You are on page 1of 8

J.

Roberto Bárcena - Horacio Chiavazza


EDITORES


CAPÍTULO 12
SIMPOSIO 12

EL OTRO LADO DE LOS OBJETOS; ACERCAMIENTOS SOCIALES


EN LA ARQUEOLOGÍA LATINOAMERICANA

Coordinadores

Félix Acuto
CONICET Instituto Multidisciplinario de Historia
y Cs. Humanas

Andrés Zarankin
Universidade Federal de Minas Gerais
Dep. de Sociologia e Antropología

Evaluadores

Félix Acuto

Andrés Zarankin

Melisa Salerno
CONICET. Departamento de Investigaciones
Prehistóricas y Arqueológicas, IMHICIHU

María Ximena Senatore


CONICET. Departamento de Investigaciones
Prehistóricas y Arqueológicas, IMHICIHU






CAPÍTULO 12 - SIMPOSIO 12

OBJETOS QUE PRODUCEN SUJETOS: UNA PROPUESTA GENEALÓGICA


PARA EL CENTRO NORTE DE CHILE

Andrés Troncoso M.*

Introducción: sujetos/objetos
La genealogía del mundo clásico y de la sociedad europea post-renacentista realizada por Foucault (1978, 1979,
1990), muestra claramente como el concepto actual de individuo es una entidad coherente con la lógica del
sistema de saber-poder reinante y en caso alguno extrapolable a otras sociedades humanas. Esta variabilidad de
que es una persona (p.e. Carrithers et al. 1985, Fowler 2004), y como se constituye, no sólo es una problemática
significativa para cualquier disciplina de corte histórico, sino también una premisa teórica que entra en conflicto
inmediatamente con uno de los preceptos básicos de la arqueología post-procesual: la noción de individuo activo
(Hodder 1991) fundada en la premisa de la agencia de Giddens (1995).

Si bien una serie de arqueólogos han alertado sobre el problema de extrapolar rígidamente hacia el pasado la
noción de individuo activo (p.e. Criado 2001, Hernando 2002, Thomas 1989), la problematización sobre como
se constituye una persona es un tema que a nuestro entender es significativo para la Arqueología, pues: i) es uno
de los calibradores ontológicos fundamentales para discutir y evaluar los procesos acaecidos en tiempos pasados
y las interpretaciones que elaboramos sobre el ayer y, ii) al ser la constitución de una persona un proceso social y
cultural complejo, ella descansa en la necesaria relación dialéctica que se produce entre sujetos y objetos,
quedando, por ende, la arqueología ubicada en un lugar especial para abordar este proceso.

En efecto, la antropología ha mostrado como la producción de los sujetos varia históricamente, reconociéndose
múltiples configuraciones cuyos extremos son el individuo occidental posmoderno y los dividuos definidos para
el mundo melanésico (p.e. Battaglia 1990, Strathern 1998). Sea uno u otro, en ambos casos se reconoce el rol
central que adquiere la cultura material, no en cuanto un simple denotador de identidades, sino como un
productor / inhibidor de diferencias y discursos que (re)producen imaginarios sobre lo que es un sujeto, haciendo
entrar en acción a éstos independientemente de su presencia o ausencia. Los objetos, así, pueden entrar en una
red de relacionalidad ontológica que los vuelven materializaciones de los sujetos, o bien que a través de sus
valores simbólicos posibiliten que ciertos sujetos adquieran ciertos atributos específicos, proceso que asemeja a
la noción de objetivación de Tilley (2006).

Este hecho es fácilmente reconocible en el mundo andino, tanto para tiempos del Tawantinsuyu, donde el Inca se
hacía presente en diferentes lugares ya sea a partir de segmentos de su cuerpo (uñas, pelo, etc), o bien por medio
de ciertos objetos (Ziolkowsky 1997) como para momentos anteriores, donde por ejemplo en el mundo Nasca la
presencia de máscaras metálicas permitían a ciertos sujetos transformarse en seres propios del imaginario de ese
mundo materializados en el arte cerámico. Recientemente, Nielsen (2007), ha reconocido atributos similares para
sociedades etnográficas andinas, usándolo como referente para comprender las conformaciones del poder en el
NOA.

