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Arces. Consejos de cultivo.

Escrito por J.J.M.A.

Si queremos tener un arce debemos de poder regarlo siempre que lo necesite. Si no vamos a
poder hacerlo, o lo dejamos por imposible, o nos acostumbramos al problema. ¿Porque digo
esto?. Podríamos pensar que si lo plantamos en un sustrato con gran capacidad de retención
de agua, el problema del riego lo tenemos solucionado ¿no?. Cierto. Pero no conseguiremos
nunca (o si lo conseguimos, será pasados muchos años) un cepellón abundante con estos
sustratos.

La mejor y más rápida forma de conseguir un abundante cepellón es plantar cualquier árbol en
un sustrato muy drenante, que permita el paso del aire con facilidad, retenga el agua justa, con
mucho espacio entre granos. Esto es lo ideal, pero como digo, requiere de mucho riego, sobre
todo en zonas calurosas. Este tipo de sustratos pueden convertirse en una tortura, pero en
poco tiempo veremos los resultados.

No intentar trabajar el árbol mientras estamos creando el cepellón. Hay un momento para cada
cosa, y una cosa para cada momento. Uno de los errores más habituales cuando se comienza,
y que creo que todos hemos cometido, es querer hacer muchas cosas a la vez. Nos
introducimos en este mundo sin saber nada o poca cosa, y de pronto nos llueve un torrente de
información, técnicas, trucos, etc. y como no, intentamos aplicarlas todas a la vez, pinzar,
podar, defoliar, alambrar, acodar, injertar. Todo es válido, y cuantas más cosas hagamos, más
rápido irá todo. Pues va a ser que no.

A cuantos de vosotros no les ha pasado, que además de secarse las hojas de su arce, se han
ido al traste buena parte de las yemas que supuestamente se convertirían en un futuro en
nuevas ramas. Y cuantos han pinzado, y no ha rebrotado de las hojas que hemos dejado,
cuando supuestamente debería de hacerlo. Y cuantos han podado esperando una brotación de
madera vieja y no ha sacado un solo brote. Y cuantos han podado una rama para formarla
desde atrás, y la puñetera ha retirado savia y se ha secado por completo. Y cuantos han
defoliado y además de salir la hoja más grande, de algunos sitios simplemente se ha secado el
brote. Y a cuantos ....Un momento para cada cosa, y una cosa para cada momento.

Como formaría yo un arce. En primer lugar me centraría en el cepellón. Aquí podríamos utilizar
dos técnicas, casi tres: suelo o maceta.

Yo como no dispongo de suelo, me he “especializado” en engordar los árboles en maceta, pero

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la verdad es que la técnica no difiere mucho entre hacerlo de un modo u otro. Sustrato grueso,
maceta amplia (sin pasarse) y mucha capacidad de riego. Realizar trasplantes cada dos años
como mucho, a pesar de que el sustrato pueda aguantar más tiempo. Si lo hacemos en suelo,
dos años en suelo, y uno o dos en maceta, y vuelta al suelo. Durante estos trasplantes, hemos
de centrarnos en equilibrar las raíces, podando mucho las gruesas y no haciéndolo con las
finas. De este modo ramificamos las gruesas y equilibramos las finas. Una vez que consigamos
unas raíces de similar vigor alrededor del tronco, hemos de centrarnos en que todas ellas
ramifiquen abundantemente.

La utilización de macetas de rejilla es una buena alternativa para acelerar el proceso, pero
entonces el tema del riego será todavía más peliagudo. Si utilizáis macetas de rejilla, os
aconsejo trasplantar todos los años, y no utilizarlas muy grandes. Por las experiencias que yo
he tenido con estas macetas, el nacimiento de raíces ciliares es espectacular. Además de
muchas, lo hacen muy cerca del tronco, lo cual es mejor todavía, ya que conseguimos muchas
raíces finas en la base de las raíces y no en las puntas, lo que después facilita el paso a
maceta de “Bonsai”.

Mantener las raíces equilibradas es fundamental. Crecen muchas raíces ciliares de las raíces
principales, lo cual provoca el engorde de estas, pero como no las equilibremos anualmente,
nos encontraremos con raíces muy gruesas y otras bastante menos, y si esperamos dos años
la diferencia de engrosamiento es más que notable. Me he encontrado raíces más gruesas que
el tronco del árbol, así que podéis haceros una idea de cómo crecen.

Durante este tiempo nos hemos de olvidar de la parte aérea, o casi. Dejar crecer libremente
una planta en fase de engorde y formación de cepellón es una técnica no tan simple como
pueda parecer. Si dejamos la planta a su aire, la dominancia apical tenderá a crecimientos
espectaculares de la parte superior, y a un engorde rápido, pero, y todo tiene un pero, la
conicidad del tronco se verá perjudicada. Es necesario también planificar ese crecimiento aéreo
con tino, o de lo contrario nos podemos encontrar un tronco grueso y solo eso.

