas
y en la antigüedad lo fue más ..A meta- mismas rutas, abrirían en los Zagros o
les como el cobre, el estaño, el plomo, en los montes del oeste muchos pasos
el hierro, la plata e incluso el oro, se más, que comunicarían activa y pacífi-
unían piedras valiosas como la cornali- camente al Irán con la Mesopotamia o
na, el lapislázuli -que no sólo se ex- el Indo. Esas y las grandes y milenarias
traía en el Afganistán, sino también en rutas de Tabriz y Jorasán, disputadas
el Sistán-, la clorita o la turquesa y, por por urartios, asirios y babilonios, o·la no
supuesto, maderas de muchos tipos. menos famosa de la seda, entrarían
Con todas estas materias primas se creó siempre en los mercados y en la histo-
un tlujo continuo hacia Mesopotamia y, ria de Oriente.
pronto, una rica y variada producción - Miles de años pasaron por el Irán. ·
artesanal alcanzó los mercados del :Cierto que muchos bosques han desapa-
Oriente. Todavía hoy, en los zocos de recido. Y cierto que no pocas ·áreas ya-
Estambul, Damasco, Aleppo, Mossul o cen abandonadas Y' desérticas, resguar-
Bagdad, los productos del Irán sqn dis- ! tlando lo que son sólo ruinas de antiguas
tinguidos y estimados. . ciudades .urartias, medas, persas, par- 11
tas, sasánidas o islámicas pero, en lí- iranio marcado por el decorativismo,
neas generales, no se han producido patente desde las primeras cerámicas
grandes cambios en el paisaje. En el ho- pintadas susianas (ca. 4000 a. C.) hasta
rizonte, todavía hoy podemos ver el Irán las esculturas aqueménidas del siglo v
con los ojos de los antiguos. a. C. Bastante más restrictivo se mani-
festó R. Ghirshman, al pretender que
ese arte iranio que él veía soldado al
El arte del Irán mundo de las estepas, de la Transcau-
casia y la Transoxiana, se había inicia-
do verdaderamente con la aparición de
Desde que en 1954 Henri Frankfort los pueblos iranios en la región, a fines
escribiera, en su ya clásica The Art del segundo o a comienzos del primer
and Architecture of the Ancient Orient, milenio. Y en la necrópolis 8 de Sialk
que la discontinuidad histórica de las decía descubrir el embrión del posterior
regiones periféricas de Mesopotamia arte medo y persa.
-Anatolia, Palestina, Siria y Persia- A decir verdad, puede que a su
hacía imposible redactar una historia modo uno y otro hayan tenido razón.
del arte en cualquiera de estas regio- Hoy, la historiografía más reciente
nes, parece obligado reflexionar sobre sabe que el fenómeno urbano en el
la oportunidad y la lógica de unas pági- Irán fue intenso y personal -sin que se
nas escritas bajo el título de Historia del ignoren las relaciones siempre abiertas
Arte del Irán y las Estepas. Pues aunque con Mesopotamia, el Indo y las estepas
en el mismo estudio el propio H. Frank- de más allá del Amur Daría, según
fort aceptara que de toda la periferia P. Amiet vigentes desde el 3500 hasta el
mesopotámica sólo Persia había tenido 1700 a. C.-, y no limitado al singular
un estilo propio, lo cierto es que la ca- proceso de la Susania y el Elam. Sabe-
lidad de su persona y su obra han de- mos también que el hundimiento natu-
jado sólidamente establecida la duda. ral del equilibrio turanio no supuso la
Ya que si el Irán careció de la continui- crisis de los pueblos de los Zagros y el
dad reputada por él como esencial Pª"" . ·Elburz, y que incluso en el Asia Central
ra el desarrollo de un arte autónomo, la cultura se reorganizó pronto de otro
¿es lícito hablar del arte iranio como un modo. Los textos contemporáneos es-
todo? Yo creo que sí. _ critos en Mesopotamia están llenos de ·
La definición de un estilo regional es referencias a pueblos de la región,
fruto de muy distintos factores. Según pues las comunicaciones y el comer-
las épocas, las modas o las inquietudes cio seguían existiendo, y nuevos datos
de las sociedades, la Historia ha dado arqueológicos siguen saliendo a la luz.
primacía a unos u otros. Al célebre H. A. Y aceptamos que, bien mucho antes o
Taine ( 1886) se atribuye, por ejemplo, a comienzos del primer milenio, los
la estimación del medio geográfico pueblos indoirianos entraron en una
como elemento determinante, olvidan- escena histórica en la que pronto mar-
do que algo parecido habían pensado carían el tono cultural. Entonces,
también J. J. Winckelmann (177 4), Pla- ¿hubo ruptura?, ¿existió la continui-
tón o Aristóteles. Una obra del W. Waet- dad?, ¿fueron determinantes las nue-
zoldt de unos años muy especiales vas razas? Por muchas crisis que hayan
(1941), enfatizaba el papel de la raza en existido, por muchos pueblos nuevos
la creación y supervivencia de un estilo que hayan aparecido, el espíritu iranio,
artístico nacional a lo largo de los siglos. el especial sentir iranio se fue forman-
¿verdadero? ¿falso? Como si de un jue- do con la participación de todos, y en
go se tratara deberíamos decir que de un medio que no sufrió alteración. Es
todo eso y de algo más, un poco por lo cierto que, como dice H. Frankfort, el
menos. decorativismo de la cerámica pintada
Cuando H. Frankfort escribió el capí- del Irán prehistórico se manifestó tam-
tulo dedicado al arte de la antigua Per- bién en la escultura aqueménida; pero
sia en su libro clásico, en contradicción yo diría también que lo hizo en los te-
con lo antiguamente consignado, de- jidos sasánidas, en los tapices y alfom-
12 fendió la existencia de un estilo propio bras de Isfahan, de Tabriz, en las mi-
niaturas del famoso Behzad o en las hoy todavía fuente y punto de referen-
cúpulas de la madrasa del Sha Sultán cia imprescindible. Tras él, no pocos
al Hussein en lsfahan. griegos y latinos dejaron recuerdos de
También diría que el sentido del or- sus contactos con las gentes del Irán
den, estudiado por E. H. Gofl\brich pero, con toda certeza, el romano
(1979), aparece siempre en las artes de- ·Amiano Marcelino (ca. 330-ca. 395) se-
corativas iranias sin duda, pero también ría el más rico transmisor del violento
en su arquitectura y en su escultura. choque de romanos y sasánidas. Me-
Pues desde la ziqqurratu de Dür-Untas nos conocidos quizás, pero no menos
hasta el palacio sasánida en Sarvistan, valiosos, son los escritos de los bizan-
el orden, el equilibrio y un evidente hilo tinos Procopio de Cesarea y Agathias
continuo resurgen aquí y allá. Pero tam- Escolastikos (muerto ca. 582). A partir
bién en las fa chadas de las tumbas de de la invasión árabe y la difusión del Is-
Naqs-i Rustam, o en los remotos relie- lam con la victoria de Qadisiyá (637
ves de las gargantas de Seckaf-i Salman d. C.), los historiadores, geógrafos y
y Kül-i Farah. viajeros árabes son de imprescindible
La fuerza interior de todos los pueblos consulta. El primero al-Tabari (893-
iranios se percibe varia y a la vez unita- 923), en cuya Crónica Universa/ se re-
ria en sus formas artísticas. Puede que coge la historia de persas y árabes en
desde el punto de vista teórico, las ra- época sasánida. Luego las referencias
zones opuestas encuentren algunos ar- dedicadas a Persia por al-Ya' qubi
gumentos. Aunque yo diría que no hay (muerto ca. 897, o al-Maqdisi (946-
mejor teoría que la práctica. El estudio 1000) y los tempranos escritos de los
de las culturas, sus materiales, el medio viajeros de Occidente, como el rabino
y la historia del Irán, nos darán la mejor Benjamín de Tudela, que en la segunda
respuesta a nuestra celosa búsqueda de mitad del siglo xn dijo alcanzar Susa y
un arte iranio. otras provincias del Irán. Pronto segui-
rían los cristianos, como Marco Polo,
que en 1271-72 visitó las desoladas re-
giones del sur del Irán. O Ruiz Gonzá-
Yiojeros y estudiosos en el Irán lez de Cl~vijo, que, en su embajada de
Tamerlán (1403-1406) vistiaría el Elburz
A diferencia de lo ocurrido en otras y la región de Teherán.
regiones del antiguo Oriente, en los Aunque no se suele señalar, los pio-
montes, los valles y las estepas del Irán neros de la Edad Moderna fueron por-
siempre han vivido gentes que guarda- tugueses, italianos y españoles. Así, en
ban memoria del pasado. La sucesión 1610, Pedro Teixeira publicaba en Am-
de los grandes imperios iranios de beres el relato de su largo viaje por
aqueménidas, partos y sasánidas sobre Irán, que, desde la India y por Iraq, le
el mismo suelo, y el contacto diverso había llevado a Italia. Mayor enjundia
que mantuvieron éstos con griegos, ro- tendrían los Viaggi de Pietro della Valle
manos, bizantinos, árabes y chinos, ha- (1586-1652) y sobre todo el largo relato
ría que la literatura clásica de los forma- de la embajada al sha de Don García de
dores de nuestra propia cultura estuvie- Silva y Figueroa (1619-1624), emisario
ra llena de libros, noticias o referencias del rey Felipe III de España. Primeros
a los pueblos del antiguo Irán. Paradó- ambos en reconocer los signos cunei-
jicamente, tal vez por eso y por la difícil formes como escritura, el español ade-
lejanía de sus ruinas, el redescubrimien- más fue el descubridor intelectual de
to de la historia y las artes iranias haya Persépolis en las ruinas de Chilminara.
resultado un camino lento y relativa- Más tarde, en el curso de los siglos xvm
mente tardío. y XIX, otros viajeros seguirían sus pasos
En el curso de la segunda mitad del e irían descubriendo a Occidente, con
siglo v a. C., Heródoto convertiría las sus grabados y sus relatos, las costum-
páginas de sus Nueve libros de la His- bres y las leyendas de la historia persa.
toria, en el primer monumento fiable Y entre los epígonos, es forzoso recor-
de la historia, la cultura y el pasado de dar la embajada francesa de 1840, en la
medos, persas y escitas. Su relato es que E.. Flandin y P. Cqste tenían eco- 13
mendado el .dibujo y colección de to- de Susa. Años después, Francia ·conse-
das las noticias posibles ·sobre el arte, guiría el monopolio arqueológico del
la' historia y la Cültura de los persas. Su Irán; y Jacques de Morgan, un ingeniero
libro . Voyage en ·Perse (1851) tendría de minas apasionado por el mundo an-
cumplida fama. La misma que, si no tiguo, creaba en 1897 la misión estable
tuvo entonces, merece Adolfo Rivade- en Susa, a cuyo frente irían figurando
neyra, vicecónsul español en Teherán, tras él varios maestros de la iranología
cuyo Viaje al Interior de Persia (1880) como R. de Mecquenem, R. Ghirsh-
es, posiblemente, el más atractivo de man o J. Perro t.
todos 'los escritos. Pero con ellos termi- Desde entonces, descubrimientos y
naban .los hombres de acción y empe- publicaciones han ido recomponiendo .
zaban los estudiosos. la historia del Irán y los pueblos inme-
Aunque ya algunos británicos como diatos. Pero su número es tan alto y las
el artista R. Ker Porter, el famoso A. H. épocas toqtdas tan dispares que por
Layard, W. K; Loftus y el 'ºº menos co- fuerza hay que referirse a una corta se-
nocido H.' C. Rawlinsón -que con su rie. Como los trabajos de R. Ghirshrnan
copia de la inscripción de Bisutum en- en Tépé Giyan (1931) y Teté Sialk
contró la llave para el desciframiento de (1933), los de E. F. Schmidt en Tépé His-
la escritura cuneiforme--, exploraron sar (1931-32) y de E. Herzfeld en Persé-
ruinas de antiguas ·ciudades del Irán, la polis (1931-39). El hallazgo del famoso
verdadera historia de.su descubrimien- tesoro de Ziwiye (1947), las excavacio-
to científico no comenzaría hasta 1884, nes de R. H. Dyson en Hasanlu
fecha en la que los esposos Marcel y (1957-1974), las de E. O. Negahban en
14 Jane Dieulafoy iniciaron la excavación Marlik Tépé (1961-62), D. Stronach en la
A la izquierda, valle de la cadena de los del arte iranio firmadas por E. Porada
Zagros. Arriba,)umba de Ciro en una (Baden-Baden, 19fi.2), R. Ghirshman
acuarela de R: Ker Porter (París, 1962 y 1964) y A. Godard (Pa-
rís, 1962). O sobre parcelas poco c_o-
nocidas, como las de A R. Malcolm en
su Parthian Art (London, 1977), o Ph.
meda Nus-i Yan (1967-77), C. C. L. Kohl con su Central Asia · (París,
Lamberg-Karlovsky en Tépé Yahya 1984). '
(1967-69) o W. Sumner en la otra capi- La actualidad es época de reflexión.
tal suso-elamita, Tall-i Malyan-Ansan Un moderno conocimiento de la his-
(1971-78). toria periférica ha mejorado la com-
Al mismo tiempo, una enorme colee~ prensión profunda del Irán antiguo y
ción de libros y artículos se iban publi~ su cultura. Ello es evidente en las
cando. Forzoso es recordar ·el Brónzes obras de E. Carter y M. Stolper (Elam,
du Luristan (París, 1931) de A Godard, 1984), P. Amiet (L'Ag_e de.s echanges,
o el clásico Die Kunst Irans zur Zeit der 1986) o D. T. Potts (The Archaeology
Sasaniden de K. Erdman (Mainz, 1943). of Elam, 1999), que acompañan una
Los estudios de M. P. Gryaznov y S. l. revisión profunda también manifesta-
Rudenko (Leningrado, 1958 y 1960) so- da en la nueva Achaemenid History
bre las tumbas del Altai y su influencia (1987-1996), o en la reconsideración
persa: la monumental Archéologie de total a través de exposiones particu-
l'Iran Anden (Leiden, 1959), fruto del en- lares como la de la cultura sasánida
tusiasmo de un entonces joven L. Vanden (Bruselas, 1993) o la de Susa (París,
Berghe, y las primeras historias globales 1994). 15
Los primeros pasos

N el curso del año 1891, algunos alcanzó la base <le aquel gigantesco tell
E de los escasos campesinos que
vivían cerca del modesto santua-
rio dedicado a la memoria del profeta
que tanto le impresionara en su juven-
tud, encontró emocionado la huella de
los primeros habitantes de Susa, una ne-
Daniel, a orillas del Chaur, un riachuelo crópolis del IV milenio; y en sus ajuares,
afluente del Karum, permanecían sen- la bella cerámica pintada, que, con sus
tados en cuclillas y silenciQsos sobre íbices estilizados, escribe las primeras
una de las cuatro colinas de Sus, obser- páginas del arte del Irán.
vando el ir y venir de un curioso perso-
naje.
Vestido con una levita oscura y toca- Los orígenes del arte iranio
do con un gorro de piel, un alto y bar-
budo europeo subía y bajaba las coli-
nas, inclinándose para recoger fragmen- Los inicios de la presencia humana
tos de cerámica, ladrillos o cualquier en la meseta y los intrincados valles y la-
cosa que llamara su atención. Cierto deras de las montañas iranias, en las es-
que- no era el primero que veían por allí. tepas del Asia Central y en los pasos ha,.
No hacía sino cuatro años que un ma- cia el Indo y el Afganistán, se remontan
trimonio francés, que había vivido con a muchos miles de años atrás. Pero la
ellos algún tiempo, se marchó llevándo- magnitud del área y su difícil región, la
se lejos un capitel de piedra y los existencia de muchas zonas todavía mal
guerreros de un muro de ladrillo. Pero conocidas y los distintos estadios de la
éste, con su enérgico andar, su hablar investigación, dificultan la visión global
para sí y su llamativo aspecto, les sor- del proceso. No obstante, disponemos
prendía sobre todos. hoy de los suficientes elementos como
Jacques de Morgan (1857-1927) para intentar esbozar un cuadro general
-pues así se llamaba el estudioso-, se y concluir que, contra lo que suele afir-
detvvo al pie de la mayor de las colinas marse, los distintos mundos del Irán lle-
de Sus, cuyos 38 metros de altura le de- garían en fechas tempranas a conocer-
jaron sin respiro. Al ir a comenzar la as- se y a influirse mutuamente; y pronto
censión, sus ojos repararon en unos sí- también nacería un arte, pues con inde-
lex. Tras recogerlos cuidadosamente, pendencia de los valores que pudiera
los envolvió en un pañuelo y continuó poseer, difícilmente podemos negarles
su marcha pensativo. Si en su excava- el sentimiento artístico a las más jóve-
ción de los años 1884-86 los esposos nes realizaciones de las gentes del Irán.
Dieulafoy habían documentado un pa- Los primeros cazadores y recolecto-
lacio de Artajerjes 11 (404-359 a.C.), res del Zarziense (13000-12000 a.C.),
aquellos sílex suponían que allí, en la que habitaron las grutas del valle de Hu-
antigua Susa y bajo aquel enorme tell, lailán y Ghar-Khar en los Zagros, fueron
podía hallarse toda la historia del anti- acaso los primeros antepasados iranios
guo Irán desde los orígenes del hombre. conocidos. Se movían por las tierras al-
Jacques de Morgan se frotó las manos tas, cazando y pescando lo que caía a
satisfecho. mano: moluscos, pájaros, ungulados ...
Años después, el 18 de diciembre de Su industria del sílex era elemental y mi-
1897, un J. de Morgan feliz comenzaba crolítica; pero el descubrimiento de mi-
la excavación sistemática de una de las crolitos semejantes en las regiones del
más célebres ciudades del Irán. Cuan- norte del Makrán pudiera poseer un sig-
161 do en 1907, y tras ímprobos esfuerzos, nificado excepcional, porque podrían
La tumba del profeta Daniel con la colina
de Susa al fondo. Grabado del siglo XIX
sobre un dibujo de H. A. Churchill

ser las huellas de la remota vía que, mi- gión central de los Zagros, que, como
les de años después, habría unido los sugiere G. Dollfus, desempeñó un papel
distintos focos neolíticos del Baluchis- esencial en el nacimiento del neolítico
tán y los Zagros. iranio. En el curso del vm milenio se
Según un modelo propuesto por H.J. acentuó eLdominio sobre plantas y ani-
Nissen (1983), las regiones donde con- males, aunque en la dieta de los habi-
vergían biotopos distintos, al proporcio- tantes de las primeras aldeas de tapial,
nar una rica variedad de recursos, faci- M. J. Schoeninger ha demostrado que
litarían el proceso de sedentarización y todavía dominaba la carne sobre el ce-
las experiencias en la domesticación de real; y poco después, entre el 7000 y el
plantas y animales. Eso debió determi- 6000 a.c., el proceso de sedentarización
nar el futuro de Ali Kos, al suroeste de y producción de alimentos culminaría
los Zagros, donde los recolectores me- con las aldeas construidas en adobe so-
joraron la industria lítica, construyeron bre cimientos de piedra y paredes rec-
chozas semienterradas, ampliaron la tas. Las primeras cerámicas a mano de
caza -gacela, onagro, buey salvaje, ja- pasta oscura, con abundantes desgra-
balí, pesca - y comenzaron a manipu- santes de paja y cocidas a .fuego bajo,
lar plantas y animales en el curso del pronto se harían decoradas en el mis:-
noveno milenio. mo Ali Kos, Qal'i Rustam -al sur de ·1a
Sus experiencias debieron ser segui- actual Isfahan- y en· Hayyi Firuz junto
das en muchos otros lugares de la re- al lago Urmia. Y con ellas, como con las 17
estatuillas de barro de Tépé Sarab, en el cameros, aves, gacelas, cabras monte-
corazón de los Zagros, nacería el arte ses, motivos geométricos e incluso hu-
iranio. La célebre dtosa de Tépé Sarab, manos pintados en negro. Y aquí, como
una típica figurita femenina realizada en Hissar o en Tel-i Iblis, en el camino
uniendo partes distintas, evoca en sus hacia el Sistán, se confirmó la primera
formas a las más o menos contemporá- metalurgia que, como no podía ser me-
neas figuritas anatólicas de \:atal o Ha- nos, nacía así en las proximidades de
cilar, pero también se hermana con el los yacimientos de cobre.
horizonte de la cultura de Djeitun en el En 1928, en la región de la vieja Per-
Turkmenistán. sépolis, E. Herzfeld comenzó a excavar
A lo largo del lento proceso que lleva una pequeña colina, Tell-i Bakun, cuya
de las simples aldeas a la ciudad (ca. espléndida cerámica pintada se prolon-
6000-3200 a.C.), iría madurando el arte garía en la de Susa. Pues a comienzos
de la ce:r-ámica pintada, que resulta ser del IV milenio, la llanura del río Karum
la más acusada característica estética al pie de los Zagros, conoció el naci-
de la región. Dice E. Porada, en su ya miento de lo que andando el tiempo se-
clásico Irán Antiguo, que podría suceder ría una de las más viejas y famosas ciu-
que los únicos temas ornamentales de dades del Irán. Sus gentes dejaron re-
la cerámica pintada del Irán hubieran cuerdo en una gran necrópolis con
sido algo más que una simple decora- cientos de tumbas pegadas a una espe-
ción, pero que sería vano entrar en su- cie de gran plataforma en talud, deco-
posiciones. Mas no deja de ser eviden- rada con conos de arcilla y descubierta
te que, entre otros temas posibles, los por M. J. Steve y H. Gasche en los años
gr~mdes musmones de cuernas retorci- sesenta. Con toda certeza, la plataforma
das, las gacelas y las cabras monteses . de Susa fue el primer edificio monu-
impresionaran siempre la mirada del mental del Irán -con todas las conse-
hombre del Irán, que los llevaría a sus cuencias que puedan derivarse, como
cerámicas en Sialk, Tall-i Bakun y Susa, las supuestas por J. D. Forest- pionero
o a sus metales en Hissar, Ziwiye, Luris- quizá sobre Eridu en una ciudad cuyos
tán o Persépolis. Demasiada constancia numerosos sellos de estampilla - raros
para una simple casualidad. en Eridu-, sugieren una gran vitalidad.
En lós años treinta del pasado siglo No obstante, la llamada cerámica de
R. Ghirshman consiguió en Tépé Sialk, , Susa 1 -Susa A-, con sus bien conoci-
una colina localizada en el límite oeste dos vasos pintados, es su .más perfecta
de la meseta al pie de los Zagros, una realización artística. Extendida por todo
amplia sucesión estratigráfica y una el Juzistán, ·su popularidad se compren-
buena información sobre el desarrollo de por la calidad de su pasta y manu-
de la cerámica pintada. Presente ésta factura, fa elegancia de sus formas y su
desde los pasos primeros de la ocupa- cuidadosa decoración en negro o pardo
ción humana, el lugar alcanzaría su ce- sobre engobe claro, con temas geomé-
nit en los niveles 11 -con recipientes de tricos y zoomorfos muy estilizados.
paredes finas, mejor pasta y cocción,
color rojo y pintura negra-y III, que de-
bió iniciarse a comienzos del IV milenio. Primeras ciudades,
En esta época apareció el torno, que ha- primeros Estados
ría posibles las bellas y sorprendentes
formas del período. La mejora en la coc-
ción -pues se construyeron los prime- La vitalidad de la Susa construida en
ros hornos de calidad- daría pastas los aledaños de la gran plataforma de
más claras primero y verdosas -como adobe del Período 1parece haberse reo-
en Mesopotamia- después. Las super- rientado a mediados del IV milenio. La
ficies, pulimentadas con frecuencia, se plataforma se abandonó, lo mismo que
llenaron de temas naturalistas y geomé- la cerámica pintada - un fenómeno ob-
tricos con una interpretación típica e in- servado igualmente en Mesopotamia-,
confundiblemente irania. Las superfi- y la cultura material de la ciudad irania
cies de copas, cálices, cuencos, vasos, comenzaría a recibir el eco de otra ciu-
18 platos se cubrieron con las siluetas de dad singular. Dice P. Amiet que la ocu-
Vaso cerámico de Susa (IV milenio a. C.).
Museo Británico, Londres

19
pación humana en tomo a Susa se or- mente en el Fars, las excavaciones del
ganizó entonces en cuatro tipos de há- University Museum de la Universidad de
bitats: grandes centros como Susa, Cho- Pennsylvania, bajo la dirección de W.
ga Mish o Abu Fanduweh, poblaciones Summer, que iniciadas en 1971 llevaron
medias, pueblos y aldeas. Esta diversi- al descubrimiento de la otra gran capi-
dad sugiere la exisleilda de varias orga- tal política de Susa, Ansan, en el lugar
nizaciones proto-estatales. de Tell-i Malyan, demostraron que, a fi-
La cultura susiana de época Uruk no nes del IV milenio a.c., existió allí una
es el resultado de una colonia, al estilo gran ciudad comparable a Susa, con la
de las emplazadas en el Eúfrates Medio, que se comunicaba directamente por la
como Habuba Kabira; antes bien, los vía natural que cruzaba las llamadas
distintos centros independientes entre Puertas Persas. Y si lo que después se-
sí -pequeños Estados en realidad que ría una unidad política no lo era ya, con
se combatieron con ardor- si bien asi- certeza disponía del mismo horizonte
milaron algunos aspectos por la eviden- cultural en expansión.
cia de los contactos, acometieron una La Susa del período es mal conocida
expansión propia en las regiones que en su arquitectura, pero ha proporcio-
les eran familiares desde mucho tiem- nado cientos de tablillas escritas -ha-
po atrás, los valles altos de los Zagros, lladas también en Tall-i Malyan- con
la meseta oeste y los valles que por el un sistema propio, en gran parte ideo-
Fars y bordeando el descenso del Lut gráfico y, por tanto, de muy difícil lectu-
llevaban al Luristán. ra. Pero lo sorprendente es que lejos de
La glíptica de la Susa de entonces allí, en el valle de Soghun, C. C. Lam-
proporciona una rica información sobre berg-Karlovsky encontrara en el nivel IV
oficios y reyes guerreros que, en un es- del Tépé Yahya, arquitectura semejante
tilo semejante al de la ciudad mesopo- a la de Tall-i Malyan y tablillas allí escri-
támica, nos habla de una verdadera mo- tas con el mismo sistema que en el Fars
narquía. La cerámica pintada del perío- y la Susiana. Pero es que además en el
do anterior se vio sustituida por otra lejano Sistán, al otro lado del desierto
más sencilla, entre la que es preciso ge Lut, M. Tosi descubriría la ciudad de
destacar -si no por su escaso atracti- Sahr-i Sohta -punto de relación entre
vo, sí por su valor fósil-, los centena- el Asia Central, el Indo y el Irán occiden-
res de cuencos groseros de borde bise- tal-, donde una sola y modesta tablilla
lado, hechos en molde y a mano, bien proto-elamita da cuenta del alcance de
conocidos en todo el ámbito Uruk. Más los movimientos iranios.
sugerentes son los grandes recipientes Desde el punto de vista artísti~o, E.
de alabastro -de hasta un metro de Porada y P. Ami et entre otros atribuye-
diámetro-, o los vasos teriomorfos y ron a la época unas vigorosas estatuillas
antropomórficos en el mismo material, de felinos, realizadas en alabastro, mag-
que P. Ami et vincula al culto religioso. nesita u otras piedras, talladas con un
Igualmente son dignas de mención sorprendente realismo, de las que co-
las estatuillas de alabastro -primeros nocemos no pocos ejemplares.
modelos de una escultura irania en bul- A lo largo del 111 milenio, algunas áreas
to redondo- y los objetos de bronce del Irán se verían fuertemente afectadas
realizados a la cera perdida, tales como por la presión sucesiva de los primeros
largos alfileres de manto o cabello con imperios mesopotámicos. Pero otras
cabezas de animal, en especial el car- muy alejadas, como las de Gurgan, el
nero o muflón iranio. Sistán y el Asia Central, asistirían al cre-
En tomo .al 3300/3200 a.c., la Susiana cimiento y madurez de una cultura ur-
vivió una crisis de regresión y, cuando bana avanzada dotada de una arquitec-
retomamos los datos a fines del IV mile- tura monumental sorprendente. Sería el
nio, encontramos que el área miraba horizonte de lo que M. Tosí llama el Tu-
decididamente hacia el interior iranio, rán, un mundo que todavía espera mu-
hacia el Fars e incluso al Sistán, ponién- cho de la futura investigación.
dose así las bases de lo que estética y Los escasos materiales artísticos des-
culturalmente sería el mundo suso-ela- cubiertos en la Susa del III milenio avan-
20 mita del 111, n y 1 milenio a.c. Precisa- zado nos hablan de una renovada in-
Arriba relieves rupestres
C) Abajo,de
Küriigün (siBtos :e-~u~~ d~cora<!a
ran plataformas de arcilla (st;gu~
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J. Steve y D· ladtray.1

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21
fluencia estética mesopotámica. Escul- como R. Biscione y M. Tosi han puesto
turas de aire provincial, que represen- de relieve, estamos en la época de ma-
tan a príncipes iranios a los que quizá durez de las primeras estructuras esta-
·correspondan tumbas con carro seme- tales del Turán, con ciudades que
jantes, aunque mucho más modestas · como Tureng Tépé 111 C1, incorporan
que las de Ur. Pero la cerámica pintada grandes plataformas fechadas con cer-
del llamado Estilo 11 se nos antoja más teza -por Cl4 en este caso- antes del
irania, si bien las grandes jarras globu- 2350 a.c., esto es y como J. L. Huot ha
lares -como la que contenía sellos me- destacado, mucho antes de que en Me-
sopotámicos de Ur 1 (ca. 2450 a.C.), re- sopotamia se construyeran las prime-
cipientes y objetos de cobre y vasos de ras torres escalonadas.
alabastro-, pintadas con temas geo-
métricos y animales, nos parecen estéti-
camente inferiores a las del estilo Susa l. La madurez
Los príncipes iranios participaban en del arte suso-elamita
las luchas entre las ciudades mesopotá-
micas. Así Eannatum recordaría que el
elamita se arrojó sobre Eannatum, pero Con el 11 milenio a.c. entramos en la
él rechazó al elamita a su país (E. Soll- época de madurez del arte suso-elami-
berger/R. Kupper, 1971). Conquistada ta. A partir de ahora -y sin que ello sig-
por Sargón, Susa continuó manteniendo nifique que la Susiana no esté abierta a
relaciones con Ansan, tan inalcanzable los influjos mesopotámicos-, la sim-
para los akkadios que Naram-Sin acabó biosis llanura-montaña, Susiana-Elam,
firmando un tratado. Un paréntesis de será tan estrecha política y culturalmen-
recuperación vendría de la mano de Pu- te que la titulatura de sus monarcas, rey
zur-lnsusinak, rey de Awan, Ansan y Su- de Ansan y de Susa, expresará el espíri-·
sa, que se aprovechó del fin de Akkad. tu de un reino bicéfalo anclado en dos
Restaurada la dependencia con la III di- capitales, una en la montaña y otra en
nastía de Ur, Idattu, rey se Simaski y la llanura.
El.im, acabaría definitivamente con la Mientras Mesopotamia vivía los rea-
célebre ciudad mesopotámica en torno justes posteriores al hundimiento de la
al año 2000 a.c. El no lo sabía, pero ce- 111 dinastía de Ur, la integración progre-
rraba toda una época de la historia. siva de las gentes de Amurru y las
Tan rápida sucesión de aconteci- guerras sucesivas entre Isin, Larsa y Es-
mientos ha oscurecido la imagen del nunna, la Susiana comerciaba con el
arte susiano. Sin embargo, nuevos ha- Irán interior y, por el río Karum, con los
llazgos realizados en el ·interior del Irán países del Golfo. La vida económica
nos permiten conocer facetas imprevis- pudo así aprovechar los últimos siglos
tas. Por ejemplo, que en la contempo- del mundo turánico que, muy pronto,
ránea Tépé Yahya se tallaban y decora- entraría en crisis.
ban peculiares recipientes en clorita, La Ansan de comienzos del 11 milenio
con temas que hablan dei estrecho era una ciudad de unas 100 ha, mayor
contacto con el mundo afgano e indio. por tanto que Susa. De su cultura mate-
Y, más al este, A. Hakimi, un estudioso rial, no bien conocida, destaca la cerá-
iraní, descubrió ~n los años setenta, en mica de Kaftari, con decoración pinta-
la necrópolis de Sahdad, a unos 120 km da de aves y temas geométricos, así
al este de Kermán, la llamada Cultura como sellos cilíndricos realizados en
del Desierto de Lut, con cerámicas ro- pasta de betún de un tipo que, como
jas decoradas en negro, fragmentos de destaca P. Amiet, resulta bastante fre-
escritura silábica igual a la utilizada en cuente en la Susa de entonces. De la ar-
sus inscripciones por Puzur-Insusinak, quitectura de ésta tampoco se sabe de-
y sellos que hablan de contactos con el masiado. En los años sesenta, R. Ghirsh-
Sistán y el Turkmenistán. Y es que, man excavó un barrio acomodado, con
grandes mansiones de adobe, patio
central de respetable tamaño y múlti-
Orante de Susa. Estatuilla de alabastro ples habitaciones que les conferían el
(hacia 3.300 a. C.). Museo del Louvre, París aspecto de verdaderos palacios. En su 23
subsuelo, las distintas familias cons- nio comenzó a desplazarse hacia el Oc-
. truyeron una especie de panteones cidente, fijándose entre los Zagros y el
abovedados en ladrillo, donde se suce- área suso-elamita.
dían las inhumaciones. En Haft Tépé, Tal evolución debió sentirse en Susa
10 km al SE de Susa, E. O. Negahban y Ans.an, aunque el verdadero peligro
descubrió acaso la antigua Kabnak, vendría de la Babilonia casita, cuyo rey
donde apareció un impresionante com- Kurigalzu derrotó en una ocasión a la
plejo funerario. doble monarquía. Pero una nueva di-
Desde tiempos muy antiguos, los ar- nastía devolvió el golpe y consiguió hun-
tesanos de la ciudad trabajaban con dir para siempre a los casitas. Siglos
gusto la pasta de betún, acaso un susti- después, J. de Margan descubriría los
tuto barato de la clorita negra, que só- monumentos que, como la estela de
lo la lejana Tépé Yahya estaba en con- Naram-Sin o el Código de Hammurabi,
diciones de suministrar. Los museos de habían sido llevados a Susa en calidad
·reherán o París poseen cuencos y otros de botín.
recipientes realizados en pasta de be- Los últimos años del 11 milenio fueron
tún, encontrados en tumbas. Especial- también brillantes para el arte suso-ela-
mente señalado es un trípode con ca- mita. En fechas recientes, W. M. Sum-
bras monteses arrodilladas, con ojos ner ha descubierto en Ansan un extra-
incrustados de blanco. ño edificio oficial, organizado en tomo
La escultura de la época no es mu- a un patio cuadrado, dotado de un pór-
cho mejor conocida. Una estela de ca- tico de pilastras de sección cuadrada.
liza con 74 cm de altura conservada, Cierto que la planimetría general del
presenta tres registros; en el principal edificio tiene correspondencias en Susa
de los mismos una diosa apoya su pie y Dür-Untas, pero el pórtico de pilastras
sobre un león. Las divisiones de cam- es único. No menos sorprendentes re-
po sugieren formas arquitectónicas; sultan la ziqqurratu de Dür-Untas y su
pero el tallado es irregular y las pro- complejo religioso, además del templo
porciones tampoco son satisfactorias. de Insusinak en Susa.
E iguales carencias presentan los re- Un gran muro de 1.200 por 800 me-
lieves rupestres de Küragun, cerca de tros rodeaba el gigantesco témenos,
Siraz, cuya escena principal -las figu- donde se levantaban algunos edificios.
ras de dos oférentes, hombre y mujer, Tras un nuevo muro de 400 por 400 me-
mas un sacerdote ante una diosa sen- tros se alzaba la enorme masa de la ziq-
.tada- sería completada muchos si- qurratu, de cuyas cinco supuestas terra-
glos después con una procesión. No · zas en ladrillo y adobe aún se conser-
obstante, los relieves rupestres se van tres. Supuestas porque, como R.
.anuncian ya como una de las peculia- Ghirshman demostrara, cada piso apo-
res constantes del arte iranio de todas yaba directamente en el suelo; o lo que
las épocas. es lo mismo, más que terrazas eran una
Mención aparte mercen las máscaras especie de cajas crecientes y encajadas
y cabezas funerarias en arcilla cocida y una dentro de otra. Abajo, tras la facha-
pintada, halladas en las tumbas. Ade- da sudeste, se erigía la capilla del dios
más de las de Susa, la cabeza y másca- Insusinak, titular de la ziqqurratu. Alre-
ra de Kabnak se señalan tanto por su dedor corría un camino procesional. En
calidad como por suponerse retratos su día, las puertas de acceso estuvieron
del rey Tepti-ahar. decoradas con ladrillos vidriados con la
Entre 1800 y 1700 a.c., todo el Turán inscripción del monarca fundador, Un-
entraría en una larga crisis. Lugares co- tas-gal.
mo Sahr-i Sohta en el Sistán, Tépé Yah- En los años veinte, R. de Mecquenem
ya y la cultura del desierto de Lut, Tu- descubrió, entre los materiales emplea-
reng Tépé en Gurgan y la mayor parte dos en la construcción de un acueduc-
del Turkmenistán, asistieron a la de- to de época aqueménida, numerosos
cadencia de la cultura urbana. Parece · ladrillos moldeados que debían haber
que la población se reorganizó en áreas formado el muro exterior de un templo,
menores -los oasis, como apuntan V. construido en el curso del siglo }11 por
24 M. Masson y V. l. Sarianid.i-y el eje ira- los monarcas Kutur-nahhunte y Silhak-
tmcción de lf!,
Recons de Dur-
·· Untas
zikkurr_atu del siglo XIII
(medwdos a. C., según
s. R. Ghirshmann).

·.
•.
··,
........
:...., ..··
.···..

