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J.

Roberto Bárcena - Horacio Chiavazza


EDITORES
CAPÍTULO 26

SIMPOSIO 26

TAWANTINSUYU 2010
Coordinadores

J. Roberto Bárcena
INCIHUSA-CONICET
FFyL-UNCuyo

Christian Vitry
UNSalta

Evaluadores

Carmen Arellano Álvaro Román B.


Museo Nacional de Arqueología Laboratorio de Dosimetría, Facultad
Antropología e Historia del Perú de Física, Pontificia Universidad
Católica de Chile
Eduardo E. Berberián
CONICET, Universidad Nacional de Córdoba Calógero Santoro
Instituto de Alta Investigación
José Berenguer Departamento de Antropología
Museo Chileno de Arte Precolombino Universidad de Tarapacá

Ramiro Matos Rubén Stehberg


National Museum of the American Indian Museo Nacional de Historia Natural,
Smithsonian Institution Santiago de Chile

Axel Nielsen Myriam Tarragó


CONICET, Instituto Nacional de Antropología CONICET, Museo Etnográfico,
y Pensamiento Latinoamericano Universidad de Buenos Aires

Johan Reinhard Mariusz Ziolkowsky


National Geographic Society Centro de Estudios Precolombinos
Universidad de Varsovia


ÍNDICE

THE URBAN ARCHAEOLOGY OF INKA CUSCO:


A CASE STUDY OF HATUNKANCHA
Ian Farrington ............................................................................................................................................ 1247

MONTÍCULO EN LA CONFLUENCIA DE LOS RÍOS MADRE DE DIOS


Y BENI ¿QUIÉNES HABRÍAN SIDO LOS CONSTRUCTORES?
Marjut Jalkanen-Mäkelä ............................................................................................................................ 1253

EL CAMINO DEL INKA EN EL SUR DE BOLIVIA.


NUEVOS APORTES A SU ESTUDIO
Ángel Amilcar Alberto Manzo y Philippe Delcourt ..................................................................................... 1259

ARCHAEOLOGY, MYTH AND THE INKA RITUAL LANDSCAPE


Lisa A. Solling .............................................................................................................................................. 1263

PROSPECCIÓN AL CERRO MORADO DE CASABINDO


Constanza Ceruti ......................................................................................................................................... 1269

CERRO COYAMBUYO: OBSERVACIONES ARQUEOLÓGICAS


Constanza Ceruti ......................................................................................................................................... 1273

MÁS CERCA DE LAS WAKAS: LA OCUPACIÓN DE CERROS


DE MEDIANA Y BAJA ALTURA DURANTE EL PERIODO TARDÍO
EN LA CUENCA SUPERIOR DEL RIO ACONCAGUA
Daniel Pavlovic y Esteban Rosende ............................................................................................................ 1279

CUENCAS DE ANGASTACO-MOLINOS. UNA APROXIMACIÓN


AL CONTROL INCA A PARTIR DE LA PRODUCCIÓN CERÁMICA
María Beatriz Cremonte, Verónica Williams y Alba Díaz ........................................................................... 1285

LAS POBLACIONES DE LAS TIERRAS BAJAS SANTIAGUEÑAS


EN TIEMPOS DEL INCA. MATERIALIDADES, INTERPELACIONES
Y APROPIACIONES
Constanza Taboada, Carlos I. Angiorama,
Diego Leiton y Sara M. L. López Campeny ................................................................................................ 1291

ESPACIALIDAD INCAICA EN LOS ANDES DEL SUR: LA COLONIZACIÓN


SIMBÓLICA DEL PAISAJE Y LA RITUALIDAD INCA EN CHILE CENTRAL
Y EL VALLE CALCHAQUÍ NORTE
Félix A. Acuto, Andrés Troncoso, Alejandro Ferrari, Daniel Pavlovic, Cristian Jacob,
Ezequiel Gilardenghi, Rodrigo Sánchez, Claudia Amuedo y Marina Smith. ............................................... 1297

