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Édgar Ricardo Reyes Gutiérrez

Museo moderno: utopía concretada


Introducción
Pensar en utopía, desde la misma palabra si se quiere así, hace pensar casi de inmediato
en la época moderna. Sin embargo, limitarse a pensar la utopía desde un momento
histórico determinado, hace que se dejen de lado muchos aspectos y cuestiones centrales
del pensamiento utópico. Es decir, la utopía no puede establecerse como un mero hecho
que responde a ciertas características propias del marco temporal en el que nace -con la
Utopía de Tomás Moro en el siglo XVI-, pues de hacerse así se limita demasiado el
alcance de una línea de pensamiento como ésta. Así, tanto Platón, quien puede ser
considerado el primer utópico, en la antigüedad, como Gioacchino da Fiore, autor de El
evangelio eterno, en el Medioevo, quedan excluidos de esta visión temporalmente
reductivista de la Utopía.
Es, de esta manera, que la utopía tiene que verse, no en su calidad moderna
temporal, sino en su calidad moderna intelectual. Pensando intelectual como la facultad
humana de ser librepensador, de no tener influencias externas que modifiquen el
pensamiento de manera significativa. Así, República, Critias, El evangelio eterno, son
utopías que se inscriben dentro de una modernidad temprana. Asimismo, estas utopías
“vuelven concreto y plástico el anhelo antiquísimo y difuso de una mejor vida” 1. Anhelo
que trae a la vida cotidiana lo sagrado, lo paradisíaco; los hombres no necesitan ser
divinos para tener una vida excelsa, ni pertenecer a una determinada clase social para
participar de una sociedad perfecta, antes bien todo hombre es parte del Estado ideal
planteado por las utopías.2
La utopía no se queda sólo en la teoría, pues casi todos los grandes utopistas
plantearon la realización fáctica y concreta de su idealización de Estado perfecto. De ahí
que Campanella busque construir su Ciudad del Sol en Calabria; y Plotino, siguiendo el
sueño de Platón, pretenda construir Platonópolis en Campania, tal ciudad debería regirse
bajo los principios establecidos en República3. Y este mismo aspecto es el que servirá
de base para el desarrollo del presente trabajo, pues lo que se pretende demostrar aquí es
cómo es que si bien una utopía como tal nunca ha sido concretada, si ha permitido que
ciertos postulados de las mismas influyan en el desarrollo ulterior de la historia. De este
modo, la visión de este escrito se centrará en la utopía de Tomasso Campanella, La

1
CAMPANELLA, Tomasso, La ciudad del sol., p. 6
2
Salvando las grandes escisiones que se producen entre un Estado utópico y el resto de la
población mundial. Pues los habitantes de toda utopía no pretenden nunca salir de su país
para esparcir su forma de gobierno. El contacto con el exterior se da por aspectos de
conveniencia mercantil y por relaciones políticas que tienen como fin evitar guerras.
3
Cfr. Porfirio, Vida de Plotino, 12
Ciudad del Sol, especialmente en la parte de la educación de los niños por medio de
imágenes, de pinturas, pensando que el museo moderno, conformado como tal, cumple
una función pedagógica, aunque a menor escala similar a la planteada en tal utopía.
Se pretenderá hacer notar la importancia que tiene el museo moderno dentro del
ámbito de la enseñanza, como un desarrollo de la formación educativa de los inicios de
la incipiente época moderna. Aunque se pueda ver este mismo punto en contraposición
a un museo moderno contemporáneo, donde no existe una preocupación real por la
educación o formación cultural de las personas. Es por esa razón que los puntos
centrales de este trabajo son los que plantean cuestiones relativas a la enseñanza,
exclusivamente. Asimismo, se mostrará que la importancia del museo de arte moderno
como modelo pedagógico a seguir, dentro un momento histórico lleno de conflictos, es
de vital importancia. Por ello la discusión-distinción moderno-posmoderno, debe quedar
relegada a un segundo plano.4
Para defender la tesis aquí planteada, primero se hará una revisión de un tanto
somera y esquemática de la Ciudad del Sol, para dar paso a una visión de la misma obra
desde un punto de vista filosófico. Después se revisará el concepto de museo moderno
para mostrar su estructura educativa. Para finalizar se hará la comparación entre la
utopía de Campanella y la función pedagógica del museo moderno y se verá si es que
realmente el museo moderno es una ampliación de tal utopía.
Por último se ha de decir que sin la pretensión educativa pretendida por el museo
moderno, éste dejaría de ser tal, y se convertiría en una bodega de recolección de
objetos de cierto valor monetario. La función educativa del museo moderno, es
entonces, una constante que ha sido siempre parte de él, sin esa función es imposible
pensar en un museo como tal, aplicando esto no sólo a los museos de arte, sino, a todos
los demás museos. Es, entonces, el museo moderno la concreción del sueño utópico de
Campanella, donde en su Ciudad del Sol, los habitantes aprenden todas las artes, oficios
y ciencias viendo las imágenes y pinturas plasmadas en los muros de la mencionada
ciudad. El museo moderno es utopía concretada.

