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RECUPERO EL HACHA PERDIDA

(2REYES 6-1,7)

Observamos en el texto que surge un problema ´´he aquí, el lugar en que moramos
contigo nos es estrechos´´. Surge una necesidad y alguien la vio. Eliseo cedió mucho
tiempo a muchas cosas, que descuido otras que son prioridades (dedico mucho tiempo
a Guejazi). La comunidad de los profetas pidió permiso a Eliseo para ir al río Jordán con
el fin de cortar maderapara construir una nueva residencia, que también
probablemente serviría comosalón de reunión, pues la anterior ya les resultaba
pequeña. Evidentementehabía un bosque cerca del río. Además de concederles
permiso, Eliseo aceptó la invitaciónde acompañarles. Al cortar un tronco, a uno de los
profetas se le cayó alagua un hacha prestada. Evidentemente era una herramienta tan
cara que tuvoque rogar para que se la prestara. Clamó por la ayuda de Eliseo quien,
después deser informado del lugar en el que había caído el hierro, cortó un palo, lo
arrojó allí ehizo que el hacha saliera a flote. Aunque en otras situaciones Eliseo empleó
más alas personas para cooperar en resolver sus problemas, esta vez solo al final lo
hizo,ordenando al profeta que la recogiera (vv. 6, 7).El texto en hebreo enfatiza que la
herramienta era de hierro. En los tiempos del rey David solo los más poderosos de
Israel y losfilisteos disfrutaban del hierro. Sin duda era muy caro, y el profeta era un
pobre sinrecursos si juzgamos en base al caso de la viuda de otro profeta (4:1–7).

¿Qué lecciones podemos aprender del hombre que perdió su hacha?

I. Perdió su poder para servir. ´´se le cayó el hierro del hacha en el agua´´

· Esto sucedió mientras trabajaba, quizá era inexperto, que en plena labor no se
percato que el hacha se estaba zafando poco a poco.

· El hacha era una herramienta importante, vital, imprescindible y costosa.

· Quedo incapaz de todo trabajo eficaz. (Sin hacha no se podía hacer nada.)

· Quedo inhabilitado para cumplir su propósito.

· Antes tenía el poder, pero ahora se le ha ido de manera repentina y totalmente


inesperada.

· El Señor nos entrego un hacha a cada uno para sacar un proyecto de vida
adelante. (Tanto en lo secular como en lo espiritual esto es los sueños, anhelos,
deseos, propósitos, etc.)

· El cristiano ha sido dotado de herramientas espirituales para un servicio, por lo


cual debe cuidarla, conservarla y mantenerla lista para toda buena obra.

· ¿Cómo su hacha? ¿Se ha estado zafando poco a poco? ¿Si la ha perdido, hoy la
puede recuperar?

II. Perdió algo que no era suyo. ¡Ah, señor mío, era prestada!

· Tubo que implorar el favor para que le prestaran el hacha.

· Se encuentra ahora angustiado y entristecido. Quizá pensaba ¿Ahora qué voy


hacer? ¿Cómo hare para pagar?

· Todo lo tenemos y poseemos es prestado (la vida, el hogar, los hijo, el trabajo, las
comodidades, los dones, los talentos las virtudes, él Espíritu Santo etc.
· Como todo es prestado, somos responsables ante el Señor acerca de cómo lo
usa. Ejemplo: (Lc. 19-13,22)

· ¿Has perdido lo que no es tuyo? Hoy puedes recuperar lo prestado.

III. Apelo inmediatamente a su amo. ´´ ¡Ah, señor mío! ´´

· Reconoció y fue consciente de su perdida ´´ ¡Ah! ´´ tan pronto hubo desaparecido


el hierro del hacha, se dio cuenta de que era inútil todo esfuerza adicional y como
hombre razonable que era, abandono la tarea hasta que las cosas se arreglaran.

· Ninguna cantidad de elocuencia, fervor o buenas intenciones suplirá la pérdida


del cortante filo del poder espiritual.

· De qué sirve la actividad del servicio religioso, cuando es carente y ausente el


poder del Espíritu Santo. ¿En esta mañana es propicio para detenernos, para
reflexionar y examinarnos?

· ¿A quién otro podía acudir? Si el hombre de Dios no puede serle de ayuda, ¿Quién
puede? El supo a quien acudir. ¡Qué deshonra seria para Dios si Eliseo no hubiera sido
capaz de restaurar!

· Si hay remedio de recurar lo perdido tráelo al Señor en oración. Dile que has
perdido el poder de ganar almas, servir en su Obra, cooperar, participar en los
programas de la iglesia, etc.