. con pórtico
Planta ~ PattO
d 1 ·r .
de un ed111C10
de pilares Van (segunqo
oficial d~ A~s a c., segun
m1lemo M. Sunner)
w. . 25
lnsusinak. En ·un estilo que recuerda al · Detalle de las ruinas de Tell-i Malyan
templo casita de Uruk, levantado por (hacia 3000 a~ C.). Derecha, cabeza de
Karaindas (1445-1427 a.c.), ambos re- Haft Tépé, posiblemente funeraria,
yes ·suso-elamitas erigieron este templo, . . que representa al rey Tepti Ahar.
cuyo muro exterior aparecía decorado
con una serie de imágenes de la diosa
Lama, hombres-toro y árboles de vida. pero también pfedras tradicionales co-·
La escultura de la época parece alcan- mo ágata o cornalina. En la iconografía
zar también el mejor momento. Ciertos se nota~ en opinión de D. Collon, la in-
leones de arcilla cocida y vidriada, mo- ·fluencia del mundo mitannio, asirio
delados con un gran ·realismo y perfec- medio y casita; una convergencia sor-
ción ·anatómica, que protegían la entra- prendente de ideas y motivos muy le-
da del templo de Insusinak en Susa, son janos.
considerados por P. Amiet como verda- A fines del siglo xn, tanto Susa como
deras obras maestras. Algo más tradi- Anan sufrieron el ataque de Nabu-ku-
cional .parece la estela de Untas-Napiri- durri-usur l. Los efectos, ligados qui-
sa, de cuya esposa, Nap.irasu, se conser- zá a problemas en et Fars no bien co-
va una estatua de bronce de gran tama- nocidos todavía, resultaron en siglos
ño fundida a la cera. Como E. Parada in- de silencio. Según P. Amiet, Susa pudo
dica, al naturalismo del cuerpo y los recuperarse pronto y su papel --has-
brazos se opone la solución abstracta ta la feroz campaña de Assur-
dada a la parte inferior, una combina- bani-apli en 646 a.C.- mantuvo cierta
ción acaso impuesta por la personali- relevancia. Mas de aquel mundo ape-
dad de la representada y el lugar al que nas si quedan fragmentos de decora-
estaba destinada, el templo de ·Ninhur- ción mural esmaltada, una bella cerá-
sag en Susa. . mica con vidriado opaco ·y no pocos
El último ~apítulo artístico del perío- trabajos en bronce. Y es que en los
do es la glíptica. Con frecuencia se uti- ·Zagros y el Fars se>gestaba ya un nue-
26 lizó como soporte el cuarzo sinterizado, vo Irán.
27
Los pueblos
de las montañas
L calor y el humo hacían la atmós- en el Irán empezaban ya a madurar los
E fera asfixiante. Era preciso salir
ya pero, de repente, bramó un
crujido pavoroso que les llenó de terror.
pueblos indo-iranios que, en los valles
de los Zagros y en el extremo del Irán
oriental del nordeste, parecen haber ha-
Y, al unísono, el suelo se abrió bajo sus llado campo abierto a sus costumbres y
pies. Dando un alarido, uno de los a su inquieta vida. De hecho, en textos
guerreros se hundió en el vacío empu- asirios del siglo IX a.c. se habla por vez
ñando su maza y su espada. El otro, primera de tribus iranias medas que vi-
alargando los brazos para amortiguar el vían entre los Zagros, los desiertos cen~
choque, se precipitó contra el suelo cla- trates y la región de Demavend. Pero,
vándose su propio puñal. Un tercero, es- ¿qué es lo que había pasado entre aquel
trechando contra su pecho una copa de lejano 1700 a.c. -la época de la crisis
oro envuelta en un lienzo, se estrelló de urbana en el Turán y el desplazamiento
cabeza en las losas del piso inferior. Su del eje cultural iranio hacia el oeste- y
mano izquierda, guarnecida con un el nacimiento histórico de los medo-
guantelete de cuero y bronce, todavía persas? We dónde surgen reinos mon-
se contrajo de dolor. Toneladas de vigas tañosos como el de Mannai, Ellipi o el
y escombros humeantes cayeron sobre de las gentes del Luristán? Mil años ne-
sus cuerpos. Y la muerte. cesitan una explicación, aunque, a de-
Aunque pudiera creerse lo contrario, cir verdad, probablemente nunca que-
no estamos ante una historia inventada. da remos satisfe chos.
Hacia el año 800 a.C., en el saqueo y des- El centro de la cuestión gira en torno
trucción del palacio de Hasanlu, tres de al secular problema de los indoeuro-
los guerreros asaltantes murieron de es- peos, los indo-arios y los indo-iranios.
te modo. Al menos esto es lo que con- Según M. Gimbutas todos eran parien-
cluyeron R. H. Dyson y los antropólogos tes del gran tronco que, crecido en las
del equipo, pues cuando excavaban el estepas del sur de Rusia en la época
edificio 1 del complejo pudieron com- Kurgan, comenzó a desgajarse y en el
probar minuciosamente todos y cada curso del 1v-m milenio antes de Cristo
uno de los detalles citados. cruzaron el Cáucaso hacia Anatolia y el
valle del Arax unos, hacia Europa balcá-
nica y central otros y, en fin, hacia el
La era de las migraciones este del Caspio los demás. R. Ghirsh-
man, contestado por una errónea inter-
pretación del proceso de la cultura en
A fines del siglo IX a. C., allá en las el Gurgan iranio, propuso con mayor
montañas del noroeste, un gran poder aceptación respecto a Oriente Próximo
se abatió sobre el pequeño Mannai, un y el Irán dos momentos: el primero a fi-
reino iranio situado en el corazón de nes del m y comienzos del 11 milenio
los Zagros. Los estudiosos atribuyeron para los indos-arios; el segundo a fines
al rey Minua de Urartu el dramático fin del 11 y comienzo del 1 para los iranios.
de una de las ciudades manneas, Ha- Y al último movimiento habrían perte-
sanlu. Y tres de los guerreros urartios, necido las migraciones de cimerios,
que durmieron entre las ruinas su últi- medos, escitas y persas entre otros; lo
mo sueño, nos traen hoy el patético tes- que ocurre es que según ciertos estu-
timonio de su muerte y de su época. dios posteriores debidos fundamen-
Cuando el monarca de Urartu avanzó talmente a los lingüistas rusos Th. V.
28 sobre Mannai, al sureste del lago Urmia, Gamkrelidze y V. V. lvanov -aprove-
Nivel IV del complejo palatino de Hasanlu
(siglos IX a. C., según R. H. Dyson)

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10 15 20M

chados con cierta y singular premura además que la difusión de sus lenguas
por C. Renfrew-, los indo-arios e in- se hizo a la vez que el Neolítico.
doeuropeos no vinieron de fuera, por la Por encima de controversias, uno y
sencilla razón de que siempre estuvie- otro modelo podrían encajar con lo su-
ron dentro, en el Oriente, pues propo- cedido en el Turán a comienzos del n
nen como patria de los mismos la am- milenio. Porque la crisis urbana puesta
plia región montañosa al sur del Cáuca- de relieve en los trabajos de Igor y Lud-
so y al oeste de Anatolia, considerando mila Hiopin, V.M. Masson-V. l. Sarianidi 29
o R. Biscione-M. Tosi, coincidente con Tal vez uno de los mejores ejemplos
una vuelta al asentamiento limitado, fa- del espíritu de las migraciones, como
cilitaría la integración regional y pacífi- quería R. Ghirshman, lo encontremos en
ca de pueblos cuya esencia cultural era la necrópolis B de Sialk. Las prácticas fu-
el pastoreo. Pues es evidente que la cul- nerarias -fosa en tierra, disposición del
tura urbana del Turán no fue destruida cadáver con ajuar, capa de tierra y losas
por los invasores, sino que simplemen- de piedra formando una cubierta a dos
te tuvo que readaptarse como dice Ph. aguas-resultan nuevas en el panorama
L. Kohl, porque el medio no podía ya iranio de entonces, los dos o tres prime-
sostener un crecimiento desmesurado. ros siglos del 1 milenio. Aunque muchas
Y en ese momento llegaron, posible- habían sido saqueadas, las intactas depa-
mente, las primeras tribus indo-arias. raron ajuares muy interesantes de cerá-
El problema siguiente será el de inte- mica, bronces y hierro.
grar dicho proceso en una historia del Los ceramistas del antiguo Sialk fue-
arte. Y eso es más difícil todavía. La tan- ron autores de unos vasos muy caracte-
tas veces mentada cerámica gris/negra rísticos, dotados de un largo pico incon-
pulimentada, hallada en el noroeste ira- fundible. Cierto que no se conocen an-
nio y las vertientes del Elburz, se suele tecedentes, pero sí relaciones con vasos
asociar con los indo-iranios. Pero es una de bronce y cerámicas semejantes en
asociación viciosa porque, además de otras áreas del Irán, como el Luristán, Gi-
incidir en un viejo error de la investiga- yan, Teherán y Sistán. Su habitual deco-
ción historiográfica temprana, olvida que ración pintada en rojo o negro sobre fon-
la técnica en sí ya era conocida en otras do claro -aunque también existan reci-
regiones, desde Gurgan hasta Anatolia y pientes monocromáticos en negro o
al-Yazira, nada menos que desde los ini- rojo- indica que, como dice E. Porada,
cios del 111 milenio. Pero sea como fue- en el arte iranio existían relaciones muy
re, mientras que a partir del 1330 a.c. el estrechas pese a la distancia cronológi-
reino suso-elamita vivía sus años de ma- ca o geográfica. No deja de llamar la
durez, en toda la cadena de los Zagros atención la contradicción entre el buen
y el Elburz los pueblos sedentarios y se- hacer del ceramista y la inseguridad del
minómadas irían asimilando poco a decorador. Ajedrezados, zig-zagues, ani-
poco a los primeros indo-iranios. Y en su males diversos, figuras humanas o aves,
cultura material por fuerza hemos de en- pueblan unas cerámicas fantásticas
contrar el hilo del antiguo Irán, las ideas cuyo probable uso ritual fuera sugerido
nuevas y los mensajes de sirio-mesopo- desde el principio por R. Ghirshman.
támicos, suso-elamitas y urartios. Las gentes que cuidaban la necrópo-
A comienzos de los años sesenta, E. lis vivían en un pueblo fortificado al pie
O. Negahban descubría en Marlik Tépé de una ciudadela. Puede que todo ello
un importante yacimiento situado en la signifique relaciones entre los recién lle-
provincia de Gilan, entre el Caspio y el gados y la población indígena. Pero el
Elburz. Se trata en lo fundamental de caso es que, como piensa J. L. Huot, los
una importante y rica necrópolis con 53 ejércitos asirios destruyeron el lugar en
tumbas construidas en piedra, y que el el curso del siglo vm a.c.
arqueólogo iraní sitúa entre el 1400 y el
1000 a.c. Junto a la cerámica gris puli-
mentada aparecen vasos de oro, plata y El Luristán y sus misterios
bronce con un peculiar perfil cóncavo y
temas decorativos que parecen proce-
der de ·muy diversas áreas. Los ajuares En los años veinte del siglo que acaba
incluían armas y no pocos sellos cilíndri- de expirar, el comercio clandestino de an-
cos, entre los que destacan algunos de tigüedades de Kermanshah y Teherán co- ·
cuarzo sinterizado cuyos elementos ico- menzó a dar salida a una gran cantidad
nográficos se orientan a la Yazira de la
segunda mitad del 11 milenio. Puede que
la cultura de Marlik correspondiera a la Placa ·decorativa de un fresno de caballo
ya conocida de Amias, cuyos recipientes (bronce procedente de Luristán,
30 teriomorfos se han hecho famosos. siglo Villa. C.). Museo del Louvre, París.
31
de bronces como enseñas, armas, arne- dores de caballos. A sus valles venían al
ses y alfileres de diseños particular- menos a comprarlos casitas y elamitas;
mente extraños, que en breve llegarían y por sus valles cruzaban las gentes que
a los más importantes museos y colec- desde Babilonia subían por el Diyala ha-
ciones occidentales. A. Godard, un ar- cia el Irán. Un cuenco de bronce con
quitecto francés recién encargado por una inscripdón de Sar-kali-sarri de Ak-
el gobierno persa de organizar un ver- kad, conservado en Filadelfia, habla-
dadero servicio arqueológico, inventa- ría acaso de un acuerdo temporal con
riar el patrimonio monumental, iniciar gentes descritas en los textos del m mi-
las restauraciones precisas y formar un lenio como bárbaros y enemigos de los
museo nacional, se dedicó de inmedia- dioses. ~as campañas de Naram-Sin y el
to a localizar el origen de tales bronces. mismo Sar-kali-sarri no tuvieron sin em-
Y su encuesta tuvo prontos resultados bargo el resultado apetecido. Un rey de
e informes de valor reunidos en su cé- los Lullubi, Anu-Bonini, se hizo esculpir
lebre libro Les bronzes du Luristan. incluso un relieve rupestre en Sar-i-Pul,
En 1928, un campesino del Lur que en el corazón luristano. Tiempo des-
trabajaba su campo encontró casual- pués, de sus valles bajaron los casitas,
mente los primeros al tropezar con una conquistadores de un reino en Mesopo-
antigua tumba. La venta del ajuar en la tamia. Y, en fin, durante el 1 milenio los
cercana Harsin atrajo pronto a varios an- asirios contarían de un reino de Ellipi,
ticuarios. El interés despertado espoleó acaso situado en el actual Luristán.
a los campesinos y pastores del Lur, que, El comercio de caballos, la disposi-
en breve, se convirtieron en expertos sa- ción a participar como mercenarios jun-
queadores. Cuenta A. Godard que rápi- to a elamitas y otros pueblos y la afluen-
damente desarrollaron una técnica cia de tribus del noroeste en los prime-
propia de localización. Dado que la ros siglos del primer milenio, abrirían el
sequedad de los valles del Lur había he- arte de los bronces del Luristán a in-
cho que la vida humana siempre tendie- fluencias lejanas, del Cáucaso al Elam y
ra a situarse al lado de las fuentes, los de Mesopotamia a las estepas del este,
astutos clandestinos notaron que los an- sin olvidar la esencia básica del mundo
tiguos también debieron estimarlo así. indígena. Pero a pesar de las excavacio-
Primero buscaban una fuente; cerca de nes de E. Schmidt en Dum Surkh, de C.
ella el Tell y, no lejos, la necrópolis. Y Goff en Baba Yan y de L. Vanden Berg-
tanteando el suelo con barras de hierro he en el Pusht-i Kun, lo cierto es que to-
encontraban las tumbas con facilidad. davía no tenemos suficientes criterios
Aunque los tiempos de emboscadas para ordenar con total seguridad la
y combates vividos por H. A. Layard enorme masa de bronces atesorados
junto a Muhammad Taki Jan quedaron por los museos.
en la leyenda,_todavía en los años cin- Aunque E. Porada los sitúa cronológi-
cuenta del siglo xx Luristán era destino camente entre el 1500 y el 700 a.c., pa-
desaconsejado. No pocos de sus habi- rece mejor pensar sumando razones ar-
tantes, pastores y campesinos, ejercían tísticas y arqueológicas, que la mayoría
el bandidaje con facilidad, hasta que el de los bronces fueron fabricados entre
plan de carreteras de los sucesivos go- los siglos XI y VII a.C. En su mayor parte
biernos iraníes acabó con el reducto de procedían de necrópolis, con tumbas for-
Luristán. Probablemente, tan notorio madas por losas de piedra. Los cadáve-
aislamiento no debió serlo tanto en la res, un poco encogidos o extendidos,
antigüedad, pero _el hecho es que sabe-: aparecían rodeados de un ajuar abun-
mos muy poca cosa de los pueblos que dante formado por armas, adornos y ce-
tiempo atrás habitaron sus valles y fa- rámicas.
bricaron los bronces. Porque, ¿quiénes La cerámica luristana es de buena ca-
eran, cuándo los hicieron y para qué? lidad, con pastas cremosas y superficie
Además de haber sido uno de los fo- exterior semejante con decoración geo-
cos de domesticación de las plantas, métrica pintada en rojo. Y muy típico de
desde los orígenes hasta hoy, el Luristán esa producción de la región son una es-
ha sido también tierra de transhuman.., pecie de recipientes con tres patas, ha-
32 cia, de ganadería de todo tipo y de cria- llados también en Giyan. Pero lo funda-
mental de su cultura son los bronces, de glos vm-vn-, como la época de perfec-
enorme variedad funcional : armas ción y barroquismo.
- hachas, dagas, espadas, puñales, ma- Convendría destacar los bronces rela-
zas-, arneses de caballo -bocados, cionados con el adorno y monta del ca-
pasarriendas, adornos varios-, adornos ballo -que jugaba un papel esencial en
personales -colgantes, alfileres de la cultura del Luristán-, y en especial
ropa y pelo-, recipientes, estatuillas y los frenos con bocados articulados o de
una especie de remates o estandartes. una pieza -éste, según parece, típico
Al contemplarlos, lo primero que desta- del país- y las camas decoradas con
ca es la calidad de casi todos los traba- caballos, carneros, grupos míticos, ca-
jos y la variedad de conocimientos de bras de cuernos retorcidos y muchos
los que hicieron gala los artesanos del otros motivos que componen un mun-
Lur. La fundición a la cera perdida era do fantástico, mezcla sorprendente de
la técnica más común, pero también se realismo y abstracción imaginativa. El
usó el martilleado y otros trabajos de mismo espíritu que encontramos en las
detalle y afinamiento. enseñas o estandartes, quizás los bron-
Estilísticamente, E. Parada distingue ces más representativos del arte del Lu-
tres -periodos: el más antiguo, bajo in- ristán. Se trata de figuras o composicio-
fluencia casita y mitannia; el segundo nes complejas, con frecuencia heráldi-
-siglos x-1x- más personal y con algún cas, condemonios y señores de las bes-
detalle elamita y el tercero en fin -si- tias que sujetan animales de cuerna re- 33
torcida o seres imaginarios. Suelen es- le disputaba con éxito no sólo la mon-
tar adosados a un soporte que tenía la taña irania, Mannai y los pasos, sino tam-
función de engarzarse como remate. Y bién Siria y el área luvioaramea.
en fin, tampoco se pueden olvidar los La antigua geografía de Urartu, re-
alfileres zoomorfos y de disco que ser- partida hoy entre Irán, Turquía y los es-
virían como vehículo de expresión sim- tados caucásicos, parece no adecuarse
bólica, los vasos de bronce y las figuri- metodológicamente a una historia del
tas que, como la de Pusht-i Kuh, pare- arte iranio. Cierto que situada entre
cen divinidades extrañas. · tres mundos del Oriente antiguo, Ana-
Creo que con independencia de una tolia, Mesopotamia e Irán, suele quedar
clara pero limitada influencia de la Me- al margen de los libros especializados
sopotamia septentrional en algunos pro- en tales áreas. Pero entiendo que Urar-
gramas iconográficos, los bronces del tu, tan cercana en ciertas cosas a Asi-
Luristán denotan poseer unas fuertes ria, cumplió un papel incuestionable en
raíces en la tradición irania. Estamos la historia de los pequeños reinos de
ante un patrimonio que rompió las fron- los Zagros y en la maduración de las tri-
teras cronológicas. Es imposible olvidar bus indo-iranias de persas y medos. La
el parentesco que este arte manifiesta tradición de tal papel sería recordada ·
con ejemplares de Hisar o la Susa del IV por Heródoto y aparecería manifiesta
. milenio. Además de sus cercanas rela- en la cultura material de los medos. Pe-
ciones con la cerámica de Sialk. Para B. ro además, los trabajos de P. E. Pecore-
Brentjes, el núcleo del mundo de los lla y M. Salvini en el Azerbaiyán iranio,
bronces tiene como fuente valores in- al oeste del lago Urmia, han confirmado
doiranios, original propuesta que mere- las profundas raíces y la constancia
ce la mayor atención. Porque estamos cronológica de una relación estrecha
en la tradición, en el espíritu del Irán. entre Urartu y la tierra del Irán.
Pero también hay algo más. Durante la segunda mitad del 11 mile-
nio, la región montañosa de los lagos ar-
menios y azerbaiyanos parece haber es-
tado habitada por pueblos distintos, de
Urartu. El imperio de la montaña los que algunos al menos podrían haber
tenido parentesco con el Mitanni hurrita.
En muchos de los altos picachos del Así se explicaría que, como recuerda V.
país montañoso que va desde el nor- Haas, los hititas llamaran países hwritas
oeste iranio hasta el río Karasu, en Ana- a la región oeste del lago Van. Más o me-
tolia, se levantan ruinas de antiguas nos en tomo a él, los documentos hititas
ciudades y fortalezas poderosas. Aban- y asirios sitúan entre otros a las gentes de
donadas mucho tiempo atrás, las gen- Alse, ISuwa o Papanhi. El Imperio mitan-
tes cultas de la Armenia Medieval las nio de al-Yazira mantuvo relaciones con
atribuían a los asirios, como el histo- la meseta armenia. Algunas confirmadas
riador Movses Xorenaci, del siglo v d. C. de forma curiosa: V. Haas se refiere a una
quien, en un fragmento de su Historia comunicación hecha por el doctor W.
de Armenia, concedía a la célebre Sam- Seipel de Linz, en la que éste confirma
muramat la erección de la inexpugnable la procedencia armenia de un colorante
Van .Kalesi, a orillas del lago Van. Nadie llegado a la corte de Hatshepsut, muy
entendía entonces la larga inscripción probablemente por vía mitannia. Cuando
cuneiforme grabada en la roca. Y nadie Hanigalbat era ya un fantasma en lucha
podía saber que aquellas piedras mile- por sobrevivir, documentos hallados en
narias eran cuanto quedaba de la ciu- Hattusa sugieren que la población super-
dad de Tuspa, la capital del reino de viviente huía a las montañas. Y así, pue-
Urartu, el rival de Asiria. de que las distintas coaliciones de pue-
A mediados del siglo XIII, Sulmanu-asa- blos de la región que los asirios llamaban
red I hablaba de un país de Uruatri al nor- ya Uruatri y Nairi, la última dirigida por
te, en las remotas montañas armenias, un príncipe Kili-Tessup, contaran con no
uno de los más combatidos por Asiria. poca población hurrita. Pero la lengua
Pero hacia el 830 a. C. Assur comproba- hurrita murió. Y la del posterior Urartu,
34 ría hallarse ante una gran potencia que aunque arranque del mismo tronco, ten-
35
dría una evolución muy distinta. Como el área de Malatya, el Irán montañoso
dice G. Wilhem, cuando Urartu nazca, ni en la región de Mannai y el nordeste del
su región ni su cultura tendrán mucho lago Urmia. Pero la coalición luvia-ara-
que ver con lo hurrita y sí, curiosamente, mea dirigida contra Asiria fracasó. El
con su ancestral enemigo: Asiria. 743 sería la fecha que marcaría la inver-
Como escribe Liverani, Urartu era en sión.
principio una pieza más del mosaico de La fase siguiente propuesta por M.
Nairi. Pero a mediados del siglo IX a. C. Wafler (740-709 a. C.), sería la de recu-
un rey supo unir bajo su mano algunos peración asiria. Rusa I (730-713), en un
principados más y formar el gran reino, intento por rehacer la situación, volvió
cuyo núcleo formaban el lago Van y la re- a ocupar Mannai y alentar a los luvia-a-
gión circundante. Desde ~l principio, los rameos; pero Sargón 11 (721-705), con su
reyes de Urartu en lucha con muy espe- famosa VIII campaña derrotó a Urartu
ciales condiciones geográficas y políticas, en su propio terreno. Rusa sufrió por el
se dedicaron a ocupar, urbanizar, prote- norte además el inesperado ataque de
ger y aprovechar el terreno de tal forma, los cimerios contra los que, según pare-
que Paul E. Zimansky ha podido escribir ce, murió combatiendo. Luego, la histo-
sobre la estructura del estado urartio un ria de Urartu sería confusa.
libro no habitual en la historiografía: Eco- Ciertamente, ASsur-aha-iddin, Sin-
logy and Empire. En efecto, ciudadelas ahhe-eriba y Assur-bani-apli parecen ha-
fortificadas en picos inexpugnables, ber respetado al reino de Urartu. Si los
torres protegiendo los pasos y los valles, contemporáneos ArgiSti 11 (713-680) y
repoblación forestal, canales. Rusa 11 (680-ca. 640) estaban empeña-
El centro político, bien protegido, era dos en el norte, fortificando las fronte-
Tuspa, la actual Van Kalesi a orillas del ras con ciudadelas como la de Bastam,
lago Van, donde la corte urartia, pese a en el Irán, es presumible que las rela-
su frontal oposición a Asiria, se dejaría ciones con Asiria fueran pacíficas. Pero
influir con gusto. Así, en las primeras en el 614 los medos ocuparon Assur. Y
inscripciones redactadas en asirio, en poco después, hacia el 590, medos y es-
las titulaturas reales y en la organización citas arrasaron el eficaz sistema de for-
militar y administrativa. Pero no había talezas de los valles y montes del reino
· razones para la simpatía. Antes bien, se del norte. El nombre de Urartu incluso
diría que una antipatía ancestral les en- desaparecería. En época aqueménida,
frentaba aunque, como M. Wafler pre- sobre el viejo país de Urartu crecería la
cisa, la raíz última era fundamentalmen- satrapía de Armenia.
te económica. Según él, el enfrenta-
miento militar entre Asiria y Urartu se
explica por dos objetivos vitales para El mundo del arte y los artistas
uno y otro Estado: el control sobre las urartios
más importantes rutas del comercio
- las del Irán, como puso de relieve
L. D. Levine- y las zonas productoras Los artistas y artesanos de Urartu vi-
de materias primas. A comienzos del I vieron en un mundo de áspera belleza,
milenio sólo quedaban dos accesibles, en un país de pequeños valles rodeados
la luvia-aramea y la situada entre los de montañas difíciles, como dirían los
mares Negro y Caspio. La segunda esta- anales asirios. Un país en el que la su-
ba cubierta y explotada por Urartu. La perficie de los valles resultaba ser el ma-
primera, se la disputarían. Y la guerra yor espacio abierto; y lbs pasos de mon-
entre ambas potencias tendría dos fa- taña o las empinadas orillas de rápidas
ses: del 827 al 740 a. C., época de pri- corrientes, las mejores comunicacio-
macía urartia cuando los reyes ISpuini nes. Era un paisaje que predisponía a la
(ca. 830-820), Minua (ca. 810-780), Ar- austeridad, a la economía de formas, a
giSti I (780-760) y Sarduri 11 (ca. 760-730) la independencia. Pero el espacio era
extendieron el imperio y los intereses escaso. Dice Th. B. Forbes que la tierra
urartios englobando las regiones del susceptible de cultivo se reservaba para
Arax y el lago Sevan, parte de la costa labores agrícolas. Y que nunca se cons-
36 del Mar Negro, el valle del Eufrates en truía en ella.
37
Mas la montaña guardaba muchos re- cional, Haldi, dios del sol y la tempes-
cursos. No sólo madera, que por la au- tad al que se ·dedican las es~elas levan-
sencia de gran_d es ríos era de casi im- tadas por los reyes, como la famosa de
posible .comercio, sino también distin- lSpuini en Kelisin. Y los artistas, como
tos metales que nutrían los talleres de cualquier otro habitante del país cree-
'1,~J~"' artesanos. Cobre, plomo, varias piri- - rían en la bondad de los sacrificios de
tas, pero sobre todo hierro, cuyas ma- animales al dios. A veces barbudo, a ve-
yores reservas -que explican la conti- ces imberbe, Haldi aparecía representa-
nua disputa entre asirios y urartios por do de pie sobre un león. Se trataba de
el control del Irán- parecen haberse un dios guerrero; y en sus templos se
encontrado al oeste y sur del lago Van. dedicaban armas como exvotos u ofren-
La cultura ·y la política de JJrartu tu- tas. Junto a Haldi su esposa, Arubani, el
vieron que adaptarse al entorno físico. dios de la tormenta TeiSeba, de pie so-
Cada valle tendría su fortaleza, y los ar- bre un toro comov el .antigüo Tessup.
tesanos vivirían bajo su sombra. Pero no Otro dios solar era Sivini y todos los dio-
sabemos nada de su situación social, ses de los países conquistados. Y los ar-
porque casi nada sabemos de la socie- tistas creían en ellos, como cualquier
dad que los acogía. Un gobierno central, otro habitante del país, y los incorpora-
desde luego; una ordenación del terri- ban a sus objetos. Como las diosas ala-
torio también pero, lqué nos dice eso das que adornan los grandes calderos
de ·las ,condiciones de vida del artista? de bronce, pqsiblemente imágenes de
.Tampoco conocemos mucho más del la esposa de Sivini.
mundo de sus ideas y creencias.~ En Mu- Un mundo mágico y guerrero, muy
38 sasir se elevaba un templo al dios na- distinto al nuestro, impregnaba sus vi-
Arriba, fragmento de una placa de conoce de la región durante los mile-
cinturón de bronce. Izquierda, entrada · nios anteriores no es significativo-,
a la ciudadela de Erebuni. aunque forme parte de un mundo am-
plio, el del Oriente Próximo. Si se en-
cuentran huellas hurritas, también se
hallan asirias -las más-, iranias y cis-
das. Dice B. B. Piotrovsky que, en la ciu- caucásicas. Pero su personalidad se im-
dad de TeiSebani, los arqueólogos so- pone, y la mayor prueba es que cual-
viéticos encontraron colocados cuida- quier observador distingue rápidamen.:
dosamente en sus habitaciones, los te la procedencia urartia de un bronce,
huesos de las víctimas sacrificadas a la una escultura o una arquitectura.
divinid~d, terneros la mayoría, los mis- Donde mejor se manifiesta el genio
mos que aparecen en la iconografía con de Urartu es en la arquitectura, asom-
profusión. brosa y perfectamente· integrada en el
Con sus creencias, con su evidente paisaje rocoso. Dice M. N. Van Loon que
sentimiento de un paisaje difícil al que la construcción de largas galerías ·qes-
integran la arquitectura, los artesanos cendentes en la roca podría tener un re-
urartios crearon una estética propia en- cuerdo palestino, aunque también se
tre los siglos IX y VII a. C. Dice M. N. Van desprendería de la · pura lógica de las
Loon que aunque con frecuencia se se- condiciones del lugar de edificación. Y
ñala al mundo hitita en la rníz de lo urar- en fin, en sus conclusiones, el historia-
tio, la distancia en tiempo y espacio es dor holandés ·llegaría a definir dos esti-
demasiada. El arte urartio crece de los en el arte de Urartu: uno, cortesano;
modo independiente -lo poco que se que asimila en la escultura la rigidez ar- 39
quitectóriica, noble y elegante en los de- comprobamos que un trazado ortogóni-
talles, enamorado de las criaturas fan- co se impuso a una geografía agreste,
tásticas, cuidadoso de la estilización, adaptando si era preciso las irregulari-
uniforme en el tiempo y en el espacio y dades insalvables.
amante de la verticalidad y horizontali- En el capítulo de materiales, la arqui-
dad. El otro, popular, difundido en los tectura urartia utilizó profusamente la
cinturones de bronce y que supera al piedra, el adobe y la madera. La piedra
cortesano en su fantasía; que tiende a más usada es la local, especialmente la
perder de vista los significados de la ico- andesita. Pero a veces y con destino a
nografía noble y que manifiesta un exal- fines especiales, como bloques de ins-
tado cariño por los temas ecuestres. cripciones, se importaban piedras sin-
Los artistas de Urartu dejarían su im- gulares; la arenisca roja y la toba. Esta
pronta en distintos pueblos, algunos última, procedente del monte Ararat, se
muy alejados. R. Ghirshman hablará in- emplearía hasta en la lejana Bastam.
cluso de una koiné de su estilo; y los Otro elemento de construcción era el
grandes calderos de bronce llegarían adobe, sobre el que se han realizado al-
hasta a Grecia y Etruria, donde el re- gunos estudios a cargo, fundamental-
sultado de su influjo es fácil de conocer. mente, de K. L. Oganesian. Los maes-
Pero claro está, sería en los cercanos, y tros urartios fabricaban adobes muy va-
el Irán en especial, donde se dejaría riados, de formas cuadrangulares, rec-
sentir su peso con mayor evidencia, co- tangulares y distintas medidas, con los
mo señala R. B. Wartke. Medos y persas que construían muros de 1, 70 hasta 12
estuvieron en alguna época bajo su do- metros de anchura. La madera, erí fin,
minio. Y aunque quizá no sufrieran tan profusamente utilizada en palacios y
fuerte impronta como a veces se dice, edificios públicos como soporte recto y
qué duda cabe de que la experimenta- como base de los pisos altos y tejados,
ron y que fue decisiva. Así lo indica, por era de pino, álamo, haya, fresno y roble.
ejemplo, lo . que poco a poco conoce- Para el trabajo de la piedra, los maes-
mos de la arquitectura meda. tros requerían cinceles de muy distintos
tipos, ~brasivos y mazos bien documen-
tados. Con ellos se consiguieron blo-
Las realizaciones del arte urartio ques bien emparejados - un carácter
muy peculiar de la arquitectura urar-
tia - , con ajustes perfectos que no pre-
Aunqu,e cultivaron con acierto todas cisaron el uso de grapas metálicas.
y cada una de las disciplinas, los artis- Dice Th B. Forbes que la mayoría de
tas urartios alcanzaron sus mejores re- las fortificaciones urartias levantadas en
sultados en la arquitectura, práctica a las crestas de las montañas, eran de tres
la que Thomas B. Forbes ha dedicado tipos: grandes fortalezas con palacios,
una interesante monografía de impres- sin palacio como centros regionales, y
cindible referencia. pequeños fuertes en las rutas de comu-
Los maestros de obra y artesanos nicación y puertos de montaña. Las mu-
urartios actuaban siempre dentro de rallas, construidas en adobe con revo-
una planificación que suponemos real. co, se asentaban sobre un zócalo de
La elección de puntos elevados y con piedra de basalto, caliza o andesita en
excelentes vistas obedecía a la función el lienzo visto, con relleno de piedra
defensiva y de control de la mayoría de menuda. El zócalo, de unos 3 a 4 me-
los edificios públicos. Si sobrepusiéra- tros de anchura y 1 metro de altura, apo-
mos un mapa arqueo-toponímico sobre yaba directamente sobre la roca base
otro topográfico, comprobaríamos que en la que a veces se hacían unos sur-
las ciudades, fortalezas, castillos y pun- cos o peldaños de apoyo. La fachada
tos defensivos forman una red que ase- aparecía rota por torres y contrafuertes,
gura firmemente todo el país. Una red coronado todo por un parapeto almena-
que obedece a un plan riguroso. Lo mis- do. Tal vez el relieve de Dür Sarrukin sea
mo que si consideramos un asenta- una buena imagen de las fortificaciones
miento cualquiera, Teisebani, <;avuste- urartias. Th. B. Forbes recuerda que Sar-
40 pe o Bastam, por citar todas las áreas, gón, en el relato de VIII Campaña, da
Planta de la ciudadela de Teisebani El resto era de adobe. La planta presen-
(siglo VII a. C.), según K. L. Oganesian ta un trazado sorprendente; al oeste, un
gran patio al que se accede por una
puerta poderosamente fortificada y una
-unos datos que sugieren murallas de 4 poterna. El gran edificio opuesto, en pie-
metros de anchura y de unos 16 de al- dra hasta dos metros, era en realidad,
tura, que situados en un pico montaño- según Piotrovski, una plataforma -que
so nos darían idea del formidable as- debía tener una rampa de adobe-, con
pecto y capacidad del sistema defensivo salas de habitación y almacenes a los
del reino que se accedía desde arriba. Las que
Uno de los conjuntos fortificados me- sirvieron realmente de base estaban re-
jor estudiados ha sido TeiSebani, en Ar- llenas de cascajo.
menia, muy cerca de Erevan, bien cono- Otro lugar sorprendente es <;avuste-
cida gracias al trabajo de B. Piotrovskii pe, al sureste del lago Van, edificada por
y K. S. Oganesian. Fundada por Rusa 11 Sarduri 11 (764-735). Lo irregular del re-
(685-639) como capital administrativa, lieve obligó allí a cortar la roca para ase-
constaba de ciudadela y una ciudad de gurar el asiento de muros y edificios. De
30 a 40 hectáreas, cuyo recinto de pro- trazado alargado, la planta presentaba
tección nunca se terminó. Debió de des- una ciudadela inferior y otra superior
truirse hacia el 590 a. C., cuando los encima. Abajo, un palacio con espacio
medos, apoyados por tribus escitas, de- central de pilastras y un pasaje de unos
cidieron extender su Imperio. 70 metros, en adobe, que le unía con un
El zócalo de Teisebani tiene dos me- templo de aspecto característico. Arri-
tros de altura y tres y medio de grosor. ba, un conjunto de templos. En la mis- 41
ma Turquía, la célebre Van Kalesi, la an~
tigua Tuspa, todavía ·no ha sido excava-
da; pero sus muros, aprovechados y re-
construidos en otra épocas, aún se yer..
guen impresionantes.
Por fin, en el territorio iraní, W. Kleis.s
ha trabajado en la fortaleza de Bastam,
fundada por Rusa Il según inscripción
hallada in situ. Se trata de un complejo
de 850 por 400 metros, formado por
tres ciudadelas en realidad, superior,
media e inferior que, sin embargo, fue-
ron pronto destruidas y nunca reocu-
padas. ·sus sistemas de puertas fortifi-
cadas, sus distintos lienzos a diferentes
alturas y la perfección de sus drenajes
la hacen, sin duda, el mayor centro
urartio del Irán.
En la arquitectura palatina, los maes-
tros de Urartu usaron técnicas semejan-
tes: zócalos de piedra y muros de ado-
be. Los pavimentos solían hacerse de
arcilla, cubiertos con esteras de cañas y
juncos~ En los pisos superiores se utili-
zaban las vigas de madera cubiertas por _
capas de esteras, ramitas y arcilla. Por
supuesto, los palacios presentan plantas
cuidadas, con salas de columnas o pi-
lares de dos o más filas, como en Altin-
tepe 11. En su interior se decoraban con
relieves en piedra, piedras incrustadas y
pinturas murales, más difundidas, y que
~.egún Th. B. Forbes -siguiendo a Th.
Ozgü~-, . podrían haber tenido la mis-
ma ' función decorativa que los ortosta-
tos en Siria y Asiria. Como ejemplos po'."
drían considerarse · el de Armavir, con
varias ·salas de pilares, Bastam, Altinte:-
pe y otros.
La arquitectura religiosa ha sido ya
mencionada. El modelo más típico es
un templo cuadrado, con una sola cella
y una entrada, dotado de gruesos mu-
ros de adobe sobre zócalo de piedra
muy bien cortada. El interior se decora-
ba con pinturas y recibía la luz de la mis-
ma puerta, lámparas y, tal vez, ventanas.
El templo de Altintepe es el·ejemplo clá-
sico de arquitectura religiosa urartfa. En
un · patio de 27 por 27 metr:ps, eón un
pórtico con columnas de 4,50 metros de
alto que creaba un pasillo_pavimentado
con losas, se levantaba la cella de 5,20