La ciudad del sol, una nueva ciudad del hombre.


Cuando la Utopía de Tomás Moro apareció, el sustantivo “utopía” sirvió para
designar todo proyecto irrealizable; así como también posibilitó la aparición de nuevos

4
Así, para evitar confusiones, solamente se dirá que lo posmoderno es, diciendo junto a
Habermas, que esta es sólo una época en conflicto que existe en todo tiempo.
términos que permiten hablar tanto de un deseo imposible de alcanzar, lo utópico, y de
una persona de sueños y aspiraciones irreales, el utopista.
Los utopistas, entonces, pueden ser vistos como constructores de ciudades que se
hallan en lugares lejanos, extraños, la mayor de las veces allende el mar. En lugares
donde la naturaleza es bondadosa con sus habitantes, por el respeto que éstos le ofrecen
a ella; con una gran variedad de plantas, animales, minerales, en resumen, es un modelo
de vida mucho mejor que el que se vive cuando se escriben las utopías. Sin embargo, ¿a
qué responde la creación de las utopías? ¿Por qué alguien decide plantear una situación
tan perfecta que es imposible de realizar?
La respuesta, que se da de manera casi intuitiva, es la de que una utopía sirve
como esquema que puede cambiar el orden social existente, inspirando a una
colectividad o a una parte de ella un deseo de cambio. Aunque hay cierto grado de razón
en la argumentación anterior, no puede ser aplicable, de hecho, a toda utopía, pues
algunas utopías no pretenden ese fin, antes bien, pretenden un aislamiento del mundo,
no un cambio total del mismo. Ejemplo de ello los tenemos en Plotino, cuando al querer
establecer Platonópolis, piensa en una región alejada de la polis; más aún, dicha ciudad
estaría únicamente conformada por filósofos, lo que excluye a una gran mayoría de la
población.
Más ejemplos de lo anterior son Étienne Cabet, que experimenta en las praderas
de Texas la Colonia Icariana, y Tommaso Campanella, que intenta edificar la Ciudad
del Sol sobre una colina de Calabria. Este rasgo, aun cuando es uno de los más
importantes para toda utopía, no es un rasgo distintivo de la Ciudad del Sol, existen
otros que serán examinados enseguida.
• Sociedad
La isla, de ubicación desconocida, donde se halla la Ciudad del sol, fue fundada
por filósofos y brahmanes, que llegaron desde la India. Los habitantes de esta población
desconocen la propiedad privada, pues todo pertenece a todos, pero son los magistrados
los que detentan el poder de la distribución. Así, todo es común, al no poder apropiarse
de cosa alguna, con lo que se deja de lado el amor propio, y “una vez que éste ha
desaparecido, subsiste solamente el amor a la colectividad”5.
Los lugares para dormir, son, de igual manera, comunes. El trabajo se divide en
labores pesadas, que les son propias a los hombres, y labores menores que les

5
CAMPANELLA, Tomasso. La imaginaria ciudad del sol.,, p. 151
corresponden a las mujeres. Cada habitación se halla presidida por un anciano que es
quien decide los castigos o premios para los jóvenes.
La soberbia es el vicio más execrable, pues todo oficio es digno, de hecho lo son
en mayor medida los trabajos manuales, pues éstos no permiten el ocio. 6 Esto le
posibilita a Campanella criticar a la sociedad de su tiempo, pues hace una comparación
entre una población contemporánea a él con la de los habitantes de la Ciudad del Sol.
Haciendo notar que es mejor que todos trabajen poco, a que trabajen pocos y provoquen
el ocio de los que no lo hacen. Así, en los niños desde temprana edad se les indica cuál
es el trabajo para el que son más aptos, ya sea el pastoreo, la agricultura o el arte militar.
Todos los habitantes de la Ciudad del Sol están instruidos en las artes militares,
en el disparo de las ballestas, en la caballería, en la infantería, en suma, en todas las
artes bélicas. Se instruyen en tales artes, pues aunque son un pueblo pacífico, bastantes
pueblos vecinos guerrean contra ellos, ya sea por envidia, ya sea por temor de ser
conquistados, o por petición de algún pueblo que quiere liberarse de un gobierno
tiránico. Vencen sin dificultad alguna a sus enemigos, pues los solarianos se hallan más
adelantados que sus enemigos en todo aspecto militar, ya sea por el lado táctico y
disciplinar o por el lado de las armas. Sin que sean los únicos motivos que posibilitan el
triunfo, ya que lo que principalmente hace que triunfen, es el gran amor que sienten
hacia su patria.
El lugar de comida, como el resto de las actividades es común, dividido sólo por
las distintas facciones que se hacen para un mejor acomodo del espacio. Reservando un
lugar para los jóvenes y otro para los magistrados, donde todos comen exactamente lo
mismo, aunque en distintas proporciones. Hay que hacer notar que dentro de la comida
se da una distinción que va en contra de la igualdad supuesta o buscada en otras utopías,
pues a aquel que se ha distinguido de los demás en las artes practicadas en la mañana,
se le recompensa haciendo que él se siente en la mesa de los magistrados, lo que podría
traer consecuencias nocivas para la paz pretendida, al dar pie a la existencia de celos
entre los jóvenes de dicha comunidad, los cuales, no pueden dejarse de lado, pues son
parte esencial del hombre; y si es que acaso no lo fueran para éstos hombres, hay que
recordar que los solarianos llegaron a esa ciudad, no nacieron ahí, por lo que todavía
cargan con los conceptos y costumbres de sus pueblos de origen.

