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ENSAYOS
DE DERECHO
CONSTITUCIONAL
ENSAYOS
DE DERECHO 1
CONSTITUCIONAL
CONTENIDO
I
EL UNIVERSITARIO
II
EL JURISTA
III
EL MAGISTRADO
Palabras Preliminares
Presentación
Hemos querido estructurar este libro en tres partes que nos permiten
ver tres facetas que ilustran no sólo su producción intelectual sino la
vida de Humberto J. La Roche, el Universitario, el Científico del Dere-
cho, y el Magistrado comprometido con la justicia y con una visión pro-
gresiva del Derecho.
Este trabajo, sin duda, une la serenidad del jurista que examina el estatuto
jurídico (legal como en aquel entonces o constitucional, desiderátum rea-
lizado por el artículo 109 de la Constitución de 1999), con la pasión de un
universitario integral cuando analiza los contratiempos a los cuales la uni-
versidad y su autonomía han sido sometidos a lo largo de la vida republi-
cana, y a ese compromiso universitario rendimos homenaje.
II
III
I
EL UNIVERSITARIO
2 HUMBERTO J. LA ROCHE.
I
EL UNIVERSITARIO
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 3
SUMARIO:
1
FEBRES CORDERO: Autonomía Universitaria, Caracas, 1959, p. 18
4 HUMBERTO J. LA ROCHE.
2
Ver SÁNCHEZ VIAMONTE, Carlos: Autonomía Universitaria, en la obra Universidad,
educación y laicismo, Buenos Aires, 1968, pp. 183a 189. Este autor distingue los conceptos
de soberanía, lo cual no admite ningún otro poder que le sea superior, igual o concurrente,
autonomía institucional, como derecho similar al de un municipio, pero aplicado al terreno
universitario, autonomía política, para prohibir la intervención del Estado, y autarquía, apli-
cada a lo económico y financiero.
3
VANOSSI, Jorge Reinaldo: La Universidad y sus Problemas, Buenos Aires, 1976, p. 30.
6 HUMBERTO J. LA ROCHE.
4
ATCON, Rudolph P.: La Universidad en Latinoamérica, Publicación de la Revista Eco
mayo-julio, Nos. 37-39, Tomo VII 1-3, Bogotá, 1963, pp. 66 y 67.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 7
5
Ver Dictamen CJ. 286 del 11 de noviembre de 1970 en la colección Dictámenes de la
Consultoría Jurídica de la Contraloría General de la República, 1969-1976. Tomo IV, p. 61.
6
Ver, por ejemplo, el Informe de 1977 consignado por la Contraloría General de la República
ante el Congreso Nacional, el 15 de mayo de 1978, p. 612 y ss.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 11
Existió la censura
7
ILEAL, Ildefonso: Historia de la Universidad de Caracas, 1721-1827. Caracas 1963, p. 71 y ss.
8
SPINETTI DINI, Luis: Documentos para la Historia de la Universidad de los Andes, 1950,
p. 44 y ALBORNOZ BERTI, Roberto: La Historia de los Andes en la Cultura Nacional,
Mérida, 1958, p. 51.
9
Ver ÚSLAR PIETRI, Arturo: La Universidad y el País, Caracas 1962, p. 22.
14 HUMBERTO J. LA ROCHE.
10
CIRIA, Alberto y SANGUINETTI, Horacio: Universidad y Estudiantes, Buenos Aires,
Ed. Depalma, 1962, pp. 96 y 97.
16 HUMBERTO J. LA ROCHE.
11
CUENCA, Humberto: La Universidad Revolucionaria, Caracas, 1964, p. 65.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 17
12
La Comisión estuvo integrada por los siguientes universitarios: Doctores Rafael Pizani,
Eugenio Medina, Francisco Montbrum, García Arocha, Eduardo Calcaño y el bachiller Ale-
jandro Osorio.
13
Ver todo lo referente a la reapertura de esta Universidad en la Revista Universidad del
Zulia, 1947, pp. 3 a 65.
20 HUMBERTO J. LA ROCHE.
14
FEBRES CORDERO, Foción: Ob cit. p. 42.
15
Este informe fue publicado en un diario de la ciudad de Caracas con carácter anónimo, pero
posteriormente el doctor José Izquierdo se atribuyó la responsabilidad de su autoría.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 21
El escrito del doctor José Izquierdo fue repudiado par el Consejo Uni-
versitario de la Universidad Central de Venezuela el 30 de marzo de
1951, ordenándose una refutación pormenorizada a los conceptos emiti-
dos por el nombrado profesor de la Cátedra de Anatomía.
16
Las nuevas autoridades universitarias, doctor Eloy Dávila Celis, Rector; Dr. Luis Eduardo
Arocha, Vicerrector, y doctor Emilio Spósito Jiménez, Secretario, desempeñaban iguales
cargos en la Universidad de los Andes, con excepción del Secretario.
24 HUMBERTO J. LA ROCHE.
17
Como es lógico suponer, este documento no se reprodujo en la prensa por circunstancias
derivadas del régimen de censura imperante, pero tuvo intensa divulgación clandestina. Todos
los documentos referentes a esta interesante etapa en la lucha por la autonomía universitaria
están incluidos como Apéndice Informativo en el valioso libro Autonomía Universitaria,
citado.
26 HUMBERTO J. LA ROCHE.
18
El Consejo de Reforma estaba integrado por los doctores Julio García Álvarez, Héctor
Parra Márquez, Emilio Spósito Jiménez, Pedro Arismendi Lainet y Horacio Soriano Rutman.
19
Ver FEBRES CORDERO, Dr. Foción: Ob. cit. p. 95.
20
Debe observarse que conforme al Art. 2º del Decreto 321, el Consejo de Reforma sustituyó
al Consejo Universitario, a los Designados Ejecutivos, a las Asambleas y Consejos de las
Facultades, a los Decanos y Directores de Escuela y asumió las funciones señaladas en el
Estatuto Orgánico de las Universidades Nacionales, a los organismos y funcionarios enume-
rados en el texto de dichos Estatutos.
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No fue, a duras penas, sino hasta julio de 1952 como pudo reabrirse la
Universidad. 146 profesores firmantes de la Carta Magna fueron desti-
tuidos y 137 alumnos expulsados de las aulas. La suerte estaba echada.
Se cerraba así un ciclo triste, pero al mismo tiempo enaltecedor en los
anales de la Universidad venezolana.
a) Se suprimió el cogobierno.
21
Por expresas instrucciones del Poder Ejecutivo, las Universidades venezolanas se separa-
ron de dichas Asociaciones, que criticaban la violación de la autonomía.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 29
4. RESTITUCIÓN DE LA AUTONOMÍA
22
La Comisi6n Universitaria estuvo integrada por los siguientes miembros: Doctor Francisco
De Venanzi, Presidente; doctor Rafael Pizani, Vicepresidente; doctor Ismael Puerta Flores,
Secretario. Los vocales fueron: Doctor Rubén Coronil, doctor Raúl García Arocha, doctor
Armando Vega, doctor J.L. Salcedo, doctor Jesús M. Blanco, doctor Marcelo González
Molina, doctor Héctor Hernández Carabaño, doctor Francisco Urbina, doctor Ernesto Mayz
Vallenilla y bachiller Edmundo Chirinos.
23
El autor de este trabajo actuó como Representante de La Universidad del Zulia en delibe-
raciones de la Comisión Universitaria sobre materias de interés y extrema delicadeza para la
marcha de las Universidades.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 31
f) Libertad de cátedra.
5. EL DECRETO-LEY DE 1958
24
PÉREZ GUEVARA J.: La Creación de Nuevas Cátedras en Documentos sobre la Refor-
ma Universitaria, Caracas, 1970, pp. 226 a 228.
25
Esta Universidad había sido fundada el 15 de noviembre de 1892, pero luego fue clausurada
por el régimen de Cipriano Castro.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 33
6. LA RENOVACIÓN ACADÉMICA
26
La llamada Revolución de Mayo tuvo como antecedente histórico la Revolución Cultural
China y como base doctrinaria los escritos de Jean Paul Sartre, Marcuse y otros, quienes
sembraron la simiente para el despertar de esas ideas.
34 HUMBERTO J. LA ROCHE.
Las ideas expuestas en este documento que aspira a echar las bases de
la renovación académica, pueden resumirse así:
27
Ver ALBORNOZ, Orlando: Acerca de la Universidad y otros Asuntos, Los Ideólogos de
la Renovación Universitaria, artículo publicado en la Revista Semana el 17 de Abril de 1969,
Caracas, 1970, p. 15.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 35
28
SILVA MICHELENA y SONNIAG: Proposición para una Revolución Universitaria,
Caracas, 1969, Cit., por ALBORNOZ, Orlando.
29
Conviene observar que desde el mes de agosto de 1968, la Facultad de Ciencias Económicas
y Sociales de la Universidad Central de Venezuela propició una serie de cambios sustanciales
tendentes a vertebrar la estructura “Nueva” instituyendo un ciclo básico y modificaciones
medulares en los pensa de estudios de las diferentes Escuelas. Dichas bases fueron publicadas
en el diario de Caracas El Nacional, con fecha 11 de julio de 1968, p. D-12.
36 HUMBERTO J. LA ROCHE.
30
El Consejo Universitario de la Universidad de los Andes publicó (Ver el diario de Caracas,
El Universal, del 29 de abril de 1969) un extenso comunicado en cuyo texto se expresan
algunas consideraciones sobre la renovación académica en ese Centro de Cultura. Se sostiene
en dicho Comunicado que las universidades venezolanas son instituciones anacrónicas, como
aquellas existentes en todos los países en los cuales la ciencia y tecnología han impuesto otros
deberes a los institutos de educación superior. Se considera que las ideas directrices en
materia de renovación académica competen en primer término a los Consejos de Facultades
y en última instancia a ese Consejo Universitario. Se rechazan las “tomas”, pero se expresa
que es necesario establecer una Universidad cuestionadora de la sociedad que la sufraga”.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 37
31
Ver el trabajo presentado por el autor en el Coloquio de la ciudad de México sobre Legisla-
ción Universitaria Estructura de la Universidad y publicado por la UNAM, en 1978.
40 HUMBERTO J. LA ROCHE.
32
Ver las intervenciones de los doctores J.J. Bianco y Raúl García Arocha ante la Comisión
especial para la redacción del Proyecto de Ley de Reforma Parcial a la Ley de Universidades
en Documentos sobre la Reforma Universitaria. Caracas. 1970. pp. 143 y ss.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 41
II
EL JURISTA
44 HUMBERTO J. LA ROCHE
II
EL JURISTA
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 45
Interpretación y Aplicación
de la Constitución
SUMARIO:
1. La interpretación constitucional.
2. Hermenéutica constitucional.
3. Razonamiento e interpretación constitucional: 3.1 Esquema
comparativo entre el sistema del caso y el razonamiento directo
sobre la Constitución.3.2 Aplicabilidad, aplicación e
interpretación de la norma constitucional. 3.3 Vigencia de la
constitución.3.4 Vacatio Constitutionis. 3.5 Interpretación,
integración y construcción constitucional.
El Derecho como tal se estructura para regir la convivencia social. De
ello se deriva que muchas situaciones planteadas en la realidad, en la
concreta vivencia humana, tengan que ser consideradas en el ámbito
jurídico.
En lo que concierne al Derecho Constitucional, la persona que aplica el
Derecho, o el Juez que dicta el fallo, lo hace con base a la Constitución,
que es un texto normativo de carácter fundamental, abstracto y general.
46 HUMBERTO J. LA ROCHE
El juez que la trae a un caso concreto dicta para ello una norma indivi-
dualizada: la sentencia. En la sentencia plasma el resultado de esa labor
y constituye la nota definitoria de lo que se conoce con el nombre de
Jurisprudencia.
En general, se habla de la interpretación de la Constitución. Este con-
cepto, que algunos consideran equivocado, es supervivencia de un ra-
cionalismo, aferrado a la idea de considerar al derecho como incrustado
en la ley, como hispotasiado al texto legal, de suerte que lo único a inter-
pretar sería la Constitución. En realidad, lo que se debe interpretar es el
Derecho Constitucional, integrado por una normativa mucho más amplia
que la propia Constitución. Por ejemplo, cuando se trata de los Regla-
mentos Internos de las Cámaras y se quiere descubrir el sentido y signi-
ficado de sus preceptos, no se interpreta a la Constitución sino al Derecho
Constitucional.1
Es la disciplina científica cuyo objeto consiste en estudiar y sistematizar los
principios y métodos interpretativos en materia constitucional. No es lo mis-
mo hermenéutica constitucional que interpretación constitucional. La inter-
pretación consiste en aplicar la hermenéutica. Ésta descubre y fija los
principios que rigen a aquélla. La hermenéutica es la teoría científica del
arte de interpretar. La interpretación es una técnica, un arte, la hermenéuti-
ca es una ciencia. Para interpretar se requiere habilidad. La hermenéutica
es un conocimiento más o menos profundo de la materia a considerar.2
1
Según dice Couture “interpretar la Constitución no es interpretar el Derecho constitucional.
El Derecho Constitucional es el todo del objeto interpretado. La Constitución es sólo una
parte. La Constitución se interpreta extrayendo su sentido, porque interpretar no es sino
desentrañar un significado más o menos oculto. Pero ello supone la consideración de todo el
Derecho Constitucional: la norma constitucional, los procesos históricos formativos del
Derecho Constitucional en su plenitud, la costumbre, la autoridad de los fallos judiciales,
etc”. (Ver Rev. De la Esc. Nac. De Jur., México, julio-sept. 1949, p. 95 y ss.).
2
Es conveniente destacar que la serie de problemas que plantea la interpretación, han origina-
do la necesidad de elaborar la llamada Teoría General de la Interpretación, que excede los
límites de este estudio. Tales problemas pueden compendiarse así, estudio de la actividad del
intérprete en cuanto tal, métodos de interpretación, doctrinas que se discuten, la supremacía
para dilucidar las lagunas de la ley, etc.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 47
Vista la distinción entre los dos conceptos anteriores, conviene ahondar
un poco en la llamada interpretación constitucional.3
a) En primer término, interpretar consiste en dotar de cierto significado, a
través del lenguaje, a las cosas, signos, fórmulas o acontecimientos. Es
decir, determinar o asignar el sentido a ciertos hechos, símbolos o pala-
bras. Como dice Tamayo y Salmoran: “el intérprete es una especie de
mediador que comunica a los demás (generalmente en lenguaje común),
el significado que se atribuye a ciertas cosas, signos o acontecimientos”.
Y agrega: “el intérprete pone en conocimiento de los demás (aunque no
necesariamente) el sentido que corresponde a determinados objetos”.4
b) Cuando se interpreta una norma en general, se busca el sentido y al-
cance de la misma. Buscar su sentido significa indagar la finalidad que se
persigue. Por ejemplo, la institución de “Amparo” en Argentina fue pro-
3
En Venezuela, el problema de la interpretación constitucional no ha alcanzado la difusión
obtenida en otros países. En ese orden de ideas, existe una bibliografía muy abundante sobre
el tema, referido fundamentalmente a otros pueblos. Dentro de la misma pueden mencionarse
lo siguientes libros y estudios: LINARES, Juan Francisco: Control de Constitucionalidad
mediante interpretación, en Jurisprudencia Argentina, Buenos Aires, 18 de abril de 1961, pp
1-3; ROMERO, CÉSAR Enrique: La Corte Suprema y la interpretación constitucional, en La
Ley, Buenos Aires, 22 de junio de 1963, pp. 1-5; GONZÁLEZ FLORES, Enrique: La
Interpretación de la Constitución, en Lecturas Jurídicas, Número 2, Chihuahua, julio-sep-
tiembre de 1962, pp 35-42; FIX ZAMUDIO, Héctor: Algunos aspectos de la interpretación
constitucional en el ordenamiento mexicano, en el volumen colectivo Comunicaciones
Mexicanas al VIII Congreso Internacional de Derecho Comparado, México, 1971 pp. 271-
309; CARPIZO, Jorge: La interpretación en México, en Boletín Mexicano de Derecho Com-
parado, Nº. 12, Sept.-Dic. de 1971, pp. 381-420; OLIVEIRA BRACHO, José Alfredo de:
Hermenéutica Constitucional en Revista de Información Legislativa, Senado Federal, Brasi-
lia, enero-marzo de 1977; CARBONE, Carmelo: La Consuetudine en el Diritto Costituzionale,
Cedam, Casa Editrici, Padua, 1948; BATAGLIANI, Ernesto: L’Art. 27 della Costituzione e
l’Art. 57, Nº 1 del Codice Penale; FLAMINIO Francchini: Effficacia delle Norme Costituzionale,
en Archivo Penale, maio-junho de 1950; DA SILVA, José Alfonso: Aplicabilidade ddas
Normas Constitucionais, 2ª. Edicao, Revista e atualizada; CARPIZO Jorge, FIX ZAMUDIO,
Héctor: Algunas Reflexiones sobre la interpretación constitucional en el ordenamiento mexi-
cano, en La Interpretación constitucional, México, 1975; LEVI, Edward h.: An introduction
to legal rasoning, Chicago, 1970; QUIROGA LAVIÉ, Humberto, Sobre la interpretación
constitucional, en la interpretación constitucional, UNAM, México, 1975.
4
TAMAYO y SALMORÁN, Rolando: Algunas consideraciones sobre la interpretación
jurídica en La interpretación constitucional , p. 125.
48 HUMBERTO J. LA ROCHE
ducto de la jurisprudencia sentada por la Corte Suprema de Justicia de
ese país, en el célebre caso Ángel S. Siri, el 27 de diciembre de 1957.5
c) Establecer su alcance quiere decir precisar la extensión de esa fina-
lidad o sentido, ya que en el texto o proyecto de que se trate puede
perseguirse una misma o análoga finalidad, aunque con distinto alcance.
d) La interpretación constitucional es impretermitible. Para comprobar
este aserto bastaría con reflexionar si las expresiones de una ley pueden
llegar a ser equívocas o confusas; o bien, puede haber una contradicción
entre el espíritu de la ley y el texto escrito. Ello exige la interpretación
apropiada, a los efectos de medir su extensión exacta y precisar su efi-
ciencia en cuanto a las relaciones jurídicas. En una palabra, la necesi-
dad de interpretar se refiere, no sólo a la norma constitucional que se
presenta clara y prístina, sino también, y con mayor razón a la que ado-
lece de oscuridad y ambigüedad en su texto, es decir, la que no es sufi-
cientemente expedita.
5
Ver LAZZARINI, José Luis: El Juicio de Amparo, Buenos Aires, 1967, p. 25 y ss.,
ESCOVAR SALOM, Ramón: El Amparo en Venezuela, p. 38 y ss.
6
CARPIZO, Jorge: La Interpretación Constitucional en México, en La interpretación
Constitucion, p. 67.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 49
ción es de mayor jerarquía y priva sobre la legislación. Es evidente que
de las citadas disposiciones surge una clara distinción entre la regla cons-
titucional y la norma que no lo es. De allí el carácter supremo del pre-
cepto inscrito en la Constitución rígida.
f) Sostienen algunos comentaristas la existencia de ciertos aspectos,
que en materia de interpretación constitucional revisten singular
importancia. Entre ellos cabe destacar los factores políticos, históricos,
sociales y económicos,7 así como también la “particular sensibilidad”8
que se requiere para lograr una interpretación correcta de la Constitu-
ción. La vida social, las angustias del hombre, sus necesidades, se intro-
ducen en el texto constitucional para imprimirle un contenido diferente
al instrumento legal ordinario.
Esta tesis, sustentada por innumerables autores ha sido combatida en el
plano doctrinario, de suerte que conforme a sus adversarios, si bien es
cierto que la Constitución es estructurada por el constituyente y la ley es
hecha por el legislador, lo cual no se discute, también es verdad que el
proceso interpretativo, tanto en uno como en otro caso, es el mismo.
Se trata de materiales jurídicos diferentes (la Constitución y la Ley),
pero la función es una: el proceso interpretativo. Dice Tamayo Salmo-
rán, refiriéndose a la tesis de la divergente interpretación constitucional,
en comparación con la interpretación legal, muy especialmente a Car-
melo Carbone y Linares Quintana, que tales significaciones no son jurí-
dico-operantes (es decir, no son derecho positivo, por cuanto no se ciñen
a las que el órgano respectivo da a la constitución que aplica. Las reglas
de interpretación constitucional que enumera Linares Quintana en su
7
CARBONE, Carmelo: L’Interpretazione Delle Norme Cosfituzionali, Padova, 1951, p. 80.
8
FIX ZAMUDIO, Héctor: Algunos aspectos de la interpretación constitucional en el orde-
namiento mexicano. Revista Jurídica Veracruzana, Xalapa, Nº. 4, Oct.-Dic. de 1970 , p. 9.
50 HUMBERTO J. LA ROCHE
A pesar de las críticas formuladas por Tamayo y Salmorán, quien sigue
en gran parte la Escuela Kelseniana de la ortodoxia metodológica11 no
compartimos la tesis orientada a aplicar a la Hermenéutica Constitucio-
9 Los autores que analizan la problemática referente a esta materia, citan las llamadas reglas
de interpretación constitucional que el jurista argentino estampa en su obra arriba menciona-
da. Dichas reglas serían las siguientes: 1) Debe privar en la interpretación el carácter finalista
en su texto, el cual consiste en garantizar la libertad y dignidad humanas; 2) Tiene que ser
interpretada con criterio amplio, liberal y práctico; 3) Las palabras del texto constitucional
deben ser interpretadas en su sentido general y común, a menos que sea claro que el creador
de la norma se refirió a un significado técnico-legal; 4) Debe ser interpretada como un conjun-
to armónico y sistematizado; 5) Debe considerarse dentro del contexto interpretativo el
conjunto de situaciones sociales, económicas y políticas que existen en el momento de reali-
zarse la interpretación; 6) Todo lo que se refiere a excepciones y privilegios debe ser interpre-
tado con criterio restrictivo, y 7) Los actos públicos deben presumirse constitucionales, en el
caso de que mediante la interpretación puedan ser armonizados con la ley fundamental. (Ver
LINARES QUINTANA. Tratado de la Ciencia del Derecho Constitucional, p. 469, Tomo II,
Buenos Aires, 1953).
10
TAMAYO Y SALMORÁN, ibídem, p. 153.
11
Conforme a la doctrina tradicional y racionalista, se afirma que de la interpretación surge
una única solución legal, producida por acto racional de entendimiento. Kelsen considera que
son varias las posibilidades que se dan dentro del marco de la norma a aplicar. Al efecto dice
ese autor: “En todos estos casos, la norma a ejecutarse constituye, sólo un marco dentro del cual
se dan varias posibilidades de ejecución por lo que regularmente todo acto jurídico se mantiene
dentro de ese marco, llenándole en algún sentido posible. Por interpretación se entiende la
verificación del marco que representa la norma a interpretarse y, por tanto, el conocimiento de
las posibilidades varias que están dadas dentro del mismo. En consecuencia, agrega Kelsen, la
interpretación de una ley no tiene que conducir necesariamente a una decisión única como la sola
correcta, sino posiblemente a varias decisiones que son toda –en cuanto sólo esto se ajusta a la
norma a aplicarse– del mismo valor, lucen que sólo una de ellas llega a ser derecho positivo en el
acto de la sentencia judicial . Todos los métodos interpretativos hasta ahora desenvueltos sólo
conducen a un resultado posible, pero nunca al único resultado justo” (Citado por VANOSSI,
Reinaldo: Teoría Constitucional, Tomo lI, Buenos Aires, 1977, p. 478).
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 51
nal esos viejos esquemas. Coincidimos en parte con Carpizo, quien si-
guiendo los cánones de las modernas corrientes en materia de ciencia
constitucional, sostiene lo siguiente: “La realidad, la vida social, las ne-
cesidades y las aspiraciones de los hombres, se introducen al derecho
constitucional que tiene, por su propia naturaleza, un fuerte contenido
político, histórico y económico”.12 En ese orden de motivos, no negamos
la importancia de esos factores, pero creemos que ellos no pueden sub-
sumir el elemento jurídico.
g) La Corte Suprema de Justicia de Venezuela ha reiterado en diversas
ocasiones, y en forma inequívoca, el valor de los Trabajos Preparato-
rios, la Exposición de Motivos que debe anteceder la discusión de todo
texto legal, las disposiciones parlamentarias, las discusiones parlamen-
tarias, etc. En fallo reciente de fecha 19 de febrero de 1981, inserto en
el Nº 1 del Boletín de Jurisprudencia que se edita bajo la responsabilidad
del Alto Tribunal de la República,13 dicha Corte asentó lo siguiente: “La
hermenéutica jurídica ha señalado siempre la importancia de dos reglas
fundamentales para el logro de una interpretación racional de los textos
legales: la primera, tener en consideración la naturaleza de la materia
legislada y el propósito deseado por el legislador; y la segunda, no inter-
pretar aisladamente una norma, sino en concatenación con todo el siste-
ma jurídico de que forma parte”.
Estas dos reglas en materia interpretativa que el Supremo Sentenciador
del país ha señalado desde un punto de vista general, tienen también
importancia capital en lo que atañe a la labor de interpretación que se
cumple en materia constitucional.
12
CARPIZO, Ibídem, p. 68.
13
Corte Suprema de Justicia, 1981, Nº 1, p. 96.
52 HUMBERTO J. LA ROCHE
Por ejemplo, “es principio de derecho común que el mandatario sólo
puede hacer aquello que se halla expresa o implícitamente autorizado
por su mandato. Este principio es el mismo que sirve de base a la inter-
pretación de los poderes en el orden constitucional. Sólo a las personas
en derecho privado es aplicable el principio de que nadie puede ser obli-
gado a hacer lo que la ley no mande, ni privado de hacer lo que la ley no
prohíbe; pero a los poderes públicos no se les puede reconocer la facul-
tad de hacer lo que la Constitución no les prohíba expresamente, sin
invertir los papeles respectivos de mandante y mandatario, atribuirles
poderes ilimitados. Es de la esencia del sistema constitucional que
nos rige, la limitación de los poderes públicos a sus atribuciones y
facultades, deslindadas como consecuencia de la soberanía del
pueblo, pos su expreso consentimiento.
3. RAZONAMIENTO E INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL
Uno de los detalles más interesantes en materia de interpretación es el
que concierne al razonamiento, o sea, al conjunto de premisas y la con-
clusión que procede desde el punto de vista jurídico-constitucional para
determinar la correcta aplicación de la norma al caso contemplado.
Razonar es la clave de muchas cosas. De una parte, ello indica cómo se
debe mantener un proceso dentro del marco que la norma constitucional
deslinda entre los litigantes, y de la otra, nos muestra el papel decisivo
que le ha tocado jugar a las ideas comunes de la sociedad y las distincio-
nes hechas por los expertos en la modelación de la normativa que se
interpreta.
Doctrinariamente, se enfoca al razonamiento constitucional, como un
proceso en donde se contienen dos vertientes: a) la que concierne al
campo del caso (case law); y b) la interpretación directa de la Constitu-
ción. Es muy importante que los mecanismos orientados a conformar el
razonamiento jurídico-constitucional no queden ocultos o disimulados por
presunciones. La presunción consistiría en considerar todo el conjunto
normativo como un sistema de reglas ya conocidas y aplicadas por el
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 53
juez, lo cual, dentro de ciertas teorías ha sido considerado como funesto
y objeto de virulentos ataques.14
A lo anterior se agrega que las normas estampadas en la ley no son a
menudo suficientemente claras. Al efecto, existe un antiguo aforismo
romano que dice in claris non interpretatio, del cual tanto se ha llega-
do a abusar por los escritores y tratadistas de épocas anteriores. Dicho
adagio no tuvo en su origen ni puede revestir hoy otra significación que
la siguiente: cuando de las palabras del precepto que se examina, se
deduce de un modo evidente la voluntad del legislador, no debe admitir-
se, so pretexto de interpretar la norma, la indagación de un pensamiento
y de una voluntad diferentes. Si una regla no es clara antes de que ella
sea interpretada y aplicada, la sociedad tropezaría con innumerables
obstáculos. Cuando se habla de claridad se tiene un concepto relativo de
la misma: una ley que por sí es clara en su texto, puede ser ambigua y
oscura en cuanto al fin que se propone, y una ley que no origina en un
principio duda alguna, puede cuestionarse más tarde, por efecto del in-
cesante surgir de nuevas relaciones. Esas relaciones pueden provocar
incertidumbre para determinar si son o no regulables por la norma, hasta
entonces aplicada invariablemente. El razonamiento es un mecanismo
que acepta las diferencias de punto de vista y las ambigüedades de las
palabras. Él provee en favor de la comunidad, resolviendo tales ambi-
güedades y aportando lo elemental para la discusión de diversas políti-
cas en la brecha que la ambigüedad crea. Frente a serias controversias
se hace posible seguir la primera escala en la dirección tendente a pre-
cisar lo que estaría prohibido para determinados fines. En la segun-
da corriente se consideraría lo permitido para admitirlo como tal,
descartando lo que la ley prohíbe e interpretando restrictivamente el
precepto constitucional. Ese mecanismo es indispensable para bañar de
luz el proceso interpretativo.
14
Ver Law and the Moderm Mind, (1963), citado por Edward H. Levi, An Introduction to
legal reasoning, Chicago, 1948, p. 1.
54 HUMBERTO J. LA ROCHE
Conviene advertir entonces, que dicho proceso no se desenvuelve en
forma arbitraria. Es decir, según el capricho o el sentimiento particular
de quien sea llamado a interpretar la ley. Se desarrolla en forma discipli-
nada, razonada, de manera que el uso de los varios medios a que el
intérprete puede recurrir se encuentran regidos por una serie de princi-
pios cuya armónica coordinación corresponde a la teoría del razona-
miento constitucional.
1) El modelo básico cuando se trata de razonamiento sobre casos consiste
en considerar uno por uno. El proceso queda conformado por la doctrina del
precedente (Stare dicisis), en la cual una proposición descriptiva del caso
es hecha dentro de una regla de derecho y luego aplicada a una situación
similar. Las etapas son éstas: a) La similaridad es vista entre casos; b)
luego, la regla de Derecho inherente al primer caso se anuncia; e) en fin, la
regla de derecho se hace aplicable al segundo caso.
Este sistema rige en los Estados Unidos y se define en la siguiente for-
ma: “Una decisión deliberada y solemne de un tribunal o juez, dictada
luego de discusión, sobre un punto de Derecho planteado correctamente
en un caso, y necesario para su decisión, es una autoridad (is an autho-
rity) o precedente obligatorio en el mismo tribunal, o en otros tribunales
de igual o inferior rango, en casos subsiguientes, cuando el mismo punto
se vuelve a litigar; pero el grado de autoridad que corresponda a tal
precedente, depende necesariamente de su acuerdo con el espíritu de
los tiempos y del juicio de tribunales subsiguientes, respecto de su co-
rrección como una manifestación del derecho real o vigente y la com-
pulsión o exigencia de la doctrina, es en último análisis de orden moral o
intelectual, más que arbitraria e inflexible”.15
15
CUETO RUA, Julio. El Common Law, Buenos Aires, 157, p. 123
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 55
2) Pudiera decirse que el sistema de razonamiento del caso (case law)
es inductivo y la interpretación directa de la Constitución es deductiva.18
En el primer caso, se va de lo particular a lo general; en el otro, se va de
lo general a lo particular”. No obstante con el sistema del caso, los con-
ceptos pueden ser creados al margen de instancias particulares. No es
verdaderamente inductivo, pero su dirección se delinca en esa forma.
3) La interpretación directa de la ley aparece como un gran contraste al
sistema del caso. Las palabras están estampadas en la Constitución y
expresan la voluntad del constituyente. El constituyente es la Constitu-
ción hecha cuerpo. Se trabaja por deducción para aplicar la palabra (lo
que está inscrito en los cánones constitucionales) al caso específico que
se trata de dilucidar. La diferencia surge claramente cuando nos per-
suadimos de que el lenguaje utilizado en un texto constitucional no cons-
tituye caso concreto. En otros términos, el constituyente, al estructurar
la norma puede tener en mente un caso concreto, pero lo estatuye en
forma general. De suerte que la aplicación de la ley es originada por
palabras que el legislador emplea.
16
SÁNCHEZ ACOSTA, Luis: La función constitucional del Juez, discurso leído el día 3 de
abril de 1967, en su recepción pública como Académico de número, Madrid, 1967, p. 31. De
acuerdo con lo dicho por este autor, el precedente no constituye siempre una norma válida y
jurídica que obligue al juez. Se trata, más bien, de un principio moral y de un hábito intelectual
que se manifiesta en el ejercicio profesional de la judicatura.
17
En los Estados Unidos, existen varios casos que ilustran lo que llama Archibald Cox, Una
Corte reformista destruyendo precedentes establecidos. Refiriéndose al caso de desagregación
racial que hecha por tierra decisión Plessy vs Ferguson (163 U.S., 537 (1968) y que se conoce
como el caso Brown vs. Board of Education (347), U.S. 483 (1954). dice dicho autor que “la
regla de la desagregación no es Derecho sino el dictado de nueve hombres”. (Archibald Cox
The Rolo of the Supreme Court in American Government, Cambridge, 197, p. 109.
18
Ver Capítulo I.
56 HUMBERTO J. LA ROCHE
Como acertadamente ha sentenciado el Juez Reed en el caso United
States vs American Trucking Ass’n.19 “No existe evidencia más per-
suasiva del propósito de una ley que las palabras mediante las cuales el
legislador se orienta a expresar sus deseos. A menudo estas palabras
son suficientes para percibir el propósito del legislador”. Y agrega: “la
interpretación del significado de los textos jurídicos, como aplicado a las
controversias de Derecho es una función judicial. Tales deberes requie-
ren un cuerpo de jueces que construyan la significación contenida en el
texto legislado”. Las apreciaciones del Juez Reed son correctas, enten-
didas dentro del contexto del razonamiento judicial, pero tal como él lo
entiende, el proceso tiene sus riesgos, por cuanto los criterios sustenta-
dos por la judicatura pueden apartarse de los propósitos del legislador,
sin traducir lo que el constituyente quiso decir e influenciados quizás por
los propios puntos de vista de los jueces o por factores que no han sido
considerados por dicho cuerpo.
De allí que existan garantías constitucionales, como el derecho de ape-
lar, el cual se da, tanto en favor de la justicia como de la libertad indivi-
dual. Consiste en el recurso interpuesto ante el juez de la causa, por la
persona no conforme con la decisión judicial, para que el tribunal de la
segunda instancia (el superior) modifique o revoque la resolución contra
la cual el recurso se hace valer. Al respecto se dice que la apelación
debe resolverse tomando en cuenta los criterios de interpretación que
hemos considerado anteriormente, pero sobre todo, si hubiere duda en la
interpretación del texto constitucional, la duda debe resolverse por la
apelación de la libertad, pero nunca en contra del texto expreso. Inter-
pretación favorable a la libertad quiere decir que siendo en ese sentido,
la materia relativa a la libertad individual, no deben interpretarse restric-
tivamente los medios de que pueda hacerse uso para recobrarla, negan-
do al detenido la protección de los jueces del lugar en donde la detención
se ha ordenado. Ejemplo de esto es el caso del Hábeas Corpus, que es
una garantía de la libertad personal preceptuada en la Disposición Tran-
19
310 U.S. 534, 542 (1940).
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 57
sitoria Quinta de la Constitución venezolana, y cuya interpretación favo-
rable, al decir de Ambrosio Oropeza deriva del mismo texto de la Cons-
titución, “el cual al completar y formar con las puramente adjetivas un
solo cuerpo jurisprudencial, una totalidad inseparable destinada a garan-
tizar que no serán desconocidos arbitrariamente la libertad y la seguri-
dad de la persona humana.20 Esta es la doctrina de “la posición
preferida”, que la Corte Suprema de Justicia de Venezuela ha aplicado
en innumerables ocasiones.21
Las normas constitucionales son todas las reglas de Derecho que inte-
gran la Constitución rígida. Cuando se habla de “todas las reglas de
Derecho”, no queda excluido, corno se ha dicho, el reconocimiento de las
disposiciones de contenido constitucional, independientemente de que se
trate de costumbres, u otra prescripción de orden público constitucional.