FENÓMENOS PSICO-SOCIALES ASOCIADOS A LA PERCEPCIÓN


DEL ENTORNO: LA MANO DE DIOS EN SOCAIRE, NORTE DE CHILE
Ricardo Moyano y Patricio Bustamante ..................................................................................................... 1303

LA CONQUISTA DEL SIMBOLO: ANÁLISIS ESPACIAL


DE ARTE RUPESTRE EN EL AREA DEL QHAPAQ ÑAN
(CAMPANAS, FAMATINA, LA RIOJA)
Sergio Martín ............................................................................................................................................ 1309

QHAPAQ ÑAN Y LA OCUPACIÓN INCAICA DE LA PUNA ATACAMEÑA


(III REGIÓN, CHILE). NUEVOS REGISTROS Y PERSPECTIVAS
Carlos González Godoy y Carmen Castells Schencke ............................................................................... 1315


TARAPACÁ VIEJO: HISTORIA OCUPACIONAL DE UN CENTRO
INCAICO EN LOS VALLES OCCIDENTALES DEL NORTE DE CHILE
Mauricio Uribe Rodríguez y Simón Urbina Araya ..................................................................................... 1321

EL CALVARIO DE FUERTE QUEMADO DE YOCAVIL.


EXCAVACIONES EN LOS TORREONES INCAICOS
Alejandra Reynoso, Gerónimo Pratolongo, Valeria Palamarczuk,
Marina Marchegiani y M. Solange Grimoldi ............................................................................................... 1327

CAMINOS INCAICOS QUE CRUZAN EL SALAR DE PIPANACO


Néstor Kriscautzky ..................................................................................................................................... 1333

CRONOLOGÍA POR TERMOLUMINISCENCIA (TL) DE CERÁMICAS


PERTENECIENTES AL HORIZONTE INKA (ca. AD 1480 – AD 1532)
Y EL PERÍODO TARDÍO (ca. AD 900 – AD 1450) EN EL SUR DEL VALLE
DE ABAUCAN: ANÁLISIS COMPARATIVOS Y RESULTADOS
PRELIMINARES. (DPTO. DE TINOGASTA, CATAMARCA, ARGENTINA)
Guillermo A. De La Fuente, Kaare L. Rasmussen,
Jeffrey R. Ferguson y Michael D. Glascock .................................................................................................. 1339

ARQUEOLOGÍA INKA EN EL PASO DE COMECABALLOS


DEL OESTE DE LA RIOJA, ARGENTINA
J. Roberto Bárcena ........................................................................................................................................ 1345

LOS ANÁLISIS TRANSVERSALES EN EL ESTUDIO DE LAS


VÍAS DE COMUNICACIÓN
Reinaldo A. Moralejo ..................................................................................................................................... 1351

ARTE RUPESTRE DE LA QUEBRADA LUCUMÁN (VALLE DE ILLAPEL):


SU INCORPORACIÓN AL IMAGO MUNDI DIAGUITA INCA
Paola González Carvajal ................................................................................................................................ 1357

EL INKA ENFERMO Y SU INTERÉS POR EL KOLLASUYU.


EL CASO DE ACONCAGUA
Rodrigo Sánchez Romero .............................................................................................................................. 1363

CONTROL Y APROVISIONAMIENTO DE LOS CAMINANTES


Y SUS RECUAS: EJEMPLOS ARQUITECTÓNICOS DE TAMBOS INCAICOS
EN EL VALLE DEL ACONCAGUA, V REGIÓN, CHILE
Javiera Letelier Cosmelli ............................................................................................................................... 1367

SITIO CERRO LA CRUZ ¿UN ESPACIO DE FIESTAS?