Si la cultura material, por tanto, se constituye en un elemento central en la constitución de los sujetos, tanto a
través de sus atributos intrínsecos como por su encadenamiento en el mundo social, simbólico y en las
experiencias que definen su habitar en el mundo, en el presente trabajo efectuamos un primer intento de
comprender desde la cultura material como se establece la producción de los sujetos en las tierras interiores del
valle del Choapa, Norte Semiarido de Chile, durante el período Alfarero (0-1540 d.C.). Para ello, efectuamos una
revisión genérica de los contextos materiales de cada uno de estos momentos, evaluando como a través de los
objetos se establecen estrategias de construcciones de sujetos, tanto en la fisicalidad de las cosas, la materialidad
de las prácticas y los imaginarios de los discursos visuales.

El valle de Choapa y su genealogía histórica


Ubicado en el extremo meridional del Norte Semiarido, el valle del Choapa presenta una ocupación prehispánica
desde tiempos Paleoindio hasta los momentos finales del período Incaico. En particular, los registros de tierras
interiores han mostrado un predominio de ocupaciones propias a los diferentes momentos del período Alfarero:
Temprano (0-900 d.C.), Intermedio Tardío (900-1450 d.C.) y Tardío (1450-1530 d.C.), cuyos contextos

*
Departamento de Antropología, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile. Proyecto Fondecyt 10801360. Correo-e:
atroncos@uchile.cl

TOMO II - 733


Andrés Troncoso M.

materiales y dinámicas sociales son completamente diferentes, aspecto que pasamos a evaluar a continuación a
través de la caracterización de sus contextos materiales.

Período Alfarero Temprano


Comprendido cronológicamente entre inicios de la era cristiana y el 900 d.C., este momento se caracteriza por la
presencia de sociedades móviles, portadoras de cerámica, con un régimen cazador recolector, una horticultura a
baja escala y un patrón de asentamiento basado en el uso de las tierras altas de los valles interiores (Pavlovic
2004). Para este momento, los contextos de cultura material son bastante exiguos, donde encontramos:
a) Una cerámica que se define por su monocromía y decoraciones incisas/grabadas con diseños no figurativos,
donde está casi totalmente ausente la figura humana, y con una producción del tipo nivel de hogar.
b) Adornos labiales, tembetás, sin que se identifiquen diferencias en sus tipos, ni mayormente en las
proveniencias de su materia prima. De momento, no se han recuperado desde contextos funerarios, sino desde
asentamientos habitacionales.
c) Arte rupestre, con una producción a baja escala, caracterizada básicamente por diseños no figurativos y una
casi total ausencia de representaciones humanas, en las que no se observa la presencia de tocados u algún otro
elemento material asociado a estos personajes.
d) En las prácticas mortuorias, una casi total ausencia de cementerios, y un predominio de enterratorios aislados,
donde no se observan mayores diferencias en la distribución de la cultura material.

Esta caracterización de la cultura material sugiere que los objetos se establecen un plano de homogeneidad entre
los diferentes sujetos que componen estas comunidades, sin que a través de ellas se establezcan procesos de
individualización tanto a nivel de prácticas, como de imaginarios. Los lenguajes visuales de estas poblaciones no
sugieren la producción de un discurso simbólico asociado a sujetos, ni siquiera al ser humano, el que en la
cerámica es reemplazado más bien por los camélidos, y en el arte rupestre, por los diseños no figurativos. En su
estar-en-el-mundo, por tanto, los objetos no llevan a la producción de sujetos, y en caso alguno a individuos;
inclusive, elementos importantes dentro de los sistemas simbólicos de estos grupos, tal como son las pipas para
fumar, no se recuperan desde los contextos funerarios, sino más bien de sitios habitacionales, sugiriendo la
ausencia de una relacionalidad directa entre sujetos particulares, objetos significativos y este tipo de práctica.

La conformación de estos sujetos no constituidos a partir de la individualidad, sino posiblemente a partir de la


relacionalidad con otros sujetos y objetos es coherente con una sociedad fragmentada como la de este momento,
fundada en la movilidad y el predominio de microgrupos sociales, sin claras segmentaciones y diferencias
sociales.