6
Al mantener no sólo la mente ocupada, como en las labores contemplativas, sino también el
cuerpo.
Las leyes en la Ciudad del Sol, no existen como son conocidas como en los
demás lugares del mundo, pues en lugar de tener un código plenamente establecido y
escrito, se limitan a hacer notar a la persona que ha cometido una falta, que la falta que
cometió va en contra de una virtud, por tanto su castigo consiste solamente en volver al
curso normal de la vida.
• Gobierno
El orden estatal está jerárquicamente establecido por un sacerdote quien es el jefe
supremo, y responde al nombre de Hoh, Sol, o Metafísico. La decisión última sobre
cualquier asunto recae en él. Asistiéndole existe un triunvirato conformado por tres jefes
adjuntos llamados Pon, Sin y Mor, cuyos nombres pueden ser traducidos por Poder,
Sabiduría y Amor, respectivamente.
El Metafísico es quien conoce las historias de todas las naciones, ritos, leyes,
artes, en suma, quien puede dar una explicación de los acontecimientos celestes y
terrestres. Necesita conocer todas las artes mecánicas. Sólo puede hacerlo quien haya
sobrepasado la edad de 35 años, y permanece en su cargo hasta que otro más apto y más
sabio que él le suceda. Este gobernante no podrá ser nunca mal gobernante, pues es tan
sabio que sabe que es apto para desarrollar cualquier puesto como el mejor, así, también
lo será para gobernar.
Poder tiene a su cargo todo lo relativo al arte militar, así como la fabricación de
armas; Sabiduría está encargado de las artes liberales y mecánicas, a las ciencias, en
suma, al conocimiento; Amor se encarga, primordialmente, de todo lo relativo a la
procreación, a la eugenesia, así como también de la educación y alimentación. Y cada
uno de los triunviros tiene bajo su mando tres magistrados, siendo así un total de trece
personas las encargadas del curso de la ciudad.
El Sol y los triunviros se reúnen diariamente para discutir lo que ha de hacerse, y
para remover de su cargo a los magistrados, si es que el pueblo así lo decide. Tanto
Hoh, como Pon, Sin y Mor, declinan ellos mismos si consideran que alguien es mejor
que ello para ocupar su puesto.
Las relaciones con naciones extranjeras se dan para aceptar mercancías de las
que se carece en la Ciudad del Sol. Los solarianos no ven con desagrado a los
extranjeros, antes bien, les proporcionan toda clase de favores y comodidades, tanto,
que si un extranjero decide quedarse a radicar en esa ciudad debe pasar un período de
prueba para posteriormente ser aceptado7.
Es importante remarcar que el movimiento no se da nunca de manera inversa,
esto es, un extranjero es aceptado, porque el extranjero piensa que es una comunidad
superior a la de él. Un solariano, por el contrario, nunca sale en busca de una vida
mejor, no se sorprende por la forma de vida de otras naciones. Desde una óptica crítica
se puede decir que los ciudadanos del Sol, sólo ven a las demás naciones como
proveedores de productos de lujo, pues, ¿no se suponen una nación autosuficiente?
Esto nos deja ver dos puntos esenciales: por un lado la sociedad solariana ve
todo lo que no es solariano como un mero instrumento de uso, esto es, son hábiles
practicantes de la razón instrumental; y segundo, sí es que son auto suficiente, ¿para qué
necesitan realizar un intercambio por artículos de los que carecen? ¿No se convierten
éstos en artículos que propician el ocio, lo que es considerado como lo más execrable?
¿O será qué la perfección buscada no puede darse ni en la más elaborada utopía?
• Enseñanza
Las paredes se hallan adornadas con pinturas que representan todas las ciencias,
las matemáticas, las leyes y alfabetos de todas las ciudades, los minerales, las piedras
preciosas, los vinos, los fenómenos meteorológicos, la vegetación, los animales, y
también figuras de personajes históricos importantes, como Cristo, los doce apóstoles y
Mahoma, entre otros. Sirviendo todas estas pinturas para que los niños interactúen con
ellas, y al mismo tiempo que juegan, y sin esfuerzo, aprenden todas las ciencias.
• Procreación
La procreación se halla restringida: en primer lugar, por la edad; después por el
permiso que Amor concede; y, por último, por la determinación que se hace por parte
de los magistrados para saber quién es más apto para procrear y con quien debe hacerlo.
Por esta razón la fornicación se halla fuera de los estamentos establecidos8, y el amor
carnal entre hombres y mujeres, que se halla fuera de este determinismo, no puede ser
consumado nunca.
Las mujeres son de uso común, pero no al estilo de los animales, en los que una
hembra puede unirse sexualmente a cualquier macho que se le presente, sino que debido