Andrea Martínez ............................................................................................................................................ 1373

RECURSOS LÍTICOS DEL SITIO INCAICO CERRO LA CRUZ,


REGIÓN DE VALPARAÍSO, CHILE
Daniel Pascual Grau ...................................................................................................................................... 1379


CAPÍTULO 26 - SIMPOSIO 26

ESPACIALIDAD INCAICA EN LOS ANDES DEL SUR: LA COLONIZACIÓN


SIMBÓLICA DEL PAISAJE Y LA RITUALIDAD INCA EN CHILE CENTRAL
Y EL VALLE CALCHAQUÍ NORTE

Félix A. Acuto*, Andrés Troncoso, Alejandro Ferrari, Daniel Pavlovic,


Cristian Jacob, Ezequiel Gilardenghi, Rodrigo Sánchez,
Claudia Amuedo y Marina Smith

Introducción
El estudio de los procesos expansivos y estrategias de dominación incaica ha estado marcado por un claro énfasis
economicista que han dado prioridad a las propuestas sobre uso y tráfico de bienes materiales dentro de redes de
complementariedad, intereses en recursos particulares a las zonas de implementación del Tawantinsuyu y
aplicación de estrategias de tributo a partir de mano de obra productiva. En particular, para los Andes del Sur, un
motor principal para explicar la conquista han sido los intereses en la explotación de recursos mineros (González
1980; Llagostera 1976; Raffino 1981). Es así como la interpretación de la lógica de la ocupación, así como de las
instalaciones incaicas asociadas, se ha orientado según esa premisa logísticas y economicista, acuñando
conceptos como centros administrativos y pucaras que funcionan como elementos centrales en la articulación de
este proceso a partir de constituirse en engranajes productivos y defensivos de esta imposición territorial y
productiva.

En este trabajo proponemos una hipótesis alternativa. Sostenemos que la colonización Inca en general, y los
centros e infraestructura instalados para ocupar una región en particular, no respondieron pura y exclusivamente
a necesidades económicas y/o logísticas, sino que estuvieron fuertemente centrados en la construcción de un
nuevo paisaje cultural fundado en la simbología incaica (van de Gutche 1999). Este paisaje de colonización
apuntó a establecer una reescritura de los espacios anexados al Estado, como a construir y articular una nueva
ritualidad en los territorios ocupados. Fue a través de la lógica de esta ritualidad, basada en una espacialidad y
materialidad estratégicamente diseñada, que el Tawantinsuyu estableció y produjo nuevas experiencias
espaciales y corporales que transformaron los procesos del habitar de las comunidades locales y que articularon
directamente con la producción de estos nuevos paisajes, historias y procesos de incorporación de estos
territorios al Tawantinsuyu (Acuto 2005; Troncoso 2004). En pocas palabras, sostenemos que la naturaleza de la
conquista Inca en estas regiones tuvo un marcado carácter simbólico/ritual. Esto no es de extrañar si tenemos en
cuenta que a lo largo de la historia varios procesos coloniales estuvieron centrados en la conquista ritual y
tuvieron como eje la lucha por el poder simbólico y la imposición de representaciones (Hall 2000; Said 1978,
1983).

Con esta hipótesis como eje, comenzamos a desarrollar en el año 2007 un proyecto binacional, colaborativo y
comparativo, evaluando nuestras ideas a través de dos casos de estudio independientes: la cuenca superior del
valle de Aconcagua, Chile central, y el valle Calchaquí Norte en el Noroeste Argentino. La comparación de estos
dos casos es altamente significativa, pues el posible reconocimiento de constantes y patrones en ambos espacios,
según esta mirada, implicaría la existencia de una estrategia por parte del estado orientada según estos principios.

Caso I: Chile Central


Sin lugar a dudas, el valle de Aconcagua constituyó un espacio significativo de ocupación Incaica para la zona
central de Chile, lo que ha quedado plasmado en una diversidad de evidencia material y en un amplio número de
sitios con arquitectura (Sánchez 2004). En particular, ha sido en este espacio donde los Incas instalaron uno de
los pocos centros administrativos de la región, como es el caso de Cerro La Cruz. A través de nuestro proyecto
nos hemos orientado a reevaluar los principales sitios de la zona enfocando de momento nuestra atención en
Complejo Arquitectónico Cerro Mercachas (CACM), Cerro La Cruz (CLC) y Cerro Mauco.

