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"LA IAAP EN LA MITAD DE LA VIDA: ¿EN DÓNDE

ESTAMOS AHORA?
¿PARA DÓNDE VAMOS?"

Murray Stein, Ph.D.

Murray Stein

Murray Stein estudió en la Universidad de Yale, en el Instituto C. G. Jung


de Zurich y en la Universidad de Chicago. Docente de esta última
universidad. Expresidente de la International Association for Analytical
Psychology (IAAP). Entre sus numerosas publicaciones se hallan
Practising Wholeness (1966), Transformation: Emergence of the Self
(1998), la rigurosa colección Jungian Analysis (1995) y el reciente libro
traducido al castellano El mapa del alma según Jung (2004). Las
siguientes fueron las palabras de despedida durante el XVI Congreso
Internacional de Psicología Analítica, Barcelona, España, Septiembre
2004. Correo electrónico: Murraywstein@cs.com

Es un honor el que se me asignara tiempo en este congreso para expresar


algunos pensamientos personales. Quiero señalar que estas reflexiones
son exclusivamente personales, aunque recogen muchas conversaciones
sostenidas a nivel individual. Les pido tener esto presente. Yo asumo
plena responsabilidad por estas reflexiones que quizás les pueden
molestar, o tal vez les lleve a pensar en dónde está la IAAP hoy en su vida
corporativa y para dónde va.

Como presidente del IAAP en los últimos tres años, he estado parado en
los hombros de los diez presidentes anteriores: Luigi Zoja, Verena Kast,
Tom Kirsch, Hans Dieckmann, Adolf Guggenbuhl-Craig, Gerhard Adler,
Joseph Wheelwright, Franz Riklin, Robert Moody, y C.A. Meier. La visión ha
sido extraordinaria; desde esta elevación puede verse a lo lejos y en
retrospectiva. Yo los nombro al evocar la dimensión de nuestra historia
institucional y agradezco a estos espíritus ancestrales. El recuerdo de su
dirección me fortaleció mientras estaba como presidente. Los consejos y
buenas palabras de quienes están vivos han sido los más útiles. Debo
agradecer particularmente a mis inmediatos precursores Luigi Zoja,
Verena Kast, y Tom Kirsch, por su ayuda en varias ocasiones críticas
durante estos años. También he hablado con Hans Dieckmann y Adolph
Guggenbuhl-Craig y he recibido sus valiosas opiniones provechosas.
Cuento con todos ellos como buenos amigos.

En 2005, la IAAP cumplirá cincuenta años de edad, lo que no representa


una larga historia larga en estándares institucionales, pero tampoco es un
tiempo insignificante. La IAAP fue fundada en el 80º cumpleaños de Jung,
en julio 26 de 1955, y le fue ofrecida a él como regalo. En las Minutas de la
Reunión de Fundación de la IAAP se lee que el Dr. C.A. Meier dijo: "La
Fundación de una Sociedad de Analistas Junguianos debe ser el más
preciado regalo para el profesor Jung con ocasión de su cumpleaños". Y en
efecto lo era. El profesor Jung aceptó el título de Presidente Honorario con
el que fue reconocido en la IAAP hasta su muerte.

En el medio siglo que ha pasado desde entonces, numerosos analistas han


servido en las oficinas de la IAAP y en los Comités Ejecutivos, en
Programas y Comités de Organización de los Congresos, y en puestos
claves como los del Redactor de Noticias, de Webmaster, y Delegado.
Como resultado de sus labores y generosas contribuciones y la
cooperación de todos los miembros, la IAAP es hoy un cuerpo próspero,
vibrante y dinámico. Ha alcanzado un considerable nivel de madurez y de
individuación (si podemos utilizar el término en relación con asociaciones
como ésta).

Como cuando uno se acerca a los 50 años, es bueno hacer un alto en el


camino y considerar de dónde hemos venido, dónde estamos actualmente,
y hacia dónde podemos estarnos dirigiendo. Parece un buen momento
para reflexionar en los temas de la mitad de la vida y en la importante y
necesaria transformación de la actitud y de la personalidad que pueden
ocurrir cuando uno pasa por esta fase de la vida. Hagamos el ejercicio de
pensar la IAAP "en mitad de la vida".