7
De dos meses: el primero en el campo realizando trabajos manuales; el segundo en la
ciudad para que se acostumbre a los usos y costumbres.
8
Lo que permite que se vea de manera clara la influencia cristiana que maneja Campanella.
a los designios de los magistrados, las uniones son más ceremoniosas que un simple
acto sexual.9
La visión cristiana del autor, deja entrever que no está de acuerdo del todo con
este posicionamiento con respecto del uso comunal de las mujeres. Antes bien, el
preferiría lo contrario, sin embargo, utiliza este aspecto para remarcar que es preferible
un uso comunal de las cosas a un uso privado de ellas, que trae como consecuencias
funestas, el encerramiento en sí mismo y la negativa a participar en la vida comunitaria
por temor a perder lo que le pertenece.
• Ciencia
El desarrollo de técnicas científicas para ellos es de gran importancia, sobre todo
en el arte de la navegación, pues “poseen naves, de las cuales algunas funcionan sin
remos y sin viento mediante un admirable artificio”10. Practican la navegación con el fin
de conocer más gente y más culturas, sin ofender a nadie.11Han fundado una nueva
astronomía. Esperan la renovación del mundo, lo que se podría relacionar con el
pensamiento heracliteo y estoico de la ekpirosis.
• Religión
Los trece magistrados que rigen el destino de la ciudad son sacerdotes, de los
cuales El Metafísico es el sacerdote supremo, cuya misión es purificar las conciencias.
Existe la confesión y ésta se realiza en voz baja, igual que en el cristianismo, para que
El Sol, purifique los pecados de toda la ciudad.
En el templo donde se realiza anualmente un sacrificio a Dios, habitan
veinticuatro sacerdotes, que son los que determinan los días propicios para la siembra,
la recolección y la procreación. Hoh, es, por lo general elegido de entre ellos.
Finalmente, es factible decir, con Krotz, que “la religión de los solarios puede
caracterizarse como una forma de deísmo que en muchos rasgos, se asemeja bastante a
la religión cristiana; no son cristianos, sin embargo, porque no tienen conocimiento de
la revelación”.12

La ciudad del sol, una nueva República filosófica.

9
Pues hay que cumplir con ciertas normas, como haber comido ciertos alimentos, no haberse
masturbado, etc.
10
Ibídem p.178
11
Sin embargo el pensamiento subyacente de los solarianos es que algún día, todos vivirán
como ellos.
12
KROTZ, Esteban. Utopía., p.51
Pensar La Ciudad del Sol como una república filosófica amplia el campo de
visión que se puede tener de esta obra, pues se encuentran varios puntos que hacen
pensar que se trata, si, de una utopía bien elaborada, pero en un nivel subyacente, de una
apología eclesiástica que responde a los hechos que le tocaron vivir a Campanella.
Se puede empezar desde el nombre mismo, pues la Ciudad del Sol, es, desde
cierto punto de vista, una sociedad que piensa al Sol, no en la periferia, sino en el
centro. Esto es, se da un cambio en la teología, que piensa a Dios y a la Tierra, salvando
sus claras diferencias, en el centro del universo, por la visión galileana del Sol en el
centro del Sistema solar. Sin que por esto se vea disminuida la religión, más bien la
visión católica es la que sufre este golpe, pues Campanella sigue pensando en términos
religiosos.
En cuanto a la estructura de la ciudad se ha de decir que la ciudad del Sol está
edificada sobre un monte, sobre el cual se levantan 7 círculos concéntricos, los cuales
asemejan la estructura celestial; sin embargo la finalidad de Campanella no es la de
“bajar” a la Tierra, a lo concreto, a la vida cotidiana, dicha estructura. La finalidad de
esta estructura puramente funcional, pues esta formación hace más difícil un eventual
ataque a la ciudad.
Dentro de la Ciudad existe un templo principal el cual tiene una cúpula que
descansa obre otra cúpula. En ese lugar están las pinturas e imágenes más
representativas de toda la historia, arte, vida, ciencia y desarrollo de la comunidad
solariana; no sólo son representativas, son bellas. Es de esta manera que la figura del
templo sirve para la contemplación, para conocer lo divino encarnado en el progreso. Se
puede decir entonces, que no se necesita la imagen para nada, pues la creación misma,
la naturaleza mostrándose en su esplendor, la que muestra en su plenitud el rostro de la
divinidad.
Sólo un punto más con respecto del uso y manejo de la imagen dentro de la
enseñanza en la Ciudad del Sol. Ya se ha mostrado que el conocimiento se da por la
captación del significado de las imágenes, pero con esto se acepta que las imágenes que
se han plasmado en toda la ciudad no mienten, ni están modificadas en modo alguno
para hacer que el niño vea otra cosa que no corresponde con la realidad, ¿es posible que
las imágenes den falso testimonio acerca de lo que ocurre en realidad? La respuesta es
no, por el simple hecho de que se sigue pensando, hasta este punto todavía, en la tríada
ontológica platónica, que identifica lo Bello con lo Bueno y con lo Verdadero. Así, no
se puede contemplar una imagen en la Ciudad del Sol, y decir que es bella sin aceptar,
por fuerza, que es verdadera así como buena. Es por esa razón que al ver lo bello de la
imagen se aprende por que se está viendo lo verdadero, y el ciudadano solar se hace un
sujeto moralmente bueno.
La sabiduría que se pueda obtener de la educación pictórica, reside no sólo en la
captación rápida de éstas, sino en la investigación. Pues el sabio, no tiene que ser un
sabio por la manera en la que conoce la lógica aristotélica, sino en la observación,
meditación y descubrimiento de las leyes que la naturaleza esconde, para que los de
mente más aguda los descubran. Así, los inventos en la Ciudad del Sol son múltiples y
avanzados, barcos con ruedas, armamentos efectivos, así como un amplio conocimiento
de la meteorología.
Campanella le da una preponderante importancia a la astrología en la Ciudad del
Sol. Pues el orden social de los habitantes de esta ciudad se rige bajo los movimientos
de los astros; su correcto posicionamiento es el que posibilita la procreación, la
recolección de frutos, la agricultura, en suma, todos los aspectos de la vida solariana se
hallan determinados por los movimientos de los cuerpos celestes. El orden social, es,
por tanto, una imitación del orden cósmico, que al mismo tiempo es divino. En este
punto se separa de las demás utopías, pues es la única que le da tal importancia a la
astrología.
Se ha mostrado cómo es que la Ciudad del Sol es una ciudad perfectamente
establecida, y cómo es que la enseñanza por medio de imágenes es e vital importancia
para la formación de las personas. Se verá ahora, cómo es que el museo es una
concreción, al menos del lado de la enseñanza por medio de la imagen, de tal utopía.