El estudio de estos sitios nos ha permitido descartar ciertas ideas sobre su posible funcionalidad. La evidencia
arquitectónica y aquella proveniente de nuestras excavaciones descartan la idea de sitios defensivos o
habitacionales. Sumado a esto, el énfasis arquitectónico en el lugar no se orientó a la producción de espacios
funcionales administrativos y burocráticos, más aún cuando ellos posiblemente fueron utilizados de manera
intermitente. En base a los resultados de nuestros estudios consideramos que estos emplazamientos fueron

*
Departamento de Investigaciones Prehistóricas y Arqueológicas, Instituto Multidisciplinario de Historia y Ciencias Humanas
CONICET

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Félix A. Acuto, Andrés Troncoso, Alejandro Ferrari, Daniel Pavlovic, Cristian Jacob,
Ezequiel Gilardenghi, Rodrigo Sánchez, Claudia Amuedo y Marina Smith

centros rituales de agregación social (cerros-wakas). Ni la constitución arquitectónica, ni las características de


los contextos materiales sugieren un uso económico y/o administrativo de tales lugares (encontramos ausencia de
variabilidad de cultura material, primacía de cerámica decorada y aríbalos, casi total ausencia de instrumentos
líticos, arquitectura donde predominan los espacios públicos, ausencia de procesos productivos al interior del
sitio, y orientación astronómica de las estructuras para los solsticios). Su conformación como espacios de
ritualidad implicó una importante inversión de mano de obra y energía en la construcción arquitectónica de estos
espacios, especialmente para el caso de CACM y Cerro Mauco.

A través de esta organización, cada uno de estos sitios, sea tanto a partir de la obra arquitectónica, sea por medio
de las formas cerámicas, sea a través de las orientaciones astronómicas de sus estructuras, materializaban en el
espacio elementos propios a la ritualidad incaica, constituyéndose en lugares que inscribían el paisaje local con
esta nueva simbología y donde se ejecutaban nuevas secuencias rituales que se insertaban en un nuevo contexto
espacio-material: sitios con arquitectura.

Esta imposición espacial queda


claramente reflejada en dos aspectos.
1) Por el emplazamiento de estos
sitios ubicados en altas cumbres, lo
cual posibilitaba la observación de
estos lugares desde amplios zonas, a
vez que proveía un control visual de
todo el territorio (Figura 1). 2) Por la
presencia en todos los casos de
muros perimetrales, los que, según
nuestros estudios, más que cumplir
una función defensiva,
materializaban un cierre de estos
espacios dada su cualidad ritual.

Cuando se observa la distribución


espacial de estos sitios en altura
encontramos que ellos se ubican de
manera tal que con sus campos
visuales cubren una buena parte del Figura 1
valle de Aconcagua (Figura 1),
estableciendo por tanto una nueva visualidad en el lugar que no sólo hace siempre presente esta inscripción
espacial incaica, sino que también establece una transformación con la realidad del Período Intermedio Tardío,
donde tales asimetrías espaciales verticales eran desconocidas. Dentro de esta misma lógica se inscribirían los
santuarios de altura incaicos, cumpliendo una similar función, pero a una escala mayor.

A partir de la reescritura arquitectónica y visual del valle en tiempos incaicos se conforma un nuevo sistema
fenomenológico que articula el paisaje local y que se reproduce en nuevas experiencias espaciales para las
sociedades campesinas del Aconcagua. Es así como, a partir de la colonización Inca, los procesos del habitar en
el valle comenzaron a estar mediatizados por la monumentalidad y visibilidad/visibilización de estos grandes
conjuntos arquitectónicos que cubrían una amplia cantidad de áreas del valle, haciendo presente visualmente al
Tawantinsuyu en todas las prácticas acaecidas en el lugar y estableciendo, a su vez, asimetrías verticales
desconocidas anteriormente en la zona.

