You are on page 1of 5

UNIVERSIDAD NACIONAL DE ROSARIO

Facultad de Humanidades y Artes


Estética

Parcial Domiciliario
Tema: Edmund Burke

Pilar Sánchez Ordóñez


S-2876/2

2016

1
Consigna: explicar el papel que cumple la novedad en la teoría del gusto de Burke.
Se ha dicho y repetido: en lo que al gusto respecta no hay nada común a todos los hombres, en
esto respondemos a las más variadas contingencias. Hagase entonces un experimento. Desele a
degustar a toda la humanidad algo nuevo, absolutamente novedoso, algo que no guarde relación
con tabaco o licor alguno, ni cualquier otro vicio venido de la sociedad; veremos aquí concordar a
todos los hombres con respecto a la sensación que con esa novedad perciben, los veremos a todos
compartiendo igual placer o dolor. Pues, allí donde la costumbre nos ha habituado a los gustos más
diversos y adquiridos, donde se pierden los más eruditos negando toda lógica del gusto, allí aún
podemos contar con la fuerza de la novedad, que nos remonta a un goce de tierna infancia, de
naturaleza, de pureza del gusto.
En la novedad así comprendida podemos encontrar una clave para hallar lo que en gusto hay de
común a todos los hombres y en torno a ella analizaremos la teoría burkeana del gusto. En su obra
De lo sublime y de lo bello, Edmund Burke se propone dar con la norma a partir de la cual se pueda
afirmar que el gusto es, en principios, el mismo en todas las criaturas humanas. Si logramos
identificar qué es lo que afecta al espíritu cuando hay gusto; y si logramos enumerar
exhaustivamente las facultades humanas en juego -rastreando qué hay en ellas de común entre los
hombres y qué de diferente, -y dando los fundamentos sólidos de estas similitudes y diferencias-
podremos dar por resuelto el problema de la diferencia de gustos y podremos razonar certeramente
sobre los mismos. La novedad, en este sentido, funcionará como la piedra de toque a partir de la
cual podemos descubrir la pureza de los principios a pesar de la contaminación de la diferencia, es
decir, de la costumbre. Pero también veremos que, dado que en la conformación del gusto entran en
juego diversas facultades humanas, que la novedad jugara un papel diverso en dependiendo de a
cuáles de ellas nos refiramos.
Se ha acostumbrado llamar fisiologista a la propuesta burkeana por haber hecho derivar los
principios fundamentales de su teoría del gusto, de la base común de los sentidos, “pues los sentidos
se hallan en la base de todas nuestras ideas, y consecuentemente de todos nuestros placeres” 1. Es
imposible negar -sin inhabilitar al mismo tiempo el diálogo- que todos los seres humanos recibimos
de semejantes objetos semejantes percepciones; si lo negáramos, no habría un mundo en común.
Por tanto, es necesario asimismo decir que “como poca duda cabe de que los cuerpos presentan
imágenes similares a la especie entera, se ha de conceder necesariamente que los placeres y pesares
que cualquier objeto provoca en un hombre también los causa en toda la humanidad, cuando actuá
naturalmente, simplemente, y sólo por sus propios medios”2. Esta ultima aclaración merece especial
1
BURKE, Edmund, “Sobre el gusto (discurso preliminar)”, Barcelona, Altaya, 1998. p. 16
2
BURKE, Edmund, “Sobre el gusto (discurso preliminar)”, Barcelona, Altaya, 1998. p. 9. El resaltado es nuestro.

2
atención.
Se abre aquí la distinción entre apetito natural y apetito adquirido. Hay ocasiones en las que el
objeto actúa naturalmente sobre nuestros sentidos, y ocasiones en las que no, en las que factores
externos al objeto -tales como el hábito, un defecto en los órganos de los sentidos, etc.- han afectado
nuestra relación con el mismo. Es esta ultima especie de placer la que para Burke oculta la lógica
subyacente del gusto, pues para poder determinar las causas que determinan el apetito adquirido,
hace falta que indaguemos los hábitos y prejuicios de la persona que de hecho lo ha adquirido. Lo
que si podemos afirmar al respecto es que, quien se a habituado por medio de la costumbre a gustar
de placeres que alguna vez halló desagradables -como el placer que algunos hallan en el tabaco-, es
consciente de esto y puede admitirlo, en función de la configuración común de los sentidos que se
oculta bajo esa diversidad de lo que es el gusto adquirido y en función de que éste sólo afecta y
vicia algunas áreas particulares del gusto y no su completa base común. De esta manera, al degustar
algo completamente nuevo, el gusto es afectado nuevamente de manera natural, y el hombre vicioso
puede volver a concordar al respecto con el resto de la humanidad.
Si bien esta base fisiológica es la que caracteriza más principalmente a la obra de Burke, no hay
que dejar de tener en cuenta las demás facultades que sobre ella se apoyan, esto es, imaginación y
juicio: “En conjunto, creo que lo que llamamos gusto, en su aceptación más general, no es una idea
simple, sino en parte hecha de una percepción de los placeres primarios de los sentidos, de los
placeres secundarios de la imaginación, y de las conclusiones de la facultad de razonar, acerca de
las diversas relaciones de estas, y acerca de las pasiones humanas, costumbres y acciones” 3. En este
sentido, como dijimos, la novedad guarda vínculos específicos con cada una de ellas -especialmente
con el juicio-. En lo que a la imaginación respecta, dado que esta facultad opera con los datos de los
sentidos y las nuevas combinaciones que de esos mismos datos puede derivar, su vínculo con lo
novedoso es también esencialmente el mismo, es decir, el de dar origen al más elevado de los
placeres.
De esta manera, desde el punto de vista de los sentidos y la imaginación, la novedad nos
transporta al gusto puro de la base común inalterada. Sin embargo, desde el punto de vista del
juicio, nos arrastra al mal gusto. En esta distinción reside la aparente ambigüedad del papel que la
novedad ocupa en la propuesta de Burke. Mientras que la novedad es prueba de homogeneidad
natural cuando la vinculamos con los sentidos; desde el punto de vista del juicio, es el más
superficial, apresurado y volátil de los afectos. La vuelta al gusto de infancia no es exactamente la
vuelta al mejor de los gustos. En este sentido, se puede decir que en el caso de la novedad nos
encontramos con un placer más puro pero no con un juicio más certero acerca del objeto que
3
BURKE, Edmund, “Sobre el gusto (discurso preliminar)”, Barcelona, Altaya, 1998. p. 16

3
percibimos: “En la mañana de nuestros días, cuando los sentidos están sin estrenar y tiernos, cuando
el hombre entero está despierto en cada una de sus partes, y el brillo de la novedad fresco en todos
los objetos que nos rodean, cuan encantadoras son entonces nuestras sensaciones, pero cuan falsos e
inexactos los juicios que nos hacemos de las cosas”4.

4
BURKE, Edmund, “Sobre el gusto (discurso preliminar)”, Barcelona, Altaya, 1998. p. 18

4
BIBLIOGRAFÍA:

BURKE, Edmund, “Sobre el gusto (discurso preliminar)” y Secciones I a X, Parte Primera (pp. 7-
32) en: De lo sublime y de lo bello, Barcelona, Altaya, 1998.

You might also like