Conocida la doctrina con arreglo a la cual la totalidad de las disposicio-
nes de una Constitución rígida tienen estructura y naturaleza jurídica,
conviene ahora precisar las condiciones de aplicabilidad. De allí que las
normas jurídicas, inclusive las constitucionales, sean sancionadas para
regir las relaciones sociales, las conductas humanas, en fin, para ser
aplicadas.
Aplicabilidad significa que existe una posibilidad de aplicación. La apli-
cación consiste en la actuación con respecto a la norma, para que en-
cuadre el caso concreto en la regla jurídica adecuada. Se somete, como
dice Da Silva, a las prescripciones de la ley una relación de vida real, y
se procura e indica el dispositivo adaptable a un hecho determinado.22
20
OROPEZA, Ambrosio: Derecho de Hábeas Corpus, en el Boletín de la Academia de
Ciencias Políticas y Sociales, Nov.-Dic. de 1963. Feb. 1964, Nº. 27, Caracas, p. 21
21
Ver, por ejemplo, Gaceta Forense, Nº 14, 2ª Etapa, p. 78.
22
Da SILVA, José Alfonso: Aplicabllid de das Normas Constitucionais, 2a. Edición, Sao
Paulo, 1982, p. 41.
58 HUMBERTO J. LA ROCHE
“En otras palabras, tiene por objeto descubrir los recursos destinados a
amparar jurídicamente un interés humano”.
La interpretación es una etapa anterior a la aplicación, para determinar,
como se ha dicho, el sentido y el alcance de la norma. “La norma jurídi-
ca abstracta, como dice Rotondi, debe ser aplicada al caso concreto, y
para ello, debe ser interpretada.23 La interpretación, consiguientemente,
se considerará como un momento esencial y un presupuesto indispensa-
ble en la aplicación de la normativa jurídica, porque lógicamente, no se
puede concebir aplicación de norma jurídica que no sea previamente
interpretada, si por interpretación se entiende el proceso lógico, median-
te el cual se señala y se pone en evidencia el sentido y alcance de la
disposición que se examina.
Desde el punto de vista sociológico, se puede decir que las normas cons-
titucionales son aplicables y eficaces, en la medida en que son efecti-
vamente observadas y cumplidas. En cambio desde el ángulo jurídico, la
aplicabilidad de las normas constitucionales (al igual que otras) requieren
precisar si están vigentes, si son legítimas, si tienen eficacia. Tales condi-
ciones revisten carácter sine qua non para determinar su aplicabilidad.
La regla inscrita en la Constitución está vigente desde el momento en
que adquiere su existencia jurídica con carácter obligatorio, o sea, que
es exigible a la luz del Derecho. La vigencia se puede considerar como
una forma específica de existencia de la norma jurídica. No puede iden-
tificarse la vigencia con la eficacia, ya que para que exista la ciencia es
necesario que la norma comience a regir. La vigencia es condición de
efectividad, de eficacia.
23
ROTONDI, Mario: Legge: Interpretación della, en Nuevo Digesto Italiano, Torino, 1938,
Tomo VII, p. 737.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 59
En la Teoría General del Derecho Constitucional se entiende por Vaca-
tio Constitutionis, el período que transcurre desde el momento de la
publicación de la Constitución sancionada por el órgano constituyente e
inserta en la Gaceta o publicación oficial, a su entrada en vigor. En otras
palabras, la Vacatio Constitutionis no es otra cosa que la vacatio legis
aplicada al orden constitucional de un Estado. Por ejemplo, la Constitu-
ción del Brasil de 1961 fue promulgada y publicada en Río de Janeiro, el
24 de enero de 1967, pero en el artículo 180 se determinó que entraría
en vigor el día 15 de marzo del mismo año. En el mismo sentido, la
vigente Constitución de dicho país se promulgó el día 17 de octubre de
1969 y entró en vigor el 30 de ese mes”.24
24
Como dice Da Silva, ambas constituciones rompen con una tradición centenaria dentro del
constitucionalismo brasilero, con arreglo a la cual la Constitución no entra en vigor sino en el
momento de su publicación. Ver DA SILVA, José Alfonso, Ob. cit. p. 43.
25
Ver el texto de la Disposición Transitoria XV en la Constitución Italiana, Les Constitutions
Européennes, París, 1951, p. 529.
26
Ver la Disposición Transitoria única en la Constitución de Mónaco, Les Constitutionss
Européennes, París 1951, p. 563.
60 HUMBERTO J. LA ROCHE
Como consecuencia de la Vacatio Constitutionis, toda ley que haya
sido estructurada en el período de Vacatio Constitutionis no tendrá
validez alguna, aun cuando haya sido promulgada, si no hay compatibili-
dad con la vigente Constitución, es decir, la anterior. En este caso, y
teóricamente hablando, lo correcto debe ser suspender la ejecutoriedad
de la misma, hasta tanto la nueva Constitución entre a regir. En otras
palabras, la vacatio legis queda tácita, aun cuando no se declare expre-
samente, cuando la promulgación de la ley ordinaria se ha hecho en una
Vacatio Constitutionis, y su efectividad será simultánea con la vigencia
de la constitución.
En Venezuela, y en esta materia, se conocen tres sistemas histórica-
mente realizados:
a) El sistema vigente en la actualidad, según el cual la Constitución en-
tra en vigencia a partir de la promulgación. Este sistema se estableció
en la Constitución de 1811 y de 1819, y se hizo aún más patente en la
Constitución de 1830, cuyo artículo 165 expresa: “La presente Constitu-
ción de 1830 será promulgada con su solemnidad y formalidades que
establece el decreto de 24 de septiembre de 1830, y se pondrá inmedia-
tamente en ejecución, quedando vigentes todas las leyes y decretos en
cuanto no se opongan a ella...”.27
27
Todas las citas de las diferentes constituciones que han regido en el país se originan en el
libro del profesor Luis Mariñas Otero Las Constituciones de Venezuela, Madrid, 1965.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 61
Estado...”. Este mismo sistema se reiteró en las constituciones poste-
riores. Por ejemplo, los textos de 1874 (Arts. 121 y 123), de 1881 (Arts.
119 y 120). La Constitución de 1891 eliminó el término de cuatro meses
de Vacatio Constitutionis, pero mantuvo la condición suspensiva de la
cual se ha hablado. En la Constitución de 1909 hay una disposición im-
portante de Vacatio Constitutionis, por la cual se abre un período pro-
visional desde la fecha de promulgación de la Constitución (5 de agosto
de 1909) hasta el 19 de abril de 1910, con el objeto de preparar “la
definitiva organización de la República, de manera que se comisiona
constitucionalmente al Presidente Provisional de Venezuela para dictar
todas las medidas, disposiciones, decretos y reglamentos que sean ne-
cesarios en la organización política y administrativa del país durante el
período provisional”, (Arts. 152 y 156).
c) Finalmente, a partir del Estatuto Provisional de 1914 se volvió al régi-
men de la promulgación y vigencia simultáneas (Art. 81). Así se ratificó
en los posteriores textos constitucionales.
Como se ha dicho, la Constitución que hoy rige en Venezuela consagra
el sistema de la vigencia inmediata del texto a partir de: su promulga-
ción.28 No obstante, es digna de mencionar una disposición que se con-
tiene en su articulado, consistente en establecer la Vacatio Legis con
carácter obligatorio para toda ley que establezca o modifique un
impuesto u otra contribución. Al efecto, el Art. 226 dice: “La ley que
establezca o modifique un impuesto u otra contribución, deberá fijar un
término previo a su aplicación.
Si no lo hiciera, no podrá aplicarse sino sesenta días después de haber
quedado promulgada”. Esta norma introducida por primera vez en la
Constitución de 1947, pudiera calificarse como de prudencia financiera,
28
Esta misma disposición fue ratificada en las posteriores constituciones de junio de 1922,
junio de 1925, mayo de 1928, mayo de 1929; julio de 1931. La redacción del Art. 131 de esa
Constitución es mucho más clara, al establecer que las enmiendas o reformas de la Constitu-
ción deben ser ratificadas por las Asambleas Legislativas de los Estados y la Constitución así
enmendada o reformada entrará en vigencia “el mismo día de su publicación en la Gaceta
Oficial de los Estados Unidos de Venezuela”. Así se ratificó en la Constitución de 1945 y en
el texto fundamental de 1953.
62 HUMBERTO J. LA ROCHE
con el objeto de evitar eventuales lesiones a derechos patrimoniales y
económicos, producto de una legislación fiscal precipitada.
Del análisis referente a dicha norma se desprende lo siguiente:
a) Se trata de un dispositivo constitucional, cuya jerarquía es evidente,
sobre cualesquiera otras reglas que pretendieren enervar el contenido
de este término.
b) El artículo tiene existencia jurídica, pero conlleva efectividad prorro-
gada ipso jure, es decir, al menos sesenta días después de la promulga-
ción de dicho tipo de leyes.
Finalmente, el texto constitucional, en el único aparte del Art. 226 esta-
blece que “la nombrada disposición no limita las facultades extraordina-
rias que se acuerden al Ejecutivo Nacional en los casos previstos por
esta Constitución”.
Es decir, que las excepciones obedecen a las llamadas leyes habilitantes
(Art. 190, ordinal 8º y suspensión de garantías constitucionales. Arts.
240, 241, 242 y 243).
29
TORRE, Abelardo: Introducción al Derecho. Buenos Aires, Quinta Edición, p. 371.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 63
En el Derecho angloamericano se distingue la interpretación de la cons-
trucción. La interpretación es el arte o procedimiento consistente en
descubrir y aplicar el significado atribuido al lenguaje usado; esto es, el
sentido que los autores quisieran que tuviera para los demás. La cons-
trucción es el arte o procedimiento de descubrir y explicar el sentido y la
intención de los autores de la norma, con respecto a su aplicación a un
caso dado, cuando dicha intención resulta dudosa, sea por razón de dis-
posiciones o criterios aparentemente contradictorios, o por razón de que
el caso no está explícitamente previsto en la norma.30
Modernamente se ha dispuesto la tesis según la cual, y como regla in-
conclusa, la administración requiere la existencia de la norma, aun
cuando excepcionalmente pudiera plantearse la necesidad de ejercer la
función jurisdiccional en ausencia de norma aplicable, pero siempre en
presencia del Derecho, conforme a lo que se ha llamado “la plenitud del
ordenamiento jurídico”.31
El decano Roscoe Pound, estudia la materia a la luz de lo que él denomi-
na “the legal and the non legal element in judicial administration” (el
elemento legal y el elemento no legal en la administración de justicia).
Al respecto dice que la administración de justicia, de acuerdo con la ley
tiene seis ventajas:
1) El Derecho hace posible predecir el curso que la administración debe
tomar; 2) El Derecho establece garantías contra errores o juicios indivi-
duales; 3) El Derecho es garantía contra criterios falsos o corruptos de
quienes quieren administrar justicia; 4) El Derecho provee al magistrado
de normas dentro de las cuales las ideas éticas de la comunidad están
formuladas; 5) El Derecho le da al magistrado el beneficio de toda la
experiencia de sus predecesores; 6) El Derecho previene todo sacrificio
de los intereses sociales e individuales.32
30
COSSIO, Carlos: La Plenitud del Ordenamiento Jurídico Buenos Aires, 1947, p. 218.
31
COSSIO, Carlos: Ob. cit., p. 218.
32
POUND, Rosco: Juytice According to Law, en Essays on Jurisprudence, New York, 1963, p. 230.
64 HUMBERTO J. LA ROCHE
Como se ve, los principios universales de certeza, igualdad y seguri-
dad jurídica quedan garantizados dentro de los beneficios anteriormente
citados.
En la misma línea de pensamiento, pero con un enfoque diferente, Hart
examina la estructura del Derecho y lo distingue históricamente desde
un doble punto de vista: a) Como un conjunto de reglas primarias (pri-
mary rules) que se imponen en la conducta de las sociedades origina-
rias, y que él llama reglas de obligación (rules of obligation). Asimismo,
señala las reglas secundarias (secondary rules), que especifican con-
cretamente las maneras dentro de las cuales las reglas primarias pue-
den ser descubiertas, introducidas, eliminadas, cambiadas, y el hecho de
violación conclusivamente determinado. Las denomina reglas de reco-
nocimiento (rules of recognition).33
33
HART, H.L.A: The Concept of Low, Oxford, 1972, p. 89 y ss.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 65
SUMARIO:
INTRODUCCIÓN
Este trabajo se orienta a expresar algunas ideas en relación a la institu-
ción jurídica conocida con el nombre de “Habilitaciones Legislativas”.
Se tratará de enfatizar su aplicación en Venezuela, particularmente en
conexión con el fenómeno sociológico del populismo.
Aun cuando, prima facies tal combinación pudiera parecer cierto híbri-
do injertado en un análisis crítico de Derecho Constitucional, el examen
más a fondo debe llevar a desmentir esa idea. En efecto, la misma diná-
mica política y constitucional de Venezuela sugiere la conveniencia de
insertar ciertos elementos de esa categoría en enfoques jurídicos a los
efectos de que éstos no se pierdan en el llamado “nominalismo estéril”,
o especie de rémora dentro de la serie de transformaciones operadas de
nuestro régimen jurídico institucional.
De allí que la teoría del Derecho Público busque formulaciones que no
constituyan como “camisa de fuerza” para resolver las nuevas situa-
ciones que se plantean, sino más bien como conjunto de normas, las
cuales, sin quebrantar las exigencias del Estado de Derecho, posean la
capacidad de adaptación indispensable a la problemática social y captu-
rar para su articulado los mensajes que fluyen del proceso político y
social de cada país.
En esta línea de pensamiento es suficientemente conocida, al lado de las
ideologías, de los grupos de presión visibles invisibles, la influencia de
los factores sociales políticos. Como atinadamente sostuvo el profesor
belga W. J. Ganshof van Der Meerchs, con motivo del VII Congreso
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 67
Internacional de Derecho Comparado, celebrado en Uppsala en agosto
de 1966,1 refiriéndose a esta materia de la Preeminencia del Ejecutivo,
“no se trata de un Derecho independiente de la realidad sociológica o
política que favorece el predominio del Ejecutivo; es la realidad socioló-
gica que, irresistiblemente, lleva al Derecho Público cada vez más aso-
ciado a la Ciencia Política en la vía de una preeminencia del Poder
Ejecutivo.
II
Uno de los principios fundamentales del Derecho Constitucional surgi-
dos a raíz de los movimientos que fundan el Estado de Derecho Liberal-
Burgués, es aquel por el cual el poder para gobernar debe encontrarse
dividido en tres ramas iguales: la legislativa, la ejecutiva y la judicial. Y
aun cuando Montesquieu no utilizó jamás dicha terminología, debemos
reconocer su paternidad sobre tal axioma en el Derecho Público de la
época. En efecto, dentro del movimiento social y jurídico que hace añi-
cos al régimen despótico imperante en Francia durante la Revolución de
1789 y diseña el régimen constitucional liberal-burgués, la función legis-
lativa se atribuye en forma única y exclusiva al Poder Legislativo, y el
Poder Ejecutivo sólo puede ejecutar lo dispuesto por las leyes. Como
dice el tratadista uruguayo Alberto R. Real “tal recelo frente a la acción
legislativa del ejecutivo se explica históricamente, pues la limitación del
despotismo de las monarquías absolutas y su transformación en consti-
tucionales y limitadas se realizó fundamentalmente a través de la crea-
ción, junto a las monarquías tradicionales, de parlamentos representativos
del pueblo, a los que se quiso atribuir exclusivamente la regulación ge-
neral de los derechos individuales y en particular lo relativo a la priva-
ción de la libertad y de la propiedad.2
1
GANSHOF Van der Meeersch, W.J: La Primauté de l’ Executif, Rapport General au VII
Congrés International de Droit Comparé, Uppsala, Août 1966, p. 35.
2
REAL, Alberto R.: Los Decretos-Leyes, Montevideo, 1946, pp. 7 y 8.
68 HUMBERTO J. LA ROCHE
No obstante, dichos poderes no pueden considerarse como aislados en
compartimientos estancos, sino que es indispensable cierta relación en-
tre ellos. James Madison, “el padre de la Constitución Americana”,
consideró esto como algo de primordial importancia para preservar la
libertad.
Hay un aforismo latino, el cual es a menudo citado para reforzar el
criterio según el cual la separación de poderes debe entenderse en for-
ma absoluta. Dice así: “delegata potesta non potest delegari” (“el
poder delegado no puede ser redelegado”). Algunos han reconocido esta
prohibición, pero otros consideran que tal adagio es la corrupción de una
frase pronunciada por el autor inglés Bracton, y por consiguiente le nie-
gan su importancia y valor.3
En consecuencia, la delegación del Poder Legislativo es una necesidad
absoluta. La misma Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos de
América la ha reconocido. El presidente de dicho Tribunal, Taft, expre-
só que el alcance y carácter de la delegación permisible “debe estar
fijada conforme al sentido común y las necesidades inherentes a la co-
ordinación del gobierno”. En tal sentido, la interpretación global de la
Constitución Americana, y en especial, la referente a la aplicación de
los principios generales del Derecho adquiere su vigencia, aun en el
caso de que no exista cláusula que autorice la habilitación legislativa.4
En lo que concierne concretamente a Venezuela, es bien sabido que
este país se estructura constitucionalmente bajo una forma predomi-
nantemente presidencialista. Como funcionario de elección popular
directa,5 el Presidente de la República sobre todo últimamente, ha sabi-
3
Ver JAFFE, Louis L.: Delegation of Legislative power, Columbia Law Review, april, 1947,
vol. XLCII, Nº. 3, p. and May 1947, vol. XLVII, núm. 4, p. 561.
4
CROSSKEY, W.W.: Politics and the Constitution in the History of the United Sates, Chicago,
1953, pp. 391-393. Como afirma dicho autor, la Corte de ese país se ha visto ante un dilema,
el cual ha tratado de resolver mediante tortuosas explicaciones y ficciones legales sentando el
principio de “aquello que es delegación de hecho no es delegación de Derecho”.
5
El artículo 183 de la Constitución vigente expresa: “Se proclamará electo al candidato que
obtenga mayoría relativa de votos”.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 69
do conjugar en su persona, junto con la elección popular, los mecanis-
mos jurídico-institucionales orientados, a asegurarle el más franco y
amplio ejercicio del poder.
En tal sentido, las habilitaciones legislativas6 envuelven un acto de con-
fianza del Congreso hacia el Ejecutivo. Es cierto que la llamada “Ley de
Medidas Económicas de Urgencia” dictada por el Presidente Betan-
court, el 29 de junio de 1961, produjo malestar, pasiones y diatribas en-
contradas por un odioso contenido, pero también es verdad que en el
caso de las “Medidas Extraordinarias en Materia Económica y Finan-
ciera, de 31 de mayo de 1974, la popularidad de las mismas fue indubita-
ble,7 por su sentido y alcance aparentemente beneficioso (aumento de
salarios y sueldos, desgravámenes, exenciones en la tributación para las
personas con escasa capacidad contributiva, etc.).
Tal proposición, a nuestro juicio, fue el señuelo utilizado en aquel mo-
mento para fortalecer la posición del Gobierno y la imagen del Presiden-
te, aun cuando parece que, en definitiva, la serie de medidas objeto de
habilitaciones legislativas no han logrado la exitosa proyección que se
esperaba.8
6
En los años que tiene en vigor la disposición que consagra el Instituto de las Habilitaciones
Legislativas en nuestro ordenamiento constitucional, solamente se ha aplicado en dos opor-
tunidades: el 29 de junio de 1961, al dictarse la Ley de Medidas Económicas de Urgencia, y
el 31 de mayo de 1974, con la Ley Orgánica de Medidas Extraordinarias en Materia Econó-
mica y Financiera.
7
Prueba de ello es, que tanto en los medios de comunicación, como en el Congreso Nacional,
la proposición de las Medidas Extraordinarias fue apoyada, inclusive por agrupaciones
políticas de Izquierda Marxista, como el MAS; o de Derecha, como Cruzada Cívica Naciona-
lista, llegándose a afirmar por un Diputado (Int. BRITO, Pedro, D. de Deb. Cam. de Dip.
Tomo IV. Vol. 1. 1974, que “en Venezuela está planteada la revolución iniciada por Carlos
Andrés Pérez”, p. 428.
8
En discurso que el Presidente de la República, Señor Carlos Andrés Pérez pronunció ante el
Congreso de Venezuela, con el objeto de rendir cuenta de los resultados de las Medidas
Extraordinarias en Materia Económica y Financiera, señaló: “Puede decirse sí, como verdad
indiscutible, que no se han resuelto aún las graves dificultades que padece la economía
nacional”. (Ver la Revista Resumen Nº 84 de 15 de junio de 1975, p. 51.
70 HUMBERTO J. LA ROCHE
Finalmente, todo análisis que se haga de las Medidas Extraordina-
rias en Materia Económica y Financiera de 31 de mayo 1974, reve-
la en las mismas cierto reformismo conforme a una propia teoría del
desarrollo, divorciada de todo alcance revolucionario y con sus raíces
alineadas en el populismo que ha sido característico de ciertos parti-
dos latinoamericanos.9
1. CONCEPTO
El instituto conocido con el nombre de “Habilitaciones Legislativas” o
“Legislación Delegada”, consiste en el otorgamiento de facultades al
Poder Ejecutivo, por ministerio de la Constitución, para dictar medidas
extraordinarias con fuerza de ley, dentro de los límites que se fijen y
sobre las materias contempladas por la ley de delegación.10
El Derecho Público venezolano, de estirpe romanística, establece una
distinción entre el Poder Legislativo que el Congreso detenta y el Poder
Reglamentario considerado como propio del Poder Ejecutivo.
La capacidad que la Administración tiene para dictar normas jurídicas
adopta dos modalidades diferentes:
9
Entre dichos partidos pueden mencionarse: APRA en el Perú; PRI en México; MNR en
Bolivia; AD en Venezuela. Los principios filosóficos del populismo latinoamericano han sido
expuestos principalmente por Haya de la Torre, Rómulo Betancourt, Venustiano Carranza y
otros. Como dice Víctor Alba (Nationalism Without Nations, New York, 1968, p, 64). “Los
populistas no han querido preservar las viejas estructuras sino una nueva que represente la
agregación de la clase media, el proletariado y el campesinado, más bien que la burguesía sola”.
10
LIDERDALE, D.W.S.: Le Paarlement Francais. Traducción del inglés del libro The
Parliament of France, París, 1954, p. 56.
11
de LAUBADERE, André: Traité Elementaire de Droit Administratif, París, 1953, p. 188.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 71
tomando en cuenta la posición de la democracia en la escala de valores,
tal privilegio debería corresponder al Poder Legislativo, pero éste no
puede monopolizar la potestad de estatuir reglas generales, por las si-
guientes razones: Primero, porque la obra que se va cumplir es de una
extensión extraordinaria, y el Poder Legislativo no puede intervenir en
todas las materias. Segundo, porque aun en aquellos aspectos en los
cuales el órgano legislativo ha formulado la regla general, ésta es dema-
siado general para que pueda obtener su aplicación a vida práctica sin la
intervención de otras reglas generales que se orienten a precisarla.12
Como se sabe, entre la formación de la norma general y su aplicación a
casos individuales hay toda una gama de situaciones que vienen a cons-
tituir los llamados grados de la generalidad.
12
DEBBASCH, Charles: Droit Administratif, París, 1969, p. 299.
13
La distinción entre ley material y ley formal ha sido vivamente controvertida, aun cuando
no deja de revestir significación conceptual. Por ley material se entiende cualquier disposición
jurídica de carácter general, independientemente de que provenga de los órganos legislativos
o administrativos. La ley formal apunta hacia toda disposición general o especial que dicten
los órganos a los que constitucionalmente corresponda el Poder Legislativo. Conforme a este
criterio, los actos reglamentarios son leyes en sentido material, pero no formal. Ver J. GASCÓN
y MARÍN: Jerarquía de las Fuentes del Derecho Administrativo, en Estudios Jurídicos Nº 2
de octubre de 1941, pp. 111 a 131. ENTRENA CUESTA, Rafael: Curso de Derecho Admi-
nistrativo, 3ª. Edición, Madrid, p. 75.
14
GÓMEZ ACEBO, Ricardo: El ejercicio de la Función Legislativa por el Gobierno. Revis-
ta de Estudios Políticos, Año XI, Nº 60, Madrid, 1951. p. 70.
72 HUMBERTO J. LA ROCHE
2.2 DECRETOS-LEYES
El ejercicio de la función legislativa por el Poder Ejecutivo es un fenó-
meno que, a pesar de todas las resistencias opuestas ha penetrado en la
“tradición constitucional republicana”.
También ha desempeñado un papel relevante en la modernización de la
legislación.15 Lamentablemente, cuando se aspira a lograr una identifi-
cación de los actos integrantes del “pachage” procedente de dicha acti-
vidad, se plantea lo que un constitucionalista panameño ha llamado
anarquía terminológica:16 En efecto, en ese piélago de términos diferen-
tes dentro de la presente catalogación, los Decretos-Leyes, Decretos
con fuerza de ley, Legislación de Cuatros y Legislación Contingente.17
a) “Aquellos actos del Poder Ejecutivo sobre materias reservadas al
Poder Legislativo por el ordenamiento constitucional, y a los que se ha
recurrido como consecuencia de la instalación de regímenes de hecho.18
Como se ve constituyen una herramienta que puede ser perfectamente
utilizada por los gobiernos de facto, justificados por la necesidad de tutelar
la seguridad jurídica y conservar el régimen de los derechos fundamenta-
les de la vida civil. Según Bielsa, los Decretos-Leyes difieren de los sim-
ples Decretos en que “los primeros se someten expresamente a la
aprobación del Congreso, y los segundos se dictan como si fuesen válidos
por sí, incurriéndose en este caso en una violación constitucional”.19
15
DONNEDIEU DE VABRES, Jacques: L’article 13 et les decrets lois en Chronique Dalloz,
XXV, Recueil Dalloz, 1953, p. 40.
16
QUINTERO, César: Derecho Constitucional, Tomo I, Panamá, 1967, p. 589.
17
En Chile, Argentina y otros países sudamericanos se da el nombre de Decretos-Leyes a los
actos con valor de Ley que emite el Ejecutivo sin la autorización del Congreso. Y los que dicta
con tal autorización se conocen con el nombre de Decretos con fuerza de Ley. En otros países
se utiliza la expresión Legislación Delegada para denominar lo que en aquéllos se conoce con
el nombre de Decretos-Leyes.
18
BACIGALUPE, Enrique: Validez de las Normas del Gobierno de Facto después de la
Elección de las Autoridades Constitucionales, en El Derecho,Tomo 48, Nº 3.221, p. 1.
19
BIELSA, Rafael: Derecho Constitucional, Buenos Aires, 1954, p. 537.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 73
b) Decretos-Leyes producidos por un gobierno constitucional. Podrían
dictarse por un error de interpretación cuando el Ejecutivo estima que
una materia dada no es de las que requiere ley para ser reglada. En la
historia se han dado casos famosos de esta categoría. El más notable y
conocido de todos es el que dictó Disraeli, quien adquirió todas las ac-
ciones del Canal de Suez para Inglaterra, y después concurrió ante el
Parlamento de ese país para pedir el clásico “Bill of indemnity” que
lógicamente le fue concedido.20
c) También se dan algunas constituciones para casos determinados como
catástrofes, epidemias, quebrantos económicos, en que el Ejecutivo pueda
acudir al expediente de la Emergencia (que no es propiamente el Estado
de Sitio), para dictar Decretos-Leyes, siempre y cuando sea expresa-
mente autorizado por el Poder Legislativo dentro de los límites que al
efecto se establezcan.21
Estos son los actos que los brasileros llaman “decretos-leyes conforca
de lei”, por cuanto la facultad legislativa del Ejecutivo arranca de dele-
gación contenida en una ley fundamental y superior que es la misma
constitución.
La “ley cuadro” al igual que la “ley de plenos poderes” es una delega-
ción mediante la cual el Parlamento autoriza al gobierno para modificar
por simples decretos las leyes en vigor. Sin embargo, desde el punto de
20
ANDRADE GEYWTZ, Carlos: Derecho Constitucional Chileno, Santiago, 1963, p. 63.
21
El concepto de “Emergencia” se encuentra íntimamente ligado al de “Estado de sitio” o
como también se le llama “Suspensión de Garantías Constitucionales”, pero no puede con-
fundirse con éstos. En efecto, la emergencia es más amplia que “Estado de sitio” o “suspen-
sión de garantías constitucionales”. Como dice la Exposición de Motivos al Proyecto de
Constitución Nacional de 1961 de Venezuela, “el estado de emergencia no presupone necesa-
riamente restricciones o suspensión de garantías constitucionales, pero es una de las razones
suficientes para justificar esa extraordinaria medida”. “Exposición de Motivos al Proyecto de
Constitución”. Imprenta Nacional 1961, p. 19.
74 HUMBERTO J. LA ROCHE
vista teórico, la delegación del Poder Legislativo consentida por la lei
cuadro sería menos amplia que la ley de plenos poderes.22 En efecto, la
delegación del Poder Legislativo en la legislación de cuadros no incide
sino sobre materias que tradicionalmente caben en la llamada potestad
reglamentaria, que el Congreso ha regulado equivocadamente. Al con-
trario, las delegaciones del Poder Legislativo cumplidas por las leyes de
plenos poderes intervienen en materias abiertamente legislativas y en
las cuales el Congreso legisla correctamente. En una palabra, la ley
cuadro va más allá de la ley de plenos poderes y consiente para el go-
bierno una delegación más importante que en el otro caso. Esto obedece
a la circunstancia con arreglo a la cual la ley de plenos poderes subordi-
na la delegación de legislar a una condición de tiempo. Al contrario, en
la ley-cuadro, esta condición desaparece y queda reemplazada por una
condición de materia: el gobierno queda habilitado para legislar a título
permanente, pero únicamente sobre determinados, asuntos.
La legislación de cuadros se aplicó en Francia durante la III República.
La primera Ley-cuadro que se dictó en ese país, con fecha 17 de agosto
de 1948 se orientó al mejoramiento económico y financiero.23 En cuanto
a las leyes que otorgan plenos poderes podemos citar el caso de Fran-
cia, en donde la primera ley sobre materia se dictó el 22 de marzo de
1924 y fue incorporada esta técnica a la legislación orgánica por toda la
duración de la guerra y en virtud de la ley de 8 de diciembre de 1939.24
22
FABRE, Michel-Henry, Princípes Republicains de Droit Constitutionnel, París, 1970,
p. 167.
23
Esta ley fue propuesta por el Ministro de Finanzas y de Asuntos Económicos durante esa
época, M. Paul Raynaud, Ministro de Asuntos Económicos en el Gobierno de M. Andrée
Marie. Contra este método, que apelaba a la técnica de los Decretos-Leyes, muchos parla-
mentarios protestaron invocando el art. 13 de la Constitución de 27 de octubre de 1946,
conforme al cual “l’Assemblée Nationale vote seule la loi. Elle ne peut dé leguer ce droit”. Ver
BURDEAUD Georges, Droit Consitutionnel et Institutions politiques, Les Cours de Drit,
1956, 57, París, p. 550.
24
FABRE, Ibídem, p. 166.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 75
Consiste en un tipo especial de delegación, para no hacer reglas o llenar
detalles (potestad reglamentaria), sino que se trata de una delegación de
autoridad para determinar hechos, los cuales tienen el efecto de suspen-
der la legislación, o alternativamente, ponerla en ejecución. Este tipo de
normatividad jurídica se ha utilizado sobre todo en los Estados Unidos.
Así, por ejemplo, el Congreso de ese país aprobó un acto que prohibía la
importación de artículos de ciertos estados vecinos, pero autorizó al Pre-
sidente para investigar y declarar que aquellos países no estaban interfi-
riendo el ejercicio del comercio marítimo dentro de los límites del mar
territorial de los Estados Unidos.
De otra parte, la Corte Suprema de los Estados Unidos ha sostenido en
una serie de fallos, que esta fórmula para delegación del Poder Legisla-
tivo, como la delegación del Poder para llenar detalles (to fill in the
details) no viola criterios constitucionales (“constitutional Stan-
dards”). 25
25
Ver J. W. Hampton, Jr. & Co. V. United States, 276 U.S. 392; 48 S. Ct. 348; 72 L. Ed. 624
(1928).
26
PRITCHETT, C. Herman, The American Constitution, New York, 1959, p. 176. La llama-
da tarifa Mc. Kinley de 1890, es una clara ilustración de los tipos alternativos de legislación
contingente.
76 HUMBERTO J. LA ROCHE
Como dice Martins27 el poder jurídico, previsto en la Constitución puede
comportar, sin necesidad de suspender las garantías constitucionales, la
adopción de ciertas medidas extraordinarias de índole policial y, en algu-
nos casos, también militar financiera o legislativa.
Como ejemplo de las primeras podemos citar las llamadas medidas de
alta policía, inscritas en el artículo 244 de la Constitución venezolana,
las cuales no conllevan la suspensión de garantías constitucionales, pero
las dicta el Presidente de la República en Consejo de Ministros como
“medidas indispensables” para evitar inminentes trastornos al orden
público. Dichas medidas se limitarán a la detención o confinamiento de
los indiciados y deberán ser sometidas a la consideración del Congre-
so o de la Comisión Delegada dentro de los 10 días siguientes a su
adopción. Si dicho cuerpo las declarare no justificadas, cesarán de
inmediato; en caso contrario, se las podrá mantener hasta por un límite
no mayor de noventa días. Se agrega que “la Ley reglamentará el
ejercicio de esta facultad”.28
Las medidas militares consisten, por ejemplo en el aumento de número
de tropas, el llamado bajo bandera, la ley marcial en tiempo de guerra, la
extensión de la jurisdicción de los tribunales militares, así como la ejecu-
ción de acciones bélicas. Estas medidas se dictan generalmente bajo el
estado de sitio o previo decreto del estado de emergencia. Debe obser-
varse, por ejemplo, que en algunos países la ley marcial se considera al
margen de la Constitución, aun cuando en determinadas oportunidades
haya podido decretarse.29
27
MARTINS, Daniel Hugo, La Protección de los Derechos Humanos frente a la Suspensión
de Garantías o Estado de Sitio. Informe preparado para la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos, de la Unión Panamericana, Washington, D.F. 1964, p. 11.
28
Esta disposición sólo se aplicó en Venezuela en el año de 1962 por el Presidente Betancourt.