Antes que entender esta situación como producto derivado de la ocupación Inca en la región, la consideramos un
elemento central de la colonización del Tawantinsuyu sobre Aconcagua, la cual estaba fuertemente orientada a la
teatralización espacial de la vida social. Esto queda claramente expuesto en dos aspectos:
1) La aplicación de estrategias de inclusión/exclusión de los sujetos desde las prácticas rituales. Mientras estos
sitios son extremadamente visibles desde amplios espacios del valle, los contextos de CACM y las evidencias
superficiales reconocidas en Cerro Mauco sugieren posiblemente un acceso restringido al sitio, con una baja
cantidad de participantes y derivado todo ello en escasa cultura material en los sitios. En ellos, por tanto, se
establece un juego de inclusión ritual por la presencia espacial del sitio, pero exclusión espacial por el no
compartir los espacios de la acción.

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CAPÍTULO 26 - SIMPOSIO 26

Posiblemente una excepción en este contexto sea Cerro La Cruz, donde los contextos estudiados indican no sólo
una alta presencia de alfarería y cultura material, sino también una inclusión de elementos locales. Esto nos
relaciona con el segundo punto o aspecto.

2) La conformación y direccionalidad de las experiencias espaciales al interior de los sitios. Cada uno de estos
sitios en estudio estableció una organización espacial interna dirigida a promover ciertas experiencias espaciales
a partir de la articulación cuerpos/espacios/arquitectura. Para el caso de CACM (Figura 2), éstas descansan en
una organización de linealidad y circulación intrasitio con la producción de puntos neurálgicos donde se
establecen pausas y prácticas que implican una mayor cantidad de material cultural, en particular aríbalos.
Sumado a esto, al interior de estos espacios, los accesos enmarcan campos visuales relacionados con el solsticio.
Para Cerro Mauco, los estudios están en proceso, pero indican una situación al parecer similar para CACM.

Figura 2

En contraposición, CLC establecía claras asimetrías visuales y de segregación espacial a partir del
establecimiento de una plaza intramuros y un patio delimitado que posibilitaban una alta agregación de gente y
donde se daba una alta variabilidad y frecuencia de cultura material (Figura 3). Sin embargo, traspasado estos
espacios, fueron ubicadas plataformas y dos estructuras pequeñas que no sólo impedían la agregación social, sino
que mantenían relaciones de intervisibilidad e intersonoridad con los espacios públicos. Nuevamente estas
estructuras coinciden con los solsticios, y en particular una de ellas se conecta con el cerro Aconcagua, principal
waka de la región. Esta teatralidad, a diferencia de las anteriores, establecía asimetrías visuales, de altura y
experienciales a partir de una exclusión en determinados sectores del sitio, actuando según el primer principio
delineado anteriormente, y a través de ello, reproduciendo el sistema inclusión/exclusión.
De esta manera, una nueva espacialidad y manera de habitar se estableció a un nivel intersitios como intrasitio,
siendo el productor/producto de esto la arquitectura incaica.

Caso II: valle Calchaquí Norte


Al igual que el caso anterior, la colonización Inca en el valle Calchaquí Norte también tuvo un marcado carácter
ritual. A diferencia de otras regiones del Tawantinsuyu, los Incas no desarrollaron en esta área grandes proyectos
económicos, tal como extensas explotaciones agrícolas o ganaderas, producción especializada de bienes artesanales
para su importación, explotación minera, u otra. Tampoco encontramos rastros de grandes transformaciones en la
organización política local, no evidenciándose el abandono masivo y relocalización de poblados, tal como sucedió
en otras partes del Tawantinsuyu, tal como el área Lupaca del Lago Titicaca (Hyslop 1979).
Uno de los rasgos más importantes de la intervención Inca en la región fue la creación de dos paisajes. Uno
asociado con el culto a los cerros (Jacob y Leibowicz 2007) y otro un paisaje imperial espacialmente separado, y
al mismo tiempo paralelo, al paisaje que las sociedades nativas habían construido (Acuto 1999). Ambos paisajes
estaban conformados por una red de lugares cuya característica más interesante, en términos de materialidad y
espacialidad, es que no proponían un anclaje espacial y no constituían localidades para el desarrollo de la esfera