Período Intermedio Tardío


Comprendido cronológicamente entre el año 900 d.C. y la llegada de la influencia Incaica (ca. 1450 d.C.), su
representante poblaciones es la Cultura Diaguita que corresponde a la primera sociedad campesina de la zona, la
que por ende, se basa en un patrón de asentamiento disperso, pero un modo de vida sedentario que aprovecha las
terrazas fluviales aptas a los cursos de los ríos para establecer sus asentamientos (Troncoso 1998). Los contextos
de cultura material de este momento se definen por:
a) Ausencia de adornos.
b) Una cerámica que se define por su policromía, la aplicación de diseños no figurativos y la recurrencia del
plato antropomorfo/zoomorfo (Cornejo 1989, Troncoso 2005). Esta vasija se define por representar un rostro
cuadrangular de un personaje que combina atributos humanos y animales, que se encuentra mediando entre dos
bandas de decoraciones (dos espacios diferentes), y que ha sido definido como un ser que simbólicamente
representa el centro y la fusión: un chamán (Troncoso 2005). Su distribución es frecuente tanto entre los
contextos de los sitios habitacionales, como en las ofrendas de tumbas
c) Un arte rupestre mucho más frecuente que el del período anterior, donde se reconoce la presencia de
representaciones de rostros enmarcadas en cuadrados, cuyos atributos del rostro se encuentran explicitados a
partir de diseños no figurativos como grecas y escalerados. Espacialmente, este diseño se encuentra presente a lo
largo de todo el Choapa, y en específico, se emplaza en los puntos donde se produce la transición entre las áreas
de ocupación cotidiana y las zonas de ocupación transitoria de los grupos diaguita (p.e. Faldas de cerro, inicios
de cordillera), lo que sugiere su emplazamiento en espacios liminales. Esta ubicación de las máscaras sugiere un
isomorfismo visual y espacial con el personaje representado en el plato antropomorfo/zoomorfo, pues en ambos
casos se ubica en una posición central en relación a dos espacios diferentes (bandas laterales para la alfarería,
espacios de ocupación cotidiana e intermitente para el entorno de ocupación). Junto a ello, aparecen
representaciones de figuras humanas, sin que se observen elementos particulares que permitan su identificación
individual.

TOMO II - 734


CAPÍTULO 12 - SIMPOSIO 12

d) Unas prácticas mortuorias fundadas en la creación de cementerios, donde si bien la muestra estudiada es
baja, se reconoce una diferencia en los contextos funerarios, destacando sujetos asociados con elementos del
complejo alucinógeno y que no presentan inserciones musculares en sus huesos, ni alfarería, mostrando una
oposición a lo que ocurre en las otras tumbas, las que presentan en sus contextos básicamente piezas alfareras,
entre las que se cuenta el plato antropomorfo/zoomorfo (Troncoso 1999).

Estas características de la cultura material sugieren que ella actúa de manera completamente diferente a lo que
ocurría en tiempos anteriores, construyendo un imaginario social fundado en la presencia de un personaje
central, posiblemente un chamán, dado tanto a partir de su constitución visual (ser en transformación), como
espacial (ser que media entre dos tipos de espacios). Por un lado, a partir de la creación de máscaras en las rocas
a lo largo del valle en espacios liminales, se marca no sólo la sacralidad de estos personajes, sino también lo
constituyen en un personaje omnipresente en tales lugares. Por otro, su impronta visual en los platos
zoomorfos/antropomorfos materializan a este personaje en cada uno de los hogares que componen a la
comunidad Diaguita, entregando no sólo una unidad a esta sociedad, sino también estableciendo una relación a
partir de las prácticas culinarias, donde este personaje en el plato se constituye en un contenedor de alimentos.
Igual situación ocurre con las prácticas funerarias.

