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Egiptología del siglo XXI: La prospección arqueológica

La prospección arqueológica de superficie es un método de análisis espacial


desarrollado por la geografía, que consiste en el reconocimiento visual de un territorio
en busca de vestigios del pasado. Ésta, junto con la fotografía aérea y la prospección
geofísica, independientemente de si son realizadas, o no, como operaciones previas a
una excavación, suponen un vehículo importante de conocimiento de los habitantes de
cierto territorio en diferentes épocas, tanto a nivel cuantitativo como cualitativo.
La importancia que la prospección ha adquirido desde los años 60, es
consecuencia de las transformaciones experimentadas por la arqueología entonces, y
que dieron paso a lo que se ha venido a llamar New Archeology. Entre los logros de esta
última, se encuentra el de haber dado relevancia a aquellos métodos arqueológicos más
allá de la excavación, que si bien no eran demasiado conocidos y utilizados, podían
ofrecer (como de hecho ofrecen) unos resultados muy interesantes.
La prospección como método nace en 1933 de la mano de la Tennessee Valley
Authority estadounidense, y actualmente es uno de los métodos arqueológicos más
utilizados, tanto para detectar yacimientos como para estudiar los ya conocidos
(anteriormente, el hallazgo de enclaves pasados se daba muchas veces de forma azarosa
o un poco caótica). Es la técnica principal de la Arqueología del territorio, que pretende
estudiar las zonas habitadas por las culturas pasadas, desde un punto de vista natural y
otro histórico. Y no es que con la excavación de yacimientos no se puedan extraer
conclusiones de tipo espacial como con la prospección, sino que ésta última, pese a ser
menos precisa, es menos costosa y permite abarcar una mayor superficie.

Documentación previa

El primer paso de toda prospección es, evidentemente, la delimitación del


territorio en el que se va a trabajar, que dependerá del tipo de proyecto en el que se
enmarque la tarea, y que puede ser de tres tipos: administrativa, siguiendo los límites
territoriales actuales; específica, en base a intereses concretos como el estudio de una
zona donde se vaya a realizar una construcción; o geográfico-cultural, marcada por la
orografía del terreno y los objetivos de la investigación como puede ser el estudio del
poblamiento de un valle fluvial.
Una vez delimitado el espacio a prospectar, se debe proceder a la recopilación de
información sobre la zona que se va a trabajar:
1. Cartografía. Unos buenos mapas a una escala adecuada al territorio abarcado
son indispensables.
2. Análisis de la toponimia. Puede ser interesante conocer los nombres dados a
determinados lugares para plantear la posibilidad de que allí puedan haber restos
arqueológicos; la nomenclatura utilizada pueden informar sobre cuatro aspectos
fundamentalmente: etnias, accidentes geográficos, eventos del pasado y vestigios
arqueológicos visibles. Este elemento es meramente orientativo y sólo sirve para
hacerse una idea de lugares probables de hallazgos de material.
3. Otras. Muchos de los sitios que se prospectan han sido visitados por viajeros de
siglos pasados, han sido detectados por agricultores o simplemente se tiene alguna
noticia aislada de ellos; hay ocasiones en que ya se encuentran inventariados algunos
enclaves. Por tanto, una parte importante de los trabajos previos a la prospección es la
recopilación de toda la información disponibles sobre una zona determinada, sea cual
sea su tipo o época, e incluso, sea cual sea su rango de precisión y fiabilidad (en una
información errónea siempre puede haber algún indicio que sea válido para nuestros
propósitos). Hecho esto, también será importante cotejar nuestros datos con los de otros
territorios en busca de símiles que nos puedan ser de utilidad.

Planificación

Una vez establecidos los límites de la prospección y realizada la tarea de


documentación previa, lo que sigue es la planificación del tipo de cobertura que se le va
a realizar al territorio, y la forma en que ésta se va a llevar a término. Estas variables
irán en función de los objetivos del proyecto, y del tiempo y presupuesto de que se
dispongan.
La cobertura del terreno puede ser de dos tipos:
- Total. Se hallan un mayor número de yacimientos, pero el coste de este tipo de
intervención es muy elevado. Es recomendable cuando la orografía del terreno no
permita una visibilidad de restos adecuada, o cuando se pretenda documentar la
totalidad de enclaves arqueológicos de cualquier territorio.
- Parcial. Para aplicar la cobertura de muestreo de un territorio deben ser
consideradas dos cuestiones: ¿Qué es lo que se quiere encontrar? y ¿dónde lo podremos
hallar? La respuesta a la primera pregunta dependerá claramente de los objetivos del
proyecto, y para la segunda pregunta tendremos que recurrir a la documentación previa
que hemos tratado más arriba. La selección de parcelas a prospectar ofrece unos
resultados representativos del resto del territorio, y se tiene en cuenta su fiabilidad más
allá del 50 % del total recorrido. Tanto el número como la forma (cuadrangulares o
rectangulares) de las fracciones prospectadas son variables. Los tipos de muestreo son:
aleatorio, sistemático y estratificado (aplicación esta última de cualquiera de los dos
anteriores en base a la fisionomía del territorio).
El tipo de batida utilizada dependerá de la morfología del territorio, de los restos
buscados, y de la experiencia del equipo. Teniendo en cuenta esto, se planificará la
modalidad de recorrido en base a dos variables: tipo de movimiento, y distancia entre
personas. Las direcciones básicas que se siguen son las rectas y las ondulaciones, y la
separación general que se utiliza en una cobertura considerada eficaz es de entre 5 y 10
metros. Claro está que la repetición de una pasada por una parcela en una trayectoria
distinta a la anterior ofrecerá más datos sobre la zona.
Un caso aparte lo constituye la prospección arqueológica microespacial, que se
realiza en yacimientos concretos, y cuyos parámetros de cobertura y tipo de batida
suelen ser de registro completo de los materiales superficiales.