29
El llamado bando del 5 de febrero de 1931 en Argentina que impuso la Ley Marcial fue
considerado inconstitucional. Ver SÁNCHEZ VIAMONTE, Ley Marcial y Estado de Sitio,
Buenos Aires, 1957, p. 91
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 77
Las medidas financieras extraordinarias consisten en Decretos que ade-
lantan, por ejemplo el pago de impuestos y contribuciones; conciertan
empréstitos extraordinarios, etc.30
Es evidente que dentro de la actual coyuntura, ningún régimen puede
sustraerse a tomar ciertas medidas, quizás impopulares, como ocurrió
con la “Ley de Medidas Económicas de Urgencia” de 29 de junio de
1961 en Venezuela, pero indispensables al considerar los daños irrepa-
rables que se causarían al resto de la nación si las mismas no se toma-
ran. Este fenómeno se presenta con ciertas modificaciones en la época
presente, aun cuando, como sostiene Biscaretti di Ruffia31 “sus causas
son variadas y múltiples. No obstante, la principal consiste en la genéri-
ca insuficiencia demostrada por los órganos legislativos contemporá-
neos para resolver completamente las innumerables exigencias
normativas del Estado, por su procedimiento demasiado lento, por la
frecuente ausencia entre sus miembros de personas competentes en
cuestiones técnicas y, en particular, por la atención dirigida preferente-
mente a la socorrida función del control político al Gobierno”.
De otra parte, si bien es cierto que los congresistas pueden alcanzar
éxito en la tarea de formular programas generales, carecen del tiempo
suficiente para obtener la información necesaria y la colaboración de
expertos, con miras a prescribir la metodología conveniente. Más aún,
toda pieza de legislación, una vez que se ha dictado, es muy difícil de
enmendar, mientras el problema o asunto para el cual la misma se pro-
pone, puede estar cambiando constantemente. Estas limitaciones de tipo
legislativo han aumentado en forma obvia con la expansión de la inter-
30
Por ejemplo, el ordinal 2º del artículo 1º de la Ley Orgánica que autoriza al Presidente de la
República para dictar las Medidas Extraordinarias en materia económica y financiera introdu-
ce la posibilidad de modificar el principio de la unidad del tesoro.
31
BISCARETTI DI RUFFIA, Paolo, Diritto Costituzionale, Napoli, 1969, p. 479.
78 HUMBERTO J. LA ROCHE
vención gubernamental en la dirección de la economía y con la situación
de emergencia32 que deriva de los períodos de guerra, epidemia, terre-
motos, etc., es decir, que la presión sobre el Congreso para autorizar
amplias delegaciones de sus poderes al Ejecutivo es especialmente ex-
tensa. Finalmente, el Congreso puede utilizar la llamada delegación téc-
nica cuando el problema existe, pero es difícil la forma de manejarlo. En
ese caso, por delegación “the hot potato can be passed on to other,
hands” (la papa caliente puede pasar a otras manos).
Como consecuencia de las habilitaciones legislativas, una gran cantidad
de reglas administrativas y regulaciones llenan muchos volúmenes en la
legislación de cada país.
Concretamente, en Venezuela, la autorización acordada por el Congreso
al Poder Ejecutivo, mediante Ley Orgánica de 30 de mayo de 1974,
produjo en el lapso de un año, que fue el límite de tiempo acordado, la
dictación de cuarenta Decretos con fuerza de ley sobre diferentes as-
pectos de la economía y finanzas de la nación.
La experiencia demuestra que las delegaciones de poderes por el Con-
greso son necesarias. En diferentes países33 se han esgrimido infinidad
de razones que impelen al Parlamento a delegar parte de su tarea legis-
lativa. Dentro de las mismas habría que citar el progreso técnico de la
32
Conforme a lo dispuesto en el artículo 240 de la Constitución venezolana, “en caso de
emergencia (conflicto interior o exterior) o cuando existan fundados motivos de que uno u
otro ocurran, de conmoción que pueda perturbar la paz de la República o de graves circuns-
tancias sociales del país, el Presidente de la República (en Consejo de Ministros) podrá
restringir o suspender las garantías constitucionales, o algunas de ellas, con excepción de las
consagradas en el artículo 58 y en los ordinales 3º y 7º del artículo 60 de la misma Constitu-
ción: inviolabilidad de la vida, prohibición de incomunicación, de torturas, penas perpetuas o
infamantes, penas superiores a 30 años.
33
La Exposición de Motivos a la Ley Orgánica que autoriza al Presidente de la República para
dictar medidas extraordinarias en Materia Económica y Financiera dice que tal institución de
Derecho Público tiene antecedentes en muchos países. Al efecto cita el artículo 76 de la
Constitución italiana y el numeral 12 del artículo 76 de la Constitución Colombiana. V. Exp.
de Motivos, D. de Debates de la Cámara de Diputados, Tomo IV, Vol. I, p. 348.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 79
sociedad industrial, el aumento constante de la población y los cambios
en las estructuras económicas y sociales. Como decía un parlamentario
en el debate de 20 de mayo de 1974, al discutirse la delegación de pode-
res al Ejecutivo en Venezuela, “entre los entendidos es cosa que no se
discute hoy, porque, por una parte, constituye denominador común de
las constituciones del siglo XX (aunque desde luego no en todas con
igual medida) y porque las exigencias de la vida moderna, con sus com-
plicaciones de carácter económico y financiero, envolventes de varia-
ciones y adaptaciones de un orden mucho más extenso, han venido
imponiendo a la organización estatal la adopción de fórmulas conciliato-
rias de respeto a la incolumidad jurídica tradicional, con la salvaguarda
de los altos intereses generales, siempre en juego cuando se trata de
salvar el derecho que se tiene a supervivir en medio de un mundo con-
vulsionado por las más inesperadas implicaciones de la electrónica y de
todos los otros recursos tecnológicos al servicio del ser humano para
ganarle en velocidad al tiempo”.34
Es evidente que todos estos factores determinan la obligación por el
Estado de intervenir en sectores que hasta el presente fueron exclusiva-
mente, o por lo menos, en su mayor parte, de orden privado. La acumu-
lación de las tareas que el Parlamento ha tenido, notablemente en las
dos últimas décadas, adquirió tal carácter que el Poder Legislativo fue
incapaz de regular por la vía ordinaria todo el conjunto de problemas que
se encontraban en suspenso. Se trata, en consecuencia, de un fenómeno
universal que se manifiesta en casi todos los estados contemporáneos.
En una palabra, las materias a regular por el Poder Legislativo son com-
plicadas y superan a menudo sus capacidades, al menos en lo que con-
cierne a asuntos especializados y técnicos.
34
Int. Dip. David MORALES BELLO, D. de Deb. Cam. de Dip. Tomo IV, Vol. l., p. 419.
80 HUMBERTO J. LA ROCHE
De allí que el constituyente venezolano en los últimos años haya tratado
de legalizar este fenómeno, estableciendo la habilitación como atribu-
ción del Poder Ejecutivo, “el cual debe lograr, mediante un procedimien-
to rápido y expedito, la actuación conformadora del orden económico y
financiero con los preceptos que al efecto se dicten”.35
Según Mortati,36 “la delegación de la potestad legislativa comporta, de
una parte, la existencia de la ley de delegación que emana del Congreso
o Parlamento, como si se atribuyese al gobierno el poder de emitir nor-
mas jurídicas; de la otra, la ley delegada que deriva del Poder Ejecutivo
y que puede asumir el nombre de decreto legislativo, decreto con fuerza
de ley, autorización legislativa, ordenanza o en fin, ley habilitante”.37
Es evidente que dentro de un sistema constitucional de tipo rígido como
el venezolano, el legislador no puede considerarse habilitado a conferir
delegación de su poder, que le pertenece por ministerio de la misma
Constitución, a otro órgano, si el texto fundamental no lo consiente ex-
presamente, en razón del orden de la competencia constitucional del
órgano especializado. De allí la afirmación de Bidart Campos orientada
a sostener que “la administración tiene carácter sublegal”.38
Si bien es cierto que la Constitución de Venezuela prevé la institución de
la delegación legislativa, ello no elimina el problema de su naturaleza
35
BZRBE-PÉREZ, Héctor, Adecuación de la Administración conformadora del orden eco-
nómico y social a las exigencias del Estado de Derecho, en Perspectivas del Derecho Público
en la Segunda Mitad del Siglo XX, Tomo V, Madrid, 1969, p. 23.
36
MORTATI, Constantino, Istituzioni hi Diritto Pubblico, Padua 1969, Tomo II, p. 718.
37
En Venezuela no existe una definida terminología en cuanto a la denominación de este
Instituto, aun cuando parece que la más utilizada es la que se refiere a “autorización de
medidas”. Ver voto salvado de la Fracción Parlamentaria del Partido Social Cristiano Copei,
en relación a la Ley Orgánica de Medidas Extraordinarias en Materia Económica y Financie-
ra, Revista Nueva Política, enero-marzo 74, p. 192.
38
BIDART CAMPOS, Germán J., El Derecho Constitucional del Poder, Buenos Aires,
1967, p. 355.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 81
jurídica, el cual está considerado por la doctrina como típico de transfe-
rencia potestativa; o, en otras palabras, como delegación, no de la titula-
ridad del poder, el cual, institucionalmente hablando, permanece
consubstancial al Congreso, sino de su ejercicio. Debe observarse, sin
embargo, que este deslinde entre titularidad y ejercicio, es admisible en
el ámbito del Derecho Privado, pero es forzoso conciliarlo con los prin-
cipios doctrinarios que inspiran al Derecho Público, y en particular, al
Derecho Constitucional, dentro del cual el poder se atribuye siempre en
función de su concreta posibilidad de ejercicio, de suerte que es difícil e
ilógico atisbar entre ambos aspectos (abstracta titularidad y concreta
actuación) alguna posibilidad de distinción. En otros términos, en el ám-
bito de competencia del Derecho Público, no es posible deslindar entre
un poder público integral y un mero poder de ejercicio, así como no se
puede establecer diferencia alguna entre capacidad jurídica y capacidad
de actuar, por cuanto se trata de preconcepciones institucionales, de
manera que donde se encuentra una está también la otra.
¿Puede hablarse de delegación o transferencia de competencias en el
actual ordenamiento constitucional venezolano? Por el contrario, se tra-
ta de disposiciones legislativas que pierden su naturaleza de tal para
ingresar en el ámbito de la competencia administrativa, o como lo plan-
tea Chapus: “¿La ley de habilitación es una ley descalificada, resultado
de una simple delegación de competencia”. Más claro aún: “en virtud de
tal ley, ¿el Poder Ejecutivo sigue actuando en su calidad de autoridad
administrativa o actúa como autoridad legislativa?”.39 Es decir, que en el
planteamiento anterior hay dos opciones dignas de anotar. La Primera
no resiste al escalpelo del análisis. Como dice el mismo autor40 “es una
39
CHAPUS, René, La loi ‘habilitation du Juillet 1953 en Revue du Droit Public et de la
Science politique en France et a l’Letranger, octobre-december, 1953, N° 4, p. 987.
40
CHAPUS, René, Ibídem, 989.
82 HUMBERTO J. LA ROCHE
tesis inaceptable por cuanto no se compadece con la idea misma de
delegatisation (delegación de delegación)”. Y Lavagna afirma que “ni
siquiera podría invocarse, a propósito de la delegación legislativa, el prin-
cipio de delegatus delegares non potest, tratándose de una sustitución
que nace del concepto de delegación como transferencia de poder o de
ejercicio del poder”.41
Más lógica para otros es la segunda opción de la alternativa, con arreglo
a la cual “desde el momento en que el gobierno puede modificar o abro-
gar leyes, queda habilitado para dictar reglas que tienen la misma fuerza
jurídica que la ley”. Es decir, que ejerce una especie de poder legislati-
vo. “Es el mismo Parlamento el que decide la delegación sobre el Poder
Ejecutivo, o para expresarlo en términos más precisos, el Parlamento
delega una parte de su poder legislativo en el gobierno, a fin de que éste
haga un ejercicio temporal”.42 A pesar de la fortuna que esta tesis al-
canzó en Francia, hay una jurisprudencia del Consejo de Estado en vir-
tud de la cual “jusqu’a leur ratificaction par le parlament, on
considére les décrets-lois comme des actes administratifs”.43
Dicha jurisprudencia conduce a una especie de dilema planteado así: o
bien el decreto abroga o modifica la ley porque ésta ha perdido su valor
de acto legislativo; o bien el decreto abroga o modifica la ley porque
tiene el valor de ley. “En la primera parte del dilema la explicación repo-
sa sobre una operación, la cual con todos los recursos de la técnica
jurídica no puede disimular su carácter irreal, en la segunda parte se
trata de una solución antagónica a la jurisprudencia, la cual tampoco
responde a la situación del derecho positivo”.
41
LAVAGNA, Carlo, Istituzione di Diritto Publico, Roma, 1966, p. 616.
42
DICKSCHAT, Siegfried, L’Article 38 de la Constitution et la Loi d’ habilitation du 22 Juin
1967, Revue du Droit Publique et de la Sicence Politique en France et a l’Etranger, 1968, p.
848.
43
Ver la decisión del Conseli dÉtat de 7 de marzo de 1947 en el caso Societé d’entreprises
Jaulard et Ci, Rec. p. 103.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 83
De allí que ensayando posiciones eminentemente de Derecho Positivo se
haya ideado la doctrina de la jerarquía de los actos jurídicos, conforme a
la explicación de la habilitación legislativa viene del Derecho Positivo. Es
decir, la abrogación o modificación de una ley mediante decreto, y la ma-
nera más simple de explicar jurídicamente este hecho debe considerarse
como un fracaso de la tesis de jerarquía de los actos jurídicos.44
Por ello se debe sostener que la ley de habilitación suspende en forma
objetiva, en beneficio del gobierno, el principio de la jerarquía de los
actos jurídicos en las relaciones entre decreto y ley; ello en las mate-
rias que se definen y por una duración que generalmente se precisa. No
se trata de determinar si la calidad jurídica del decreto o de la ley ante
los cuales estamos en presencia, cambia: la ley queda ley y el decreto
queda decreto; es el principio de la sumisión del decreto a la ley que
experimenta alteraciones.
No debe sorprendernos que la aplicación del principio de la jerarquía de
los actos jurídicos llegue a ser, en condiciones precisas, suspendida por
el Parlamento. Ello sería olvidar que la jurisprudencia administrativa
consideró tal posibilidad como hipótesis y la acción gubernamental no
fue autorizada por la misma ley. Si el Derecho Positivo admite que los
decretos pueden derogar con toda regularidad a las leyes en vigor sin
intervención especial del Congreso, debe admitirse tal posibilidad cuan-
do la acción del gobierno ha sido objeto de una previa autorización legis-
lativa. De todas estas teorías llamadas a legitimar la calidad jurídica de
la habilitación, consideramos que la más conforme al sistema venezola-
no es la de la autorización expedida mediante ley habilitante, por el con-
greso al Poder Ejecutivo. Es verdad que nuestro ordenamiento
constitucional consagra el principio de separación de funciones, pero tal
principio se encuentra mitigado por otras disposiciones que deben consi-
derarse al lado de la separación de funciones dentro de un esquema
44
BERTHELEMY H. y RIVERO J., Cinq ans de reformes administratives, París 1938, p. 810.
84 HUMBERTO J. LA ROCHE
interpretativo orientado a vencer toda rigurosidad. En efecto, con la mutua
penetración en los diferentes dominios, la separación es tal cual como
ella se presenta en toda su historicidad y tal cual como se ha desarrolla-
do en el transcurso del tiempo. De otra parte, la misma Constitución
atribuye al Presidente de la República, en Consejo de Ministros, la fa-
cultad de “dictar medidas extraordinarias”, con lo cual se subsana la
objeción expresada por Lavagna, al sostener este autor que “conforme
al artículo 70 de la Constitución italiana la facultad de legislar pertenece
al Parlamento, sin que otro órgano pueda arrogarse ese derecho”.45 De
allí que a nuestro juicio, la autorización, como se dijo anteriormente, es
la terminología más correcta aplicada a nuestro Derecho Positivo y una
esencial condición de validez que le imprime consistencia jurídica a di-
cha institución en el Derecho Público venezolano.
4. DERECHO COMPARADO
El primero que en los Estados Unidos racionalizó las delegaciones fue
Marshall. En “Waymany Southar” (1825) se llegó a una distinción de
importantes asuntos y materias de menor interés. Las primeras debían
ser enteramente reguladas por la legislatura, y las otras, podían ser ob-
jeto de una disposición general, de suerte que el poder conferido en este
sentido era para actuar dentro de una amplia y general armazón para
llenar los detalles. Esta idea por la cual la delegación puede ser emplea-
da solamente en los más inferiores sujetos importantes se ha considera-
do como absolutamente insostenible. De otra parte, la ficción legal, en la
cual la delegación es meramente algo para llenar los detalles de una ley
ha sido perennemente utilizada.
45
LAVAGNA, Ibídem, p. 616
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 85
Congreso supla las normas para guiar y controlar los actos de los dele-
gados. Pero dicho Tribunal normalmente ha aceptado en forma volunta-
ria normas amplias conforme a los requerimientos constitucionales, tal
cual como ocurrió en la Intestate Commerce Commission, autorizada
para fijar contribuciones “justas y razonables” conforme a la norma por
la cual la Comisión Federal de Comunicaciones otorgará las licencias
indispensables para las estaciones de radio cuando se trata de conve-
niencia pública, interés o necesidad para hacerlo.46
Durante la época conocida con el nombre de New Deal, se presentaron
varios casos en los cuales se llegó a impugnar la delegación legislativa.
Los más importantes fueron Panamá Refining Co. versus Ryam47 y
Schechter Corp. versus United States.48 En el primer caso, la Corte
Suprema de Justicia de los Estados Unidos sostuvo que al darle al Pre-
sidente autoridad para excluir del comercio interestatal el petróleo pro-
ducido como excesivo en las delegaciones estatales, el Congreso no había
hecho las suficientes pruebas constitucionales para guiar o controlar al
Presidente en el uso de dicho poder. El voto salvado del Magistrado
Cardozo se orientó a sostener que “la Constitución de los Estados Uni-
dos no es un código de práctica civil”. Pero cuatro meses más tarde, en
el caso citado de Schechter Corp. versus United States, el mismo
Cardozo se convenció de que la National Industrial Recovery Act,
había ido demasiado lejos dando al Presidente autoridad para promulgar
códigos en forma amplia y demasiado seria.49
En realidad el asunto no es tan fácil como a primera vista pudiera pare-
cer. Al respecto se han propuesto en la doctrina de ese país infinidad de
planteamientos que pueden resumirse así: ¿Qué es el Poder Legislativo
y en qué difiere del Poder Ejecutivo? ¿Cuál es la línea divisoria entre
uno y otro? Estas cuestiones no parecen difíciles si se trata de escribir
46
Ver Federal Radio Commission versus Nelson Bros, 289 U.S. 266 (1933), 175-231.
47
293 U.S. 388 (1935), 176-77.
48
295 U.S. 495 (1935), 177, 242-243.
49
IRISH, Marian D. and PROTHRO, James W. The Politics of American Democracy, New
Jersy, 1959, p. 436.
86 HUMBERTO J. LA ROCHE
reglas básicas de gobierno, pero cuando se ejerce en forma activa el
gobierno, la vaguedad de muchas palabras, tales como “legislativa” o
“ejecutiva” parecen aparentes. Además, las condiciones sociales y eco-
nómicas dentro de las cuales el gobierno opera, han cambiado desde
1787, año en que se sancionó la Constitución americana, y con estos
cambios, los términos de la separación de poderes ya confusos, han lle-
gado a ser cada día más oscuros.
En los años recientes, la tendencia del Congreso ha consistido en dele-
gar en el Presidente o Poder Ejecutivo la autoridad de to fill in the details
(llenar los detalles), o más bien, ampliar y barrer declaraciones de progra-
mas legislativos. Esta tendencia ha sido considerada por algunos como
una adaptación de los conceptos que imperaban en el siglo XVIII sobre la
materia a las necesidades experimentales durante este siglo XX. Otros,
sin embargo, han visto la delegación de poder al Ejecutivo como una ver-
dadera amenaza a la libertad, amenaza que los Padres Fundadores te-
mían. En rededor de este debate, acerca de los principios han merodeado
variedades de intereses, los cuales han sido afectados en una forma u otra
por diferentes cambios en la escala de autoridad que cada rama posee, y
la extensión o alcance por el cual el Congreso puede autorizar al Presi-
dente para hacer esencialmente decisiones legislativas.
En ese sentido la literatura jurídica americana es particularmente rica, y
los análisis se han empecinado en diseñar esquemas interpretativos que
trascienden los límites de lo meramente jurídico y caen en lo político y
social. El Senador Clem Miller decía en una de sus cartas a un amigo:
“En vista de las amplias y diferentes condiciones que confronta la ope-
ración del gobierno actualmente, comparada con lo acontecido en el si-
glo XVIII ¿cómo podría evaluarse la importancia actual de la separación
de poderes para salvaguardar la libertad?50
50
Ver ELIOT, Thomas H., y otros American Goverment, New York, 1965, Letter of
Congressman, p. 92.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 87
En fin como dice el tratadista García Pelayo,51 hay en la judicatura
americana “cierta imprecisión de criterio que hace posible tanto la ad-
misión como la no admisión de cualquier legislación delegada”.
En Francia, durante los últimos años de la III República, la práctica se
estableció de dar al gobierno, mediante una ley de habilitación, el dere-
cho de reglamentar materias todavía no legisladas o de modificar dispo-
siciones legislativas. Las medidas así tomadas llevaron el nombre de
“decretos-leyes”.
La doctrina francesa no ha aceptado sino a regañadientes el procedi-
miento del “decreto-ley”. Fabre dice que “la promulgación de decretos-
leyes comporta un acto anormal” y agrega: “En efecto, si el decreto
está subordinado a la ley, como acto de soberanía, de respetarla. Así,
para que un decreto pueda modificar a la ley, el gobierno debe haber
recibido una habilitación particular. En Francia la Constitución tiene po-
testad para autorizarlo”.52
El procedimiento del decreto ley aparece bajo la III República, pero
tiende a declinar. Es utilizado para remediar la impotencia de un Parla-
mento soberano.
Francia, entre el 1º de marzo de 1934 y el 1º de julio de 1940, es decir,
durante 76 meses, vivió 31 meses y medio bajo el régimen del “decreto
ley”, y entre el 1º de julio de 1937 y el 1º de julio de 1940, es decir,
durante 36 meses, el imperio del “decreto ley” duró 22 meses.
Durante la IV República, la Constitución de 1946 establece expresas
disposiciones enunciando ciertas materias que se reservan o se reen-
vían a la competencia del legislador. Existe en el texto de dicha Consti-
51
GARCÍA PELAYO, Manuel, Derecho Constitucional Comparado. Madrid 1959, p. 392.
52
Ob. Cit. p. 165.
88 HUMBERTO J. LA ROCHE
Del análisis superficial de esta disposición se desprende que no sólo se
atribuye a la Asamblea Nacional la competencia legislativa, sino que se
hace de ella una obligación de ejercerla en forma exclusiva y se prohíbe
toda posibilidad de liberarse a toda delegación legislativa. Según Prélot,
esta prohibición traduce la reacción de la Asamblea Constituyente con-
tra el uso hecho del “decreto-ley” durante los últimos años de la Tercera
República.54 No obstante, parece que la constitucionalización de dicho
principio acogido por la Carta Francesa de 1946, no pudo resistir a los
embates posteriores, según lo demuestra Morange.55
Como dice Burdeau, citando a Pinto,56 “se trató de una actitud senti-
mental que no sanciona ninguna toma de posición jurídica de carácter
neto y definido”. De allí que cuando el Ministro Paul Reynaud se dirigió al
Parlamento para pedir el voto de la ley de 17 de agosto de 1948 de plenos
poderes, se acudió a pesar de una fuerte oposición fundamentada en el
artículo 13 de la Constitución, al procedimiento del “decreto-ley”.
A partir de la V República, con la promulgación del Texto Fundamental
de 1958, sostiene Hauriou que las prácticas inconstitucionales de la IV
República producen una lección derivada de ciertas comprobaciones “que
los hombres políticos y los especialistas de Derecho Constitucional ha-
bían hecho desde 1918: imposibilidad por el Parlamento de conducir bien
el conjunto de su obra legislativa, a partir del momento donde la ley,
53
PRELOT, Marcel, Précis de Droit Constitucionnel, París, 1950, p. 447.
54
Ob. Cit. p. Cit.
55
MORANGE, Georges, la loi du 8 février 1946 et la procedure, des décrets lois, Revue du
Droit Public et de la Scienci Politique, N° I, 1946, p. 145.
56
BURDEAU, Georges, Ob.Cit. p. 551.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 89
penetrando en el dominio económico, llega a ser a la vez más técnica y
más compleja. Además, el deseo del Parlamento de eludir la responsa-
bilidad de medidas económicas y financieras que son necesarias, pero
impopulares”.57
En el Derecho alemán el Parlamento se encuentra también en libertad
de regular todo aquello que proviene de su propia competencia o, al
contrario, de autorizar al gobierno a tomar medidas sobre esa materia.
Sin embargo, si bien es cierto que el Budestag posee sobre este sujeto
un poder de apreciación, este poder discrecional no es ilimitado, ya que de
esa forma la Asamblea podría rehuir su responsabilidad, lo cual debe evi-
tarse a todo precio. Los límites inmanentes en el dominio del poder de
delegación están determinados por las ideas fundamentales que se en-
cuentran en la base de una Constitución parlamentaria y democrática.
Esta opinión ha sido sostenida por la Corte Constitucional alemana. Al
subrayar que ninguna disposición puede ser comprendida aisladamente,
por cuanto ella representa una parte de un conjunto del cual no puede
disociarse, la Corte ha declarado que para interpretar una norma consti-
tucional, los principios fundamentales que la apuntalan deben ser tomadas
en consideración. En ese orden de motivos las disposiciones constitucio-
nales deben interpretarse de tal manera que sean compatibles con los
principios de base de la Constitución. O para decirlo como lo hacen los
juristas franceses: los principios generales deben ser respetados.
La separación de poderes y la prioridad de la ley son principios funda-
mentales de la Constitución. De allí se deduce que ellos deben ser toma-
dos en consideración, al hacer la interpretación del artículo 80 de la
Constitución, artículo que regula las condiciones dentro de las cuales la
delegación del poder legislativo es admisible. De este principio, caracte-
rizando el Estado de Derecho, resulta que toda ley de habilitación debe
tomarlo en cuenta.
57
HAURIOU, André: Droit Constitutionnel et Institutions Politiques, París, 1970, p. 892.
90 HUMBERTO J. LA ROCHE
Dicho esto, queda prohibido al legislador delegar su poder por una mate-
ria en su totalidad. Pues, para otorgar tal autorización el Parlamento
violaría el principio de separación de poderes. La delegación no se ad-
mite sino para un objetivo especial y parcial. Es cierto que la delegación
facilita y acelera la reglamentación de una materia, pero es necesario
tener en cuenta lo que se arriesga, por el empleo frecuente del procedi-
miento de habilitación, y que el principio de separación de poderes sea
una simple fórmula, ya que de hecho tal procedimiento no sería sola-
mente una delegación del ejercicio del Poder Legislativo, sino que equi-
valdría a una transferencia del poder Legislativo al Ejecutivo.
De allí resulta que el Parlamento, cuando delega el ejercicio del Poder
Legislativo, está obligado a observar las restricciones que le imponen la
estructura de la Constitución y los principios fundamentales, así se con-
forma un Estado de Derecho, tal cual como se presenta hoy dentro de la
llamada democracia parlamentaria. La doctrina alemana llama a estas
restricciones “los límites inmanentes”; ellos no pueden ser franqueados
por el legislador. Los límites inmanentes no deben ser confundidos con
las restricciones que están expresamente prescritas por la Constitución;
en Derecho francés, por el artículo 38 y en Derecho alemán, por el
artículo 80 de la Ley Fundamental.
El análisis hecho en particular por la Constitución alemana no está des-
provisto de valor cuando se aplica a la interpretación de otras constitu-
ciones, Triepel58 subraya que “las restricciones relativas al derecho de
delegación (los límites inmanentes) se imponen a todos los estados de-
mocráticos. Solamente los monárquicos no están obligados a respetar la
separación de poderes”. En efecto, las conclusiones que derivan del
derecho alemán son, en la medida en la cual se relacionan con el domi-
nio reservado a la ley, igualmente válidas para el Derecho venezolano,
58
TRIEPEL, Delegation und Mandatim offentlichen, 1942; p. 121, Cit. por DICKSCHAT,
L’article 38 de la Constitución et la Loi d’habilitation du 22 Juin 1967, en Revue du Droit
Public et de la Science Politique, 1968, p. 841.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 91
visto que ellas provienen de un principio que domina tanto el Derecho
Constitucional venezolano como el alemán: la separación de poderes.
Pero no debe olvidarse que el alcance de este principio de separación de
poderes fue considerablemente reducido en derecho francés y, el Parla-
mento no es únicamente el órgano que produce poderes normativos.
Pero hablar del principio de separación de poderes no quiere decir de
ninguna manera que haya separación en todo sentido, tal cual como la
concibió Montesquieu.59
La delegación por una duración ilimitada conduce a desviar al Parla-
mento de su función esencial, lo cual lleva a desnaturalizar el principio
de separación de poderes. Dicho mecanismo puede ser violado de dos
maneras diferentes: bien por la delegación de una materia en su totali-
dad al gobierno, bien mediante delegación por una duración ilimitada.
Para Dicschat:60 “Se puede concluir que a pesar de los cambios que han
experimentado las relaciones entre el Poder Legislativo y el Poder Eje-
cutivo, la separación de poderes permanece válida e impone al Parla-
mento, deseoso de delegar sus funciones, los llamados “límites
inmanentes”. El Poder Legislativo no tiene, en consecuencia, el derecho
de delegar una materia en su totalidad al gobierno; ella no sabría habili-
tar al órgano ejecutivo sino para un dominio bien preciso”.
El artículo 76 de la Constitución italiana en vigor se encuentra concebi-
do en los siguientes términos:
59
Como se sabe, el principio de separación de poderes, no puede entenderse en forma
absoluta en la actualidad.
60
Art. Cit. p. 842.
92 HUMBERTO J. LA ROCHE
Podemos afirmar, siguiendo a Barile, que “el Instituto de la Legislación
delegada queda racionalizado por la Constitución, ya que si existe una
ley de delegación del Parlamento, dicha ley no emanó bajo la forma de
decreto legislativo”.61
El artículo 76 pone límites claros y precisos62 al ejercicio de la potestad
delegada, que son los siguientes:
c) Límite de tiempo: Es decir, que la delegación debe hacer-
se “per tempo limitato”, conforme al citado artículo 76, lo
cual impone que el gobierno pueda proveer mediante actos
sucesivos.
d) Límite a la discrecionalidad: El gobierno no puede actuar
sino respetando el principio y criterio directivo del Parlamento.
e) Límite de forma: En el sentido de que todas las leyes dele-
gadas deben revestir la forma de decreto emanado del Presi-
dente de la República.
Digamos en fin, que dentro del Derecho italiano subsiste la posibilidad
de revocar la delegación. El mismo órgano que la confiere, la revoca.
61
BARILE, Paolo: Corso di Diritto Costituzionale, Padua, 1962, p. 180 y ss.
62
BARILE , Paolo: Istituzioni di Diritto Pubblico, Padua, 1972, p. 274 y ss.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 93
Así mismo, el Parlamento italiano quiere conservar cierto control sobre
el órgano objeto de la delegación, a fin de garantizar o asegurarse el
respeto de los principios fundamentales que dictó en el caso concreto de
la delegación. Aquí, la ley de delegación prevé la existencia de una co-
misión parlamentaria, la cual se afinca en la necesidad de vigilar al go-
bierno e informar al Poder Legislativo sobre las actividades del Gobierno
en el ejercicio de la legislación delegada. Como expresa Mortati, por el
hecho de ejercer una competencia extra ordinem condicionando tal ex-
cepción al juicio del Parlamento”.63
La Constitución brasilera de 1967, actualmente en vigor, inscribe en sus
cánones (Art. 49, Nº IV), la legislación delegada dentro del proceso
formativo de la ley. Este aspecto no se puede asimilar a los decretos-
leyes consagrados en las anteriores constituciones.64
De manera que conforme al texto de 1967, el Presidente de la Repúbli-
ca puede promulgar decretos-leyes cuando el Parlamento está en pleno
proceso de funcionamiento. No se requiere el receso de las Cámaras
Legislativas. Al contrario, se supone que el Congreso debe encontrarse
en actividad, a los efectos de que pueda rechazar o aprobar un decreto-
ley del Ejecutivo dentro de los sesenta días siguientes a la fecha de la
promulgación. La aprobación será tácita si el Congreso, dentro de ese
plazo, no emite opinión negativa al respecto.
No obstante, el Presidente de la República sólo podrá expedir decretos
leyes com forca de lei, conforme a estas dos únicas condiciones:
a) Urgencia en el decreto de la norma de Derecho Positivo.
63
MORTATI: Istituzione di Diritto Pubblico, Ob. Cit. p. 633.
64
Todas las Constituciones de los Estados Unidos del Brasil fueron publicadas por el Insti-
tuto de Estudios Políticos, en un tomo bajo la dirección del profesor T.B. CAVALCANTI,
Madrid, 1958.
94 HUMBERTO J. LA ROCHE
b) Interés Público relevante.
Este punto ha sido interpretado por el Supremo Tribunal Federal de los
Estados Unidos del Brasil cuando se planteó la cuestión de inconstitu-
cionalidad del Decreto-Ley 322, de 7 de abril de 1967, como una condi-
ción que asume carácter político y que queda librada a la discrecionalidad
de los jueces en cuanto a la oportunidad o conveniencia, a juicio del
Presidente de la República, quien pide las medidas y el Congreso, que
las concede.65
¿Puede en el Brasil un decreto con fuerza de ley procedente del Presi-
dente de la República revocar una ley elaborada por el Congreso Nacio-
nal? Para la doctrina brasilera, si la facultad de legislar se otorga al
Poder Ejecutivo, tal facultad envuelve no sólo la de modificar sino tam-
bién la de revocar en su totalidad un texto sancionado por las Cámaras
como texto legal.
En caso de que el Congreso apruebe un decreto-ley, cuyo texto no en-
cuadre en la delegación constitucional o texto de la ley autorizante, se
pregunta si ello convalidaría el vicio intrínseco de nulidad que apareja.
Para el autor brasilero Andrade: “la situación depende de la materia de
que trate. Si se trata de aspectos referentes a seguridad nacional o fi-
nanzas públicas, dicha nulidad no quedaría convalidada”.66
De igual manera, en el Derecho Constitucional brasilero expresa la Cons-
titución que el Presidente de la República sólo podrá expedir decretos-
leyes, com forca de lei atendiendo a dos presupuestos únicos:
a) Urgencia en el decreto de la norma de Derecho Positivo.
b) Interés público relevante.
65
Supremo Tribunal Federal de los Estados Unidos del Brasil, sesión de 23 de agosto de
1967, Rec. Extraordinario Nº 62.731 del Estado de Guanabara.