La producción y centralidad de este sujeto, por tanto, se funda en el rol activo de los objetos en su conformación
tanto material como imaginaria, reconociéndose su presencia en los enterratorios asociados a complejo
alucinógeno, donde a diferencia de lo que ocurría antes, los objetos relacionados con esta práctica no se
recuperan desde sitios habitacionales, sino desde contextos mortuorios, sugiriendo una red de relacionalidad lo
suficientemente próxima entre estos sujetos y la parafernalia alucinógena que implica su depositación en
conjunto en los cementerios.

De esta manera, la cultura material durante este momento se orienta a la producción y simbolización de un
personaje central que se constituye en un eje aglutinador de estas poblaciones, sugiriendo, por ende, los inicios
de un proceso de individualización, pero que posiblemente se asocie con una categoría genérica de persona, más
que con un individuo como tal. Esto, porque ni en los platos, ni en las máscaras se observan referencias que
permitan pensar en un individuo especificado como tal. No obstante esta categorización genérica, ella va de la
mano posiblemente con un incipiente proceso de diferenciación social, donde la segregación de al menos una
categoría de sujeto es un aspecto importante.

Período Tardío
Corresponde al momento de anexión de este territorio al Tawantinsuyu, en el que si bien se dan una serie de
continuidades en la cultura material y prácticas sociales, se observa una serie de modificaciones estructurales que
sugieren un cambio en las formas de habitar el valle y las prácticas de la población local (Troncoso 2004). Los
contextos de este momento se caracterizan por:
a) En los adornos, una alta frecuencia de éstos, elaborados básicamente en piedras talcosas obtenidas de
espacios vecinos, así como usando nuevas materias primas, en particular, el cobre.
b) En la cerámica, por una ampliación en los lenguajes visuales alfareros de la población local, donde se da una
continuidad en la producción y consumo del plato antropomorfo/zoomorfo, pero el que ahora remite a patrones
de simetría más complejo, así como a la aparición de elementos de diseño novedosos relacionados con
representaciones de poblaciones Diaguita más nortina.
c) En el arte rupestre, una ampliación en las prácticas de producción de grabados, con una mayor frecuencia
en la aparición de representaciones de rostros en marcos, los que al igual que la cerámica, se caracterizan por
patrones de simetría más complejos, así como por el uso de la técnica areal que le da una mayor visibilidad,
manteniendo los patrones de emplazamiento y distribución espacial reconocidos anteriormente. Hay también una
alta presencia de representaciones antropomorfas, destacando el que cuando ellas se asocian a algún elemento en
sus manos, estas son piezas metálicas propias a tiempos tardíos: hachas o tumi.
d) La incorporación de nuevas materialidades y tecnologías, tal como es la metalurgia en cobre, la que se
orienta a la creación de adornos (aros, muñequeras), o bien de instrumentos específicos (cinceles y anzuelos).
e) Unas prácticas mortuorias basadas en la creación de cementerios, donde se observan mayores diferencias
en las ofrendas mortuorias, así como la especificación de otros contextos particulares: p.e. sujetos asociados a
materialidades propias a la producción textil.

Las indicaciones que se establecen desde este contexto sugieren que la cultura material continúa jugando un rol
central en los procesos sociales y en la conformación histórica de los sujetos de acuerdo a los requerimientos del

TOMO II - 735


Andrés Troncoso M.

sistema de saber correspondiente. En efecto observamos que los objetos establecen un aumento en estos procesos
de individualización que va en varias direcciones.

La continuación en la socialización (material y simbólica) del personaje central asociada a la idea del chamán, lo
que se refrendea tanto por medio de la continuación del plato antropomorfo/zoomorfo, sin que sea posible
cuantificar si hay o no un aumento en su popularidad debido a su registro básicamente en sitios habitacionales,
así como un aumento en las representaciones de máscaras en el arte rupestre. A través de ello, se continúa
potenciando la imagen del personaje aglutinante en estos contextos sociales, pero usando para ello nuevos
referentes visuales y nuevos códigos de simetría, transformando el espacio de representación, y posiblemente,
sugiriendo una asociación entre el nuevo estado social y este sujeto.