Museo moderno, un instrumento de enseñanza.


Las formas de apego a lo estático empiezan a ser cuestionadas y permiten hoy
pensar en los museos como espacios para la construcción de conocimiento, desde una
totalidad que no se refiere como fija y única, que ya no se representa a sí misma como
lo final y acabado, sino que ubica su lugar de encuentro en los diálogos posibles entre la
diversidad de expresiones culturales y sus objetos representativos, colocados en el
museo de arte como objetos susceptibles diferentes para ser exhibidos o presentados que
están aún por explorarse.13
13
Aunque la problemática pedagógica de los museos es compleja. Pues éste puede ser visto
como una imposición más del régimen estético del arte. Un punto que no será tomado en
cuenta de manera tan profunda de este trabajo es hacer notar que de hecho no existe
ningún sometimiento a la figura emblemática del museo, y que, antes bien, el museo
moderno es resultado de una construcción socio-cultural que no puede ser criticada desde la
Es claro que la obra de arte atrae directamente a los sentidos; es posible explicar
esa atracción en términos de física y fisiología; y dado que esas ciencias son universales
podríamos esperar, y así lo encontramos, que las propiedades del arte no varían de país
a país o de época a época14. Así, siguiendo este punto, se podría ver, que si es que real
que las propiedades del arte no cambian históricamente, el arte no se devalúa, el hombre
moderno es capaz de aprender tal como lo haría un solariano; pues la única distinción
sería la que se daría entre los hombres.
Durante las últimas décadas la función educativa del museo ha cambiado de
manera notable. De ser una actividad complementaria y subalterna, se ha convertido en
uno de los aspectos centrales de su política. En la mayoría de los casos ha pasado a ser,
junto con la preservación del patrimonio cultural, lo que justifica la razón de ser de los
museos.
El museo ha sido visto con frecuencia muchas veces como una de las tantas
instituciones encargadas de la difusión del conocimiento, cuando en realidad tiene un
carácter verdaderamente particular que la distingue de las demás. El museo se diferencia
de las escuelas y las universidades por el hecho de ofrecer una situación de aprendizaje
informal, hasta el punto en el que la experiencia adquirida en otras instituciones sólo es
parcialmente aplicable en los museos. Las funciones básicas del museo de arte moderno
son conservar y difundir. Pero rápidamente se percibe cierta ambigüedad en esta
formulación: por un lado conservar nos remite a guardar, mientras que difundir nos
habla de exhibir. Y es precisamente en esa tensión guardar-exhibir donde se encierra la
complejidad de la arquitectura del museo y se puede llegar a perder su función
educativa.
Entonces, el museo debe ser el instrumento que nos haga descubrir el objeto y
nos lo presente, más contextualizado y didáctico. Por tanto, la primera condición que se
requiere es que el objeto del museo posea capacidad para comunicar, que tenga lenguaje
con el cual justificar su condición de exponente de significación y testimonios de la
evolución cultural humana.
La finalidad educativa, difiere hoy, de la tarea de la enseñanza, englobadas
ambas en la labor didáctica del museo, pero en diversos niveles de aprendizaje. La
educación que el museo debe proporcionar se fundamenta en “el servicio como guía