IV. Le fue milagrosamente restaurado.´´El varón de Dios pregunto: ¿Dónde cayó? Y


él le mostro el lugar. Entonces corto él un palo, y lo echo allí; e hizo flotar el hierro.

· Lo recuperó allí donde lo había perdido. No había otro lugar donde podía
encontrarlo. (Ap. 2-5 ´´Recuerda, por tanto, donde has caído, y arrepiéntete, y has las
primeras obras…´´)

· Lo recupero mediante un milagro. Eliseo hizo que el hierro flotara. El sacrificio de


Cristo en la cruz del calvario puede hacer flotar todo lo que has perdido.

· Así como Eliseo le dijo: Tómala. En esta mañana el Señor te dice lo que has
perdido. El Señor te lo devuelve hoy. Extiende tu mano (Mt. 12-13 ´´Jesús le dijo a aquel
hombre: extiende tu mano. Y Él, la extendió, y le fue restaurada sana como la otra.´´

CONCLUSIÓN:

· En esta noche es una oportunidad para recuperar lo que has perdido, solo dispón
tu carrazón.

· No importas si has caído, el Señor te dice levántate y toma lo que has perdido

ELISEO Y EL HACHA
2 Reyes 6: 1- 7
El hacha tiene muchos significados, entre ellos significa
trabajo, esfuerzo o guerra. Había un grupo de los hijos de
los profetas que se cree estaban capacitándose en algo
que se consideraba una especie de escuela de profetas, el
milagro que Dios realiza a través del profeta en esta
ocasión no es tan significativo como los anteriores, no
levanta aun muerto, ni aparece agua, pero igual mantiene
la misma línea de enseñar una forma de superación.
Dios es un Dios de excelencia, ser excelente no significa ser perfecto, ser excelente
significa luchar cada día por ser mejor, y Dios quiere que cada día nos esforcemos por
mejorar: en nuestra manera de ser, en nuestro trabajo, en la casa, en la iglesia, etc. en
cualquier área que nos desempeñemos. Para esto ¿qué debemos hacer?

Detectar una necesidad: nosotros no debemos tenerle miedo a las necesidades, las
necesidades nos permiten mejorar, cada vez que buscamos superar una necesidad
avanzamos hacia el excito, muchos de los grandes inventos que hoy podemos disfrutar
se lograron gracias a que había una necesidad, pero que alguien busco, y lucho para
suplirla.

¿Cuál era la necesidad? V 1 “Los hijos de los profetas dijeron a Eliseo: He aquí, el lugar
en que moramos contigo nos es estrecho” estaban estrechos, les estaba yendo bien,
necesitaban más espacio, puede ser que en la casa de tus padres o de ese familiar con
el que vives, ya estés estrecho, ¿qué hacer? ¿Pedirle que tumbe las paredes para que
estés más cómodo?

Buscar una solución: V 2 “Vamos ahora al Jordán, y tomemos de allí cada uno una viga,
y hagamos allí lugar en que habitemos. Y él dijo: Andad”

1. tomar una decisión: la palabra clave ¡Vamos! Ellos no dijeron vallan, ellos
dijeron vallamos, es más fácil, hacer que alguien avance cuando lo invitas a que
te siga, y te ve avanzar, a cuando solo le decimos que camine. No esperes que
otros hagan lo que a ti te corresponde.
2. Trabajo en equipo: tomemos cada uno una viga, las abuelitas decían “con
dos manos se lava cara” en el hogar podemos salir más rápido de las crisis
cuando actuamos en equipo, has un plan de acción junto con tu esposa, antes
las mujeres decían si yo me case fue para que me mantengan, ahora lo dicen los
hombres, no te creas tan inútil tú también puedes colaborar. Delégale
actividades a tus hijos, ellos también pueden ser útiles. En las culturas europeas
trabajan muy duro para poder disfrutar en la vejez, en nuestra cultura la
consigna es: disfruta ahora que estas joven y después busca a donde arrimarte.

Busca hacer equipo en la iglesia, si todavía te da temor evangelizar o discipular,


ora por los que lo están haciendo, esa también esa una muy hermosa e
importante labor.

3. Actuar: “hagamos allí en que habitemos”, ensillar la yegua antes de tenerla


es fácil, has planes que los puedas realizar, no solo sueñes, soñar cualquiera
puede hacerlo, si no puedes hacer algo todavía en grande comienza en lo
pequeño.