Van, ladera septentrional. Santuario de


42 Sarduri // al pie de la muralla medieval: 43
metros de lado, con muros de 4,35 de ras del palacio de ASsur-nasir-apli 11 en
grosor. El zócalo de andesita se cuenta Kalhu. En general, la pintura de templos
entre los mejores trabajos de los cante- y palacios recuerda a la asiria. El histo-
ros urartios. Dentro, los muros de ado- riador holandés concluye, con razón,
be estuvieron pintados con motivos que sólo en los detalles ornamentales y
geométricos en rojo, blanco, negro, azul en las convenciones de representación
y marrón. Este tipo de templo tendría resurgen los rasgos puramente urartios.
una clara influencia positiva en la arqui- En cerámica destaca la roja pulimenta-
tectura religiosa aqueménida, aunque da y los rhyta en forma de bota, de los
ésta prefiriera la piedra sobre el adobe. que TeiSebani dio curiosos ejemplares.
Capítulo de la arquitectura religiosa La escultura y el relieve no han deja-
es también la funeraria, en la que Urar- do tampoco numerosos ejemplos. Sólo
tu se distinguió. Por supuesto, lo que es famoso el relieve de Adilcevaz, escul-
más llama la atención en una historia pido en bloques que debieron figurar en
del arte son las tumbas excavadas en la la ciudadela, flanqueando una entrada.
roca, puesto que las sencillas de crema- Se trataba de dos dioses de pie sobre
ción, en urnas y aprovechando huecos sendos animales simbólicos. El más
entre las rocas, no tienen un significado completo, Haldi, sin barba y con la túni-
estético. Las primeras son de tipos muy ca abierta, se levanta sobre un toro. A
diversos pero, en general, contamos los lados, probablemente, árboles de
con una plataforma de entrada que lle- vida que parecen espadas o puntas de
vaba a una o varias salas rectangulares lanza, la misma que remata el templo
o cuadradas. La semejanza entre esta de Musasir en los relieves sargónidas.
disposición y la posterior utilizada por En marfil, hueso y madera, los artesa-
los aqueménidas, creo que no necesita nos urartios realizaron obras de interés,
demostración. Los interiores -recuer- de las que también han llegado escasas
da Th. B. Forbes- están bien acabados, muestras hasta nosotros. En TeiSebani
con elementos estructurales en relieve aparecen tarros de perfume y peines,
sugiriendo las vigas. Los ejemplos más colgantes, mangos de cuchillos y ador-
famosos están en Van Kalessi, en la cara nos en hueso, cuerno y marfil. En To-
sur de la roca. Y la más importante de prak-Kalesi y Altintepe se han hallado
ellas, acaso la tumba del rey Argisti 1, cu- interesantes leones de marfil que pre-
yos anales aparecen grabados en la fa- sentan una personalidad más acusada
chada, tiene una cámara principal de que los trabajos de pintura o relieve.
10,50 por 6 metros y 3,50 de altura, con Pero en fin, donde los artistas de Urar-
1O nichos y 4 salas menores también tu dejaron una obra abundante y sólida
con nichos. fue en el trabajo del metal. Cascos, es-
La arqu.itectura doméstica, en fin, se cudos, armas, arneses de caballo, esta-
construía también en adobe sobre zóca- tuillas, cinturones y grandes recipientes,
lo de piedra. K. L. Oganesian, gracias a los famosos calderos de bronce con
su estudio sobre el conjunto de TeiSe- prótomos de toro o animales fantásti-
bani, propone tres tipos de casas con cos. Tan importante es la artesanía del
patio y habitaciones. bronce que, como dice M. N. Van Loon,
Naturalmente, los artistas y artesanos por sí sola es una fuente primaria para
de Urartu tuvieron también talleres de- el conocimiento del arte urartio. Las es-
dicados a la pintura, la escultura, el me- tatuillas, por ejemplo, de dioses en pie
tal, el marfil, la madera, las piedras du- o sentados, o de toros y genios alados,
ras, la cerámica y muchas otras activi- con rostros y detalles incrustados, pre-
dades prácticas y suntuarias. La pintura sentan rasgos de inconfundible sabor
por ejemplo, la conocemos sobre todo urartio. Los calderos con trípode, visi-
por lo encontrado en la antigua Erebu- bles en los relieves asirios de Dür Sarru-
ni, cuyos edificios públicos se decora- kin, usados para agua o vino y apareci-
ban en su interior con temas geométri- dos en palacios, templos y tumbas, se
cos, botánicos y antropomórficos. Un convirtieron en apreciado botín de las
muro presentaba un programa decora- fuerzas asirias. Su gran tamaño de has-
tivo completo que, como señala M. N. ta 1,68 metros de diámetro; habla de
44 Van Loon, recuerda en todo a las pintu- la capacidad técnica de los artesanos.
Las armas, arneses y cinturones, tan Hasanlu y Ziwiye. Pero al menos éstos
numerosos, nos remiten a una sociedad nos fuerzan a concluir lo que parece ló-
guerrera por excelencia. Piezas excep- gico. Que además de las propias tradi-
cionales son los escudos de bronce ha- ciones recibieron influencias asirias,
llados en TeiSebani,v dedicados al dios urartias y escitas; y que situada Mannai
Haldi por ArgiSti 1 y Sarduri l. Los escu- en una región transitada por las grandes
dos presentan cenefas concéntricas de rutas del comercio internacional, allí re-
toros, leones, elementos ornamentales cibieron objetos y materiales muy dis-
y, en el exterior, una larga inscripción tintos que, pese a lo rústico de sus cos-
dedicatoria. Los cinturones de placas tumbres, ejercerían algún peso en la
de bronce fueron muy populares. En su dulcificación de su arte.
decoración los urartios tomaron pronto Hasanlu era una pequeña ciudad del
temas cuya procedencia sería ciscaucá- valle del Solduz, al suroeste del lago Ur-
sica pero, por lo común, mantienen los mia, protegida por una ciudadela. El lu-
mismos motivos que en el resto de su gar fue visitado por A. Stein en 1936,
arte. pero salvo algunos trabajos a cargo de
M. Rad y A. Hakemi entre los años
194 7-49, no sería estudiado verdadera-
Mannai. Una tierra disputada mente hasta la concesión del sitio a la
misión estadounidense que, dirigida por
R. H. Dyson, no finalizaría su proyecto
Desde la época de Sulmanu-asared III hasta 1974. Las conclusiones obtenidas
(858-824) los anales asirios citan con son, en cierto modo, la imagen más
frecuencia entre los pueblos de los Za- aproximada posible al arte manneo.
gros, una nación especialmente belico- La ciudad exterior carecía de protec-
sa y salvaje: Mannai. Con unos límites ción. En caso necesario, la población
imprecisos pero, en cualquier caso, si- debía recogerse tras las gruesas mura-
tuados al sur y sureste del lago Urmia, llas de la ciudadela, de unos tres metros
estos montañeses bárbaros, criadores de anchura y cerca de nueve de altura.
de caballos, se veían rodeados por Urar- Grandes torres y contrafuertes, a distan-
tu, Asiria, las gentes del Luristán y las tri- cias iguales, redoblaban la seguridad
bus medas. del muro cuyo sistema, como sugiere E.
Algunos autores apuntan hacia un Parada, era muy semejante al urartio.
cierto parentesco manneo con los hurri- En el interior, las influencias se hacen
tas del 11 milenio. Pero nada hay que lo notar mucho más.
avale con certeza. Y la iconografía del Las estructuras descubiertas por R. H.
cuenco de Hasanlu no parece ser una Dyson en el interior de la ciudadela pa-
prueba concluyente. Los manneos vi- recen formar un conjunto palatino de
vían entre varios fuegos. Lo poco que múltiples unidades. Los rasgos más
sabemos de su historia es en función de carcterísticos son las diversas salas de
su participación en las alianzas o en las columnas con bancos corridos y adosa-
guerras que los asirios y urartios dispu- dos al muro. Planta y técnica recuerdan
taron en la montaña. Los reyes Minua y sobradamente a ciertas salas de los pa-
ArgiSti ocuparon parte de Mannai y lle- lacios de Urartu. El gran edificio sur, sin
garonv a hacer prisionero a su monarca, embargo, es considerado como un tem-
Aza. Sarduri 11 acometió no pocas des- plo en función de la hornacina y cáma-
trucciones y deportaciones, a las que ra del muro opuesto a la entrada y algu-
Sargón 11, con su VIII Campaña en 714 nos hallazgos significativos. En el mo-
a. C. puso fin, firmando una alianza con mento de la destrucción un numeroso
Ullusunu de Mannai. Sin embargo, As- grupo de mujeres, adolescentes la ma-
sur-aha-ddin habría de combatirlos, til- yoría, fueron asesinadas cerca de la en-
dándolos de bárbaros intratables. Lue- trada cuando, según R. H. Dyson, busca-
go, la memoria de Mannai se perdería ban refugio.
en el olvido. Al comienzo del capítulo evocaba la
Hablar de un arte manneo podría re- muerte de un saqueador que trataba de
sultar arriesgado. Y ello porque sólo huir del palacio con un vaso de oro en-
contamos con dos lugares conocidos: vuelto en un lienzo. Se trata del célebre 45
cuenco o taza de Hasanlu, sobre el que Chapa de oro con relieves;procedentes de
tanto se ha escrito; una obra singular Ziwiye (primera mitad de/siglo VII a. C.).
realizada en oro. La superficie exterior Museo del louvre, París
es una sucesión de figuras mitológicas
y divinidades que parecen remitirse al asirios. No obstante, las circunstancias
mito hurrita de Kumarbi. Pero los deta- del hallazgo y su salida al mercado de
lles parecen · iranios, en opinión de E. antigüedades hacen pensar que mu-
Porada, que considera debe datarse en chos de los objetos ligados al tesoro no
tomo al año 1000, aunque estuviera en pertenecían a él, ni incluso a Ziwiye.
uso en el Hasanlu IV del 800 a. C. Entre los más llamativos hay que des-
También son destacables los rhyta de tacar un pectoral de oro con temas mi-
bronce, los trabajos en marfil y los reci- tológicos orientales de procedencia asi-
pientes en azul egipcio que hablan de ria e irania, una placa de oro con cier-
amplia utilización de la vía comercial. vos y cabras acurrucadas de aire escita
Otro de los lugares ligados de algún inconfundible - sobre la que volvere-
modo a Mannai es el mítico Ziwiye, una mos más adelante- y muchos otros ob-
colina fortificada situada al sureste del jetos de estilo semejante. Algunos auto-
lago Urmia. Su nombre es famoso por- res tienden a pensar que nos encontra-
que a fines de los años cuarenta se des- mos ante los mejores frutos de un arte
cubriría un tesoro o ajuar que, según pa- local, con fuerte influencia asiria y con
rece, se encontraba en el interior de un aportaciones urartias y de las estepas.
gran recipiente alargado de bronce, en No obstante, R. Ghirshman atribuía el
cuyo borde se habían· grabado filas de conjunto a un príncipe escita, señor
48 iranios portando tributos a funcionarios temporal de lugar.
Medos y persas en el Irán Escalera oriental del acceso a la apadana
en Persépolis con relieves de guardias
persas y medos (foto: Lucio Ruiz Pastor)

ACE muchos siglos ya, los viaje-

H ros que en caravana iban de


Hamadán a Kermanshah, al lle-
gar a la altura de la gran roca de Bi-
sutüm, solían llamarse entre sí la aten-
ción. Arriba, a unos 25 m de altura y en
un lugar del todo punto inaccesible, se
divisaban unas figuras esculpidas y, de-
bajo y a los lados, lo que parecía ser una
larguísima inscripción. Invocando a Alá,
los caminantes seguían su ruta, maravi-
llados por el extraño monumento. Pero
nadie sabía qué era aquello.
Largo tiempo después, otros viajeros
europeos tomarían notas y dibujos de la
sorprendente roca, como el célebre R.
Ker Porter que, en 1818, trazó una in-
quietante aguada del roquedal de Bi-
sutüm, hoy en el Museo Británico. Los
curiosos tenían la plena certeza de que
aquella inaccesible inscripción debía
contener una importante información
de la historia persa. Por eso, cuando E.
Flandin y P. Coste viajaron a Persia en
1840, intentaron copiarla sin resultado.
E. Flandin recordaría en su obra que la
repisa era tan estrecha, que se veía obli-
gado a permanecer casi pegado contra
la pared: a pesar de mis esfuerzos, sólo
pude constatar que las inscripciones son
todas cuneiformes; grabadas en siete
columnas de 99 líneas. Ya se sabía algo
más, pero el misterio continuaba.
Pocos años más tarde, un antiguo ofi-
cial y entonces representante diplomá-
tico inglés en Bagdad, H. C. Rawlinson,
consiguió realizar una copia total de las
inscripciones gracias a su extraordinaria
agilidad y a la ayuda de un muchacho
kurdo. Y siguiendo el camino iniciado
por G. F. Grotefend, en 1846 daría a la
luz un libro con el desciframiento del
texto más sencillo de los tres existentes,
escrito en alfabeto silábico cuneiforme
y lengua persa antigua. Este sería luego
la clave para el desciframiento del ba-
bilónico y el elamita. Aunque de mo-
50 mento, el esfuerzo de H. C. Rawlinson 51
daba un" fruto maravilloso: la misteriosa Al líder de la revuelta contra los asi-
·inscripción de Bisutüm hablaba en la rios, Kastariti, se atribuyó la alianza de
lengua de los antiguos persas, la del mí- medos, manneos, cimerios y persas.
tico Ciro y los rivales de Grecia, y lo ha- Pero el verdadero fundador del efímero
cía así: Yo soy Daría, el Gran Rey, Rey imperio medo sería Ciaxares, que apro-
de Reyes, Rey de Persia, Reyde los paí- vechándose de la guerra civil asiria a la
ses, hijo de Vistaspa, nieto de Arfoma, muerte de Assur-bani-apli, expulsó a los
un Aqueménida... Las columnas de Per- escitas, amplió sus Estados por el este
sépolis, las ruinas de Pasargada y Ecba- y, cuando los asirios combatían contra
tana, de Susa, de tantos otros lugares te- Nabü-apla-usur, con una brillante ma-
nían ya una voz: la voz de un aqueménida. niobra -en palabras de M. Dyakonov-,
cayó sobre ASsur y la destruyó. El rey ba-
bilonio corrió a participar del triunfo y,
Una historia legendaria entre las ruinas de la milenaria capital
asiria, se pactó la alianza entre medos y
babilonios. Pocos años antes de morir,
Aunque todavía no sepamos con ab- el rey medo consiguió frenar las velei-
soluta certeza cómo y cuando se produ- dades de los persas que, desde la leja-
jo la indo-iranización del Irán, sabemos na región de Ansan, pretendían alianzas
al menos que en torno al 900 a. C., las con Babilonia.
fuentes asirias sugieren una dominancia La historia de la Media independien-
etno-lingüística distinta a la hasta enton- te se acercaba a su fin. El nuevo rey, Ast-
ces conocida en la región. yages, desde su capital de Ecbatana pa-
La primera mención 9 los medos se rece haber dominado un imperio que
remonta al reinado de Sulmanu-a5ared cubría la mitad de Anatolia, todos los
111. Pero pronto, como indica M. Livera- Zagros, el Elburz y, probablemente, in-
ni, recogemos indicios de muchas otras cluso la Bactriana. Cierto que, pese a su
naciones dispersas por el Irán: persas extensión, no estaba muy habitado y no
en la región de Ansan -sobre todo, tras tenía la cohesión de un verdadero im-
la liquidación del reino elamita por As- perio, aunque también es cierto que por
sur-bani-apli-, arios, drangianos y ara- sus características y el componente ma-
cosios en el Irán central, hircanios y par- yoritario de su población, próximo cul-
tos al este del Caspio y otros. tural y lingüísticamente, facilitaría los
Pastores de bovinos, cabras y sobre pasos primeros de un hombre nuevo,
todo caballos, poco a poco se fueron Ciro. Porque en el año 559 llegó la hora
asentando y diversificando su produc- de los persas.
ción de recursos. Entre todos los gru- Dice R. N. Frye que en la figura de
pos, dos parecen haber tenido especia- Ciro 11 el grande se integra una gran
les condiciones: los medos y los persas. parte de los mitos indoeuropeos. Y, ver-
El reino medo debió irse formando al daderamente, Ciro parece haber sido
este de Mannai, entre los Zagros y el de- un príncipe personal y políticamente
sierto. Su historia, popularizada por He- fuera de lo común. Pocas figuras de la
ródoto, debe revisarse a conciencia, humanidad han conseguido tan sólida y
pues las imprecisiones y errores por él positiva estima en las leyendas y en la
transmitidos son abundantes en el capí- historia. Y no puede ser casual la alta va-
tulo medo, mientras que los documen- loración que merecería a hombres
tos asirios se ajustan con mayor fideli- como Heródoto o Jenofonte. Persia es-
dad. Por ellos sabemos que en el 715, taba regida por la dinastía aqueménida,
Sargón (721-705) capturó y deportó a sometida y emparentada con la meda.
Hamat a un tal Dahyuka, jefe de los me- Aunque no lo sabemos con seguridad,
dos, que en opinión de R. N. Frye debía puede que hacia el 559 Ciro llegara al
intrigar en apoyo de Urartu. Pero como trono. Pero lo que sí sabemos con cer-
en época de ASsur-aha-iddin (680-669), teza, gracias a la crónica de Nabü-na'id
hacia el 670, varios reyezuelos medos - muy útil para los primeros hechos de
de los Zagros centrales juraron fidelidad Ciro-, es que en el 550 derrotó y cap-
al rey de Asiria, resulta evidente que to- turó a Astyages. A partir de entonces,
52 davía no estaban unidos. medos y persas formarían un todo indi-
d" .· obre el lugar
Dibujo de Flan m s de Behistun

. ...,.
t, .,.
:·""'<....:.-.. ~1·.i.~l ~:..·.~-....

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53
Friso de los arqueros procedente de Suso
(Museo del louvre, París)

54
visible y rector de lo que sería el mayor im- · Restos del período V
perio conocddo hasta entonces. Luego, en de Godin Tép(
un orden que todavía se discute, ocuparía
el resto de Anatolia -incluida la Jonia- y
probablemente aseguró las regiones remo-
tas del Irán; Bactriana, Sogdiana e incluso Los hechos posteriores son conoci-
las cercanías del Valle del Indo. Y en el 539, dos ya no sólo por Heródoto, sino tam-
sin casi lucha ni resistencia -como dice la bién por la famosa inscripción de Bi-
crónica de Nab1-na'id-, entró en Babilo- sitüm. Ella nos cuenta que Darío y otros
nia. Su muerte en combate contra los ma- nobles persas que le apoyaban vende- ;
sagetas terminó de acuñar la imagen de ron al usurpador y sus cómplices, res-
príncipe ideal, noble, valeroso, tranquilo y taurando en el trono a los aqueménidas.
pacificador. Y así quedó para la historia. En ·519 a. C., restablecida la situación,
De su hijo Cambises, conquistador de atacó a los escitas .en el lejano sur de
Egipto en el 525 a. C., la imagen es muy ne- Rusia; aseguró después Egipto y ocupó
gativa. La razón acaso-escribe P. Briant~ la India. La última expedición, a Grecia,
la intencionada oposición de estereotipos fracasó sin embargo en el 490 a. C.
-buen Ciro, malvado Cambises- perfila- Los sucesores de Darío -que ade-
da por Heródoto, dependiente en este ca- más organizó el imperio persa en todos
so de sus fuentes orales egipcias, hostiles . los terrenos-, aunque grandiosos, fue-
quizás sobre todo por las medidas que in- ron una cadena de ·monarcas sin verda-
trodujo sobre reducción de las rentas y tie- dero relieve. Y algunos, como Jerjes
rras de los templos. En cualquier caso, su (486-465), nos son bien conocidos por
reinado acabó pronto. Alarmado por la sus inútiles luchas con Grecia. Sin em-
usurpación dirigida por el impostor, el ma- bargo, desde entonces se inicia esa lar-
go Gaumata, se puso en marcha hacia el ga relación paralela y pacífica entre grie-
Irán. Pero.a mitad de·camino murió.
1
gos y persas, que tanto facilitaría des- 55
pués los planes de Alejandro. Porque a tam aqueménida, la pobreza técnica de
corto plazo, el rey de Persia se conver- las supuestas medas sugería una crono-
tiría en refugio de perseguidos y buen logía anterior. Aunque tal datación toda-
mecenazgo de artesanos y artistas. vía se repite aquí y allá, lo cierto es que
El inmenso imperio no era tan fuerte en un detalladísimo estudio, H. von Gall
como parecía. Artajerjes 11 e405-359) proporcionó las suficientes evidencias
tuvo que enfrentarse a su hermano Ciro como para concluir que las tumbas ru-
quien, pese a su valía personal, fracasó pestres de la Media eran copias medio-
y murió. Falto de fuerza real -Agesilao, cres de los reales aqueménidas, y que
un rey espartano, le puso en serios apu- por tanto debían datarse en el último
ros-, Artajerjes supo, sin embargo, período de la monarquía persa, cuando
comprar voluntades con el oro. Mas jefes locales medos pudieron tener el
cuando todo parecía ir bien, los sátra- capricho de construirlas. Pero, como
pas se rebelaron proporcionando nue- dice E. Porada, ya sean de época meda
vos quebraderos de cabeza que ocupa- o aqueménida, las tumbas citadas no
ron sus últimos días. Los últimos monar- son puramente medas.
cas, Artajerjes III (358-338) y Darío III Creo que con independencia de la
(335-331) parecen reaccionar. Pero la cronología que se les dé, las tumbas de
impresión era falsa. El primero consi- Media recogen en esencia lo que debió
guió aplastar a los últimos rebeldes. El ser su arte. Lo primero es notar que las
segundo apenas tuvo tiempo de reinar. tumbas excavadas en la roca no eran
En el año 334 Alejandro de Macedonia conocidas en el Irán pre-medo/aque-
entraba en Asia. ménida, pero sí y profusamente en Urar-
tu. Probablemente la idea llegó a Persé-
polis a través de los medos. No obstan-
En tomo a un arte medo te, en la tumba de Kizkapan, por ejem-
plo, R. Ghirshman veía un recuerdo del
mundo escita en el techo, que imita una
Es evidente que por su situación geo- cubierta de troncos. Y salvo en las de
gráfica y temporal, el reino medo debió Sakawand, tan pequeñas que recuer-
de jugar un curioso papel intermediario dan a un simple osario, la planta de es-
entre el remoto Irán del noroeste y el tas tumbas no deja de poseer una cier-
arte aqueménida de los siglos VI, v y IV ta elaboración: fachada de columnas,
a. C. Razón básica por la que el asunto saledizo que protege la entrada y dos
no puede ser en modo alguno dejado cámaras, a veces con columnas, donde
aparte. Tiempo atrás, E. Porada se que- dos y tres fosas excavadas en la roca
jaba de la imposible descripción del manifiestan un uso múltiple. R. Ghirsh-
arte medo a causa de la rarísima docu- man pensaba que éstas habían sido las
mentación fiable. Y aunque en los años tumbas de los reyes medos. Pero ningu-
siguientes se excavaron algunos sitios na inscripción lo avala, y si se aceptan
en el corazón de la antigua Media, los argumentos de H. von Gall, debe-
como Nusi Yan, Godin Tépé y Baba Yan, mos concluir que, como~ mucho, en
todavía en 1985 l. M. Dyakonov habría ellas se recoge algo del sentir medo
de insistir en lo poco que conocemos pero, eso sí, influido ya por lo aquemé-
del arte y la cultura material de los an- nida. ¿seguimos pues con la ignorancia
tiguos medos. No obstante, algo pode- del arte medo? Creo que, bien al con-
mos decir. trario, hoy contamos ya con elementos
R. Ghirshman atribuía a los medos novedosos.
una curiosa serie de tumbas excavadas Entre los años 1967 y 1977, D. Stro-
en las rocas de sus montañas. Las prin- nach dirigió la excavación de Tépé
cipales eran la de Kizkapan en el Kur- Nus-i Yan, una pequeña colina natural
distán iraquí y las de Fahraqah, Ferhad, situada a unos 60 km al sur de Hama-
Sakawand y Dukkan-i Daüd en el Irán. dan. En su cumbre, una plataforma de
Como apunta no sin cierta ironía R. N. 80 x 30 m, los estudiosos encontrarían
Frye, la atribución a los medos se hizo los restos de cuatro edificios monumen-
simplemente porque en la comparación tales que, por las condiciones de su ha-
56 con las más elaboradas del ·Naqs-i Rus- llazgo y las estructuras relacionadas, se
Conjunto de edificios medos en Nus-i Yan, -el principal triangular- en el interior.
cerca de Ecbatana (siglos Vil-VI a. C.), según Según D. Stronach, el templo debió ser
M. R. Roaf y D. Stronach clausurado ritualmente. Así las habita-
ciones fueron llenadas con piedra de
revelarían como un verdadero misterio. esquisto hasta una altura de 6 m. Lue-
Según D. Stronach los cuatro edificios go, todo se cubrió con adobe y esteras.
medos que coronan la colina siguiendo Decía R. Ghirshman que el templo de
una disposición longitudinal, no fueron Nus-i Yan debió de ser uno de los dai-
de construcción simultánea, aunque sí vadana destruidos por Jerjes en su cam-
llegarían a estar en uso a la vez. En tor- paña contra tales cultos. Pero D. Stro-
no al 750 a. C. en el extremo este de la nach ·apunta la inexistencia de destruc-
colina se construyó una fortaleza. Más ciones intencionadas. Sólo hacia el
tarde vendría un templo del fuego en el 650-600, el lugar se abandonó.
centro y, al oeste, una gran sala de co- Más o menos en la misma época en
!umnas -precisamente un edificio más que D. Stronach trabajaba en Nus-i Yan,
tardío- que se adosaría a otro templo T. C. Young y L. D. Levine excavaban la
del fuego anterior. Construida en ado- ciudadela de Godin Tépé cerca de Kan-
be, la fortaleza medía unos 22 x 25 m. gavar. El segundo y último nivel se re-
Sus fachadas presentaban entrantes y monta a los siglos v111-v11 a. C., la época
salientes, y en el interior se advierte la meda, y proporcionó un curioso edificio
existencia de un piso superior y salas compuesto por una gran sala de 31 co-
muy alargadas. En el extremo oeste, un lumnas de madera -de 25, 15 x 25,70
edificio pequeño, con dos salas y facha- m - , con bancos corridos adosados a
das muy parecidas a las de la fortaleza, los muros N, E y O. En el centro del ban-
se identificó como un templo del fuego. co norte se distinguía un lugar elevado.
Delante, bastante después, se adosó A los lados, otras salas de columnas de
una luminosa sala, cuya techumbre es- madera y otros espacios. Todo venía
taba sostenida por doce columnas de protegido por un muro de 2,30 m de an-
madera dispuestas en tres filas ·de cua- chura y varias torres.
tro. Desde la sala se bajaba a un túnel Por fin, en Baba Yan Tépé, cerca de
de 20 m de lado, 1, 70 de alto y 1,80 de Nihavend, por los mismos años, C. Goff
anchura, de destino desconocido, aca- Meade descubría lo que podría "haber
so ligado a cultos o pruebas inidáticas. sido una casa señorial fortificada, de en
Por fin, en el centro se levantó lo que tomo al siglo VIII a. C. Allí, en el último ni-
parece haber sido el edificio más inte- vel, el patio primero se convirtió en sala
resante, un templo del fuego de compli- de columnas.
cada fachada exterior y tres espacios Los tres conjuntos de edificios citados 57
constituyen el primer ejemplo bien da-
tado y atribuible a los medos. y ello por-
que la cerámica de la época es típica
de la región de Hamadán -que, no lo
olvidemos, encierra a la antigua Ecbata-
na-; pulimentada de color rojizo o
blancuzco, con cuencos de asas hori-
zontales y jarras de asas verticales. En
segundo lugar, porque en sus salas de
columnas se perciben dos cosas; la in-
fluencia de las salas de pilares de Urar-
tu, patente ya en la mannea Hasanlu, y
el posterior desarrollo de la arquitectu-
ra aqueménida de Pasargada, Persépo-
lis o Susa. Algo presumido teóricamen-
te por la historiografía en el arte medo
y que así se confirma: el papel de re-
cepción de las influencias meridionales,
su maduración y su transmisión al ám-
bito persa. Porque es evidente que las
rústicas ideas de Hasanlu, Godin o Nus-i
Yan respiran ya un aire nuevo.
Recuerda E. Porada que, cuando Ciro
conquistó Ecbatana, se llevó a Ansan y
como botín los tesoros de plata y oro del
rey. Tal cuenta al menos la crónica de
Nabü-na'id. Si ello es así, podríamos
pensar que los medos fueron orfebres
de calidad. De hecho, la aristocracia
meda era famosa por su lujo que, pro-
bablemente, se manifestaba también en
tejidos, muebles y objetos de madera
que no han ll~gado hasta nosotros.

Las raíces del mundo y el arte


aqueménida · todos por la luminosa luz y el azul lim- Entrada de columnas al palacio P de entre 559 y 550 a. C., aunque en Pasar.:· ·-'
pio del cielo de la Parsua. Por fuerza, ?asargada gada trabajaran canteros sardos según
esa luz radiante y el fuego habían de ser ciertas marcas halladas en las pie.dras,
Los niños persas abrían los ojos a la valores venerados. ni Lidia ni la Jonia eran todavía pose-
luz brillante de la Parsua, una alta me- Aunque las gentes de la Parsua tenían medos, los persas hubieron de saber sión persa. Es decir, todavía Ciro no
seta entrecruzada de montes y rodeada en torno a sí todos los materiales preci- antes, y mucho, de palacios y monu- contaba con los recursos ni los medios
por los hrazos de los Zagros. Sus tribus, sos para desarrollar un arte -canteras mentos en Asiria y Urartu. que Darío movilizaría en el célebre do-
localizadas por los textos asirios del si- en los montes, madera, suficientes arci- Dice A. Godard que en Pasargada, el cumento de Susa, traducido por F. Va-
. glo IX en la región de Kermansah, habían llas y barros para los ladrillos y ado- primer conjunto palatino citado en una llat. Pero sí contaba con artesanos ex-
llegado hasta allí en una fecha que ig- bes-, pese a que las viejas pistas -que historia del arte persa, el palacio de Ciro perimentados de su propia nación.
noramos. Pero allí por fin y con su rey desde el Irán interior y por la región de presenta un perfecto cuidado, elegancia R. Ghirshman atribuye a los primeros
Kuras -Ciro 1- entraron en la historia. los Pasargadas cruzaban el corazón de y finura, cualidades siempre presentes monarcas persas ciertas terrazas cons-
En aquella gran meseta cruzada por la Parsua, para subir a la Susiana o el en el arte persa. Pero que pese a la ten- truidas con piedras en parte ciclópeas.
el río Kur, antigua tierra de Ansan, las Luristán-, les podían llegar materias tación de atribuírselas desde su origen, Los lugares de Masjid-i Sulaiman · y
distintas tribus de Pasargadas, Mara- lujos<:ls e influencias, y aunque ante sus lo cierto es que no hay -termina el au- Bard-i Nishandeh guardarían los restos
pios, Maspios y muchas más, vivían eri .ojos tenían a la vieja Ansan, todo lleva- tor- generación espontánea posible. · de esas grandes plataformas, dotadas
buena vecindad. Seca y calurosa, en las ría a suponer que como dice H. Frank- Tiene que haber habido intentos ante- de escalinatas, con fachadas de entran-
alturas aún se veían bosques y, más arri- fort, los persas ignoran el ar.t e monu- riores, ·tanteos, experiencias. Por otra tes y salientes, y sobre las cuales pare-
ba,. los pastos de verano. Porque mu- mental, antes de que su rey Ciro 11 parte, suele decirse que la civilización cen haberse levantado algunos edifi-
chos- eran pastores. Pero pronto tam- conquistara el trono de Babilonia. Pero persa es una civilización de síntesis. cios. Según él, deberían remontarse al
58 bién agricultores y artesanos, bañados. también es cierto que al igual que los Pero cuando Ciro construyó su palacio, siglo vn a. C. D. T.- Stronach, sin embar- 59
go, las baja al siglo v. En cualquier caso, en su arte mayor dejarán la impronta de
creo que la inspiración hay que buscar- su carácter. Frente a la vivacidad griega
la en las grandes plataformas de adobe la rectitud, el rigor -que al menos y en
de los palacios asirios que aquí, por ló- principio, también era moral con la dua-
gica, se hicieron en la abundante piedra lidad bien y mal, verdad y mentira - , la
del lugar pobremente trabajada y asen- severidad grandiosa manifestada en la
tada en seco, recogiéndose igualmente rigidez de sus relieves. Rigidez que no
la sabiduría de los urartios y su pre- es impericia, sino sentido nacional y es-
ferencia por la columna y la piedra. Por- tético de la representación honrada.
que es evidente que el arte persa se La situación social de artistas y arte-
hunde en lo que al principio les debió sanos no nos es bien conocida, puesto
ser más próximo y admirable, los mo- que incluso la sociedad persa nos resul-
numentos y las artes de Urartu, los ta difícil de percibir, pese a los sober-
grandes complejos y la estética de asi- bios estudios de M. A. Dandamaev.
rios y babilonios, como apuntan U. Seidl Como dice P. Briant, la sociedad que
y P. Calmeyer. En los primeros edificios describió Heródoto no era la de los
debieron irse formando los maestros tiempos de Ciro. Y los clanes y las tribus
primeros, los artesanos eficaces por los -siempre fuertes-, perdieron impor-
que A. Godard se pregunta, capaces de tancia con el crecimiento del poder
·aprovechar y dirigir en un conjunto ho- real. ¿cómo afectó esta evolución a la
mogéneo y único, afín a la propia condición del artesano y el artista? To-
idiosincrasia persa, a los artistas y can- davía es pronto para saberlo. Pero eran
teros que Darío I dice haber traído de libres, como libres tenían que ser los ar-
todos los confines de su imperio. tesanos que Darío vinculó a su palacio
H. Frankfort se asombraba de que los de Susa -si hay medos entre ellos-, y
persas, explotando la variedad artística y altamente estimados si merecieron ser
las tradiciones de los pueblos sometidos, recordados -porque eran los mejores
produjeran un arte original y coherente, de todos los pueblos sin duda- en el
dotado de una unidad que jamás alcan- ya citado documento del palacio de
zaría otra tierra de influencias dispares: Susa: los babilonios hicieron adobes y
Fenicia. Pero yo creo que si bien es cier- ladrillos, jonios y sardos labraron la pie-
to que Persia, por ser un imperio inmen- dra, medos y egipcios el oro, además de
so, podía disponer y dispuso de los me"'" decorar los muros. Y todos ellos, dirigi-
jores materiales y artesanos, también lo dos sin duda por maestros persas y tra-
es que el espíritu estético del artista per- bajando a la vez que muchos otros ar-
sa era único, sin precedentes, y que sus tesanos de la misma nación, interpreta-
proyectos, sus volúmenes y sus métodos ron el mundo religioso de los iranios.
se mantuvieron desde el principio al fin. Algún documento ha guardado me-
En cierto modo es lo que viene a aceptar moria de cierto artista. Entre los nume-
hoy J. Boardman. Los maestros persas di- rosos textos escritos hallados en Persé-
rigieron los proyectos, organizaron el tra- polis, que se remontan a la época de
bajo y asimilaron las enseñanzas de los Darío I, una carta firmada por Arsáma,
extranjeros, sin duda, como las del escul- sátrapa de Egipto, demanda que a su es-
tor Teléfanes de Focea, que trabajó para cultor Hanzani y a su familia se le pro-
Darío y Jerjes. Pero sólo ellos podían porcionen provisiones y materiales para
aprender sin perder la esencia de lo pro- realizar una estatua ecuestre. Se diría
pio y el genio de la tradición imperial. que el escultor vivía protegido por su se-
El persa, como el medo, amaba los ñor, que estimaba o deseaba sus obras.
objetos bellamente trabajados. Incluso Pero no sabemos mucho más.
suntuosos. Las alfombras, las colgadu- La religión del Irán medo-persa es
ras, las armas, los arneses iniciaron en- mucho más compleja de lo que cabe
tonces una gloriosa tradición que aún deducir de algunos manuales. Tampo-
hoy se mantiene. Pero también bebía co sabemos si el mensaje de Zoroastro,
en su pasado. El decorativismo les difundido originalmente en el Irán del
atraía sobremanera. Tanto que en cuan- nordeste y en tomo al 1000, como pien-
to estuvieron en situación de hacerlo lo sa R. N. Frye, era asumido por todos los
60 pasaron a la arquitectura y el relieve. Y iranios y de qué forma. Cierto que Ahu-
ra Mazda -invocado por Darío con fer- menzar se cavó la tierra hasta encontrar
vor-, era el eje de los valores de un la roca madre. Que tal excavación ne-
pueblo que creía en espíritus malignos cesitó profundizar entre 40 y 20 codos
y otros dioses como Mithra o Anahita. -de 20 a 1O m, más o menos-, según
Pues en el Irán aqueménida se mezcla- lugares y, en fin , que luego se echaron
ron tres corrientes: las creencias gene- guijarros como cimientos. Si ello fue
rales iranias heredadas de los antepasa- exactamente así, los maestros persas
dos indo-iranios, el mensaje zoroástrico demostraron unos excelentes conoci-
transferido mezclado con lo anterior y mientos y un buen asesoramiento, si es
las religiones de los pueblos sometidos que lo precisaban. Algo que estamos le-
de Oriente Próximo. Y ello porque los jos de garantizar.
monarcas aqueménidas -que no pare- La arquitectura persa es, como ya
cen zoroástricos-, gustaron de respetar hemos hecho notar, un arte monárqui-
la religión de los demás pueblos. Y si co, en el sentido de que casi la totalidad
Ciro restaura Babilonia y sus cultos, en de sus realizaciones está ligada directa
Persépolis se darían raciones para que o indirectamente con la realeza. H.
ciertos sacerdotes realizaran ofrendas a Frankfort, J. Boardman y otros han bus-
Mithra, Humban -dios elamita-, un río cado las huellas de influencia extranje-
y una montaña por ejemplo. La toleran- ra, porque la novedad de las ,obras en
cia no quedó empañada, evidentemen- las que se integran destaca as1. Resulta
te, porque Jerjes arrasara Babilonia y manifiesto que en los palacios, se reco-
Borsippa. Pero sí acaso, como apunta gen distintos usos mesopotámicos co-
R. N. Frye, por el mago Gaumata, el mo la construcción sobre terrazas
usurpador. No obstante, los magos ter- artificiales, los muros de adobe embe-
minarían asociándose con la adoración llecidos a veces con relieves pétreos o
de Ahura Mazda y, como dice M. ladrillos vidriados y las entradas con
Schwartz, llegarían a decir que Zoroas- toros de protección. Distinta proceden-
tro había sido uno de ellos. cia tendría, en su opinión, el remate de
Los servicios de los artistas, sin em- las puertas mediante un caveto egipcio
bargo, no fueron muy requeridos por el que descansa sobre una moldura de
mundo religioso. Altares y torres del ovas, de aliento griego. Y en fin, sería~
fuego medo-persas o tumbas excava- más propios los capiteles -desconoci-
das en la roca eran los únicos encar- dos fuera del ámbito persa-, la altura
gos ligados a las creencias. Pero Ahu- y cantidad de las columnas y los relie-
ra Mazda tuvo que ser plasmado en la ves en sí mismos.
arquitectura monumental como un Qué duda cabe que la aportación ex-
disco alado, esto es, con una iconogra- tranjera es incuestionable, pero de nin-
fía prestada. Pues, lcómo representar gún modo podemos obvi~r lo propi?, y
al fuego, brillante y luminoso, material el nivel alcanzado por la mterpretacwn
o inmaterial a la vez? Más que en cual- dada a los préstamos. Como se ha di-·
quier otra cultura, el artista persa estu- cho, los palacios no son más que el t!-
vo libre de sometimientos al mundo re- po de casa del país agrandado y multi-
ligioso. Y no podía ser de otro modo, plicado hasta lo inverosímil: casas de
en ese mundo que heredaba, en cierta adobe con columnas de madera en el in-
forma, un mensaje de luz. terior y el pórtico apoyado en soportes
de piedra. Pero como en la plataforma
de Pasargada las piedras presentan
La arquitectura aqueménida marcas de los canteros de Sardes, se
piensa que el paso del adobe y la ma-
dera a una gran edificación real necesi-
En el ya citado documento del pala- tó la colaboración de especialistas: los
cio de Susa, además de informamos so- canteros de Jonia y Sardes, al menos pa-
bre la procedencia de las materias pri- ra obtener una gran calidad. R. N. Frye
mas utilizadas y los artistas y artesanos insistió en la procedencia lidia del tra-
implicados, Darío 1dejó memoria de un bajo en la acrópolis, y ve el influjo del
dato que recobra ahora todo su interés. oeste también en la tumba de Ciro. Pe-
Cuenta el monarca que antes de co- ro ninguna de· estas 'evidencias niega el 61
·papel persa y la evolución propia. Si re- Dependencias de la Apadana y ala norte
cordamos las salas de columnas de ma- del palacio de Darío en Persépolis (foto:
dera de Nus-i Yan o Godin Tépé, no nos Lucio Ruiz Pastor)
asombrará saber que como constató D.
Stronach, en Pasargada sólo la basa y la
parte inferior del fuste eran de piedra.
El resto, hasta el capitel, debía ser de
madera. Ni tampoco la fantástica crea-
ción de las grandes apadanas. En todo
vemos pasos, evolución y cumbre.
En la arquitectura palatina existía un
proyecto global desde el principio. Ci-
tando a E. Herzfeld, H. Frankfort dice
que Pasargada, el primer palacio desta-
cado, conservaba todavía el carácter de
un asentamiento de jefe nómada. Pero
ello es erróneo, pues como D. Stronach
demuestra, la colocación de los tres edi-
ficios y su orientación revelan su rela-
ción con el plano urbanístico querido
por los arquitectos y cuyo centro eran
los grandes jardines; y en conjuntos
como Persépolis, levantados sobre una
gigantesca plataforma, cuánto más evi-
dente resulta el proyecto arquitectónico
global, con independencia de que suce-
sivos monarcas fueran llenando los es-
pacios aun disponibles. En cualquier
caso, los maestros buscaban perspecti-
vas poderosas, como en el lado oeste
de Persépolis, con su escalinata y gigan-
tesca apadana. Con toda certeza, ya fue-
ran babilonios, arameos, lidios, griegos
o bactrianos los que se acercaran hasta
allí, ninguno de ellos conocía algo tan
grandioso, algo tan en consonancia con
la majestad y el esplendor del Gran Rey.
El primero de los palacios persas fue
Pasargada. Ciro mandó construirlo en la
llanura regada por el río Pulvar, al este
de la gran Parsua, en un lugar que in-
cluso en verano las .noches son frías.
Desde lejos se divisan tres grupos de
ruinas, separadas entre sí por unos 200
m. Se trata de la puerta, una sala hipós-
tila de 26 x 22 m, con accesos por los
cuatro lados y dos filas de cuatro colum-
nas en el interior. Las entradas principa-
les tenían sendos toros de piedra, al es-
tilo asirio; las otras, genios alados, pero
éstos no eran meras copias, como dice
D. Stronach, sino que incorporan rasgos
persas, elamitas y de Levante. Más. allá,
al noroeste, se levantaba la Sala de las
Audiencias, un gran edificio rectangular,
con "Ün gran pórtico de dos filas de 24
62 1 columnas a un lado; otros dos pórticos 63
menores con dos filas de ocho y una rey de casi 3 m. El palacio comprendía
más al suroeste, con dos filas de cator- un conjunto residencial al sur, con va-
ce. Luego, en el centro, una gran sala rios patios cuyo trazado recuerda al del
con dos filas de cuatro columnas. Dice palacio principal de Babilonia y, como
D. Stronach que si en los pórticos po- aquél, estaba decorado con ladrillos es-
dría argüirse influencia griega -aunque maltados representando leones, toros
no olvidemos que estamos moviéndo- alados y grifos. Al norte, la gigantesca
nos en edificios de en torno al 540 apadana o sala de audiencias, con más
a. C.-, la sala central es incuestiona- pórticos de 109 m al norte, este y oeste.
blemente irania. El techo de la sala aparecía sostenido
Y por fin el palacio principal, el más por 36 columnas estriadas de 20 m con
septentrional, presentaba un pórtico gigantescos capiteles de prótomos de
excepcionalmente grande, con dos filas toro, de 5,52 m de altura. Una escalina-
de veinte columnas, una sala central ta, réplica de la de Persépolis según
del mismo tipo y otros departamentos Amiet, se decoraría con el célebre friso
construidos en adobe. Esta debió ser la de los arqueros.
residencia de Ciro en la que, fatalmen- Pasargada y Susa son dos conjuntos
te, apenas debió habitar. Los raros via- ambiciosos, llenos de detalles de gran-
jeros europeos que visitaron las ruinas deza y espíritu persas. Pero donde me-
de Pasargada no se dieron cuenta de jor se plasmaron las virtudes del arte
que lo que ellos creían ciudad -como aqueménida no fue allí, o acaso no solo
Adolfo Rivadeneyra escribiría en su allí, sino en el corazón de la Parsua, en
visita al lugar el 2 de julio de 1875- no un lugar que los aqueménidas llamaron
eran sino los restos de los grandes jar- Parsa y los griegos Persépolis.
dines donde se inscribían los edificios, En el año 518 a. C. Darío 1, Rey de Re-
cuyas conducciones de piedra, estan- yes por la voluntad de Ahura Mazda,
ques y otras instalaciones han sido comenzó a levantar allí lo que, en opi-
analizadas no hace mucho por D. Stro- nión de R. Gihrshman, venía a ser un
nach. Pasargada resulta así haber sido canto al sentimiento nacional, fortale-
no tanto el campo de un rey casi nó- cido por la unión de medos y persas y
mada, como pensaba E. Herzf eld, sino basado en el gobierno justo sobre los
el hermoso y fantástico jardín de un pueblos que formaban el imperio. Tan
príncipe noble y sencillo a la vez, un gigantesca empresa, continuada por
conjunto que, en opinión de R. N. Frye, Jerjes y Artajerjes por lo menos, pare-
encaja bien con el carácter de Ciro. No ce no haber sido conocida por los au-
es extraño que no lejos de allí, casi un tores clásicos. R. Ghirshman pensaba
kilómetro al sur, sus fieles dejaran los que este lugar se concibió sólo para
restos de aquel héroe, fundador del celebrar el año nuevo, una fiesta en la
imperio. que todos los pueblos del imperio se ·
Una de las grandes realizaciones de reunían para depositar sus ofrendas
Darío fue su palacio de Sosa, en cuyas ante el Gran Rey y renovarle su fideli-
ruinas trabajaron los pioneros de la ar- dad. Quizás por eso y según parece,
queología irania, los esposos Marcel y ningún extranjero llegaría a verla, in-
Jane Dieulafoy, en el pasado siglo. Sería cluido Ctesias. Era el símbolo de supo-
hacia el año 521 ó 520, cuando los ar- derío, el centro de su imperio, como
quitectos de Darío emprendieron los pa- ha escrito H. Koch.
sos que el documento del palacio des- Frente a la inmensa llanura de Marw-
cribe. Los enormes trabajos de aterraza- dast, en parte apoyada en las rocas de
miento referidos permitieron construir la montaña de Kuh-i Rahmat, se levan-
una plataforma de 13 Ha y 15 m de al- tó una gigantesca plataforma de unos 15
tura que dominaba la llanura. El único m de altura, 450 x 270 m de lado y 13
acceso se hacia por la puerta monu- Ha de superficie, construida por gran-
mental hallada en 1972. Este edificio des piedras, rectangulares las mayores
que, como escribe P. Amiet, podría o de formas distintas, pero ajustadas en .
compararse q. un arco de triunfo con seco, sin mortero alguno. Desde la lla-
sala interior, fue acabado por Jerjes y nura, cuando los representantes de los
64 decorado con dos grandes estatuas del pueblos del imperio fijaran sus tiendas
Capitel en forma de toro del conjunto de plataforma - flanqueaban las puertas
Persépolis oeste y este. Por la sur se salía a un pa-
tio donde se levantaba la apadana. Edi-
ficada sobre otra plataforma a la que se
a la espera de la gran recepción, el es- subía por escalinatas semejantes y de
pectáculo abierto ante ellos debía ser muros cuajados de relieves, la apadana
formidable. A la izquierda, la gran escá- era un gran edificio de cuatro torres en
linata de cuatro tramos que llevaba a la las esquinas, tres pórticos de dos filas
puerta de Jerjes, con sus toros androcé- de 6 columnas cada una y una inmensa
falos alados. En el centro de la vista, la sala cubierta de 60 m de lado. Las co-
maravillosa apadana con columnas de lumnas con estrías y capiteles de próto-
19 m que, sumada a los 15 m de "la pla- mos alcanzaban los 19 m de altura.
taforma, debían resultar de un efecto Detrás de la apadana se levantaba el
anonadante. A la derecha, el palacio de mucho más sencillo palacio de Darío y
Darío y otros recintos. Al fondo, por fin, una sala de audiencias. Más al este, Jer-
la parte superior de más edificios y la jes primero y Artajerjes después, cons-
montaña. truyeron la célebre sala de las 100 co-
El acceso al conjunto palatino se ha- lumnas y otra serie de edificios. El com-
cía por la gran escalinata del oeste, de plejo del tesmo, sin embargo, situado
escalones muy anchos y poco pronun- en el ángulo sureste y apoyado casi en
ciados, pensada probablemente para la montaña, es obra de Darío.
permitir la subida de los caballos. Lue- En resumen, y como concluye E. Po-
go, una vez en la plataforma, era preci- rada, Persépolis proporcionó a la arqui-
so entrar por la puerta de Todos los Paí- tectura aqueménida la sala hipóstila
ses, edificio que comenzó Darío y aca- cuadrada, el zócalo como base de edi-
bó Jerjes. En ambos frentes, dos enor- ficios importantes y cavetos en los din-
mes toros -hacia fuera- y dos toros teles de las puertas de piedra. La per-
androcéfalos -hacia el interior de la fección y la belleza no están exentas de 65
curiosas impurezas técnicas señaladas Menos la que debió haber sido desti-
por H. Frankfort. Por ejemplo, los mar- nada a Cambises - una plataforma de
cos de piedra de puertas y ventanas no piedra cerca de Persépolis-, el resto de
se hicieron de cuatro piezas, sino a ve- las tumbas reales aqueménidas difieren
ces de una sola o de una hasta la mi- por completo de la de Ciro. Desde Da-
tad; los escalones no se hicieron de río 1 los monarcas decidieron construir
modo normalizado y, en fin, los tambo- sus tumbas a cierta altura, cavadas en
res de las columnas no tienen la misma la roca según módulos que manten-
altura. Sin embargo, la talla de basas drían y siguiendo el precedente urartio
con flores y hojas, las estrías y los capi- ahora embellecido y mejorado. Naqs-i
teles con prótomos de toro, leones o gri- Rustam, a unos cinco kilómetros de Per-
fos y volutas son de lo mejor del arte an- sépolis, era un valle recoleto y cerrado
tiguo. por farallones casi verticales. Los elami-
tas lo habían señalado ya como un lu-
gar sagrado, y Darío lo escogió para
Arquitectura funeraria construir su tumba. A una altura conve-
niente, los arquitectos trazaron una es-
pecie de marco en forma de cruz, con
La arquitectura funeraria aqueméni- 22,50 m de altura. En el tramo superior,
da conocida es también un empeño Ahura Mazda en lo alto y el rey con un
real, con excepción de las tumbas ru- arco en la izquierda, invocando a su
pestres de Media que, si como quiere H. dios sobre un estrado que mantienen
von Gall, corresponden a una época tar- dos filas con las 28 naciones citadas en
día, habrían sido abiertas por los jefes la inscripción. A los lados -aunque no
medos de la región a imitación de las suelen ser visibles en las fotografías-,
reales, según vimos. person,ajes del séquito real en tres filas.
El monumento ·funerario más antiguo Por debajo de la decoración escultóri-
es la tumba de Ciro, situada más de un ca, cuatro columnas lisas adosadas, con
kilómetro al sur de Pasargada. Estrabón capiteles.de protomos, semejantes a los
cuenta que Aristóbulo encontró dentro de Persépolis. En el interior se talló un
de la cámara un lecho de oro, una mesa techo en doble vertiente como evocan-
con copas y un féretro de oro. Una ins- do la tumba de Ciro, según R. Ghirsh-
cripción decía así: Hombre, yo soy Ciro, man, además de varios sarcófagos.
el que fundó el imperio de los persas y En líneas generales, el resto de las
fue rey de Asia. No me envidies por este tumbas de 'Naqs-i Rustam, abiertas por
monumento. Dice D. Stronach ºque, Jerjes, Artajerjes 1y Darío 11 repiten el es-
pese a su severidad - una especie de quema, lo mismo que las excavadas por
capilla con techo a dos aguas, levanta- Artajerjes 11, Artajerjes III y Darío III de-
da sobre un podio de seis gradas, sin trás de Persépolis.
mayor adorno-, la tumba impresiona. Es bien conocida la observación de
Tiene dos partes bien señaladas: un po- Heródoto de que los persas no tenían
dio escalonado de seis gradas de pie- templos en el sentido estricto. Y con in-
dra, con 13,35 x 12,30 m en la base y 5,5 dependencia de ciertas intervenciones,
m d.e altura; sobre esta especie de plin- en líneas generales -como afirma R.
to se levantó la cámara, construida con Ghirshman- ello era cierto. Las funcio-
el mismo material, con un acceso direc- nes de templo eran cumplidas por pla-
to por el NO y 3,17 x 2,11 m. Casi todos taformas de piedras, más o menos gran-
los autores están de acuerdo en notar des, sobre las que se levantaban altares
influencias jonias en el conjunto y en el de fuego, como en Pasargada o en
detalle, aunqu~ otros recuerdeff las raí- Naqs-i Rustam. En ambos sitios se le-
ces iranias, urartias y mesopotámicas vantaron también una espeeie de torres,
incluso. no lejos de las tumbas con las que pa-
recen tener relación. La mejor conser-
vada, .la de Naqs-i Rustam, se dedicó
beta/le de la procesión en la escalera este justo frente a la tumba de Darío. Cons-
de la apadana de Persépolis (foto: Lucio truída en piedra caliza blanca, con 11,60
Ruiz Pastor) X m de altura y 7,30 de lado, cada facha- 67
t
da presenta un finísimo trabajo de can- cardamos los no tan limitados ejem-
tería, con decoración de alvéolos rec- plos de escultura en pequeño tamaño
tangulares y 3 filas de ventanas, en pie- -ya sea en piedra, bronce u otras ma-
dra negra, coronado todo por un friso terias-, las grandes esculturas de Da-
de dentículos. Una escalinata llevaba a ría halladas no hace mucho en Susa y,
una cámara de 5,30 x 3, 75 m. Este cu- en fin, el contenido de la carta de Arsa-
rioso edificio ha sido interpretado de ma a la que ya nos hemos referido. Los
muy diversas formas: templo del fuego relieves aqueménidas parecen haberse
eterno (R. Ghirshman), tumba provisio- iniciado en la época de Ciro. Entonces
nal de los soberanos y luego, santuario -como se percibe en los genios ala-
donde se guardaban los estandartes (A. dos- el tratamiento era simple y pla-
Gbdard), templo de Anahita (S. Wikan- no. Pero eso cambió. Como describe E.
der) y algunas más. Tan extraña torre, Parada, la cumbre de la escultura
conocida siglos después como la Ka'a- aqueménida son los relieves de Persé-
ba Zardust -la Ka'aba de Zaratustra- polis. Allí, la presencia de maestros jo-
sigue mostrándose problemática. H. nios que trabajaban en el estilo de fina-
Koch piensa que debió construirse en les del siglo VI debió imponer ya la nor-
tiempos de Darío, y que en época sasá- ma que conservaría para siempre el
nida sirvió acaso para custodiar en ella arte aqueménida. H. Frankfort precisa
los escritos del Avesta. incluso, que la evolución posterior de
la escultura griega durante el siglo v no
influiría para nada en el arte persa, pero
las semillas quedaron en buena tierra.
El arte de los maestros de la talla Recuerda el mismo H. Frankfort que
el arte de los escultores mesopotámicos
Con absoluta seguridad, en la corte y había sido fundamentalmente lineal,
los talleres del Gran Rey se reunieron es- plano, con detalles más incisos que mo-
cultores de todas las partes del imperio, delados. Por el contrario, los maestros
sobre todo quizás jonios y sardos, pero de los talleres reales aqueménidas fija-
también puede que egipcios -como ron un estilo en el que el altorrelieve y
cuenta el citado documento de Susa-, el modelado suave, en busca de formas
y, desde luego, persas. 'Podría pensarse redondeadas, era dominante. Se inten-
pues en un arte multinacional; y E. Pa- taba lograr una verdadera representa-
rada y H. Frankfort, entre otros, han in- ción plástica de hombres y animales.
tentado percibir qué es lo que debe y a Para ello se prodigaba una talla cuida-
quién la escultura aqueihénida. Mas, pe- dosa, sin obviar los detalles, pero sin
se a todas las identificaciones y los in- que estos se impusieran al conjunto.
flujos notados, ambos vienen a concluir Acabada la talla, el relieve se pulimen-
que el espíritu global y lo esencial del taba cuidadosamente y, finalmente,
mismo es único: el genio aqueménida. -como piensa E. Parada- se pintaba,
La manifiesta afición al decorativis- una labor en la que los medos y egip-
mo de los iranios, patente en épocas cios eran especialis tas.
más remotas, resurge con fuerza en la En cuanto a la rigidez, la sensación
plástica de medos y persas. Esa pro- de actitud helada de la que habla R.
pensión natural tendría su parte en la Ghirshman sería continuación de la
tendencia a decorar los relieves, los tradición elamita, pero también podría
muros y entradas de los recintos reales, deberse a un especial concepto de lo
aunque no debemos olvidar el papel majestuoso. Y no eran narrativos, co-
que debieron jugar también los pala- mo los asirios, porque la intención
cios de asirios, babilonios o urartios. querida se limitaba a la decoración de
Dice H. Frankfort que la escultura aque- lugares destinados a una función espe-
ménida quedó subordinada a la arqui- cial. La escultura aqueménida de bulto
tectura, de la que forma parte, directa redondo es escasa, pero en las piezas
o indirectamente, la mayoría de la obra conocidas notamos rasgos presentes
conservada, y que carecemos de noti- en el relieve: contornos suaves, ca-
cias sobre estatuas exentas. Pero pue- rentes de vivencia, formas redondea-
68 de que tal escasez sea sólo casual, si re- das, cuidadoso pulimento. Uno de los
Tumba de Ciro en Pasargada mezcla de rasgos persas y asirios en el
modelado propiamente aqueménida:
más recientes hallazgos tuvo lugar en la famosa cabeza de un príncipe en
Susa en 1972, en la llamada puerta de pasta azul o el busto de un of~rente en
Darío. Flanqueando la fachada que mi- lapislázuli. Sus virtudes son las mismas
raba al interior, Jerjes 1 mandó poner que las concedidas a los relieves y, so-
una estatua colosal de Darío 1, traída bre todo en las de tamaño menor, se
de Egipto. Rota en la antigüedad, el percibe el camino al naturalismo e in-
personaje ha perdido casi la mitad de cluso al retrato.
su cuerpo, pero lo conservado -1,95 No obstante, el relieve es el arte ma-
m de altura- permite distinguir los ro- yor de la escultura aqueménida. .Y Per-
pajes y los detalles de vestimenta per- sépolis el compendio de sus excelen-
sa interpretados al gusto egipcio. Cier- cias. Las dos escalinatas de la apadana
to que el pilar dorsal, la actitud, ciertos aparecían decoradas con distintos te-
motivos y los cánones son egipcios mas. En el panel central, ocho guardias
-como sugieren J. Perrot y A. Ladi- junto a una inscripción real. A ambos la-
ray-, pero qué duda cabe que en su dos, un león derriba un toro. En la par-
conjunto debía expresar lo que los te interior, guardias persas y enfrente,
aqueménidas querían que expresara a sobre el muro mismo de la plataforma,
sus súbditos del país del Nilo. gentes de la corte, escoltas y gentes del
Merecerían destacarse aquí los toros, imperio. En el llamado Tripilón, que se
leones cornudos y grifos de los capite- adornaba con guardias medos y persas
les de Persépolis, tallados en una sola en la escalera, se esculpió en las jam-
pieza cada pareja, de poderosas bas de la puerta de entrada a un lado
musculaturas; los enormes toros andro- Darío en marcha, seguido por dos ser-
céfalos de la Puerta de los Países en el vidores; en el otro, Darío sentado y Jer-
mismo lugar, que con sus 5,50 m de al.:. jes de pie, tras él. Pero los relieves no
tura se cuentan entre los mayores: del se lirµitaban a estos edificios. Los ve-
arte antiguo, y que poseen una curiosa , mos"'e n los palacios de Darío y Jerjes, 69
Personaje medo representado en Objeto de adorno personal labrado
una placa de oro del tesoro de Oxus en oro perteneciente al tesoro de
(siglos V-VII a. C.) Oxus (siglos V-VII a. C.). Museo
Británico, Londres

