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de historia
Autor: Marcela para © consultacartas.com | Todos
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Creencia egipcia:
Para los egipcios el mundo del más allá, el mundo de los muertos, es como un desierto
dividido por un extenso río que corre a lo largo de unos 30 kilómetros de tierra
cultivable, muy similar al Valle del Nilo, lugar donde ellos vivían. Del mismo modo que
el Egipto faraónico, el mundo inferior llamado Duat, comprendía doce regiones. Cada
una de ellas se relaciona con una de las doce horas de la noche. Estas doce regiones
estaban habitadas por una gran cantidad de dioses, espíritus y muertos ordinarios.
Estaban separadas por portones, cuidados por serpientes alzadas sobre su cola,
atentas y ocultas, para evitar ser sorprendidas por insólitos muertos.
Los egipcios representaban al alma con la forma de un pájaro que tenía la cara del
muerto. Esta alma voladora dejaba momentáneamente el cuerpo privado de su vida.
Luego, el alma pájaro, regresaba a visitar a los familiares, y se las veía en los jardines
y los árboles que se encontraban a la orilla del río Nilo. Su existencia se debía a las
atenciones materiales y a la piedad que les ofrecían los vivos, ya que esta alma,
viajera y apta para la felicidad, debía ser nutrida y colmada de obsequios. Si los
muertos eran olvidados por los vivos, se convertirían en Bennu, un pájaro de los
estanques, que volvería a la casa terrenal para atemorizar a quienes debían haberlos
alimentado.
Creencia Hindú:
Para los hindúes, luego de la muerte, el alma pasa de la forma temporal al plano
astral, para luego formar parte de otro cuerpo que puede corresponder a un ser
humano, un animal, un insecto o inclusive una planta. El karma de cada uno
determinará el cuerpo en el que se materializará el alma. Las acciones, buenas o
malas, que se han realizado durante nuestra vida, determinará el karma de cada uno.
Por eso si durante la vida se ha seguido por el camino del mal, el alma se reencarnará,
como castigo, en un ser inferior, mientras que si se ha seguido una vida virtuosa, el
alma, se reencarnará en un ser noble y perfeccionado. Según los hinduistas, las almas
se reencarnarán tantas veces como sea necesario, hasta liberarse por completo del
karma, y así perder el interés por la vida corporal. Luego el alma se disolverá en el
Nirvana o se ligará con el Brahma.
También esta religión, sostiene que llegará un día en que el hombre no existirá más en
la tierra, como cuando en un tiempo remoto no existía en
el planeta.
Así como el hombre fue evolucionado, desde las formas
más primitivas, como las plantas y los peces, llegará un
día en el que se convertirá en un súper hombre, un ser
superior. El ser humano se encuentra influenciado por las
fuerzas cósmicas, y está en plena etapa de evolución. Las
fuerzas cósmicas cambiarán la naturaleza actual del
hombre, y de esa alma que surgió en un principio, no quedará nada humano.
Los tibetanos llaman Bardo al estado después de la muerte de las personas. Éstas,
después de la muerte, se hallan en un estado de trance, que dura aproximadamente
tres o cuatro días, durante este tiempo, se separa el cuerpo del plano humano. Esta
etapa es el primer Bardo, que es llamado Chikkai Bardo o estado transitorio del
período del fallecimiento, es acá donde aparece la Clara Luz, que es percibida por el
alma en forma kármica, sin capaz de reconocerla aún. El período donde el alma
empieza a percibir y reconocer su nuevo entorno, es el segundo Bardo, llamado
Chönyid Bardo o Estado transitorio de la realidad. El último Bardo se llama Sidpai
Bardo o Estado transitorio del renacimiento, que finaliza cuando renace en el mundo
humano, en algún otro mundo o en uno de los reinos paradisíacos celestiales, el
principio de la conciencia. La gran doctrina de liberación por medio de la visión y la
audición se llama Bardo Thödol, que es el estado sugestivo y típico de todas las
experiencias después de la muerte. El ser un humano fallecido, pasa a ser el único
observador de un asombroso panorama de las visiones alucinatorias. El muerto, si no
es un iniciado, cree que todavía tiene un cuerpo de carne y sangre. A partir del
momento que entiende que ya, no tiene ese cuerpo, comienza desesperadamente a
desear tener uno y a buscarlo, entra en el estado del renacimiento, cuando el
incorpóreo, se convierta en carne. Los únicos que pasan directamente al paraíso o se
reencarnan en este mundo de manera conciente y con una continuidad ininterrumpida,
sin sufrir las alucinaciones de los Bardos, son los yoguis más iluminados.
Son muchos los que luego de haber entrado en una muerte clínica, han descubierto el
límite espiritual de la vida y la muerte. La mayoría son estudiados por psicólogos y
científicos que confirman esos testimonios. Uno de los casos cuenta, que un joven
después de haber entrado en un estado de muerte clínica, debido a una insuficiencia
renal y mientras los médicos luchaban por reanimarlo, se vio en un instante, parado y
moviéndose rápidamente dentro de un espacio oscuro, que no tenía paredes, pero se
parecía a un túnel. Cuenta que a pesar de no saber donde iba, ni para qué, sentía que
algo importante lo esperaba al final, por eso deseaba llegar. Una vez en el final, ese
lugar estaba lleno de luz, y había un hombre muy alto de cabellos rubios, vestido de
blanco y que irradiaba, silenciosamente, una sensación de paz y amor.
Otro caso, cuenta la historia de una niña de nueve años que revivió, luego de padecer
una muerte temporal por inmersión. Durante el estado espiritual, esta niña, conoce a
una señora muy amable llamada Elizabeth, ésta la recibió afectuosamente y conversó
con ella y le explicó que al no estar preparada para el mundo espiritual, no era su
hora. Por eso, Elizabeth, quien podría ser su ángel de la guarda, le permitió volver a
su cuerpo, en el momento justo que el médico terminaba la reanimación. El estudio de
algunas de estas experiencias hace que los hombres de ciencia, hayan cambiado su
punto de vista, dejando de lado su escepticismo científico, para estudiar
profundamente, que ocurre en el momento justo en que se deja el cuerpo.