No hagas nada si no estás seguro de que Dios está contigo. V 3 “Y dijo uno: Te rogamos
que vengas con tus siervos. Y él respondió: Yo iré” en vano trabajamos duro si Dios no
está con nosotros, el hace que nuestro trabajo sea más ameno, y rentable. Si ya le
echaste el ojo a una jovencita(o), pregúntale a Dios si te conviene. Pedirle autorización
a Dios significa muchas veces tener que esperar. Por mucha hambre que tengas no
puedes sacar el pan del horno antes de que este.
Para hacer muy bien un trabajo se necesita de una buena herramienta. V 4 “Se fue,
pues, con ellos; y cuando llegaron al Jordán, cortaron la madera” Dios nos ha dotado
de muy buenas herramientas para hacer nuestro trabajo: oración, palabra,
discipulados, devocionales, anillos de seguridad (grupos de intercesión), Tiempos de
ayunos.

Cuando mas emocionados estaban trabajando, algo paso, alguien perdió el hacha. V 5
“Y aconteció que mientras uno derribaba un árbol, se le cayó el hacha en el agua; y
gritó diciendo: ¡Ah, señor mío, era prestada!” se acabo la motivación, ya no oramos, ya
no ayunamos, ya no acudimos a los grupos de oración. El amor en la casa se empezó a
enfriar.

El hijo de profeta que hizo, ¡Grito! Muchas veces se nos pierde el hacha y no hacemos
nada, empezamos a echarle la culpa a los demás, es que ella, es que el, es que los
pastores. Si se te perdió el hacha ya es hora de que hagas algo para encontrarla,
recuerda si te tropiezas pero estas de la mano de Dios, podrás pararte de nuevo, si te
sueltas de su mano te caerás y muy probablemente no te vuelvas a parar.

Reconoció que no era de él, que solo era prestada y que pronto llegaría el dueño y le
tendría que responder por ella, recuerda que ese don que Dios te dio, llámese talento,
amor, hijos, esposa(o) solo es prestado, pronto vendrá el dueño y con que le vas a
responder.

1. Reconoce donde lo perdiste: V6 “El varón de Dios preguntó: ¿Dónde cayó? Y


él le mostró el lugar. Entonces cortó él un palo, y lo echó allí; e hizo flotar el
hierro” Si quieres recuperar tu hacha recuerda donde fue que se te cayó, en qué
momento la perdiste, en que parte de tu vida se perdió el amor por tu esposa(a),
por tus hijos, en qué momento dejaste de orar, de ayunar
2. Reconoce tu error: no le eches la culpa a los demás, es que mi esposo(a),
es que los hermanos, es que los pastores.
3. Acepta que Cristo es la solución: el pedazo de palo significa Cristo, solo él
puede sacarte y sacar lo que has perdido en el fondo del fango, o de lo más
profundo del rio

Recógela, V 7 “Y dijo: Tómalo. Y él extendió la mano, y lo tomó” si Cristo ya saco de lo


más profundo del rio lo que tu perdiste, entonces recógela porque él no lo hará por ti,
Dios solo hace lo que nosotros en realidad no podemos hacer, a ti y a mí nos
corresponde hacer nuestra parte.

Conclusión: ¿qué es lo que tu perdiste? Tu hacha esta sin filo, ya no oras con el mismo
gozo de antes, ya no ayunas, ya no buscas a Dios de madrugada con la misma gana de
antes, ya no amas a tu esposo(a) con la misma intensidad; Cristo quiere encontrar lo
que se te ha perdido, solo confía en él.

Es el tiempo de la restitución, pídele en este día que te devuelva ese gozo por la
palabra, por el, por tu familia, por tu trabajo

Poder para salir a flote

por Leonardo R. Hussey


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El profeta Eliseo realizó diversos milagros durante su ministerio. Sin embargo, uno de

los más «sencillos» puede ayudarlo a entender hermosas verdades del Señor. Venga y

junto con el autor descubra las increíbles enseñanzas que varios hombres aprendieron

hace miles de años y, sin embargo, son válidas para el nuevo milenio.

2 Reyes 6.1– 7

Este sencillo relato aparece como un incidente menor en la vida de Eliseo y quizá lo

eclipsaron dos historias mucho más dramáticas como lo fueron la sanidad de Naamán y

la ceguera del ejército sirio. El milagro de un hacha de hierro que flota en el agua, nos

introduce en algunos aspectos adicionales de la vida comunal de los profetas y de la

actitud de Eliseo hacia ellos. Además, estos aspectos adicionales son grandes

lecciones para nosotros.

El grupo de profetas que propone un cambio de domicilio para su «seminario» es

probablemente el que estaba radicado en Gilgal, pues allí se encontraba Eliseo según 2

Reyes 4.38. Además, Gilgal estaba relativamente cerca del río Jordán (unos 3 km. del

lugar donde ellos proponían levantar un nuevo edificio). El argumento utilizado para el

cambio era que el lugar que ocupaban en Gilgal les resultaba estrecho.