70
en lasala de las 100 columnas -en cu- bilonios -como recuerda el documen-
yas puertas, el rey como héroe hunde la to de Susa tantas veces citado-, aun-
espada en el cuerpo de leones alados- que expresaron programas puramente
y en otros edificios no identificados. aqueménidas ..Dice P. Ami et que nunca
En conjunto, la calidad es tan alta, la sabremos con certeza dónde y cómo se
riqueza descriptiva en .cuanto a tipos, organizaba tal ornamentación, con ex-
rasgos y trajes tan detallada, que se pue- cepción del friso de un león hallado en
de afirmar sin temor a exageraciones, el primer patio del palacio. Pero es ló-
que en los relieves de Persépolis tene- gico pensar que los demás ·patios~· y ·en
mos reunido un gran capítulo d~ la his- especial el tercero, también lo estuvie-
toria, la realeza y el imperio aqueméni- ran. Las escalinatas 5e decoraron con
das. frisos que representaban servidores lle-
Los . talleres y los arquitectos reales vando objetos, mientras que en la apa-
decidieron utilizar en la apadana y el pa- dana y acaso en el patio principal fren-
lacio de Susa una decoración diferente, te a las habitaciones del rey se encon-
ésta sí carente de tradición entre los traban los famosos frisos de los arque-
persas, de paneles de ladrillos modela- ros. , Estos constituyen' sin duda una de
dos y vidriados~ Sus maestros fueron ba- las,más célebres-obras del arte aquemé- 71
nida, porque si la técnica es propiamen- ban el oro, la plata, el bronce, el hierro
te mesopotámica, la actitud de los y una especie de latón. Conocían técni-
guerreros, su canon, la riqueza de los cas muy depuradas en el trabajo de las
vestidos -como escribe P. R. S. Moo- láminas, fundición y soldadura y mane-
rey- tienen mucho en común con los jo del hilo de oro. Engastaban piedras e
relieves esculpidos de Persépolis. Pue- incrustaban esmaltes o piedras orna-
de que como pensaban los esposos mentales y, sobre todo, sus produccio-
Dieulafoy, tengamos en ellos represen- nes seguían dentro del espíritu de dig-
tados a los inmortales, la guardia legen- nidad y severidad manifestado en los re-
daria del Gran Rey, que en palabras de lieves.
R. Ghirshman, fue instrumento esencial Entre las piezas más llamativas habría
de Darío en la lucha contra Gaumata y que destacar el rhyton de Hamadán, del
en la conquista del trono. Museo de Teherán, con un prótomos de
león semejante a los usados en los ca-
piteles de Persépolis. Se trata de un
Las artes suntuarias vaso realizado en múltiples piezas aun-
que, como dice E. ,Porada, las soldadu-
ras son tan buenas que es casi imposi-
Cuenta Heródoto en su libro IX, 80, ble verlas. Del mismo lugar, un célebre
que tras la victoria de Platea los griegos puñal de oro con cabezas de león en el
tomaron un inmenso botín, tanto en el mango y copas de oro agallonadas. Fa-
campamento -tiendas adornadas de mosas son también las jarras de plata
oro y plata, muebles chapados en oro, con asas en forma de cabras o íbices,
botellas, vasos y tazas de oro- como uno de los temas más utilizados siem-
en los despojos de los muertos que lle- pre por el arte del Irán.
vaban sobre sí brazaletes, collares y ar- El tesoro del Oxus comprende mu-
mas de oro incluso en la batalla. Tal chas piezas fabulosas, pero de difícil da-
consideración de metal puro fue uno de tación, en cualquier caso dentro de un
los rasgos más curiosos de la cultura largo período de 3 ó 4 siglos, según P.
aqueménida. R. S. Moorey. Para Ghirshrnan se trata
En el documento de Susa se dice que de piezas bactrianas, aunque estén pre-
los artesanos eran medos y egipcios, y sentes otras tradiciones iranias, medo-
que el oro se trabajó allí, en la misma persas y urartias incluso. El famoso bra-
Susa. Ciertamente, la orfebrería aque- zalete de oro con incrustaciones hoy
ménida contaba con una larga tradi- perdidas -una de las piezas más per-
ción. No es preciso remontarse a las fectas-, se remonta probablemente a
tumbas de Marlik, los objetos de Hasan- los siglos v al IV a. C. Sus grifos rampan-
lu o los viejos productos de la Media tes por fuerza nos llevan a Persépolis y
para comprender que los persas tenían al mundo aqueménida.
en sí mismos la mejor escuela. No obs- El programa monetario de Darío I de-
tante, como indica P. R. S. Moorey, la or- bió ser también un trabajo encomenda-
febrería aqueménida asimiló también do a los orfebres. Pero piensa A. Godard
fuertes influencias asirias y urartias. que la moneda aqueménida, los estima-
Si la costumbre estaba tan extendida, dos dáricos de oro, no se acuñaron en
parece claro que con independencia de Persia, sino en Tiro y Tarso. La econo-
que los -mejores y más caros productos mía persa siguió siendo, en lo funda-
sólo pudieran ser emprendidos por los mental, una economía de trueque. No
talleres reales, muchos otros maestros obstante, parece que ciertas necesida-
orfebres debían atender la demanda de des indujeron a Darío I a acuñar una
los demás sectores de la población me- moneda de oro puro. Era precisa para
do-persa o de las demás regiones, atender el pago de mercenarios, los
como los donantes del supuesto santua- subsidios a los aliados griegos o las re-
rio del Oxus. No sólo la aristocracia y la servas dinásticas. Aunque no se utiliza-
realeza se adornaban con oro. También ra en la misma Persia, el imperio era
los guerreros, como se ve en Platea. consciente de que el dárico representa-
Pero andando el tiempo, los magos pro- ba al Gran Rey. Tal vez por eso, los
72 hibieron llevarlo. Los orfebres trabaja- maestros se esforzaron en realizar unas
. Disco ornamental en
plata y oro del tesoro
de Oxus (siglqJV
a. O.'). Mu
Británic

acuñaciones de calidad, normalmente cabo, salvo en las tablillas elamitas o


con un tema que se repite una y otra persas -no muy numerosas-, la gran
vez: el arquero con lanza, probablemen- masa de la documentación administra-
te una imagen del rey. tiva debió escribirse en arameo y, por lo
Mientras en Mesopotamia languide- tanto, en materiales perecederos sobre
cía el empleo de los sellos cilíndricos, los que sólo podían utilizarse sellos de
los artesanos aqueménidas pusieron estampilla. También de éstos existen
en marcha uno de los períodos más ejemplares en las colecciones, con te-
gloriosos de toda la historia de la glíp- mas muy semejantes; pero su pequeño
tica. Dice D. Collon que en su estilo, el tamaño impide el desarrollo que alcan-
sello cilíndrico aqueménida es una ex- zaron los cilíndricos.
celente aplicación a la miniatura del La cerámica aqueménida era un pro-
arte de Persépolis. Los sellos de este ducto popular. Se dice que cuando el
período suelen ser de pequeño tama- rey deseaba manifestar disgusto ante al-
ño, algo convexos ·y grabados en pie- guien, se le daba a beber en recipientes
dras de gran belleza que, con toda cer- de cerámica y no de metal. No obstan-
teza, tenían un valor en sí mismas: cal- te, los maestros ceramistas produjeron,
cedonias, ágatas, lapislázuli y otros entre otras, una variedad de cerámica
materiales que eran los preferidos, so- vidriada en azul muy atractiva.
lían llevarse engastados en oro. Los te- En fin, dice A. Godard que la indus-
mas más comunes son una figura real tria del tejido estuvo muy avanzada en
sujetando a dos animales, escenas de la época aqueménida. En la reunión del
caza de extraordinaria finura o símbo- botín tras la batalla de Platea, Heródoto
los de Ahura Mazda. deja también traslucir la riqueza de los
Puede que el uso del sello cilíndrico trajes persas que, si respondían verda-
estuviera restringido a la nobleza, y que deramente a los que vemo.s en el friso
su función fuera más ornamental y de los arqueros de Susa, debían resul-
amulética que práctica, pues, al fin y al tar sorprendentes. 73
Entre los Zagros
y la estepa
L A inmensa estepa que se extiende
desde los Cárpatos hasta las ori-
llas del curso superior del Obi, en
Siberia, es una gigantesca región natu-
ral de paisaje muy semejante. Limitada
acaso sería al principio más como ali-
mento que como medio de transporte.
Aunque en una época que no podemos
precisar, a fines del n milenio o dentro
del primero según parece, los nómadas
al norte por el área de los bosques, el comenzaron a utilizarlo como montura.
sur -tras una amplia banda de degra- Sería el nacimiento de lo que K. Jettmar
dación semidesértica - , se pierde en llama la caballería nómada. Y entonces,
los enormes desiertos del Asia Central precisamente, los escitas se convirtie-
por un lado o, directamente, en la barre- ron en los señores de la estepa. La pa-
ra del Cáucaso por otro. tria de los escitas era la estepa ucrania-
A comienzos del 1 milenio, esa espe- na, más o menos entre la desemboca-
cie de gran arco estepario estaba habi- dura de los ríos Danubio y Don. No eran
tada por pueblos del tronco iranio: es- los únicos, desde luego, y estaban ade-
citas en Ucrania, saurómatas al Norte más rodeados por pueblos muy distin-
del Caspio y sakkas en el Asia Central, tos como tracios, eslavos y, al nordeste,
al norte de otros pueblos indo-iranios fino-ugrios. La Escitia en sí, dividida en
que, tal vez por una pronta asimilación múltiples tribus, se distinguía también
de otras formas de vida, se adaptaron por la creación de sistemas económicos
bien al mundo del Irán. distintos: al oeste del Dnieper, agriculto-
De todos aquellos habitantes de la es- res sobre todo. Al este del mismo río,
tepa, los más importantes y mejor cono-" nómadas fundamentalmente y, entre
cidos serían los escitas, cuyas costum- ellos, la tribu reconocida como cabeza
bres e irrupción en la historia consegui- y autoridad suprema: los escitas reales.
rían llamar la atención del griego Heró- Dice T. Sulimirski que los genuinos
doto (Historias, IV). El relato del histo- escitas eran nómadas, siempre en mo-
riador heleno se vería ampliamente vimiento. No trabajaban la tierra ni sem-
confirmado por la arqueología, lejos de braban, ni instalaban campamentos se-
la fantasía que a veces se le reprocha. mipermanentes. Los hombres, a caba-
Incluso las leyendas, pues el regalo que 110. Las mujeres y los niños, en carros ti-
Hércules dejó como herencia a uno de rados por bueyes. Siempre en busca de
sus hijos habidos con una mujer ser- pasto para sus rebaños de caballos, va-
piente de la región, un arco, llegaría a cas y ovejas de los que tomaban la car-
convertirse en el arma vital de los esci- ne y la leche base de su alimentación.
tas. Y los ejércitos del Oriente lo apren- Heródoto recordaría su rechazo a las
derían bien. costumbres extranjeras -aunque ter-
minarían estimando los objetos be-
llos-, pues su vida era montar acaba-
Cimerios, escitas y sakkas llo, tirar con el arco y cazar por simple
en la Historia diversión. Su arma legendaria, el arco
compuesto, que conseguía una extraor-
dinaria penetrabilidad, solían llevarlo en
Las grandes estepas del sur de Rusia un estuche de cuero con adornos de
eran el marco ideal para formas de vida oro -de los que se ven algunos ejem-
muy distintas. Siempre y por todas par- plos en Persépolis-, que estaba dota-
tes, grupos de agricultores se repartie- do además con una aljaba capaz de
ron la estepa con los nómadas. El caba- contener hasta 300 flechas. Sus muy es-
76 llo era bien conocido, desde luego, pero peciales puntas de flecha, bien estudia-
Tipos escitas representados en un vaso de
electro de Kul Oba (siglo IV a. C.), según
B. Brentjes

das por S. Cleuziou, se extendieron por No deja de ser maravilloso que, en


todo el Oriente y serían al .fin difundidas 1924, en las tumbas del lejano Zyryk, en
por los medos, que se las apropiaron el Altai, se descubrieran calderos con
desde muy pronto. piedras y granos de cáñamo preparados
Amantes del oro, hombres y mujeres para un ritual de inhalación en el otro
solían adornarse con objetos de dicho mundo que, evidentemente, no tuvo lu-
metal. Y ellos fueron los autores del es- gar.
tilo animalístico de las estepas, fruto Puede que a finales del n milenio, el
probablemente de muchos factores en- norte del Cáucaso viviera ya el auge de
tre los que destaca, con toda certeza, el las tribus de los cimerios - tal vez los
influjo del Irán. Y en los kurganes, los tú- primeros jinetes-, que chocarían con-
mulos de las estepas que esconden las tra las de los escitas a los que llegarían
tumbas de sus jefes, se guardaron du- a dominar algún tiempo. Pero sólo son
rante siglos el secreto de su arte. suposiciones que intentan explicar dos
Todas las tribus de la Escitia tenían su cosas: la pretendida cultura cimeria,
propio rey, señor absoluto y sin rival. algo más antigua que la escita, y el pa-
Pero todos obedecían a su vez al rey de saje de Heródoto en el que dice que los
la tribu real. Creían en dioses distintos, cimerios entraron en Oriente empuja-
uno al menos de la guerra, en forma de dos por los escitas. El caso es que a fi-
espada, al que sacrificaban caballos, nales del siglo vm pasaron a la Ciscau-
carneros y prisioneros de guerra. Pero, casia chocando con el reino de Urartu
como sugiere M. Eliade, conservaban cuyo rey, Rusa 1, perdió la vida en el
prácticas chamánicas, pues sólo así combate (ca. 713). Pero Urartu era im-
debe entenderse el ritual descrito por posible de conquistar. Según R. Ghirsh-
Heródoto (IV, 73) -que lo confundió man, divididos en dos grupos, uno bor-
con una especie de diversión ligada a dearía el lago Urmía hasta perderse en
una droga-, consistente en arrojar gra- los valles de los Zagros. El otro, más nu-
nos de cáñamo sobre piedras calientes, meroso, rechazado por los asirios, se
aspirando luego los vapores. vería obligado a emigrar hacia Anatolia. 77
Dama en un trono con un ramo de flores
representada en un tapiz de fieltro
procedente del Kurgan y de Pazyryk

78
En la desembocadura del Halys se asen- to aqueménida. Pero en su conjunto, la
tarían provisionalmente y -como si- invasión no tuvo los resultados apeteci-
glos después los húngaros en Pano- dos. Y los escitas reales siguieron sien-
nia-, se dedicaron a lanzar ataques do los dueños de la estepa ucraniana
feroces contra Frigia y Lidia, a las que hasta que, en el siglo IV, su primacía
devastaron. Mas en el curso de una de pasó a los sármatas.
estas cabalgadas, Assur-bani-apli los En el este remoto, lo que luego se-
.aplastó en las gargantas de Cilicia. Nun- rían la Partia, la Hircania, la Bactriana y
ca más volvió a saberse de ellos. la Sogdiana por lo menos, estaban ha-
Los escitas tuvieron mejor suerte por- bitadas por pueblos indo-iranios, her-
que, -.entre otras cosas, sólo algunas tri- manos de los medos y persas. Pero al
'bus estarían comprometidas con la norte, en la verdadera estepa, se mo-
aventura de Oriente. Llegaron pisando vían tribus nómadas a las que los per-
los talones a los cimerios pero, a dife- sas llamarían sakkas y los griegos esci-
rencia de ellos, ya fuera voluntaria o in- tas o masagetas. Estas gentes vivían de
voluntariamente, se vieron pronto obli- forma muy semejante a la de los esci-
gados a entrar en el juego político de tas de Ucrania, y con independencia
urartios, asirios, babilonios y medos. del influjo que hubieran podido sufrir
Aunque los reinos asirios parecen iden- de su contacto directo con los pueblos
tificarlos en fechas tempranas, creo con del Irán, por el gran corredor de la es-
R. N. Frye que sus movimientos al este tepa estuvieron siempre ligados al
de Asiria son casi imposibles de trazar mundo de la Escitia rusa. De su histo-
con se"'guridad. As5ur-aha-iddin, ria apenas sabemos nada. Ciro 11 murió
(689-669 d. C.) los denomina askuza, un . combatiendo contra ellos (530 a. C.) y,
jefe de los cuales llamado ISpaka, resul- con Darío 1, la frontera aqueménida cu-
ta ser aliado de Mannai, en cuya región brió el Syr Daria y la orilla meridional
o alrededores las tribus escitas se ha- del mar de Aral. Pero fuera siguieron
brían asentado. Poco después la alian- quedando los sakkas. A ellos se les atri-
za se haría con los asirios -incluso una buyen tumbas al este del Aral, con pie-
princesa asiria se casaría con un rey es- zas de arte animalístico; las de los altos
cita llamado Partatua-, lo que decidió valles del Pamir Oriental y las de Bes-
acaso el fin de la buena vecindad inicial satyr, cerca de Alma-Ata, cuyo kurgan
con los medos, que se verían domina- número 6 alcanza un tamaño no menor
dos durante muchos años. Por fin y a los de Pazyryk. Un mundo en fin que,
como contaría Heródoto (1, 106; IV, 12) aún en silencio, nos habla del espíritu
después, Cyaxares acabó con los esci- común del mundo de la estepa.
tas y les expulsó de la región.
El fin de la dominación escita en el
noroeste de los Zagros no fue su fin en
Oriente. Grupos numerosos quedaron
ldHa som ~1 nuuulo
lk laEstepa
*'·art~
todavía actuando militarmente en apo-
yo de unos y otros, pero sus noticias son
vagas y su recuerdo se pierde. Puede En el Museo Ruso de San Petersbur-
que no pocos repasaran el Cáucaso y .go hay un pequeño cuadro firmado por
volvieran a la Escitia, en donde exten- el pintor Arjip Kuindzhi (1842-1910) que
dieron lo mucho que habían aprendido se titula Mediodía. Manada en la estepa.
y asimilado en tierras iranias. Pero has- Bajo un cielo intenso y nuboso, un re-
ta allí, entre los años 512 y frl 4 a. C., iría ,·baño se pierde entre un herbazal dora-
a buscarlos Darío en su famosa expedi- do e inacabable. Y en su pequeño ta-
ción. Si hemos de creer en las fuentes, maño, sin saberlo, A. Kuindzhi recogió
un ejército numeroso de persas, medos todo el mundo de los antiguos morado-
y todas las naciones del imperio intentó res de las llanuras rusas: la tierra, los al-
sembrar la muerte en sus estepas. tos herbazales, los animales, el inmen-
Como sugiere T. Sulimirski, la destruc-. so horizonte y la bóveda del cielo. Eso
ción de los asentamientos del valle del en una tarde de agosto, tórrida y seca, ·
Dniester, de fines del siglo VI a ..C., po- porque eso era la estepa.
dría relacionarse con el paso del ejérci- Muchos siglos _atrás, desde las orillas 79
del Dnieper hasta los confines de Chi- dad de la aspereza de sus costumbres.
na, existía un mundo de geografía se- Pero incluso estos salvajes guerreros
mejante, formas de vida parejas y estimaban las cosas bellas. El oro, la
creencias muy próximas. En parte al madera, el cuero; y ellos mismos de-
menos, eso es lo que hace que entre los coraban muchos de sus objetos. Como
objetos de las tumbas del Kuban, no po- dice G. Charriere, es cierto que los es-
cos del Tesoro de Ziwiye y la mayoría citas tuvieron a su servicio y con fre-
de los hallados en los ajuares de los tú- cuencia, artesanos extranjeros, porque
mulos de Pazyrik, exista un hilo conti- sólo así podrían explicarse los vasos de
nuo y fraterno por encima de las distan- Kul Oba. Pero incluso así, la labor de
cias de tiempo y lugar. los herreros escitas estaba presente, ya
Aunque los antepasados euroasiáti- que sólo un escita pudo fundir y deco-
cos de los escitas, los de la cultura de rar la vaina de la espada de Litoi'. Se-
Andronovo por ejemplo, tenían un arte gún G. Charriere, el descubrimiento de
propio de sedentarios con decoración una aglomeración exclusivamente ar-
geométrica sobre cerámica y hueso, tesanal en la región del Dnieper, pro-
como dice R. N. Frye, cada vez resulta baría en cierto modo la inexistencia de
más evidente que en la primera mitad artesanos en el mundo escita. Pero eso
del 1 milenio, entre la Transcaucasia y el tal vez sólo prueba lo que es, que ha-
Irán había mucho en común. La perte- bía una aglomeración de artesanos.
nencia mutua al tronco iranio podía ha- Porque el herrero, el forjador, lejos de
ber favorecido la transmisión de mu- ser un personaje inferior, estaba reves-
chas ideas y, probablemente, cuando tido de una cierta magia ligada al cha-
los cimerios y los escitas cruzaron el manismo. Ya lo señaló Mircea Eliade,
Cáucaso entre ellos había comenzado destacando la importancia del herrero
ya el rudo arte animalístico que madu- divino entre los arios y el lazo íntimo
raría tras su azarosa estancia en el Irán. que une al arte del herrero, las cien-
Porque el verdadero arte escita nació, cias ocultas y al arte de la canción.
según T. Sulimirski, en la segunda mi- ¿cómo no evocar aquí -sin pretender
tad del siglo VII, para servir las necesida- por eso una mistificación, sino tan sólo
des de sus príncipes. Considera además una imagen-, a Siegfried en la fragua,
que ciertos objetos de la tumba de Zi- reparando a Nothung y entonando la
wiye son los que marcan el comienzo canción de la espada? En las estepas
del arte escita, cosa que no sería impo- escíticas, el nómada no evita al herre-
sible si tenemos en cuenta que las tum- ro, porque el herrero habita con él. Si-
bas principescas al otro lado del Cáuca- glos después, Gengis Khan sería llama-
so y el Asia Central, corresponden a es- do el Herrero. Y él fue el primero del
citas más tardíos, posteriores en todo imperio nómada más grande de la his-
caso a la expulsión de los escitas del toria.
Irán medo-persa y contemporáneos, en Dice R. N. Frye que el origen del es-
líneas generales., con el imperio aque- tilo animalístico en bronce y otros me-
ménida. tales es objeto de controversia. Y dice
Antes y después de esa barrera cro- bien, porque confluyen en él mundos
nológica, los condicionantes externos distintos pero, en su materialización,
e internos del artista escita eran los hay algo que sólo puede haber nacido
mismos. Pero después de la aventura del universo mágico de la estepa. Se
irania, la forma de expresarse mejoró ha escrito que la orfebrería es un arte
y se enriqueció sensiblemente, si bien bárbaro por excelencia. Pero acaso se
dentro de una estética que sólo a la es- dice porque se trata de lo que mejor
tepa pertenece. Dioses fuertes y de ex- ha llegado hasta nosotros. Pues más
presión violenta, como la espada y la que el vehículo -oro, madera, bronce,
flecha. Un campeón de los ganados fieltro, hueso, lana-, lo que importa es
-que no es sino un Mithra- y unos ri- el mensaje del artista de la estepa. Y
tos sacrificiales con ofrenda de caba- ese mensaje, el de los escitas, es un
llos o prisioneros degollados -al dios mensaje de fuerza, de guerreros, de
de la guerra- o estrangulados -a los victoria sobre el débil. Recuerda G.
80 demás dioses- nos hablan con clari- Charriere que el arte animalístico de
Arriba, dibujo del relieve de una placa de cobre con dos grifos del kurgan Z de Pazyryk
(siglos \!-IV a. C.), según B. Brentjes. Abajo, corte transversal del túmulo y de la cámara del
) . Kurgán 2 de Pazyryk