Dando una breve mirada del mundo de hoy, ¿cómo vivimos y trabajamos
en él la mayoría de los psicólogos analíticos? Luigi Zoja hizo su discurso
presidencial hace tres años en Cambridge, Inglaterra, un par de semanas
antes del 11 de septiembre de 2001, hoy denominado simplemente como
"9/11". En su discurso inaugural, cuestionó la premisa que consideraba
entonces que el vigésimo primer siglo sería un siglo de creciente unidad
entre los pueblos del mundo, una Edad de Acuario, en el sentido popular.
Mientras que Europa podría verse como la unión, y la globalización como
una tendencia a una especie de monocultura en la diversidad humana del
mundo, él anotó que mucha energía se estaba dedicando tanto a la
división como a la unificación. Desde el “9/11" esto ha llegado a ser
radicalmente más evidente, y este Congreso de la IAAP se ha dedicado a
los "límites de la experiencia" en donde las diferencias pueden fácilmente
convertirse en fracturas, y el desconocido "otro" inmediatamente se
convierte en el enemigo.

Después del "9/11", el mundo parece bastante diferente, con tendencias


totalitarias (¿la "unificación"?) que amenazan asumir el control incluso en
"la tierra de la libertad y el hogar del valiente", a saber Estados Unidos,
que se ha enorgullecido siempre en honrar el valor de lo político, lo
religioso, lo económico, y otros tipos de libertad. Lo que experimentamos
hoy en muchas partes del mundo no es exactamente un clima amable para
ningún tipo de psicoterapia, ni siquiera con un enfoque como el nuestro
que coloca la prioridad del individuo sobre lo colectivo. Éste es un tipo de
unificación que engendra la división y la polarización, al insistir en la
uniformidad y exigir conformidad con las normas grupales. Eso constela lo
contrario, la necesidad de la individualidad y de la libre expresión.

Si la sociedad en general incorpora otra "era de oscuratismo ", como


algunos de nuestros colegas han previsto, ¿no amenazará la esencia y
existencia mismas de la psicología Junguiana? Podemos notar tendencias
en una dirección totalitaria con efectos extremadamente destructivos en
nuestra vida colectiva, incluso dentro de nuestros propios Grupos
Miembros e institutos de entrenamiento. Más de lo que creemos, somos
una parte del Zeitgeist, y nuestras formas de gobierno y nuestras
actitudes son formadas sutilmente por el colectivo, mediante sus miedos y
ansiedades y fundamentalmente por sus "defensas del sí-mismo". He
escuchado a muchos compañeros decir que se sentían profundamente
cuestionados acerca del valor de la Psicología Analítica en la formación e
influencia de las estructuras profesionales que estamos desarrollando en
este tiempo. La pregunta preocupante es: ¿Somos nosotros los analistas
mejores en algún sentido, en la dirección y el manejo político que
miembros de otras organizaciones con menos entrenamiento y menor
desarrollo psicológico? La evidencia no está a favor nuestro. Esto lo hace a
uno entrar en razón. ¿Qué podemos ofrecer al mundo si no podemos
siquiera manejar nuestros propios asuntos institucionales que son
comparativamente menores?

Puede estarse dando el hecho de que el enemigo de la individuación se


haya inatroducido subrepticiosamente en nuestra propia psique colectiva,
y a los 50 años debamos enfrentar una figura interna de gran alcance,
orientada hacia nuestra destrucción. Parecería que en muchos Grupos
Miembros de la IAAP, Eros ha desaparecido y la voluntad de poder ha
tomado el mando. Cuando la gente pierde su visión, Eros huye y la energía
de poder llena el vacío. Luigi Zoja concluyó su presidencia en Cambridge
con estas palabras: "La Psicología Junguiana es el principal instrumento
que hemos adquirido para la comprensión de la trágica tendencia humana
a la división. No debe permitirse que se convierta en un factor de división
en sí misma" (Cambridge, p. 760). ¿No ha sucedido esto ya? Las mismas
herramientas que obtenemos en el entrenamiento para promover la
individuación en nuestras prácticas clínicas se han convertido a menudo
en armas contra nuestros rivales y competidores profesionales en las
políticas institucionales. La Individuación se ha confundido con
individualismo y su profunda necesidad de reconocimiento y de deseos
narcisistas, a expensas de la totalidad.