Pero a la vez que se establece esta continuación, la construcción de sujetos diferenciados aumenta a partir de: i)
la incorporación de adornos corporales que se recuperan en sitios habitacionales, asi como en enterratorios, ii) la
incorporación de tecnologías desconocidas previamente, tal como es la metalurgia, enfatizándose la producción
de adornos e instrumentos de uso individual como anzuelos y cinceles. Mientras los primeros objetos establecen
nuevas tecnologías de los cuerpos que llevan a la presencia material y visual de las diferencias, los segundos
actúan en el mismo plano, así como en las prácticas de ciertos individuos que usan estos objetos de metal.

La diferencia que se establece entre los sujetos a partir de la incorporación de la metalurgia se refrenda en las
mismas representaciones antropomorfas que se graban en las rocas, por cuanto no sólo ellas son frecuentes, sino
que también en los casos en que se asocian a un elemento de cultura material, éstos son objetos de metal, tales
como hachas y tumis. Más aún, los antropomorfos que se asocian a estos objetos, son completamente diferente a
los otros de la región, lo que sugiere que en su realidad visual y simbólica, el arte rupestre produce y reproduce
este imaginario de diferenciación.

Este ampliación en la producción de las heterogeneidades de los sujetos se reconoce también en las prácticas
funerarias, donde comienzan a aparecer sujetos cuyos contextos de cultura material se asocian a actividades
específicas, como es el caso de una mujer con un tortero y una aguja como ofrenda exclusiva sugiriendo una
relación con las prácticas de textilería.

Este proceso marca, por tanto, un aumento en la construcción de diferencias y en la individualización de los
sujetos sociales del mundo Diaguita del valle del Choapa por medio de la cultura material. Los objetos antes que
ser simples reflejos del mundo social, actúan de manera significatica en la producción material e imaginaria de
estas heterogeneidades. De hecho, pensamos que en este momento, los objetos por medio de la conformación de
estos sujetos diferenciales se orientan a la reformulación social de la lógica de la comunidad campesina,
orientándola más según los preceptos de una entidad estatal en la que la conformación de sujetos diferenciados y
heterogéneos es necesaria para la racionalidad y funcionamiento burocrático, situación que es la opuesta a la de
una racionalidad campesina más centrada a la noción de un ser aglutinante social e imaginariamente, y el culto a
los ancestros (Mellasouix 1977).

Más aún, en última instancia esta realidad es coherente con los registros etnohistóricos que señalan que una de
las estrategias básicas de dominación establecida por el Tawantinsuyu era la negociación directa y potenciación
de los líderes de las comunidades locales. Mientras el registro etnohistórico se centro en esa potenciación a partir
de los recursos económicos, aquí planteamos que ella descansa en el rol activo de los objetos como productores
de diferencia a partir de su relación con prácticas e imaginarios sociales, tal como lo sugieren estas nuevas
representaciones visuales, así como la incorporación de tecnologías foráneas como la metalurgia.

Conclusiones
En este trabajo hemos intentado realizar una primera aproximación a la relación genealógica que se establece
entre sujetos y objetos, explorando como la configuración y definición de los primeros está en relación con la
dinámica de los segundos. Sabemos que este marco podemos especificarlo mayormente, y ajustarlo a partir de
una batería más amplia de datos, donde sea posible cruzarlo con las lógicas específicas de las prácticas sociales y
las experiencias de los sujetos en estos mundos construidos desde el espacio y las cosas; sin embargo a través de
este primer intento, apelamos al hecho que la cultura material actuó diferencialmente durante la prehistoria en la
conformación de los sujetos históricos, promoviendo durante los períodos Intermedio Tardío y Tardío prácticas
orientadas a procesos de individualización.

TOMO II - 736


CAPÍTULO 12 - SIMPOSIO 12

Sin embargo, estas prácticas de individualización no responden a la noción actual de que es un sujeto, sino, para
tiempos Diagutia preincaicos, se fundó en la construcción de un personaje como categoría, más allá de un
individuo específico, y en tiempos incaicos se amplió la heterogeneidad con una propuesta más amplia de sujetos
diferenciados. Esta genealogía de los sujetos/objetos es en si, otra de las aristas de los procesos de
complejización social que acaecen en el valle, donde los conjuntos sociales se van redefiniendo y reconstruyendo
a partir de una mayor segmentación de los personajes que habitan este territorio, estableciendo heterogeneidades
al interior de las comunidades. Esta complejización, que es tanto material, como imaginaria, es en el fondo, un
producto y productor del papel de los objetos en la creación de personas e imaginarios de acuerdo tanto a los
contextos sociales históricos y las prácticas que las producen y reproducen. La dinámica específica como se
realizan estos procesos y la agencia diferencial que realizará la cultura material a lo largo de estos períodos, por
tanto, queda como una tarea a seguir.