Sin duda, cualquiera fuese el lugar de residencia de Eliseo, sería natural que muchos

de los «hijos de los profetas» se congregaran para recibir su instrucción, su consejo, y

el beneficio de sus oraciones. Los milagros que realizaba Eliseo atraían la atención de

muchos y la reciente cura milagrosa de la lepra de Naamán debe haber tenido gran

resonancia nacional. Por un lado, por tratarse del general de un ejército enemigo y por

otro porque, a pesar de haber muchos leprosos en Israel, ninguno de ellos había sido

objeto de un milagro de sanidad tan notable (Lc 4.27).

La severidad del castigo sobre Giezi a quien se le pegó la lepra de Naamán, sin duda se

divulgó en la comunidad y seguramente él fue excluido de la misma. Este hecho habrá

provocado temor reverencial y renovados votos de dedicación al Señor por parte de

otros miembros. Además, es muy probable que el impacto de estos hechos recientes

haya resultado en un mayor interés por los asuntos de Dios. También pudo haber

generado un despertar espiritual en algunos jóvenes que decidieron unirse a la

comunidad de los profetas estudiantes donde residía Eliseo, su principal protagonista.

Ante este crecimiento numérico se vieron impulsados a compartir su preocupación de


que el espacio que disponían ya les resultaba insuficiente: «El lugar en que moramos

contigo nos es estrecho» (6.1).

Cuando en nuestro servicio al Señor se nos presenta un problema de esta índole,

aunque impone más trabajo y requiere de mayores recursos, es siempre un motivo de

gozo y gratitud. Ya sea que se trate de un centro de capacitación teológica o

sencillamente en un lugar donde los piadosos se reúnen para adorar a Dios y para su

mutua edificación, si el espacio se torna insuficiente es señal de que el Señor está

extendiendo su mano de bendición para alcanzar y cambiar a más personas para su

gloria. Así lo fue para este grupo de discípulos de Eliseo.

Consideremos, pues, el plan propuesto y el inesperado incidente del hacha que fue

puesta a flote . Examinaremos primero lo que la Escritura nos dice acerca de los hijos

de los profetas y luego acerca del padre de los profetas.

Acerca de los hijos de los Profetas

El enfoque de los profetas estudiantes nos sugiere que eran pobres y de escasos

recursos. Sin embargo, la pobreza no debía ser un impedimento para el avance del

ministerio profético. No podían contratar constructores que se encargaran de la tarea y

en su humildad no pensaron en un edificio de piedras labradas, sino que se

conformaban con una sencilla cabaña de madera. En tales circunstancias se habían

propuesto hacer el trabajo ellos mismos: «Hagamos un lugar en que habitemos», y para

eso tuvieron que pedir herramientas prestadas (6.5b)

Quizá uno de los aspectos más atractivos del proyecto es que todos iban a trabajar:

«Tomemos... cada uno una viga y hagamos...» (6.2). Existe un hermoso paralelo de este

propósito en el capítulo 3 del libro de Nehemías. Este pasaje relata que hombres y

mujeres, familias enteras, sacerdotes y levitas y toda suerte de artesanos trabajaron

mancomunadamente en la reconstrucción del muro de Jerusalén. Nehemías les

exhortó: «Venid, y edifiquemos...» y ellos respondieron: «Levantémonos y

edifiquemos...» (Neh 2.17,18). Todo llamado a la obra es un llamado a construir y nada

mejor para producir un espíritu de unidad y compañerismo que trabajar esforzadamente

(con transpiración y cansancio, si fuere necesario) en un proyecto junto con otros

hermanos.
En el Nuevo Testamento esta verdad cobra mayor alcance pues se aplica a la Iglesia de

Cristo como si fuera un edificio en construcción. El apóstol Pablo nos dice que somos

«edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra

del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo

para ser un templo santo en el Señor» (Ef 2.20,21). Para realizar esta construcción, «él

mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros,

pastores y maestros... para la edificación del cuerpo de Cristo» (Ef 4.11,12). Según el

apóstol Pedro este edificio está compuesto por «piedras vivas» (nosotros) que somos

«edificados como casa espiritual» para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a

Dios por medio de Jesucristo (1 Pe 2.5). Además, en este edificio, «cada uno» debe

mirar cómo sobreedifica (1 Co 3.10).