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81
los escitas no suele representar a los donde confluían cimerios, escitas y
animales que comían -puesto que no sakkas. Y ahí también -como ocurri-
es un arte ligado a la caza propiciato- ría siglos después en la misma Escitia
ria-, sino que utiliza un bestiario fan- con los griegos-, grupos de artesanos
tástico, de agregados insólitos, como del país se pusieron al servicio del nue-
los grifos siempre victoriosos, o anima- vo conquistador. En resumen, fue una
les de victoria como lobos, felinos, íbi- situación de hervor cultural que termi-
ces, águilas. Pues el artista escita exal- naría originando un estilo peculiar, el
ta plásticamente al animal vencedor animalístico.
-dice el mismo G. Charriere-, por- Cerca de la ciudad iraní de Sakkez,
que es expresión de su misma imagen al suroeste del lago Urmia se levanta la
del mundo, pero lqué lugar ocuparía abrupta colina de Ziwiye. En 194 7, unos
entonces el ciervo y el arce? En las es- campesinos encontraron ahí por casua-
tepas al norte del Asia Central, el cier- lidad una especie de sarcófago de
vo representa el totem tribal de los sak- bronce, al que ya nos referimos más
kas, acaso por su nobleza, su fuerza y atrás. Pero existe en los museos tal
su capacidad para salir victorioso del mezcla de objetos dispares atribuidos
· ataque de las fieras. al tesoro de Ziwiye, que por fuerza he-
Pese a las influencias iranias, griegas mos de incluir dos premisas de parti-
e incluso chinas o de pueblos remotos da: o las piezas proceden realmente de
y sin nombre, el artista escita supo de- lugares distintos o, por el contrario y
sarrollar una estética de lenguajes pecu- como sugiere K. Jettmar, el tesoro de
liares. Y entre los siglos vn y 111 a. C. por Ziwiye era el botín de un jefe guerrero
lo menos, todo el arte de la estepa man- que habría participado con éxito en las
tuvo en su aventura material unos pará- luchas de fines del siglo VII y comienzos
metros muy cercanos. El arte inconfun- del VI a. C. De ese modo se explicaría la
dible de la caballería nómada. presencia de obras como la estatuilla
de un alto funcionario asirio en marfil
-con un exacto parecido en el Museo
El arte de la estepa del Iraq-, cerámica vidriada de incon-
fundible procedencia asiria o plaquitas
de marfil del mismo estilo iconográfico.
Como hemos comentado más arriba, No obstante, tanto R. Ghirshman como
el arte de la estepa preescita es un arte E. Porada insistían en una impronta ge-
fundamentalmente geométrico, más o neral urartia, sin negar el primero la ex-
menos complicado pero, en esencia, tracción escita del difunto. Para T. Suli-
iconográficamente elemental. A co- mirski, las piezas más relevantes del
mienzos del 1 milenio y desde las estri- ajuar, las más ligadas al supuesto rey,
baciones del Cáucaso, surgen experien- pertenecían al mundo escita. La cali-
cias animalísticas que con toda seguri- dad de aquéllas, la presencia del sarcó-
dad tendrían algo que ver con el mun- fago asirio y algunos datos más le han
do iranio. Pero el verdadero arte anima- llevado incluso a proponer que el due-
lístico, como escribe K. Jettmar, el que ño del ajuar podría haber sido el mis-
definitivamente va a nutrir al mundo ar- mo rey Partatua. Entre las obras que
tístico de la estepa durante varios siglos, marcan época en el arte escita estaría
no es más que una aceleración de de- la pátera de plata y oro, con decoración
sarrollo fruto de un contacto que permi- grabada de diez círculos concéntricos.
tió a los escitas utilizar y apropiarse un En él vemos sucederse filas de pétalos
rico y distinto repertorio. u hojas, felinos en distintas posturas,
A fines del siglo v11 a. C., los maestros liebres, cabezas de aves de rapiña y
escitas reunieron motivos nuevos tan una roseta en el centro con dieciséis
dispares como europeos y chinos, aun- pétalos. Los temas animalísticos serían
que el grueso de las nuevas aportacio-
nes vendría del Irán. Confiesa K. Jett-
mar que .la razón de ello es muy sim- Combate entre dos seres fantásticos
ple; que la región más visitada por las representado en un tapiz de fieltro
82 gentes de la Transcaucasia era el Irán, procedente del kurgan 5 de Pazyryk
puramente escitas, según R. Ghirsh- prana, corresponde una placa en forma
man, mientras que el espíritu de la de felino, cuya postura y tipo nos trae a
composición le recuerda los escudos la memoria los animales de las placas
del Toprak Kalesi urartio. de cinturón con incrustaciones de Ziwi-
Al mismo mundo escita debe corres- ye. Y los pequeños ungulados, felinos o
ponder también una placa de oro de liebres del mango de un hacha encon-
cinturón, de aspecto global semejante trada en el mismo kurgan, son herma-
al de los cinturones de Urartu, en el que nos de · las figuritas escitas representa-
se mezclan el tema de la red con nudos das en la pátera o en la gran placa de
en forma de cabeza de león, de proce- cinturón de Ziwiye.
dencia urartia, con las filas de ciervos e Un poco posteriores parecen los ha-
íbices de pura extracción escita. Otras llazgos del kurgan de Ulski, en el Kuban,
placas menores de cinturón, con incrus- que tal vez se remontan a los aledaños
taciones de esmalte, traducirían igual- del 500 a. C. Entre los objetos más lla-
mente los alientos de lo que a partir de mativos hay que señalar los remates de
ahora será el estilo animalístico. estacas o estandartes, realizados en
La manufactura escita de muchos de bronce. Según K. Jettmar, el equilibrio
los objetos Ziwiye parece evidente. No entre las influencias externas y el espí-
estaría de más recordar, que como es- ritu nuevo de la estepa se mantuvo du-
cribía R. Ghirshman, el topónimo de la rante el siglo VI a. C. Pero luego, poco a
cercana Sakkez evoca extrañamente el poco, se iniciaría una degeneración.
nombre usado en el Irán aqueménida Para hacerle frente se habría retornado
para referirse a los escitas: sakkas. En a las tendencias más antiguas, y eso es
Ziwiye tienen que estar las raíces de precisamente lo que expresan los retra-
gran arte de los siglos VI y v a. C. en las tos de bronce de Kuban, con sus anima-
estepas. les estilizados y líneas fuertemente geo-
Fuera de una forma u otra fecha y metrizadas. Con seguridad, estas piezas
aunque algunos grup0s siguieran al ser- representan un período personalísimo
vicio de los medos, babilonios y aque- del arte escita.
ménidas, lo cierto es que la mayoría de En las regiones inmediatas al nordes-
los escitas debió rebasar el Cáucaso a te del Irán, en las estepas cercanas al
comienzos del VI. Porque como dice T. Aral y a los grandes ríos que en él de-
Sulimirski, las tumbas de la Escitia, da- sembocan, los sakkas vivieron un pro-
tadas en el curso de los siglos VI y v, des- ceso semejante al de sus hermanos de
cienden claramente del mundo cultural la Escitia rusa. Nómadas como ellos, sus
expulsado por los medos. kurganes dispersos señalan la muerte
En la verdadera Escitia, la influencia de sus príncipes. Como los de Alma-A-
netamente irania es perceptible ya en ta, que parecen haber sido los más tem-
los kurganes de comienzos del siglo VI, pranos -pues se sitúan entre los siglos
entre los que destacan Litoi" y Kelermes. VII-VI a. C.-, y que aportan muy poca in-
El primero fue uno de los descubrimien- formación sobre el arte animalístico;
tos pioneros de la arqueología rusa. En aunque sí lo encontramos en los restos
1763, el general Melgunov mandó exca- de ofrendas o ritos señalados como te-
var un túmulo de respetable tamaño, el soros. En el Tesoro del Oxus -sobre el
kurgan de LitoL Los ajuares reunidos que ya hablamos más arriba - se mani-
asombraron a los incipientes arqueólo- fiesta el horizonte iranio bactriano que
gos. Junto a piezas de indudable rai- sin duda fue una de las fuentes de in-
gambre griega aparecían otras extrañas, formación icónica de los artesanos sak-
de oro desde luego, pero bárbaras en kas. Pero no la única. Porque aquí, los
sus temas y en su técnica. Aunque Mul- caminos de la estepa permanecían
gunov lo ignoraba todavía, en sus ma- abiertos también para China.
nos tenía las primeras obras del arte ani-
malístico escita que, como en la famo-
sa vaina de espada conservada hoy en Formas aladas en un remate de bronce
el Ermitage, extendía por las estepas procedente del kurgan de U/ski, Kuban
no pocas experiencias iranias. Al kurgan (siglo v a. C.). Museo del Ermitage,
84 de Kelermes, de la misma época tem- Leningrado
85
Al este del mar de Aral, -~na serie de dencia de los mismos es desconocida,
necrópolis proporcionan ejemplos muy porque un incendio destruyó la docu-
peculiares de arte animalístico de la es- mentación guardada en Tobolsk. Pero
tepa. Pero más interesantes aún son los teniendo en cuenta varios indicios, lo
ritos funerarios, pues aquí, en las remo.. que parece cierto es que los objetos de-
tas regiones donde nació el Aresta, se' bieron hallarse. en kurganes situados al
encuentran unas curiosas estructuras 1 oeste del Altai, en la estepa de Kazakhs-
que, en opinión de K. Jettmar, evocan tan, el ámbito pues de los sakkas. Va-
las inquietantes torres del silencio: rias placas de oro se cuentan entre lo
iranio. mejor del arte animalístico escita, con
En fin, a los sakkas también se atri- una .iconografía que juega bien con la
buyen unas obras de orfebrería famosas . estética fantástica de una especial zoo-
con justicia. Se trata de ciertas piezas . logía. Del mismo ámbito de proceden-
correspondientes a ·la Colección Sibe-! cia son algunas piezas de evidente ori-
riana de Pedro el Grande, hoy en el Er- gen iranio, como recipientes con ins-
. mitage de San Petersburgo. En 1716, el cripciones arameas que confirman las
gobernador de Siberia, M~ P. Gagarin, en- relaciones económico-culturales de los
vió al .zar los primeros objetos de oro, a dos mundos.
· los que seguirían muchos más después. La vecina y más lejana región a la que
86 Cuenta M. P. Zavitukhina que la ·proce- habría alcanzado la gran onda estética
Felino en una placa Pátera de oro y plata
de oro de la cultura procedente de Ziwiye,
de los sakkas Azerbaiyán (siglo VII
(siglos V-IV a. C.). a .. C.).
Museo del · Museo Bastán,
Ermitage, Teherán
Leningrado

del arte animalístico de la estepa la si~ como los habituales de la Escitia, de es-
tuamos en el remoto Altai. Los célebres tructura semejante y ritos· hermanos.
kurganes del Altai, las tumbas heladas Para el arte que nos · ocupa conviene
que conservaban casi intactos los cuer- rescatar algo que en el oeste no ha lle-
pos de los difuntos y los más nimios.ob- gado hasta nosotros: la talla de madera.
jetos, han sido materia de muchos es- Muebles, recipientes, carros e instru-
tudios. Dice L. L. Barkova que los prime- mentos de música habían sido tallados
ros hallazgos se remontan a 1865, cuan- cuidadosamente y decorados con el
do V. V. Radlov excavó dos grandes tú- arte animalístico de la estepa. Pero tam-
mulos en el Alto Altai, bajo cuyas pie- bién textiles, únicos en el mundo, como
dras los hielos eternos habían protegido un gran tapiz que S. l. Rudenko estima
de la injuria del tiempo todas las mate- fabricado en el Irán, o alfombras, man-
rias orgánicas y putrescibles. En los tas de caballo y colgaduras de fieltro,
años veinte de nuestro siglo, la región con apliques en distintos colores, que
volvería a ser estudiada por S. l. Ruden- incluyen las primeras escenas humanas
ko y M. P. Gryaznov, que continuarían en las que resuenan ·modelos iraníes.
en los años cuarenta y cincuenta. · Precisamente las importaciones iranias
Aunque los datos funerarios son de lo han permitido datar la mayor parte de
más interesante, bastará decir que nos los kurganes de Pazyrik durante· el pe-
encontramos ante túmulos reales, ríodo aqueménida. 87
La época de los partos

e UENTA el Han Shu, en su capítu-


lo 96A, que el emperador chino
Wu-ti (140-86 a. C.), de la dinas-
tía Han, remitió una embajada al lejano
país de An-hsi. Para recibir con el honor
seda y oro. Entre el polvo y la imagen
de la muerte, los legionarios romanos
conoeieron por vez primera la sutil be-
lleza de la seda. Así al menos lo cuenta
P. Anneo Floro. Pero la ruta de la seda
debido a aquellos primeros emisarios, nunca les sería abierta. Porque nunca
el rey de An-hsi destacó en su frontera llegarían a quebrar la fuerza del Irán
a un general al frente de 20.000 jinetes, parto.
a pesar de que -como destaca cuida-
dosamente el autor del Han Shu-, los
límites de su reino distaban muchos li Una historia olvidada
de la capital. Una vez en el interior de
An-hsi y en el curso de su larga marcha,
los embajadores chinos se asombrarían Dice R. N. Frye que la memoria de los
por el gran número de ciudades y al- partos hubo de sufrir tanto la hostili-
deas que cruzaban, tantas que el terri- dad de sus inmediatos sucesores, los
torio de An-hsi les parecía habitado sin sasánidas, como la de sus enemigos oc-
solución de continuidad. cidentales, los romanos. Por eso quizá
Satisfecho con los regalos y el men- su fortuna histórica es poco apreciada
saje amistoso del emperador Wu-ti, el por los historiadores europeos, quie-
monarca de An-hsi resolvió enviar su nes tienden a utilizar exclusivamente
propia embajada de respuesta, que via- las fuentes clásicas, por lo común y co-
jaría acompañando el retorno de los mo no podía ser menos, negativas para
emisarios chinos. Los de An-hsi eran los partos.
portadores de curiosos presentes: hue- Se maravillaba J. Wolski de la negli-
vos de grandes pájaros y magos de Li- gencia mostrada por la historiografía
kan. Y pese a la distancia, alcanzaron su ante este problema, que ha omitido
objetivo, pues como recuerda el Han cualquier tipo de crítica textual, evi-
Shu, el Hijo del Cielo se deleitó con los dentemente necesaria, si tenemos en
regalos enviados por el rey de An-hsi. cuenta que la historia del Irán parto
Con el escueto lenguaje que es pro- se ha escrito por la literatura exterior
pio de la historiografía china, el Han Shu de su enemigo, Roma. Cierto que al
dejaría así recuerdo de un hecho mara- principio era la única posibilidad, ha-
villoso, el primer intercambio de emba- bida cuenta de la inexistencia de li-
. jadas entre un rey del Irán parto, Mitrí- teratura o historiografía parta origi-
dates 11 (123-87 a. C.), y el emperador nal. Pero no tanto el método cuanto
chino, el sabio y poderoso Wu-ti ( 110-86 una presunción inexcusable empuja-
a. C.). ría a dos cosas: a la incomprensión
A partir de entonces, los contactos en- real de la historia y la cultura de los
tre ambos mundos mantendrían una partos y a la limitación de su vida a un
amistosa e intensa continuidad, que se área restringida, el Occidente, que se
prolongaría en la época sasánida. Y de convirtió así en lo que nunca fue, el
aquella amistad risueña nació el tramo eje en torno al cual habría girado el
iranio de la ruta de la seda, que pronto mundo parto. Y eso es , naturalmente,
vestiría a los nobles y grandes de Irán. una europeización de la historia,
Muchos años después, en el desastre de siempre sin sentido pero profunda-
Carras (53 a. C.), las tropas del monar- mente errónea además si se aplica a
88 ca Orodes 11 levantaron estandartes de la antigüedad.
Representación rJe un jinete parto

La nueva historia de · .Jos partos es dos reyes partos, Fraates ll (ca. 129 a.
hoy posible gracias en gran medida a C.) y Artabano 1 (ca. 124 d. C.), algo .in-
J. Wolski. Y muchas perspectivas concebible en la frontera occidentaL Y
cambian, cuando llegamos a enten- ello porque en Asia Central tenían su
der al fin que tanto pqra ellos como patria y su santuario. Y porque· en el
para los sasánidas, las regiones más Irán septentrional y del nordeste se
atendidas y que mayor significado te- asentaba la mayoría de la población y
nían fueron las del nordeste, y no el la riqueza del. imperio, como testimo-
occidente. Defendiéndolas murieron niaro~ los embajadores chinos. Algo 89
que los romanos no alcanzarían a com-
prender jamás, creyendo que Ctesifon-
te, una capital de verano, era el centro
vital del mundo arsácida.
La historia parta se merece una
lectura distinta a la que solemos hacer.
Y deseuropeizada. Poco a poco se van
descubriendo nuevos materiales que,
,como los hallazgos epigráficos de Nisa
o Hung-i Nauruzi, nos van permitiendo
contemplar su pasado desde otra pers"'..
pectiva. Porque vemos cómo desde la
conquista de la Parthava, los monarcas
.partos quisieron renovar los modelos
de la cancillería aqueménida al usar la
escritura aramea en sus miles de docu- ·
mentos hallados en Nisa. Porque la eco-
nomía real manifestada en esa ciudad
era, como indica J. Wolski, heredera de
modelos persas antiguos y no helenísti-
.cos. Algo pues comienza a cambiar.
En una línea semejante, R. N. Fr.ye de-
cía que los partos ni fueron enemigos
del helenismo -que murió poco a po-
,co__;, ni traicionaron las raíces iranias,
pues por su lengua materna y ~u cultu-
ra eran iranios, y al Irán estaban ligados
por la sangre. Si Firdusi se mostró re-
miso a cantar su grandeza en su Libro
de los Reyes, lo cierto es que gracias al
iranismo parto, los sasánidas sabrían
entroncar con el mito aqueménida.
A la espera de que la investigación
nos depare un número mayor de textos
nacionales, la imagen de la historia par-
ta debería trazarse no sólo con las fuen-
tes clásicas como Estrabón, Plutarco,
Plinio, Tácito o Isidoro de Carax entre
·otros, sino .también con las chinas, co-
mo el Shi-ji de Sima Qian o el Han Shu
de Pan Ku y, sobre todo, con los ostra-
:ka de Nisa, los pergaminos de Avroman-
Dagh y Dura Europos, las inscripciones
.arameas de Assur y Hatra o las mone-
das acuñadas por los reyes partos. De
todos módos, el cuadro resulta todavía
insatisfactorio.
Según la tradición unánimemente ad-
mitida, a comienzos del siglo ma. C. una
de las tribus escitas o sakkas del Asia
·Central, llamada Parni, emigró hacia la
antigua región aqüeménida de la Par-
thava y la ocupó en torno al 250 a. C. La .
necesidad de enfrentarse a los rei-

90 Vista de un templo de la ciudad de Hatra 91


nos seléucida y greco-bactriano llevaría novó los títulos reales aqueménidas y
a su jefe, Arsaces, a aglutinar junto a sí por eso también acuñó monedas con la
a los iranios sedentarios y, tomando la leyenda de Filoheleno.
corona en el 24 7 a. C., iniciar la era de Una reacción de Demetrio 11 en los al-
los arsácidas. Desde el comienzo resul- rededores de Seleucia fracasó, pero las
ta pues manifiesta una voluntad inte- consecuencias irían en la línea del vie-
gradora. jo Ciro. Mitrídates casaría a su hija con
Ni los intentos de Seleuco 11 (246-225 Demetrio, al que daría el gobierno de la
a. C.) ni los de Antíoco III (223-187 a. C.) Hircania. Como prolongación de su
ni el formidable plan de Antíoco IV Epi- campaña en el Suroeste, el Gran Rey
phanes (175-164 a. C.) -conscientes to- conquistaría en fin el reino de Elymaida
dos del verdadero peligro, capacidades cuya capital, Susa, volvió así a la órbita
y objetivos de los partos- pudieron fre- de un imperio iranio.
nar el ascenso de la monarquía arsáci- Una vez más, los ataques en el este
da que, poco a poco, iba ampliando su le obligaron a partir. Pero los sakkas,
radio de acción y soberanía a costa de que presionaban las fronteras del Asia
Margiana, Bactriana, Sargatia e Hircania Central, serían batidos. Acaso fue ésta
hasta los pasos del Elburz, que abrieron su última victoria, pues el año 139 a. C.
el camino de Media y Mesopotamia. moría el fundador del imperio, aquel
Sólo faltaba un gran príncipe y éste lle- que en palabras de K. Schippmann, ini-
gó. El año 171 subía al trono Mitrídates ció los 350 años que alcanzó a existir
I (171-138 a. C.) que, como Ciro en su como gran potencia.
época, se convertiría en el inteligente Sus inmediatos sucesores, Fraates I y
reunificador de los iranios. Artabano I, hubieron de volcarse en la
Mitrídates I, príncipe valeroso, buen defensa del núcleo parto del Irán, ame-
estratega y mejor político, sería el ini- nazado por los nómadas, en lucha con-
ciador de la renovada grandeza del tra los cuales perecerían ambos monar-
Irán. Y la primera guerra en dos fren- cas. Pero al menos consiguieron desviar
tes -situación habitual del imperio en la fuerza mayor, los Yü-echi, que cae-
lo sucesivo- se abriría ahora contra rían sobre el reino greco-bactriano ocu-
los seléucidas. Pero los resultados fina- pándolo y fundando poco después el
les no pudieron ser más halagüeños. imperio de Kushan. Por el Oeste las co-
Con él, como dice K. Schippmann, el sas fueron peor. Antioco VII recuperó
reino parto se convertiría en imperio Babilonia y Media, más por poco tiem-
mundial. po. Pues el año 123 a. C. era coronado
Las primeras luchas contra los greco- Mitrídates 11 (123-87 a. C.). Dice R.
bactrianos le depararon las provincias Ghirshman que si Mitrídates I fue el Ciro
de Tapuria y Troxiana. Bactria no repre- de los partos, Mitrídates 11 se convertiría
sentaba ya un peligro, pero Mitrídates en el nuevo Daría, el autor de la madu-
debió juzgar más útil conservar su exis- rez.
tencia porque más allá de sus fronteras, Cuando la situación parecía crítica,
los nómadas Yü-echi parecían represen- muerto el rey Artabano a consecuencia
tar una amenaza mucho más grave para de las heridas sufridas en la batalla, Mi-
Irán. trídates supo reorganizar e inyectar un
En el 148 a. C. lo vemos conquistan- nuevo entusiasmo a sus gentes. Los nó-
do Media. Si bien poco después, en el madas fueron derrotados y empujados
remoto este, alcanza la India tras domi- en toda la línea. Merv y Herat fueron re-
nar las regiones de Gedrosia, Drangiana conquistadas, el Amur-Darya volvió a
y Arachosia. Tan sólo dos años más tar- ser la frontera del imperio y el Sistán y
de ocuparía la mayor parte de Mesopo- la Arachosia reconvertidos en reinos va-
tamia. Sus caballos entraron en Babilo- sallos.
nia, Uruk, Seleucia y todas las viejas ciu- En Mesopotamia, la llegada del rey
dades que aún vivían. Y como Ciro fue el fin de la rebelión. Toda la Baja,
- del que con toda seguridad Mitrída- Media y Alta región ;'olvieron a su mano,
tes se sentía continuador- , el rey de convirtiendo en monarquías vasallas las
los partos deseó integrar, reunir bajo su regiones de Adiabene, Gorduene y Os-
92 mano las distintas naciones. Por eso re- rhoene. De nuevo, Mesopotamia e Irán
93
se integraban, como en la época aque- tos se habían debilitado y el peligro pa-
ménida, en un solo imperio. recía cernirse otra vez. Pero la reacción
Mitrídates pudo por fin entregarse a la irania sería dirigida por nuevos jefes,
labor de dar estabilidad y cohesión al porque en torno al 224 d. C. los arsáci-
imperio. Su prosperidad fue señalada das dejaban de reinar. En ·1a región de
por los embajadores del emperador la antigua Persia un señor local, Ardasir,
Wu-ti, que en el 115 a. C. le visitaron. Y se levantó y venció a su rey. Con él na-
la ruta de la seda quedaba abierta en el cería el último de los imperios iranios,
Irán a partir de entonces. Por supuesto el de la casa de Sasán.
ello beneficiaría a los iranios y coopera- El Imperio parto duró 475 años. Con
ría al desarrollo de las relaciones eco- razón K. Schippmann se pregunta dón-
nómicas distantes. Y en el año 109 a. C. de está la larga agonía que se le atribu-
Mitrídates recuperaba el título de Rey de ye si, citando a K. H. Ziegler, resulta evi-
Reyes, un hecho que habla por sí mis- dente que los romanos no la vieron.
mo de las convicciones iranias de los Pues ni Caracalla ni Macrino la percibie-
partos. Una cosa qMe Sulla, gobernador ron según los documentos que Herodia-
de Cilicia, no parece entender cuando no nos transmitió (IV, 10-2: V, 1-4).
en el 92 a. C. los embajadores del gran La convicción de sentirse iranios y he-
Rey se entrevistaron con él junto al Eu- rederos del mundo aqueménida resulta
frates, para acordarlo como frontera. A manifiesta en muchos de sus rasgos cul-
partir de entonces, las regiones del oes- turales y políticos. Sólo cuando recupe-
te se verían siempre en disputa. La lar- raron la mayor parte del antiguo impe-
ga lista de guerras, avances y retrocesos rio restauraron la vieja titulatura: Gran
de ambos imperios es bien conocida, Rey y Rey de Reyes. J. Wolski acentúa
por lo que cabe resumirlas con breve- que los arsácidas poseían el iranismo
dad. En el año 53 a. C. Craso sufrió una como centro de su ideología política. El
derrota total en Carras frente a las tro- filohelenismo no era más que un acer-
pas de Orodes 11, dirigidas por Surena. camiento integrador a un sector impor-
En los años 51 y 40 a. C., sendas expe- tante del imperio, lo mismo que Ciro se
diciones de Pacoro y del mismo en llamó a sí mismo devoto de Marduk. La
unión con Labieno - un ex embajador carta de Artabano· 11 (Tácito, Anales VI,
romano- estuvieron a punto de restau- 31 ), tantas veces citada, es más que elo-
rar el imperio aqueménida en su totali- cuente: pide la devolución de todos los
dad. Luego la situación se mantendría territorios que IJ.abían pertenecido a los
inestable hasta la firma de un tratado de aqueménidas.
paz con Augusto. Roma hubo de ·reco-
nocer al imperio parto su condición de
gran potencia. · Teoría y experiencia del arte
El ~iglo 11 d. C. subía al trono Artabano y los artistas partos
11 y, poco después, Vologeses 1, que acu-
ñaría monedas con leyendas en pahle-
vi-arsácida y en cuya época, según una Antes de iniciar el estudio de las for-
tradición bien extendida, se redactó por mas artísticas del período parto, resulta
escrito el Avesta. Durante el siglo 11, Cte- forzoso someter a una revisión el con-
sifonte caería varias veces en manos ro- cepto mismo de un arte · de los partos.
manas -con Trajano (115), Marco Au- Porque habría que avanzar a priori que
relio (165) y Septimio Severo (198)-, la información material disponible para
pero la misma reiteración es indicio de cubrir esos casi cinco siglos de historia
la inutilidad de la conquista. Vologeses es sorprendentemente corta y dispersa
IV ( 148-191) invadió toda Siria y las ciu- en el tiempo y en el espacio. Por eso
dades le aclamaron como libertador. Y quizás los manuales repiten insistente-
un emperador, Macrino, que perdió va- mente algunas ideas acuñadas hace
rias batallas ante Artabano IV, tendría mucho tiempo: el supuesto carácter fi-
que firmar una paz con él. Mientras tan- loheleno inicial, una progresiva iraniza-
to, en el este, el imperio Kushan había
llegado a su máximo esplendor. Las
94 buenas relaciones con el Irán de los par- . Iwan del templo de Hatra"
95
ción en los últimos dos siglos de desarro- ron a M. Rostovzeff los argumentos su-
llo, la inexistencia de una tradición y otras ficientes, en su opinión, para definir un
ideas semejantes. Ciertos autores incluso arte que, extendido por Mesopotamia y
cuestionan la posibilidad de dedicar al ar- Siria desde el siglo IiI a. C. hasta el m
te iranio de esta época un apartado espe-- d. C., venía a representar la estética y el
cial, toda vez que lo ven simplemente co- espíritu artístico ignorado de los partos.
mo una forma provincial o derivada del Las características que le atribuyó nos
arte helenístico o greco-romano. No obs- parecen hoy, en general, poco precisas
tante, creo que una reordenación de los para definir un arte: espiritualidad, hie-
elementos disponibles y una perspectiva ratismo, linealidad, un cierto verismo y,
distinta, ligada a hallazgos más recientes, sobre todo, frontalidad de las composi-
nos permiten hablar en justicia de un ar- ciones y las figuras, que en relieves o
te de los partos. Conclusión más que evi- pinturas aparecerían normalmente de
dente tras las obras de T. S. Kawami o H. cara al espectador. Dice R. Ghirshman
E. Mathiesen, por ejemplo. que, de todos los rasgos propuestos,
Los primeros tratados sobre el arte sólo el de frontalidad posee un interés
iranio, que en cuanto a los hechos be- evidente. El problema sería aceptar ono
bían en las fuentes de la historiografía la procedencia parta de tal tratamiento
clásica, solían considerar la cultura par- pues, no mucho después, E. Will la atri-
ta como un simple fenómeno marginal buiría a los griegos.
del mundo romano. La idea de un arte El arte parto quedaba en fin delinea-
parto propio y original resultaba inexis- do dentro de los rasgos que M. Rostovt-
tente. En el siglo pasado, los viajeros eu- zeff le había conferido. Pero, a decir ver-
ropeos solían distinguir en sus relatos dad, cualquier observador interesado
las ruinas de Persépolis, Naqs-i Rustam habría de fruncir el ceño con asombro.
o Ctesifonte, pero ellas les hablaban de Pues, como recuerda K. Schkippmann,
aqueménidas y sasánidas, mientras que Palmyra nunca había pertenecido a los
su propia formación greco-latina les li- arsácidas y Dura tan sólo a veces. Ca-
mitaba la historia parta a la de un esta- bría decir incluso -como continúa el
do dividido y confuso, batido siempre mismo- que de lo que M. Rostovzeff
por los romanos. El resultado no podía hablaba era no sólo · de un arte parto,
ser otro que el que impregnaba las sino también del realizado en el entor-
obras al uso. El desconocimiento real no cercano. Acaso incluso más del per-
como base de una relativización. teneciente al entorno.
El concepto de arte parto tardaría mu- Otro paso adelante en la definición
cho en ser acuñado y cuando lo fue, las sería proporcionado por D. Schlumber-
supuestas pruebas procederían de las ger. Según él, desde el monumento fu-
regiones no iranias. En 1928 M. Rostov- nerario de Antioco de Comagena hasta
zeff comenzaba la excavación de Dura el mundo de la escultura kushana en la
Europos, una vieja ciudad ribereña del India, la antigüedad había conocido un
Eufrates que Seleuco 1 Nicator había re- estilo artístico propio y bien definido por
construido para convertirla en una colo- los componentes y tradiciones que en
nia militar macedónica. Los trabajos de él convergían. Este horizonte estético,
M. Rostovzeff -que seguía los pasos ini- en el que debería incluirse el arte par-
ciados por F. Cumont en 1922-23- se to, lo llamaría arte greco-iranio. Y como
prolongaron hasta 1937 y llevarían al M. Rostovzeff al suyo, D. Schlumberger
descubrimiento de una curiosa urbe en trató de fijarlo, pero no según ciertos ca-
la que los elementos griegos, semitas e rac te res, sino de acuerdo con las
iranios se entremezclaron como fruto corrientes que lo informaban: una grie-
de su azarosa existencia. Griega al prin- ga, otra irania antigua -aqueménida-
cipio, parta después y romana en fin, los y, además, otra irania nueva que pre-
sasánidas la destruirían en torno al año sentaba un fuerte influjo de los nóma-
256 d. C. Los elementos artísticos de das. El hogar de tal arte habría sido no
Dura Europos relacionados con los la primera patria de los partos, muy he-
correspondientes a otros lugares enton- lenizada, sino las regiones en torno a
ces ya conocidos o en proceso de estu- Ctesifonte. Verdad es que, como K.
96 dio, como Palmyra, Hatra o Assur die- Schippmann sugiere, no existen hasta
Planta del palacio parto de ASfar, según ayer como en la actualidad, sus edifi-
WAndrae cios y ruinas parecen un milagro ines-
perado en la seca región. Hoy sabemos
que los partos la fundaron como una es-
hoy muchos hallazgos que corroboren pecie de puesto militar avanzado, y que
esta hipótesis; pero el intento merece pronto llegaría a gobernarla una dinas-
atención. tía árabe, vasalla del monarca de Ctesi-
Uno de los viejos lugares que acaso fonte. De acuerdo con sus compromi-
tenga más que decir todavía es Hatra. sos se defendió en varias ocasiones
M. Róstovzeff la consideró en su tiem- contra Roma. Y acaso su fidelidad a los
po, pero los datos de los que pudo dis- arsácidas le valió la destrucción total y
poner se limitaban a los proporcionados el abandono tras la instauración de los
por la primera investigación llevada allí, sasánidas. La ciudad, excavada alter-
entre 1907 y 1911, por W. Andrae, el di- nativa o simultáneamente por equipos
rector de la misión alemana en Assur. iraquíes e italianos desde los años cin-
Hatra había sido una de las célebres ciu- cuenta, se ve sometida a intensos traba-
dades caravaneras del Oriente. Situada jos de restauración.
en la ruta este-oeste, en el corazón de En Hatra recogemos algo no muy co-
al-Yazira, era entonces difícil de alcan- mún, la certeza de una fundación par-
zar para un enemigo poderoso. Tanto ta. Y en su arte, con independencia de 97
los elementos más puramente clási- mente la base de la población originaria
cos, nos encontramos con las prime- de Nisa, y las aportaciones de aquéllos.
ras huellas de auténticas manos ira- · Llegados a este punto convendría ra-
nias. Sobre todo en la arquitectura y zonar la cuestión inicial. ¿Existe o no un
pintura. En el sector de los templos, arte parto definido? Es evidente que sí,
por ejemplo, descubrimos una estruc- como resulta manifiesto en las obras de
tura nueva, también presenté en la. T. S. Kawami o H. E. Mathiesen. Cuando
Assur arsácida y en el Irán. Me refiero, los partos ocuparon la región de Par-
como es lógico, al iwan, una gran sala thava ·su estado cultural debía diferir
abierta por un lado o no, y cubierta mucho del de los persas en la época de
con una .soberbia bóveda que encuen- · Ciro. Ambos eran iranios, pero mien-
tra paralelos cercanos en el palacio de tras los segundos llevaban siglos ocu-
Nisa, en el de As sur y en la Ctesifonte . pando regiones del Irán histórico y en
sasánida. Como reiteran todos los tra- contacto estrecho con las culturas, me-
tadistas, el iwan constituye un tipo de sopotámicas, los primeros se habían
planta sin precedentes conocidos -si movido como nómadas en el Asia Cen-
acaso, la tienda abierta como quieren tral, en los límites del mundo aquemé-
algunos-, pero que echará hondas · nida primero y seléucida después, en
raíces en el Irán, pasando incluso a in- estrecho contacto sólo con las pobla-
tegrarse en las mezquitas y madrasas ciones sedentarias de la región. Como
islámicas. La monumentalidad de las en el caso persa, el arte griego venía a
bóvedas que cubren los iwanes de Ha- . ser para ellos un elemento aprovecha-
tra carecía de modelos, o al menos los ble que habría que integrar. Pero desde
ignoramos. un comienzo parecen haberse sentido
El arte de Hatra nos permite empezar , herederos de los aqueménidas en lo po-
a matizar, con mejor fundamento, el ~ lítico, y desde el comienzo también las
concepto de arte parto. Pero hay más. ', tradiciones nómadas resultan manifies-
En el actual Turkmenistán, una misión 1 tas. No se trata de un filohelenismo ge-
soviética encabezada por M. E. Masson 1 neral en sus comienzos, sino de un es-
comenzó en los años cuarenta la exca- ¡ fuerzo integrador desde un principio,
vación arqueológica de la ·capital parta 1 una integración que pretenden llevar a
de Nisa. Continuada por una misión ita-¡ cabo gentes que, obviamente, no tienen
lo-turkmenia, el análisis de la que en ~ tras de sí la tradición medo-urartia de
época de los partos .se llamó Mithra- . .los persas. Tiempo atrás, M. Rostov-
datkert revela varios sectores de inte~ 1

tzeff definió características propias del


rés: una ciudad amurallada (Nuev~ Ni- arte parto. Muy discutidas, E. Haerinck
sa) y, cerca, la ciudadela real (Nisa las presume aceptables aún, resumién-
Antigua), de planta pentagonal y es- dolas en cinco rasgos: espiritualidad,
pléndidamente fortificada. Aquí se han hieratismo, linealidad, verismo, fronta-
.concentrado los hallazgos, como la Sa- lidad. En Bisultum, al pie mismo de la
la Redonda o de los Antepasados Rea- : inscripción de Darío, Mitrídates 11 man-
les, las sepulturas de los monarcas y dó esculpir un relieve conmemorativo,
miles de óstraca importantísimos para : prácticamente perdido hoy que, visible
la nueva historia parta. Los archivos • en los pasados siglos, denotaba una
administrativos han sido los primeros cierta orientación hacia lo aqueménida.
atribuidos al reino parto y las artes sun- Las esculturas de Hatra, los relieves
tuarias, en fin, reúnen una curiosa mez- de la Elymaida y ciertas figuras de los
cla de tendencias colorísticas y zoo- rhyta de Nisa nos plantean la evidencia
mórficas junto a lenguajes y elementos de algún carácter ya bien conocido: la
griegos. ·frontalidad y un cierto retorno arcaizan-
D. Sohlumberger estimaba que la cul- •te, que recuerda a los t'ipos físicos.y las
tura de Nisa venía a significar un perío- vestiduras que aparecen en las placas
do de helenización de la corte real par- de oro sakkas de la colección de Pedro
ta. Pero como K. Schlippmann apunta,
también es preciso constatar ~l influjo
manifiesto de las civilizaciones indíge- Cabeza de una estatua monumental hallada
98 nas anteriores a los partos, probable- en el Salón Cuadrado del palacio de Nisa.
99
el-Grande. Podría decirse que los partos tamios, griegos y partos, las clases de-
manifestaron una asombrosa voluntad bieron dividirse en función de las profe-
de conservar la civilización irania como siones. No obstante, los datos son tan
ellos la sentían, en el nivel que poseían escasos que por fuerza nos hemos de
de expresión estética. Como escribe K. mover en el terreno de la pura hipóte-
Schippmann, siempre será difícil reunir sis. Así una ciudad caravanera como
el arte de tan inmenso país en una eti- Hatra, más ligada al comercio que a la
queta. Porque además existieron dos nobleza territorial, dejó un arte vitalista,
espacios culturales distintos: Mesopota- lleno de sabiduría y que denota la par-
mia e Irán-Asia Central. Y en las dos ticipación de artistas del país que han
áreas el elemento parto evolucionó re- aprendido a la perfección las técnicas
cogiendo influjos más o menos noto- de construcción o tallado, pero que se
rios, ya fueran helenísticos, inesopotá- expresan en su propia idiosincrasia. Los
micos o iranios, que venían a unirse a clientes del arte son los príncipes, la no-
las propias tradiciones nómadas. R. N. bleza, la religión. Y los artesanos debían
Frye dice que el arte parto fue un arte responder a esa demanda selectiva. No
popular, en el sentido en que no lo fue- obstante, las necrópolis de Uruk o Babi-
ron ni el aqueménida ni el sasánida. Los lonia correspondientes a la época parta
maestros partos tenían un reto múltiple nos informan de un arte menor, cerámi-
ante sí. Y durante siglos supieron ir dán- co y orfebre, cuyos destinatarios eran
dole salida. Una escultura, un objeto o las gentes normales. Según R. Ghirsh-
una arquitectura parta resulta inconfun- man, la industria y el artesanado mejo-
dible. Y no tanto por la supuesta mez- raron notablemente con el paso del
cla de elementos cuanto por la expre- tiempo. Vidrios, cerámicas, armas y te-
sión de los mismos a través de un sen- jidos se harían cada vez con una mayor
timiento propio. Las esculturas de Ha- calidad, fruto posiblemente de las me-
tra, por ejemplo, resumen ese popula- jores condiciones p.rofesionales y de
rismo ligado al supuesto hieratismo ce- vida de los artesanos.
remonial de Persépolis. Y esa rigidez Dice Mircea Eliade que, en el terreno
que se les reprocha, esa mirada fija y religioso, la época parta se señala por
perdida, acaso no fuera la mezcla de in- ciertas constantes. Por ejemplo, la ve-
capacidad y primitivismo sino la evoca- neración especial que tanto la realeza
ción de unos sentimientos que, como como la gente común parece haber
recuerda V. G. Lukonin, se recogerían prestado a Mitra. La presencia de los
siglos después en los mosaicos bizanti- magos como una casta sacerdotal de
nos de Rávena. sacrificadores y, en fin, la popularidad
Tales sentimientos, tales influencias del antiguo culto del fuego. Anahita, una
eran los elementos que convergían en diosa guerrera y Zurvan, al que escoge-
las obras de los artistas del mundo par- rían los maniqueos como el equivalen-
to. La rápida conquista del espacio ira- te iranio de su gran dios serían divinida-
nio, que había llevado a las tribus par,. des muy populares también.- Y los artis-
tas desde un aislamiento original hasta tas tendrían que trabajar con frecuencia
la convivencia urbana con las poblacio- y sobre todo para los centros religiosos
nes del Irán y Mesopotamia, debió rom- de la diosa guerrera. Pero también sir-
per su estructura tripartita habitual. vieron la demanda de otros dioses. Pues
Aquellos guerreros, sacerdotes y gentes como recuerda R. Ghirshman, los par-
comunes del mundo avéstico se des- tos, como los kushanos, manifestaron
parramaron por las grandes ciudades una gran tolerancia respecto a las cul-
existentes, las nuevas recién fundadas y turas de otras naciones, mostrándose
los campos enormes de.su imperio. Por ajenos a cualquier proselitismo de la
fuerza, los viejos lazos tuvieron que sal- propia. Este era el mundo de los artis-
tar y la sociedad parta adaptarse a un tas. Grandes nobles, ciudades eferves-
mundo distinto. Un rey y una alta noble- centes, creencias muy antiguas y los re-
za, convertida en gran terrateniente, de- cursos de un mundo entero en sus ma-
bió aspirar a dominar omnímodamente. nos. Pero tal vez la multiplicidad de rei-
Pero en las ciudades, formadas por una nos, las frecuentes guerras y carencias
100 compleja población de iraníes, mesopo- sociales que hoy se nos escapan, impi-
Reconstrucción ideal de
una nave interior del
palacio parto de Asfar,
según W Andrae

Fachadas del patio principal del palacio


parto de Asfar, según W Andrae

dieron crear un arte cuantitativamente tanda, no parece lógico incluirla en una


numeroso. No obstante, lo conservado obra como ésta. Por eso, aunque histo-
nos permite echar un vistazo a los pro- riadores de prestigio como R. Ghirsh-
ductos de su trabajo. man solían referirse a ella, no lo haré.
Hablemos del mundo verdaderamente
arsácida.
Las artes del mundo arsácida
La arquitectura y el urbanismo
Antes de iniciar el estudio de las crea-
ciones artísticas del período desearía
hacer una delimitación. El Irán arsácida Dice E. Parada que la disposición
integró a su órbita Mesopotamia y Yazi- circular que los partos dieron a sus ci~­
ra, unas regiones que estética, mental e dades de nueva planta, como Hatra y
históricamente vivían su propia evolu- Ctesifonte por ejemplo, o a los recintos
ción. Pero la fundación de ciudades de ampliación como Merv, tenían su ori-
nuevas, además de cinco siglos casi de gen en los campamentos militares asi-
gobierno iranio, creo que justifican la rios. Mas podría ser que la raíz de todo
presencia en esta obra de las artes pro- estuviera en ellos mismos y en las ne-
ducidas en Hatra o Ctesifonte. Otras ur- cesidades militares de unos puntos que,
bes ya existentes, como Dura Europos, sobre todo al principio, eran centros de
recibieron influencias nuevas. Algunas organización bélica. También R. Ghirsh-
más, como Assur, se vieron reconstrui- man insiste en el origen asirio del traza-
das. Pero el reino de Palmyra, aunque do, aunque difícilmente podamos dedu-
sus nobles vistieran con frecuencia a la cir la forma en que habría podido llegar
parta y aunque su interés mayor estU- hasta ellos. No obstante y como H. P.
viera vinculado al comercio a larga dis- Francfort ha puesto de relieve, la fortifi- 101
Escultura del rey Uthal de Hatra {siglo 11
d. C.). Museo de Mosul '