Mi opción es la siguiente. Dejar crecer y cortar, al menos dos o tres veces al año, incluso más
en función del vigor de la planta. Los arces se caracterizan por un crecimiento de ramas,

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cilíndrico y recto, muy poco aprovechable. También tienen otra característica, y es que de
madera vieja brotan muy bien, pero cuando en arces hablamos de madera vieja, hablamos de
ramas con muchos, muchos años. Si os habéis fijado, incluso en árboles de mucha edad, la
corteza sigue manteniéndose verde. La rama ha lignificado, esta dura, pero sigue verde. Es
necesario mucho tiempo para que ese tipo de ramas, incluso troncos, broten con alegría. De
vez en cuando algún brote sale, pero no es lo habitual. En cambio, si que tienen una tendencia
muy grande a brotar de axilas y cicatrices, incluso de forma exagerada, formando un circulo de
brotes alrededor de la cicatriz. Pues esta característica, es la que yo utilizo para conseguir
ramificación. Es curioso, pero incluso aunque te dediques a eliminar las yemas que salen de
las cicatrices de forma sistemática, seguirá haciéndolo una y otra vez.

Si dejamos que la planta crezca sin un criterio definido, nos vamos a encontrar con multitud de
ramas gruesas, sin gracia y completamente rectas, y ya he dicho que es difícil que ramifique de
atrás en una rama dejada crecer a su aire. En cambio, si dejamos crecer, y cortamos muy corto
varias veces durante la época de crecimiento, en primer lugar conseguiremos curvas, no
troncos o ramas rectos y sosos. En segundo lugar, conseguimos cicatrices, pequeñas, que
cerraran pronto sin dejar marcas, pero útiles por su tendencia a crear nuevas yemas, y
además, iremos consiguiendo un mayor aspecto de vejez.

En esta fase, intentar conseguir ramificación secundaria y terciaria, es algo que debemos de
descartar. Nos hemos de centrar en las raíces, tronco y ramificación principal, pero en esto
último, con abundancia de ellas. Podemos ir definiendo el estilo en que vamos a formar el
árbol, es más, deberíamos de tenerlo claro desde el principio. Nos interesa tener varias ramas
principales entre las cuales elegiremos posteriormente las mejor dispuestas, así que tampoco
nos interesa que crezcan en exceso, pues algunas desaparecerán y las cicatrices serán más
grandes cuanto más dejemos engordar estas ramas, pero nos conviene tener varias, aunque
en un principio estén manifiestamente juntas, o a similar altura, etc.

Pero lo que sí que nos interesa es tener muchas, y digo muchas ramas bajas, cuanto más
cerca del nebari, mejor, incluso saliendo de él. Esto provocará un engorde rápido de la base del
tronco. Como ápice, solo una rama, que iremos cortando varias veces a lo largo de la etapa de

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crecimiento. Dejar varias ramas apicales engorda mucho el tronco, pero deja feas cicatrices y
una falta de conicidad evidente.

Las ramas más bajas, que posteriormente no se utilizaran en el diseño, se pueden dejar crecer
libremente, incluso alambrarlas hacia arriba para facilitar el crecimiento y engorde, pero intentar
mantenerlas todas equilibradas para que el engrosamiento sea homogéneo. Estas ramas,
llamadas de sacrificio, también hay que planificar su engorde, y sobre todo su eliminación. Si
tenemos suerte, y disponemos de varias ramas de sacrificio en la zona baja del tronco, una vez
que casi hemos alcanzado el calibre de tronco deseado, iremos cortándolas en varios años,
primero las frontales y alguna lateral, y así sucesivamente hasta eliminar todas. Esto hará que
para cuando el árbol vaya a pasar a la fase de refinado, las cicatrices estén cerradas o casi, y
al tener varias ramas de sacrificio, las mismas tendrán menos calibre haciendo el mismo efecto
de engorde, pero dejando señales menos evidentes.

Respecto a las que sean ramas principales, si las hemos controlado en el crecimiento, no
deberían ser demasiado gruesas, incluso van a quedar desproporcionadas respecto al grosor
del tronco, pero es una tendencia habitual el hacerlas crecer hasta el calibre que queremos que
tenga en esta fase, y posteriormente ramificarlas y dejarlas con un aspecto natural y una buena
conicidad, supone podarlas casi hasta la base, y el resultado no suele ser muy bueno. Es mejor
como decía, que crezcan controladas a base de poda. La falta de calibre inicial, se va a
resolver más tarde, en el proceso de refinado. Como comentaba con respecto a las ramas de
sacrificio, cuanto menos exageradas sean las ramas principales, menores serán las cicatrices
que nos quedaran después.

Pues si todo ha ido bien, deberíamos de tener un buen cepellón, un calibre de tronco casi
definitivo, las cicatrices cerradas, y unas ramas principales bien definidas, llega el momento de
trasplantar a maceta.

Como tendremos un cepellón abundante, la primera maceta de refinado ha de ser más grande
que el tamaño final que tengamos previsto para el árbol. A partir de ahora, nos centraremos en
la ramificación secundaria y terciaria, sin descuidar en los trasplantes las raíces, pero
seguramente ahora tendremos un cepellón elegante. Ese cepellón es el que nos va a acelerar
el trabajo de ramificación, a pesar de que podemos pensar que hemos estado perdiendo el
tiempo al no intentar conseguirla mientras el árbol engordaba. La selección de las ramas
definitivas las realizaremos en ese primer trasplante a maceta de refinado, y a partir de ese
momento, lo que toca es ramificar y conseguir densidad.

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Escrito por J.J.M.A.

Artículo escrito originalmente por J.J.M.A. para la web Portalbonsai y publicado en su foro con
el título "cuando el diablo se aburre" .

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