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Félix A. Acuto, Andrés Troncoso, Alejandro Ferrari, Daniel Pavlovic, Cristian Jacob,
Ezequiel Gilardenghi, Rodrigo Sánchez, Claudia Amuedo y Marina Smith

cotidiana y doméstica, tal como era la naturaleza de los poblados conglomerados locales, sino que se trataban de
paisajes de movimiento, peregrinaje y pausa para el ritual.
Desde hace algún tiempo hemos comenzado a estudiar los asentamientos relacionados con los Nevados de
Cachi. Es bien conocida la importancia que los cerros, especialmente las altas montañas de cumbres nevadas,
han tenido en la cosmología andina en general, y de los Andes del Sur en particular (Bastien 1978; Martínez
1983; Reinhard 1985). Estos rasgos topográficos han sido identificados como entidades tutelares, Apus y
pacarinas o lugar de origen de las ancestros fundadores de las comunidades. Investigaciones previas han
demostrado que los Incas se apropiaron del área de los Nevados de Cachi, construyendo en la cumbre del cerro
Melendez (a 6150 metros) una plataforma, posiblemente el punto culmine de una capacocha. Sin embargo, este
lugar, en una de las máximas alturas de la región, no fue una localidad aislada sino que estuvo conectada con una
red de caminos y postas que marcaban el tiempo de otras instancias del ritual. Uno de estos lugares es el sitio El
Apunao, a casi 5000 metros de altura. El sitio se encuentra en un circo glaciar y cuenta con 6 recintos en hilera,
de clara arquitectura Inca, y una plataforma de piedra con una canaleta y un receptáculo para libaciones, asociada
con un manantial (Figura 4). Por medio de libaciones en los ushnus se articulaba y se establecía la comunicación
entre la parte superior o Hanan Pacha, proveedora de agua de lluvia, el Kay Pacha, o mundo terrenal, y el Uku
Pacha, o mundo subterráneo (Pino Matos 2004). En el Imperio Inca, había ritos agrícolas que utilizaban el ushnu
como medio material y simbólico a través del cual los dioses que controlaban el agua la traían desde el mundo de
arriba, se corporizaban en la parte media y fecundaban la tierra o Pachamama. Al momento estamos tratando de
determinar si fue un sitio articulado con la capacocha: una parada para descanso y rituales previos a la llegada y
sacrificio final en la cumbre del Melendez o un sitio relacionado con otro tipo de actividades rituales. En este
sentido hay que señalar que se ha encontrado un petroglifo que representa un calendario lunar y que el sitio se
encuentra en el origen del río Las Trancas, el cual riega la principal área de tierras agrícolas de la región. Es
posible, entonces, que esté relacionado con el ciclo agrícola y con el control ritual del agua. Al momento estamos
observando que los inkas tuvieron dos estrategias diferentes en su ocupación en los nevados de Cachi: por un
lado establecieron en la cima del Meléndez una plataforma posiblemente relacionada con una capacoha y, por
otro, en el Apunao instalaron un centro cultico basado en el agua como fuente creadora de toda la vida.

El segundo paisajes imperial también propone la circulación


y la pausa para rituales. Uno de los principales ramales del
camino Inca llega desde el sur, el área de concentración de
los poblados indígenas, hasta un pequeño sitio con una
plataforma y una apacheta, una suerte de puerta de entrada
al paisaje Inca. De allí se llega hasta Cortaderas, uno de los
más importantes sitios Incas, donde se destaca una amplia
plaza y un masivo ushnu sobre un pequeño morro.
Continuando por el camino, se arriba a Potrero de
Payogasta, cuyo rasgo más importante es la infraestructura
pública. Sumado a esto, excavaciones en ambos sitios
detectaron importante evidencia de producción y artefactos
orientados al consumo ceremonial. En pocas palabras, la
arquitectura, organización espacial y objetos de este paisaje
Inca muestran que más que estar orientado a la explotación
económica, la burocracia, la residencia o el control de la
mano de obra y los recursos, estaba orientado al peregrinaje
y el ritual. Otro ejemplo que exhibe la naturaleza ritual de la
colonización Inca es el caso de La Paya/Guitián, el único
sitio Inca instalado dentro del área donde se concentraba la
ocupación nor-calchaquí. Mientras que La Paya es uno de Figura 3
los principales poblados conglomerados locales, donde
aparece inserta una construcción Inca llamada La Casa Morada; Guitián, al otro lado del río, es un pequeño
asentamiento construido en torno a una plaza central con ushnu, y rodeado de una kallanka y kanchas
residenciales incas directamente conectadas con la plaza, y arquitectura local en la periferia y extramuros (Figura
5). Las excavaciones que estamos llevando a cabo en Guitián también muestran la gran importancia que la vida
ceremonial tuvo en el sitio. Por ejemplo, hemos encontrado evidencias de producción de chicha en las
estructuras locales (abundantes restos de marlos y granos de maíz quemados y aríbalos para su almacenaje),
conspicuos restos de consumo de alimentos y vajilla en la plaza y un receptáculo para libaciones en el ushnu.
Este ushnu está orientado hacia la cumbre del Meléndez, por lo cual, al celebrarse un ritual en la plaza siempre
se estaría viendo la cima de este imponente Apu.