102
cación circular -y la ciudad- es una utilizaban también muros de cascote o
de las formas posibles de defensa en el guijarros ligados con mortero o para-
amplio mundo del Asia Central. mentos de bloques tallados. Las super-
La ciudad de Hatra que hoy vem9s, ficies de los muros de mampostería po-
aunque destruida en.el 240 d. C. por Sa- dían revestirse con estucos muy elabo-
pur 1, responde en líneas generales al rados, que están en el origen de todos
trazado inicial. Un gran terraplén exte- los tipos posteriores de yeserías. Entre
rior de tierra como primer muro defen- todos los conocidos destacan los de
sivo antecedía a la verdadera muralla Küh-i Hwaya y ASsur. Los primeros se-
de piedra con torres, bastiones y cuatro mejan el recamado de los trajes osten-
puertas. Y esos dos recintos circulares tados por los nobles de Hatra. Los se-
encerraban un trazado urbano que im- gundos, más sencillos, asombran sin
ponía en el centro un gran témenos con embargo por su belleza y su plena
los templos más importantes, un pala- adaptación al juego de las fachadas.
cio real junto a la muralla, calles princi- Los interiores -y tal vez algunos exte-
pales rectas o ligeramente curvadas riores, como en Assur- se decoraban
-pero nada ortogónico, desde luego- con pinturas. Los muros de piedra, en
y una serie de templos, torres funerarias fin, solían llevar una decoración escul-
y otros edificios públicos repartidos por tórica consistente en máscaras o cabe-
un caserío. Diríamos que tal esquema zas, muy significativas para el hombre
responde a la ciudad parta ideal y pue- parto, según parece, pues el tema se re-
de que su último estado sea el resulta- pite en otras producciones como en los
do de una larga maduración. rhyta de Nisa.
Dentro de los recintos de las nuevas Aunque los arsácidas fundaron en los
o antiguas ciudades, los maestros cons- territorios del Asia Central distintas ciu-
tructores del mundo parto desarrollaron dades más o menos conocidas, sólo
algunas ideas en cuanto al trazado, los Nisa ha merecido estudios profundos. Y
materiales de trabajo y la ornamenta- sólo ella nos proporciona una imagen
ción. Sobre el origen de aquéllas aún no de arquitectura desarrollada. La estruc-
sabemos mucho, pero sí al menos que tura más llamativa es el palacio real de
comenzaron en la época parta. Respec- la Nisa antigua. La fachada, decorada
to al trazado ya hicimos alguna referen- con metopas y merlones de ·ar.cilla co-
cia: se trata del iwan que, en esencia, cida incorpora también máscaras o ros-
era una sala de tres lados, con el cuar- tros, probablemente de una divinidad,
to abierto y la cubierta abovedada. El como en Hatra. Es interesante destacar
iwan venía a funcionar como un módu- que aquí todavía no se utilizaba el estu-
lo que podía repetirse en línea, o con el co. La planta del edificio giraba en tor-
que el arquitecto jugaba según necesi- no a la sala central, de notables propor-
dad. Su disposición en Hatra era distin- ciones, cuyo techo de vigas estaba man-
ta a la de ASsur, pero en ambos conjun- tenido por cuatro pilares de columnas
tos se comprendía perfectamente su cuadrilobuladas que, por su colocación
función. Este módulo también se reco- central y en cuadrado, debían crear en
gía en la arquitectura doméstica. Y su la cubierta una apertura de iluminación
adaptación al mundo iranio fue tal que cenital y en cuadrado, según M. E. Mas-
los sasánidas lo elevaron a pieza esen- son. En las paredes y a media altura, los
cial de su arquitectura. El Irán posterior arquitectos habían abierto nichos en los
también lo integró como propio. que se alojaban estatuas de arcilla pin-
Las técnicas de construcción son va- tada que representaban a los antepasa-
riadas. El adobe y el ladrillo siguieron dos del rey, una costumbre de los se-
utilizándose como siempre, igual que dentarios del Asia Central, presente ya ·
la madera y la piedra que, donde podía en Toprak Kale. Al sur del palacio se le-
obtenerse .corr facilidad, resultaban el vantaba otro edificio interesante, el lla-
material fundamental. Los muros de mado Tesoro Real, con patio central
adobe solían revestirse con una capa provisto en cada una de sus cuatro fa-
muy dura, una especie de estuco que chadas de un iwan, como más tarde se
además de mejorar su aspecto confe- haría en ASsur.
ría a la pared una gran resistencia. Se Aunque gobernada por una dinastía 103
árabe, vasalla del Gran Rey, Hatra in- nía. La antigua ziqqurratu, ahora ciuda-
corpora muchos de los rasgos otorga- dela, seguiría destacando en el hori-
dos al mundo arsácida, del que siem- zonte. Pero en el interior, una nueva
pre formó parte. Sus arquitectos utiliza- estética se había impuesto. Donde en
ron fundamentalmente una piedra cali- su día se levantaba el templo de ASsur
za indígena, muy ligera y fácil de traba- se erigía ahora otro edificio con planta
jar. Con ella levantaron un· excepcional modular de tres iwanes, con sus tres
conjunto de murallas, viviendas, pala- arcos correspondientes en la fachada,
cios, templos y tumbas que pueden dotada de pilares y molduras. Los dio-
contarse entre lo mejor del período. El ~es titulares, llamados ahora Assor y
centro de la vida urbana gira en tomo Serva, hablan de la capacidad integra-"
al gran témenos, señalado por un alto dora de los partos. Del resto de edifi-
muro de 437 x 322 m de lado, realiza- cios descubiertos por W. Andrae como
do en caliza. Dentro, tras cruzar un gran el peristilo, el iwan con escalinatas, el
patio cuyo eje visual converge en los edificio períptero y el palacio, convie-
templos principales, construidos al otro ne destacar este último. Se trata de un
lado de un segundo muro dotado de gran complejo con patio central, de
tres entradas. En el interior se levanta cuatro fachadas dotadas con iwan en
todavía, ya restaurada, la enorme es- el centro. El meridional fue, según el
tructura del templo principal, con 25 m arquitecto alemán, el único completa-
de altura, construido en caliza y deco- mente bien desarrollado. En otras alas
rado con excelentes esculturas y ban- del edificio se distingue un patio con
das de ornamentación. Son dignos de peristilo - la entrada según parece-,
destacar los arcos de ingreso, llenos de y una sala con cuatro pilares. Las par-
cabezas de divinidades, reyes o símbo- tes más importantes del edificio se
los divinos, relacionados con lo mejor construyeron con ladrillo y mortero de
de la escultura de la ciudad. En planta, yeso. Las fachadas del patio de los iwa-
el conjunto principal resulta de la suce- nes se decoraron con estucos calados
sión modular de iwanes que sirvieron y un sistema de columnillas adosadas
como sendos templos. El más impor- que inspirarían luego la edificación del
tante, el del centro, disponía al fondo palacio sasánida de Ctesifonte.
de una especie de recinto sagrado, for-
mado por una cella aislada por un
deambulatorio, construido todo en las Escultura y relieve
colosales proporciones del conjunto.
Según E. Porada, la planta de este re-
cinto sagrado significa la recuperación Los maestros de época parta utiliza-
e integración de un trazado de época ron principalmente la piedra caliza, el
aqueménida, usado ya en el Templo mármol, la arcilla cocida y armada
del Fuego de Susa. -como en Nisa- y el bronce. Sus téc-
La fachada principal, regida por los nicas eran las habituales del oficio -en-
grandes arcos de los cuatro iwanes ma- riquecidas con el taladro en Hatra-,
yores y cuatro menores, es de una mag- empleando todos los tipos de cinceles,
nificencia difícil de describir. martillos, mazos y punzones comunes.
Otro de los centros partos conocidos En bronce, la cera perdida fue utilizada
al menos parcialmente, es ASsur. Allí, incluso en piezas de gran tamaño. Pero
como destaca W. Andrae, una de las sus resultados globales, salvo algún ta-
principales novedades técnicas fue la ller activo en Hatra y al servicio de su
utilización de mortero de yeso, una ra- realeza, apenas si resisten la compara-
reza en Oriente utilizada muy pocas ve- ción con lo obtenido eri arquitectura.
ces, por ejemplo en el Palacio Norte de La mayor producción escultórica pro-
Babilonia o las tumbas reales asirias. cede de Hatra y su gran serie de estatuas
Los partos lo usaron sin embargo con de cuerpo entero, bustos y adornos mu-
frecuencia en Warka, Babilonia, Hatra rales. Evidentemente, la estatua del rey
y ASsur. Según el arqueólogo alemán, Uthal es una obra maestra de la época, no
la imagen del Assur parto no debía ha- sólo por el detallismo de los ropajes del
104 ber cambiado mucho, vista en la leja- monarca, sino también por el intento de
Relieve rupestre de Tang-i Sarv ak con una Jo contrario, debió representar a un alto
escena de homenaje y combate personaje de .dicha nación.
Los monarcas y príncipes arsácidas
querían verse reconocidos como suce-
movimiento en las piernas y la personaliza- sores del mundo aqueménida. Esa pre-
ción del rostro. Destinada .a figurar en un tensión sería la causa que les llevó a
templo, el tipo global es muy semejante al prodigar relieves conmemorativos ru-
de otras esculturas. Por ejemplo la del rey pestres en los lugares ya distinguidos
Sanatruq, acaso la más completa, que reúne por sus antecesores. Pero sus resulta-
todas las bondades -y los defectos- de la dos distan mucho de los de aquéllos.
escultura de la época parta en Hatra. Uno de los menos conocidos, el de Mi-
En el museo de Iraq se conserva una trídates ·1 en Hung-i Nauruzi, cerca de
asombrosa colección de esculturas. Pero Izeh-malamir, ·presenta al gran rey. Las
además de Hatra, otros sitios han propor- figuras de los partos mantienen la fron-
cionado abundante escultura de mayor o talidad habitual, pero en su conjunto re-
menor tamaño, gracias a lo cual H. E. Ma- cuerdan a las estatuas de Hatra. El jine-
thiesen ha podido proponer una clasificación te y su caballo, sin embargo, resultan
de la escultura parta en tres periodos -en- francamente desproporcionados.
tre el 250 aC. y el 225 d.C.- bien definidos. Mucho menos atractivos· son los per-
De la remota localidad de Shami proce- didos de Mitrídates 11 en Bisutüm -co-
de la gran escultura de bronce de un prín- nocidos por un dibujo de G: J. Grelot.;_,
cipe parto, cuya datadón parece plantear los de Gotarzes 11 del mismo lugar o el
algunos problemas. Se trata de la mayor príncipe ante un ara esculpido en una
representación en bronce lleg~da hasta roca. En todos ellos, los artistas parecen
nosotros. Su traje es parto, lo mismo que muy lejos de las calidades de la ,escul-
su peinado; y aunque A. Godard piense tura, cosa que resulta incomprensible. I 05
Mayor interés poseen los atribuidos a un ce evocar una riqueza sorprendente.
príncipe de la Elymaida, pues incorpo- La misma que manifiestan las estatuas
ran una escena de caza o lucha acaba- de Hatra.
llo en un estilo y disposición que alcan- En la Tesorería Real de Nisa los ar-
zará gran fortuna en el Irán sasánida. queólogos soviéticos descubrieron casi
cincuenta rhyta de gran belleza, reali-
zados en marfil o metales preciosos y
Pintura y artes suntuarias decorados profusamente con relieves,
piedras engastadas o chapado de oro
en el cuerpo principal, mientras el fon-
Dice W. Andrae que no pocos de los do se convertía en un prótomos fantás-
paramentos e~teriores del palacio parto tico. Aunque se ha indicado en ellos
de ASsur aparecían en su día pintados una influencia múltiple, incluida la ira
con colores, como fondo de las orna- nia, P. Bernard sugiere su posible fabri-
mentaciones escultóricas de las facha- cación en Seleucia. Los rhyta, como la
das. Dominaban los tonos rosas, amari- orfebrería -pues los partos gustaban
llos y verdes claros. En los muros inte- de joyas con piedras engastadas-, per-
riores, los artistas pintaron frescos apli- tenecen a un mundo relacionado con la
cados sobre el obligado revoco de yeso, nobleza, con el arte cortesano, que de-
con temas muy distintos entre los que bió poseer calidades más altas que las
destacaban jinetes armados al estilo llegadas a nosotros.
parto u hombres y mujeres en distintas La cerámica parta continuó el desa- .
actitudes. Su estilo, según el arquitecto rrollo del vidriadd, mejorándolo y pre-
alemán, los emparentaba con el de los parando el camino a los tratamientos
frescos de Dura Europos. similares de época sasánida. El típico
Las pinturas de la ciudad de Dura son verde parto lo vemos aplicado caracte-
bien conocidas, no tanto las perdidas de rísticamente al interior de los vasos, al
Kuh-i Khwaya -quizá posteriores- ni · cuello exterior y a parte de la panza. La
las de Hatra, hace poco halladas por R. cerámica tenía, lógicamente, un gran
Venco Ricciardi. Pero en unas y otras, los papel en la vida cotidiana, pero tam-
artistas trabajaron un poco al estilo anti- bién en la funeraria. Recuerda R.
guo oriental. Primero silueteaban la figu- Ghirshman que cerca de las necrópolis
ra con un firme trazo en negro; luego apli- -como en la actualidad- se instala-
caban el color. Dice R. Ghirshman que ban maestros ceramistas especializa-
parece como si el artista se sintiera incli- dos en la realización de esos grandes y
nado a aceptar los modelos occidentales, típicamente partos sarcófagos de cerá-
pero que fuera incapaz de asimilarlos. Al- mica vidriada, así como los recipientes
gunos temas de Küh-i Hwaya parecen sa- del ajuar. En Susa se encontró uno de
cados del elemento griego, mientras que esos talleres. Y en Shushtar, Mehdi Rah-
otros resultan más puramente iranios. Lo ' bar ha descubierto una necrópolis par-
mismo cabría decir de los célebres fres- ta don excelente arquitectura y ajuar
cos de Dura Europos, entre los que es for- 1muy significativo.
zoso recordar el de Conon -una pintura · Desde un punto de vista estético y no
a témpera, por cierto-datada en el siglo ,estrictamente numismático, las ·acuña-
1, y el Fresco de la Caza, un poco más tar- ciones monetarias del periodo arsácida
dío. Una imagen del típico jinete acoraza- presentan en sus comienzos una indu-
do parto-sasánida, podría relacionarse :dable dependencia de los modelos he-
con el relieve de Tang-i Sawlak. lenísticos. Probablemente incluso fue-
Las artes suntuarias de la época par- ran griegos los maestros que iniciaran
ta debieron alcanzar un muy alto nivel. las emisiones. Pero pronto aparecieron
La comercialización de la seda china los rasgos iranios, como la imagen de
permitiría un fasto y un lujo en los ves- frente o el perfil afilado, además de pre-
tidos que por fuerza debían acompa- sentar a los monarcas ya con la corona
ñarse de otros elementos notables. No y el peinado de los arsácidas. El estilo
obstante, conocemos también mal esquemático y cortante de sus últimas
este capítulo de su arte, pese a que un monedas influiría sobre las primeras
106 texto bien conocido de Filóstrato pare- acuñaciones sasánidas.
La princesa Doshtari deHatra (siglos 1-11
d. C.). Museo de Iraq, Bagdad

107
·El Irán aasánida

A QUELLA mañana de abril del año


1O1 O, cuando las golondrinas tra-
zaban sus vuelos entre los almi-
nares de Gazni, Firdüsi caminaba feliz
hacia el palacio del sultán Mahmud, ca-
bolsa. Después, en otro lugar y a la som-
bra de unos árboles, el resto al posade-
ro q_ue le sirvió una cerveza. Y mientras
saboreaba la bebida, volvió a ojear su
poema: Escucha ahora la aventura de
beza de un imperio que cubría el Irán, la hija de Mihrek con el valiente Sapur,
Afganistán y parte de la India. La vida el que golpeaba con la espada. Cuando
bullía en las calles. Las caravanas de Sa- pasó un poco de tiempo... Y más ade-
marcanda, Herat y Lahore no cesaban lante, al narrar la guerra del antiguo mo-
de llegar, cargadas con todas las esen- narca iranio contra los rumi, un ejército
cias, perfumes y especias del Oriente. Y avanzó oscureciendo el sol con el polvo
en la corte, una nube de poetas, minia- que levantaba ...
turistas y músicos celebraban aquella Sí, era un bello poema. Pero más que
Persia renaciente. eso. Era la evocación del antiguo Irán y
El poeta se sentía embargado por de los monarcas sasánidas, los más po-
una gran placidez. Después de treinta derosos, los más admirados de la histo-
y cinco años de trabajo, su épico ria de Persia.
Sahnama iba a verse hoy, por fin, ge- Firdüsi abandonó Gazni. Años de-
nerosamente recompensado. Por con- pués, Mahmud quiso reparar el error y
sejo de Ahmad, ministro del sultán, los le envió como regalo una caravana car-
60.000 versos de aquel poema sin par gada de índigo por valor de 60.000 dina-
le habían sido ofrecidos al príncipe, res, _con la orden de que los camelleros
mecenas de las artes y esperanza del reales llevaran al poeta a su palacio.
Irán. Pero cuando llegó al palacio, na- Peromientras la caravana del sultán en-
die le esperaba. Un oficial de la guar- traba en la ciudad por una puerta, por
dia llamó a un paje. El muchacho, tras la otra salía el cortejo fúnebre de Firdüsi
oír el nombre de 'Abu al-Qasim, le lle- que acababa de morir.
vó a uno de los muchos secretarios se- Su poema seguiría vivo, sin embargo,
cundarios del monarca que, sin ningún para toda la humanidad. Y con él, las
formulismo y tras entregarle el ejem- glorias y las hazañas del último gran im-
plar de su poema y una bolsa de cue- perio de la antigüedad irania, el de los
ro con 20.000 dirhams, le despidió. sasánidas.
Firdüssi sintió como una bofetada en
la cara y un repentino vacío en la boca
del estómago. Su magnífico poema y Un paseo por la historia
los treinta y cinco años a él dedicados
sólo valían 20.000 dirhams. Sin saber lo
que hacía, se vio de nuevo fuera del En la antigua Parsua, los recuerdos
palacio. del pasado aqueménida estaban más vi-
Ante él, Gazni seguía viva. Y las golon- vos que en parte alguna del Irán. No
drinas continuaban sus rápidos vuelos. sólo las ruinas, sino también las tradi-
El poeta miró el cielo azul de Afganis- ciones locales guardaban memoria de
tán. Los alminares se recortaban lim- los nombre mágicos de Ciro y Darío. Y
pios y lejanos. Al fondo, las montañas la nobleza de aquellas tierras, heredera
aparecían aún cubiertas de nieve. Y su de los fieles de Persépolis, soportaba
corazón volvió a llenarse de paz. En los mal su sometimiento al Gran Rey de los
baños que solía frecuentar regaló al mu- partos.
108 chacho que le ayudaba la mitad de la Según cuenta al~Tabañ, un sacerdote
El rey Siipür I en una plumilla de Texier a
' ' partir de una escultura existente en
Bishapur

109
NEGRO

JANATO DE
TURCOS OCCIOE

Bujara ~. ~ ---
( Sam~e~ -

Merv ~ •aali

MAR • Abarshahr
·~
Bamian
MEOITERRANEO

DESIERTO
OE LUT
Qadisiyya ~

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Sardashir

KIRMAN

EL IMPERIO SASANIDA. SIGLOS VI-VII

El Imperio de Cosroes t SlND


11111111 Límite occidental de los hunos heftalitas
a mediados del siglo v

Campañas de Cosroes 1

~\\\\\\1
Territorios disputados entre Persia y Bizancio
durante el reinado de Cosroes 11

---.• Campañas de Cosroes 11

Zonas de influencia sasánida

Direcciones de la conquista musulmana

110 111
de Anahita llamado Sasan fundó una di- además sf e valeroso guerrero y buen es-
nastía local que, como tantas otras del tratega, Sapür 1 protegió las artes y la li-
imperio arsácida, pronto chocaría con- teratura. Y a su sombra también se aco-
tra su señor. Pero bastó que llegara al gería el célebre Mani, con su planeada
poder un príncipe más osado que los religión universal. . ,
otros para que los sueños fueran reali- A la muerte de Sapür, sus sucesores
dad. En el 216 d. C., Ardasir se corona- se vieron presionados por un doble
ba rey y, en breve, se hizo dueño de la frente: la revitalización del Imperio Kus-
Elymaida. Esto era más de lo que Arta- hano y la organización militar romana
bano podía permitir. Y una guerra que en Oriente que, con el apoyo de Arme-
en principio parecía asemejarse a una nia, se volvía de nuevo amenazante.
más de las muchas habidas entre el mo- Ctesifonte cayó el 283 en manos de
narca parto y sus vasallos, se convirtió Caro, cuya muerte repentina vendría a
en el comienzo de una era. Porque en ayudar a los persas. No obstante, el Im-
el año 224, en la batalla de Hormizda- perio Sasánida no saldría de su crisis
gan, Artabano moría y su ejército se de- hasta lé! llegada al poder de un nuevo
sintegraba. Ardasir entró en Ctesifonte héroe, S~nür Il.
para asumir el poder sobre el Irán. Y en El largo reinado de este rey (309-379)
honor del nuevo Rey de Reyes y como llevaría al Irán sasánida al cenit de su
era costumbre, un fuego puro se encen- grandeza. Sus ejércitos entraron en Ara-
dió en un templo lejano. bia, aunque ignoramos hasta dónde lle:..
El primer sasánida (224-240) comen- garon. Por el este derrotaron a la inva-
zó a organizar un imperio distinto, cen- sión huna. En el oeste y contra Roma,
tralista, que se decía el verdadero con- avanzaron con mayor esfuerzo en una
tinuador de los aqueménidas. Las gran- guerra que magistralmente nos recuer-
d es familias partas -salvo algunos da Amiano Marcelino. Tras largo asedio,
miembros de la famosa de Karen-, le la conquista de Amida estaba lejos de
reconocieron. Y él se impuso con las ar- satisfacer sus pretensiones, pero era
mas a sus enemigos: el rey arsácida de una victoria indudable. Por eso, en el
Armenia, los romanos y los kushanos. Y 363, Juliano quiso tomarse la revancha
Ardasir se pudo decir rey desde el Eu- y alcanzó Ctesifonte. Mas su muerte sor-
frates al Sistán y el Asia Central. No obs- presiva hundiría la moral de la fuerza ro-
tante, la total seguridad estaba lejos mana que evacuQ. el país.
aún. Sería la obra de su sucesor. En el interior, 5apü.r fue un monarca
Slpür 1 (240-270), hijo de Ardasir, con devoto del zoroastrismo, que se con-
el ejército estable organizado por su pa- virtió en religión del Estado, aunque co-
dre y con una administración distinta se mo dice K. Schippmann, la persecución
dejó llevar por stis deseos de gloria. Y la a los cristianos lo fue más por causas
ganó. Primero en el este remoto, donde políticas que religiosas. Sometió a pro-
derrotó al imperio de los kushanos, lle- fundas reformas a todo el país y, a la
vando a sus tropas hasta Samarcanda, vista del buen funcionamiento que con-
Taschkent y el valle del Indo cuyos terri- tra él mismo había demostrado el limes
torios quedarían en su mayor parte bajo romano de Siria, construyó él otro con-
su mano. En el oeste la fama le seguiría tra los árabes. No es extraño que su re-
aún más. Tras algunos reveses, Filipo el cuerdo quedara siempre presente entre
Arabe se vio cercado y obligado a capi- las gentes ge su pueblo.
tular el año 244 d. C., teniendo que com- - Cuando 5apü.r murió, la casa de Sa-
prar a peso de oro su libertad y la de su sán empezó a sufrir el acoso combina-
ejército. Luego, quince años después, do de una nobleza ascendente y un cle-
tras avanzar por toda Siria victorioso de- ro zoroástrico de preocupantes inten-
rrotó en Edesa al emperador Valeriana; y ciones. Y los monarcas no supieron es-
sus legiones marcharon al cautiverio. A tar a la altura de las circunstancias. En
la vuelta de nuevas campañas el príncipe el este, los hunos heftalitas, que habían
de Palmyra derrotó a un grupo de su sido capaces de formar un reino sobre
ejército. Sin trascendencia real, la acción territorios antaño kushanos, amenaza-
decidió el bando del palmyrano. ban las tierras iranias. Pero en vez de
112 Su fama quedó intachable porque, 'un lu~hador vendría un hombre alegre,
Bahram V (420-438). Como dice R. que terminaría aplastando. Y sus fronte-
Ghirshman, ningún rey sasánida gozó ras volvieron a extenderse hasta el Indo.
jamás de una popularidad semejante. Como escribe K. Schippmann, Khus-
Recuerda R. N. Frye que las fuentes ára- rau 1 fue uno de los más grandes mo-
bes le dieron el sobrenombre de Gór, · narcas de la historia sasánida sin du-
esto es, el asno salvaje, debido a svu ha- da, pero también de toda la historia
bilidad en la caza de onagros. Si Sapür antigua de Oriente. Khusrau fue tole-
fue personaje de leyendas heroicas, rante, a diferencia de Justiniano. No
Bahram lo sería de cuentos maravillo- pocos de los . filósofos activos de la
sos y de historias que exaltan la bebida, Academia de Atenas, clausurada por el
la caza y las mujeres. Amaba el polo, la emperador bizantino, serían acogidos
música y el buen vivir. Y fue amigo de por el Rey de Reyes. Incluso abrió una
delegar asuntos en manos de la noble- primitiva universidad en Gundesapur.
za. Pero hijo de guerreros al fin, no dejó Los persas le llamaron el justo, y su fi-
de combatir contra Teodosio 11 en el gura pasaría también a las leyendas
oeste y sobre todo contra sus enemigos del pueblo.
del este iranio y del Asia Central. En el Luchas intestinas que pusieron en pe-
Cáucaso, por el que tiempo atrás roma- ligro el trono sasánida consumirían los
nos y sasánidas habían disputado, con- últimos años del imperio. Khusrau 11, en
siguió un acuerdo para defender con- su segundo reinado (591-628), atacó al
juntamente los pasos contra las invasio- imperio bizantino como un huracán.
nes de la estepa. Sus éxitos iniciales parecían de leyenda,
A la alegría de su reino continuó la pues al tiempo que alcanzaba los mu-
tristeza de un largo período de enfren- ros de Constantinopla los hunos heftali-
tamientos religiosos, agravados por la tas volvían a ser derrotados. Sin embar-
presión de los heftalitas y otros pueblos. go, la inesperada reacción de Heraclio
Y entonces, durante el reinado de hundió todas sus victorias. Enfermo, ro-
Kavad 1(488-496 / 498-531), al que la no- deado de rebeldes y cubierto de derro-
bleza aisló, tendría lugar el fenómeno tas, moriría asesinado por uno de sus hi-
del mazdequismo, una verdadera revo- jos.
lución social y religiosa a un tiempo que Los últimos reyes apenas si merecen
contó en principio con el apoyo real. nombrarse. El postrero, Yazdgird III
Porque el Irán sasánida sufría una fuer- (632-651) jamás pudo pensar que al en-
te crisis estructural. Había que hacer viar a su hombre de confianza y jefe del
algo. Y se hizo. principal ejército, Rustam, a combatir
La bandera de la reforma la levantó ciertas bandas de árabes en los alrede-
Khusrau I (531-579), a quien también dores de Hira, estaba poniendo fin a la
le tocó dirigir la época de maduración historia y a la cultura del Irán sasánida.
cultural de su pueblo, cuando todas las
artes alcanzaron la perfección. Como
Irán precisaba la paz, el Rey de Reyes Algunas ideas sobre el arte
la firmó con Bizancio y se entregó a sasánida
restañar las heridas de un largo y obs-
curo periodo. Reorganizó la tierra, su
distribución, su trabajo y el sistema im- Dice A. Godard que el arte sasánida
positivo que se haría más justo y que, es a la vez tradicional y progresista, una
como escribe R. N. Frye, serviría de frase que, acaso sin excesiva claridad,
modelo luego al califato. Reformó al viene a expresar de modo resumido lo
ejército y su división, el sistema de re- que en él subyace. Los sasánidas no
clutamiento y la defensa de fronteras, crearon una estética de ruptura, ni tam-
construyendo grandes complejos poco recogieron viejas tradiciones
como, tal vez, el muro de Gurgan. Y orientales remodeladas por el arte hele-
sólo cuando se sintió fuerte, el país de nístico. Porque los sasánidas estaban ya
nuevo rico y los campos trabajados, integrados en el auténtico tronco iranio,
atacó los territorios bizantinos victorio- bebían en tradiciones vivas -puesto
samente. El mismo resultado consi- que ellos mismos en su región eran par-
guió contra los hunos heftalitas, a los te de esa vida-, y no podían por tanto 113
romper con un pasado que era a la vez Es un error de partida afirmar pues,
presente. Pero crearon un mundo nue- como suele hacerse, que el arte del im-
vo, lleno de posibilidades que, tiempo . perlo sasánida fuera una reacción con-
después, aprovecharía el Islam. tra el helenismo de los arsácidas. Afir-
Se ha dicho, con razón, que el arte sa- marlo demuestra que no se han enten-
sánida es la última fase del arte oriental dido ni las raíces ni las formas de uno
antiguo. Y así hemos de verlo. Ni ideo- y otro. Una cosa distinta es que los re-
lógica, ni culturalmente, la dominación yes sasánidas se consideraran a sí mis-
alejandrina y seléucida supusieron el fin mos los verdaderos continuadores de
de la historia antigua oriental. La masa los principios aqueménidas, nacidos en
de la población irania y mesopotámica su misma región. Y que en su pretendi-
permaneció sin cambios sustanciales. Y da restauración del antiguo imperio de-
el arte popular y las costumbres rurales searan imponer una filosofía artística
también. Si todavía nos sorprende ver que ellos consideraban puramente na-
que los materiales y métodos de cons- cional.
trucción rural, los útiles campesinos o Señala V. G. Lukonin que el aspecto
las instalaciones de tecnología popular monumental, la rigidez de los persona-
como hornos de pan, alfares y cocinas jes, la falta de naturalidad en los movi-
sean hoy las mismas que las halladas en mientos y la ausencia de individualidad
excavaciones regulares, lcómo se pue- en el tratamiento de las figuras existían
de afirmar que desde la caída del impe- ya en el arte de los partos. Pero también
rio aqueménida hasta la restauración en las artes provinciales aunque, como
sasánida se produjo un corte radical? A en los relieves de la Elymaida citados,
decir verdad y como escribe R. Ghirsh- el camino hacia una mayor libertad re-
man, el arte sasánida es una síntesis de sultara manifiesto. Y los sasánidas entra-
los más de 4.000 años del arte iranio. ron por esa línea, pero además preten-
Más aún si como arte cortesano, ligado dieron que fuera vehículo de una ideo-
por tanto a la arquitectura palatina o a logía política y religiosa distinta a la de
los monumentos muebles e inmuebles los partos.
que expresan ese arte, expande una El mundo político y cultural de los ar-
idea o un programa. Pero, como es ló- sácidas era el de un imperio descen-
gico, tanto por sus creencias como por tralizado, benevolente hacia la diversi-
su forma peculiar de ver las cosas y, en dad de los cultos religiosos y en el que
fin, porque también eran hijos de una el Gran Rey tenía que enfrentarse una
evolución, su estética presenta un as- y otra vez con los reyes vasallos o los
pecto peculiar y distintivo. grandes señores. El mundo sasánida
La génesis del arte sasánida se opera sería distinto. Como ya hizo ver A.
en la región madre, en la Parsua, a la Christensen, buscaba un fuerte estado
sombra del arte parto o, quizás mejor y centralizado -con independencia de
como dice V. G. Lukonin, a la de una es- que sus resultados, según indica la re-
cuela entonces en vigor en el imperio forma de Khusrau 1, fueran más o me-
parto. Y pienso que si los datos crono- nos contestados por ciertos secto-
lógicos de los relieves de la Elymaida ar- res-, y pretendía -como las numero-
sácida son correctos, probablemente sas persecuciones confirman - una re-
fuera el arte de esa provincia el que más ligión uniforme. Si la expresión artísti-
iofluyera en los sasánidas. No obstante, ca mayoritaria estaba en manos del
cuando Ardasir construyó su palacio de cuerpo palatino, promotor casi exclu-
Firüzabad lo hizo en las mejores tradi- sivo, el arte debería ser vehículo, en
ciones del arte parto. cierto modo, de esas pretensiones. Y
Y ello porque como señala R. Ghirsh- evidentemente lo fue. Las primeras
man y hemos podido ver, el arte arsáci- realizaciones del arte sasánida -de-
da era esencialmente iranio. Por esa ra- jando aparte la arquitectura más tem-
zón, los primeros pasos sasánidas se prana-, materializadas en los relieves
nos antojan dentro del último estilo de de Ardasir en Firüzabad por ejemplo, y
los partos, porque éstos tampoco rom- en algunas obras de orfebrería y glípti-
pieron con un pasado al que siempre se ca suelen responder a un carácter sim-
114 sintieron ligados. bólico y narrativo, como escribe V. G.
Detalle de las ruinas del palacio de
, Ctesifonte

115
Lukonin, que ponía el acento en una sanal del Irán sasánida con estas pala-
cuidadosa elección de los lugares bras: El país produce oro, plata, cobre,
donde se realizaban -Naq s-i Rus- cristal de roca, perlas raras y diferentes
tam-, y en la enfatización de la esen- sustancias preciosas. Sus artesanos sa-
cia divina del poder real. Pero al de- ben tejer el brocado fino de seda, teji-
ch: de Lo u is Van den, Berghe, .como Jos. df!S de lana, tapices ... Aunque gracias a
relieves estaban ejecutados en luga- los estudios de P. Daffina poseemos hoy
res aislados o en puntos muy altos de una buena selección de textos referidos
las montañas, cabría preguntarse a al An-hsi, como seguirían llamando las
qué espectadores estaban destina- fuentes chinas al Irán durante el perío-
dos,. por lo que viene a concluir que do sasánida, el fragmento seleccionado
debieron tener un carácter más sim- por A. Christensen sigue conservando
bólico y mágico que histórico o polí- · un valor especial para lo que pretendo
tico. Además, con las reformas de ahora evocar: la vida laboriosa y febril
Kartir en principio, a las que segui- del artista y los artesanos durante los si-
rían tiempo después las de Aturpat glos del último imperio del Irán.
la iconografía de ese arte cortesan~ El ambiente del artista y el artesano
parece haberse hecho vehículo de un sasánida es, en lo fundamental, el de las
mensaje religioso integrador y único: ciudades, los palacios y los templos. Es
el zoroástrico. decir, el mundo del comercio, de las ra-
El arte sasánida resume una larga laciones abiertas y de las comunicacio-
tradición. Su raíz primera está en el de nes. Aunque se ha dicho con frecuen-
los partos, plásticamente iranios des- . cia que los sasánidas no se distinguie-
de luego. Pero ante sus ojos tenían ron por su participación en los inter-
también las mejores ·realizaciones del cambios internacionales, la verdad es
arte aqueménida y conocían la inter- que siempre manifestaron interés por
pretación elymaidica de la estética ar- ellos. Cuando la ruta de la seda queda-
sácida. ~or eso, aunque las insignias; ba bloqueada a causa de los conflictos,
los v~stidos y los temas primeros, co- invasiones y guerras del Asia Central, los
mo dice V. G. Lukonin, fueran semejan- reyes sasánidas buscaban una .ruta al-
tes a los de los partos, su modo de ex- ternativa para mantener su comercio. Y
presarlo tenía que . ser distinto: más hacían lo posible tanto para acaparar la
realista sin abandonar un ·cierto idea- reexpedición de la seda hacia Occiden-
lismo, más preciosista y mucho más te, como para mantener el nivel más
ornamental. La madurez inicial del ar- alto para sus propios product9s. Así,
te sasánida no es ni un milagro, ni una cuenta L. Boulnois que cuando Sapür 11
creación exterior. Como escribe K. ocupó Amida en el 360, deportó a Susa
Schippmann, con sus cuatrocientos a todos los artesanos de la seda, tejedo-
años de historia es uno de los momen- res y tintoreros que pudo encontrar. Por
tos más sólidos del arte oriental anti- eso, una ciudad sasánida era un mun-
guo, si no el de su apogeo, y por su so- do en plena actividad; y sus barrios de
. lidez y pujanza sobreviviría en el arte artesanos un foco multinacional. Pero el
islámico y en el de la Edad Media arte que produjeran unos y otros había
europea. de adecuarse a los principios de la es-
tética oficial.
Los artistas iranios trabajaban pues
en una atmósfera abierta al exterior por
El mundo de los artistas las grandes rutas de comunicación e in-
tercambios. Por ellas les llegaban ma-
Al iniciar el estudio de la industria el teriales y productos que reelaboraban,
comercio y las comunicaciones dur~n­ pero también ideas. La incorporación
te esta época, el maestro de la historio- de prisioneros romanos a las ciudades
grafía sasánida Arthur Christensen evo- de nueva fundación, como Gun-
caba un fragmento del peregrino budis- desapür, o a las grandes obras públicas
ta Huan-tsang (602-664), que en su libro seguía una polítiea practicada ya por
sobre las Regiones del Mundo del Oes- los aqueménidas y arsácidas con la in-
116 te se refería a la vida comercial y arte- tención de mejorar los conocimientos
Planta del sector de iwan en el palacio de
Clesifonte (según J. Kroger)