Otra nota destacada es que los discípulos le rogaron a Eliseo que él los acompañara y

esta fue una demostración de respeto y aprecio, pues no querían construir sin su

consentimiento. Es bueno no confiar demasiado en nuestro propio juicio o criterio, sino

buscar también el consejo y la sabiduría de otras personas de mayor experiencia. Pero

no sólo deseaban su consejo, sino también querían disfrutar de su compañía y quizá

aun esperaban que él supervisara el buen orden de todo el proyecto. Los buenos

discípulos siempre buscarán estar bajo buena disciplina.

Uno de ellos, quizá no muy experimentado en la profesión de leñador, pegó muy fuerte

con el hacha y se le escapó de las manos, y esta cayó al agua. Llama la atención su

honestidad pues no se excusó diciendo: «La cabeza estaba floja y se salió», o: «Bueno,

cualquiera puede tener un contratiempo como este», sino que gritó: «¡Ah Señor mío,

era prestada!». Es bueno tomar tanto o más cuidado con lo prestado que con lo nuestro

pues esto denota un agudo sentido de responsabilidad. El Señor nos enseñó que

debemos amar al prójimo como a nosotros mismos, y una lógica forma de expresar

nuestro amor es cuidando los bienes de ellos.

Acerca del padre de los profetas

Cuando Eliseo fue invitado a acompañar a los discípulos en este programa, aceptó con

brevedad y presteza. Al ruego de ellos respondió: «Yo iré», y el texto agrega: «Se fue

pues con ellos» (6.3,4). Lo hizo sin demora, y esto refleja un rasgo condescendiente en

su carácter. No consideró un agravio a su investidura ir a los bosques y compartir con


gente más joven la vida rudimentaria a la intemperie. Tampoco pensó que ser partícipe

de un proyecto de trabajo manual le restaría prestigio. De hecho, él mismo empuñó un

hacha y cortó un palo (6.6). La grandeza de un hombre espiritual se hace patente

cuando, en forma natural, puede identificarse con personas más humildes o de rango

inferior. ¡Seguramente se sentía mucho más a gusto con ellos que en la corte del rey

Joram! Es también interesante recordar que sus años de labrador en Abel-mehola le

habrían proporcionado valiosa experiencia de trabajo manual que en esta instancia

resultaría útil para supervisar en forma práctica la nueva faena emprendedora..

Lo más llamativo del pasaje es la caída del hacha (probablemente la cabeza de la

herramienta) en el río Jordán y la forma tan sencilla en que Eliseo la puso a flote en

contra de las leyes físicas de la naturaleza. El peso específico del hierro es 7,84 veces

mayor que el peso del agua y, por lo tanto, la fuerza de la gravedad hace que se hunda

en el fondo del río. Pero el Dios de Eliseo, que creó la naturaleza, no está atado a las

leyes de la misma, y puede otorgar a su siervo el poder para revertir los valores y

aligerar el peso del hierro. El hombre, creado por Dios, mediante métodos científico-

técnicos, logra producir agua pesada para uso en reactores nucleares. Cuánto más con

su ayuda puede producir un hierro liviano que flote en el agua, para resolver el dilema

de un siervo suyo.

Nada escapa a la omnisciencia y omnipotencia del Señor, y su siervo, con tan solo un

poco de fe en un gran Dios, puso a flote de una manera casi infantil el hacha. Para ello

Eliseo no empleó el mango del hacha sumergida ni se embarcó en una ceremonia

aparatosa, sino que cortó «un palo» y lo sumergió en el lugar donde había caído el

hacha, como señal de una orden divina para que saliera a flote. No se nos explica cómo

se realizó el fenómeno sino sencillamente que «hizo flotar el hierro». Entre líneas

debemos leer que Eliseo estaba ejercitando fe al hacerlo. En el capítulo 11 de Hebreos,

el autor presenta un cuadro con la galería de los héroes de la fe y en el v. 34 dice que

los profetas, por fe, realizaron notables proezas. Este incidente, sin duda alguna, debe

estar incluido entre esos grandes actos de fe.

Cuando el hierro ya flotaba y estaba visible, Eliseo le dijo al discípulo que lo sacara del

agua (6.7). El discípulo «extendió la mano y lo tomó». Esta sencilla conclusión del

relato nos recuerda que en todo milagro hay una función divina y otra humana. Hay

ciertas cosas que, para nosotros, son imposibles de realizar y de las cuales Dios se
encarga. Sin embargo, una vez que el hierro estaba visible sobre el agua, no era

responsabilidad ni de Dios, ni de Eliseo, el extraerlo del agua. Esto era algo que el

discípulo podía y debía hacer. Si observamos con detenimiento los diversos milagros

que realizó Jesús vamos a encontrar siempre estas dos funciones. Por una parte, la

acción divina o providencial y por la otra, las responsabilidades de la persona que debe

hacer su parte. Por ejemplo, Jesús multiplicó los panes pero los discípulos debían

repartirlos; le devolvió la vida a Lázaro, pero sus allegados debían desatar sus mortajas

y devolverle libertad de movimientos. En síntesis, Dios no hará por nosotros lo que

nosotros mismos podemos hacer.