posmodernidad.
14
READ, Herbert. Educación por el arte., p.54
para el cultivo del gusto, de la sensibilidad artística y para capacitar las facultades
intelectuales del público”15.
Desde la formación de las primeras colecciones, a finales del siglo XVIII, se
tuvo bien claro que la importancia en la pieza de exhibición no radicaba sólo en el
objeto en sí mismo, sino que se relacionaba más con la comprensión que de él se podía
tener. Razón por la cual había que crear los medios necesarios para hacer accesible al
público cualquier tipo de pieza o colección.
En la actualidad se considera que la actividad educativa es una función esencial
de todos los museos, y la que debe mover todos sus procesos. Los productos de estas
instituciones son sus exposiciones temporales, sus muestras permanentes, los programas
educativos, las actividades del museo circulante, los catálogos y publicaciones y
cualquier otra experiencia que pueda ofrecer. De aquí la importancia, incluso, del
marketing de los museos que se dedican a estudiar un público real y potencial para
poder planear mejor todo el ambiente museístico.
Ya fueran particulares o públicos, que extendieran la función didáctica de los
centros de estudio o se gestaran como núcleo de actividades escolares, tuvieran
contenidos generales o temáticos, respondieran a intereses regionales o nacionales,
incluso internacionales, como custodios y escaparates de las piezas que representan
algunos de esos valores como medios educativos, los museos desempeñaron en el siglo
XIX un papel importantísimo en esta transformación de la sociedad, impulsaron su
constante renovación y proyección social, traspasando los ámbitos nacionales, en un
mundo en el que la actualidad, ante los imparciales procesos de globalización
económica y cultural, se ofrece ya sin frontera.
Así, las piezas ya no se exhibían sólo en los gabinetes para la mera satisfacción
de diletantes y coleccionistas, sino que confirmaban su valor educativo para todos los
niveles de enseñanza e incidían en grupos sociales más extensos. Probada y aprobada la
influencia educativa de los objetos, su uso se extendió a los establecimientos de carácter
público, como galerías y museos generales, así como en museos dependientes de
instituciones educativas.
Uno de los mayores equívocos al que pueden llevarnos los museos
contemporáneos es el de la contemplación de imágenes de las cuales desconocemos las
claves para interpretar sus significados, quedando reducidas a un fenómeno puramente