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CAPÍTULO 26 - SIMPOSIO 26

El caso de La Paya/Guitián también nos muestra el interés de los Incas por controlar el movimiento y las vistas de
quienes participaban de su esfera. La comparación del modo como la circulación estaba diseñada en el poblado local y
en el espacio Inca muestra claramente este aspecto de la dominación. La circulación dentro de La Paya tenía lugar de
dos maneras: 1) Por senderos principales elevados por
encima del nivel de los recintos. 2) Por los muros más
anchos. Ambos construían una amplia red de
circulación que permitía el acceso a prácticamente
todos los rincones del asentamiento. Al circular por esta
red de senderos sobreelevados, y teniendo en cuenta
que el 92% del espacio construido en estos sitios
conglomerados perteneció a grandes patios sin techo,
loci de la gran mayoría de las actividades que se
realizaban en estos asentamientos, entonces podemos
suponer que existió una gran accesibilidad visual que
permitió, al circular, conocer qué sucedía en la
comunidad propia. En Guitián encontramos un patrón
muy diferente (Figura 5). Los visitantes externos
habrían tenido un acceso indirecto a través de 3 puertas
bien delimitadas y estrechas. Los senderos que llevaban
hacia la plaza no eran sobreelevados, sino que
pasaban entre los edificios. En este caso el cuerpo era Figura 4
envuelto y constreñido por altos muros que bloqueaban la vista hacia los costados. En Guitián, la circulación era
canalizada hacia la plaza entre paredes que evitaban la percepción visual, pero no la auditiva, de lo que estaba
sucediendo en la plaza hasta que la persona se encontraba a punto de ingresar al espacio público, momento en que el
panorama se abría y se obtenía una suerte de fotografía instantánea del evento al que se estaba concurriendo. El acceso
al espacio público para los representantes del Tawantinsuyu fue a partir de entradas directas desde sus residencias.

Figura 5

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Félix A. Acuto, Andrés Troncoso, Alejandro Ferrari, Daniel Pavlovic, Cristian Jacob,
Ezequiel Gilardenghi, Rodrigo Sánchez, Claudia Amuedo y Marina Smith

Conclusiones
De esta manera, en vez de optar por aplicar mecánicamente el modelo de la minería y de la producción de
excedentes, tal como ha sido por muchos años el caso de los estudios Incas en Chile central y el NOA, hemos
propuesto una nueva hipótesis que discutimos desde los datos espaciales para estas dos regiones, para luego
evaluar su efectividad. En caso alguno con esto indicamos que intereses económicos y/o de minería no hayan
sido significativos para la expansión incaica, sino que más bien, reconocemos su presencia, pero creemos que
ellos no son el leif motiv de la expansión, sino más bien una consecuencia de ésta y de una serie de otros
procesos sociales que se desencadenaron en estos territorios por la llegada de los Incas. En esa línea, avanzamos
en propuestas entregadas anteriormente por los autores de este trabajo, a la vez que en hipótesis que en los
últimos años han dado mayor primacía a los aspectos simbólicos en la política incaica, aunque manteniéndolos
siempre relegados a un segundo lugar de importancia.

Bibliografía
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