¿La verdadera individuación se está volviendo intolerable? La libertad


para explorar, crecer, y descubrir nuevas respuestas para las viejas
preguntas, llega con un alto costo de construir contenedores basados en
una merecida confianza que pueda resistir grandes presiones que vienen
de muchas direcciones. Quizás el precio es demasiado alto, y como
resultado, los grupos se fragmentan. ¿Es posible tolerar diversas
opiniones sobre la dirección sin satanizar a las personas que las expresan?
¿Somos capaces de negociar tales diferencias y encontrar soluciones que
no satisfacen completamente a nadie pero que contribuyen al bien común?
No tenemos un buen expediente. Al envejecernos, los hábitos se tornan en
actitudes rígidas, y los miedos aumentan al ver que ya no funcionan los
métodos que antes funcionaban muy bien. El arquetipo de la renovación
se desvanece en el olvido, y se convierte en un sueño olvidado. Los
jóvenes parecen trágicamente inferiores a sus mayores, y el futuro
aparece como una perspectiva desalentadora en urgente necesidad de la
sabia dirección de un padre. Las sombras cuelgan pesadamente en el aire
y flotan por todas partes, asustando incluso al joven osado y al pionero
valeroso. La necesidad ansiosa del control del ego tiene fe triunfante en el
Sí-mismo, y éste nos dirige directamente a la partición y a la
fragmentación.

Permítanme presentarles una breve "historia de caso" de la IAAP. La


Asociación fue concebida y llevó en su interior la matriz psíquica de los
estudiantes más cercanos y de los colegas de Jung y le fue presentada
como un infante en la fiesta de sus 80 años. Jung es el abuelo, por lo
tanto, y no el padre de la IAAP. La IAAP es descendiente directa de la
primera generación de la familia Junguiana, una hija de su imaginación
creativa.

En el momento en que se originó, la IAAP estuvo conformada por un grupo


de veintitrés miembros, algunos de los cuales representaron organizadas
sociedades analíticas como la SAP (Londres), la Sociedad Médica de
Psicología Analítica en Nueva York, los grupos de San Francisco y Los
Ángeles, y la Asociación de Graduados del Instituto Jung en Zurich. Otros
vinieron de países donde no había hasta ese momento grupos
organizados, sino un número disperso de Miembros individuales (en
Alemania, Holanda, Italia, Francia, e Israel).

La IAAP era como el niño traído al mundo para mantener unidas a dos
personas casadas. Las tensiones entre Zurich y Londres eran grandes. La
idea era llevar a cabo Congresos que pudieran ofrecer un foro para el
intercambio de posiciones y quizás para una mejor comprensión. El primer
presidente elegido, Raymond Moody, hizo su aporte en las Minutas al
declarar que "Una de sus principales metas era continuar mejorando la
relación entre Londres y Zurich. Con eso, muchas otras cosas mejorarían".
La niñez fue un asunto turbulento para la IAAP, llena del ruido de las
discusiones de los padres en conflicto continuo. Graves tensiones y
polarizaciones ideológicas fueron señaladas regularmente entre "Zurich" y
"Londres", los dos centros simbólicos de enseñanza y de entrenamiento en
ese entonces. Si Zurich era el padre (Jung), Londres era la madre (Klein).
(Michael Fordham me dijo una vez, de manera jocosa, que hubiera
deseado ser la hija preferida de Jung!). En ocasiones, parecía como si esto
fuera una unión de credos diversos; en efecto, los esposos provenían de
entornos culturales y espirituales muy diversos y desarrollaron opiniones
muy diferentes sobre la teoría y la práctica psicológicas. Las voces
ruidosas de estos esposos, que diferían apasionadamente, llenaron el aire
en Congresos y revistas en los primeros años. A veces, las diferencias se
representaron como "simbólica contra clínica", o como "clásica contra
desarrollo". De todos modos, dos maneras absolutamente diferentes de
pensamiento y de trabajo emergieron, y sus autores compitieron vigorosa
e imperativamente por el dominio. Los Congresos de la IAAP eran el
campo de batalla en el que colisionaban los dos bandos; fue el niño por el
cual peleaban. De acuerdo con las evidencias, éstas fueron tiempos
emocionantes, y los Congresos contaron con muy buena asistencia!