66
ANDRADE GIL, Otto: Os Decretos-Leis na Contituicao de 1967.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 95
En lo que respecta a las materias que deben constituir objeto de los
decretos-leyes, la Constitución limita dichas materias a dos grandes ca-
tegorías:
1. Seguridad Nacional; o
2. Finanzas Públicas
En cuanto a la seguridad nacional, el texto fundamental de ese país no
define el concepto de seguridad nacional,67 y en lo que concierne a las
finanzas públicas, el concepto amplio comprende, no sólo las normas de
Derecho Financiero del Texto Fundamental, sino también todos los insti-
tutos que tanto la ley como la doctrina consideran como integrando la
actividad financiera del Estado.
En el primer año de vigencia de la Constitución de 1967 fueron dictados,
conforme al Art. 58 de dicho texto, treinta y dos decretos leyes, los
cuales, conjugados con la facultad que tiene el Presidente de la Repúbli-
ca para enviar proyectos de ley en virtud de la iniciativa legislativa, con-
forman una aceleración de la tarea legislativa que se inició con las Actas
Institucionales I y II y prosigue con nuevos institutos aceptados por la
Constitución vigente, como la legislación delegada (Art. 49, Nº IV).
Digamos, por último, que tanto durante la llamada República de Transi-
ción como durante la República Militar, las Cámaras Legislativas han
permanecido cerradas a la satisfacción de las necesidades del Estado.
Como dice Roett, “su actividad posterior ha estado llena de interrupcio-
nes cumpliendo un papel marginal”.68
67
El concepto de seguridad nacional aparece un poco vago e indefinido, ya que puede envol-
ver todo aquello que concierne a la defensa e integridad del territorio, independencia, supervi-
vencia y paz del país, así como también sus instituciones y valores materiales o morales
contra amenazas externas o internas.
68
ROETT, Riordan: Brasil: Politics in a Patrimonial Society, Boston, 1972, p. 62.
96 HUMBERTO J. LA ROCHE
En Colombia existen, siguiendo a Vidal Perdomo, varios tipos de decre-
tos: a) decretos legislativos; b) decretos extraordinarios; c) decretos
especiales; d) decretos ejecutivos, cubiertos estos últimos por la suges-
tiva terminología de reglamentos constitucionales que le dio el Consejo
de Estado.69 Los primeros tienen vigencia durante el “estado de sitio”.70
Los decretos extraordinarios resultan de las facultades del mismo orden
que puede otorgar el Congreso al Gobierno, conforme a lo previsto en el
artículo 76, ordinal 12 de la Constitución y deben ser dictados sobre
materias precisas de la autorización y por un tiempo (“pro tempore”)
señalado de antemano. En realidad, se trata aquí de la verdadera dele-
gación legislativa del Congreso hacia el gobierno. En ese sentido el ordi-
nal 12 del Art. 76 autoriza al Congreso para “revestir pro tempore al
Presidente de la República, de precisas facultades extraordinarias, cuando
la necesidad lo exija o la conveniencia pública lo aconseje.
De la disposición constitucional transcrita se infieren tres característi-
cas fundamentales:
69
VIDAL PERDOMO, Jaime: Actos Normativos del Gobierno, en Perspectivas del Derecho
Público en la Segunda Mitad del siglo XX, Tomo IV, Madrid, 1969, p. 569.
70
Al referirse a este tipo de decretos, la Corte Suprema de Justicia colombiana, en sentencia
de 10 de agosto de 1948, entre otras cosas: “la Constitución sigue rigiendo, claro está, durante
la alteración del orden, pero su vigencia ordinaria se suspende, como la de todas la leyes,
mientras dura la perturbación, para dar entrada a su vigencia extraordinaria, de legalidad
marcial, en cuanto sea ello necesario para que se cumpla por el Jefe del Estado una misión tan
grave y alta que lo coloca, por previsión del constituyente, por encima, transitoriamente, del
cuerpo soberano legislativo del país, pues es notorio que en las emergencias de alteración del
orden interno, la acción del gobierno para restablecerlo debe cumplirse, sin la asistencia,
colaboración o control del congreso, ante el cual tendrá sí, que comparecer a explicar su
conducta y sus actuaciones, una vez que la normalidad se haya restablecido”. Cit. por
CONSTAIN, Alfredo: Elementos de Derecho Constitucional, Bogotá, 1959, p. 342.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 97
3. Cuando las necesidades lo exijan o la conveniencia lo aconseje.
Esta es una materia que corresponde a la libre apreciación del Con-
greso. La delegación legislativa puede ejercerse no sólo en receso de
las Cámaras sino también durante el funcionamiento de las mismas.
No existen razones jurídicas ni semánticas para pensar que la conce-
sión de facultades extraordinarias se debe limitar a la época de receso
de la Cámaras Legislativas.
Los decretos especiales son aquellos que dicta el Presidente de la Re-
pública autorizado por la ley para celebrar contratos, negociar emprésti-
tos, enajenar bienes nacionales y ejercer otras funciones dentro de la
órbita constitucional.
71
COPETE LIZARRALDE, Álvaro: Lecciones de Derecho Constitucional, Bogotá, 1960, p.
180.
98 HUMBERTO J. LA ROCHE
En cuanto a los Decretos Reglamentarios, ellos suponen la potestad re-
glamentaria.
En fin, los reglamentos constitucionales se dictan en virtud de expresas
disposiciones constitucionales, sin mediación de leyes especiales.
5. ANTECEDENTES EN VENEZUELA
Las normas jurídicas en materia de habilitaciones legislativas aparecieron
en Venezuela en la areforma constitucional de 1945, al siguiente tenor:
a) Entre las atribuciones del Congreso se expresó lo siguiente.:
b) En concordancia consta disposición, se agregó otra novedad, entre
las atribuciones del Presidente de la República en Consejo de Ministros:
La Exposición de Motivos a dicha Reforma Constitucional,72 propuesta
por el Presidente Medina Angarita al Partido Democrático Venezolano
en 1943 y acogida por dicha organización política, la cual se encargó de
propiciarla en el Congreso y asambleas legislativas de los estados, sos-
72
D. de Deb. Carn. del Sen. Nº 13, 27 de mayo de 1944, mes lI, p. 7.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 99
tiene que hasta ese momento, las medidas extraordinarias eran acorda-
das por el Presidente de la República en Consejo de Ministros (Consti-
tución de 1936).
Las características de las facultades extraordinarias que se conceden
en la reforma de 1945 al Poder Ejecutivo están previstas en el Art. 78,
ordinal 23 y Art. 104, ordinal 29 de dicha reforma, pero las condiciones
de ejercicio que comportan limitaciones son las siguientes:
1. La autorización debe ser de carácter temporal.
2. Las facultades que se conceden serán determinadas y precisas
3. Solamente se otorgarán para Proteger la vida económica y financiera
de la Nación.
4. El Congreso Nacional sólo podrá otorgarlas cuando la necesidad o la
conveniencia política lo requieran.
En los debates que precedieron la sanción a esta enmienda constitucio-
nal fueron muy contadas las intervenciones sobre el tema concreto de la
autorización legislativa para facultades extraordinarias al Presidente de
la República. En su contra se dijo que con la reforma eran “abrumado-
100 HUMBERTO J. LA ROCHE
ras las facultades del Presidente de la República”.73 En favor se sostu-
vo que “el artículo que se refiere al Poder Legislativo permite que éste
conceda al Ejecutivo determinadas facultades extraordinarias para que
pueda acudir en salvaguardia de la vida económica y financiera de la
Nación”, agregándose que el otro artículo, el que se refiere a las atribu-
ciones del Presidente de la República, “le faculta para ejercer esas fa-
cultades extraordinarias, pero en los términos contenidos en la Ley
sancionada por el Poder Legislativo”.74
También se justificó en el Congreso la institución que se estudia afir-
mando que “estas atribuciones, lejos de fortalecer al Poder Ejecutivo,
más bien están destinadas a crear un medio mucho más moderado que
la presente Constitución pone en manos del Gobierno con la supresión
de las garantías constitucionales en casos de emergencias”.75
La Constitución de 1947, producto del constituyente que siguió al llama-
do movimiento revolucionario del 18 de Octubre de 1945, estampó en su
articulado el mismo texto contenido en la reforma de 1945. Y aun cuan-
do el tratadista venezolano Ambrosio Oropeza considera que “nada se
decía en ésta (se refiere a la Constitución de 1947) acerca de una facul-
tad que se consideraba desde 1945, por virtud de la cual el Presidente
podría dictar medidas extraordinarias destinadas a proteger la vida eco-
nómica y financiera de la nación en los términos que fijare el Congreso
Nacional”,76 es bien cierto que en 1947 se repiten casi textualmente,
como se verá a continuación los términos de la Constitución del 45.
73
Ver Int. Dip. BLANCO, Andrés Eloy, D. De Deb. De la Cam. De Dip. Nº 30, Mes III,
Caracas: 6 de julio de 1944, p. 10
74
Int. Dip. GUTIÉRREZ ALFARO, Tito, D. De Deb. de la Cam. Nº 30, mes III, Caracas, 6
de julio de 1944, p. 14.
75
Int. Sen. VILLALBA, Jóvito, Diario de Deb. del Congreso Nac. Nº 3, sesión del 23 de abril
de 1945, p. 20.
76
OROPEZA, Ambrosio: La Nueva Constitución Venezolana, Caracas, 1969, p. 453. 77
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 101
Artículo 162. Las Cámaras Legislativas, como Cuerpos co-legislado-
res, tienen las siguientes atribuciones: 9ª. Autorizar temporalmente, al
Presidente de la República para ejercer determinadas y precisas facul-
tades extraordinarias destinadas a proteger la vida económica y finan-
ciera de la Nación cuando la necesidad o la conveniencia pública lo
requieran.
Artículo 198. Son atribuciones y deberes del Presidente de la Repúbli-
ca; ordinal 30. Ejercer en los términos que fije el Congreso, las faculta-
des extraordinarias a que se refiere el ordinal 9º del artículo 162 de esta
Constitución.
En realidad estas disposiciones no tuvieron mayor repercusión en la
Constituyente de 1947,77 y por la efímera vida de dicha Carta, no existió
tampoco ningún caso concreto en que fuera aplicada.
Dentro de un esquema comparativo entre las constituciones de 1945 y
de 1947, no existen diferencias de fondo, en lo que concierne a las limi-
taciones establecidas por el ordenamiento constitucional, aun cuando sí
es conveniente señalar los siguientes rasgos distintivos:
1) Mientras en la Constitución de 1945, las medidas extraordinarias,
las confiere el Congreso (es decir, el órgano legislativo), en la de 1947
se trata de las atribuciones comunes a ambas cámaras como cuerpos
colegiados.
2) En lo concerniente a las atribuciones del Presidente de la República,
la Constitución de 1945 las confiere a éste en Consejo de Ministros; en
cambio, la de 1947, se las da por sí; es decir, sin la colaboración del
Consejo de Ministros o de un Ministro cualquiera.
77
Debe observarse, sin embargo, que el proyecto tal cual como fue redactado, experimentó
beneficiosas modificaciones que le imprimieron nuevas contexturas, tal cual como se ha
señalado, en los artículos 162 y 168. Ver Int. Dip. SUÁREZ ROMERO y Caldera D. de Deb.
As. Nac. Const. Nº 49, Caracas, 31 de mayo de 1947, pp. 15 y 16.
102 HUMBERTO J. LA ROCHE
La Constitución de 1953 no incluye en su texto lo referente a habilitacio-
nes legislativas. El proyecto de esa Constitución establecía dentro del
título referente a los deberes y atribuciones del Presidente de la Repú-
blica un numeral redactado al siguiente tenor:
Al someterse a discusión esta disposición del Proyecto, se aprobó su
modificación en esta forma:78
Pero en la tercera discusión fue aprobada una moción del representante
Montes Santander, pidiendo la eliminación de esa norma. Al efecto, sos-
tuvo dicho representante que dejar tal atribución en la forma definitiva
de la Carta Fundamental, tan amplia y precisa, está en contradicción
con el espíritu de la Constitución, que se ha caracterizado, precisamen-
te, por su precisión y su claridad taxativa”. Además agrega, se prestaría
a que la suspicacia de los que siempre andan a la caza de los aspectos
negativos que estamos elaborando con espíritu democrático nos la en-
rostraran como una iri constitución”. Alegó dicho diputado que esa
materia debe ser objeto de una ley especial que la reglamente, y mien-
tras se elabore dicha ley se incluya la materia en una disposición transi-
toria que podría estar inserta en la parte final de la Constitución.79
78
Prop. Dic. VALECILLO ÁÑEZ, D. De Deb. As. Nac. Const. De los EE.UU. de Venezue-
la, Mes III, Nº 44, Caracas, 17 de marzo de 1953, p. 801.
79
Ver D. de Deb. Cit. p. 973.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 103
No obstante que esta proposición fue aprobada, no se incluyó la disposi-
ción transitoria a que se refería el orador.
El artículo 190 del Texto Fundamental venezolano expresa que son atri-
buciones del Presidente de la República, en Consejo de Ministros:
Es conveniente determinar el alcance de esa disposición. Para ello ana-
lizaremos las diferentes acepciones contenidas en los términos de la
norma. No obstante, debe advertirse que la omisión de uno cualquiera
de los presupuestos indicado, puede llegar a infectar de nulidad el acto
de que se trate, independientemente de las otras consecuencias que di-
cha nulidad extraña.
Cuando la norma constitucional se refiere a una atribución del Presiden-
te de la República en Consejo de Ministros, se está concediendo al Jefe
del Estado una potestad, un poder. No se le reconoce un derecho, por
cuanto el ejercicio de dicha potestad es posterior a la Constitución. Di-
cho poder deriva de la misma disposición que se contempla.
Debe observarse, sin embargo, que el órgano llamado a decidir si los
poderes extraordinarios se solicitan, es el Consejo de Ministros. Si dicho
cuerpo, por mayoría absoluta, negare la proposición del Presidente de la
República en el sentido indicado, la petición no procedería, aun cuando
debe advertirse que queda en manos del Presidente remover a aquellos
Ministros que no votaron a favor de su proposición y designar otros.
104 HUMBERTO J. LA ROCHE
No obstante, la Procuraduría General de la República ha opinado que
“en Consejo de Ministros es el Presidente quien decide, sin que los mi-
nistros puedan imponerle su opinión, aunque sea mayoritaria”.80
A nuestro juicio, no existen las suficientes razones constitucionales para
que dicho criterio de la Procuraduría General pueda ser admitido sin
reservas. Pensamos que una interpretación sistemática de la Constitu-
ción entraña la necesaria fuerza del voto ministerial dentro del Consejo
de Ministros.
En ese sentido el Congreso está dotado de cierta discrecionalidad, aun
cuando ello no significa que el cuerpo autorizante pueda otorgar habili-
taciones legislativas al margen de lo dispuesto en la misma Constitución.
Existe una diferencia fundamental entre la reforma constitucional de
1945, ratificada en 1947 y la Constitución vigente, sancionada el 23 de
enero de 1961. Dicha diferencia consiste en que la nombrada en último
lugar exige una ley especial para que se concedan al Presidente de la
República las medidas extraordinarias pautadas en el contexto de dicha
norma. Cuando se debatió la materia en el seno de la Comisión de Re-
forma Constitucional, la tesis que prevaleció estaba orientada a consi-
derar que, dada la gravedad de la materia, se imponía la necesidad de
prever que la misma fuese considerada mediante dictación de una ley
especial.81
Este aspecto limita en el fondo la previsión anotada. Si no existiera la
obligación de dictar ley especial, el Poder Ejecutivo habría podido recu-
80
Doctrina General de la Procuraduría, dictamen de 15 de noviembre de 1968, Consejo de
Ministros, Naturaleza, Caracas. 1968, p. 39.
81
Debe observarse que la Comisión de Reforma Constitucional también discutió una dispo-
sición del Proyecto de Constitución, en la cual se consideraba esta materia como atribución
del Poder Legislativo. Ver Actas de la Com. de Ref. Constitucional. Tomo 1, Vol. 1, p. 190.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 105
rrir válidamente a otro expediente (emergencia, suspensión de garan-
tías) sin necesidad de las facultades extraordinarias autorizadas por el
Congreso. Como se expuso en la Cámara de Diputados,82 éste sería un
camino mucho más peligroso porque, ello escaparía totalmente al con-
trol del Congreso.
A la luz del análisis del ordinal 8º , artículo 190 de la Constituci6n, se
requiere lo siguiente: 1º Que las medidas extraordinarias versen sobre
materia económica o financiera. 2º Que el interés público lo requiera. 3º
Que la autorización conste en ley especial. Desde el punto de vista de la
teoría del Derecho Constitucional se ha prescrito también: a) Que la
autorización se otorgue por tiempo determinado;83 b) Que sólo se con-
ceda para ejercer determinadas y precisas facultades.
La apreciación de la procedencia de estas condiciones queda en manos
del órgano soberano. En esa línea de pensamiento algunos autores se-
ñalan que en razón de la urgencia de las medidas a tomar, o en razón de
la impopularidad de las mismas, o en fin, de la situación extraordinaria
que desde el punto de vista económico y financiero exista, se exige la
intervención del gobierno dotado de un aparato dinámico y eficaz para
resolver dicha situación. La normativa constitucional, afirma el doctor
José Muci-Abraham, parte de la idea de que en un momento dado la
situación económica y financiera de la Nación puede presentar ciertas
características que se apartan de lo común y que la hacen mutable, cam-
biante o variable en alto grado, al punto de que no es posible hacerle
frente con reglas que se pretendan permanentes o duraderas.84
82
Ver Int. Dip. Rafael CALDERA, D. de Deb. Cam. de Dip. Nº 34, 3 de junio de 1961, p.
1.020.
83
La Constitución colombiana establece que las facultades extraordinarias deben concederse
pro-tempore y en los dos casos en que se han otorgado estas facultades en Venezuela siempre
se ha estipulado una duración determinada (un año).
84
MUCI ABRAHAM, José: El proyecto de Medidas Extraordinarias, El Nacional, Caracas
27 de mayo de 1974.
106 HUMBERTO J. LA ROCHE
Otro punto interesante consiste en analizar si procede la acción de in-
constitucionalidad total o parcial de la ley que autorice al Poder Ejecuti-
vo para dictar medidas extraordinarias. En el Derecho Constitucional
venezolano es incuestionable la tesis según la cual estas disposiciones
se someten al control jurisdiccional de la constitucionalidad. Es cierto
que el Poder Legislativo posee cierto poder discrecional en la aprecia-
ción de las circunstancias que justifican la sanción de la ley autorizante,
lo cual escaparía al control jurisdiccional de la constitucionalidad, pero
también es verdad que la ley a dictarse debe someterse a las prescrip-
ciones constitucionales que rigen al efecto.
En esa línea de pensamiento el Proyecto de Ley de Medidas Económi-
cas de Urgencia de 1961 fue atacada en la Cámara de Diputados, sos-
teniéndose su presunta inconstitucionalidad.85
Los argumentos que al efecto se esgrimieron fueron en líneas generales
los siguientes:
a) Conforme al texto del proyecto, las facultades extraordinarias a que
se refiere el mismo no tienen limitación alguna y su interpretación debe
ser de carácter restrictivo.
b) La Ley en discusión violaría el artículo 226 de la Constitución que
textualmente dice:
85
Ver D. De deb. de la Cam. De Dip. Cit. Interv. Diputados Ignacio Luis ARCAYA y
Domingo Alberto RANGEL, p. 976 y ss.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 107
En las modificaciones de tipo impositivo a que se contrae el proyecto de
Ley referido, según se dijo, no se tomó en consideración la vacatio
legis a que se refiere el nombrado artículo 226. Es más, si dicha norma
rige para el Poder Legislativo, con sobra de razones debe imperar para
el Ejecutivo.
c) El Presidente de la República en Consejo de Ministros no puede crear
nuevos impuestos, aun en el caso de habilitaciones legislativas. Tal fa-
cultad se reserva única y exclusivamente al Congreso. Sólo el Poder
Reglamentario compete a la rama Ejecutiva.
d) La Ley en discusión violaría en sus aspectos impositivos, sobre todo
en aquello concerniente a las modificaciones de la Ley de Impuesto
sobre la Renta, el artículo 223 de la Constitución que establece:
La violación radicaría en que se discrimina en favor de las compañías
petroleras, las cuales, según el proyecto no quedarían afectadas por la
reforma de la Ley de Impuesto sobre la Renta.
La Ley de Medidas Económicas de Urgencia fue sancionada sin tomar
en cuenta las observaciones formuladas sobre su posible inconstitucio-
nalidad y posteriormente no se hizo ninguna impugnación al respecto
ante la Corte Suprema de Justicia.
Distinto fue el caso de la Ley Orgánica de Medidas Extraordinarias en
materia económica y financiera de 1974, la cual no sólo fue atacada en
108 HUMBERTO J. LA ROCHE
Dicha Ley Orgánica viola el ordinal 8º, artículo 190 de la Constitución,
por cuanto que la misma no se limita a autorizar al Presidente de la
República para dictar Medidas Extraordinarias, sino para reformar le-
yes, o aún más, le atribuye al Presidente de la República la facultad de
legislar, lo cual es muy distinto de la de dictar medidas extraordinarias.
Hasta la fecha, la Corte Suprema de Justicia no ha decidido sobre dicha
impugnación, en la cual, como punto interesante se sostiene la absoluta
constitucionalidad de la Ley de Medidas Económicas de Urgencia a que
nos referimos anteriormente y establece una interesante comparación
entre ambas, insistiendo en la inconstitucionalidad total de la Ley Orgá-
nica de Medidas Extraordinarias en Materia Económica y Financiera.
CONCLUSIONES
De lo expuesto pueden derivarse las siguientes conclusiones:
1) Es imposible prescindir de la realidad latinoamericana en los análisis
que se hagan sobre los fenómenos jurídicos de dicho continente. En
Venezuela, tal realidad ha influido poderosamente en la estructuración
de las instituciones constitucionales, particularmente en lo que concier-
ne al Poder Ejecutivo.
2) Existe en este país la institución conocida con el nombre de Habilita-
ciones Legislativas, la cual consiste en la concesión de facultades al
86
Ver Int. Dip. Fernández, Vivas Terán y otros en los D. de Deb. de la Cámara de Diputados
citados.
87
Ver el artículo del Dr. MUCI ABRAHAM ya citado.
88
Ver el texto completo de dicha demanda en el diario El Universal, de Caracas, del 19 de junio
de 1974, pp. 1-20.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 109
Poder Ejecutivo, por Ministerio de la Constitución, para dictar medidas
extraordinarias con fuerza de ley, dentro de los límites que se fijen y
sobre las materias contempladas por la ley autorizante.
3) En el análisis de la institución se distinguen estos dos aspectos: a) la
existencia de la ley de delegación que emana del Congreso, como si se
atribuyese al Gobierno el poder de emitir normas jurídicas; y b) la ley
delegada que deriva del Poder Ejecutivo y que puede tomar el nombre
de Decreto Legislativo, Decreto con fuerza de Ley, Medida Extraordi-
naria, etc.
4) Las medidas extraordinarias son de diferentes categorías. Al respec-
to existe verdadera “anarquía terminológica”. El criterio que al efecto
priva es el de llamar Ley Autorizante aquella que habilita al Poder Eje-
cutivo y Medidas Extraordinarias a los actos de éste.
5) Las medidas extraordinarias se han justificado en Venezuela por el
progreso técnico de la sociedad industrial, el aumento constante de la po-
blación y los cambios sucesivos en las estructuras económicas y sociales.
6) Los antecedentes de la institución se remontan en Venezuela a la
Constitución de 1945, consagrándose entre las atribuciones del Poder
Legislativo y también entre las facultades del Presidente de la Repúbli-
ca, con estas características: a) La autorización debe ser de carácter
temporal; b) Las facultades que se conceden serán determinadas y pre-
cisas; c) Únicamente se otorgarán para proteger la vida económica y
financiera de la Nación; d) El Congreso Nacional sólo podrá otorgarlas
cuando la necesidad o la conveniencia política lo requieran.
7) En la Reforma de 1947 se ratificaron los requerimientos señalados y
en 1961 se estableció la institución en esta forma: “Atribuciones del
Presidente de la República en Consejo de Ministros: 8º Dictar medidas
extraordinarias en materia económica y financiera cuando así lo requie-
ra el interés público y haya sido autorizado para ello por ley especial”.
Conforme a la letra de la Constitución se exigen las condiciones pauta-
das en la citada disposición; pero siguiendo los antecedentes, el Dere-
110 HUMBERTO J. LA ROCHE
cho Comparado y la doctrina jurídica, los dos únicos casos existentes en
la historia Constitucional de Venezuela (Ley de Medidas Económicas de
Urgencia de 1961 y Ley Orgánica de Medidas Extraordinarias de 1974)
han tratado de ceñirse, además de lo expresado por la vigente Constitu-
ción, a estos presupuestos: Temporalidad y facultades determinadas y
precisas.
8) Hay una diferencia crucial entre la Constitución de 1961 y los textos
anteriores sobre la materia. Ella radica en que mientras la primera con-
lleva la necesidad de que las Cámaras Legislativas promulguen una ley
autorizante, los otros omiten tal circunstancia, lo cual le imprime cierta
superioridad jurídica a la Corte sancionada el 23 de enero de 1961.
9) La determinación del alcance y limitaciones contenidas en el Instituto
de las Habilitaciones Legislativas es difícil y compleja, pero en todo caso,
a pesar de todos los diversos problemas que al efecto se plantean, la
interpretación debe recurrir, no sólo al texto constitucional sino también
a sus principios, fuentes y al Derecho Comparado.
10) Es incuestionable la posibilidad de considerar esta materia como
recurrible de inconstitucionalidad mediante el control jurisdiccional. Ver-
dad es que la apreciación de las circunstancias que justifican el llamado
interés público por la voluntad soberana del Congreso tiene carácter
discrecional y escapa al control de constitucionalidad, pero toda incon-
gruencia, no sólo de la Ley Autorizante, sino también de las Medidas
Extraordinarias, con la propia Constitución, debe ser declarada de nuli-
dad por la Corte Suprema de Justicia.
11) Tanto el texto de las Medidas Extraordinarias de 1974, como las
disposiciones dictadas al amparo de la Ley de Medidas Económicas de
Urgencia de 1969 tienen carácter reformista, sin que ello envuelva cam-
bios de estructuras, debiendo colocarse dentro de las tendencias popu-
listas que existen en América Latina.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 111
Senador Richard Cass (1920)
SUMARIO:
Introducción.
1. Generalidades y Derecho Comparado: 1.1 Planteamiento del
problema.1.2 Derecho Comparado. 1.2.1 Estados Unidos de Amé-
rica. 1.2.2 El caso de México. 1.2.3 República Federal Alemana.
1.2.4 Italia y su división en regiones. 1.2.5 La Quinta República
Francesa. 1.2.6 El Estado y las comunidades autónomas de España.
1.2.7 La situación en otros Estados.
112 HUMBERTO J. LA ROCHE
INTRODUCCIÓN
El problema de los ajustes territoriales de carácter interno es común a toda
estructura política y la mayoría de las constituciones contienen disposicio-
nes precisas para afrontarlo. Ello, con miras a mantener la vigencia e inte-
gridad de la Constitución y encontrar el equilibrio deseado entre el interés
legítimo del Estado globalmente considerado y las colectividades territoria-
les que lo integran, cuando éstas se sienten directamente afectadas.
En general, dicha normativa está inscrita en los cánones de la Constitu-
ción o en la llamada Ley Fundamental del país de que se trate, pero en
todo caso, e independientemente de su recurrencia, puede funcionar
conforme a procedimientos diferentes:
a) Por el Recurso de Inconstitucionalidad (Justicia Constitucional), se
ataca la norma que vulnera el Texto Fundamental, con respecto a la
regularidad de los actos estadales en materia de límites entre las colec-
tividades particulares que lo integran.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 113
b) Se traba la litis (Litigio Constitucional) por el Estado miembro afec-
tado, mediante instancia originaria, primaria y única, por ante el órgano
jurisdiccional competente (casi siempre es el más alto tribunal de la
República) y se sigue el procedimiento contenido en la Ley que regula la
materia.
c) A través del Amparo (Acción o Recurso). Aquí puede atacarse a la
norma. Pero, en general se ataca al acto. Se sigue el procedimiento del
Amparo conforme a la Ley Especial existente, lo cual es muy discutible,
solicitando del tribunal la decisión que proceda, por la vía pretoriana.
Estos tres mecanismos se afincan en el principio conocido con el nom-
bre de “Supremacía de la Constitución”, entendida, según el decir del
Maestro Verdú, como:
Históricamente, esos procedimientos emergen y se manifiestan como
instrumentos de defensa de la Constitución, es decir, como mecanismos
para anteponer y hacer que resplandezcan los latos valores contenidos
en el Texto Constitucional de un Estado. Así mismo, para prevenir su
violación, reprimir su desconocimiento y determinar su integridad y su
evolución, tanto en sentido formal como desde el punto de vista de la
constitución material.
El maestro Fix Zamudio, en un penetrante estudio,2 distingue -a los efectos
de sistematización en la materia- tres sectores difícilmente separables
en la realidad jurídico-constitucional, pero claramente interlegibles, con-
forme al siguiente esquema:
1
VERDÚ, Pablo Lucas: Problemática Actual de la Justicia Constitucional y del Examen de
Constitucionalidad de las leyes. Boletín Informativo de la Universidad de Salamanca. Mayo-
Octubre 1975, p. 99.
2
FIX ZAMUDIO, Héctor: La Constitución y su Defensa (Ponencia general). México, 1984,
pp. 84-85.
114 HUMBERTO J. LA ROCHE
a) La Jurisdicción Constitucional de la Libertad (Derechos Humanos).
b) La Jurisdicción Constitucional Orgánica (Conflictos entre órganos
del Estado).
c) La Jurisdicción Constitucional de carácter internacional y comunita-
rio (determinación de competencias de los Estados integrantes y de la
propia comunidad u organización internacional de que se trate).
Los conflictos limítrofes entre Estados, es decir, aquellos que se susci-
tan entre los diversos poderes regionales, provinciales o de entes miem-
bros, para determinar en el orden territorial el ámbito de sus respectivas
competencias, constituirán el foco principal de este trabajo.
Es obvio que todo lo referente a la admisión de nuevos Estados, la mo-
dificación del territorio de los existentes, la reagrupación de aquellos
que la buscan y la secesión de los inconformes, ha revestido cierta gra-
vedad en las federaciones del pasado. No sería de extrañar que llegue a
constituir, dentro de su especial naturaleza, un punto álgido en ciertos
países como España y su régimen de autonomías, o la misma comunidad
europea, dentro de la cual el sentido de la unificación tiende a completar
una especie de Confederación de Estado.3
3
El caso de las regiones autónomas en el país ibérico se verá posteriormente. En cuando a la
Comunidad Europea, a pesar de que el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas
recoge en forma persistente el principio de la Autonomía Institucional de los Estados-
Miembros, según el cual el derecho comunitario no altera las relaciones de reparto de compe-
tencias establecido en el seno de los mismos por su respectiva Constitución o Ley Fundamental,
y a pesar de que las obligaciones comunitarias se deben cumplir a través de las instancias
políticas procedentes de conformidad con el derecho interno de cada Estado, no han dejado de
presentarse casos, principalmente en la República Federal Alemana, de intentos de interven-
ción de los Lander en problemas que atañen a la misma comunidad (ver MORAWITZ,
Rudolf: La Colaboración entre el Estado y los Entes Autonómicos territoriales en la Comu-
nidad Europea. Traducción y notas de Antonio Jiménez Blanco. Madrid, 1985).
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 115
No obstante, tal problemática está lejos de afectar únicamente a los
Estados compuestos o simplemente descentralizados. Es preocupante
también en otras entidades de diversa naturaleza. Se impone, por consi-
guiente, una breve incursión en el Derecho Comparado, a los efectos
desconocer en forma sucinta las diversas soluciones enmarcadas en los
textos constitucionales.
Las herramientas y técnicas utilizadas para solucionar la problemática
en orden a conflictos constitucionales y determinar la integridad de los
territorios abarcados por los respectivos entes o estados miembros, sur-
gieron históricamente en los países federales como necesidad de resol-
ver las controversias, no sólo de los Estados miembros con el poder
central, sino también entre ellos mismos.
De allí que la Constitución Federal de los Estados Unidos de América de
1787, pudiese establecer en su Art. 3º, Sección 2ª, inciso 1º, lo siguiente:
Este derecho de los tribunales federales fundamenta a su vez, la compe-
tencia atribuida a la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos,
en orden a declarar inconstitucionales las leyes de Congreso, tal cual
como quedó establecido en el célebre caso Marbury vs Madison.4
4
L. CRANCH, 137 (1830).
116 HUMBERTO J. LA ROCHE
Igualmente el Art. IV, Sección 3, párrafo primero de dicho Texto Funda-
mental está redactado al siguiente tenor:
Estas dos previsiones constitucionales garantizan la integridad territorial
de cada uno de los cincuenta entes que integran ese país federal. O
como afirmó el Juez Chase de la Corte Suprema de Justicia americana:
La indestructibilidad de los Estados a que alude la disposición indicada
es considerada como axioma doctrinario que tiende a legitimar la verte-
bración constitucional existente en ese país”.6
Algunos problemas se han presentado a lo largo de la historia americana
en más de doscientos años de vida del régimen constitucional respecti-
vo. Al referirse al modelo americano de justicia constitucional, Alexis
de Tocqueville en su obra magistral De la Démocratie en Amérique,7
expresa lo siguiente:
5
Ver el Simposium Federalism, Mature and Emergency. Edited by Mac Mahon Arthur, New
York, 1962, especialmente p. 16 y ss.
6
Sin embargo, hay casos en los cuales, determinado Estado se ha escindido, se ha dividido en
dos entes diferentes. Por ejemplo, durante la Guerra Civil (1861-1865), Virginia luchó en
favor de la Confederación, en tanto que la población de la parte occidental del Estado apoyaba
a la Unión. Después que Virginia Occidental se separó, el Congreso aceptó el nuevo Estado
tomando como explicación el hecho de que Virginia se había rebelado.
7
Librairie de Médicis, París (sin fecha de impresión), Tomo I, p. 150.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 117
El Juez Hughes asienta:
Como se ha dicho, la historia de ese país registró disputas entre Estados
por cuestiones de límites y éstas han sido arregladas por la Corte Supre-
ma en uso de su jurisdicción originarias.
Entre dichos casos podemos citar como más importantes, los siguientes:
c) El asunto limítrofe más significativo ocurrió en 1849, entre Iowa y
Missouri. Fue de tanta gravedad la situación que se movilizaron las tro-
pas de ambos Estados. No obstante, la Corte Suprema pudo solucionar
satisfactoriamente dicha problemática.11
8
HUGHES, Charles Evans: La Suprema Corte de los Estados Unidos. Tr. Roberto Molina
Pasquel y Vicente Herrero, México, 1946, p. 122.
9
New Jersey vs New York. (1831), 5 Peters, 284.
10
Rhode Island vs Massachussets (1838), 5 Peters, 284.
11
Iowa vs Missouri (1838), 12 Peters, 657.