_J

117
técnicos; pero influyó muy poco en el con el concurso del clero zoroástrico,
arte sasánida. El famoso camafeo de quiso uniformar a sus súbditos. Según
Sapür I, aunque de técnica greco-roma- la tradición, Ardasir I ordenó recoger
na, es obra que icónicamente respon- los testos del Avesta arsácida y hacer
de al gusto sasánida. Los mosaicos de una nueva redacción que sería reputa-
Bisapür parecerían romanos en princi- da canónica. Y desde el primer mo-
pio, pero una observación más atenta mento, el arte fue vehículo de su inten-
evidencia lo que nunca habría hecho ción. Al comienzo, los artistas no supie-
un romano. Las grandes ferias celebra- ron muy bien quizás cómo conjugar
das anualmente, como la de Batna en arte y mensaje político y religioso. Pero
septiembre, unían en un solo punto las pronto, cuando el zoroastrismo adoptó
artes y las riquezas de la India, China y fórmulas extranjeras para representar
Persia. Y por ellas, las obras de los iconográficamente a sus propias divini-
maestros iranios saldrían al exterior. En dades, el artista debió sentirse como
estas ferias, clientes y artesanos tenían pez en el agua. En los primeros relie-
a su disposición piedras preciosas na- ves, Ahura Mazda se antropomorfiza
turales y artificiales de Siria, tejidos fi- con el aspecto de un monarca. Y Ana-
nos de Egipto y Siria, perlas y corales hita, como escribe V. G. Lukonin, se di-
del mar Rojo, orfebrería y joyas del Irán, ferencia muy poco de las representa-
tapices babilonios, sedas bordadas, ciones oficiales de la Reina de Reinas.
marfiles, armas decoradas. ' Todo un Es decir, que para empezar, los proto-
mundo que hoy se nos escapa, pero tipos divinos son proporcionados por la
todo un mundo que multiplicaba las imagen del rey. Pero tras la reforma de
fuentes de información del artista sasá- Kartir, jefe religioso del país y guardián
nida. Sin embargo, esta vitalidad no se de la ortodoxia zoroástrica, los artistas
tradujo en una desnacionalización del inician plásticamente la expresión sim-
arte de la época, sino en una mejora de bólica de la divinidad. Veretragna, Va-
sus calidades que, a partir de entonces, ragn, Mithra entre otros posibles, se
irían imponiéndose poco a poco en las metomorfosean en animales ligados a
preferencias de los clientes de todos su leyenda como el jabalí, el águila o el
los zocos del Oriente. caballo. Y el pájaro-dragón Sinmurg,
Los proyectos urbanísticos y arquitec- ave sagrada con garras y cabeza de
tónicos de los monarcas sasánidas de- perro de los textos zoroástricos, se in-
mandaron la presencia de artistas de troduce normalmente en un mundo en
todo tipo: arquitectos, estucadores, pin- el que para nosotros pasa casi inadver-
tores, mosaístas, orfebres, tejedores, es- tido. Pero no para los antiguos. Cual-
cultores y muchas profesiones más. To- quier artista, formado en unas fuertes
dos ellos daban en sus obras expresión creencias zoroástricas, veía en las ico-
de su mundo interior y del mensaje ofi- nografías que salían de sus manos algo
cial. Porque salvo en casos muy singu- más que la gentil doncella o los anima-
lares -como el del arte maniqueo de les salvajes por nosotros vistos. Veía su
pinturas murales y miniaturas pintadas, mundo de valores, su fe y la raíz que le
al que se refiere A. Christensen-, el ar- unía a la esencia de la tierra y de los si-
tista sasánida de corte, a pesar de tra- glos pasados del Irán.
bajar por encargo y programa ajustado
-probablemente-, podía dar salida
mediante símbolos a ideas que le eran Las grandes realiza.dones
familiares. Fruto claro de la fuerte ex- de la arquitectura sasánida
tensión e implantación, incluso a la
fuerza, de una religión nacional. ._
· Dice V. G. LukÓnin que cuando los sol- La arquitectura desarrollada por los
dados sasánidas entraron por vez pri- maestros sasánidas es, en palabras de
mera en Hatra, Dura Europos y otras A. Godard, pura y libre de compromisos
ciudades mesopotámicas del imperio
arsácida, quedaron asombrados por
la multitud de dioses y símbolos allí res- Detalle de la fachada del palacio de
118 petados. El nuevo poder de Ctesifonte, Ctesifonte
119 -
con el helenismo. Siguiendo conoci- sólo tenían bóvedas de medio cañón,
mientos y prácticas vigentes en la cúpulas y tro.mpas para conseguir el
era parta, los .sasánidas introdujeron paso desde los muros rectos a la base
como rasgo original de su arquitec- circular de las cúpulas. Pero lo cierto
tura -al decir de D. Huff- las bóve- es que, como demuestra convincente-
das monumentales y las cúpulas de mente el arquitecto francés, los maes-
piedra o ladrillo, . consiguiendo tros sasánidas conocieron otras dos, la
además tamaños y resultados sin de arista corrida y la esquifada. Y ade-
parangón. _ más, la solución dada al paso del muro
A la tradición aqueménida corres- recto a la cúpula sería puramente arte-
ponderían las plataformas artificiales sanal, porque el muro entre trompas se
como base de construcción. En el gi- consiguió mediante un sencillo mol-
gantesco y tardío lmart-i Khusrau, has- deo manual y no por la inscripción en
ta el sistema de escalinatas de acceso un octógono. Es decir, la solución de
recuerda a Persépolis. Y en el tempra- paso se hizo creando una superficie
no palacio de Firüzadab, los nichos de vaída de adaptación combinada con
estuco aparecen bajo el mismo caveto las trompas. Tales cubiertas necesita-
egipcio empleado por los arquitectos ban armaduras removibles en el mo-
aqueménidas. En la línea de la tradi- mento de la edificación. Pero como la
ción arsácida, los sasánidas tomaron el carestía de la madera era notoria, los
módulo del iwan desarrollándolo, com- albañiles del período idearon, según A.
plicándolo y mej9rándolo hasta la per- Godard, unos ingeniosos artificios de
fección. Y las fachadas con series hori- yeso y cañas, que les permitieron cons-
zontales de columnas adosadas y ni- truir sin armazones de madera, prácti-
chos, empleadas en el palacio parto de camente en el vacío, con total seguri-
ASsut, serían también aplicadas por los dad y buenos resultados.
arquitectos de Ctesifonte. En cuanto a La incorporación de maestros occi-
las técnicas y los materiales, los maes- dentales, ya fuesen romanos prisioneros
tros sasánidas usaron sobre todo el o artesanos libres que acudieran a tra-
muro de conglomerado y mampostería bajar en los proyectos del Gran Rey, no
con mortero de yeso. Era éste un siste- parece haber dejado una huella profun-
ma económico y sólido, practicado ya da en la técnicas de construcción que,
por los partos y más fácil de disponer por lo general, serían puramente ira-
en regiones montañosas que el adobe nias, y sí en la ornamentación aunque,
y el ladrillo . .Estos últimos también se normalmente, en versiones adaptadas
emplearon con profusión. El primero, del mundo sasánida. La aportación de
por ejemplo, en las fortificaciones. So- las técnicas romanas se centró sobre
bre el palacio de verano de Babilonia, todo en las obras públicas. Los roma-
R. Koldewey descubrió unas murallas nos, que podrían haber sugerido cubier-
de adobe con torreones circulares liga- tas adinteladas -que habrían enlazado,
das con seguridad al mundo sasánida. por otra parte, con lo aqueménida-, no
En ladrillo, la construcción más célebre lo hicieron, sino que colaboraron en los
sería el iwan de Ctesifonte, con su gi- · _QrobJerp~s _de l~_ cúpl,lla. _
gantesca bóveda y su interesante facha- 1
Un paseo por los edificios más signi-
da. La sencillez de estos materiales ficativos de la arquitectura sasánida tie-
-mampostería, adobe, ladrillo- solía ne que comenzar necesariamente por
quedar disimulada con estucados y re- los que Ardasir levantó en Firuzabad,
vocos de yeso'. La piedra de sillería, en ' su capital. Sobre una altura, la fortaleza
fin, aparejada con regularidad y bien ta- de Qalah-i Dukhtar, levantada sobre
llada, se utilizó sobre todo al comien- tres terrazas ascendentes, en la más al-
zo. En Bisapür se construyó un palacio ta de las cuales se alza el palacio del
de este modo. Y muchos otros edificios monarca con iwan y cúpula. En la lla-
dispersos por la geografía iran'ia utiliza- nura, el. palacio de Ateshkadeh, mejor
rían el mismo sistema. conservado, con muros de mamposte-
En cuanto a la solución dada a las ría y yeso recubiertos con capas de es-
cubiertas, recuerda A. Godard que con tucos lisos o moldeados, una técnica
120 frecuencia se dice que los sasánidas sasánida típica. A pesar de sus genero-
Reconstrucción del palacio
de Sarwistán, según Gullini.

sas proporciones -118 m de largo con doce hectáreas edificadas, lo


por 55 de ancho-, sus gruesos para- convierten en la mayor residencia
mentos de cuatro metros y sus bajas real conocida del período. No obs-
cúpulas le darían una apariencia ma- tante, el visitante, que sólo percibe
ciza. La planta esboza la arquitectura hoy la fachada del iwan, no suele ·no-
posterior. Un iwan como eje central tarlo. Construido con ladrillo y mor-
de acceso -asistido a ambos lados tero de yeso, con muros de 7,20 m de
por salas abovedadas- llevaba a una anchura en la base, el iwan de Ctesi-
sala central con cubierta de cúpula fonte es uno de los más impresionan-
semejante a la usada en otras dos es- tes legados de la antigüedad oriental.
tancias laterales. Luego, en torno a un Desde luego, sus proporciones son
patio, las habitaciones de la vida dia- enormes. La bóveda elíptica de ladri-
ria con bóvedas de medio punto e llo, todavía en pie a pesar· de los ava-
iwanes en los lados norte y sur. An- tares sufridos, es una maravilla de la
dando el tiempo, el palacio de Atesh- ingeniería sasánida, con sus casi
kadeh de Firuzabad llegaría a exten- treinta metros de altura. Y la fachada,
der su influjo hasta los tiempos dividida en varios registros con ni-
safávidas. chos y columnas, es una evocación
Otro edificio de cita indispensable es ampliada de las fachadas del palacio
el palacio de Ctesijorme, probablemen- parto de Assur.
te construido por 5apü.r 1aunque, como Aunque los muros aparecen hoy des-
evidenciaron las excavaciones antiguas nudos, en su día estuvieron cubiertos
de O. Reuther, E. Kümmel y F. Wachs- por estucos lisos y moldeados. Tal vez
muth o los trabajos más recientes de J. incluso tenía mosaicos en la bóveda,
Kroger, sería reformado y reconstruido pinturas en las partes altas y zócalos de
varias veces. Lo primero que destaca mármoles multicolores. A. Godard
son sus colosales proporciones que, dice que de las proporciones del iwan 121
dará idea saber que dentro cabría el a veces, se recubría con una cúpula sos-
palacio de Daría en Persépolis. Hasta tenida por cuatro columnas. Pero la ar-
fines de siglo la fachada se mantuvo in- quitectura funeraria es poco conocida:
tacta. Pero un terremoto la destruyó en sitios como Bandiyan son una sorpresa.
parte en 1880. Las costumbres zoroástricas imponían
Otro de los palacios más .importantes que los cuerpos sufrieran la descama-
de la arquitectura sasánida se levantó ción previa en las llamadas torres del si-
en BiSapür, en la región ancestral de la lencio. Una, descubierta en Sar Mashad
dinastía. La sala central, con planta en por L. Trümpelmann, se reduce a un
forma de cruz poligonal, cuatro iwanes muro circular de gran altura, que crea
y una cúpula elipsoidal de 25 m de al- un espacio de 80 m de diámetro al que
tura, supera todo lo imaginable. Aunque se accede por una sola entrada. Cuan-
la edificación era puramente irania en do las partes carnosas desaparecían,
su trazado arquitectónico, la decoración los huesos se recogían en lienzos y se
sintió el influjo del mundo clásico, con depositaban en osarios exentos o exca-
sus 64 nichos abiertos en los muros, de- vados en la roca.
corados con follajes y acantos. En el pa- El urbanismo sasánida constituía en
vimento, losas y mosaicos se mezclaron principio una repetición regularizada
armónicamente. Al noroeste de la gran del trazado parto. Firuzabad era un
sala central, los arquitectos sasánidas círculo perfecto. E. Parada recuerda
edificaron un templo cuadrado con si- que los autores árabes describían esa
llares unidos por grapas de hierro. Con ciudad con cuatro puertas y avenidas
sus catorce metros de altura y un deam- principales que convergían en el centro
bulatorio alrededor, la planta recordaría en una plataforma donde, con seguri-
la cella trasera del complejo de Hatra. dad, se alzó un altar del fuego. Pero co-
No obstante, sus vigas de madera sos- mo recuerda D. Huff, los sucesores de
tenidas por prótomos de toro, inspira- Ardasir prefirieron trazados rectilíneos
dos en Persépolis, hablan del recuerdo y ortogónicos, como en Djund-l Sapür,
aqueménida. Bisapür y otros sitios.
Finalmente, la arquitectura palatina
no puede omitir hacer alguna referen-
cia al fabuloso Imart-i Khusrau, levan- La escultura y el relieve
tado sobre una plataforma de 372 por
190 m, con una cúpula de 15 m de diá-
metro en la sala abierta tras el iwan de La escultura y el relieve tenían ya una
entrada. Y tampoco dejar de evocar el larga tradición en el Irán. Los maestros
palacio de Sarwistán, atribuido a la épo- de esta época resultaban herederos de
ca del alegre Bahram V Gor, de planta li- un largo saber, que había ido asimilando
bre, carente de toda rigidez, acaso por y desarrollando toda suerte de herra-
ser más edificio de recepción y fiestas mientas como taladros, cinceles de dis-
que residencia, cuyos nichos, capiteles . tintas hechuras, limas y abrasivos. Como
y soluciones de cubiertas han sido bien es lógico, las piedras inmediatamente
destacadas por R. Besenval. disponibles, areniscas y calizas, eran las
Fuera de este tipo de arquitectura ofi- · más utilizadas, tanto más cuanto que un
cial, el arte sasánida apenas si conoce tanto por ciento muy alto de la escultura
edificios destacados. Porque la arqui- sasánida se realizó en las mismas rocas
tectura religiosa solía ser muy sencilla de la Parsua, en gargantas, valles o pare-
y las obras públicas presentan rasgos dones visibles al viajero.
esencialmente prácticos. El gran com- Estilísticamente, el maestro de época
plejo de Ma:sjid-i Sulaiman, con su mu- sasánida tenía dos precedentes que le
ralla circular de 38 torres y dos puertas, . eran directamente accesibles: la escul-
el lago y sus complejos cultuales con al- tura y el relieve de los partos -el primer
tares de fuego es de compleja lectura. relieve con escena de un combate de Ar-
Lo fundamental del culto allí y en otros dasir, recuerda y mejora al caballero
lugares se hacía al aire libre, sobre te-
rrazas de piedra en las que se levanta-
122 ba un podium y un altar del tu.ego que, Jarra sasánida decorada con medallones
123
elymáidico- yJos grandes programas las influencias. R. Ghirsman reconocía
aqueménidas. Pero si en arquitectura ciertas notas romanas, pero señalaba al
ampliaron y dieron profundidad y volu- ·tiempo que las divergencias eran más
men a los módulos arsácidas, en escul- notables: mayor tamaño, instantánea
tura consiguieron dar realidad, volu- narrativa sin referencia al lugar de los
men y movimiento a los que entre los hechos, dominancia icónica del rey,
partos no pasaba de ser un esbozo he- composición heráldica. Y es que, como
lado que dependía de la pura incisión. L. Vanden Berghe recuerda, el arte sa-
A. Godard recuerda que se suele seña- sánida hereda influencias aqueménidas
lar un cierto influjo romano en el relie- y partas, recoge perviviencias seleúci-
ve sasánida. Y desde luego así parece das y del helenismo oriental y suma no-
manifestarse en algunos. No obstante, tas romanas y del Asia Central. Pero to-
el carácter y la importancia del mismo do eso fue iranizado con un genio
es muy discutible. propio, que crearía el último gran arte
Conocemos muy pocas esculturas del Oriente Preislámico. Y en el relieve
de bulto redondo. No sabemos si ello rupestre, todo eso resulta cierto en el
es debido a una simple casualidad o a máximo grado.
la poca estima supuesta que el mundo Los relieves sasánidas pueden estu-
sasánida habría tenido por esa parcela diarse en cuatro grupos: escenas de in-
del arte. R. Ghirshman dice que en el vestidura, en cuatro grupos: escenas de
centro de Bisapür se encontrar9n los investidura, triunfos, combates a caba-
restos de un monumento a Sapür, llo y escenas de caza. En cada uno de
compuesto por dos columnas monolí- ellos, los artistas dieron vida a verda-
ticas con sendas aras de fuego delan- deras obras maestras. El catálogo de L.
te. En el centro, un pedestal que según Vanden Berghe suma setenta y cuatro,
la inscripción en pahlevi parto y pahle- en su mayoría realizados durante los
vi sasánida, habría soportado una esta- dos primeros siglos del imperio. Los re-
tua del Gran Rey. yes mandaron situarlos en lugares muy
A unos pocos kilómetros de la ciu~ escogidos, por lo general dentro de la-
dad, en la gruta de Mudan, se halló una antigua Parsua: en el valle sagrado de
estatua colosal de Sllpur dentro de una , Naqs-i Rustam, al pie de Jas tumbas
cueva. Aunque rota hace mucho tiem- aqueménidas, en el círculo rocoso de
po y caída en el suelo, la estatua del rey Naqs-i Rayab, a cinco kilómetros de
aún impresiona por su rígida majestad. · Persépolis, en las gargantas de Bisapur
y sus casi 8 metros. Su cabeza, corona- y en regiones mucho más alejadas, co-
da por el korymbos sasánida soporta- mo en Azerbaiyan, expresión tal vez del
ba el techo, mientras que los pies ·apo- sometimiento armenio. La atribución
yaban en el suelo de la cueva. Mucho ' sería difícil, pues casi ninguno se acom-
tiempo atrás debió abatirla un terre- pañaba de inscripciones; pero, como
moto, siendo restaurada en 1957. El ar- los monarcas de la casa de Sasan os-
tista esculpió con sumo cuidado los tentaban todos y cada uno coronas dis-
rasgos del monarca, sus vestidos y tintas, podemos datarlos con bastante
adornos. Para L. Vanden Berghe, es una seguridad a través de las monedas.
obra maestra. Se ha supuesto que en Los relieves más tempranos se deben
aquella aislada caverna acaso estuvo la a Ardasir 1, al que se conceden cinco
tumba del rey, o tal vez un lugar de cul- distintos en Naqs-i Rustam, Naqs-i Ra-
to del monarca muerto. En cualquier yab, Salmas y Firuzabad, con escenas de
caso, en ella nacía el arroyo que cruza- combate e investidura. El combate a ca-
ba Bisapur. ballo, aunque recoja un tema típico par-
Mucho mayor interés posee el arte to y carezca casi de volumen, supone
del relieve con el que aparece una ex- ya un avance notorio respecto al inme-
presión de la tradición antigua dotada diato pasado. Resultan novedosos el fu-
de una fuerza nueva. Según E. Parada, ror del combate y el movimiento a la ca-
los relieves rupestres constituyen la rrera de los animales. No obstante,
aportación más impresionante y cono- carece del interés que posee la investi-
cida de los sasánidas al arte del Irán. Y dura a caballo tallada en Naqs-i Rus-
124 desde luego es así, pese al problema de tam. El rey mandó situarla a la entrada
del valle de las tumbas rupestres de los en su ciudad, Bisapur. Allí, el artista
monarcas aqueménidas. Subrayaba A. intentó construir escenas enteras en
Godard no sólo la intención que mani- varios registros. En uno y otro caso,
fiesta vinculación al pasado, sino tam- .los modelados son vigorosos y los te-
bién y desde un punto de vista técnico, jidos se llenan de pliegues, arrugas y
la composición heráldica según la tra- 1 movimiento.
dición oriental. En efecto, tanto el dios Finalmente, las escenas de movi-
Ahura Mazda como el monarca Ardasir miento obligado, el combate y la caza.
forman un grupo equilibrado e igual. La En estos temas, las convenciones de re-
postura de los caballos, los caídos bajo presentación dominan el trazado. Los
sus cascos, el gesto del príncipe y el caballos de los reyes Bahram y Hur-
dios se complementan en un todo cen- mazd en Naqs-i Rustam, cabalgan con
trado en la simbólica diadema real. El sus cuatro patas en el aire, como si vo-
dios empuña el barsom, conocido ya en laran. Y sus amos, con la lanza en ristre,
época medo-persa. El rey ostenta su co- desmontan a sus contrarios lo mismo
rona distintiva. Los vestidos, amplios, que si asistiéramos -como dice E. Po-
cuelgan a los lados como las piernas de rada- a un combate singular del Me-
· los jinetes. La curva del cuello de los dievo. El altorrelieve acentúa tanto los
caballos es la misma que se ven en Per- volúmenes que el caballo de Hurrnazd
sépolis, y el movimiento de sus patas y su pierna derecha parecen casi una
sobre las cabezas de Ariman y Artaba- · escultura.
no es puramente convencional. Destaca En los relieves de caza en los panta-
K. Erdmann la calma de la escena, algo nos tallados en los laterales del iwan de
atenuada por las bandas que cuelgan Taq-i Bostam, se nota una fortísima in-
de los tocados de ambos personajes. La fluencia de la pintura. Atribuidos a la
talla del artista es casi un altorrelieve, época de Khusrau 11, representan una
resultando clara la intención de dar galante caza del rey en los cañaverales,
volumen. acompañado de ojeadores y músicos.
Los relieves de tema triunfal encuen- Algunas ideas parecen remontarse a la
tran en Sapur 1 a su mejor representan- glíptica aqueménida, como los jabalíes
te. Con éste y otros asuntos se le atri- entre las cañas, pero lo suave del traba-
buyen al rey ocho distintos repartidos jo, su velado volumen, recuerda a las
por Bisapur (4), Naqs-i Rustam (2) y decoraciones de estuco. Ciertos autores
Naqs-i Rayab (2). El ya célebre de piensan que podrían haber estado pin-
Naqs-i Rustam representa al monarca a tados.
caballo frente a los emperadores roma-
nos vencidos. Cabalgando una montu-
ra igual a la de Ardasir, ante el Gran Rey Las artes suntuarias
aparecen Filipo el Arabe en pie y Vale-
~iano arrodillándose, según L. Vanden
Berghe. 5apur coge las mangas del pri- · La Antigüedad nos ha legado una
mero, que en señal de respeto ha ocul- buena cantidad de obras del arte sun-
tado en ellas sus manos: el segundo, se tuario e industrial sasánida. Su riqueza
precipita a arrodillarse ante el sasáni- y esplendor hacen que, por lo común,
da. El sorprendente gesto de Filipo pa- las supongamos vinculadas al servicio
rece muy antiguo. Según Jenofonte, Ci- real. Y ello no debió ser así, naturalmen-
ro el Joven mandó matar a dos de los te, sin perjuicio de que en muchos ca-
hijos de la hermana de Darío porque se sos lo fuera. Lo que sucede es que
presentaron ante él sin esconder las como dice R. Ghirshman, en la rica y
manos en las mangas. Pese a sus con- brillante sociedad irania de entonces el
venciones, el artista se esforzó en dis- tono y el gusto venían marcados .por la
tinguir tanto por vestidos como por corte, a la que se imitaba y se pretendía
barba, cabellos y adornos entre los ro- seguir. Al menos entre la alta nobleza. Y
manos y el sasánida. Con todo y a dife- ésta era tan numerosa, tan acaudalada
rencia de aquí, la anécdota narrativa y tan pretenciosa que el lujo se convir-
resulta más evidente en el enorme re- tió en un rasgo común de la gran socie-
lieve que Sapur dedicó al mismo tema dad sasánida. Miles de artesanos hubie- 125
ron de surtir con productos distintos y veces. En Firüzabad se usaron con,cier-
cada vez más bellos las necesidades de to comedimiento, pese a que los arte-
un mundo fastuoso. sanos arsácidas ya lo habían empleado
El estuco se anuncia como lo más dis- masivamente en el remoto palacio de
tintivo del arte sasánida. Era el primer {>:üh-i Khwaya. Pero desde el reinado de
detalle del buen gusto decorativo, que Sapür 1 y sus múltiples proyectos cons-
venía exigido además por los materia- tructivos, los maestros estucadores en-
les usados en la construcción de para- contraron vía libre a su arte y a su fan-
mentos. Como es sabido, el estuco con- tasía. Jens Kr6ger, en su estudio sobre
siste en una pasta de cal, arena lavada, la decoración sasánida de estucos, ha
polvo de mármol y caseína mezcladas dado un repaso global a todo lo cono-
en proporciones variables. Una vez ob- cido, desde los que decoraban el pala-
tenida se aplicaba directamente sobre cio real de Ctesifonte, hasta los que or-
una superficie lisa o se moldeaba con naban las casas de la misma ciudad o
espátulas, varillas, las manos, moldes o de otros lugares. Las grecas, hojas de
se esculpía. Los muros de los palacios acanto y follajes de BiSapür dejaron
sasánidas, tanto de los reyes como de pronto paso al clásico estuco sasánida,
la nobleza y muchas casas particulares que aplicado en muros, frisos y arqui-
126 se adornaron con estucos, pintados a voltas incorporaba corazones, filas de
Izquierda, Varahrán V en una cacería era proverbial. Los museos guardan una
{plato labrado en plata, siglo v d. C.). riquísima colección de platos, jarras, co-
Museo. Británicp, Londres. Arriba, el animal pas, garrafitas, rytha y otros recipientes
mítico Senmurw en un relieve de un plato en metales preciosos, llenos de elemen-
de los siglos Vil-VIII d. C. Museo Británico,
Londres
tos ornamentales adosados o directa-
mente cincelados o repujados sobre la
misma lámina. El procedimiento más
perlas, palmetas, granadas, flores, pám- antiguo, en el que el artista trabajaba
panos, círculos, aves y otros animales, por separado las figuras decorativas
retratos y escenas de caza. No hace mu- para luego incrustarlas en la lámina del
cho, en Bandiyan, el patrimonio de Irán recipiente ocultando las junturas con
descubrió un edificio religioso-funera- dorados, era una técnica típicamente
rio adornado con asombrosos estucos, irania que, como recuerda R.- Ghirsh-
con escenas de caza y combate que son / man, se remonta al menos hasta el cé-
obra maestra del naturalismo sasánida. 1
lebre plato de Ziwiye. El principal tema
En orfebrería, los maestros de la épo- decorativo es la imagen del rey, bien
ca consiguieron trabajos aún más es- 1
sea entronizado o cazando, asunto .éste
pléndidos. Dice E. Porada que. la rique-' preferido entre todos. Derribando la pie-
za de los utensilios de la corte sasánida za a pie o disparando su·arco a caballo, 127
las figuras suelen poseer más agilidad que Estucos con la imagen del camero, símbolo
en los relieves, pero los detalles de ves- · de Verethragna. Museo de Berlín
tuario y el galope de las monturas son .los
mismos. Las escenas religiosas son raras.
No obstante son bien conocidos los te- por lo común bastante aceptables, al me-
mas icónicos de trasfondo zoroástrico, nos los .Pe las emisiones primeras de Ar-
como el jabalí, el águila, el caballo y el pá- dasir 1, 51piir 1, Hurmazd 1, Bahram y casi
jaro Sinmurg, o las figuraciones simbóli- todos los príncipes del siglo 111. Luego, la
cas de la diosa Anahita y su mundo. calidad del trabajo empezó a decaer y el
Al ámbito de los orfebres deberían retrato se hizo aproximativo, perdiéndo-
adscribirse las acuñaciones monetarias. se muchos detalles. De todos modos, la
La moda sasánida -el drahm, de donde identificación de las distintas coronas lle-
nacería el dirham árabe- solía ser de vadas por los monarcas serviría aún, si-
calidad, con una gráfila nítida, un canto glos después, en los trabajos de datación.
moderado y unos tipos centrados -re- El último florecimiento de la glíptica
tratos reales en el anverso, altares del fue- en Oriente se debería también a los ar-
go por ejemplo, en el reverso- rodeados tesanos sasánidas. El sello tipo era de
por una clara inscripción en pahlevi sasá- estampilla, de forma ovalada, con una
128 nida. Los retratos de los reyes eran superficie plana en que se tallaba el
tema y otra, más destacada, que se per-
foraba para colocarle un aro que facili- Epílogo
tara la suspensión. Como los aquemé-
nidas, los sasánidas estimaban mucho Por los años treinta del siglo VII, gru-
la belleza de las piedras, y utilizaban pos de árabes merodeaban las fronteras
con gusto cornalinas, calcedonias y del Irán sasánida. Con el mensaje de
ágatas. Las técnicas de entalle median- Muhammad y la dirección del califa
te punzones, buriles y taladros eran las · Ornar actuaban con una rabia y un en-
ya milenarias en Oriente. A los mismos tusiasmo del que los persas, ahítos de
tall~res habría que adscribir el camafeo guerras y divididos entre sí, estaban fal-
de Sllpur 1, que aprovecha sabiamente tos. Dice la leyenda que Rustam, hombre
las capas de la piedra en una obra de confianza de Yazdgird III y general del
excepcional. ejército del centro, enérgico y leal, com-
Por último, merece también ser re- prendía con claridad la naturaleza del
cordada la obra de tejedores y cera- peligro que se cernía sobre la corona sa-
mistas. Los tapices "-'.como el célebre sánida. Decidido a erradicarlo para
de la Primavera de Khusrau-, las se- siempre, reunió un gran ejército y el año
das y las lanas bordadas alcanzaron 636 encontró a los árabes en Qadisiya,
una gran difusión. En la Antigüedad no lejos de Hira. Como recuerda A.
eran estimados entre los productos Christensen, el combate duró tres días y
más valiosos del Irán, y de ese modo lle- Rustam en persona, ante quien se erguía
garon a las cortes e iglesias extranjeras. el estandarte del imperio, murió luchan-
Un tema típico zoroástrico, el pájaro do. Aquella bandera legendaria que
Sinmurg, aparece en muchos fragmen- siempre dio la victoria a los sasánidas
tos de sedas conservados hoy en los sería troceada por el califa y repartida
museos. Los ceramistas, en fin; crearon entre los musulmanes. Si un símbolo sa-
un típico vidriado que los especialistas grado de Irán acabó así, su arte alcanza-
conocen como el azul sasánida, técnica ría mejor suerte. Porque como maravi-
que influyó decisivamente en las pri- llosa levadura, impregnaría la vida de
meras cerámi.cas islámicas. una nueva época: la del Islam.

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B. Brentjes, Der Tierstil in Eurasien, VEB d'Histoire, Bn.pcelles, .W93.
130 1
Obras clave.del
Arte de Irán · ·.
y las estepas

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l. Vaso lugar crearían una hermosa cerámica pinta-
da en tonos oscuros sobre fondos claros y
Cerámica pintada, 25,2 cm de altura. Susa /, formas abiertas. Esta representación es rara.
Nécrópolis hacia el año 4000 a. C. Museo del Por lo general preferían fantasear con el
louvre. París. tema de los cuernos de un íbice, de tanto
arraigo en el país.
Las primeras obras de arte iranio incorpo-
ran ya una de sus características fundamen-
tales: el decorativismo. Los maestros cera-
mistas susianos gustaron de ornamentar sus
producciones con animales, vegetales, ele-
mentos geométricos y, raramente, huma-
nos. Pero todo en un mundo estilizado. In-
cluso las formas, de cuyo repertorio esta es-
pecie de vaso resulta la más elegante. Las
calidades de las pastas y decoración hablan
del alto nivel alcanzado.

3. Leona(?)
Estatuilla en magnesita (?). 8,4 cm de altu-
ra. Irán {probablemente, Ansiín). Hacia el
año 3000 a. C. Museo de Brooklyn, Nueva
York.

La leona aparece representada de pie,


como si fuera un ser humano, con la cabe-
za girada al lado izquierdo de su musculoso

2. Cuenco
Cerámica pintada. 28, 7 cm de diámetro.
Tell-i Bakun, Fines V-comienzos IV milenio.
Museo Británico, Londres.

En la Il].eseta que muchos siglos después


vería surgir el conjunto de Persépolis, el pri-
mer arte del Irán tendría también un hogar
destacado en la colina de Bakun. Como sus
132 contemporáneos de Susa, los maestros del
cuerpo. Dice E. Porada que la concepción · artista junto a otras cabezas y máscaras fu-
forma una unidad de la que se desprende la nerarias. Probablemente representa al rey
sensación de una masa poderosa. Las patas Tepti Ahar -según E. Negahban-, inhu-
traseras eran de bronce y los ojos, probable- mado en la tumba monumental hallada al
mente, de lapislázuli. Es difícil saber si el ar- NW del Complejo de la Plataforma. La cos-
tista pretendió esculpir con esta leona el tumbre de colocar junto a la del cuerpo del
símbolo de una divinidad precisa, pero sería difunto una cabeza o una máscara de arci-
lógico pensarlo. En Ansan y en otros lugares lla, con verdaderas pretensiones de repro-
se encontraron sellos grabados con un tema ducir sus rasgos en vida, es algo típico de
muy parecido. la época. El sitio de Haft Tépé y esta pieza
se cuentan entre los hallazgos más impor-
tantes de la arqueología moderna de Irán.

4. Recipiente con tres patas


Masilla de betún con incrustaciones. 18,5 cm
de altura. Susa, Necrópolis, comienzos 11 mi-
lenio a. C. Museo del Louvre, París.

Puede que a comienzos del 11 milenio las


dificultades para mantener con fluidez un
comercio activo en la región de Tépé Yatiya,
principal proveedor de una piedra negra
muy estimada, la clorita, obligara a buscar
un substitutivo. Los artesanos susianos se
prodigaron entonces en la fabricación de
objetos realizados con masa de betún. Se
conocen muchos ejemplares de recipientes
con tres patas en forma de cabras o íbices,
un viejo tema iranio. El artista consiguió aquí
una imagen naturalista y decorativa a la vez,
integrando los cuernos a la solidez del vaso,
acentuando los músculos de las patas, for-
zados a una posición y destacando el ojo
con la técnica ya conocida.

6. Ziqqurratu del templo de Insusinak


Ladrillo y adobe. 25 m de altura conserva-
dos y 105 m de lado. Dür-Untas, mediados
del s. xm a. C. TSoga Zambil, Irán.

5. Cabeza, posiblemente funeraria


Arcilla cocida y pintada; con inscrustaciones.
28 cm de altura. Haft Tépé, Complejo de la Pla-
taforma /, 2ª mitad del II milenio a. C Museo
de Teherán.

Esta cabeza de arcilla, de complicada ma-


nufactura, fue encontrada en el taller de un 133
La ziqqurratu de Dür Untas es una de las 8. Muro exterior de un templo
mayores estructuras conservadas de todo el
arte antiguo. Debió contar con cinco plantas Ladrillo moldeado. 1,37 m de altura. Templo
-de las que al menos tres son todavía visi- de lnfasinak, Susa; s. XII a. C. Museo de
bles- con muros rectos y decorados con Louvre, París.
anchos contrafuertes. Los cuatro lados de la
base presentaban sendas entradas el un Los ladrillos moldeados que daban forma
centro de .la fachada. La del sureste llevaba al muro exterior del templo dedicado a ln-
a un pequeño templo dedicado al dios lnsu- susinak fueron reutilizados en época aque-
sinak, titular de la ziqqurratu. Mediante ·es- ménida para construir un acueducto. R. de
caleras de altas gradas, en parte aboveda- Mecquenem los reunió pacientemente y re-
das, se podía subir a las plantas superiores. construyó el diseño general. Dos hombres
toro, cada uno junto a un árbol de vida en
_forma de palmera (?) y una diosa en actitud
íntercesora. A una altura media, una mscrip-
~ión recuerda a los reyes Kutur-Nanhunte y
7. Estatua de Napirasu Silhak-lnsusinak, como autores del templo,
La diosa representada, según i->. Ami et, po-
Bronce. 1,29 m de altura. Susa, c. 1250 a. C. dría ser Lama, una divinidad del p.aís no muy
Museo de Louvre, París. bien conocida.
La escultura fue hallada en el templo de
Ninhursag, en la acrópolis de Susa. Destaca
E. Parada que la obra impresiona por la se-
renidad y estabilidad que el artista supo im-
primir al conjunto, acentuadas por la colo-
cación de las manos y la caída de la falda
que, como uria campana, se apoya sólida-
mente en el suelo. Es llamativo el contraste
entre el naturalismo de la mitad superior del
cuerpo y las · formas abstractas del resto.
Puede que la decoración del vestido tuviera
algún significado especial, pero lo ignora-
.mas.' Se trata de una de las obras más per-
sonales del arte susiano.

9. Jarro de pico
Cerámica pintada. 19,4 cm de, altura. Tépé
Sialk, Necrópolis B. Hacia 1000-800 a. C. Mu-
seo Británico, Londres. ·

Las cerámicas pintadas encontradas por


R. Ghirshman en la Necrópolis· B. de Sialk,
constituyen uno de los capítulos r;nás curio-
sos del arte iranio. El autor las define como
recipientes plásticos, puesto que el artesano
habría intentado evocar en su forma la ima-

134
gen de un pájaro. Los temas decorativos confunde con la de los animales fantásticos
mezclan elementos geométricos y animales que le rodean con apariencia de gallos y dra-
como cabras monteses -en la imagen-, gones. El destino de estos remates todavía
caballos, toros o pájaros, en colores rojos, no está claro, aunque todos se hayan encon-
negros o marrón oscuro sobre una superfi- trado entre el ajuar de las tumbas de gentes
cie clara, a veces brillante. Integrados al guerreras.
ajuar de las tumbas, estos recipientes de-
bían tener una función ritual.

10. Tazón
Oro. 8,5 cm de altura; 6,3 cm de diámetro.
Región del río Safid. Hacia 1200-1000 a. C.
Metropolitan Museum, Nueva York.

Tanto en Marlik Tépé como en Kalardast


y otros lugares de la región caspiana se han
encontrado numerosas copas, tazones y va-
sos de oro con decoración cincelada y en re-
lieve. Este tazón,· como el de Kalardast, es
obra del mismo maestro. Enmarcadas por
una cenefa de cable trenzado, cuatro gace-
las marchan en procesión. Las cabezas, en
relieve, son de un real~mo sorprendente.
Según E. Parada, esta obra posee cierto pa-
rentesco con muchas de las piezas de Mar-
lik Tépé. Los hallazgos documentados lo
suelen ser en ajuares funerarios.

11. Remate
Bronce. 36 cm de altura. Luristán. Hacia
1000-600 a. C. Museos Reales de Arte e His-
toria, Bruselas.
12. Freno
Los trabajos luristanos de bronce fueron
técnicamente realizados a la cera perdida. Bronce. 21 cm de altura; 16 cm de ancho. Lu-
Esto explicaría la calidad de los detalles y el ristán. Hacia 1000-600 a. C. Colección par-
complicado diseño dado a algunas de sus ticular, Teherán.
piezas, como esta especie de remate de una
pértiga, que representa acaso un dios poli- Las gentes del Luristán eran criadores de
céfalo, según R. Ghirshman, cuya figura se caballos y, con toda seguridad, excelentes ji- 135
netes. Los frenos típicos de las monturas pa- Una gran cantidad de los bronces lurista-
recen haber sido de bocado rígido, como nos son armas, en especial puñales, espa-
éste, aunque también los utilizaran articula- das, mazas y hachas. Estas últimas suelen
dos, de procedencia esteparia. Los artistas presentar decoración, tanto en la hoja como
dedicaron mucha fantasía a la decoración en el talón. Los caracteres generales se re-
de las camas, donde mezclaban el realismo piten; una curiosa mezcla de realismo y es-
-un cervatillo mamando___..:. con la fantasía; til'ización en los animales -como la cabeza
una cierva con alas y cornamenta. del buitre, que unida a los picos del talón, le
hace asemejarse a una serpiente- y la pre-
sencia de temas fantásticos o divinos, como
el personaje barbudo que abraza a un pez.

14. Templo
Zócalo de andesita. 5,10 x 5,10 x 1,15 m
de altura. Arte de Urartu, Altintepe, siglo VIII
a. C. Altintepe, junto a Erzincan, Turquía.

El templo de Altintepe se edificó en el in-


terior de un patio porticado. La base del edi-
ficio de la cella estaba constituida por un zó-
calo de sillares de andesita, finamente cor-
tados y ajustados sin mortero alguno. La an-
chura de los muros -4,35 m-, construidos
en adobe, sugiere un edificio de gran altura,
iluminado probablemente por la simple luz
13. Hacha de la entrada. Son típicas de la arquitectura
urartia las esquinas que, avanzadas 50 cm
Bronce. 20 cm de largo. Luristán. Hacia de cada muro, semejan contrafuertes.
1000-600 a. C. Museo Arqueológico, Teherán.

15. Muralla
Piedra. 2,5 cm de altura. Arte de Urartu. Ere-
buni, época de Argisti 1 (786-764 a. C.). Arin-
Berd (Erebuni), cerca de Erevan, Armenia
(URSS).

Los maestros urartios demostraron una


especial capacidad en el trazado y construc-
ción de fortalezas. Erebuni se erigió como
un centro militar y administrativo. Sus mura-
llas, construidas con grandes bloques de
piedras ciclópeas, presentan un frente lleno
136 de torres y contrafuertes, y una planta global
adaptada a las disponibilidades de la super- 17. Grifo
ficie donde se asienta. Sobre el alto zócalo
de piedra se levantaría el resto de la mura- Bronce. 21, 7 cm de altura. Arte de Urartu. Po-
lla·en adobe. dría haber pertenecido a un mueble. Rusa-
hinili (Toprakkale), Templo de Ha/di. Hacia
685-645 a. C. Vorderasiatisches Museum.
Berlín, Alemania.

Los urartios introdujeron en la iconografía


oriental algunos de los temas que les eran
especialmente queridos, como el grifo. Este
es uno de los que mejor se conservan. Pa-
tas en garra, cuerpo cubierto de escamas,
largas alas y pico poderoso, cerrado. El ani-
mal -cuyos ojos de incrustación no se con-
servan- aparece coronado por un elemen-
to cilíndrico ornamentado. M. N. Van Loon
recuerda la numerosa producción y la cali-
dad de los bronces urartios.

16. Entrada a Tumba


Hipogeo. Puerta: 1,50 m de altura. Arte de
Urartu. Tuspa, siglo vm a. C. Van Kalesi (Tus-
pa), Armenia (URSS).

Aunque se ha discutido mucho sobre los


orígenes, lo cierto es que la arquitectura fu-
neraria urartia, abierta en la roca, resulta ori-
ginal. Las fachadas de las tumbas, probable-
mente reales, apenas muestran adorno algu-
no. En la de Argisti se grabaron sus anales,
documento acaso más precioso que cual-
quier posible decoración. En las caras roco-
sas de Van Kalesi se excavaron varias tum-
bas, cuya planta solía presentar varias cáma-
ras. A ésta, conocida como la Gran Tumba,
se llegaba por una escalinata abierta en el
precipicio.

18. Cinturón
Bronce. 1O cm de altura y 35 cm de largo.
Arte de Urartu. Fragmento de cinturón. To-
prak-Ka/e. Siglos Vlll-VII a. C. Vorderasiatis-
ches Museum, Berlín, Atemania.

137
Dice M. N. Van Loon que el arte popular Uno de los hallazgos más curiosos de Tei-
urartio se manifiesta con singular frescura en sebani fue este casco de bronce, con una
los cinturones de bronce, tan numerosos y inscripción dedicatoria del rey ArgisJi J. Aun-
variados en su decoración que denotan la que la forma general sea asiria y similar a
amplia difusión de su uso. La decoración de los cascos que los asirios llevan en sus co-
esta pieza es de las más sencillas en apa- nocidos relieves palatinos, la decoración de
riencia, aunque también se cuenta entre las éste mezcla elementos asirios -las cenefas
de realización más perfecta y mejor conser- de genios y orantes- con otros más propia-
vada. Sólo el cierre incorpora un elemento mente urartios, como los dos semicírculos
na,ltlralista, un ave de insegura filiadón. de serpientes (?).

19. Pintura
Pintura mural. Arte de Urartu. Erebuni. Epo-
ca de Argisti I (786-764 a. C.). Museo Históri-
co de Armenia, Erevan (URSS).