La IAAP sobrevivió a las discusiones rabiosas de estos tempranos años y


otros parecidos para prosperar y para recibir fuerza de esta discusión
interna. Una identidad flexible y resistente fue forjada para poder
contener los opuestos en combate. Una historia específica, una clara
herencia ancestral, y un empuje dinámico hacia el futuro, fueron los
resultados positivos de esos años formativos. Descubrimos que la IAAP
podía contener mucha diversidad sin caer en la confusión y la imprecisión,
o sin tener que separase, llegar a una parálisis psicológica. En el momento
en que la IAAP alcanzó su juventud, los padres que guerreaban
internamente habían llegado a tener, sobre todo, "diferencias de énfasis"
en el conocimiento y la herencia (La filosofía continental por un lado -- con
su epistemología Kantiana, su dialéctica hegeliana, y su hermenéutica
fenomenológica -- se había casado con el empirismo británico y el realismo
en el otro). La IAAP se formó como adulto joven que podía vivir bastante
bien con este ancestro dual. Por supuesto, cada lado de esta familia
también tenía sus propias complejidades históricas, que alimentaron
también la circulación sanguínea de la IAAP. Todo esto contribuyó
eventualmente a un alto grado de diversidad cultural y abrió la psique
colectiva a más variedad y novedades.
En el año 1980, la IAAP cumplía 25 años estando en bastante buena forma,
con Institutos de entrenamiento produciendo cada vez un mayor número
de prometedores nuevos analistas, sociedades que formaban
afanosamente revistas profesionales, y analistas que publicaban
toneladas de libros y de artículos. Las conferencias Junguianas
comenzaron a surgir por todas partes y fueron a menudo escuchadas por
audiencias encantadas. Los planes e imágenes de crecimiento en las
profesiones de salud mental, en un número creciente de países, permitían
presagiar un futuro exitoso. Llegaba el desafío principal del desarrollo
profesional de la persona. Los grupos miembros de la IAAP tuvieron que
hacer frente a sus comunidades y adaptarse a sus culturas. Esto exigió
tomar algunos elementos y metodologías "extranjeros" y darles una vuelta
para que pudieran integrarse a las actitudes Junguianas, métodos,
maneras de pensar y formular, sin sacrificar la conexión fundamental con
la propia historia y territorio. Los años 80 y 90 fueron un período de
acomodación, asimilación, y adaptación. De forma notoria, en los artículos
y libros a partir de este período, se encuentra un aumento y una
representación siempre creciente de modernas perspectivas
psicoanalíticas y otras perspectivas en la literatura Junguiana y una
reticencia frecuente algo tímida para usar las palabras originales y la
visión de la Psicología Analítica. Esto llevó a una nueva evolución en la
polaridad Zurich-Londres. Los muros de la oposición se derrumbaron y una
nueva síntesis tomó forma, en lo que había sido antes un campo bastante
tenso en el campo de los "contrarios". En esta mezcla entró también James
Hillman y la psicología arquetipal con el postmodernismo, el
deconstructionismo, y las reducciones fenomenológicas que venían no
muy lejos detrás. Algunos miembros de la familia IAAP, encontrando estos
progresos inaceptables, rechazaron de manera decisiva esta amalgama
que emergía y optaron por un retorno a la visión original y no diluida de
Jung y de sus discípulos más cercanos.

Al mismo tiempo, iban muriendo una a una las figuras de los ancestros.
Los años 80 y 90 vieron el paso de la Psicología Analítica de la primera
generación de analistas y profesores, que habían conocido a Jung
personalmente y se habían formado en Zurich, en su cercano círculo
original alrededor de él, a una segunda generación de analistas que no
había conocido al “Mahatma" (como Jo Wheelwright lo llamó) y sólo había
oído hablar de él en anécdotas y en la historia.

La muerte de los padres está liberando pero también potencialmente está


desestabilizando. Uno se enfrenta al interrogante de qué hacer con esta
nueva liberación desde la mirada formadora y el ojo dominante de padres
y abuelos. Y es libre de considerar las nuevas opciones que hasta ese
momento había eliminado de plano. La presencia de los padres vivos
impide a menudo el divorcio y la fragmentación de la familia. Su muerte,
al principio dolorosa, es más tarde celebrada cuando energías,
previamente suprimidas, emergen a la superficie y empiezan a actuar.
Existe el peligro en esa eliminación de los rastros, de llegar eliminar las
costumbres y la historia. Es el tiempo profético de la opción y de la
individuación.