118 HUMBERTO J. LA ROCHE
La Constitución de los Estados Unidos de México estatuye en la Sec-
ción V del Art. 76, que es atribución privativa del Senado:
En el mismo sentido la Sección VI expresa que es atribución del Senado:
Concluye así esa parte:
Estas dos atribuciones se consideran como las facultades exclusivas
más debatidas en la historia de ese país. Los autores mexicanos de De-
recho Constitucional han analizado hasta la saciedad las disposiciones
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 119
reproducidas, sin que exista uniformidad de criterios al respecto. Opi-
niones autorizadas como Lanz Duret,12 Tena Ramírez13 y Carpizo,14 en-
tre otras, nos colocan frente a un panorama muy heterogéneo. Pero el
criterio que prevalece ha consistido en entender dicha atribución, como
sometida a un
La primera parte de la disposición anotada puede calificarse como po-
testad de la Cámara Alta, cuyo procedimiento se presta a irregularida-
des diversas, tal cual como se desprende de la lectura que se haga de
los anales constitucionales del país azteca.15
Conviene agregar que la Sección V del Art. 76 ya reproducido, redacta
su última parte en esta forma:
12
LANZ DURET, Miguel: Derecho Constitucional Mexicano. 2a Edición, p. 208
13
TENA RAMÍREZ, Felipe: Derecho Constitucional Mexicano. México, 1958, p. 456 y ss.
14
CARRIZO, Jorge: Sistema Federal Mexicano. En: Los Sistemas Federales del Continente
Americano. México, 1972, p. 509 y ss.
15
En la obra colectiva Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, publicada en
1984 por la Universidad Autónoma de México, se inserta un cuadro demostrativo de los
diferentes casos de aplicación de ambos dispositivos (p. 181 y ss.). Los Estados de la Unión
Mexicana han clamado desde que la norma se insertó en la Constitución de 1856, en forma
diferente, pero con el mismo objeto, por la necesidad de suprimir esta facultad del Senado. La
XLVII Legislatura del Estado de Hidalgo publicó una opinión en la cual puede leerse lo
siguiente: “Con el objeto de fortalecer el Federalismo es urgente privar al Senado de la
República, o en su caso, a la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, de la facultad
que actualmente les otorga el Art. 78, fracción V constitucional, en el sentido de declarar
desaparecidos los poderes constitucionales de cualquier Estado Libre y Soberano”. El 31 de
enero de 1920, la Comisión Permanente del Congreso de la Unión Mexicana declaró desapa-
recidos los Poderes del Estado de Guerrero, teniendo en cuenta la orden de aprehensión en
contra del gobernador del Estado como presunto responsable del delito de fraude, dictada por
un juez del Distrito Federal y designó gobernador sustituto dentro de la terna enviada por el
Ejecutivo Federal. El sustituto debería entregar el cargo al electo posteriormente en forma
definitiva.
120 HUMBERTO J. LA ROCHE
Como dice el mismo Tena Ramírez:16
Y añade:
La primera parte configura jurídicamente lo que se ha llamado desde un
punto de vista general “La intervención federal en los Estados” y
existe no sólo en México, donde se conoce con el nombre, según se ha
visto, de “desaparición de los poderes”, sino también en otros países,
entre ellos Venezuela, que jurídicamente se organizan bajo la égida del
federalismo. Excedería la intención de este trabajo una referencia a to-
dos los pueblos en los cuales existe la “intervención federar”. No
obstante, podríamos mencionar a los Estados Unidos, Argentina, Brasil,
etc. En Argentina, por ejemplo, el Estado Nacional puede intervenir en las
provincias para preservar la forma republicana de gobierno en caso de
invasión extranjera o cuando las autoridades provinciales han sido de-
puestas por insurrección. Se distinguen en esa forma, las “intervencio-
nes de restablecimiento” y las “intervenciones de funcionamiento”.17
16
TENA RAMÍREZ, Felipe: Op. cit., p. 456.
17
Este aspecto de la intervención del Estado Nacional en las entidades que en general la
integran, se ha estudiado para ciertos países en la Revue de Droit Contemporain. Nº 2,
Diciembre de 1958, especialmente p. 9 y ss.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 121
En cuanto a la Sección VI del mencionado Art. 76, se refiere a:
Esta norma parte del supuesto común por el cual entre los Poderes de un
Estado han surgido “cuestiones políticas”. Tal hecho es del todo diferente
al Art. 105 de la Constitución, que está registrado al siguiente tenor:
Conviene esta distinción, por cuanto, al existir cuestiones políticas entre
los diversos Poderes de un Estado, es la intervención del Senado la que
se conforma en los siguientes casos: a) a petición de uno de los Pode-
res; y b) de oficio, cuando se haya interrumpido el orden constitucional,
mediando un conflicto de armas (Art. 76, Sección VI).
En cambio, el Art. 105, también reproducido, confiere a la Corte Supre-
ma de Justicia la facultad de actuar en Sala Plenaria cuando una entidad
regional interponga reclamación contra otra: a) por cuestiones de lími-
tes; b) por invasión de jurisdicción; cuando un grupo de residentes en el
territorio de otro Estado incurra en violaciones que afecten la soberanía
del que se estime afectado.
Como se ha dicho, el deslinde es importante, ya que si bien las cuestio-
nes políticas entre Estados son resueltas por el Senado,18 en cambio, los
18
En México, como en los Estados Unidos y en los Estados Federales, en general, el trata-
miento de las llamadas “cuestiones políticas” escapa a la actividad jurisdiccional del Estado
(ver LA ROCHE, Humberto: El Control Jurisdiccional de la Constitucionalidad en los
Estados Unidos y Venezuela. Maracaibo, 1972, p. 54).
122 HUMBERTO J. LA ROCHE
problemas limítrofes competen a la Corte Suprema de Justicia, la cual
en repetidas oportunidades ha declarado recursos de amparo sin lugar,
por diferencias planteadas entre Estados,19 integrantes de la Federación
Mexicana.
En otras palabras, el proceso establecido por el artículo 105 de la Cons-
titución mexicana puede calificarse, siguiendo la terminología de Carl
Schmitt,20 de “litigio constitucional”, porque se contrae a las contro-
versias entre dos o más Estados, o entre los Poderes de un mismo Esta-
do sobre la constitucionalidad de sus actos, o bien de los conflictos entre
la Federación y uno o más Estados, o en fin, aquellos en que la Federa-
ción (la entidad total de un pueblo, territorio y un gobierno), en los casos
determinados por la Ley, es parte litigante.
La recurrencia de litigios entre el Poder Nacional y el Poder de las entida-
des particulares que constituyen la República Federal Alemania o Alema-
nia Occidental, no es tan numerosas como en otros Estados Federales.
No obstante, corresponde al Tribunal Constitucional, como Corte Fede-
ral, dirimir las controversias, tanto entre la Federación y los Länder,
como entre los Länder mismos. La Ley Fundamental de Bonn de 1949
(Art. 93) expresa lo siguiente:
19
En 1926, los tres poderes desaparecidos en el Estado de Nuevo León recurrieron a la
Suprema Corte “contra el otorgamiento, por parte del Senado, del reconocimiento de una
legislatura independiente”. Los recurrentes sostenían que la concesión o subsistencia del
reconocimiento no era de la competencia del Senado, y que, por tanto, debía concedérseles el
amparo. La Corte, no obstante, declaró que el reconocimiento era un acto político, una
cuestión política, y consiguientemente carecía de jurisdicción”.(Ver CARPIZO, Jorge. Op.
cit., p. 514).
20
SCHMITT, Carl: Teoría de la Constitución. Tr. Francisco Ayala, México, 1952, pp. 131 a 139.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 123
Como se ha dicho, compete al Tribunal Constitucional, como Corte Fe-
deral, dirimir las controversias, tanto entre la Federación y los “Länder,
como entre los Länder mismos” (Ley Fundamental de 1949, Art. 93). El
número de casos decididos no es muy alto. En efecto, de 1951 a 1983,
se dictaron 29 decisiones, o sea, menos de una por año.21
Actualmente hay juristas y políticos que pretenden evitar los roces entre
el Estado Federal y los Estados Miembros, a través de una estudiada
uniformidad, lo cual dialécticamente conduce a cierta centralización pro-
gresiva. El pretexto consiste en establecer una estrecha colaboración
cada vez más necesaria.
De allí que se haya puesto en boga un tipo de Estado compuesto, el cual,
sin ser federal trate de armonizar el poder unitario en el Estado con
comunidades territoriales superiores a la provincia y dotadas de autono-
mía política mediante título expresamente emanado de aquél. Estaría-
mos en presencia de un Estado unitario regional. Es decir, la comunidad
dentro de la cual la existencia de varios poderes y de diversos entes
territoriales, dotados de autonomía política y aspectos de soberanía de
su título propio, y decidieron integrarse en una entidad superior.22
21
FAVOREU, Louis: Les Cours Constitutionelles. París, 1986, p. 37.
22
FRIEDRICH, Carl: Trends of Federal Theory and Practice. Londres, 1968, p. 125 y ss.
124 HUMBERTO J. LA ROCHE
Como dice Larumbe Biurrum,
Dentro de esa situación, los conflictos entre el Estado y las regiones o
entre las mismas regiones, no han llegado a constituir un problema muy
significativo en las funciones de la Corte Constitucional, dado que existe
el control preventivo sobre la constitucionalidad de las leyes regionales,
bien sea a través de recursos gubernamentales o provenientes de las pro-
pias entidades regionales. No obstante, a partir de 1984 se ha observado
un crecimiento notable de estos recursos (58 en 1984 contra 31 en 1983).24
El respeto al equilibrio que debe existir entre el Estado y las colectivida-
des particulares que lo integran (regiones); no se plantea de la misma
manera en Francia y en Italia. Sin embargo, el Consejo Constitucional
francés cumple una función esencial en la medida en que la definición
normativa de la repartición de competencias es ampliamente sometida a
dicho control.
En esta línea de pensamiento habría que señalar la jurisprudencia profe-
rida por el nombrado Consejo Constitucional desde 1974, lo cual permite
analizar con cierta precisión el alcance del diagnóstico fundamental con-
tenido en las decisiones de la institución ya nombrada.25
El Art. 62 de la Constitución francesa expresa que:
23
LARRUMBE BIURRUM, Pedro Ma.: La Región. Madrid 1974, p. 249.
24
FAVOREU, Louis: Op. cit., p. 76.
25
FAVOREU, Louis: Op. cit., p. 91.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 125
Ahora bien, estas decisiones pueden ser, fundamentalmente, de dos ca-
tegorías:
a) Las que conciernen al equilibrio que debe existir entre el Estado y las
colectividades territoriales que lo integran. En estos casos,
b) El control preventivo de la constitucionalidad de las leyes, como siste-
ma a priori, está determinado en el Art. 61 de la Constitución, después
de la sanción de la ley y previo a su promulgación.
En lo que se refiere a España, fue la Constitución de 1931 la primera en
establecer un mecanismo para articular en su texto la solución de las
situaciones conflictivas que pudiesen darse entre el Estado y las instan-
cias políticas territorialmente descentralizadas. Al efecto, se instauró en
ese estatuto constitucional, el Tribunal de Garantías Constitucionales,
cuya competencia se previó en los artículos 121 al 124 ejusdem.
26
No obstante, en el caso de la demanda de inconstitucionalidad contra la Ley del Estado de
Urgencia en Nueva Caledonia, el Consejo Constitucional rindió su decisión, tomando en
cuenta la gravedad de la situación imperante (25 enero 1985). Ver el texto reciente y actuali-
zado sobre la Justicia Constitucional que fue publicado en Francia con el título de Ánnuaire
International de Justice Constitutionelle, París 1985. Dicho texto es el resultado de las Mesas
Redondas celebradas en Aix en Provence durante los años 1984 y 1985, p. 400 y ss.
126 HUMBERTO J. LA ROCHE
El literal c) establece que es de la competencia de dicho Tribunal:
Durante el poco tiempo en que existió el nombrado Tribunal, se presen-
taron algunos casos de claro enfrentamiento entre las regiones y el Es-
tado. Los autores señalan como de importancia política aquel motivado
por la Ley de Contratos de Cultivos de la Generalidad de Cataluña, de
21 de marzo de 1934, aprobado por el Parlamento catalán, sin la colabo-
ración de los representantes de la Liga Catalana, quienes eran refracta-
rios a todo proyecto de reforma agraria y se ausentaron de la Cámara
en tanto de su votación. Al trasladarse el problema al Tribunal de Ga-
rantías Constitucionales, éste se abstuvo de decidir por tratarse de una
cuestión política.27
La Constitución vigente de 27 de diciembre de 1978 instituye en ese país
la jurisdicción constitucional, la cual se ejerce a través del llamado Tribu-
nal Constitucional, definida en los artículos 159 a 165 de dicho texto y la
Ley Orgánica del Tribunal Constitucional de 5 de octubre de 1979.
Entre las atribuciones de este órgano jurisdiccional aparece aquella por
la cual se debe respetar el equilibrio entre el Estado y las colectividades
que lo integran.
Como muy acertadamente apunta Garrido Falla,28 el Art. 161 de la Cons-
titución española, enumera las vías técnicas a través de las cuales se
garantiza, de una parte, la supremacía de la Constitución sobre las demás
normas con fuerza de ley; de otra parte, la defensa de la Constitución.
27
CRUZ VILLALÓN, Pedro: La Formación del Sistema Europeo de Control de
Constitucionalidad. Madrid, 1987, p. 395.
28
GARRIDO FALLA, Fernando: Comentario al Art. 161, en la obra dirigida por él, Comen-
tarios a la Constitución. Madrid, 1980, pp. 1.692-1.693.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 127
Dentro de esa línea de pensamiento aparece en el ordinal c) la referente a:
En cuanto a las formas fundamentales o mecanismos procesales, se
distinguen los siguientes:
a) El control de normas;
b) Los recursos de amparo;
c) Los conflictos constitucionales; y
d) El control previo de inconstitucionalidad.29
Correspondería al problema de la justicia constitucional, en lo que atañe
a las Comunidades Autónomas, los llamados conflictos constitucionales
de competencia; englobando tanto a los de la organización territorial del
Estado, que se suscita entre éste y las comunidades autónomas, o entre
éstas, como los que enfrentan a los órganos constitucionales del propio
Estado, y en fin, el control previo de inconstitucionalidad, tanto para la
ratificación de ciertos tratados, como para la aprobación de proyectos
de estatutos de autonomía o de leyes orgánicas.
a) Unión Soviética
En julio de 1941, el pacto de no agresión suscrito entre Alemania y la
Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, el 23 de agosto de 1939,
produjo los siguientes acontecimientos: 1) La división de Polonia en dos
partes: una para Alemania y otra para la Unión Soviética; 2) La guerra
29
FRIESENHANHN. Citado por GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo: La Constitución
como Norma. p. 137.
128 HUMBERTO J. LA ROCHE
ruso-finlandesa culmina con la anexión de Finlandia; 3) La incorpora-
ción de tres repúblicas y su sovietización posterior.30
La Constitución de 1977, vigente en la Unión Soviética, en sus Arts. 34,
35, que dice:
En cuanto a las Repúblicas Socialistas Soviéticas, el Art. 71 establece
quince, atribuyéndose al respecto una serie de competencias, como por
ejemplo, la del ordinal 2, que precisa,
Recientemente se han planteado problemas que han trascendido el ám-
bito de dichas Repúblicas, porque están cargados de nacionalismo, a
pesar de la influencia que la perestroika podría ejercer. En tal sentido,
los recientes conflictos planteados en las Repúblicas Bálticas, en Arme-
nia, Georgia y otras Repúblicas, no sólo tienen sentido nacionalista, sino
también religioso, lingüístico, etc.
b) Yugoslavia
La República Federativa Yugoslava, sancionó en 1945 su Constitución,
modificada en 1953. Conforme a ese texto, varios pueblos de diversas
nacionalidades (los serbios y montenegrianos que abrigaban en su seno
Estados nacionales independientes como Croacia, Eslovenia, Macedo-
nia y los mismos serbios, que habían sido incorporados a Estados ex-
tranjeros), constituyen un Estado multinacional de tipo federal.
30
LAVIGNE, Pierre et Marie: Régards sur la Constitution soviétique de 1977. París, 1978,
p. 136.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 129
Como dice Djordjevic:31
Dichos cambios pudieran, siguiendo al mismo autor, resumirse en la si-
guiente forma: a) El poder popular se organizó en un sistema político
único para todo el país; b) El nuevo sistema del poder se aplica al sector
económico del Estado y se apoya en la confianza de la mayoría del
pueblo trabajador; c) La unidad de la comunidad federal estaba asegu-
rada por la solución aportada al problema nacional, gracias a la libre
unión de los pueblos yugoslavos sobre la base de la igualdad de los dere-
chos y respeto a las diferentes individualidades nacionales.
Como se desprende de la anterior última parte, el régimen político ins-
taurado en ese país se esfuerza por conservar la unidad nacional, man-
teniendo el régimen federativo sobre bases inconmovibles que pudieron
hacer resistencia a los intentos de Stalin de dominar la vida política y la
economía de este país. Dicha tentativa chocó con la resistencia de la
enorme mayoría del pueblo, que se enfrentó con decisión y coraje con-
tra la hegemonía extranjera. Ello permitió compactar dentro de la lucha
a los pueblos disímiles que integraban la unión, por un lado, y por el otro,
aportó a Yugoslavia algo que tendría una importancia capital para su
porvenir socialista: la emancipación de la doctrina social y política que
pretendía ejercer la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
c) La Unión Hindú
Nadie que conozca siquiera en forma superficial a la India puede hacer
abstracción de dos fenómenos, aparentemente distintos, pero íntimamente
vinculados, que son: el desarrollo de los lenguajes regionales y la pene-
tración de la religión en el fenómeno político. Ambos aspectos han sido
determinantes, sobre todo en los últimos cien años de las crisis y trans-
formaciones que se han sucedido en ese extenso territorio.
31
DJORDJEVIC, Javan: La Yougoslavie. Démocratie Socialiste. París, 1959, p. 20 y ss.
130 HUMBERTO J. LA ROCHE
Durante la ocupación británica, el desenvolvimiento de las diversas len-
guas chocaba con el muro de las fronteras administrativas coloniales. El
imperio británico estaba interesado en impedir el crecimiento del fenó-
meno lingüístico y, por ende, el religioso. Al efecto, la conquista utilizaba
como estrategia la creación de fronteras artificiales entre las provincias,
de modo que el fraccionamiento lingüístico y religioso había sido expre-
sión de la fijación de barreras internas por los ingleses.
Así mismo, los dirigentes británicos trataron, con cierto éxito, de desviar
las corrientes lingüísticas y económicas hacia antagonismos de orden
religioso. La oposición entre hindúes y musulmanes fue la forma clásica
que utilizaron.32
Paralelamente, se utilizó una legislación represiva, como la ley sobre las
lenguas. El coronamiento de esta política de colonización fue el des-
membramiento de la India por Lord Mountbatten y su división en dos
Estados: India y Pakistán.
La división del continente hindú en esos Estados representó también,
como dice Karunakaran,33 la satisfacción del deseo de una sanción de
los musulmanes hindúes de tener un Estado separado para ellos sola-
mente. Es ese el mayor suceso tendente a subrayar el hecho por el cual
la religión ha jugado uno de los papeles más significativos en la historia
de la política hindú.
De otra parte, cuando la India conquistó su independencia, la reorgani-
zación de los Estados sobre una base lingüística llega a ser una reivindi-
cación universal. Por ejemplo, el Estado de Andhra fue creado el primero
de octubre de 1953, como producto de esa presión lingüística.
Es importante señalar también, dentro de esas presiones de tipo lingüís-
tico, que todos los Estados, al promulgarse el primer Texto Fundamental
32
PALME DUTY, Re: India Today and Tomorrow. New Dehli, 1955, p. 223 y ss.
33
KARUNAKARAN, K.P.: Religion and Political Awakening. Delhi, India, 1965.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 131
de ese país, se reorganizan, por consideraciones de unidad lingüística34
las excepciones son Bombay, Punja, Janna y Cachimira. Bombay, por
ejemplo, es un Estado oficialmente bilingüe que comprende las regiones
de Maharastra y Goudjerat.
Los conflictos planteados a partir de la independencia de la India han
girado fundamentalmente en derredor de los problemas religiosos y
lingüísticos.
La Constitución hindú establece que la India es una Unión de Estados
(Art. l), es decir, un Estado organizado bajo forma federal. Las fronte-
ras de los Estados quedan determinadas por una ley adoptada por el
Parlamento. Dicho texto establece también todo lo referente a la ad-
misión de nuevos Estados en la Unión, la formación de los mismos, la
modificación de las fronteras o la denominación de los Estados (Arts.
2 y 3). Una tal ley no se adopta sino por recomendación del presidente
del país, previa consulta con los cuerpos legislativos de las entidades
interesadas.
Conforme al Art. 131 de la Constitución Federal, compete a la Corte
Suprema de la India, el conocer de los conflictos entre Estados o entre
la Unión y cualquiera de los Estados que la integran.
d) Nigeria
En África, la cuestión tribal domina la problemática de la mayor parte
de los países que integran ese continente. Nigeria, antiguo imperio de-
nominado en otra época Songhay, llegó a ser, junto con Ghana y Mella,
uno de los tres grandes colosos africanos.
34
En cuanto a la lengua oficial de la India es el hindú, escrito en caracteres que se originan en
el “sáncristo” (Art. 343 de la Constitución). El uso del inglés está autorizado con carácter
transitorio. No obstante, 14 lenguas son reconocidas en la Unión.
132 HUMBERTO J. LA ROCHE
Puede afirmarse que la era republicana y la promulgación de la Consti-
tución de 1960, marcan dos de las características más impresionantes
en la vida de ese país. En cuanto a la reestructura constitucional, existe
un Presidente de la República, un Parlamento bicameral y la Corte Su-
prema Federal con sede en Lagos y cúspide del poder.
En cuanto al Régimen Federal instaurado en ese Estado africano, existe
una razón poderosa para que el federalismo haya sido adoptado en Ni-
geria: Como solución a los problemas sociopolíticos que las diferencias
tribales plantean. Ello quiere decir que la implantación del régimen fede-
ral en ese país tiene mucho que ver con la muy heterogénea estructura
de la sociedad nigeriana.35
Conforme a la Constitución vigente, la Corte Suprema de la Federación
tiene jurisdicción originaria para dirimir: a) las disputas de tipo interregio-
nal; b) las controversias entre el gobierno central y el gobierno regional.36
Dentro de cualquier sistema de integración territorial, uno de los aspectos
más polémicos para la determinación de las dimensiones de los entes que
35
Dentro de Nigeria existe una multiplicidad de grupos lingüísticos. Comúnmente se denomi-
nan tribus. Hay una gran cantidad, que forman más de 5 millones de habitantes. Los tres
mayores grupos tribales en el país son los siguientes: 1) Los “Ahusas musulmanes”, que
predominantemente habitan la parte norte; 2) Los “Yorubas”, que habitan el suroeste; y 3)
Los “Ibos”, que viven en la parte sureste del país. Estas tribus mayores se localizan en cada
una de las tres grandes divisiones administrativas del país. Pero, junto a esas tribus mayores
hay otros grupos lingüísticos que forman otras agrupaciones tribales: Edos, Filnis, Gwaris,
Itskiris, Kanuris, Tivs, etc.
36
EZERA, Nalu: Constitutional Developments in Nigeria. Cambridge, 1964, p. 290.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 133
lo forman y su integración al estado nacional, es el referente a la interpre-
tación cabal de los dispositivos constitucionales de tipo particular.37
Lo asentado anteriormente obedece, según pensamos, no sólo a las di-
versas y variadas posturas adoptadas, tanto en la doctrina como en la
praxis del derecho público para que tal estructuración sea correcta, sino
también al impacto de numerosos factores, a veces abstrusos y disímiles
entre sí.
En ese orden de motivos, la historia de los pueblos está erizada de escollos
que entorpecen la labor interpretativa de los textos, muy especialmente en
el caso de nuestro país, el cual ha atravesado etapas de federalismo, cen-
tralismo, formas mixtas y seudofederalismo, como el vigente.
Mucho se ha escrito al respecto, y existen circunstancias cuya vigencia
no escapa al más desprevenido observador. Más aún, cuando se estu-
dian desagradables episodios que han venido empedrando el camino de
nuestra historia provincial. Y si bien los mismos aparecen como intras-
cendentes para personas de elevada prosapia política de la capital de la
República, no dejan de llamar la atención dentro de este país, que es
como una nave hundida con firmeza en los procelosos y encrespados
mares del Estado de Derecho y del Constitucionalismo.
De allí que sea necesario tratar de contribuir al esclarecimiento de cier-
ta confusión existente, cuando se trata de dilucidar el tema, aplicado
ahora al régimen venezolano.
37
Conviene observar que también en el plano internacional y comunitario se plantea el
fenómeno de la integración territorial e históricamente han sido muy variadas las causas que
han prevalecido en ese tipo de estructuras. André Marchal considera como integración total,
la que comprende todo aquello que tiene como soporte un territorio y que met en jeu la totalité
de la vie sociale (MARCHAL, André: L’Integration Territoriale. París, 1965, pp. 7 y 35).
Como no se trata aquí de un estudio de Derecho Comunitario o de Relaciones Internacionales,
sino de Derecho Constitucional, dejaremos al margen los problemas de esa naturaleza, sin
dejar de reconocer el interés de la integración como proceso de conservación de estructuras
binacionales o de carácter plurinacional, desde el punto de vista económico, político y social,
etc. Todo dentro del juego de estructuras que conforman el sistema.
134 HUMBERTO J. LA ROCHE
Dicho régimen en general, si bien admite su adhesión a determinada
ortodoxia jurídica, no renuncia a la consideración de circunstancias con-
comitantes de especial estima y significación.
Según Bidart Campos 38 hay cuatro factores, cuatro matices fundamenta-
les que tiñen con colocaciones dispares el régimen federal de un Estado:
1) Un factor mesológico, de unidad geográfica, territorial o física. En
tal sentido, la demarcación o trazados de límites, juega un papel desco-
llante y actúa como eje de rotación, como determinante de diversos re-
gímenes fiscales, administrativos, de organización gubernamental.
4) En fin, un factor institucional, que consiste en la introducción progre-
siva del régimen de competencias, de prohibiciones, de reservas al Po-
der Nacional, etc. Dichos hechos y características se instituyen sobre
asuntos de interés común, de discrepancias entre provincias, etc., pero
la solución está en manos del Poder Nacional, sin que sea dado a los
entes particulares decidirlos en forma unilateral.
A estas cuatro determinantes, habría que agregar el proceso histórico,
el cual en Venezuela, y sobre todo en esa materia, ha sido sinuoso y
accidentado, cumpliéndose rara vez las metas fijadas, conforme a las
previsiones y esperanzas de los grupos e individuos interesados, aun los
más lúcidos y ponderados.
38
BIDART CAMPOS, Germán: El Origen Histórico del Federalismo Argentino. Rev. El
Derecho. Tomo 48, Nº 3219, Buenos Aires, 20 de junio de 1973, p. 1 y ss.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 135
Consideraremos estos cinco factores, con la advertencia de que su tra-
tamiento no puede ceñirse a un orden estricto en su desarrollo metodo-
lógico. En efecto, los mismos se combinan, se mezclan y se entrelazan
con acciones y reacciones de diversa categoría, imprimiendo al proble-
ma cierta complejidad y carácter heterogéneo.
Independientemente del valor que se atribuya a los factores analizados
por Bidart Campos, es evidente que, dentro de determinada situación
limítrofe –sea pacífica o conflictiva– entre entidades territoriales de Ve-
nezuela o de cualquier otro país, es recomendable un análisis vinculado
al período evolutivo en que se manifiesta.
En el caso venezolano, el discurso histórico ha estado muy ligado a los
límites de las entidades territoriales en que se ha dividido el país, antes y
después de 1810. Antes, para precisar en qué parte o lugar de la geo-
grafía se sitúa determinado pedazo de tierra. Después, con miras de
verificar cómo quedará demarcado ese espacio físico en el futuro. Esta
observación es crucial dentro del más superficial examen que se haga
para entender la división político-territorial del Estado venezolano.39
Los movimientos del 9 de abril de 1810 y del 5 de julio de 1811, parten
por la mitad el proceso histórico venezolano.40 Se cancela así una etapa
39
ARELLANO MORENO, Antonio: La Organización Política y Administrativa. En: 150
Años de Vida Republicana. Caracas, 1964, Torno II, p. 10 y ss. 4.
40
A menudo se preguntan los historiadores si es el 19 de Abril de 1810 es el punto de partida
de la emancipación americana o si ésta debe fijarse en el 5 de julio de 1811, fausto aconteci-
miento. La Academia de la Historia de Venezuela, en dictamen de 5 de mayo de 1909 (ver el
libro publicado por el Instituto Panamericano de Geografía e Historia 19 de Abril de 1810,
Caracas, 1957, p. 3 y ss.), asienta: “El Jueves Santo, 19 de Abril se desplomó en Venezuela
el coloso del despotismo, se proclamó el imperio de las leyes y se expulsaron a los tiranos”.
Ratifica así el máximo órgano de la interpretación histórica, las frases de Bolívar, quien en
memorable alocución dirigida al Ejército Libertador, con fecha 19 de Abril de 1820 dijo:
“¡Soldados, diez años de libertad se solemnizan en este día. Soldados: El 19 de Abril nació
Colombia”. También el General Francisco de Miranda, en correspondencia de 3 de agosto de
1810 dirigida a la Junta Suprema, escribe lo siguiente: “El 19 de Abril de 1810 es la época más
célebre en la historia de la Provincia de Venezuela y para los anales del Nuevo Mundo”.
136 HUMBERTO J. LA ROCHE
de vida colonial caracterizada por la disparidad existente entre las insti-
tuciones de raigambre peninsular, que los conquistadores pretendían tras-
ladar a la América Ibérica, con las bases culturales, sociales y económicas
de carácter autóctono, secularmente arraigadas desde el poblamiento in-
dígena. De otra parte, se abre con esos hechos un interesante período de
integración territorial, cuya clave radica en la ruptura del hilo de juridici-
dad entre el pasado propio a la sociedad colonial dominante y el hecho
revolucionario, que marca un hito en la historia de estos pueblos.
Hasta entonces, ésta se venía desarrollando en forma irregular, encerrada
en peculiares moldes sociales y sometida a la influencia de abigarrados
conceptos propios al Derecho legislado y al régimen consuetudinario
vigente.
Dichos movimientos, como todos aquellos que tuvieron su epicentro en
capitales y ciudades de los antiguos dominios de ultramar, no pueden
catalogarse colocándolos en el plano de los hechos circunstanciales, ais-
lados y casuales, sino como genuina expresión de un gran conflicto cum-
plido en la América española, profundamente perturbada por el impacto
adverso de la política colonial borbónica. Es verdad, tal cual como se ha
asentado en congresos y conferencias científicas, que la revolución se-
paratista americana debe indagarse, a la luz de determinadas causas,
como un proceso complejo, vinculado a la historia universal, pero tam-
bién es cierto que es difícil formular con caracteres definitivos una teo-
ría general sobre la revolución americana y la independencia de estos
territorios.41
No cabe duda. Jamás podrá ignorarse este impulso formidable de dialé-
ctica que conduce la vida de los pueblos hacia la libertad y que arrastra
todo el orden existente a metas gloriosas.
41
No debe confundirse la terminología cuando se habla de “Teoría General sobre la Revolu-
ción Americana”. Aquí se trata de la emancipación de los pueblos de América en general y en
forma alguna la de las antiguas colonias de la Monarquía británica.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 137
Hablando históricamente, está fuera de toda tergiversación la existencia
de acontecimientos, de actitudes que desembocan en la emancipación.
Es decir, que la Revolución americana forma parte de ese patrimonio
universal que perdurará en la memoria de los hombres.
Las bases jurídicas, como piedra angular de la Revolución americana,
quedan encerradas dentro del siguiente esquema:
42
ZORRAQUIN, Ricardo: La Doctrina Jurídica de la Revolución de Mayo. Revista del
Instituto de Historia del Derecho. Nº 11, Buenos Aires, 1960, p. 123.
138 HUMBERTO J. LA ROCHE
Los frecuentes conflictos y choques que se presentaron durante esa
época, entre las disposiciones aplicables a los habitantes de la sociedad
colonial iberoamericana y las diversas castas que poblaron esta parte
del continente, incluyendo a Brasil,43 llegaron a provocar la lenta elabo-
ración de la célebres Leyes de Indias. El término “ley” puede prestarse
a interpretaciones equivocadas, si se aplica a las primeras ordenanzas
de Indias. En efecto, en nuestro actual lenguaje jurídico, podrán ser asi-
miladas más bien a decretos ejecutivos, aptos para resolver un caso
determinado y concreto. Sólo en época muy posterior, la solución análo-
ga dada a casos particulares, tomó la forma jurídica de una ley.
Esta reglamentación de casos particulares, junto con la desconfianza
que los funcionarios enviados a las colonias inspiraban a la corona, lle-
varon a una multiplicación de leyes e instrucciones, a menudo de carác-
ter contradictorio. Sólo en el siglo XVIII hubo cierta clarificación jurídica
mediante la llamada Recopilación de las Leyes de Indias, a que se ha
aludido, dictada en el siglo anterior y que constituye, a nuestro entender,
un interesante cuerpo jurídico analizado por historiadores, juristas y es-
pecialistas, bajo el sugestivo nombre de Derecho Indiano.44
Es evidente que cierta normativa, propia a este régimen jurídico, sobrevi-
vió a la emancipación. Tenemos como ejemplo, el caso de la esclavitud.
Según asienta Gil Fortoul:
43
Existen muchas similitudes entre las costumbres y régimen de vida en las colonias depen-
dientes de la Monarquía Española y las subordinadas al Imperio Portugués trasladado al
Brasil (ver CALMON, Pedro: Espíritu da Sociedad Colonial. Sao Paulo, 1935).
44
El estudio del Derecho Indiano adquiere en las dos primeras décadas del siglo XX, cierto
apogeo y propagación. Quienes se encargaron fundamentalmente de difundirlo fueron en
España, Rafael Altamira y Crevea y la América Latina, Ricardo Levene. Ver, por ejemplo la
producción de Altamira, en la Revista de la Escuela Nacional de Jurisprudencia. Estudios
sobre las fuentes de conocimiento de la Historia del Derecho Indiano. La costumbre jurídica
en la colonización española. Revistas Nos 83, 84, 85 y 86. También de Ricardo Levene:
Introducción al Estudio del Derecho Indiano, Santiago, 1916.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 139
Muchos capítulos incluidos en la “Recopilación de Indias” se ocuparon
de la situación de los esclavos. Por Cédula del año1609, éstos fueron
obligados a trabajar en las minas y la Ley 28, Título 5º del Libro VII de
la mencionada “Recopilación de Indias”, prohibía a los negros y mulatos
el uso personal de alhajas con oro o perlas. Más todavía, el uso de pren-
das de vestir confeccionadas con telas de seda.46
Esta odiosa institución, a pesar del celebre Decreto del Libertador; sub-
sistió a la independencia. La Constitución de 1821 decretó la manumi-
sión de los hijos de esclavos para listarlos en las tropas de los patriotas,
pero fue titubeante en cuanto a la institución misma. Por último, el Con-
greso venezolano de 1854 decretó la abolición completa de la esclavitud,
lo cual fue recogido por el Texto Tonstitucional de 1857 y los siguientes.
Desde entonces, el nuevo Derecho declaró libres a los esclavos que
llegasen a ingresar al territorio venezolano.47
El caso de la esclavitud es una plena demostración de la sobrevivencia
de instituciones reconocidas por el Derecho Colonial, a condición de que
el nuevo Derecho las ratificara. Pero aquellos textos cuyo reconoci-
miento se omitió quedaron anonadados, sin efecto ni fuerza legal.