Registro de datos

Una vez planificada la prospección arqueológica, queda lo más importante:


realizarla. El material básico del equipo es: un mapa y un receptor GPS para situar los
hallazgos y las trayectorias seguidas (pudiéndose digitalizar fácilmente), bolsas para
recoger el material portátil1 (cerámica, metal,...) y fichas para un registro detallado de la
tarea.
El último elemento listado es fundamental para una fácil, completa y fiable
documentación de los vestigios que se van encontrando. El formato de estas varía
dependiendo de los objetivos del proyecto, pero debe contener informaciones básicas
como: localización exacta del yacimiento y caracterización de éste y su entorno,

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Hay arqueólogos que prefieren no recoger el material y sólo documentarlo. Sin embargo, esto sólo sería
posible con un equipo muy experimentado y que abarcase muchas parcelas de conocimiento; además, no
se podría revisar el material a posteriori.
descripción (con terminología estandarizada y rehuyendo de las interpretaciones
personales) y fotografía de los hallazgos, propuestas de interpretación y datación de los
restos, y otras informaciones de interés (tipo de cobertura y batida, número de
participantes y su experiencia, autor y hora de realización de la ficha (para posibles
revisiones posteriores), condiciones de visibilidad (territoriales y climatológicas), etc).

Análisis de resultados

El final de la prospección arqueológica no se encuentra en la recogida de los


datos. Tras esto, queda todavía una labor de interpretación de los mismos, que ofrecerá,
como hemos dicho al inicio del texto, una gran cantidad de información sobre las
culturas pasadas, sobre todo en cuanto a ocupación del territorio se refiere. En este
sentido, cada vez juegan un papel más importante los SIG (Sistema de Información
Geográfica), una herramienta que aumenta en su utilización por parte de las
investigaciones arqueológicas (y que incluso cuenta con versiones de libre licencia).

El caso de Egipto

En el caso del país del Nilo, la prospección está resultando un método de


detección de restos muy importante, desde su primera gran utilización en la gran
campaña de salvamento de los monumentos de Nubia en los años 60 (aunque los
resultados de la campaña egipcia de Napoleón bien podrían haber sido también los de
una prospección de catalogación de yacimientos, salvando las distancias).
Asimismo, dentro de los trabajos realizados en los últimos años en el territorio del
antiguo Egipto, creemos destacables:
1. Las prospecciones de la Egypt Exploration Society en el delta del Nilo
(www.ees.ac.uk/deltasurvey/DSintro). Este proyecto, en marcha desde 1997, realiza un
registro de yacimientos del norte de Egipto en base al Egyptian Antiquities Information
System (EAIS) (SIG del Consejo superior de antigüedades egipcias que comenzó a
utilizarse en el 2000), en una zona que presenta una mayor problemática en cuanto a la
conservación de vestigios que el sur del país. Sus objetivos son el inventario y la
delimitación de yacimientos para facilitar su conocimiento y conservación.
2. Las prospecciones del desierto oriental. La primera visita con resultados
bastante detallados la llevó a cabo Leo Frobenius en 1926; desde entonces, muchas han
sido las expediciones que se han adentrado en este territorio, sobre todo, en busca de las
múltiples representaciones que se encuentran en las rocas de esta inhóspita zona de
Egipto. Entre los trabajos más interesantes realizados en los últimos años, se encuentra
el Eastern Desert Survey (1997-1999), que pretendía realizar un catálogo fotográfico
del arte rupestre pre- y protodinástico descubierto por Weigall (1907), Winkler (1936),
y Fucjhs (1985-90). En la actualidad, casi todos los proyectos que se llevan a cabo en el
desierto oriental egipcio, realizan una labor de documentación sistemática.
3. Las campañas para el salvamento del patrimonio del norte de Sudán ante la
construcción de la controvertida presa de Merowe, cerca de la cuarta catarata del Nilo,
en 2007. Estos trabajos fueron, tanto de excavación, como de prospección, y es esta
última la que juega un papel primordial en este tipo de situaciones de urgencia, pues no
se puede conservar y estudiar sin conocer previamente. El territorio en peligro se
dividió en tramos de tamaño variable, y fueron concedidos para su estudio a diversas
misiones de diferentes países e instituciones. Entre los que han participado, y que
todavía siguen haciendo algunas labores relacionadas con su labor en Sudán, se
encuentran: la UNESCO, el British Museum, el Instituto Oriental de Chicago, la
Universidad de Delaware, Universidad de Roma, etc. La finalización de estas tareas
estaba prevista para 2008.

Conclusión

Nuestro trabajo, como se ha visto, no ha pretendido ser un repaso exhaustivo de la


prospección arqueológica, sino una caracterización de la misma. Asimismo, hemos
dejado de lado la detección de vestigios mediante fotografía aérea, la prospección
geofísica y la prospección subacuática, que si bien forman parte de un mismo paquete
procedimental junto con el método arriba explicado, son técnicas utilizadas de forma
minoritaria, y de haberlos tratado, este texto se habría extendido en demasía. La
prospección arqueológica tiene todavía un amplio margen de mejora y un futuro muy
prometedor, y por eso, pese a que la forma en que se realiza no requiere de demasiados
avances tecnológicos, hemos creído conveniente considerarla como un instrumento de
la Egiptología del siglo XXI.

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