Al traer este relato a nuestros tiempos, podemos afirmar con toda convicción que la

gracia de Dios puede levantar un corazón duro y frío como el hierro, hundido en el

fango del mundo actual. Puede elevar sus afectos para interesarse en las cosas de

arriba donde está Cristo sentado a la diestra de Dios y así hallar su profunda

satisfacción y una gloriosa esperanza. ¡Millones y millones de nosotros, seres humanos,

hemos estado sumergidos en delitos y pecados, pero nuestro Señor, el gran Salvavidas,

nos ha puesto de nuevo a flote y nos ha sentado «en los lugares celestiales con Cristo

Jesús»! (Ef 2.6).

Tomado y adaptado del libro El profeta Eliseo, Leonardo Hussey, Desarrollo Cristiano

Internacional, 2002. ¿Interesado en este libro? ¿Desea más información? Haga

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2 Reyes 6,1-7 ::: Saliendo de lo más profundo

Proclamación de la Palabra y Milagros


Jueves 18 de septiembre de 2014
Dr. David E. Ramos

Cita Bíblica: 2 Reyes 6,1-7

Un día, los miembros de la comunidad de los profetas le dijeron a Eliseo:


—Como puede ver, el lugar donde ahora vivimos con usted nos resulta
pequeño. Es mejor que vayamos al Jordán. Allí podremos conseguir
madera y construir un albergue. —Bien, vayan —respondió Eliseo. Pero
uno de ellos le pidió: —Acompañe usted, por favor, a sus servidores.
Eliseo consintió en acompañarlos, y cuando llegaron al Jordán
empezaron a cortar árboles. De pronto, al cortar un tronco, a uno de los
profetas se le zafó el hacha y se le cayó al río. —¡Ay, maestro! —gritó—.
¡Esa hacha no era mía! —¿Dónde cayó? —preguntó el hombre de Dios.
Cuando se le indicó el lugar, Eliseo cortó un palo y, echándolo allí, hizo
que el hacha saliera a flote. —Sácala —ordenó Eliseo. Así que el
hombre extendió el brazo y la sacó.

A veces nos proyectamos en la vida para futuro pero de repente parecen hundirse. Y
cuando hacemos el mejor de los esfuerzos nos pasan cosas que vienen a complicarnos
y hundirnos más. Muchos quizá hoy estén reflexionando sobre sus cosas que sienten
que se les hunden. Por eso, la Palabra viene para señalarnos el camino para que eso
que parece hundirse vuelva a flotar. Es que no podemos renunciar a los proyectos
planeados por Dios para nosotros, para eso tenemos que seguir el camino marcado por
el Señor. Dios tiene poder para sacar a flote lo que se nos hunde, porque su poder no se
acaba ni se obstruye por realidades que la lógica define. Esta es la verdad con la que
tenemos que ampararnos a la Palabra. Y debemos de entender que el problema para
que las cosas salgan a flote no está en Dios porque para él nada es imposible; el
problema está en que no queremos descubrir el sendero que nos lleve a la
manifestación del poder de Dios que hace flotar lo que se ha hundido.

La Palabra comienza con la iniciativa de la comunidad de los profetas. La comunidad


de los profetas era un grupo que se levantaba en torno a un hombre de Dios, y que era
como un seminario o internado de profetas. Esto es algo que hoy en día se pierde
mucho en la vida de las iglesias los grupos que se congregan en torno a un hombre de
Dios para aprender, crecer y visionar el propósito de Dios. Una de las bendiciones que
otorga el Espíritu cuando los visita es un hombre de Dios al cual se congregan
discípulos y que comienzan a caminar en pos de la visión que Dios les da. Cuando Dios
llamó a Moisés tuvo sus discípulos que le seguían y que les heredaba lo que Dios les
da. Y cuando Dios levantaba a un hombre para guiar al pueblo no significaba que les iba
a agradar a todos, porque hay muchos que no les gusta el proceso formativo.

Cuando Dios llama a Elías levanta a otro grupo de profetas llamados la comunidad de
los profetas. La figura del hombre de Dios es clave en los momentos que Dios visita al
pueblo. En las iglesias donde el pastor es un simple empleado no tienen mucho futuro
en cuanto a la visión de Dios porque al final siempre es la iglesia la que decide lo que
este empleado debe hacer. La señal evidente del hombre de Dios es que da una Palabra
libre que no depende de la aprobación humana sino la de Dios.