La pintura mural urartia nos es hoy cono-


cida, fundamentalmente, gracias a los ha-
llazgos de Erebuni. Allí, el palacio y otros edi-
ficios de prestigio decoraron sus muros con
temas muy diversos. Los arqueólogos sovié-
ticos pudieron comprobar que el artista urar-
tio utilizaba una red cuadriculada para situar
en el muro un modelo manual. Las pinturas
se hacían sobre un preparado imprimado
con cal. Luego se trazaba con negro el cua-
driculado y los perfiles, y el fin, se daban los
colores: rojos, amarillos y azules sobre todo.
Es perceptible una cierta influencia asiria.

21. Caldero

20. Casco
Bronce. 30 cm de altura. Teisebiini (Karmir
Blur, junto a Erevan). Años 780-735 a. C. Mli-
138 seo Histórico de Armenia, Erevan (URSS).
Bronce. Caldero: 45 cm de altura; Trípode: El gran pectoral de Ziwiye es una de las
67 cm. Altintepe, Necrópolis. Hacia 730 a. C. mejores piezas del tesoro. Según R. Ghirsh-
Museo de las Civilizaciones Anatólicas, An- man, la obra debió ser trabajada por un or-
kara. febre local, que mezcló temqs de proceden-
cia asiria, mesopotámica y urartia. No obs-
I;:l relato de la Campaña de Sargón 11 en tante, la decoración no tiene una ordena-
Urartu destaca el valor tributado a los reci- ción caprichosa, sino organizada en tomo a
pientes de bronce del templo de Haldi, uti- unos árboles estilizados, bien conocidos en
lizados ·probablemente en los ritos. Este relieves asirios. El pectoral era un adorno o
ejemplar, hallado en la tumba de un alto símbolo utilizado en Urartu, cuyo valor o sig-
personaje urartio y decorado con cuatro pró- nificado ignoramos, aunque suponemos li-
tomos de toro, se colocaba sobre un trípo- gado a la realeza.
de de gran solidez. Los urartios parecen ha-
ber sido maestros en la fundición de gran-
des recipientes de bronce.

22. Tazón
Oro con relieve. 20,3 cm de altura y 20,3 cm
de diámetro. Arte de Mannai. Hasanlu IV
(hacia 800 a. C.). Hacia 1200-1000-a. C. Mu-
seo Arqueológico, Teherán.

· La decoración de este tazón de Hasanlu


ha ocasionado una amplísima literatura de
interpretación, puesto que sus temas, com-
plejos y de procedencias múltiples, se pres-
tan a valoraciones distintas~ pero según pa- 24. Rython
rece el viejo mito de Kummarbi sería el do-
minante. El orfebre haenmarcado sús temas Cerámica. 30 cm de largo. Arte de Mannai.
entre dos bandas de cables trenzados. Y los • Cerca de Ziwfye .. Hacia vm-vna. C. Metropo-
personajes, aunque arcaicos -pues la cro- litan Museum, Nueva York.
nología del tazón es muy anterior a la del ni-
vel donde se halló-, fueron tratados con
cuidado y detalle.

_ _ _ _\]VV

23. Pectoral (
Oro.a36 cm de anchura. Arte de Mannai (?).
Ziwlye, Comienzos del siglo VII a. C. Museo
Arqueológico, Teherán. 139
Procede de un hallazgo ocasional habido 26. Tumba de Ciro
en una colina cercana a Ziwiye. Estos vasos,
de larga tradición irania, sirvieron para v Piedra caliza blanca. Altura total, 1O,70 m;
ofrendar bebidas y no, probablemente, /'\ altura basamento, 5, 15 m. Epoca aqueméni-
como objetos de uso cotidiano, aunque tam- da, siglo VI a. C. Pasargada, Irán.
poco sería imposible. El recipiente presenta
forma de cabeza de gacela, un tema no muy La última morada de Ciro presenta, en su
común en este tipo de vasos, con un exce- grandiosidad, la misma sencillez que acom-
lente tratamiento del morro y los labios. La pañó al fundador del imperio. Originalmen-
decoración se completaba con pintura, en te estaba rodeada de un jardín y un muro de
parte perdida. adobe. Sobre un estereobato de seis escalo-
nes, cada vez menores, se levantó la cáma-
ra cubierta con un tejado de enormes losas
a dos aguas. La entrada se cerraba con dos
puertas, interior y exterior. El trabajo de can-
25. Templo del fuego tería, de gran perfección, recoge experien-
cias jonias, pero también urartias.
Adobe. 6 m de altura conservados. Cella del
templo central. Epoca meda, siglos v111-v11
a. C. Nush-i Yan, cerca de Hamadán, Irán.

Sobre la colina de Nush-i Yan, el equipo


de D. Stronach encontró uno de los prime-
ros ejemplos de arquitectura atribuible a la
época meda. Se trata de un conjunto de cua-
tro edificios, el más antiguo de los cuales era
éste, construido en adobe y con una planta
complicada. La cella, en cuyos muros se ha-
bía practicado un curioso sistema ornamen-
tal, a modo de ventanas ciegas y cruces, dis-
ponía a la izquierda de un altar de adobe, so-
bre el que aún se veía una especie de cuen-
co semiesférico para el fuego .
27. Persépolis
Vista aérea de la terraza. 450 x 270 m de
lado y 15 m de altura. Epoca aqueménida,
siglos v1-v a. C. Palacio de Persépolis, Irán.

140
Aunque el proyecto general es obra de Da- Se trataba en realidad de una sala con techo
río, Jerjes y Artajerjes también lo enriquecie- apoyado en cuatro columnas y que hacía las
ron con sus propias construcciones. El acce- veces de distribuidor, encaminando a los vi-
so se hacía por la escalinata de la izquierda. sitantes o bien hacia la Apadana, o bien ha-
Allí, una vez en la plataforma, se entraba por cia la Sala de las Cien Columnas. Los toros
los propíleos de Jerjes. Desde el aire, toda- guardianes y los toros androcéfalos en las
vía son visibles la gran Apadana, la Sala de entradas palatinas son un recuerdo de arte
las Cien Columnas, el Tripilón y el Palacio asirio que, por lo general, domina aún el
de Darío. Es un edificio sin precedentes, aliento de estas obras en las que, sin embar-
aunque los maestros aqueménidas recogían go, se ha perdido la quinta pata asiria.
aquí muchas tradiciones y la aportación de
los artistas de todo el imperio.

28. Apadana )<


Columnas de piedra, sala de la Apadana. 19
m de altura. Epoca aqueménida ( comenza-
da por Daría 1), finales del s. VI a. C. Palacio
de Persépolis, Irán.

Las salas de columnas, como las apada-


nas, son resultado de una evolución propia
del arte iranio, que hunde sus raíces -en
este caso- en precedentes urartios pasados
luego a Mannai y la Media. Pero la Apadana
de Darío estaba fuera de toda ponderación.
Una construcción de 76 m de lado -60 en
la sala- cubierta con un techo de vigas de
cedro a más de 19 m de altura, sostenidas
por 36 gigantescas columnas de 19 m., sin
contar las de los pórticos, dotadas de capi-
teles de prótomos, resulta aún hoy una de
las obras más perfectas de la historia del
arte.

30. Escalinata X
Piedra decorada con relieves. 27 m de tren-

29. Puerta de los Países .


Piedra. 11 m de altura; los toros, 5,50 m. Epo-
ca aqueménida (reinado de Jerjes /),
486-465 a. C. Palacio de Persépolis, Irán.

Los llamados propíleos de Jerjes eran una


construcción de tres puertas, dos de ellas
flanqueadas por toros y toros androcéfalos. 141
te; 4 m de anchura el escalón. Tripilón, ac- 32. Relieve ;!
ceso al Palacio Central. Epoca Aqueménida,
siglos v1-v a. C. Palacio de Persépolis, Irán. Jamba de una puerta. Piedra. 2, 75 m de al-
tura. Epoca aqueménida, siglo VI a. C. Pala-
El Tripilón era un conjunto de tres puertas cio de Ciro en ?asargada, Irán.
por las que se accedía al Palacio de Jerjes y
al llamado harén. Los relieves representan Las puertas del Palacio de Ciro en Pasar-
gua,rdias medos y persas en el exterior, y un gada estaban flanqueadas por toros alados
cortejo de nobles medos por detrás, en cuya -hoy perdidos- y bajorrelieves. Este genio
representación se ha dado un punto de mo- alado es el único conservado. Según R.
vimiento y narración. En las jambas de las Ghirshman, lleva un vestido elamita y apa-
puertas de los propíleos se esculpieron las rece tocado por una complicada corona que
imágenes de Darío y Jerjes en distintas situa- recuerda las tiaras de los Horus egipcios. La
·ciones. inscripción que evocaba a Ciro, descrita por
los primeros viajeros, ha desaparecido. Es
un relieve que todavía debe mucho a Meso-
potamia.
31. Torre X
Piedra caliza. 11 m de altura y 7 m de lado
en la base. Epoca aqueménida, siglos v1-v
a. C. Naqs-i Rustan, Irán.

Situada enfrente de la tumba de Darío, la


función auténtica de la torre todavía es un
tema controvertido. El trabajo de cantería
fue perfecto, ·ta.nto en el ajuste de los silla-
ros como en la decoración de alvéolos y
ventanas ciegas en piedra negra,. estas últi-
mas en tres de las cuatro fachadas. La sala
interior tenía su pavimento a la altura de la
fila inferior de ventanas, por lo que el acce-
so debía nacerse subiendo la escalinata. Pa-
rece que, e°"su conjunto, el edificio tiene
antecedentes en la arquitectura urartia.

33. Tumba rupestre f


Excavada en la roca. Fachada: 22,50 m de .
142 - altura. Epoca aqueménida; comienzos siglo
v a. C. Tumba de Darío l. Naqs-i Rustam, Escalinata este de la Apadana. 30 y 80 m de
Irán. largo de los frentes. Epoca aqueménida, si-
glos VI-V a. C. Palacio de Persépolis, Irán.
La idea de excavar sepulcros reales en la
roca la tomaron los persas en Urartu. Darío En el centro del frente anterior, Ahura
1 fue el primero en proyectar así su tumba, Mazda cubre una inscripción real y a ocho
creando a la vez el modelo para sus descen- guardias, medos y persas. El resto son ele-
dientes. Primero se rebajaba un marco e_n mentos vegetales y dos leones atacando
forma de cruz. Luego se esculpía una facha- sendos toros, un motivo de rancia tradición
da v se excavaba la cámara, normalmente mesopotámica. El segundo frente es de un
sencilla y con un techo a dos aguas. Darío,. larguísimo desarrollo. A la izquierda, gentes
ante Ahura Mazda, está sostenido por los 28! de todos los países dominados por el Gran
pueblos sometidos. L9S columnas adosadas! Rey. A la derecha, guardias y nobles medo-
soportan capiteles con prótomos iguales a persas, con carros y caballos. Nótese el rigor
los de Persépolis. 1
observado en el orden y la rígida isocefalia.

35. Relieve de la Apadana, detalle


Escalinata este de la Apadana. Epoca Aque-·
ménida, siglps VI-V a. C. Palacio de Persépo-
lis, Irán.

Los escultores tallaron varios registros, se-


parados por cenefas de rosetas y motivos ve-
getales. En el inferior, guardias persas. Enci-
ma, un persa introduce a representantes ar-
menios -según R. Ghirshman- y, encima,
los susianos traen como presente un Jeón y
sus cachorros. La rigidez que se atribuye al
arte persa parece aquí justificada, atendien-
do a la solemnidad de la ceremonia. Es de
destacar la cabeza del caballo ..

34. Relieves de la Apadana, conjunto ~

143
36. Darío y Jerjes Et escultor consiguió aquí, particularmen-
te en la escena superior, uno de los más in-
Relieve en piedra. 4 m de altura. Puerta del teresantes relieves. Darío recibe en audien-
Tripilón. Epoca aqueménida, siglos VI-V a. C. cia a un funcionario o noble medo. Detrás
Palacio de Persépolis, Irán. del rey - representado a mayor tamaño que
el resto de las figuras- el portador de las ar-
Bajo el símbolo de Ahura-Mazda, el escul- mas y un servidor. En los extremos, guardias
. tor representa el Gran Rey Darío 1 sentado reales. La escena es prácticamente igual a
con los pies apoyados en un escabel. Detrás, la de la audiencia de Darío y Jerjes en el Mu-
Jerjes como príncipe heredero. Ambos es- seo de Teherán, que, según F. J. Tristch, es
.tán sostenidos por los mismos 28 países so- comparable a una de las caras de la tumba
metidos que aparecen en la fa chada de la de las arpías en Xantos.
tumba de Darío, en Naqs-i Rustam. El relie-
ve denota ese esfuerzo por crear volúmenes,
propio del arte aqueménida.

38. Friso de los arqueros


Ladrillo moldeado y vidriado. 1,83 m de al-
tura. Originalmente en la Apadana o el pa-
lacio de Suso. Epoca aqueménida, siglo v
a. C. Museo del Louvre, París.

37. Audiencia de Darío Aunque los ladrillos vidriados habían sido


también utilizados por los asirios, los frisos
Relieve en piedra. 4 m de altura. Sala de las de ladrillos moldeados y vidriados de Susa
Cien Columnas, Puerta Norte. Epoca aque- tienen su mejor antecedente en Babilonia.
ménida, siglo v a. C. Palacio de Persépolis, De hecho, Darío escribirá que artesanos ba-
144 Irán. ' bilonios se encargaron de los ladrillos de
Susa. Este friso de los arqueros persas posee que junto a otros leones- la fachada norte
un colorido excepcional. No sólo la riqueza del primer patio del palacio. Tras el abando-
de los trajes, sino también la calidad de la re- no del mismo, un fragmento del muro se
presentación y la técnica hacen de éste, con abatió sobre el suelo y, de ese modo, el león
justicia, una de las piezas más famosas del se conservó hasta hoy. Aunque anclado en
período. los de Babilonia, el león de Susa expresa ya
una estética distinta, en la que se percibe un
recuerdo asirio.

40. Estatua de Darío


Gres verdoso-grisáceo. 1,95 m de altura. En-
contrada en Susa. Puerta de Jerjes. Epoca
aqueménida, siglo va. C. Museo Arqueológi-
co, Teherán.
La escultura alcanzaba, originalmente, los
3 m de altura. El artista esculpió todo en un
mismo bloque, basa y figura real. El pie ade-
lantado y la postura de los brazos son ras-
gos egipcios, mientras que la ropa vestida es
persa. Junto con otra de la que sólo se ha-
llaron fragmentos, decoraba la fa chada inte-
rior de la puerta de Jerjes. Debida probable-
mente a un artista egipcio y destinada a ser
vista en Egipto, Jerjes decidió traerla a Susa.
En el pedestal, la unión de los dos países al
frente. A los lados, ,los 24 países sometidos.

39. Friso del león


Ladrillo moldeado y vidriado. 1,25 m altura
del león; 2,25 m de largo. Palacio de Susa.
Epoca aqueménida, siglo v a. C. Museo del
Louvre, París.

Este es el único fragmento de friso halla-


do en las excavaciones modernas. Ello per-
mitió situarlo con seguridad en su antiguo
contexto espacial. Decoraba -suponemos

145
41. Perro de toros muy adornados, se completaban
Piedra negra. 99 cm de altura. Hallado ·en
con volutas dobles de indudable aliento jó-
nico. Aunque los toros respiraban aún el es-
Persépo/is. Epoca aqueménida, siglos VI-V tilo asirio-babilonio, en su conjunto el resul-
a. C. .Museo Arqueológico, Teherán. tado es única y exclusivamente persa.
La escultura de bulto redondo es una ra-
reza en el arte aqueménida. Pero más toda-
vía si el tema es animalístico. El escultor ha
tallado quizá uno de esos grandes y fuertes
perros indios, utilizados por Jerjes en la
guerra, según Heródoto (VII, 187), y por otros
pueblos iranios del Caspio. La fuerza de las
patas y las garras recuerda a los leones ca-
zadores de los relieves de la Apadana, o a
los grifos de los capiteles.

43. Capitel
Piedra caliza. 3,30 m de largo. Sala de las

42. Capitel
Piedra. 2,32 m de altura; 3, 74 m largo. Pro-
cede de la Apadana de Susa. Epoca aque-
ménida, siglos VI-V a. C. Museo del Louvre,
París.

Las columnas de la Apadana de Susa, de


fustes estriados y basas cuadradas, eran es-
pecialmente bellas. A 20 m de altura soste-
nían con sus capiteles las vigas de cedro de
146 la techumbre. Estos capiteles, con prótomos
Cien Columnas. Epoca Aqueménida, siglo v Epoca aqueménida, siglo v a. C. Museo Ar-
a. C. Persépolis, Irán. queológico, Teherán.

Los capiteles persas no tenían preceden- Los orfebres medos se distinguían por la
te alguno, aunque incorporaran temas o ele- calidad de sus trabajos. La actual Hamadán
mentos de distintas tradiciones. Ellos y las se sitúa en el mismo lugar que la antigua Ec-
columnas de las que forman parte son, batana, y es lógico pensar que este maravi-
como quiere H. Frankfort, el elemento más lloso rhyton se fabricara allí. No obstante, el
característico de la arquitectura aqueméni- estilo del mismo y los rasgos del prótomo de
da. Los prótomos esculpidos en una sola león alado son propios del arte aqueméni-
pieza tenían además la función de acoger da. El orfebre supo componer con piezas
con seguridad las grandes vigas de cedro de distintas una obra única. La calidad de su
las que nos habla Darío. trabajo es tal, que las soldaduras apenas son
perceptibles.

44. Cabeza
Pasta azul. 6,5 cm de altura. Procede de Per-
sépolis. Epoca Aqueménida, siglo va. C. Mu-
seo Arqueológico, Teherán.

Esta pequeña cabecita de un príncipe


aqueménida, tocado por la corona almena-
da, recoge' las convenciones del arte persa
en el cabello cuidadosamente rizado y en el
símbolo real. A pesar del suave gesto esbo-
zado por las comisuras de los labios, R.
Ghirshman pensaba que no es un retrato,
sino el ideal imaginado para un príncipe. Los
ojos debieron estar incrustados, aunque se
han perdido. Pero ello no hace desmerecer
la agradable sensación que desprende.

46. Brazalete· -·.


Oro con incrustaciones. I 1,5 cm de diáme-

45. Ryth~n

Oro. 30 cm de altura. Procede de Hamadán. 147


tro. Procede del Tesoro de Oxus. Epoca atraídos por el mundo animal de sus mon-
aqueménida, siglos v-w a. C. Museo Británi- tañas. Cabras, íbices, gacelas y otros ungu-
co, Londres. lados fueron con frecuencia un tema predi-
lecto. En época aqueménida, los orfebres
Los persas amaban las joyas de oro. Esta denotaron cierta predilección por adosar a
pieza, de procedencia bactriana, está inmer- jarras y otros recipientes asas con esa for-
sa en el arte de los iranios del mundo aque- ma. El resultado no podía ser más elegante.
ménida. El oro puro del brazalete estaba de- Así, esta jarra de plata con palmetas, lotos,
corado inicialmente con incrustaciones de cenefa de ovas y asas de íbices doradas, se
piedras y esmaltes, hoy perdidos. Los grifos cuenta entre las más perfectas salidas de los
alados enfrentados se ven en los capiteles talleres de la época.
de Persépolis, pero también merece desta-
carse que en los relieves de la Apadana, al-
gunos de los emisarios presentan al Gran
Rey brazaletes iguales a éste.

47. Cuenco

Oro. 16 cm de altura y 20 cm de diámetro.


Procede de Hamadán (?).Epoca aqueméni-
da, siglo va. C. Museo Arqueológico, Tehe-
rán.

Los recipientes de metales nobles consti-


tuían la vajilla ordinaria de la nobleza aque-
ménida. Este cuenco de oro, fabricado aca-
so en Hamadán, es una de las piezas más
perfectas producidas por los orfebres aque-
ménidas. La decoración se ordena desde el
fondo interior con una roseta. Desde ella, ga-
llones, capullos invertidos y pistilos parecen
sugerir una flor fantástica. En el cuello figu-
ra una inscripción trilingüe con el nombre
de Jerjes. ~

49. Sello cilíndrico


Agata. 3,3 cm de altura. Epoca aqueménida,
siglos VI-V a. C. Museo Británico, Londres.

El arte aqueménida proporcionó a la glíp-


tica su último período de esplendor. La rigu-
rosa composición, la finura del tallado y la
belleza de las piedras utilizadas convergen
en unas verdaderas obras de arte. Bajo el

48. Jarra de asas


Plata con dorados, 37 cm de altura. Epoca
aqueménida, siglos VI-IV a. C. Colección par-
ticular, París.

148 Los artistas iranios se sintieron siempre


símbolo de Ahura Mazda, el rey -probable-
mente Darío 1, pues la inscripción sólo ha-
bla de Darío, el Gran Rey-, caza leones des-
de su carro, un tema que se remonta como
poco al arte asirio.

50. Placa
Oro repujado. 16 cm de altura. Tesoro de
Ziwlye -aliento escita- siglo VII a. C. Museo
Arqueológico, Teherán.

Esta gran placa de cinturón por fuerza nos


evoca los más conocidos del mundo urartio.
El diseño general -con un borde perforado
para fijarlo a la banda de cuero- y la red in-
terior se remontan sin duda al ámbito de
Urartu, pero los ciervos e íbices parecen pu-
ramente escitas. Y el resultado final también
lo es. Estas piezas, producidas quizás por ar- to escita o por maestros de la estepa, mar-
tesanos de la montaña que trabajan al gus- can el nacimiento del arte animalístico.

51. Pátera obras maestras del primer arte escita. Téc-


nicamente, la pieza denota una soberbia
Plata con aplicaciones de oro. 30, 1 cm de ejecución, pero en el terreno iconográfico,
diámetro. Tesoro de Ziwlye -aliento esci- las calidades se superan. Los felinos, las lie-
ta- siglo VII a. C. Museo Arqueológico, Tehe- bres o los temas vegetales repetidos en las
rán. sucesivas cenefas están lejos de resultar mo-
nótonos. La vida rápida, nerviosa del arte
La célebre pátera de Ziwlye es una de las animalístico escita está ya presente aquí.

149
52. Placas de cinturón tro local al gusto de sus clientes escitas. Pero
en los picos de las aves de rapiña, eh la fila
de los animales misteriosos del centro y en
Oro con incrustaciones. 15,5 cm de largo. Te- la decoración y técnica del esmalte se seña-
soro de Ziwiye -aliento escita- siglo VII lan las raíces de piezas puramente escitas,
a. C. University Museum, Filadelfia. como la placa del Kurgan de Kelermes o la
de la colección de Pedro el Grande. Fuera o
Dice R. Ghirshman que estas placas de no realizada por un escita, su estética sí lo
cinturón parecen elaboradas por un maes- es.

53. · Remates Los remates de bronce con figura de ani·-


mal tienen una larga tradición ·en la estepa.
Bronce. 26 x 18 cm. Cultura de los Escitas, Los más antiguos se remontan a Maykop, en
siglo va. C. Kurgan de U/ski, Kuban. Museo el 111 milenio por lo menos, .y denotan paren-
del Ermitage, Lenlngrado. tesco con los hallados en la Alaca anatdlia.
B. Brentjes ve 'e n esta pieza un cierto aire
beriano. El pájaro estilizado hasta lo inveto:-
símil es la forma exterior. Pero dentro, su
pico parece otra ave y, debajo, un íbice en
la ya conocida postura. Según K. Jettmar, los
bronces del Kuban son un esfuerzo por vol-
ver a las esencias puras de la estepa.

54. Placa
Oro. 10,9 x Q,,3 cm. Cultura de los Sakkas, si-
l;
glos V-IV a. ~olección Siberiana de Pedro
el Grande.'Mus.eo del Ermitage, Leningrado.

La curvatura dada al cuerpo de. este fe li-


no, convertido er.:i un círculo, es una de las
deformaciones estéticas propias del mundo
escita. La figura se adornaba con esmaltes,
hoy perdidos, incrustados en los campos
creados al efecto én el extremo de las pa-
tas, cola, oreja, boca, morro y ojo. El tipo de
animal y la técnica del esmalte recuerdan
150 mucho al mundo de Ziwiye. En uno y otro
caso, el motivo del animal representado es 56. Remate
una muestra obvia del uso decorativo de la
imagen en la estética escita. Madera; cornamenta de cuero primitiva-
mente revestida de oro. 14 cm de altura. Cul-
c.
tura del Altai, Pazyrik, túmulo 2. Siglo .va . .
Museo del Ermitage, Leningrado.

·Este remate de madera tallada con tanto


vigor como realismo, parece · llevamos al
mismo terreno funcional y simbólico que los
bronces del lejano Kuban. En el Kurgan 2 'se
encontraron varibs ciervos semejantes. En la
base;. restos de hierro evocaban su uso
como remates de algo. La talla es excelente
y las proporciones correctas. El anill)al está
representado en plena berrea, y sólo la cor-
riar:nenta de cuero sobredorado se. exageró
deliberadáménte.

55. ·Placa de dnturón


Oro. fa2 x 12, l cm. Cultura de los Sakkas,
siglos v-1v a. C. Colección Siberiana de Pedro
el Grande. Museo del Ermitage, Leningrado.

Es una de las rarísimas piezas del mundo


de los sakkas en las que se unen dos ele-
mentos no muy comunes: la representación
realista de una escena y.la intervención de
seres humanos. Un hombre y una mujer sen-
tados bajo un árbol asisten a un guerrero.
Del árbol cuelga el típico estuche escita, con
su arco y sus flechas. Dice M. P. Zavitukhina
que la escena podría pertenecer al mundo
épico de los sakkas; la resurrección de un
guerrero muerto por su esposa y su camara-
da. Los arneses del .caballo recuerdan a los
hallados en Pazyrik. Pero también el árbol y
el tocado de la mujer parecen tener algún
papel ligado a la divinidad.

57. Tapiz
Lana~ 1,90 x 2 m. Cultura del Altai Pazyrik,
túmulo .5. Siglo v a. C. Museo" del Ermitage,
Leningrqdo. · ·

En el Kurgaff 5 se encontró este tapiz de


nudo q~e la mayoría- de los autores, como
R. Ghirshtnan, suponen de manufactura
aqueménida. ·Un centro ·de estrellas rodea~
do por 'C~nefas de grifos,· ciervos, estrellas y
jinetes traduce en sus rojos, blancos, éÚnari-
ll9s y negros un ambie_nte· bien conoeido.
Procesiones en las que vemos recuerdos de 151
Persépolis. O estrellas del lejano turistán. El témenos de Hatra es uno de los conjun-
Según K. Jettmar, el tapiz debió servir en jue- tos religiosos más bellos y mejor conserva-
gos o ritos de adivinación. dos de la antigüedad. El edificio principal,
formado por una serie de iwanes sucesivos,
con bóvedas de piedra a gran altura, es una
maravilla de la técnica arquitectónica de la
época parta. En el proyecto convergen otras
influencias, sin duda ligadas al mundo clási-
co, pero el conjunto responde más a la es-
tética de la cultura que estudiamos. Una rica
ornamentación escultóriea completaría su
impresionante aspecto.

58. Templo
Piedra caliza. 25 m de altura. Conjunto Prin-
cipal de Templos del témenos. Epoca parta,
siglo 11 d. C. Hatra, provincia de Nínive, Iraq.

59. Tapiz

152
Fieltro. 4,5 x 6,5 m. Cultura del Altai Pazy- 61. Relieve
rik, túmulo 5. Siglo va. C. Museo del Ermita-
ge, Leningrado. Tallado rupestre. Epoca parta. Hacia 200
d. C. Tang-i Sarvak, Irán.
El artista escita compuso aquí con fieltro
recortado y pintado una escena que se repi- Los relieves rupestres de .Ja época ·parta
te en los tapices de lana. Sus grandes dimen- parecen muy inferiores a la escultura. No
siones sorprenden. Señala K.. Jettmar que obstante, el intento evidente era acercarse a
tanto temática como funcionalmente debía las tradiciones aqueménidas. Un príncipe de
jugar un papel en el ritual fúnebre. El árbol la Elymaida parta, vasallo del Gran Rey,
y el tocado de la figura sentada recuerdan al mandó esculpir todo un ciclo dedicado a sus
que veíamos en la placa de oro de la colec- actividades en el combate, la corte o las re-
ción de Pedro el Grande. El tipo físico del laciones políticas. La rigidez y el ordenancis-
guerrero también. Junto a su muslo izquier- mo sólo son superados en el jin~te acoraza-
do cuelga el estuche escita con el arco y las do, en el que el artista supo imprimir movi-
fle'chas. miento. Se trata de un precedente claro del
relieve sasánida de Victoria.

60. Rython
Marfil. 35 cm de largo. En la Tesorería Real
de Nisa. Epoca parta, siglos 11-1 a. C. Museo
del Ermitage, ·Leningrado.

En la Tesorería Real se encontraron dife-


rentes rhyta de lujo realizados en marfil.
Aunque muy destruidos, resulta perceptible
la presencia de corrientes helenísticas -:fri-
sos mitológicos~, partas -la orla de cabe-
zas en borde-, y centroasiáticas -incrusta-
ción de piedras de llamativos colores-; sin
que por ello la obra resulte discordante. El
prótomos del pie representa un animal fan-
tástico cuyas alas se han perdido.

62. Estatua de príncipe

153
Bronce. 1,92 m de altura. Epoca parta, Sha- 64. Cabeza
mi, siglo 11 a. C. Museo Arqueológico, Tehe-
rán. Caliza, · 26 cm de altura. Epoca parta, Susa,
siglos 1-111 d. C. ·Museo del Louvre, París.
Fue encontrada entre las ruinas de un pe-
queño templo o capilla funeraria de la Ely- Nos encontramos ante una de las más in-
maida. Según A. Godard, la cabeza y el cuer- teresantes cabezas del repertorio escultóri- ·
po fueron modelados y fundidos por artistas co de los artistas de época parta. Según R.
distintos y, probablemente, en lugares dife- Ghirshman debió pertenecer a una estatua
rentes. Hay·una evidente potencia estática, de tamaño normal, hoy desaparecida. Los
no sólo por el tamaño de la obra y la soli- rasgos del rostro, los detalles del cabello y
dez del asiento. Los detalles del rostro re- la barba, groseramente esculpidos en opi-
cuerpan lo mejor de la escultura de la épo- nión de P. Ami et, no ocultan el inconfundi-
ca parta. ble estilo de una época, sacado de la piedra
mediante una técnica de incisión.

63. El rey Sanatruq 11


Mármol, 2,20 m de altura. Epoca parta, Ha-
tra, Templo IX, siglos 1-11 d. C. Iraq Museum,
Bagdad.

Quizá se trate de la mejor escultura real


del taller que surtía al palacio de Hatra. El ar-
tista demuestra un buen manejo de las
herrami.entas del oficio, con inclusión del ta-
ladro. El detalle de la reproducción de los
bordados del traje y los pantalones del rey
"-círculos secantes, como en los estucos del
lejano palacio de ·Küh-i Kkwaya-, el cintu-
rón-de orfebrería y el esfuerzo por individua-
lizar un retrato, pese a la irreal espiritualiza-
ción alargada del rostro y la figura, otorgan
al personaje la solemnidad buscada.

65. Panel decorativo


Estuco. Epoca parta, Palacio de la isla deÍ
lago Hiimün, siglo 1d. C. Küh-i Khwaya, Irán.

Las fa chadas de algunos palados, como


los de Assur y Küh-i Khawaya por ejemplo,
estuvieron decorados con paneles _de estu-
co de gran belleza· que, como sugiere R.
Ghirshman, consiguen efectos de .bordado.
Los paneJes de este remoto palacio del Sis~
tán iranio incorporan temas decorativos muy
típicos en el arte de la ornamentación:
154 meandros cruzados -que semejan esvásti-
cas-, merlones de tipo oriental y aros se- 66. Rostro varonil
cantes. Al jugar con la luz y la sombra, la im-
presión visual es sorprendente. Pintura al fresco (destruido). Epoca parta,
Palacio de la isla del lago Hamün, siglo 1
d. C. Kuh-i Khwaya, Irán.

Destruidos hace tiempo, los frescos de


Küh-i Khwaya son conocidos hoy gracias a
la publicación que E. Herzfeld dejara sobre
los estudios que allí realizó. La concepción
de este retrato masculino es oriental, con su
cabeza de perfil ·y el torso de frente. La téc-
nica de representación era también muy an-
tigua. Se iniciaba con un neto silueteado en
negro, tras lo cual se prodigaba el color. Los
toques en negro se encargaban después de
resaltar los detalles.

67. Palacio de Firüzabad Firüzabad es el primer edificio importante


de la arquitectura sasánida. Las cúpulas y las
bóvedas de medio cañón, los revestimientos
Mampost~ría y estucos. 104 m de largo x 55 de estuco, las molduras de tradición aque-
de ancho. Epoca sasánida, siglo 111 d. C. ménida en el interior y la división planimé-
Firüzabüd, Irán. trica en dos áreas funcionalmente separa-
das, son los rasgos más destacados de este
Con ciertas influencias de la arquitectura palacio. En su planta se recogen ya los pos-
parta, patentes en la solución dada a la fa- teriores desarrollos de la arquitectura sasáni-
chada con su iwan central, el palacio de da. ·

155
X Fachada del Palacio de Ctesifonte las ruinas másv impresionantes legadas por
la antigüedad. Sapür lo construyó según mo-
delo parto en fachada y planta para el ala
Ladrillo y estucos. 28,40 m altura de la bó- del iwan, pero el desarrollo colosal de sus
veda, 25,5 m de ancho y 49,75 m de profun- proporciones, la decoración estucada hoy
didad en el iwan. Epoca sasánida, siglo 111 perdida y la dotación mobiliaria interior res-
d. C. Ctesifonte, Iraq. pondieron al gusto y a las capacidades pro-
pias de la nueva época. Según parece, justo
Probablemente sea éste el edificio emble- enfrente se levantaba otro iwan semejante,
mático de la arquitectura sasánida, y una de del que quedan apenas algunos indicios.

69. Investidura de Ardasir 1 ferida por Ahura Mazda. Ambos protagonis-


tas, el dios y el rey, forman aquí un conjun-
to heráldico en las mejores tradiciones del
Piedra. 4,20 x 6,65 m. Epoca sasánida, si- arte oriental antiguo. La talla de altorrelieve
glo 111 d. C. Naqs-i Rustam, Irán. proporciona volúmenes y masas hasta en-
tonces desconocidos. Bajo los cascos del
Los temas de investidura eran asunto obli- caballo del rey, el artista situó el cadáver de
gado en los relieves reales. Se trataba de Artabano, el rey parto derrotado. Bajo los del
confirmar el valor divino de la realeza, con- dios, Arimán.

70. Combate de Hurmazd 11


Piedra. 7 x 3,50 m. Epoca sasánida, co-
. mienzos del siglo w- d. C. Naqs-i Rustam,
Irán.

Las escenas sasánidas· de combates a ca-


ballo derivan de la iconografía arsácida. Des-
de Ardasir, el tema fue muy estimado, culti-
vándolo varios monarcas. Según R. Ghirsh-
man, el relieve d~ Hurmazd 11 se aleja ya un
poco de la realidad. Su caballo galopa como
si volara, el traje del rey, su acompañante y
el enemigo desmontado carece casi de de-
talle alguno, pero el ·modelado resulta toda-
156 vía vigoroso. ·
71. Escultura de Sapür
Piedra. 8 m de altura. Epoca sasánida, siglo
m d. C. Gruta de Mudan, Bffopür, Irán.
En un lugar cercano a Bisapür y dentro de
unav cueva, se encontró esta estatua colosal sultado. Pero de todos modos, la obra resul-
de Sapür, tallada en un pilar natural. El artis- ta algo fría y distante, tal vez como corres-
ta quiso resaltar los músculos y los vestidos pondería representar al gran rey en lo que
del rey, y de hecho consiguió un cierto re- pudo haber sido su última morada.

72. Triunfo de Sapür I de Valeriano, mientras los cascos de su ca-


ballo pisotean el cuerpo de Gordiano 111. De-
lante, Filipo el Arabe de rodillas y dos digna-
Piedra. 4,60 x 12,40. Epoca sasánida, siglo 11 tarios persas. Un genio infantil le trae la co-
d. C. Bfsapür, Irán. rona. A los lados, dos y cinco registros con
guerreros y nobles a caballo y a pie. Las ro-
Es uno de los más curiosos relieves de la pas y los cuerpos, en general, son mucho
serie mandada tallar por Sapür l. En el cen- más realistas. El caballo del rey es una obra
tro, el rey a caballo sujeta la mano derecha maestra del modelado.
73. Decoración mural en Berlín recoge uno de los motivos típicos
de la ornamentación del período: el fruto de
la granada. Cierto que, como dice K. Erd-
Estuco. 80 x 143 cm. Epoca Sasánida, Niza- mann, se trata de un elemento barato, lige-
mábad. Siglos 111-IV d. C. lslamisches Mu- ro y fácil de trabajar, pero en absoluto irre-
seum, Berlín, Alemania. levante. Como él mismo añade, debemos a
los sasánidas la potenciación de todas las
La calidad de los estucos sasánidas es posibilidades de este hermoso elemento or-
proverbial. Este gran fragmento conservado namental.

74. Iwan y relieves torias. Dentro, un rey es investido por Ahura


Mazda y Anahita. Debajo, una sorprendente
Piedra. 8 x 5;40 m. Epoca sasánida, siglos estatua ecuestre de un rey que va totalmen-
V-VI d. C. Taq-i Bastan, Irán. te armado. El escultor presta un cuidadoso
detalle a la armadura de malla, el· casco y
Los relieves situados al fondo del iwan de los arneses.
Taq-i Bostan se atribuyen a reyes distintos,
desde Peroz a Khusrau 11. En cualquier caso
es una obra tardía donde la influencia clási-
ca se manifiesta en las pilastras y las dos vic- ~5. Plato decorado

158
Plata,. 28,5 cm de diámetro y 6 de, altura.
Epoca .sasánida, siglo'. IV d. ·C. Museo Arqueo-
lógico, Teherán.

Dice R. Ghirshman al comentar esta pieza


realizada en plata, con trabajo de incisión y
cincelado, que la caza victoriosa de la fiera
. era un privilegio real. Un rey dispara al esti-
lo parto contra un león. Su caballo salta so-
bre otro ya abatid() y agoni.zante. El tema,
que se repite con frecuencia en la ornamen-
tación de estas obras, es de notable viveza.
El traje del monarca, la postura de sus pier-
nas y el movimiento del caballo recuerdan
la iconografía de los relieves en piedra.

76. Cabeza fantástica


Plata dorada. 60 cm largo. Epoca sasánida,
siglo v d. C. Museo del Ermitage, Leningrado.

El Asia Central soviética ha proporcionado 78. Fragmento de tejido


una gran cantidad de piezas de orfebrería
sasánida. Esta cabeza extraña, probable- Seda. Círculo: 37 cm de diámetro. Epoca sa-
mente de Sinmurg, es uno de los trabajos sánida. Siglos v1-v11 d. C. Museo de Artes De-
más curiosos de los artesanos de la época. corativas, París.
Su destino se nos escapa. No se trataba de
un rhyton; acaso fuera parte de un grupo or- Como en otras artes, los maestros tejedo-
namental. res sasánidas incorporaron a sus creaciones
una iconografía en parte mítica. Este animal
fantástico con cabeza de perro y alas, que
aparece aquí dentro de un círculo, es el
tema dominante en este finísimo tejido. Dice

77. Jarro
Plata. 18,5 cm altura~ Epoca sasanida, siglos
v-v1 d. C. Museo Británico, Londres.
Junto con los platos decorados con esce-
nas de caza, las jarras de plata con una ico-
nografía intrascendente merecieron el inte-
rés de la nobleza sasánida. La vid aparece
con frecuencia en la ornamentación. Puede
que su reiteración signifique algo más que
un tema agradable. 159
A. Godard que en Taq-i Bostam, el monarca sibles del rostro y la corona; una clara leyen-
esculpido lleva un traje decorado con el mis- da en pahlevi sasánida y una giáfila de fac-
mo tema. La imagen salvaje de la fiera está tura excelente.
perfectamente integrada en los tonos verdes
y amarillos del tejido.

79. Moneda

Oro. 27 mm de diámetro. Epoca sasánida,


reinado de Sapür 11, (309-379). Museo Britá-
nico, Londres.

Las acuñaciones de los primeros siglos del


Imperio sasánida destacan por su calidad y
por la belleza del trabajo. En esta moneda
, áurea de Sapür se reúnen los mejores ele-
mentos: un tipo con la imagen del rey en
cuidadoso dibujo, con todos los detalles po-

eligió ésta, cuyas capas marrón oscuro, blan-


80. Camafeo de Sapür 1 y Valeriano quecino y rojizo, talló cuidadosamente. Aun-
que la técnica y el gusto por los camafeos
Sardónice. ,10,3 cm de diámetro mayor. Epo- es grecorromana, los tipos de los reyes, con
ca sasánida, siglo IV d. C. Biblioteca Nacio- sus torsos de frente y pies caídos, o el galo-
nal, París. pe irreal de los caballos, resulta propiamen-
te iranio o, al menos, adaptado al gusto ira-
La sardónice es ún ágata que se presta es- nio. R. Ghirshman ve aquí la mano de un ar-
pecialmente al arte del camafeo. El artista tesano sasánida.

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Cronología

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