15
LEÓN, Aurora. El museo, Teoría Praxis y Utopía., p. 97-98
estético que en muchas ocasiones las desvirtúa, al menos en relación con sus funciones
y significados originales.
¿Cómo alcanzar un punto ideal? Tal vez en la medida en que el visitante
comience a considerar al museo como algo que le pertenece como patrimonio -cuando
se identifique con él-, y simultáneamente cuando se dé cuenta de que el museo puede
ser visto como un medio enriquecedor de su personalidad.
La función actual de los museos es informar, proporcionar el disfrute de la
contemplación. Quizá los museos no estén en crisis; no hay conflicto moderno-
posmoderno; sino que tal vez es al público al que hay que reeducar u orientar para que
vaya a ellos.
Resulta fundamental, entonces, reconocer en el campo de los museos de arte,
que algunos significados de la obra son propuestos por el artista, y muchos otros por la
interpretación que cada visitante hace de las obras según su lenguaje cultural, su
posición socioeconómica y su historia personal. De modo tal, que lo que se llama
“gustos personales” serían producto de la educación recibida. Por lo que cabe preguntar
¿a quién educa el museo? ¿Es posible distinguir las finalidades educativas de las de
entretenimiento, disfrute e información que también son sustantivas del museo? La sola
visita a la exposición no es suficiente para que la mayoría de los visitantes tengan
acceso a niveles de comprensión e interpretación, que con frecuencia sólo están al
alcance de los especialistas o públicos más conocedores.
En cada museo debe aparecer la premisa de que la visita de cada persona es
única, pues se halla determinada por la experiencia e información que ella posee
previamente. Habrá tantos tipos y niveles de visita como visitantes. Hay que considerar
que el buen museo podría ser aquel que, tras visitarlo, uno se siente mejor al salir que
cuando entró. Ello debido a que se ha descubierto un refugio temporal donde se halla
libre de presiones y se está estimulado para aprender.
La educación en el museo es un elemento demasiado importante como para
dejarla sólo en manos de los responsables del área educativa. Tiene que involucrar a
todos los que trabajan allí; “las políticas del museo deben formar parte de una política
educativa ya que la educación es el componente clave en la razón dentro de los
museos.”16 La función educativa del museo se consigue mediante dos métodos
comunicativos: la comunicación de masas y la comunicación interpersonal. Los museos
no sólo conservan sino que comunican. La exposición de objetos es un medio de
16
HOOPER, Greenhill Eilean. Los museos y sus visitantes., p.25
comunicación social, y su ejercicio requiere una comprensión especial de los medios de
comunicación, es decir, de la naturaleza de la comunicación de masas.
Se tiene que pensar que el consumidor, que se acerca al museo, inquieto y
deseoso de aprender; entender el grado de dificultad que implica acceder a obras
intemporales, y cuyos mensajes implican que el visitante debe codificar sin que nadie le
haya dado herramientas conceptuales para hacerlo. Por esto no es suficiente la simple
exposición, ni crear espacios públicos donde el hombre se encuentre acompañado por
expresiones provenientes de la plástica.
El museo invita al visitante a que enfrente las piezas, que las interrogue, que
establezca un diálogo con ellas. Pero para establecer este diálogo, necesita un apoyo
informativo e instrumental que debe procurarle el museo o el guía, siempre tendente a
propiciar el desciframiento del mensaje que encierra la pieza, esto es, debe ser
contextualizada dentro la cultura en la que se inscribe.
Por un lado los museos no deben ser espacios cerrados, elitistas e inaccesibles,
sino que deben invitar a un público históricamente reticente a acceder a sus colecciones.
Por otro lado, un museo que tiene bajo su custodia objetos patrimoniales (como es el
caso de la mayoría de los museos públicos) no debe situarse como una vitrina cuya
única finalidad es escribir sus contenidos, pues de esta manera se estaría negando el
papel de la conservación. Los museos deben transformarse en auténticos instrumentos
didácticos y en vehículos difusores de la cultura, capaces de llegar a todos los niveles de
la sociedad, a un público heterogéneo.
Se puede ver, entonces, que:
• Hay una aproximación gradual a un diálogo abierto entre la obra y el espectador
mediados ambos por el papel intermediario del museo y sus dirigentes.
• Se considera al museo como un ser vivo adaptado continuamente adaptado al
medio social avanzando en sus conquistas al ritmo del tiempo, y, en definitiva ,
ejerciendo una actividad autocrítica ante las exigencias de la sociedad.
• ¿No es el museo el complejo cultural más típico de la sociedad contemporánea?
La respuesta es afirmativa si consideramos que hoy, más que nunca, el museo
está capacitado para ser exponente y recipiente de nuestra cultura. Lo importante
es que esa capacidad se desarrolle, se incorpore y nos posibilite un museo
auténticamente vivo, que exprese la actividad sociocultural de nuestra
civilización y a cuyo o sale la museología, decidida a realizar el museo
contemplado, vivido y comprendido por todos, crítico para que en él puedan
aunarse la ética y la estética.
La museología acoge de la civilizaciones aquellas piezas que están dotadas implícita y
cualitativamente de un valor artístico conferido, más que por la intencionalidad interna
del autor, por el reconocimiento progresivo de la historia y de la crítica artística, así
como su inclusión en el campo del arte, sin olvidar que éste cobra su naturaleza y
dinamismo dentro de la historia, siempre regido por unos principios museísticos que
difieren de la estructuración de los museos históricos.17
Si bien en un principio el museo se creó para el estudio y la investigación,
después se destinó al aprendizaje y al esparcimiento, y, sin perder estas funciones, se
convirtió en el depósito oficial que resguarda la memoria de los pueblos. De esta
manera, el interés del ser humano por mostrar las colecciones reunidas a lo largo del
tiempo, junto con la necesidad de los distintos gobiernos por exhibir símbolos de los
estados modernos, cristalizó en la transformación de estos objetos en acervos
museográficos, lo que les confiere una función educativa nunca antes alcanzada hasta
entonces. A diferencia de la escuela, en el museo no se necesita cumplir con exigencias
académicas rígidas, es suficiente aprovechar la percepción sensorial de cada visitante
para cumplir su cometido.
Por otra parte, los museos de arte contemporáneo pretenden explicar de manera
didáctica la complejidad de las tendencias a contracorriente en el siglo XX. Esto
conlleva un programa institucional de tiempo historicista y pedagógico que intenta
poseer una serie de servidumbres: los modelos de éste siguen un modelo mimético. Y
por otra parte están los centros de arte contemporáneo, que surgen como respuesta a esta
continúa evolución, no en sentido progresista, del arte. En ellos no se instalan
colecciones permanentes ni didácticas: son contenedores de instalaciones realizadas ad
hoc, en colaboración directa con artistas, y basan su trabajo en la innovación. Son
espacios singulares y monográficos, abiertos a la experimentación y prospección, que
ensayan nuevas maneras de mostrar el arte a la sociedad.