Agradecimientos
Al Consejo Nacional de Investigación en Ciencia y Tecnología, que financió estos trabajos a partir del proyecto
FONDECYT 10801360. A los amigos y compañeros de investigación: Daniel Pavlovic, Paola González, Cristian
Becker y Jorge Rodríguez, así como a todos quienes han participado en las campañas de terreno.

Bibliografía
Battaglia, D. 1990. On the bones of the serpent: person, memory and mortality in Sabari society. Chicago
University Press.
Carrithers, M., S. Collins y S. Lukes (eds.). 1985. The category of the person: anthropology, philosophy, history.
Cambridge University Press.
Cornejo, L. 1989. El plato zoomorfo Diaguita: variabilidad y especificidad. Boletín del Museo Chileno de Arte
Precolombino 3: 47-80.
Criado, F. 2001. Problems, functions and conditions of archaeological knowledge. Journal of Social
ljkArchaeology 1(1): 126-146.
Foucault, M. 1979. Historia de la sexualidad. Siglo XXI Editores, Barcelona
Foucault, M. 1978. Vigilar y castigar. Editorial Siglo XXI, Barcelona.
Foucault, M. 1990. Tecnologías del yo. Paidós, Barcelona.
Fowler, C. 2004. The archaeology of personhood. Routledge, Londres.
Giddens, A. 1995. La constitución de la sociedad: bases para la teoría de la estructuración. Amorrortu Editores,
Madrid.
Hernando, A. 2002. Arqueología de la identidad. Akal Editores, Madrid.
Hodder, I. 1991. Interpretación en arqueología. Editorial Crítica, Barcelona.
Mellasouix, C. 1997. Mujeres, graneros y capitales. Siglo XXI Editores, Barcelona.
Nielsen, A. 2007. Bajo el hechizo de los emblemas: políticas corporativas y tráfico interregional en los Andes
circumpuneños. Producción y circulación prehispánica de bienes en el sur andino. Compilado por A. Nielsen,
C. Rivolta, V. Seldes, M. Vásquez y P. Mercolli, pp: 393-412. Editorial Brujas, Córdoba.
Pavlovic, D. 2004. Dejando atrás la tierra de nadie: asentamientos, contextos y movilidad de las comunidades
alfareras tempranas del Choapa. Werken 5: 39-46.
Strathern, M. 1998. Social relations and the idea of externality. Cognition and material culture, the archaeology
of external storage. Editado por C. Renfrew y C. Scarre, pp: 135-143. Mc Donald Institute for Archaeological
Research, Cambridge.
Thomas, J. 1989. Technologies of the self and the constitution of subject. Archaeological Review from
Cambridge 8(1): 101-107.
Tilley,C. 2006. Objectivation. Handbook of material culture. Editado por C. Tilley, W. Keane, S. Kuchler, M.
Rowlands y P. Spyer, pp:60-73. Sage, Oxford.
Troncoso, A. 1998. La Cultura Diaguita en el valle de Illapel: una perspective exploratoria. Chungara 30(2):
125-142.
Troncoso, A. 2004. Relaciones socio-culturales de producción, formas de pensamiento y ser en el mundo: un
acercamiento a los períodos Intermedio Tardío y Tardío en la cuenca del río Choapa. Werken 5: 127-132.
Troncoso, A. 2005. El plato zoomorfo/antropomorfo Diaguita: una hipótesis de interpretación. Werken 6: 113-
123.
Ziolkowski, M. 1997. La Guerra de los wawqui. Los mecanismos y los objetivos de la rivalidad dentro de la
elite Inca. Colección Abya-Yala, Quito.

TOMO II - 737


You might also like