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A partir del siglo XIX, los fenómenos de masa se han convertido en algo
cotidiano: manifestaciones políticas o sindicales, conciertos de rock, partidos de
fútbol, los espectadores de una corrida de toros, las personas que esperan en
una estación la llegada de varios trenes, los asistentes a un mitin político o a un
rito religioso, la gente que anda o pasea por la calle, los que intervienen en un
linchamiento, la muchedumbre que huye ante una catástrofe natural, la gente
que espera la apertura de unos almacenes que empiezan las rebajas, auténticas
masas cogiendo el metro en las grandes ciudades en la hora punta, coches
saliendo casi a la vez al comienzo de un puente, etc.
Las disciplinas que se ocupan del estudio de las masas son la psicología
social y la sociología. En algunas obras de consulta, se remite al término
psicología colectiva y en otras ocasiones, a psicología social. Por ello, se ha
considerado conveniente comenzar por una revisión del objeto de ambas
disciplinas y comprobar si la psicología colectiva es realmente una disciplina
independiente y autónoma, o simplemente, es otra forma para denominar a la
psicología social.
El estudio de las masas comenzó a finales del siglo XIX. El origen de este
estudio no fue la curiosidad intelectual, sino el miedo que infundían las masas.
Este miedo fue consecuencia natural de los acontecimientos históricos, sociales,
políticos y económicos de los dos siglos anteriores. Desde el siglo XVIII, se
estaba produciendo un aumento demográfico, consecuencia de la revolución
industrial. Grandes masas de personas se trasladaban desde el mundo rural
hasta las grandes ciudades, donde podían encontrar empleo debido al gran
número de mano de obra que necesitaba la industria. Las clases bajas
comenzaban a entrar en la historia, cosa que no habían hecho antes. Sin
embargo, estas clases bajas vivían en una situación muy precaria. Esta
situación se refleja magistralmente en grandes obras literarias de la época
como Germinal de Emile Zola, publicada en 1885 o en Los miserables de Víctor
Hugo, publicada en 1863. De ahí que el período comprendido entre la
Revolución Francesa en 1789 y la I Guerra Mundial de1914, se caracterizase por
un gran número de huelgas y rebeliones en los principales países europeos, que
alcanzaron su punto culminante en la Revolución Rusa de 1917.
El efecto más relevante que presenta una masa psicológica sobre sus
miembros es que, con independencia de los individuos que forman parte de ella
y de las características que posean, por el mero hecho de haberse transformado
en una masa se ven provistos de una especie de alma colectiva que les induce a
sentir, pensar y comportarse de un modo totalmente diferente a como lo harían
por separado cada uno de los individuos. Aunque Le Bon estaba convencido de
que, intelectualmente, es siempre inferior a los individuos aislados, admitía que,
al considerar los sentimientos y los actos, las masas podían ser mejores o
peores que aquéllos, pues todo dependía de cómo se las sugestionara. También
podían ser altruistas, entusiastas, heroicas, generosas, entregadas a nobles
causas; su impulsividad, su potencial instintivo dependían del modo en que
fueran dirigidas.
Hay que tener en cuenta que las ideas de Le Bon no eran originales. Le Bon
tomó prestados la mayor parte de sus argumentos sin citar su origen, de
autores alemanes que compartían el enfoque de la Psicología de los pueblos
(Lazarus, Steinthal, Wundt), del pensamiento criminológico y psicosocial
contemporáneo desarrollado en Italia (Cattaneo, Lombroso, Rossi, Sighele), de
las tesis nacionalistas de otros pensadores franceses de su época (Gobineau,
Renan, Tarde), e incluso de médicos como Pasteur y Koch (de ellos tomó la idea
de contagio). De hecho, Sighele (1898) acusó públicamente a Le Bon de
plagio:
“Un sabio francés, Gustave Le Bon, que tiene la osadía de copiar sin citar las
ideas de otro, cuando debería contentarse con sus ideas personales llenas de
originalidad y equilibrio. [...] Le Bon, en el trabajo que hemos citado, repite casi
todas las observaciones que yo he hecho sobre la psicofisiología de la masa sin
indicar la fuente. Esto me satisface porque, cuando se toman las ideas de otros
para apropiárselas, eso quiere decir que se las encuentra justas. No se toma
más que lo que gusta."
“Primero, destaca como el primer esfuerzo por aplicar las herramientas y los
conceptos de la ciencia social al escurridizo campo de la conducta colectiva;
segundo, tuvo una influencia decisiva sobre las nociones y actitudes de una
generación entera de filósofos sociales cuya obra alcanzó su estadio de
madurez después de la I Guerra Mundial; tercero, algunos de esos científicos
sociales o “psicólogos de las turbas”-como se vinieron en llamar- hallaron un
vasto público de clase media, de modo que la perspectiva de la sociedad masa,
entonces naciente, dejó de quedar restringida a un reducido número de
personas.”
Las masas suelen estar compuestas por personas de clase baja, personas que
nunca interesaron demasiado a los psicólogos.
Brown (1954) señala como una de las causas del decaimiento en el estudio
del comportamiento de las masas, que la psicología social se apartó de la
discusión y se dirigió al empirismo experimental y además, señala en su libro
algunos intentos realizados entre 1930 y 1950 de adaptar los métodos
empíricos de la psicología al estudio de las masas.
Las leyes psicológicas que rigen las masas no son las mismas que las que rigen
a los individuos.
El estudio de estos temas también nos puede mostrar cómo las multitudes y los
movimientos sociales reestructuran la sociedad, a veces rápidamente, de tal
forma que en ocasiones pueden actuar como vehículos del cambio social.
Sin embargo, apenas existe una faceta significativa de la conducta social que no
reciba una expresión extrema en un episodio de la conducta colectiva. Podrá
decirse que la conducta colectiva es la expresión exagerada de la conducta
social, como ocurre en el caso de los linchamientos con respecto a los
prejuicios.
No existe en psicología social una tarea más demandada que explicar las bases
de la estabilidad en el mundo social cotidiano. La psicología colectiva ayuda a
entenderlo, pues puede cumplir la misma misión que la neurosis en la
comprensión de la personalidad: como un punto de desviación a partir de la
cual pueden explicarse la rutina y las funciones normales.
Estamos ante una disciplina cuya función es ocuparse del mundo de la vida
cotidiana y de su comprensión.
Por lo tanto, la psicología colectiva debe prestar una especial atención al factor
afectivo de la vida social, factor que se encuentra localizado no sólo en lo que
se reconoce como sentimientos, sino también, y sobre todo, bajo la forma de
comportamientos y objetivaciones, es decir, de todo aquello susceptible de ser
aprehendido como una imagen.
Esta disciplina deberá tener muy presente que la realidad no aparece más que
mediada por símbolos, con lo que esa realidad acaba teniendo un carácter
simbólico. De ahí que la psicología colectiva deba ocuparse de una forma
especial del mundo del significado y del sentido que estos símbolos comportan,
lo que convierte el lenguaje en el eje central de la disciplina.