A manera de conclusión.
17
LEÓN, Aurora. El museo, Teoría Praxis y Utopía., p., 116.
Se ha mostrado cómo el papel de la enseñanza dentro del museo de arte moderno
es parte intrínseca del mismo, y cómo es que por esta razón se diferencia del museo de
arte contemporáneo, y cómo es que tiene, de igual manera, una importancia pedagógica
muy marcada, como en el caso de la enseñanza pictórica en la Ciudad del Sol. En
general, se puede resumir lo expuesto más arriba en algunos puntos centrales.

• En el pasado, los visitantes de los museos se conformaban son pasear entre el


material expuesto y raras veces buscaban algo que no fuera contacto indirecto,
visual, con los objetos. Ahora existe una clara y continúa necesidad de abordar
los objetos y las exposiciones de una forma más cercana y activa.
• La tarea del museo moderno es la de encontrar formas de levantar e infundir
pasiones y formas de explorar ideas que las personas van a encontrar
iluminadoras; explorar la curiosidad y experiencia de los visitantes.
• Los museos se actualizan constantemente, para tomar conciencia de su función
social, paralelamente al sector de la sociedad que se va interesando por ello y
por su patrimonio cultural, y que en consecuencia frecuenta museos y les exige
una aportación educativa.
• El museo es, al mismo tiempo que expresión de la comunidad, un instrumento a
su servicio, tratando de romper la inercia de manifestarse como una casa del
tesoro ofrecido más a los visitantes turistas que a la comunidad de su entorno
inmediato.
• El museo moderno no es un espacio físico o un constructo exclusivamente
intelectual, ni tampoco una metáfora artificial, sino una experiencia sensorial,
personal y sociocultural. Por ello el museo moderno es más que un constructo
sociocultural limitado geográficamente, un espacio para el desarrollo de la
creatividad cultural y el aprendizaje permanente. El museo moderno como
espacio , objeto y contenido de aprendizaje potencia la utilización de todos
nuestros canales de aprendizaje y de nuestra inteligencia es un espacio
interdisciplinar, real y complejo, que exige poner en juego para su comprensión
una variada gama de recursos intelectuales y emocionales, que se aplican,
aprenden y se desarrollan en el proceso de comprender el origen del museo, las
influencias culturales, las transformaciones espaciales, las delimitaciones del
espacio geográfico, las raíces culturales, las múltiples interconexiones entre lo
natural y lo social, el legado del pasado, los valores implícitos y explícitos del
quehacer humano, etc.

Se ha mostrado la importancia de la pedagogía en dos ámbitos propios de la


cultura muy importantes para la época moderna: el museo y la utopía. Si bien dentro de
los dos la formación educativa como parte necesaria de los mismos es visible, no existe
una relación tan cercana entre ellos como para decir que uno, el museo moderno,
proviene del otro, la utopía. Aunque si es correcto decir que, como partes de un proceso
histórico en gestación, que llega hasta nuestros días, si puede haber una influencia que
posibilite tal conexión. Se puede ver que la manera en la que las imágenes presentadas
para la formación de los niños en la Ciudad del Sol es meramente contemplativa, tal
como en el museo moderno se hace; pues en ninguno de los dos casos no hay una
interacción con el autor ni existe, tampoco, un guía que describa tales obras. Se trata,
pues, siempre de una contemplación directa de la obra que permite el conocimiento.
La tesis planteada al inicio queda de esta manera un tanto descartada, pues se
mostró que sólo hay una preocupación por la enseñanza en estos dos productos
culturales, pero ambos responden de igual manera a una necesidad histórica propia de
su tiempo, la modernidad. Así, es más propio decir que si bien, ambos tienen una
preocupación por la formación educativa esto se debe a que el momento histórico que
les tocó, y les toca, vivir a cada uno de ellos responde a la apremiante necesidad del
acumulamiento del saber a favor del progreso, una idea claramente moderna. Visto
desde una óptica histórica, la utopía de Campanella si es antecedente del museo
moderno, pero sólo por cuanto éste es un producto cultural que es característico de la
modernidad.

Bibliografía
CAMPANELLA, Tommaso, La imaginaria Ciudad del Sol, en Utopías del Renacimiento tr. Agustín
Mateos, FCE, 1941, México.
CAMPANELLA, Tommaso, La Ciudad del Sol, tr. Mario Montalbán, Ediciones Abraxas, 1999, España.
HOOPER-GREENHILL, Eilean. Los museos y sus visitantes, Trea S. L., 1998, España.
KROTZ, Esteban, Utopía, Editorial Edicol, 1980, México.
LEÓN, Aurora. El museo, teoría, praxis y utopía, Ediciones Cátedra, 1990, España.
MATTELART, Armand, Historia de la utopía planetaria, tr. Gilles Multigner Paidós, 2000, España.
READ, Herbert. Educación por el arte, Paidós, 1995, México.
SERVIER, Jean, La utopía, tr. Ernestina Carlota Zenzes, FCE, 1982, México.
USCATESCU, George, Utopía y plenitud histórica, Ediciones Guadarrama, 1963, España.

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