Sin el profesor Jung, el Dr. Meier, la Dra. von Franz, Gerhard Adler, Jo
Wheelwright, James Kirsch, Esther Harding, Erich Neumann, Michael
Fordham, Elie Humbert -- podría nombrarse en un primer plano esta
generación completa de las figuras originarias --, la IAAP se proyecta de
manera totalmente nueva, con la herencia y el futuro de la Psicología
Analítica. Mientras que la IAAP fue apenas un niño y un jugador menor en
el campo de la Psicología Analítica en sus primeros años, en comparación
con las grandes figuras ancestrales de la primera generación y de
instituciones tan augustas como el Club Psicológico y el Instituto C.G. Jung
de Zurich, ahora se ha convertido en el primer adulto portador de la línea
genética, cuya responsabilidad es traspasar la herencia a las próximas
generaciones, esperemos que con un valor agregado. Ésta es ahora la
carga que lleva la IAAP. Es el adulto más responsable y de mayor alcance
de la familia mundial de Junguianos de hoy en día.

En la mitad de la vida, sin embargo, mucho de lo que era cierto


anteriormente, ahora se cuestiona. Los sueños y entusiasmos de la
juventud disminuyen y se descolorizan. No se puede idealizar el pasado
como una vez se hizo, ni imaginar un futuro tan glorioso. La mitad de la
vida es realista sobre las posibilidades de la vida. De una parte, hay
tristeza por el pasado que se ha perdido -- los amores, los sueños, el
ánima fascinante que ahora se ha vuelto la esposa y la madre demasiado
conocidas, el brillante ánimus héroe que ahora se reconoce como
imperfecto y falible y cargado con un déficit importante. De otra parte,
hay dudas preocupantes sobre los sueños recurrentes que le señalan a
uno un nuevo futuro. La mitad de la vida es una edad de realismo, pero
también de escepticismo creciente, ironía, y a veces cinismo. La persona
que se había construido a gran costo parece hueca; el ánima, aunque
linda, no parece convencer; el ánimus es demasiado inmaduro para hacer
el trabajo; la sombra está llenando el sótano con agua que amenaza los
cimientos; y el Sí-mismo es invisible, silencioso, una "hipótesis”
cuestionable. En resumen, se da en uno un corte de las energías del
arquetipo del inconsciente colectivo.

Aprisionado en esta desagradable escena está, además, el espectro de la


muerte. ¿Nuestra profesión sobrevivirá? Estamos siendo llevados desde
hace tiempo a una posición de irrelevancia por la industria
psicofarmacológica y por legiones de convencidos y articulados
practicantes de la terapia cognoscitiva, recientemente. Ésta es "la nueva
generación" que promete destruir lo viejo y enterrarnos en las últimas
páginas de un polvoriento tomo de historia antigua. Y más allá de eso, las
fuerzas severas de las gigantes agencias estatales y de las compañías de
seguros que controlan la fuente de recursos económicos están
matándonos de hambre. Quizá haríamos mejor en tomar la jubilación
anticipada a los 50 años buscando una tranquila vejez en el retiro de un
pensionado. Tales son los pensamientos que nos preocupan a tempranas
horas de la mañana cuando el sueño deja de protejernos.

Déjenme que cambie el tono, sin embargo, y confiese que sigo siendo un
optimista, y que pienso en esto como en la crisis de la mitad de la vida, no
como un viejo en proceso de muerte. Puede que no muchos estén de
acuerdo conmigo, pero permítanme exponer mi caso.