En conclusión, gran parte del Derecho indiano sucumbió ante la Revolu-
ción, no sólo en su fisonomía política y social, sino también en su conte-
nido jurídico, de manera que quedaron vigentes sólo aquellos rasgos que
el Derecho Revolucionario ratificó expresamente. Las Cédulas Reales,
Corregimientos, Encomiendas y cualesquiera otros títulos que versan so-
45
GIL FORTOUL, José: El Hombre y la Historia. Caracas, 1941, pp. 2-9.
46
LONGHI, Luis R.: Derecho Constitucional Argentino, Buenos Aires, 1945, p. 150. Ver
también LEVENE, Ricardo: El Mundo Hispanoamericano y el Mundo de las Ideas en la
Revolución Hispanoamericana. Edit. Jurídica de Chile, 1956, p. 4 y ss.
47
Es bien sabido que la esclavitud de los negros sólo sustituyó parcialmente a la de los
aborígenes. Ver BRITO FIGUEROA, Federico: La Estructura Social y Colonial de Venezue-
la. Revista de Historia. Nº 17, Caracas, abril de 1961, p.70.
140 HUMBERTO J. LA ROCHE
bre límites territoriales entre antiguas provincias, jurídicamente carecen
de valor, porque se hundieron en la revolución y ese naufragio fue provo-
cado por la existencia de un derecho revolucionario, un Derecho nuevo
que sustituyó al régimen jurídico existente para la época.
La Constitución de 1811 fue el coronamiento de ese lento y dilatado
proceso histórico que tuvo como escenario el territorio venezolano y
cuyas acciones llegaron a diseñar episodios de interés inusitado. Fue
una Constitución que no nació de la nada. Tuvo su génesis, como diría
Hauriou, en un “movimiento constitucional” enraizado en su propio pa-
sado, fortalecido con hechos cruciales que llegaron a tatuar en sus ban-
deras un mensaje de protesta contra la dominación española, y la
extranjera en general.
Los fundamentos de esa Carta reposan en la ideología del siglo XVIII
(le siecle des lumieres), en las revoluciones que la precedieron (la re-
volución americana y la francesa), y finalmente, en parte de ese com-
plejo y abigarrado mundo del Derecho Indiano. Todo ello, dentro de un
marco de acentuada estratificación social.
Conviene investigar, a la luz de este texto, de aquellos que se inspiraron
en é1 y se abroquelaron en una juridicidad que se afincó en los princi-
pios de la ratificación y el contractualismo. ¿Cuál es el valor jurídico
de los títulos otorgados a personas de Derecho Público o de Dere-
cho Privado por el Monarca, o sus representantes legales en el Im-
perio Colonial?¿De dónde surge la legitimación actual de
Capitulaciones, Cédulas Reales, Encomiendas, etc., que precedie-
ron al hecho revolucionario de 1810?
En realidad, si se quisiera profundizar esta materia dentro de un análisis
riguroso, encontraríamos, entre otros, dos escritores, cuyas enseñanzas
pudieran contribuir a dilucidar el punto: Jean Jacques Rousseau y Em-
manuel Sieyes. Sus ideas sirvieron de piedra de toque en lo doctrinario a
la Revolución Francesa, y por ende, a todos los conflictos de ese tipo en
la América Latina.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 141
Dice Liévano Aguirre:
En materia provincial, el primer Texto Fundamental de la República estableció:
Algunas provincias que habían suscrito la primigenia Constitución del
país, tales como Caracas, Mérida, Barinas, se apresuraron a sancionar
sus propias constituciones regionales e imprimirle cierta organización a
sus gobiernos.
Mérida, que desde el 19 de septiembre de 1810 se había sumado a la
independencia, proclamó su secesión de la provincia de Maracaibo y se
unió a las ciudades de La Grita y San Cristóbal para constituirse en
forma separada.50
48
LIÉVANO AGUIRRE, Indalecio: Los Grandes Conflictos Sociales y Económicos de Nues-
tra Historia. Vol. II, Bogotá, 1978, p. 530.
49
MARIÑAS OTERO, Luis: Op. cit. p. 127 y ss.
50
Las causas de la separación de Mérida de la provincia de Maracaibo a la causa de la
independencia, no admiten un criterio unívoco por los especialistas. Dicha acción, según se
sostiene, no encontró en Maracaibo el eco deseado. Y se agrega que al llegar el momento de la
independencia, Trujillo, Mérida, La Grita y San Cristobal, al unirse a la revolución se separa-
ron de Maracaibo y formaron dos provincias, la de Trujillo y la de Mérida, que se integraban
con La Grita y San Cristóbal. El doctor Caracciolo Parra Pérez, al hablar de la separación de
Mérida, dice lo siguiente: “... Parece pues que la presión exterior haya sido la causa determi-
nante de la actitud revolucionaria asumida por Mérida. Sin embargo, es cierto que sus habitan-
tes no vivían conformes con la pérdida del rango de capital que un siglo antes había sufrido la
ciudad y no puede dudarse de que esta circunstancia influyó en la decisión que tomaran de
separarse de Maracaibo proclamando la reconstrucción de la antigua provincia con la invita-
ción de confederarse con las demás venezolanas” (ver PARRA PÉREZ, Caracciolo: Historia
de la Primera República de Venezuela. Caracas, 1959, p. 426).
142 HUMBERTO J. LA ROCHE
Al efecto se dio su primera Constitución el 31 de julio de 1811.51
Este constitucionalismo provinciano, que arranca en 1811 con los esta-
tutos fundamentales de las entidades que inicialmente integraron la Con-
federación, se coloca bajo las premisas siguientes: a) Se pone énfasis en
el localismo territorial e institucional de las respectivas jurisdicciones; b)
Mantienen la imagen de una futura y necesaria organización de todas
las provincias en común y en un solo Estado, proclamando en algunos
casos la forma federativa; c) Estatuyen el gobierno republicano; d) Cier-
tos textos prescriben en forma expresa la separación de poderes; e)
Contienen declaraciones de derechos del hombre; f) Establecen el régi-
men del Estado confesional a favor del catolicismo; y g) En general,
guardan silencio en materia de límites territoriales.
No obstante, independientemente de pequeños aportes que el derecho
provincial ha legado al régimen jurídico, la profusión de documentos es-
critos, en los cuales las provincias diagramaron su organización local no
alcanza –según nuestra manera de ver– la trascendencia histórica e
institucional tendente a diseñar la unidad de nuestro Estado.
Como se ha dicho, la forma federal de gobierno, establecida en la Cons-
titución de 1811, nos coloca frente a una organización especial, con cla-
ro reconocimiento de la autonomía provincial y con atribuciones amplias
para éstas, las cuales, si bien no se cumplieron en la práctica desde el
punto de vista formal están impregnadas de valor político y constitucional.
Las llamadas constituciones bolivarianas de 1819 y 1821 se refirieron a
las provincias en la siguiente forma:
51
Según anota el comentarista Ernest Wolf al referirse a las constituciones provincianas, “si
la primera Constitución de Venezuela no tuvo aplicación, así mismo eran teóricas las consti-
tuciones que se dieron –al amparo de la Constitución de 1811– las provincias de Mérida y
Trujillo en 1811 y Caracas y Barcelona en 1812”. Ver Tratado de Derecho Constitucional
Venezolano. Caracas, 1945, Tomo I, p. 83.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 143
En la de 1819 se les reconoce a todas su existencia, pero no en su con-
dición de entes soberanos, sino de unidades político-territoriales, tal como
se expresaban en tiempos de la Constitución Federal de 1811. A ello se
agrega que la Constitución de 1819 dividió el territorio nacional en diez
provincias, incluyendo a Maracaibo, Coro y Guayana, que no aparecie-
ron, por las razones indicadas, en la Constitución precedente.
En cuanto a la Carta del 1821,52 es de señalar que las provincias se
encontraban en:
El estudio jurídico de la Revolución Emancipadora de Venezuela nos
lleva a considerar lo referente a las situaciones excepcionales, lo cual
desde el punto de vista de la teoría general del Derecho Constitucional
encuentra múltiples y variadas connotaciones.54
Dentro de este enfoque, ocupa nuestra atención lo referente a la tesis
del Poder Constituyente, desarrollada en forma penetrante por Emma-
52
Esta Constitución adoptó el sistema de Departamentos para la División Territorial del
país. A Venezuela se le señalaron tres Departamentos: Orinoco, formado por las provincias
de Guayana, Cumaná, Barcelona y Margarita; el Departamento de Venezuela, con las
provincias de Caracas y Barinas; y el Zulia, con las de Coro, Trujillo, Mérida y Maracaibo.
Esta división territorial fue modificada por una Ley de 1824 y en 1826 se introdujo otra
Ley tendente a cambiar los límites territoriales entre las provincias. (Ver MIJARES, Au-
gusto: La Evolución Política de Venezuela (1810-1960). En: Venezuela Independiente. 1810-
1960. Caracas, 1962, p. 67.
53
Estudio Introductorio sobre las Constituciones Estadales. En: El Ordenamiento Constitu-
cional de las Entidades Federales. Primer Tomo, Caracas, 1983, p. 73.
54
GARCÍA PELAYO, Manuel: Derecho Constitucional. Madrid, 1951, p. 162 y ss.
144 HUMBERTO J. LA ROCHE
nuel Sieyes, quien fue, teoréticamente hablando, el artífice de la situa-
ción de Asamblea Constituyente. Dicho análisis sirvió de base a la Re-
volución Francesa. Sus aspectos liminares incidieron de manera muy
sensible en las deliberaciones del Congreso Venezolano de 1810.55
Según Siéyes, el poder constituyente
La emancipación americana no fue una guerra civil. Fue un hecho revo-
lucionario y el Congreso de 1810, al sancionar la primera Constitución
del Estado, la de 1811, lo hizo como Poder Constituyente Originario.
Dicha potestad se encuentra jurídicamente ilimitada, en la medida en
que el pueblo, al constituirse primigeniamente en Estado y darse las ba-
ses de su ordenamiento jurídico, se despoja de todo condicionamiento o
limitación de carácter positivo. En consecuencia, dispone de una amplia
y discrecional actividad para establecer el régimen político más adecua-
do y regular, tanto la organización como el funcionamiento del gobierno,
así como también las relaciones entre éste y los habitantes del país.
Fue la voluntad del pueblo venezolano, en ejercicio de la soberanía, a
través del texto constitucional y legislación consiguiente, el llamado a
legitimar el régimen jurídico posterior. En tal sentido, la Constitución de
21 de diciembre de 1811, situó la titularidad del Poder Constituyente en
una perspectiva ideológica, al aplicar la celebrada frase de Sieyes, “El
55
En el libro de Paúl Bastid intitulado Siéyés et Sa Pensee (Librairie Hachette, París, 1939, p.
652), se puede encontrar un análisis extraordinario de la producción intelectual de Sieyes
56
Ibíd., p. 578
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 145
En cuanto a las ideas de J.J. Rousseau, la parte que influyó en forma
más determinante sobre el derecho constitucional venezolano de la in-
dependencia, fue la referente a la soberanía popular.
El concepto de soberanía lo concibe el Ginebrino como “dueña del poder
constituyente, nunca de los poderes constituidos”.
La noción de voluntad general, que ha sido principio esencial en la filo-
sofía política roussoniana, le imprime necesariamente una nueva solu-
ción al problema de saber si el Estado está o no está limitado. Para él, la
voluntad general vive
La Constitución de 1811 incorpora a su ordenamiento (Art. 1º del Cap.
8º) la soberanía del pueblo en un estilo tan semejante a Rousseau, que
aparece como si se estuviera leyendo una parte del “Contrato Social”:
Y más adelante:
57
HOFFMAN, Stanley: Du Contrat Social a la Volonté Generale. En: Revue Internationale
d’Histoire Politique et Constitutionnelle. Nº 16, 1954, p. 301.
146 HUMBERTO J. LA ROCHE
No se encuentra en el Derecho Constitucional Latinoamericano una
consagración más radical de la teoría del ginebrino.58
Como se ha visto, tanto la influencia de Sieyes como la de Rousseau, al
igual que la de otros autores (Montesquieu, los enciclopedistas, Benja-
min Constant), fueron de extraordinaria significación en la ideología que
sirvió de inspiración al pensamiento constitucional de la independencia.
Pero existen algunas objeciones formuladas por el autor de Qu’est-ce
que le Tires Etat?
Todo criterio de eficacia supone la afiliación de la Constitución a un
sistema u ordenamiento jurídico. Cuando decimos que una Constitución
o Estatuto es válido, lo que se quiere significar es que pertenece (existe)
a un determinado sistema u ordenamiento.60
58
LA ROCHE, Humberto J.: Agnosticismo y Tradición Religiosa en el Pensamiento Consti-
tucional de la Independencia. El Pensamiento Constitucional de Latinoamérica. Caracas,
1962, Tomo II, p. 70.
59
SIEYES, Emmanuel: Qu’est –ce le Tires Etat? París, 1888, p. 68
60
QUIROGA LAVIÉ, Humberto: Derecho Constitucional. Buenos Aires, p. 58.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 147
Tal criterio, aplicado a una institución cualquiera, sólo es sano y acepta-
ble cuando éste se inserta en cierto orden jurídico, cuya evaluación que-
da inmersa en el mundo de la Filosofía del Derecho.
La doctrina pone especial énfasis en este supuesto, y señala, que la
base de sustentación de la normatividad constitucional, supone una es-
cala de acciones protectoras de las competencias, entendiendo éstas
como la capacidad legal para actuar y dictar medidas. En este orden de
ideas, conviene aclarar que no hay derechos subjetivos de los Estados.
Sólo hay competencias, entendiendo éstas como la capacidad legal de
actuación que se le asigna a un órgano cualquiera.
Sólo hay competencias que autorizan facultades de los órganos del Po-
der Público, y bien sabido es que las competencias deben ser expresas,
según elementales principios de Derecho Público ya aceptados por nues-
tra jurisprudencia. Es decir, en materia de Derecho Público sólo se per-
mite aquello que está expresamente atribuido a un órgano del Estado, en
oposición a la norma de Derecho Privado, con arreglo a la cual lo no
preceptuado está expresamente permitido.
De otra parte, el problema limítrofe entre dos o más entidades debe ser
analizado desde un punto de vista jurídico general, sin descuidar otros
factores que concurren para su planteamiento, ya que están íntimamen-
te vinculados.
El 28 de abril de 1856 se dictó la Ley de División Político-Territorial de
la República, inspirada en las directrices del geógrafo Agustín Codazzi;
su fundamento constitucional reposa en el texto de 24 de septiembre de
1830. Ésta marca, como se sabe, histórica, jurídica y políticamente, la
separación de Venezuela de la Gran Colombia.
El ordinal 23, Art. 87, al señalar las atribuciones del Congreso, establece
lo siguiente:
No se conocen objeciones ni votos salvados de los representantes a la
Asamblea Constituyente que sancionó dicha norma. No obstante, a par-
tir de 1836 comenzaron a presentarse divergencias limítrofes entre las
distintas autoridades y diputaciones provinciales. Con el deseo de preci-
sar los límites de cada provincia y limar eventuales asperezas, la Cáma-
ra de Representantes del Congreso, reunida en Valencia en 1831, acordó
dirigirse, por intermedio del Poder Ejecutivo, a las diputaciones provin-
ciales, para que remitieran sus informes en relación a sus respectivos
territorios, con miras a dictar la Ley de División Político-Territorial que
se requería.
Dicha solicitud no fue contestada oportunamente. Ya en 1845, las con-
troversias limítrofes se hacían cada día más visibles. Todos los Estados
han confrontado estos problemas, analizados desde diferentes puntos de
vista, conforme a las constituciones y leyes vigentes. Ello impulsó a las
diferentes entidades a dictarse sus propias leyes de División Político-
Territorial.62
61
Ver el texto de esta Constitución en el libro de MARIÑAS OTERO, Luis: Las Constitucio-
nes de Venezuela, p. 123 y ss.
62
En lo que respecta al estado Zulia, su primer instrumento legal en materia de División
Político-Territorial fue promulgado el 15 de junio de 1859. Posteriormente, al constituirse el
nuevo estado Falcón-Zulia, se dictó el 16 de enero de 1883, la ley sobre esa materia en el
nuevo Estado, cuya capital fue la pequeña ciudad de Capatárida. El estado Falcón-Zulia se
disoció posteriormente en los estados Zulia y Falcón, los cuales dictaron sus propias leyes
al respecto. La primera Ley de División Político-Territorial del estado Mérida fue promulga-
da el 7 de enero de 1904. El texto respectivo aparece publicado en la Recopilación de Leyes
y decretos de la División Político-Territorial del estado Mérida, que la Asamblea Legislativa
de dicha entidad dio a la estampa el 6 de septiembre de 1977.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 149
Conforme a este pacto,
La significación del Pacto Federal, dentro de un federalismo ortodoxo, debe
ser la base jurídica, el eje en derredor del cual gire todo sistema o mecanis-
mo de solución en materia de controversias limítrofes entre Estados.
Para remediar las controversias limítrofes interestadales, se proponen
diversos mecanismos, los cuales sin hacer renuncia de su basamento
jurídico, aspiran a conciliar puntos de vista diferentes, bien de carácter
histórico, sociológico, económico, etc. Pero en todo caso, es la propia
Constitución la llamada a diseñar el procedimiento adecuado, sin que
ello pueda significar en forma alguna, la desnaturalización de valores
superiores postuladas en su texto.
La metodología a seguir consistirá en el estudio de las disposiciones
constitucionales que regulan esta materia y las dificultades que en el
devenir histórico han surgido para delimitar correctamente el asiento
geográfico de cada entidad. Debe aclararse que no se tocarán las dispu-
tas suscitadas entre distritos o municipios dentro de un mismo Estado, ni
mucho menos, los problemas limítrofes con otros países (Colombia y
Guyana). Tal tratamiento desbordaría las limitaciones impuestas al em-
prender este trabajo.
Históricamente hablando, se han indagado en las fuentes bibliográficas
diversas fórmulas propuestas para resolver pleitos entre Estados colin-
dantes. Podemos mencionar las siguientes:
150 HUMBERTO J. LA ROCHE
1) El Arbitraje: En Venezuela, ha correspondido al Ejecutivo Federal, la
designación del Tribunal de Arbitraje. El laudo arbitral tiene carácter obli-
gatorio para ambas partes. Ejemplo, la Constitución de 1904, instaura el
arbitraje corno tribunal especial nombrado por el Ejecutivo Federal.
2) La decisión sobre esta materia queda en manos del Congreso Na-
cional, previa consulta a las diputaciones, provinciales o cuerpos legis-
lativos de los Estados interesados en dilucidar el problema. Por ejemplo,
la Constitución de 1830.
3) Nombramiento por el Ministerio de Relaciones Interiores de Comi-
siones de Avenimiento. Este mecanismo, es decir, de carácter extraju-
dicial pero puede considerarse como una forma de llegar a un arreglo
conciliatorio. Ejemplo: En 1946, el Ministro de Relaciones Interiores
designó una comisión especial para analizar un problema limítrofe entre
Zulia y Mérida.
4) Intervención del Poder Judicial, que puede atribuirse a un tribunal
cualquiera (Constitución de 1811) o al más alto tribunal de la República
(Constitución de 1961).
¿Cuál ha sido la evolución en esta materia, en lo que concierne a las
diferentes Constituciones del país?
El Texto Fundamental de 1811 atribuye al Poder Judicial, sin determinar
el órgano competente,
Conforme al Ordinal Quinto, Art. 2º, Sección Segunda de la Constitu-
ción de 1819, corresponde a la Corte Suprema de Justicia ejercer las
funciones de Tribunal de Primera Instancia.
En la Constitución de 1821 o Constitución de Cúcuta, no se establece
procedimiento judicial para dirimir las controversias entre departamen-
tos, provincias o cantones, pero se le confiere al Congreso (Atribución
Vigésimo segunda), la facultad de:
La Constitución de 1830 le atribuye al Congreso, tal cual como se dijo, la
facultad de fijar límites de entidades, pero previa consulta con el Ejecu-
tivo Federal y con la provincia de que trate, el cambio del territorio.63
El Estatuto Constitucional de 1857 dice que son atribuciones del Congreso.
Como se ve, no se requiere, en este caso, ni el informe ni la consulta de
la provincia afectada.
La Constitución democrática sancionada por la Convención de Valen-
cia, en 1858, consagra el derecho de las provincias a ser consultadas en
63
Dicha disposición dice así: “Crear nuevas provincias y cantones suprimirlos, formar otros
de los establecidos y fijar sus límites, según crea más conveniente para la mejorar administra-
ción, previo el informe del Poder Ejecutivo y de la Diputación de la provincia a que corres-
ponda el territorio de que se trate”. (Mariñas Otero. Op. Cit., p. 236)
152 HUMBERTO J. LA ROCHE
materia de límites. El artículo 82, ordinal 24 de dicho estatuto establece
entre las atribuciones del Congreso:
A ello se agrega que el Congreso Constituyente de 1864, producto de la
Revolución Federal, sancionó con fecha 22 de abril de 1864, una nueva
Constitución. Conforme al Art. 12 de ese código fundamental, se esta-
blece que las provincias suscriben un pacto federal, según el cual:
También se estipuló en dicha Constitución un nuevo artículo conforme al cual:
La misma Constitución de Estados 1864 establece como obligación de
los Estados:
No obstante, entre las atribuciones de la Alta Corte Federal, aparece la
siguiente:
Se instaura así, dentro del recurso jurisdiccional de la constitucionalidad
de las leyes, la posibilidad de accionar de nulidad los textos legales de
los Estados que colidan entre sí.64
También el Estatuto Constitucional de 1864 estipula el mismo principio.
En las bases de la unión se obliga a los Estados a ceder a la nación el
terreno que se necesita para el Distrito Federal.
Tales postulados fueron reiterados por las Cartas de 1874, 1881, 1893 y
siguientes, hasta la de 1901, en que se establece un novedoso procedi-
miento para unirse dos o más Estados, a los efectos de formar uno solo,
con intervención de los dos concejos municipales. Así mismo, se desgaja
el dispositivo que desde 1864 confería, no sólo al Ejecutivo Nacional,
sino también al Congreso y a la Alta Corte Federal, la potestad de diri-
mir las controversias limítrofes y otorga dicha atribución sólo a la Corte
Federal, pero como procedimiento supletorio cuando no se pudiese lle-
gar al arbitraje (Ordinal 26 del Art. 6).
La Constitución del 27 de abril de 1904, dice así:
64
El control expreso de inconstitucionalidad se inscribió por primera vez en Venezuela en el
texto de 1858 (Art. 113, ordinal 8º).
154 HUMBERTO J. LA ROCHE
El Art. 126 expresa:
El Art. 5º de la Constitución de 1909 reprodujo dicha disposición, con-
forme a lo siguiente:
Dicho dispositivo establece la necesidad del arbitraje.
El sistema de árbitros nombrados por el Ejecutivo Federal subsistió en el
Estatuto Provisional de 1914, y en las Constituciones de 1914, 1922,
hasta el texto de 1925, del cual dice en su Art. 11, lo que sigue:
En este Texto Fundamental se confiere por primera vez a nuestro más
Alto Tribunal, por la vía de los litigios constitucionales, la potestad de
dirimir los pleitos fronterizos entre estados.
Tales disposiciones fueron reproducidas textualmente en los posteriores
estatutos constitucionales, hasta 1936, en que no sólo se dijo lo mismo
en la parte referente a territorio y división política, sino que en las atri-
buciones de la Corte Federal y de Casación, se introduce una norma
concebida así:
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 155
La misma norma se inscribió en los cánones constitucionales de 1945.
La Constitución de 1947 estatuye un principio de singular importancia
en su Art. 4º, al determinar que los Estados
No obstante, se eliminó la enunciación del principio que establece entre
las facultades del Alto Tribunal lo referente a esta materia.
En cuanto a la Constitución de 1953, no aparece esta materia en la parte
preliminar, pero el Art. 133 le confiere la atribución a dicho Alto Tribunal.
A manera de ejemplo y sin pretender agotar el tema, se hará mención
de algunos problemas fronterizos entre entidades de la República. Al
efecto, hemos investigado los más importantes asuntos planteados, sin
que ello entrañe una toma de posición al respecto, ni mucho menos, una
descripción detallada de caso.66
En 1930, los estados mencionados llegaron a un convenimiento por ante
la Corte Federal y de Casación (Sala Federal, Política y Administrati-
65
Dicha ley no fue nunca dictada. El corto lapso de duración de dicho texto, impidió que sus
progresistas prescripciones fuesen desarrolladas.
66
La Dirección de Cartografía Nacional dio a conocer recientemente (1984) un documento
intitulado “Notas Explicativas de los Problemas de las Zonas en Discusión y sus Posibles
Soluciones”. De su texto hemos tomado algunos elementos para este trabajo.
156 HUMBERTO J. LA ROCHE
va). En ese acuerdo se precisaron los linderos discutidos por ambas
entidades. Pero los términos de dicho compromiso no fueron respetados
y el problema subsistió. En 1965 se efectuó en la sede del Grupo Escolar
de San Rafael de Laya una reunión con participación de comisiones de
la Gobernación y Asambleas Legislativas de las entidades involucradas,
conjuntamente con el Comisionado de la Dirección de Cartografía Na-
cional, señor Rafael Plessman. Se llegó a un nuevo acuerdo y se levantó
el acta respectiva. El conflicto persiste hasta el presente, a pesar de la
proposición formulada últimamente por Cartografía Nacional.
El diferendúm se produce porque ambas autoridades estadales dictaron
leyes de División Político-Territorial que designan como límite una línea
que va por la fila de Lomo de Caballo hasta El Cerrón y, según se dice:67
“el estado Lara ejerce su jurisdicción dentro de un lindero de hecho que
está muy al norte de la mencionada fila de Lomo de Caballo.
La causa de este problema estriba en que, con motivo de la separación
del estado Yaracuy de estado Lara, y por cuanto el Distrito Silva del
estado Falcón reclama la exactitud de su lindero, ignorado por la Ley de
División Político-Territorial del estado Yaracuy, se plantea ahora la con-
veniencia de fijarlo y determinarlo dentro del estado Falcón.
El 24 de mayo de 1927 el abogado doctor Carlos Henrique Maury, en su
carácter de apoderado de la New England Oil Corporation Limited,
presentó por ante la Procuraduría General de la Nación (hoy de la Re-
pública), un escrito señalando que existe controversia limítrofe entre los
estados Falcón y Zulia, lo cual impide la correcta demarcación de las
67
Dirección de Cartografía Nacional. Notas citadas.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 157
parcelas solicitadas en concesión de hidrocarburos por dicha empresa
canadiense. Se trata aquí de determinar el curso del río Cocuicita, como
límite entre el Distrito Miranda del estado Zulia y el Distrito Buchivacoa
del estado Falcón.
El Procurador General le dio curso al referido escrito conforme a lo
dispuesto por el Art. 63 de la Ley Orgánica de la antigua Corte Federal y
de Casación, enviando copia del mismo a los presidentes (actuales gober-
nadores) de dichos estados y a la Corte Federal y de Casación (hoy Corte
Suprema de Justicia), la cual lo admitió conforme a Derecho.
Debe advertirse que para esa fecha el estado Falcón, por órgano de su
Presidente, decidió llevar conforme al Art. 11 de la Constitución vigente
en ese momento (1925), el asunto por ante el Máximo Tribunal. También
el estado Zulia se dio por citado en el litigio y nombró como sus aboga-
dos a los doctores R. Cabrera Malo y Pedro París.
El procedimiento se paralizó por circunstancias que se ignoran y no se
tienen noticias de que el mismo se haya reiniciado.
Últimamente se ha replanteado por la Asamblea Legislativa del estado
Falcón el caso del río Cocuiza, que es de curso intermitente (se seca y
luego reaparece) y que, con la construcción de la carretera Falcón-Zu-
lia, ha sedimentado prácticamente su cauce dividiéndose en caños, lo
cual complica la situación.
También ha existido un problema que hoy está en vías de solución, debi-
do a los buenos oficios de la Dirección de Cartografía Nacional.
En 1923 se dictó un Laudo Arbitral sobre la zona del Alto del Paují y el
Puente Villegas, pero los árbitros no consideraron el planteamiento en
toda su extensión territorial. Ello obedeció a que, en gran parte, se trata
de una zona selvática, de difícil penetración. Posteriormente, el estado
158 HUMBERTO J. LA ROCHE
Trujillo ha reclamado insistentemente cierta zona supuestamente ocupa-
da por Lara, entidad que esgrime su argumentación fundamentada en
dicho laudo, con el agravante de que ambos estados han creado nuevos
municipios sobre un mismo territorio.
En este caso, las diferencias entre terratenientes, por un lado, y las ligas
campesinas, por el otro, han provocado disputas sobre la finca “Nona-
vana”. Lo complejo del caso es que existe idéntica descriptiva de límites
en los respectivos textos legales de División Político-Territorial.
Desde los años siguientes a la emancipación, el estado Mérida, bien como
entidad independiente, bien como parte o sección del antiguo estado Los
Andes, ha aspirado, con base en supuestos títulos coloniales, a todo el
territorio que forma la zona costera del Sur del Lago de Maracaibo.68
En efecto, el estado Los Andes planteó en 1890 un presunto derecho
sobre todas las costas del Sur del Lago de Maracaibo,69 y más tarde
68
Debe observarse que en el libro de investigación histórica, recientemente publicado por la
Asamblea Legislativa del estado Zulia y el Centro Histórico de la Universidad del Zulia,
intitulado: “Acuerdos, Leyes y Decretos de la Asamblea Legislativa del estado Zulia. 1857-
1908, Maracaibo, 1988, cuyos autores son las profesoras Arlene Urdaneta Quintero y Nury
Pineda Morón, se mencionan actividades de la Asamblea Legislativa del estado Zulia como
éstas: 6 de febrero de 1867, que dice así: “Previo estudio de la solicitud que hace el estado
Mérida para que se anexe su territorio al Estado Soberano del Zulia, se aprueba el informe
favorable y le acuerda su anexión”. “Mérida coma Sección del Zulia, se regirá y organizará por
su Constitución”. Archivo Histórico del Zulia, 1867, 4.1.21. Con fecha 28 de febrero de 1867
se dicta el acuerdo que “autoriza al Presidente del Estado Soberano del Zulia para arreglar la
anexión que pueda solicitar cualquier Estado limítrofe”. (pp. 52-53). Aun cuando no dispo-
nemos de mayor información sobre las causas de estas decisiones, parece ser que se vieron
impulsadas y estimuladas, por la instauración en el país de un Estado Federal en la Constitu-
ción de 1864, por la facilidad que los nuevos dispositivos ofrecían para anexiones y fusiones
de Estados. Aun cuando tampoco conocemos testimonios históricos de que la incorporación
llegase a funcionar en la práctica con la debida regularidad.
69
Documentación anexa al trabajo mecanografiado del doctor Luis Ovido Quiroz. Estudio
sobre los Límites Territoriales del estado Zulia. Cámara de Comercio de Maracaibo, Maracaibo,
1955.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 159
dictó un acto legislativo para ocupar el municipio Rafael Urdaneta del
estado Zulia.
Dichas pretensiones fueron rechazadas por el gobierno de esa entidad,
pero al disolverse el estado Los Andes en las tres secciones que lo
integraban, el estado Mérida afincó sus aspiraciones en el Distrito Su-
cre del estado Zulia. En 1904, se firmó el Tratado impuesto por el dicta-
dor Cipriano Castro, que obligó al estado Zulia a ceder el llamado
“Corredor de Palmarito”,70 y que la Constitución de 1909 ratificó en su
texto, en estos términos:
El Texto Constitucional de 1922 prevé en su Art. 2º:
Pero el Tratado de Palmarito, al contrario de lo que se esperaba, lejos de
poner fin a la disputa, no hizo sino estimularla y reactualizarla. Al efec-
70
Desde la fecha del Tratado impuesto por Castro, las constituciones del estado Zulia hasta
la vigente, conservan esta norma, “El estado Zulia se reserva los derechos que tiene sobre el
antiguo municipio Independencia del Distrito Sucre, o sea, Palmarito (Art. 127 de la Consti-
tución de 23 de enero de 1989, en vigor). En la misma forma, la Ley de División Político-
Territorial del estado Mérida expresa como parte del Art. 2º, al determinar el territorio del
Estado “al que se agregó el del Municipio Independencia, antigua Parroquia Independencia,
que lo fuera atribuido al Estado por la Constitución Nacional de los Estados Unidos de
Venezuela del 5 de Agosto de 1909” y termina así: “Esta determinación no implica renuncia
a los derechos del estado Mérida al territorio comprendido hasta las aguas nacionales del Lago
de Maracaibo, así como a cualquier otro que le corresponda por justo título”. (Ley de
División Político-Territorial de 7 de enero de 1986).
71
MARIÑAS OTERO: Op. cit., p. 483.
160 HUMBERTO J. LA ROCHE
to, en 1912, 1946 y 1953, surgieron dudas y controversias, en orden a
determinar con exactitud los linderos entre ambos estados.
En 1912 la situación empeoró, avivada por terratenientes y latifundistas,
quienes, quizás por ignorancia o por mala fe, hacían solicitudes de tie-
rras por ante el órgano competente, con desconocimiento de los linderos
de demarcación entre ambos estados.
En 1927 se planteó una controversia de singular significación, con rela-
ción, a los límites del estado Mérida, el cual se empeñó en ratificar en su
Ley de División Político-Territorial: por el norte, “las aguas del Lago de
Maracaibo”.
Este problema tuvo como causa fundamental la delimitación de una con-
cesión petrolera solicitada en la época, y como se quería certeza jurídica
en cuanto a la precisión limítrofe del asiento geográfico, el Presidente
del estado Mérida se dirigió al Procurador General de la Nación, quien a
su vez planteó el caso por ante la Corte Federal y de Casación. De su
parte, el Presidente del estado Zulia rechazó los alegatos producidos por
el representante del estado Mérida. El Primer Tribunal de la República
conoció del caso, pero nunca dictó sentencia.72
En 1946 surgió la llamada cuestión de Arapuey, que el Zulia reclamaba,
como de su jurisdicción, mientras el estado Mérida ha considerado se
trata de parte de su territorio. El Ministro de Relaciones Interiores tomó
cartas en el asunto y ordenó nombrar una comisión especial integrada
por representantes de ambos estados y del Ministerio de Relaciones
Interiores,
72
Documentación anexa al trabajo mecanografiado del doctor Luis Ovidio Quiroz. Op. cit.,
p. 247.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 161
Así fue comunicado el 23 de marzo de 1949 por el ciudadano Ministro
de Relaciones Interiores. Pero el conflicto continuó hasta el 20 de mar-
zo de 1950, cuando el Ministro de Relaciones Interiores se dirigió al
gobernador del estado Zulia ordenando
No obstante, las divergencias prosiguieron. Al efecto se presentaron
conflictos de jurisdicción, con respecto a los caseríos Alguacil, San Ra-
fael y Playa Grande para determinar si las autoridades actuales en de-
terminados casos debían atribuirse a la jurisdicción de Mérida o de Zulia
En el año de 1950, las autoridades del municipio Mesa del Distrito Tovar
del estado Mérida, trataron de imponer su jurisdicción, en el territorio
perteneciente al municipio Santa Cruz del Distrito Colón, pretendiendo
desalojar a un grupo de pequeños agricultores establecidos en las már-
genes del Caño de Onia. El problema fue resuelto satisfactoriamente a
nivel estadal.