Entre los hombres que aprendían de Elías estaba un hombre llamado Eliseo que no se
le despegaba y que andaba sirviendole porque quería el doble de la unción que tenía
Elias. De todos modos Elías había llegado donde estaba por el respaldo de Dios, no por
las buenas apariencias u otras cosas humanas. Cuando Eliseo anhelaba esto recibió
burlas de los demás, pero al final recibe la unción de su maestro. Así en torno a Eliseo
comienzan a reunirse otros reconociendo que tiene el poder de Elías. Dios comienza a
evidenciar que le acompaña y camina con Eliseo, y que a ese hombre le ha otorgado la
Palabra profetica.

2 Reyes 6,1
Un día, los miembros de la comunidad de los profetas le dijeron a Eliseo:
—Como puede ver, el lugar donde ahora vivimos con usted nos resulta
pequeño.

La iniciativa de la comunidad de profetas nace de la necesidad de tener un lugar más


grande ya que este ministerio está creciendo más y más y no caben. Por eso, la
estrechez que vivimos no debe llevarnos a un espíritu de fracaso o conformismo. La
gente dice: “estoy aquí y nada puede hacer” Pero no podemos permitirnos que la
estrechez externa nos provoque estrechez interna. Las condiciones pequeñas de
afuera no nos deben hacer pequeños. Ninguna limitación con la que hemos nacido
puede definir nuestra capacidad en el propósito.

A algunos les ha afectado su escases física o material y siempre sus respuestas


son:“No se puede, o no hay” Y ante cada desafío esas son las primeras palabras que
aparecen. Por eso, están hundidos muchos porque se dejaron gobernar por la estrechez
material y no quieren pagar el precio de ampliar los horizontes. Las mejores
condiciones no vienen como un paquete sino que hay trabajar y dejar de descansar. Se
debe de rebuscar, algo que muchos no quieren hacer. El problema es que toda
intención divina de bendecirnos en el futuro se muere por nuestro acomodamiento. La
gente prefiere las novelas, el facebook, descansar o hasta chismear y no estudiar.

La estrechez oprime, ahoga e imposibilita la acción. Imaginemos a los profetas en la


casa pequeña teniendo que perder tiempo porque no se puede hacer más para
desarrollarse. La estrechez que paraliza está provocando estrechez dentro de nosotros.
Muchos dicen: ¿de qué sirve trabajar para más? y se quedan en la misma condición.

2 Reyes 6,2

Es mejor que vayamos al Jordán. Allí podremos conseguir madera y construir un


albergue. —Bien, vayan —respondió Eliseo.

No solo es esfuerzo, es participación de todos. En la casa no debe haber un haragán.


No solamente debemos de proyectarnos sino decir “cada uno…” Muchos padres se
lamentan porque dicen que nadie les ayuda, pero lo que deberían de hacer es
levantarlos de una sola vez. Por eso muchos proyectos buenos se pueden echar a
perder en la casa porque hay uno que trabaja y cuatro haraganes. Si muchos de los que
nos esforzamos hoy para sacar adelante los proyectos que emprendemos no es porque
nuestros padres nos dejaban dormir hasta tarde sino porque nos levantaban a trabajar
desde temprano. Y no es que los hijos nazcan haraganes sino que son los padres que
los hacen así. Al final solo terminarán siendo unos discapacitados mentales porque
pensarán que sus padres les solucionarán todo. No echemos a perder los proyectos de
Dios a la familia por unos haraganes que no quieren trabajar, mejor luchemos todos por
alcanzar los propósitos divinos. Son los padres quienes deben de trabajar por hacer
esforzados o haraganes a los hijos.

—Bien, vayan —respondió Eliseo.


La iniciativa de los profetas es avalada por Eliseo. Todos llegaron a pedir la
autorización porque no solo basta la iniciativa nuestra sino que las proyecciones que
tenemos deben de ser puestas ante el Señor. De nada sirven las buenas proyecciones
sino se va delante del Señor a pedir la autorización.

2 Reyes 6,3

Pero uno de ellos le pidió: —Acompañe usted, por favor, a sus servidores. Eliseo
consintió

Este que se acercó a pedir que Eliseo fuera con ellos fue el que hizo posible el milagro
más adelante. Es que no es solo de decir a Dios que nos de la aprobación de hacer lo
que hacemos sino de que él camine con nosotros. ¿Tenemos la certeza de que en lo
que hacemos Dios está caminando con nosotros? En los noviazgos que empezamos
¿estamos caminando con Dios? Porque si Dios no camina con nosotros cuando el barco
se hunda no habrá quien lo levante. A este hombre que pidió el favor de Eliseo se le
debe de que la historia no termine mal. Por eso, dichoso aquel que cada día pide que
Dios los acompañe.