La metáfora de fondo para el tema de esta charla -- la IAAP en la mitad de


la vida -- me vino en San Petersburgo, Rusia. Cayó sobre mí mientras
caminaba a través del Puente de la Marina y observaba la renovación y la
transformación en curso de esta hermosa ciudad después de severas
épocas soviéticas. El Palacio de Invierno, ahora Museo del Hermitage,
regiamente proyectado en el río, destellaba a la luz del sol. Acababa de
finalizar el examen a los estudiantes rusos en la ruta para llegar a ser
Miembros Individuales de la IAAP. Cinco de ellos son ahora nuevos
miembros admitidos. Durante los días de esos exámenes (coordinados con
Angela Connolly, con la ayuda de Jan Wiener y Catherine Crowther), yo
tenía otra vez una visión del prometedor futuro para la Psicología
Analítica en Rusia. Hay fuerte potencial futuro para la IAAP en esta rica y
diversa cultura, donde se detecta la motivación del trabajo pionero. Es
contagioso el entusiasmo por el pensamiento de Jung y por los últimos
progresos en Psicología Analítica, teóricos y clínicos. Los logros de los
estudiantes rusos son verdaderamente inspiradores también. Trabajando
constantemente a pesar de grandes obstáculos -- dificultades de lengua y
de traducción, carencia permanente de profesores, limitaciones
geográficas y financieras del grado más severo -- un grupo de ellos ha
logrado en diez años construir un nivel de competencia clínica y teórica
que hace que esos candidatos compitan con muchos de los primeros
centros de entrenamiento privilegiados del mundo. Hacer parte de este
proceso, da a un respiro en el envejecimiento del corazón de la IAAP. Uno
camina con un paso un poco más ligero.

Rusia es solamente un país, entre otros, en donde la psicología analítica


se está arraigando como profesión para primera vez en la historia. He sido
testigo del mismo desarrollo en otros países del Este Europeo (Polonia,
Lituania, la República Checa, Serbia, Bulgaria, Ucrania, Estonia, Georgia),
en América Latina (Chile, Argentina, Ecuador, México), en Asia (Singapur,
China, India), y en África (Suráfrica, Túnez). La IAAP está a punto de dar
un enorme salto en una dimensión global, con consecuencias incalculables
adelante. Las fronteras se extienden ante nosotros.

Adicionalmente, debe señalarse que uno de los hechos más sobresalientes


durante mi presidencia ha sido la notoria y triste declinación del único
instituto internacional de entrenamiento Junguiano (Zurich) y el marcado
crecimiento del programa “Ruter” de Miembros Individuales en la IAAP.
Previamente, en cualquier momento podía haber una media docena de
personas que se preparaba en una parte del mundo o en otra, para
solicitar ser Miembros Individuales en la IAAP. Desde comienzos de los
años 90, ha habido un aumento gradual en su número, y en por ello el
Comité Ejecutivo ha creado una estructura, con entrevistas, exámenes, y
relaciones de supervisión con estos "Routers", para asegurar la calidad
clínica e intelectual. En los tres últimos años, el número de Routers ha
crecido en más de cien, muchos de ellos salidos de los Grupos de
Desarrollo que la IAAP comenzó a reconocer en 1998. Mientras que un
Instituto de entrenamiento internacional centralmente localizado, fue tan
vital en una época para los analistas en formación, hoy en día son menos
necesarios porque la IAAP ha reconocido muchos grupos alrededor del
mundo en donde el entrenamiento puede tener lugar localmente;
colateralmente, la IAAP misma está elaborando un programa de
entrenamiento internacional en áreas del mundo en donde esto no es
posible de otra manera, y donde la gente no tiene los medios financieros
para viajar a un Instituto internacional de entrenamiento centralmente
localizado. Una vez más, la bola se ha echado a rodar en la IAAP, y ésta
tiene ahora una nueva y vital misión con potencial y oportunidades
extensos.

La mitad de la vida está llena de paradojas. El estancamiento parece


dominar el panorama por momentos, porque la declinación es evidente y
la ansiedad y la duda toman de manera profunda. Al mismo tiempo,
nuevas oportunidades emergen, y puesto que los hábitos del pasado
pueden ahora desecharse como cargas excesivas, hay sitio para que la
nueva energía se incorpore al horizonte desde fuentes imprevistas.