En 1958, después del advenimiento de la democracia, han resurgido los
problemas limítrofes entre ambos estados de la República. El debate de
la división político-territorial se ha reactualizado en varias ocasiones.
En 1966 y en 1983 hubo necesidad de nombrar sendas comisiones
por ambas entidades para encontrar fórmulas de avenimiento sobre
el problema.
Lamentablemente, estas soluciones no dieron el resultado apetecido y
en el último diferéndum planteado sobre la ocupación del caserío “Los
Naranjos” por autoridades merideñas, la Asamblea Legislativa del esta-
73
Documentación anexa al trabajo mecanografiado del doctor Luis Ovidio Quiroz. Op. cit.,
p. 247.
162 HUMBERTO J. LA ROCHE
do Zulia convocó al gobernador del estado, doctor Omar Barboza, para
que expusiera en qué situación se encontraba dicha problemática.
En el informe especial del gobernador Nº 00-521 de 1988, se relata todo
el proceso del diferéndum desde 1984, hasta la decisión de ordenar al
Procurador General del Estado que acuda por ante la Corte Suprema de
Justicia para que dicho Alto Tribunal dirima, no sólo la controversia limí-
trofe sino también la nulidad del Tratado impuesto por Castro, al cual se
aludió anteriormente.
Existe una controversia entre estos dos estados, como consecuencia de
los llamados desparramaderos del río Guanare, para identificar el curso
del mismo. La Dirección de Cartografía Nacional revisó la situación y
dio una opinión que ha pasado a las asambleas legislativas respectivas,
las cuales discuten el caso en todas sus facetas.
En 1975, la Dirección de Cartografía Nacional ha venido tratando con
las asambleas legislativas de ambos estados, la posibilidad de llegar a un
acuerdo sobre las confusas descripciones de linderos entre las entida-
des mencionadas.
La situación limítrofe entre estas circunscripciones venía planteada desde
hace algún tiempo. El 31 de enero de 1917 se dictó el llamado Protocolo
de Maracay, en el cual los plenipotenciarios de ambos estados llegaron a
un acuerdo sobre esa problemática. Dicho instrumento fue aprobado por
las asambleas legislativas de los estados mencionados, es decir, de Ara-
gua y Carabobo, con fechas 27 de febrero y 2 de marzo de 1917, respec-
tivamente. La Constitución de 1922 recoge en su texto este acuerdo.74
74
MARIÑAS OTERO: Op. cit., p. 578.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 163
Con fecha 29 de marzo de 1901, el Presidente de la República, Cipria-
no Castro, dictó un decreto nombrando una comisión con miras a diri-
mir los problemas limítrofes entre los estados Maracaibo (Zulia), Mérida
y Táchira.
Entre los considerandos de dicho acto administrativo se establece, la
necesidad de
En cuanto a las divergencias entre Táchira y Zulia, se dividen en dos
etapas:
1) El Concejo Municipal del Distrito Vargas de la Sección Táchira del
estado Los Andes, se dirigió al Gobierno del estado Zulia expresando
que se iba a solicitar un deslinde judicial para delimitar tierras, las cuales
según dicho cuerpo edilicio, pertenecían al nombrado Distrito Vargas.
Dicha solicitud fue revocada por el estado Los Andes. Al efecto, se
argumentó su evidente ilegalidad.
2) En la Ley de División Político-Territorial del Estado Táchira, sancio-
nada el 5 de marzo de 1917, esta entidad prolongó su jurisdicción hasta
las orillas del Lago de Maracaibo. Se fijó como límite común con dicho
estado el curso del río Escalante, a partir de su desembocadura en el
lago. Paralelamente, el estado Mérida determinó también el curso de
ese río, como su límite con el Táchira. El conflicto de límites se planteó
entre Táchira y Mérida y fue resuelto por Laudo Arbitral de 5 de no-
viembre de 1924, pero como en esta divergencia no fue parte el Estado
Zulia, la decisión no lo afectó en forma alguna.
75
QUIRÓS, Luis Ovidio: Estudio sobre Ejidos. (Los Ejidos del Estado Zulia). Caracas, 1960,
p. 170 y ss.
164 HUMBERTO J. LA ROCHE
En el año de 1850 el Congreso Nacional, conforme a la disposición con-
tenida en el Art. 87, Ordinal 23 de la Constitución vigente de 1830,76
reconoció a favor del estado Trujillo una zona hasta el litoral lacustre,
con extensión considerable, comprendida entre los ríos Pocó y Motatán
de Los Negros. Parece ser que en este caso hubo determinada aprecia-
ción unilateral del Congreso, la cual dejó maniatada a la provincia de
Maracaibo, a pesar de la serie de documentos e informes presentados
por el gobierno respectivo.
El asunto se ha reactualizado y lo constituye el río Motatán, el cual, en
toda su historia ha tenido muchos cauces para su desembocadura en el
Lago de Maracaibo. En tal sentido, mientras la Ley de División Político-
Territorial del estado Zulia hace referencia al Caño Carrillo, como con-
vergencia final del río Motatán de Los Negros, la Ley de División
Político-Territorial del estado Trujillo, reclama como lindero la desembo-
cadura del río Motatán de Los Negros. No hay, sin duda alguna, identi-
dad de lindero en ambas leyes.
Este problema data del año de 1839 y en diversas ocasiones, ambas
entidades han designado sendas comisiones de avenimiento, cuyas ac-
tuaciones están reproducidas en el libro del doctor Luis Ovidio Quirós,
Estudio sobre Ejidos ya citado.77
En 1954 y posteriormente, en época reciente, dicho caso ha revivido.78
76
Dicha disposición dice así: “Crear nuevas provincias y cantones, suprimirlos, formar otros
de los establecidos y fijar sus límites, según crea más conveniente para la mejor administra-
ción, previo el informe del Poder Ejecutivo y de la Diputación de la Provincia a que corres-
ponda el territorio de que se trata”. (MARIÑAS OTERO: Op. Cit. p. 236).
77
En este libro, existe profusión de datos documentales sobre el problema de delimitación
territorial entre ambos Estados. (Ver p. 46 a la p. 189).
78
La Constitución vigente del Estado Trujillo, de 30 diciembre de 1936 estatuye en su Art. 16.
“En caso de dudas, diferencias o controversias sobre los límites generales del Estado, el Gober-
nante del mismo acordará con el Gobernador de la jurisdicción extraña para resolverlas por
medios amistosos; pero si no fuere posible alcanzar por tales medios la solución del asunto, se
someterá la cuestión la Ejecutivo Federal, según lo dispuesto en la Constitución Nacional”. En
su última parte, esta disposición incurre en un anacronismo, ya que no es actualmente el Poder
Ejecutivo Nacional el llamado a dirimirlo sino la Corte Suprema de Justicia.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 165
En este país, después de la Guerra Federal, el Texto Constitucional de
1864 ordenó la creación de un Distrito Federal, el cual se organizaría
por ley especial. Así lo expresó el Art. 143 en estos términos:
En Venezuela, la aspiración de los constituyentes de 1864, no llegó a
plasmar, a diferencia del Brasil, donde se edificó la ciudad de Brasil y el
Distrito Federal, como sede de los poderes públicos.
Originariamente, el Distrito Federal fue ocupado por los departamentos
de Caracas, Maiquetía y La Guaira, como sede provisionalmente erigi-
da. Así se ratificó en Ley de 1865 sobre fijación del Distrito Federal.
Lamentablemente, a pesar de las buenas intenciones de los gobiernos y
sin mencionar las pugnas entre las ciudades de Caracas y Valencia, para
constituirse en capital de la República, la Constitución de 1901 reconoce
definitivamente a la ciudad de Caracas como capital y ratifica la sepa-
ración completa de los mencionados departamentos del extinguido esta-
do Caracas, antigua Provincia de Caracas.
El problema territorial del Distrito Federal adquirió en los últimos años,
desde el punto de vista limítrofe, dos connotaciones que interesa señalar:
79
WOLF, Ernest: Op. Cit., Tomo I, p. 107.
166 HUMBERTO J. LA ROCHE
1. La penetración progresiva, hoy masiva, de la población de Caracas
en jurisdicción territorial del estado Miranda, principalmente los Distri-
tos Sucre y Guaicaipuro.
Sobre este aspecto, existen interesantes análisis y proposiciones,80 que
insiste en la necesidad de crear una zona metropolitana de Caracas lla-
mada a remediar los problemas que su irregular estructura política y
administrativa plantea, con autoridades superpuestas, gobiernos disími-
les y roces jurisdiccionales.
Al respecto dice el doctor Ambrosio Oropeza:81
Y agrega:
“Decisión que habría resuelto de una vez por todas las difi-
cultades, roces de competencia y otras anomalías derivadas
de jurisdicciones diferentes entre la zona del estado Miran-
da contigua a Caracas y la propia zona metropolitana”.
El Distrito Federal tiene su propio régimen político, legal y organizati-
vo,82 conforme a las disposiciones contenidas en la nueva Ley Orgánica
del Distrito Federal del 30 de diciembre de 1986. Por ejemplo, el Art. 1º
está destinado a precisar los límites de este ente especial, sin que se
conozcan controversias graves al respecto.
80
Ver BREWER-CARÍAS, Allan R.: El Régimen de Gobierno Municipal en el Distrito
Federal. Caracas, 1968.
81
OROPEZA, Ambrosio: La Nueva Constitución de Venezuela. (196l), Caracas, 1969, p. 92.
82
Algunas normas estampadas en esa ley fueron declaradas de nulidad por la Corte Suprema
de Justicia. Ver sentencia de 7 de diciembre de 1988, en Jurisprudencia de la Corte Suprema
de Justicia. Doctor Óscar R. Pierre Tapia, diciembre 9 de 1988, Nº 12, p. 9 y ss.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 167
2. Las aspiraciones de la zona costera del Distrito Federal (antiguo De-
partamento Vargas), de separarse como entidad independiente para in-
tegrar un nuevo estado, el Estado Vargas.
En cuanto a este punto, dicho instrumento legal divide al Distrito Federal
en dos municipios: Libertador y Vargas, dándole a cada uno la autono-
mía reclamada. No fue posible crear un nuevo estado por razones cons-
titucionales.
Para concluir esta referencia, señalemos que el órgano llamado a repre-
sentar al Distrito Federal en problemas limítrofes, es el Poder Ejecutivo
Nacional, ya que dicho ente carece de Asamblea Legislativa.
El Art. 10 de la Constitución vigente en Venezuela dice así:
Al leer esta norma constitucional, se advierte que se exige la aprobación
del Senado en lo que atañe a los acuerdos de las asambleas legislativas
entre sí, o de éstas con el Ejecutivo Federal y de los territorios federa-
les. Dicho requisito no existía en las Cartas Constitucionales anteriores.
Se estampa por primera vez en la Constitución vigente de 1961, y la
Exposición de Motivos explica tal innovación, como consecuencia del
sistema federal.
168 HUMBERTO J. LA ROCHE
Cuando se trata de alteraciones de linderos comunes a dos o más esta-
dos adyacentes, verificaciones, ajustes, compensaciones o cesiones de
territorio, toda decisión unilateral está al margen de la Constitución. Lo
indicado por el Texto Fundamental se refiere a la conveniencia de esta-
blecer por las partes interesadas, en forma extrajudicial las reglas de
juego, y adoptar un convenio o acuerdo interestadal, el cual una vez
aprobado por las comisiones designadas por las partes, se suscriba por
las respectivas asambleas legislativas y se ratifique por el Senado de la
República.
Como se desprende de la referencia histórica que se hizo en el capítulo
anterior, no sólo por la vía del diálogo, se ha logrado un acuerdo entre las
asambleas legislativas de dos estados, sino que en otros casos, no se ha
tratado de un convenio sino de una imposición por el mandatario de turno.
Muy probablemente, debido a esa situación permanente entre estados
colindantes, del 24 al 26 de julio de l968, se efectuó en Coro, estado
Falcón, el Congreso Nacional de Asambleas Legislativas. De su deba-
tes nació un importante documento denominado “Bases para un En-
tendimiento en materia de Límites lnterestadales”,83 en cuyo texto se
contienen interesantes referencias al respecto y se inscriben recomen-
daciones y sugerencias, de las cuales, en muchas oportunidades se ha
hecho caso omiso.
El procedimiento más idóneo para llegar a un acuerdo entre estados en
materia de conflictos limítrofes, tiene carácter extrajudicial. Consiste en
la designación de sendas comisiones de avenimiento. Cada entidad en-
vuelta en la disputa de sus representantes en igualdad de condiciones y
el Ministerio de Relaciones Interiores nombra al tercero, quien vendría
a ser el presidente, cuya objetividad e imparcialidad debe quedar fuera
de toda duda.
83
III Congreso Nacional de Asambleas Legislativas. Coro, 24 al 26 de julio de 1968. Publica-
ción de la Dirección de Cartografía Nacional. Edición multicopiada, 1968 .
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 169
Este mecanismo ha sido utilizado en múltiples ocasiones y difiere del
arbitramento o arbitraje en el hecho según el cual, los laudos arbitrales
tienen carácter vinculante para las partes que se someten a él. En cam-
bio, las asambleas legislativas pueden apartarse de los términos en que
se hubieren acordado estas comisiones mixtas o de avenimiento.
En cuanto a los elementos de juicio, como reglas de juego para el deba-
te, habría que señalar los factores jurídicos, geográficos, históricos y
sociales que pudieren incidir sobre la solución del problema.
En el documento publicado por la Cartografía Nacional, a la cual hemos
hecho referencia, se precisa un conjunto de detalles para que la Comi-
sión de Avenimiento pueda efectuar, desde el punto de vista técnico, un
trabajo aceptable.
Entre los mismos podemos citar los que se mencionan a continuación:
a) Nombramiento por la comisión mixta del personal técnico necesario
(geodestas, ingenieros, geógrafos, etc.). Dicho cuerpo debe ser de re-
conocida capacidad e idoneidad, desde el punto de vista profesional y
técnico.
b) Los miembros de la Comisión de Avenimiento, así como el personal que
lo asesora, deben abstenerse de adelantar opiniones sobre el problema.
c) Los estados interesados proveerán todo material necesario y los ho-
norarios a pagar, en partes iguales.
d) Elaboración de un proyecto de trabajo en el cual conste la metodolo-
gía a seguir, estableciéndose, en orden de jerarquía, la consideración de
los aspectos siguientes: 1) Localización, extensión y demarcación en
zona de discusión, con todos los linderos que paute la respectiva Ley de
División Político-Territorial; 2) Aspectos físicos, hidrográficos; 3) Viali-
dad existente; 4) Uso de la tierra, recursos naturales; 5) Inventario de
centros poblados existentes en la zona; 6) Servicios públicos; 7) Áreas
de influencia; 8) Idiosincrasia de la población, etc.
170 HUMBERTO J. LA ROCHE
e) Terminado el proyecto de lindero, éste se recorrerá y será objeto de
inspección, con vista a la Ley de División Político-Territorial y circuns-
tancias especiales que se observen.
f) Se levantará un acta de la trayectoria del lindero, la cual se enviará a
las respectivas asambleas legislativas, acompañada del proyecto apro-
bado por la Comisión Mixta.
g) Las asambleas legislativas analizarán el documento y si existe acuerdo,
se procederá conforme a la disposición constitucional citada (Art. 10).
El Art. 117 de la Constitución establece el principio de la legalidad de la
competencia, al prescribir,
Los conflictos y controversias limítrofes entre estados se dirimen en
Venezuela, en general, por la Corte Suprema de Justicia. En los cánones
constitucionales en vigor se inscriben distintas disposiciones, en orden a
legitimar la función respectiva.
El esquema es el siguiente:
Primero: El ordinal 4 del Art. 215 de la Constitución concordante con el Art.
42, ordinal 3º de la Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia, atribuye al
más alto tribunal de la República, en sala plena, competencia para
Es de observar que la Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia, en
la disposición contenida en el acápite citado, precisa entre los actos re-
curribles, a las constituciones o leyes estadales, dejando claro el deslin-
de entre unas y otras.
Segundo: De otra parte, el ordinal 8º del referido Art. 215 ejusdem,
determina la competencia del máximo tribunal , en la sala político-admi-
nistrativa, cuando expresa:
Esta materia se encuentra regulada por la Ley Orgánica de la Corte
Suprema de Justicia en sus artículos 138 al 145, en Sala Político-Admi-
nistrativa y, supletoriamente por el Código de Procedimiento Civil.84
Tercero: El amparo, entendido como medio jurídico procesal que pre-
serva los derechos constitucionales expresos o implícitos, cuyo objeto
radica en tutelar, no sólo la supremacía de la Constitución, sino también
la integridad y observancia de sus preceptos, los cuales serían ilusorios
y expuestos a ser violados impunemente. En efecto, el acatamiento y
obediencia a la Constitución, el cumplimiento de los deberes que su tex-
to impone, carecerían de valor si no existieran procedimientos para ha-
cer efectivos dichos derechos.
“Es tan amplio el objeto tutelar del amparo, que nos atre-
vemos a afirmar, dice Burgoa, que no existe la menor duda
de que sería muy difícil inventar un recurso defensivo de
84
FARÍAS MATA, Luis Enrique: Los Procedimientos en la Ley Orgánica de la Corte Supre-
ma de Justicia. En: El Control Jurisdiccional de los Poderes públicos en Venezuela, p. 203.
172 HUMBERTO J. LA ROCHE
El derecho de amparo se estampó en el Art. 49 de la Constitución vigen-
te, en estos términos:
El procedimiento será breve y sumario, y el juez competente tendrá po-
testad para restablecer inmediatamente la situación jurídica infringida”.
Corresponde, como importante atribución del Supremo Tribunal de la
República, en sala plena, conocer del recurso de inconstitucionalidad,
contra las constituciones y leyes estadales, cuando sean repugnantes al
Texto Fundamental de la República.
El procedimiento está instrumentado en la Ley Orgánica de la Corte
Suprema, de Justicia y es el mismo que se utiliza en todos los casos en
que se denuncie la violación de la Constitución, incluyendo la acción
popular, siempre y cuando los accionantes estén residenciados en el te-
rritorio de la entidad interesada. En dicho texto, se precisan los órganos
competentes, las acciones y recursos que se pueden intentar para lograr
el control; los titulares y la oportunidad para ejercer los recursos, los
procedimientos a seguir, las facultades del órgano jurisdiccional y los
efectos producidos por las decisiones que se dicten.
El criterio dominante en nuestro régimen jurídico cataloga a la Constitu-
ción de cada estado como una ley. En efecto, dichos textos, en el proce-
dimiento de reforma constitucional, remiten al proceso formativo de la
85
BURGOA, Ignacio: El Juicio de Amparo. México, 1957, p. 142.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 173
Ley,86 dentro del cual el gobernador del estado puede vetar la Constitu-
ción estadal, con carácter previo a su promulgación, alegando inconsti-
tucionalidad. Se trata de un procedimiento previsto por la respectiva
Constitución del estado, muy semejante al prescrito en el Art. 173 de la
Constitución Nacional.
La Corte Suprema de Justicia ha conocido de varias acciones de in-
constitucionalidad sobre reformas parciales de constituciones estadales.
Y si bien, estrictamente hablando, se conforma dentro de dichas situa-
ciones, un control preventivo de inconstitucionalidad, anterior a la pues-
ta en vigencia de la respectiva constitución estadal, lo que existe en
definitiva es un control de eventual inconstitucionalidad, dejando en ma-
nos de la Corte Suprema de Justicia toda decisión al respecto.
En este orden de ideas, podría citarse el siguiente ejemplo: Con fecha 27
de junio de 1962, el más alto tribunal de la República dictó auto por el
cual considera que habiéndose abstenido el gobernador del estado Coje-
des de poner el ejecútese a la Ley de Reforma Parcial de la Constitu-
ción de dicho Estado, en razón de la inconstitucionalidad demandada, la
promulgación de dicho estatuto debía suspenderse, hasta tanto la corte
dictase sentencia.87 El 6 de febrero de 1969, el Máximo Tribunal, en sala
político-administrativa, declaró de nulidad el acto de promulgación de la
Constitución de la nombrada entidad, en el procedimiento a que se ha
aludido. Así se expresó nuestro tribunal constitucional:88
86
Ver por ejemplo, Constitución vigente en el estado Yaracuy. Arts. 115 y 53 in fine;
Constitución del estado Trujillo, Art. 133 y 58 in fine. Es de observar que algunos textos
constitucionales de carácter estadal, como los de los estados Bolívar y Sucre, no prevén la
posibilidad que tiene el Gobernador del Estado de impugnar su Constitución, alegando su
incongruencia con la Constitución Nacional.
87
Ver Gaceta Forense, Segunda Etapa, Año 1962, Nº 36, Tomo I, p. 258.
88
Ver folleto publicado por la Asamblea Legislativa del estado Carabobo: Las más importan-
tes decisiones de la Corte Suprema de Justicia en materia de atribuciones, funcionamiento y
actuaciones de las Asambleas Legislativas de los Estados durante los Años 1962 a 1964.
Valencia, l 974, pp. 75 y 76.
174 HUMBERTO J. LA ROCHE
Otra jurisprudencia, ya reciente, fue la proferida por dicho alto tribunal,
en sala político-administrativa,89 con fecha 10 de mayo de 1984; en cuyo
texto se declara de nulidad la desmembración de territorios pertenecien-
tes a distritos determinados del estado Portuguesa, creando sobre ellos
nuevos municipios. Conforme a esta decisión, se viola abiertamente el
Art. 164 de la Ley Orgánica de Régimen Municipal, al
Esta decisión reviste gran interés en un país que desde hace largo tiem-
po se empeña en cumplir con la prescripción constitucional que erige al
municipio en el centro de la división político-territorial de los Estados
(Art. 25 de la Constitución Nacional).
Sin embargo, a pesar de que la Corte es libre de estimar su propia com-
petencia, nos parece que la atribución que corresponde, no es la citada
en la sentencia (ordinal 7, Art. 42, LOCSJ), sino la prevista en el ordinal
4º del Art. 215, en sala plena, al corresponderle la facultad de mantener
la vigencia de la Constitución. Sobre todo, si se trata de respetar como
89
Esta sentencia aparece publicada en la Gaceta Oficial Nº 3.383 Extraordinario, de 18 de
mayo de 1984.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 175
norma hermenéutica, la prioridad en la aplicación de las leyes orgánicas
sobre las estadales.
A través de la acción de inconstitucionalidad contra leyes y actos de
efectos generales del Poder Público de los Estados, que envuelvan vio-
laciones limítrofes, se combate directamente el ordenamiento estadal.
Se debe notificar al autor del acto, al Fiscal y al Procurador General, y
publicar el cartel de emplazamiento a que alude el Art. 116 de la LOCSJ,
a los efectos, cuando se trata de textos legales, de que se den por noti-
ficados quienes tengan interés en la causa.
No se trata de un medio extraordinario de impugnación. Estamos sim-
plemente frente a la posibilidad de atacar directamente, desde su pro-
mulgación, o anterior a ella, en casos especiales, como se ha dicho,
aquellas leyes o actos que menoscaban la integridad territorial de un
estado.
Es pues, en este caso, la manifestación del bloque de inconstitucionali-
dad concentrada existente en el país, como consecuencia clara y evi-
dente del imperio del derecho, del estado de derecho. Como dice el
celebrado autor belga Ganshof van der Meersch:90
“En este tipo de acción no hay demandado alguno, frente a quien supues-
tamente se quiera hacer valer una pretensión del demandante. El recu-
rrente, en la acción popular no demanda a nadie, sólo solicita de la Corte
Suprema de Justicia la declaratoria de nulidad de un acto estatal”.91
90
GANSHOF va der MEERSCH, W.J.: La Primauté de I’Exécutif. Bruxelles, 1966, p. 146.
91
BREWER-CARÍAS, A.R.: El Control de la Constitucionalidad de los Actos Estatales.
Caracas, 1977, p. 117. Sin embargo, en la excepción de inconstitucionalidad (control difuso),
debe descartarse la idea de que no hay juicio. No es cualquier ciudadano quien plantea la
cuestión de inconstitucionalidad. Es indispensable que exista un verdadero juicio de cualquier
tipo para que una de las partes solicite al Juez que no se aplique la ley por ser incompatible
con la Constitución.
176 HUMBERTO J. LA ROCHE
Es importante señalar la importancia de la tesis conocida con el nombre
de “la inconstitucionalidad flagrante”, entendida como:
Como se ha dicho, el inciso 8º del Art. 215 de la Constitución confiere a
la Corte Suprema de Justicia, en Sala Político-Administrativa, la posibi-
lidad de dirimir los conflictos,
El proceso establecido por el nombrado dispositivo, lo hemos calificado,
siguiendo la terminología de Schmitt,93 de litigio constitucional, y se con-
trae a los conflictos en que la República sea parte y la contraparte se
defina como otra entidad; en fin, cuando el conflicto es entre dos estados.
El vocablo “litigio” derivado de “lite”, de origen italiano,94 que en Vene-
zuela ha tenido aceptación y es muy frecuentemente utilizado, tiene en
nuestro país el mismo significado genérico de los términos “controver-
92
LA ROCHE, Humberto: Op. cit., p. 47.
93
SCHMITT: Teoría de la Constitución. Traducción de Francisco Ayala, México; 1952, pp.
131 a 139.
94
Ver El Concepto de litis en el pensamiento de Francesco Carnelutti. En: Estudios sobre el
Proceso Civil. Tr. de Santiago Sentís Melendo, Buenos Aires, 1961, p. 294.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 177
sias”, “causa”, “proceso”, “juicio”. De allí que en nuestro lenguaje fo-
rense, tanto los abogados como los jueces y vulgo en general, lo utilicen
indiferentemente para designar el proceso en sentido propio o el subs-
tancial objeto del mismo.95
Sin embargo, conforme a la opinión de Carnelutti, existe una distinción
muy interesante entre litigio y proceso, de manera que el proceso no es
el litigio, sino que lo reproduce o representa ante el juez.
Carnelutti expresa lo siguiente.96
Como se evidencia de la disposición constitucional citada, en esta mate-
ria, nuestro Supremo Tribunal se perfila como órgano legitimado para
resolver los conflictos de competencia que se presenten entre estados,
como consecuencia de la aplicación directa o la interpretación de las
normas constitucionales, supuestamente afectadas por la delimitación
del régimen de atribuciones que se instaura.
Dichos conflictos limítrofes se dirimen muy rara vez por la vía jurisdic-
cional, como se ha visto en la exploración de Derecho Comparado que
95
ALLORIO, Enrico: El Proceso Civil en el Pensamiento de Carnelutti. En: Problemas de
Derecho Procesal. Tr. Del ital. de Santiago Sentís Melendo, Buenos Aires, 1963, p. 13.
96
CANELUTTI, Francesco: Lite e Processo. En: Rivista di Diritto Processuale Civile. Vol.
V, Part. I, Padova 1928, p. 99. Citado por SOTO GUERRERO, Salvador: El Litigio en los
Códigos Procesales Civiles de Guanajuato y Federal (Justificación de un Retorno a
Carnelutti). En: Estudios en Homenaje al doctor Héctor Fix Zamudio. Derecho Compara-
do, Tomo III, p. 1.293.
178 HUMBERTO J. LA ROCHE
se ha hecho en el Título 1. En Venezuela, y desde el punto de vista
histórico, a pesar de litigios planteados por la vía contenciosa ante el
Máximo Tribunal de la República, según se expuso anteriormente (ver
Título III, p. ss.), no se ha pronunciado específicamente sobre proble-
mas limítrofes, dado el carácter artificial y artificiosos97 de nuestro régi-
men político-constitucional. Ello obedece al hecho según el cual no sólo
nuestras entidades carecen de la fuerza política necesaria para hacer
valer sus pretensiones por ante la justicia constitucional, sino que debido
al predominio de las autoridades nacionales, se recurre frecuentemente
a autocomposiciones, tales como los convenios, algunos de ellos impuestos
por dictadores, o a través de soluciones autodefensivas del régimen na-
cional, como la intervención federal en algunos países o el régimen de la
“desaparición de los estados”, a que se hizo referencia cuando se habló
del régimen mexicano.
Es conveniente enfatizar, a los efectos de imprimirle efectividad prag-
mática al modelo de estado que se considere, la necesidad de que exista
una distribución de competencias en función del orden jurídico, y sobre
todo, para enmarcar dentro de una técnica procesal definida la solución
conforme a Derecho de este tipo de controversias interestadales.
En el fondo, y desde un punto de vista general, los litigios constituciona-
les, cuando se trata de controversias limítrofes entre estados, equivalen
a conflictos de competencias o conflictos constitucionales. Se prefigura
esta situación cuando dos órganos se consideran igualmente aptos (con-
flicto positivo) o no aptos (conflicto negativo), para proveer en un caso
determinado el control de la constitucionalidad.98
97
Ello conduce a la necesidad de que la Ley Suprema o Constitución en sentido formal,
traduzca en sentido fiel a la Constitución social del Estado, o sea, lo que Séller denomina
Constitución Total del Estado. HELLER, Hermann: Teoría del Estado. Tr. de Luis Tobio.
México, 1947, p. 286.
98
La jurisprudencia constitucional extranjera se ha pronunciado categóricamente estableciendo
la diferencia precisa entre los conflictos de competencia, cuando se trata de considerar la
protección de las entidades federales frente a actos del Poder Nacional o de Poder Central, como
por ejemplo, la protección de la legislación nacional frente a la normativa estadal que la lesiona,
o en fin, la decisión que proceda cuando hay colisión entre diversos órdenes o rangos de tipo
legal. (Ver Justicia Constitucional, por José Almagro NOSETE. Madrid 1980, p. 25 y ss.).
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 179
En el conflicto positivo, una comunidad autónoma (Estado, región, etc.)
puede accionar el llamado conflicto positivo, cuando considere que el
acto estatal no respeta el orden de competencias establecido en la Cons-
titución o ley autorizada por ésta, siempre que afecte su propio ámbito
de autonomía normativa.
En el conflicto negativo, la controversia surge cuando ninguno de sus
órganos se considera apto para resolverlo.
A nuestro juicio, y salvo mejor opinión, las controversias limítrofes entre
entidades nacionales plantea fundamentalmente un conflicto positivo, por
cuanto se trata de determinar el ente autorizado para ocupar una parte
del respectivo territorio.
La pieza de equilibrio es, tanto en el caso de acciones de inconstitucio-
nalidad como de litigios constitucionales, la Corte Suprema de Justicia,
lo cual convierte al supremo tribunal en árbitro de los diferentes proble-
mas que pueden suscitarse. Con ello, la Corte, como cualquier otro ór-
gano constitucional, eleva un conflicto de pretensiones al plano de una
cuestión jurídica, de un proceso jurisdiccional.
La Sección Quinta del Capítulo II, Título V de la Ley Orgánica de la
Corte Suprema de Justicia, desarrolla la disposición constitucional ano-
tada, con la diferencia de que en este caso, se restringe considerable-
mente el alcance de la misma a las
Es la Sala Político-Administrativa la competente para conocer de estos
litigios, conforme a dicho procedimiento, el litigio se plantea o inicia por
la entidad quejosa, a través de escrito de demanda, en la cual, en forma
clara y pormenorizada, expondrá el caso, indicando la otra entidad con-
tra quien obre la acción.
180 HUMBERTO J. LA ROCHE
La Corte recibirá la demanda y la remitirá en la misma audiencia en que
se dé cuenta al Juzgado de Sustanciación, con los anexos que se han
acompañado.
Es este Juzgado de Sustentación el llamado a decidir en cuanto a la
admisión de la demanda y la notificación al estado demandado para que
dentro del lapso de treinta (30) días, más el de la distancia que fijará,
deberá comparecer ante dicho tribunal por órgano de sus representan-
tes (Procurador del Estado o abogados designados), a consignar por
escrito las razones y argumentos contentivos de sus pretensiones, en
relación con la materia litigiosa y las de hecho y de derecho que le sir-
van de fundamento. Esta notificación se hará por oficio, con copia al
libelo de demanda.
Si vencido el plazo señalado en la notificación, alguno de los demanda-
dos no comparece, el tribunal le nombrará de oficio un defensor ad li-
tem para que represente a la parte demandada en el proceso, con un
lapso de treinta (30) días, contados a partir de la fecha de su aceptación
y juramento, para que exponga la defensa que a su juicio proceda legal-
mente. El Tribunal comunicará la designación del defensor al estado a
quien corresponda, dentro del término de cinco (5) días. Las funciones
de dicho defensor cesarán al hacerse parte en el juicio el representante
nombrado por el ente que no hubiere comparecido anteriormente.
Una vez que hayan vencido los lapsos a que se ha hecho alusión, empe-
zará a correr el período de diez (10) días, dentro del cual el tribunal
procurará la conciliación de las partes. Si ésta no se lograre en el plazo
señalado, a partir del vencimiento del mismo, correrán diez audiencias
para promover y veinte para evacuar las pruebas que las partes preten-
dan hacer en el juicio, pudiendo prorrogarse este último lapso por un
término igual, si fuere necesario.
Lo no previsto en esta materia será cubierto por el Código de Procedi-
miento Civil, el cual tiene carácter supletorio no en cuanto a la promo-
ción, admisión y evacuación de pruebas.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 181
Compete al Juzgado de Sustanciación requerir de oficio toda la informa-
ción que considere necesaria y recabar de los representantes de las
partes, de los testigos y de los expertos que intervengan en el juicio,
todos los datos indispensables para los efectos consiguientes.
Al concluir el lapso probatorio a que se aludió, el Juzgado de Sustancia-
ción devolverá el expediente a la Corte en Sala Político-Administrativa,
la cual continuará el procedimiento por la tramitación normal de las ac-
ciones de inconstitucionalidad hasta dictar sentencia. Antes de la sen-
tencia puede expedir autos para mejor proveer.
Como se desprende de lo anterior, existe un claro deslinde procedimen-
tal entre las acciones y recursos de inconstitucionalidad para solicitar la
declaratoria de nulidad de leyes y constituciones estadales, por un lado,
y por el otro, las controversias entre estados.
Al efecto, pueden precisarse dichas diferencias en el orden siguiente:
1 ) Mientras en las impugnaciones de inconstitucionalidad, es la Corte
Suprema de Justicia en Sala Plena (15 magistrados) la que debe cono-
cer en los litigios o controversias entre estados, se atribuye a la Sala
Político-Administrativa dicha función.
2) En la acción de inconstitucionalidad no hay contención. En el litigio
constitucional se trata de un proceso especial en donde las partes son
entes territoriales (Estados), que en el caso de problemas limítrofes,
basta con que uno de ellos inicie el procedimiento para que la contrapar-
te (el otro Estado) sea notificado.
3) El Fiscal General de la República, el Procurador, y en algunos casos,
el Contralor, son notificados de oficio para intervenir en el proceso juris-
diccional, cuando se trata de solicitud para declaratoria de nulidad de
leyes. Tales requisitos no existen en los litigios, en los cuales se dirimen
controversias de tipo interestadal.
182 HUMBERTO J. LA ROCHE
4) La publicación del cartel de emplazamiento, a quienes se consideren
interesados (Art. 116) en los juicios de inconstitucionalidad, no existe en
las querellas entre Estado.
5) Los lapsos establecidos para la notificación o emplazamiento como
para los términos de prueba, son diferentes en ambos procedimientos.