Muchos padres no les permiten a sus hijos que busquen más a Dios pero no saben que
están matando al que está garantizando que las historias de la familia no terminen mal.
Todos estaban listos, pero uno se detuvo, porque no querían ir solo con la autorización
sino con su presencia. Por eso, los maridos que ven a las mujeres interesadas en
meterse con Dios deben dejar de criticarlas porque ellas son las que están trayendo
bendición a la casa.

Debemos aprender que en la vida siempre hay situaciones que no podemos manejar y
que llegan para desbaratarlo todo. Todo está preparado, todo va bien y produce alegría
pero de repente llegan los golpes porque la vida está llena de imprevistos que vienen a
complicarnos. La presencia de Dios que a veces olvidamos o ignoramos es lo único que
nos hará flotar ante los imprevistos que vienen a la vida para hundirnos. Y de nada
sirve que estemos bien con los jefes en el trabajo, o que nos hagan buenas promesas
porque nada es seguro en la vida, de repente no se cumple lo que esperábamos y de
repente podemos quedarnos sin nada. Cuando la presencia de Dios camina con
nosotros puede cambiar cualquier las realidades en el país pero si la presencia de Dios
va caminando con nosotros llegaremos lejos siempre. Los que caminan con la
presencia no son movidos por los imprevistos de la vida; pueden cambiar las realidades
pero el que camina con la presencia siempre están allí saliendo a flote.

2 Reyes 6,5

De pronto, al cortar un tronco, a uno de los profetas se le zafó el hacha


y se le cayó al río. —¡Ay, maestro! —gritó—. ¡Esa hacha no era mía!

Tener un hacha en esos tiempos era muy caro, por eso la había prestado, y si la perdía
debía de trabajar para pagarla. Este hombre sabía que no podía pagar esa hacha y
desde ese día iba a quedar empeñado con el hombre que se la prestó. ¿Cuántos días o
meses tendía que trabajar de gratis para pagar la deuda? Por eso grita ¡Ay! con esa voz
de lamento y suplica. Porque ¿a quién le hubiera gritado este hombre si el otro no
hubiera invitado al profeta a ir con ellos?

Muchos andan gritándole pero a personas equivocadas, le gritan a los hijos o a la


pareja pero esto lo hacen porque no le gritan a Dios suplicando porque Dios no camina
con ellos. El hombre le gritó al único que pudo hacer algo. Muchos les están gritando al
equivocado y solo gastan fuerzas sin lograr nada. ¿Con quién lloramos nosotros? ¿Con
la novia o el novio? Pues con ellos no ganaremos nada, nuestro ¡ay! debe de ir dirigido
al único que puede hacer algo.

2 Reyes 6,6

—¿Dónde cayó? —preguntó el hombre de Dios.

La pregunta que hace el hombre de Dios no es porque no sepa donde cayó sino porque
quiere hacerle ver al hombre cual fue el lugar donde se hundió. Es que Dios nos
pregunta siempre a donde se nos hundió el proyecto de nuestra vida no porque no sepa
sino porque quiere que reflexionemos en que hizo que nos hundiéramos. Dios quiere
que pensemos que fue lo que hizo irnos para abajo, si las criticas, si las burlas o si
nuestra falta de interés con Dios. Parte fundamental para esperar el milagro de Dios es
adquirir conciencia de en que momento la cosa se desvió. Debemos tener la capacidad
para decir cuando fue nuestra perdición, ya que desde allí cambiará la cosa.

Quienes quieran ver el poder de Dios deben identificar en que momento la cosa ya no
caminaba como debía de caminar. Porque solo cuando el hombre le señaló el lugar al
hombre de Dios se pudo hacer el milagro. Si no queremos reflexionar en lo que nos
aparta de la bendición nunca cambiaremos nuestra realidad.

Cuando se le indicó el lugar, Eliseo cortó un palo y, echándolo allí, hizo


que el hacha saliera a flote.

Nada hay imposible para Dios. Pudo ser el hierro hundido pero cuando señalamos a
Dios el lugar nada lo detiene para obrar. Y solo toma un palo y contra toda lógica el
hacha comienza a flotar. ¿Qué tan grande y pesado es nuestro problema? Nuestro Dios
hace flotar lo que sea. Pero hay un camino. hay que ser esforzado y pedir la Presencia.
Hay que gritarle al único que si puede. Y también debemos de reconocer las cosas que
nos hicieron que se hundiera lo que teníamos.

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