Déjenme compartir otro sorprendente nuevo hecho que ha surgido en


estos últimos tres años. Jung dejó la Asociación Psicoanalítica
Internacional (IPA), de la que era quizás el progenitor más importante,
desde que se consideró que él era el "yerno" de Freud y su heredero
evidente, en 1914. Engendró entonces la Psicología Analítica como una
"nueva familia" en Zurich. La IAAP es la creación de su segunda familia y
por lo tanto un medio-hermano de la IPA. Las relaciones entre estas dos
familias emparentadas han sido frías, por decir lo menos. En los niveles
oficiales, no ha habido ninguna comunicación. Que yo sepa, no ha habido
un solo representante Junguiano en un congreso de la IPA desde la
ruptura en 1914, ciertamente no en la calidad de funcionario de la IAAP.
Las dos familias del abuelo Jung han sido divididas en extremo. Entonces,
en 2004, exactamente 90 años después de la salida de Jung de la IPA, por
invitación de Alain Gibbeault, Secretario General de la IPA, Christian
Gaillard y yo hablamos en un panel en el 43º Congreso de la IPA en New
Orleans. Nosotros asistimos oficialmente como Junguianos, como
funcionarios de la IAAP, y como representantes de la perspectiva de la
Psicología Analítica. El tema del Congreso de la IPA, era incidentalmente,
"Trabajando en las Fronteras", un tema cercano al tema del 16º Congreso
de la IAAP, "Límites de la experiencia". ¡No hubo colaboración consciente
en materia de estos temas, por supuesto, pero vivimos en el mismo
mundo y compartimos características genéticas importantes, creámoslo o
no!

Estamos descubriendo que los miembros de la IAAP y de la IPA


compartimos más cosas en común de las que creíamos antes, y existen
cada vez más razones para mantenernos juntos que separados. La
convergencia está en el ambiente, en lo intelectual y ahora también en el
nivel institucional. El reconocimiento de nuestra historia y puntos de
origen compartidos puede ubicarnos en una proximidad más cercana y en
mejores relaciones. Con las primeras generaciones en ambos lados ahora
idas y con su influencia y el desvanecimiento de dolorosos recuerdos, es
posible dejar a un lado los traumas del pasado para contemplar un nuevo
futuro de relaciones amistosas y de cooperación. La IAAP ha sido recíproca
en este Congreso, como ustedes deben haberse dado cuenta, con un panel
común integrado por miembros de la IAAP y de la IPA, y otros proyectos
de colaboración están en los trabajos.

Otro desarrollo importante en los estos tres años pasados ha sido el


nacimiento de un nuevo hijo de la IAAP, la Asociación Internacional para
Estudios Junguianos (IAJS). Esta asociación fue fundada como resultado de
una iniciativa tomada por el anterior Comité Ejecutivo para patrocinar una
"Conferencia académica" en la Universidad de Essex en 2002. Fuera de
esta reunión de los miembros de la IAAP y de otros académicos Junguianos
de todo el mundo se presentó la iniciativa para formar una asociación de
académicos Junguianos, que incluyera a cualquier persona contratada
para el trabajo de enseñar el pensamiento Junguiano en las universidades
de pregrado y postgrado. Una vez más, el potencial para esta asociación y
para su planeamiento es enorme. La misión de estos académicos
Junguianos es muy importante para nuestro futuro común, para llegar a
estudiantes en colleges y universidades y para presentar las ideas y
perspectivas Junguianas de una manera académica seria, también para
conducir investigaciones en esta área, lo que constituye una misión
emocionante y vital. Los estudiantes están impacientes por tener estas
perspectivas incluidas en sus planes de estudios. Esto ofrece a los
Junguianos una oportunidad para cultivar un interés genuino en la
Psicología Analítica en un primer estadio del desarrollo profesional. Las
semillas del futuro están brotando en las escuelas y universidades, y
necesitamos ser una parte de su formación y adaptación al mundo que se
está construyendo.

Una reflexión final. Un aspecto importante de la segunda mitad de la vida


-- que implique un proceso de la reintegración que incluya los aspectos
previamente reprimidos o descuidados de la psique y de la elaboración de
una nueva identidad basada en la incorporación de estos factores en la
identidad consciente -- está alcanzando de nuevo al pasado y está
reclamándole de una manera fresca y más profunda. En este último año,
han aparecido tres trabajos importantes que pueden contribuir con esta
empresa: la biografía de Dierdre Bair sobre Jung, el libro de Sonu
Shamdasani, Jung and the Making of Modern Psychology: The Dream of a
Science (Jung y de la fabricación de la psicología moderna: El sueño de
una ciencia), y la película de Elizabeth Marton, “Ich hiess Sabina
Spielrein” (Mi nombre es Sabina Spielrein). Cada trabajo, importante en su
estilo, contribuye a nuestra comprensión de la historia y hace posible una
nueva apropiación del pasado.