En efecto, para las impugnaciones de inconstitucionalidad de constitu-
ciones y leyes estadales, el lapso probatorio es de sesenta (60) días para
promover y evacuar. En las querellas interestadales, es de diez (10) días
para promover y veinte (20) para evacuar.
6) En las acciones de inconstitucionalidad, no hay posibilidad de conci-
liación por cuanto no existe juicio; en las controversias entre estados se
fija un período de diez (10) días para tratar de buscar acuerdos entre los
estados contendientes.
7) Finalmente, una vez intentado el recurso de nulidad, por razones de
inconstitucionalidad, éste no se puede retirar. En cambio, en las contro-
versias que la Sala en lo Político-Administrativo dirime, es posible, como
producto de entendimiento entre las partes que han trabado la litis, lle-
gar al retiro de la demanda.
4.3 EL AMPARO
La norma constitucional que establece el amparo (Art. 49), está regula-
da por la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Consti-
tucionales de 22 de enero de 1988, modificada posteriormente a través
de disposición tendente a colocar en manos de la Corte Suprema de
Justicia, en forma única y exclusiva, toda decisión sobre recursos inten-
tados en materia electoral.
En el texto referido se establece el procedimiento a seguir contra:
El amparo tiene un carácter subsidiario o residual,
Dicha subsidiaridad fue sostenida en forma contundente por los tribuna-
les del país, fundamentalmente por la Corte Primera en lo Contencioso-
administrativo,100 pero luego la línea dura se ha atenuado, por cuanto,
También es posible la acumulación del amparo a otras acciones o recur-
sos. Por ejemplo, se puede acumular el amparo con la acción popular de
inconstitucionalidad (Art. 3 de la Ley Orgánica de Amparo sobre Dere-
chos y Garantías Constitucionales), o con pretensiones y recursos en la
vía contencioso-administrativa.
De todo lo dicho se desprende que, es posible intentar una acción autó-
noma constitucional o acumulada de amparo, sobre actos violatorios de
límites territoriales de un Estado. Si la acción es autónoma, es de creer
99
RONDÓN de SANSÓ, Hidelgard: Amparo Constitucional. Caracas, 1988, p. 109.
100
Ver Sentencia 17-01-85 en Jurisprudencia de la Corte Primera en lo Contencioso Admi-
nistrativo PIERRE TAPIA, 1985, Nº 7, p. l73 y ss .
101
RONDÓN DE SANSÓ, Hidelgard: Op. Cit., p. 113.
184 HUMBERTO J. LA ROCHE
que el tribunal competente sea la Corte Primera en lo Contencioso-Ad-
ministrativo, por no aparecer ni los gobernadores de Estado ni las asam-
bleas legislativas en la enumeración taxativa de autoridades, cuyos actos
son justiciables por ante la Corte Suprema de Justicia, conforme al Art.
8 de la Ley Orgánica aludida. En cambio, si se trata de acumulación con
recurso de inconstitucionalidad, será el Alto Tribunal de la República el
llamado a conocer en estos casos.
Según juicio acumulado de impugnación de inconstitucionalidad y ampa-
ro, propuesto con fecha 16 de noviembre de 1988, por ante la Corte
Suprema de Justicia, el Comité Pro-Defensa de la Integridad Territorial
del Distrito Buchivacoa del estado Falcón, atacó de inconstitucionalidad
e ilegalidad varias normas contenidas en la Ley de División Político-
Territorial de dicho Estado. Paralelamente, se solicitó el amparo,
La Corte en Sala Plena decidió que:
102
PIERRE TAPIA, Óscar R.: Op. cit., Nº 12, Dic. 1988, p. 24.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 185
En el auto en el cual dicho Alto Tribunal hace la aclaratoria de 15 de
febrero de 1989, se ratifica el anterior criterio, abundando en los mismos
argumentos. Se trata de una línea jurisprudencial ratificada por la Corte
en forma reiterada y contundente.
Agrega dicha aclaratoria:
A nuestro juicio, procedería el amparo en materia de conflictos limítro-
fes territoriales, si por ejemplo, autoridades de facto constituidas defec-
tuosa e ilegítimamente dentro de una porción territorial que pertenece a
otro estado, ejecutaren actos lesivos a derechos constitucionales de de-
terminados ciudadanos. En este caso, si se cumplen los requerimientos
legales exigidos y precisados por la jurisprudencia, el amparo procede-
ría pero no ante el Supremo Tribunal de la República, sino por ante el
juez competente para restablecer la situación jurídicamente lesionada.
El ordenamiento constitucional del país prefigura en su articulado la dis-
tribución vertical del poder, conforme a lo siguiente: el Poder Nacional,
el Poder de los Estados y el Municipal. Cada una de estas potestades
tienen su ámbito propio de acción, debidamente trazada en dicho texto.
103
Ver Sentencia de 17-01-85 en Jurisprudencia de la Corte Primera en lo Contencioso-
Administrativo. Op. cit.
186 HUMBERTO J. LA ROCHE
Dentro del encuadre de competencias que interesa precisar, o sea, el
referente al Sistema Jurídico Nacional y al de los Estados, es de obser-
var que el Estado Nacional cuenta para su acción con una línea de de-
marcación diseñada por la propia Constitución.
En cambio, para los Estados Miembros, se ha diseñado como órbita de
actuación legítima, aquella que la Constitución estadal respectiva les
asigna. En otras palabras, el orden jurídico parcial se halla situado como
círculo concéntrico interno, dentro de la esfera de competencia jurídico-
nacional, delineándose así la limitación jurídica mediata.
Se trata pues, de la coexistencia de dos rangos diferentes, los cuales a
su vez, están superpuestos. Esta situación se hace posible y hasta pare-
ce coherente que así sea, en virtud de la necesaria jerarquización esta-
blecida. No de un Estado con respecto a otro, sino del nivel jurídico
nacional, sobre el régimen constitucional del propio Estado-miembro.
Aun dentro de los llamados mecanismos exorbitantes de limitaciones
que el federalismo venezolano de tipo preceptivo admite puede afirmar-
se con Kelsen que en dicho régimen,
No cabe duda, que el signo específico del Estado Federal consiste en el
derecho que asiste a las entidades integrantes, de darse y revisar su
propia Constitución y leyes, dentro del marco que el Art. 16105 y siguien-
104
KELSEN, Hans: Teoría General del Estado. Tr. de Luis Legas y Lacambra. México, 1948,
p. 273.
105
El Art. 16 de la Constitución Nacional dice así: “Los Estados son autónomos e iguales
como entidades políticas. Están obligados a mantener la independencia e integridad de la
nación; y hacer cumplir la Constitución y las leyes de la República”.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 187
tes del Texto Constitucional le fijan. De allí que la doctrina dé el nombre
de autonomía a la competencia de que gozan los Estados-miembros,
para establecer su propia creación normativa.
Si los estados que forman la República de Venezuela tienen autonomía,
interesa distinguir dichas características de la soberanía. En efecto, mien-
tras Estado Soberano significa autodeterminación plena, ajena a impe-
rativos jurídicos extrínsecos a su propia voluntad, la autonomía supone
cierta zona de acción independiente, que es lo propiamente autónomo,
pero con un conjunto de limitaciones y determinantes jurídicos, que di-
bujan lo heterónomo. La esfera de competencia, el área en que la auto-
nomía se expresa, es impuesta por la Constitución Nacional. Al efecto,
el Art. 17 de dicha normativa establece las facultades y poderes que se
atribuyen a los estados, es decir, el ámbito en que mueven.
También los estados, en sus propias constituciones, proclaman su autono-
mía y se declaran iguales como entidades políticas, a los otros Estados.106
Dentro del contexto general indicado, al precisarse las bases que fundan
nuestra forma de Estado y de gobierno, es lógico ligar la cuestión limí-
trofe, de carácter interestadal a la problemática del federalismo, en cuya
perspectiva se sitúa lo referente a la exacta demarcación de las cir-
cunscripciones territoriales y la forma de solucionar los conflictos de
esa naturaleza.
A ello obedece que la Constitución Federal de 1864, inscribiese en sus
cánones cierta prescripción muy importante, conforme a la cual,
106
Ministerio de Relaciones Interiores, Orden Constitucional de las Entidades Federales.
Estudio Introductorio, Op. cit., Tomo I, p. 237 y ss.
188 HUMBERTO J. LA ROCHE
Esta disposición se reiteró en los textos siguientes, hasta llegar la Carta
de 1904, la cual determina, no sólo los estados, sino también los distritos
integrantes de cada Estado. De esa fecha para acá se omite en la Cons-
titución toda mención de la Ley de 28 de abril de 1856, aun cuando se
conserva en el texto de la mayoría de las constituciones de los estados.
En efecto, el orden constitucional de las veinte entidades que integran la
República, puede clasificarse en esta materia conforme a lo siguiente:
a) Las que mencionan expresamente la Ley de División Político-Terri-
torial de 28 de abril de 1856, con las modificaciones resultantes de con-
venios válidamente celebrados (Apure, Barinas, Carabobo, Guárico,
Mérida, Miranda, Monagas, Sucre, Táchira, Trujillo y Zulia).
b) Las que sin mencionar la Ley de 28 de abril de 1856, remiten a la Ley
de División Político-Territorial, con los convenios y tratados celebrados
válidamente, para regular esta materia (Anzoátegui, Cojedes, Falcón,
Nueva Esparta y Portuguesa).
c) Estados que definen su demarcación territorial en su propia Ley de
División Político-Territorial (Aragua y Yaracuy).
d) Estados que remiten la competencia a determinados textos constitu-
cionales, omitiendo toda referencia a la Ley de División Político-Territo-
rial (Constitución del estado Bolívar).
e) Estados que no mencionan texto constitucional alguno o Ley sobre la
materia (Lara).
A nuestro juicio y centralizando el problema en su aspecto jurídico, los
límites de los estados han sido y serán, desde la promulgación de la Ley
de 28 de abril de 1856, los establecidos en el texto de la misma, con las
modificaciones que se hayan practicado constitucionalmente. No obs-
tante, siempre se respetará el principio de la irretroactividad, dada la
circunstancia de que, como se indicó anteriormente, no siempre ha sido
el mismo sistema el establecido por las diversas Leyes Supremas, que
han regido la vida nacional.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 189
A esa ley de 1856, remitió el texto constitucional de l909, y así se vino
reiterando hasta 1953, cuando tal referencia se soslayó. Tampoco apa-
rece en la Constitución de 1961.
Es importante subrayar, como se hizo en la parte histórica, que la Cons-
titución democrática de 1947 ordenó en su Art. 4º, la promulgación de
una ley sobre la materia,
Creemos que si la Carta de 1961 hubiese recogido este principio, el
problema limítrofe se habría atenuado considerablemente, con normati-
va más moderna que la anterior.
Mientras el texto de 28 de abril de 1856, no sea modificado o derogado,
su plena vigencia y eficacia tienen carácter indiscutible. En todo caso,
así lo pauta la Constitución Nacional, cuando prescribe en su Art. 177
que “las leyes sólo se derogan por otras leyes”. Es en derredor de ese
documento donde giran las constituciones de los estados, como una cons-
telación inspirada en aquélla, cimentada sobre bases inconmovibles. De
allí que, nuestros estatutos constitucionales de carácter estadal, estam-
pen en sus preceptos, cierta proclamación de derechos que en sus linea-
mientos generales se redacta al siguiente tenor:
No nos cansaremos de insistir en lo siguiente: En el modelo venezolano,
cada estado tiene el derecho de usar de sus poderes, de sus competen-
cias, dentro del ámbito que la ley fundamental establece.
107
Por ejemplo, Art. 8º de la Constitución del estado Bolívar.
190 HUMBERTO J. LA ROCHE
Pero puede desbordar ese cauce. No puede ir más allá del límite traza-
do, porque si lo hace, se estaría planteando un conflicto de competencia,
un conflicto de atribuciones.
Tales son las circunscripciones territoriales que modelan nuestro “fede-
ralismo preceptivo” actualmente. Ahora bien, a tenor de lo dispuesto en
el Art. 10 del Texto Fundamental ya citado:
De dicha disposición se infiere, sin la menor sombra de duda, que los
actuales límites excluyen toda posibilidad de modificaciones unilatera-
les. Por ende, cualquier cuerpo legislativo estadal, si por ejemplo, crea
un nuevo municipio, con asiento en territorio de otro estado, viola fla-
grantemente la Constitución Nacional que establece, como se ha ex-
puesto, el procedimiento en esos casos. En la hipótesis por la cual un
órgano determinado actúa en forma arbitraria y autoriza la penetración
de sus funcionarios en espacio de otra entidad colindante, estaría eva-
diendo un ámbito de competencia que no le corresponde.
Otro caso sería el de un gobierno que exteriorice en forma volitiva y a
través de hechos cumplidos por el jefe del Poder Ejecutivo Estadal, cier-
108
Art. 90 de la Constitución Nacional.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 191
ta actividad que colida con la Constitución o con la ley, de suerte que sea
ineluctable dirimir la irregular situación confrontada.
Ello se hace a través de vías moldeadas en el orden constitucional per-
turbado. La solución consiste en analizar el conflicto a la luz del Dere-
cho vigente y precisar el poder que excedió el área de competencia
asignada. Al efecto, se ordenará que las cosas vuelvan al estado en que
se encontraban cuando el acto írrito se cometió. La justicia consiste, o
debe consistir, en la imposición del orden jurídico nacional, el cual exclu-
ye la norma o acto contrario a la Constitución, si se da el conflicto, si
hay oposición de intereses.
Esto no significa que la decisión favorezca necesariamente al Estado
nacional, porque suele ocurrir, que la entidad-miembro se halle ampara-
da por el Ordenamiento Jurídico de la República de Venezuela contra un
avance, extralimitación o usurpación cometida por funcionarios que ac-
túan defectuosamente. Así, el triunfo del Estado-miembro que tiene la
razón, es simplemente la victoria de la legalidad, del Estado de Derecho
y de la seguridad jurídica.
No se trata sino del respeto a la autonomía del Estado, como valor supe-
rior, como parte del Ordenamiento Constitucional de la República de
Venezuela, cuyo hilo conductor, dentro de los engranajes de la regulari-
dad constitucional, pretende ser perturbado por actos írritos o viciados.
Mientras ese texto permanezca incólume, será su normativa y su fuerza
irresistible, la que imperen.
Es importante insistir en lo siguiente: Los Estados-miembros carecen de
soberanía y sólo disfrutan de autonomía.
Tal distinción merece subrayarse, porque una Ley Estadal de División
Político-Territorial, esgrimida muy a menudo por especialistas o autori-
dades de Estados-miembros de la República, como supuesto ariete para
impulsar una anexión forzosa, es:
192 HUMBERTO J. LA ROCHE
a) Contrapuesta a nuestro proceso histórico; y b) írrita desde el punto de
vista jurídico.
Veamos ambas afirmaciones:
b) Jurídicamente hablando, el acto constituyente ha sido para Venezue-
la, la expresión prístina y sublime de su unidad política, la cual se tradu-
ce en unidad constitucional al moderarse por el Poder Constituyente
originario la Constitución del país, que es la fuente del poder, y coloca la
soberanía en el pueblo, que es el llamado a ejercerla (Art. 4º).
Compete al Poder Ejecutivo Nacional (Art. 136, Ordinal 2º):
Así mismo, el ordinal 25 del Art. 136, expresa que corresponde al Poder
Ejecutivo Nacional:
Como corolario de las disposiciones anteriores, el Poder Ejecutivo Na-
cional tiene facultad expresa para “velar por la recta aplicación de las
leyes en todo el territorio nacional”. La potestad de intervenir por la
caución, no está clara, no está expresamente reservada a su ámbito de
competencia, aun cuando, según creemos, tiene instrumentos para ha-
cerlo, en caso de emergencia, en razón de dicho ordinal.109
Así mismo, las Asambleas Legislativas de los estados pueden concertar
acuerdos honorables, bien por vía de transacción o de arbitraje, nom-
brando árbitros con potestad no vinculante. Así lo contempla el Art. 8,
ordinal 7º de la Constitución del estado Mérida.
En fin, nadie discute la facultad que tienen los estados para dictar sus
propias leyes. Allí se contienen las disposiciones más convenientes en
su vida jurídica, para lograr su felicidad. Pero si esos textos son repug-
nantes a la Constitución Nacional, el órgano jurisdiccional lo declarará
de nulidad.
Sólo cuando llega ese caso, existe el veto del poder que tiene autoridad
para anularlas. Ese poder reposa en la Corte Suprema de Justicia, tal
como se ha explicado anteriormente.
Nuestra Corte Suprema de Justicia en constante y reiterada jurispru-
dencia, ha mantenido el criterio conforme al cual los textos constitucio-
nales de los estados deben seguir la orientación establecida por el
constituyente nacional.110
109
En materia de Seguridad y Defensa, hay en Venezuela abundante literatura.
110
Ver Sentencia de la Corte Suprema de Justicia publicada en Gaceta Oficial Nº 1.700 de 29
de octubre de 1974.
194 HUMBERTO J. LA ROCHE
CONCLUSIONES Y PERSPECTIVAS
Primera: Existen desarrollos jurídicos muy importantes en nuestra épo-
ca, para garantizar la supremacía y defensa del Texto Fundamental. Ta-
les procedimientos han experimentado un interesante proceso de
evolución que hoy nos plantea las posibilidades de dejar sin efecto actos
y normas violatorias de la estructura y majestad del orden constitucional
de un estado.
Segunda: En lo que concierne a los derechos de los estados, en gene-
ral, y la existencia de límites respetables entre ellos, la normativa se
preocupa por establecer los respectivos mecanismos de acción, en or-
den a evitar confrontaciones.
Tercera: Cuando se trata de un estado integrado por diferentes circuns-
cripciones territoriales, la tesis que prevalece consiste en conferir a la
Constitución la primacía normativa y al Tribunal Supremo, Corte Consti-
tucional, Tribunal Constitucional, etc., la guarda de la Constitución.
Cuarta: Venezuela es un país dotado de soberanía e independencia.
Las circunscripciones o entidades que lo integran son parte de un solo
estado; y si bien en el plano interno pueden considerarse como sujetos
de derecho, tal situación institucional corresponde a una organización
administrativa, cuyos procesos se canalizan a través de la Ley, para
mantener vigente el Estado de Derecho.
Quinta: Los Estados tienen autonomía, mientras que el Poder Nacional
goza de soberanía. Si un Estado, prevalido de su autonomía, pugna por
destruir el círculo de soberanía que le dio vida, no puede, ni siquiera a
título preventivo, constituirse en árbitro para solucionar un caso que co-
rresponde al organismo guardián de la Constitución.
Sexta: La llamada teoría del “federalismo preceptivo” ha dado lugar a
la cuestión limítrofe interestadal, con acentuada recurrencia histórica.
A pesar de las diversas divisiones político-territoriales que Venezuela
adoptó, siempre han permanecido enhiesto e incólume el conjunto de
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 195
principios contenidos en la Ley de 28 de abril de 1856, sobre División
Político-Territorial. Sobre ella se fundamenta históricamente, la cues-
tión limítrofe.
Séptima: La anexión forzosa del territorio de un estado por otra colec-
tividad particular no se justifica ni histórica ni jurídicamente. Lo lógico
en este caso tendría que ser actuar conforme a la Constitución.
Octava: La controversia o querella limítrofe, tal cual está planteada,
debe resolverse a la luz de los principios históricos y jurídicos en vigor.
La óptica que debe predominar para esta solución consiste en acudir
primordialmente a las relaciones interorgánicas, con preferente aten-
ción sobre la coordinación, el enlace y la interacción entre los diferentes
niveles de gobierno. En esa línea de acción corresponde:
1. Al Poder Ejecutivo, buscar la conciliación conforme a la Constitu-
ción, a los nombrados principios y a las áreas de competencia que le
corresponden;
2. A las Asambleas Legislativas mediante Acuerdos (Art. 10 de la Cons-
titución), y si es posible, recurriendo a arbitrajes, sin fuerza vinculante
en la cuestión limítrofe; y
3. A la Corte Suprema de Justicia, cuya apreciación jurídico-institucio-
nal es de carácter decisivo, aun cuando los pocos precedentes que exis-
ten no parece sirvan de ilustración suficiente.
En resumen, la cuestión limítrofe interestadal, es como un eje en cuyo
derredor se conciertan aspectos recurrentes, los cuales a veces se ale-
jan de toda trascendencia, y en otras ocasiones, pueden gravitar con
más peso de lo que se cree. Para su solución, hay tres llaves:
a) La que tiene el Poder Ejecutivo,
b) La que guarda el Poder Legislativo Estadal, con ratificación del
Senado; y
196 HUMBERTO J. LA ROCHE
c) La que conserva la Corte Suprema de Justicia.
En cuanto a las perspectivas, la Reforma del Estado tendrá necesaria-
mente que estudiar la problemática de los conflictos limítrofes no sólo
por los casos que están pendientes sin solución alguna, a pesar de los
esfuerzos hechos por el Poder Ejecutivo Nacional, a través del Ministe-
rio de Relaciones Interiores y la Cartografía Nacional, sino también en
la medida en que la elección directa de gobernadores de estado los aparte
de ciertos hilos conductores que los atan al Ejecutivo Nacional y proce-
dan a plantear nuevas querellas, en atención a otros intereses de región,
de historia, de idiosincrasia, etc.
A nuestro juicio, las impugnaciones de nulidad, las controversias entre
estados y los actos violatorios de garantías constitucionales, imponen la
necesidad de un reajuste orgánico y procesal, creando la Corte Federal
y otros tribunales encargados de arbitrar con rapidez e idoneidad los
mecanismos más adecuados para dichos efectos.
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 197
III
EL MAGISTRADO
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 199
REPÚBLICA DE VENEZUELA
EN SU NOMBRE
INTRODUCCIÓN
El día 17 del mismo mes y año se dio cuenta en Sala y se designó ponen-
te al Magistrado que con tal carácter suscribe el presente fallo, a los
200 HUMBERTO J. LA ROCHE
CAPÍTULO I
CONTENIDO DEL RECURSO
Alegan los recurrentes, en primer lugar, que están dados los supuestos de
procedencia del recurso intentado, y en tal sentido señalan lo siguiente:
1. Que la ley cuya interpretación se solicita, esto es, la Ley Orgánica del
Sufragio y Participación Política, sí contempla expresamente en su ar-
tículo 234 la posibilidad de que los preceptos en ella contemplados sean
objeto de interpretación.
Con relación al fondo del asunto objeto del recurso, señalan lo siguiente:
Como petitorio final del presente recurso, solicitan a esta Sala proceda a
realizar la interpretación solicitada y
CAPÍTULO II
COMPETENCIA DE LA SALA
Ahora bien, tal situación en modo alguno puede llevar a considerar im-
procedente la posible interpretación de esa norma legal. Por el contra-
rio, resulta imperativo para la Sala, en ésta y en todos las oportunidades
de determinación del contenido y alcance de la Ley como ejecución
directa de la Constitución que es –bien por vía de interpretación autóno-
ma, bien mediante cualquier otro mecanismo de actuación procesal– el
efectuar una interpretación que atienda en un todo a los principios fun-
damentales del orden jurídico vigente. En otros términos, no se concibe
un pronunciamiento judicial respecto al alcance de una norma jurídica
cuya aplicación se requiere, si el mismo no ha tomado en cuenta y no ha
conciliado su decisión con el orden constitucional.
CAPÍTULO III
LEGITIMACIÓN DE LOS RECURRENTES
Así mismo, señalan que su interés derivó del caso concreto que, con
relación a la interpretación solicitada, se plantea en la actualidad nacio-
nal, pues ante la –en su criterio– inminente convocatoria a una Asam-
blea Constituyente por parte del Presidente recientemente electo,
consideran que:
Al respecto se observa:
CAPÍTULO IV
SENTIDO Y ALCANCE DEL ARTÍCULO 4
DE LA CONSTITUCIÓN
Las razones que explican en las constituciones escritas han sido clara-
mente expuestas en la doctrina, acudiendo a motivaciones diferentes.
Jacques Donnedieu de Vabras, en su libro L’Etat, nos dice que su exis-
tencia obedece a diversos motivos:
Dentro de los procesos de esta naturaleza están las soluciones que obe-
decen a otros criterios que se manejan frente al cambio, atendiendo fun-
damentalmente a la idea de justicia y redención social. Ello supone una
serie de ajustes que, más allá de modificaciones de fachada, implican
transferencia de poder, transformación de estructuras, redistribución de
la riqueza, fortalecimiento de los derechos humanos. En suma, nuevas
estructuras y nuevas instituciones jurídicas y políticas.
CAPÍTULO V
Al respecto se observa:
CAPÍTULO VI
El PREÁMBULO DE LA CONSTITUCIÓN
CAPÍTULO VII
EL DERECHO A LA PARTICIPACIÓN
La Sala entiende que el llamado problema de las lagunas nace del dog-
ma positivista de identificar derecho y ley, y de la exorbitancia del espí-
ritu de la codificación, que aspira a dotar al derecho positivo de un sentido
pleno y hermético por razones de certeza jurídica.
CAPÍTULO VIII
DECISIÓN
CAPÍTULO II
( ...omissis)
CAPÍTULO III
(...)”
Ahora bien, estima esta Corte que tal cual como se ha dicho, esas medi-
das de seguridad no pueden considerarse penas como tales, pues, por un
lado, no son aplicadas por tribunales penales, y por el otro, no constitu-
yen formalmente un castigo por la comisión de delitos o faltas. Su con-
tenido es materialmente sancionatorio. En efecto, por más que pretenda
señalarse el carácter preventivo de las medidas de seguridad, mientras
las penas y demás sanciones son represivas, no cabe duda que, particu-
larmente en el caso de las medidas previstas en los literales c), e) y f)
del artículo 4º, la aplicación de aquéllas se presenta para el sujeto con
efectos semejantes a los de las penas y demás sanciones.
7) En tal sentido, debe concluirse, según criterio de esta Corte, que las
situaciones, antes aludidas, son repugnantes a la Constitución, pues las
mismas comportan privación de libertad respecto a un sujeto, sobre la
base de supuestos que no están tipificados como delitos o faltas. Sin
embargo, la restricción o privación de libertad “como consecuencia de
sanción penal” no parece caber en el campo de la inconstitucionalidad,
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 237
A la vista de tal aserto, es aquí donde debe advertirse que las violaciones
constitucionales generadas normalmente por la ley atacada, vienen a ser
producto, fundamentalmente, de la ausencia de auténtico control sobre las
decisiones que, en orden a la aplicación de las medidas de seguridad to-
man los órganos administrativos competentes para ejecutarlas.
sos (Art. 22). Dicha defensa no significa en forma alguna elemento con-
veniente al indiciado. En efecto, el Defensor Público de Presos limitará
su actuación a emitir un dictamen reducido a aspectos procedimentales
del caso, pero no le atribuye la facultad de alegar defensas en favor del
indiciado. Finalmente, y sólo en los casos en que la medida exceda de
seis (6) meses, se remitirá el caso al Ministerio de Justicia, sin que tam-
poco se prevea ningún medio para que el indiciado pueda defenderse.
y que va ser salvado por ella; porque esta ley, tal como
está, en manos de un hombre ignorante, puede ser un arma
peligrosísima, un arma de venganza, un arma de rencores
personales. De ninguna manera se puede considerar que
estamos atacando la ley misma: lo que queremos es corre-
gir la ley, lo que queremos es hacerla buena”. (Ver: Diario
de Debates de la Cámara de Diputados, 23 de junio de 1939,
Nº 52, p. 8).
CAPÍTULO IV
(Omissis)
CAPÍTULO V
Concluye así:
Esta doctrina nada tiene que ver con la retroactividad de la ley, sino con
la retroactividad de la Constitución. (Vid. Art. 40 de la Ley del Tribunal
Constitucional de España).
LA REPÚBLICA DE VENEZUELA
EN SU NOMBRE
NARRATIVA
1º El Presidente de la República.
2º El Ministro de la Defensa.
b) Fundamento de la denuncia:
“Cada una de las ramas del Poder Público tiene sus fun-
ciones propias, pero los órganos a los que incumbe su ejer-
cicio colaborarán entre sí en la realización de los fines del
Estado”.
Así mismo, enfatiza que dicho principio, en lo que respecta al Poder Judi-
cial, está pautado en los artículos 204 y 205 ejusdem, los cuales rezan:
1. El Presidente de la República.
2. El Ministro de la Defensa.
Así mismo, expuso que las atribuciones en materia de justicia militar del
Presidente de la República y del Ministerio de la Defensa aparecen con-
sagradas en los artículos 54 y 55 del Código de Justicia Militar, respec-
tivamente, y que debe entenderse que cuando el Presidente de la
República interviene como funcionario de justicia militar (de conformi-
dad con el aludido artículo 54), está actuando como suprema autoridad
jerárquica de las Fuerzas Armadas Nacionales, en su carácter de Co-
mandante en jefe de las mismas –y no como máximo representante del
Poder Ejecutivo–, atribución que, en su criterio, le es conferida por dis-
posición constitucional (numeral tercero del artículo 190) y que, en con-
secuencia, le permite estimar la conveniencia o no, con los intereses de
la Nación, para ordenar la apertura o continuación de un juicio militar, o
la posterior conmutación de las penas impuestas por delitos militares.
(...)
(...)
b) Fundamento de la denuncia:
Sin embargo, indicó que la Ley de Carrera Judicial establece que que-
dan exceptuados de la aplicación de esa Ley los jueces de la jurisdicción
militar, y que por tanto –consideró– se concluye que al estar expresa-
mente excluidos los jueces de la jurisdicción militar de la aplicación de la
Ley de Carrera Judicial, la regulación aplicable es la Ley Orgánica del
Poder Judicial, la que a su vez remite al Código de Justicia Militar en
cuanto a la forma de elección de los tribunales militares, normativa ésta
que –en ausencia de otra– comprende también la fijación de las condi-
ciones o requisitos necesarios para el ejercicio del cargo de juez militar.
(...)
(...)
274 HUMBERTO J. LA ROCHE
b) Fundamento de la denuncia:
Por último, consideró que el articulado del Capítulo V, “De los Jueces
Militares de Instrucción Accidentales” (Artículos 99, 100, 101, 102 y
103), Título III, del Libro Primero del Código de Justicia Militar, desa-
rrolla la materia relativa a los Jueces Militares de Instrucción Acciden-
tales, a los cuales –según expresó– ya había hecho referencia en la
motivación referente a la petición de nulidad de artículos 52 y 53 del
Código en cuestión, y que habiendo solicitado la anulación de estos ar-
tículos, se hacen “inoficiosos” e innecesarios” los dispositivos del aludi-
do Capítulo V.
(...)
b) Fundamento de la denuncia:
Por otra parte, expresó que del artículo 104 del Código de Justicia Mili-
tar se infiere que la defensa puede ser hecha por cualquier oficial en
servicio activo o retirado, aun sin ser abogado, toda vez que la mencio-
nada norma incluye la frase “o abogado en ejercicio”, y que, por consi-
guiente, se concluye que el defensor puede ser o no un profesional del
derecho.
(...)
280 HUMBERTO J. LA ROCHE
Sin embargo, tal como lo establece el aludido artículo 24, esta obligación
admite la posibilidad de excusa en los casos expresamente autorizados
ENSAYOS DE DERECHO CONSTITUCIONAL 281
(...)
282 HUMBERTO J. LA ROCHE
b) Fundamento de la denuncia:
(...)
b) Fundamento de la denuncia:
El impugnante expuso:
(...)
286 HUMBERTO J. LA ROCHE
b) Fundamento de la Denuncia:
b) Fundamento de la denuncia:
Por otra parte, afirmó que el Derecho de Guerra: “...ha sido formalizado
por Acuerdos Internacionales, suscritos por Venezuela, iniciados en La
Haya el 18-10-1970, con agregados posteriores en Ginebra el 27-7-29,
el 12-8-49 y más recientemente el 12-8-49 (sic).
288 HUMBERTO J. LA ROCHE
b) Fundamento de la denuncia:
El solicitante afirmó:
Por otra parte manifestó que esta norma tiene un incremento de la pena,
que aparece –a su decir– en las reformas del Código de Justicia Militar,
efectuada por un gobierno de ipso, mediante el decreto 379 de la Junta
de Gobierno de la República de Venezuela, de fecha 4 de octubre de
1958, “cuya fecha es también anterior y hace la norma preexistente a la
norma del Código Penal, considerándose, por lo tanto, una tácita refor-
ma de las normas contenidas en el Código de Justicia Militar”.
(...)
(...)
II
CONSIDERACIONES DE LA CORTE
“cada una de las ramas del Poder Público tiene sus fun-
ciones propias, pero los órganos a los que incumbe su ejer-
cicio colaborarán entre sí en la realización de los fines del
Estado”.
294 HUMBERTO J. LA ROCHE
Así, las diversas funciones del Estado no son más que las diversas for-
mas a través de las cuales se manifiesta la actividad estatal. A su vez, el
principio de la separación de poderes en su concepción rígida no tiene
aplicación en Venezuela, en tal sentido de separación de tres poderes
asignada en forma exclusiva a tres órganos distintos e independientes,
sino que tal doctrina ha sido formulada como una “división de poder”,
esto es, que se establece una multiplicidad de órganos y a cada uno se le
atribuye una función propia, lo que en modo alguno significa exclusivi-
dad en el ejercicio de la respectiva función. Por tanto, en el régimen
constitucional venezolano la división de poderes no coincide exactamen-
te con la separación de funciones, sino como “colaboración de funcio-
nes para alcanzar los fines del Estado”.
2. El Ministro de la Defensa.
Cabe destacar, que “los Tribunales Militares forman parte del Poder
Judicial. Los Jueces Militares imparten JUSTICIA y, en consecuencia,
las funciones que ejercen estos tribunales constituyen actos netamente
judiciales. Sin duda, los tribunales militares integran el Poder Judicial y
las funciones que ejercen son las propias de todo tribunal de justicia”
(vid. Sentencia de la Sala Político-Administrativa de esta Corte, de fe-
cha 16-05-95, Nº. 338, p. 24).
(...)
(...)”.
Ahora bien, la Corte observa que el artículo 104 del Código de Justicia
Militar dispone:
Ello significa que, para ser defensor en juicio, esta norma requiere –
además de ser militar en servicio activo o retirado y no encontrarse
enemistado con el reo– el ejercicio de la profesión de abogado, ya que
tal disposición no contiene la conjunción alternativa “o”, anterior a la
frase “abogado en ejercicio” y, en consecuencia, forzoso es desestimar
la denuncia analizada. Así se decide.
12. El demandante solicitó la nulidad del ordinal 1º del artículo 476 del
Código de Justicia Militar, por considerar que esta normativa “quedó
derogada” por el ordinal 1º del artículo 144 del Código Penal.
Por los razonamientos expuestos, este Alto Tribunal estima que no exis-
te el alegado conflicto de leyes entre el ordinal 1º del artículo 476 del
Código de Justicia Militar y el ordinal 1º del artículo 144 del Código
Penal, ya que dichas normas se refieren a supuestos de hechos distintos,
y así se declara.
III
DECISIÓN
PRIMERO: ANULA los ordinales 1º, 2º y 3º del artículo 54; los ordi-
nales 1º y 2º del artículo 55; el acápite del artículo 227 y el artículo 355,
todos del Código de Justicia Militar, contenido en la Gaceta Oficial de
la República de Venezuela de fecha 5 de junio de 1967, Nº 1.109 Ex-
traordinario.
318 HUMBERTO J. LA ROCHE