¿Qué nos dicen estos estudios? Primero, que Jung era muy humano y,
como genio, era, también un ser social con muchas complejidades y
defectos. Esto no es nada nuevo para ninguno de nosotros, pero el detalle
de la vida personal de Jung ha sorprendido e iluminado a todos aquellos
con quienes he hablado que hayan leído esta nueva biografía y visto la
película. El libro de Shamdasani habla de la Psicología Analítica como
disciplina intelectual y sobre sus raíces en la historia cultural y científica.
Somos el producto de muchos siglos y un punto de convergencia de una
larga tradición del pensamiento. Shamdasani ha detallado esta historia de
una manera rica e instructiva. La biografía y la película también nos
cuentan sobre los orígenes de la Psicología Analítica en el Psicoanálisis y
en la larga sombra de Freud. Esta característica se puede pasar por alto
en nuestras preocupaciones sobre el Freudocentrismo y nuestra necesidad
de separarnos y de ser autónomos. Pertenecemos a una amplia corriente
del esfuerzo profesional, clínico, e intelectual que transcurre a través de
los últimos cien años. Jung no está solo allí. Los tres trabajos iluminan
nuestra historia y exponen nuestras raíces. La Psicología Analítica crece
fuera de la mente de un solo genio - Jung. Las opiniones de Jung son
formadas por una larga tradición cultural y por intereses y preocupaciones
profesionales - psicología y `psicoterapia. Y nuestras raíces profesionales
también están profundamente ubicables en la historia del psicoanálisis.

Estos trabajos se arraigan en nosotros en tiempo y espacio. Somos no


solamente del hoy y del ayer, o de la Nueva Era o de la Era de Acuario.
Venimos de una época y lugar que los antecede y que se antecede de
millares de años de historia y desarrollos culturales, como Jung afirmó tan
a menudo -- a Gnosticismo, a la alquimia, y a la tradición entera de la
sabiduría. Nuestras raíces alcanzan de hecho muy lejos en la llanura. Y
necesitamos incorporar esta perspectiva histórica en nuestra identidad
mientras que vamos hacia adelante.

Si reconocemos que descendemos de una persona (es decir, Jung) y de un


moderno movimiento cultural y profesional (es decir, psicoterapia y
psicoanálisis) y de una larga tradición espiritual (es decir, filosofía de la
sabiduría), esto marca la diferencia. Esta perspectiva ofrece puntos de
referencia orientadores mientras que construimos nuestra manera de ser
interna, con y fuera de la condición que estoy llamando liminar de la mitad
de la vida. Es importante recordar nuestros espíritus ancestrales e
incorporarlos de tiempo en tiempo en nuestro conocimiento consciente,
especialmente cuando el caos amenaza con engullirnos.

La mayoría de nosotros aquí en este Congreso ha pasado ya por la mitad


de la vida y ha encontrado que la vida va más allá de esos años
turbulentos. De hecho, muchos de nosotros diríamos que la vida llega a
ser mejor, no peor, después de mitad de la vida. No perdemos tanto como
ganamos. Un período de tiempo se prolonga antes de que nos lleguen las
llamadas para la integridad y suenen las profundidades de la psique, para
darnos cuenta de las grandes complejidades y riquezas del Sí-mismo. En
términos institucionales, esto significa fomentar mayor profundidad e
incluso mayor tolerancia frente a la diversidad y la diferencia. Uno
también siente más fuertemente un ansia de lo espiritual y lo cósmico, un
deseo de lo trascendente y de sentir el significado de nuestros esfuerzos
cotidianos. No hay más la necesidad de probarse en términos del ego,
pero que tampoco podemos echarnos sobre los laureles de las últimas
victorias y logros. Esta es una época para ensancharse y profundizar, para
el diálogo y la reflexión internos, para evitar dividirse y actuar hacia el
exterior. Estamos madurando. Debemos ahora alcanzar el Si-mismo.

En el lado extravertido, nosotros vemos que el mundo está lleno de


personas hambrientas por lo que nosotros tenemos para ofrecer. Debemos
hacer de nuestra causa el alimentarlos. Sabemos que 50 años de edad no
son tantos. Nosotros estamos aún fuertes y vitales. (Después de todo,
nuestro hermanastro, el IPA, está en sus 90 y no está tan grave tampoco.)
¡Así pues, sigamos adelante!

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