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Una vida constructiva y preocupada por los demás en la cual uno siempre es
creativo, y avanza y abre a nuevos escenarios, es una vida verdaderamente sana.
La buena salud es un deseo universal de los seres humanos. Aunque uno tenga
mucha riqueza y poder, esto es algo que, sin buena salud, no se puede disfrutar.
La salud es nuestra más preciada posesión.
Es algo que sé por experiencia. Desde temprana edad sufrí por causa de una
salud débil y con el tiempo contraje tuberculosis. Mis condiciones empeoraron
tanto que a veces parecía ser que con suerte, tal vez, llegaría a cumplir 30 años.
Además del dolor físico, los sentimientos de una persona enferma son siempre
vacilantes. Las cosas más pequeñas pueden afectarlas y sus pensamientos
muestran la tendencia a ser pesimistas. Quienes están enfermos siempre tienen
que luchar contra el tormento, preguntarse a sí mismos sobre su enfermedad y
sobre cuándo se recuperarán.
Cuando fue atacado por la enfermedad del colágeno, su médico le dijo que sólo
tenía una entre quinientas posibilidades de recuperarse totalmente. La reacción
del señor Cousins, según aparece en su obra Una anatomía de la enfermedad fue:
“Me quedó muy claro que si yo iba a ser ese uno entre quinientos, lo mejor sería
que me decidiera a no limitarme a ser un observador pasivo.”
Otro punto que el señor Cousins destaca es que, a pesar del hecho de que
nuestro cuerpo está dotado, de un modo natural, de fuertes poderes autocurativos,
demasiados pacientes toman la decisión de que no está en sus manos curar su
enfermedad.
Así solía decir el señor Toda, mi maestro, el cuerpo humano es como una
gigantesca industria farmacéutica, capaz de producir el medicamento requerido
para combatir cualquier enfermedad. El señor Toda comprendió que la medicina
moderna apenas está comenzando a hacer uso de los extraordinarios poderes
curativos del cuerpo y la mente del ser humano.
Más que nada, creo que es la esperanza lo que libera estos poderes curativos.
Esto es algo que cada persona puede hacer brotar desde adentro. Si las personas
que están cerca de un paciente son optimistas de un modo natural y no forzado,
esto puede también ayudar a guiarlo hacia la esperanza, hacia la vida y la
recuperación. La influencia que ejercen unas personas sobre otras, toma formas
imperceptibles y hay una especie de “fuerza gravitacional” en las emociones.
De igual modo, para que un tratamiento médico funcione debe haber una relación
de confianza entre el paciente y su médico. Los seres humanos no somos
máquinas y el tratamiento para una enfermedad no es equivalente a la reparación
de una pieza de un equipo mecánico. Desde tiempos ancestrales el budismo ha
enseñado que el cuerpo y la mente, y que el individuo y la sociedad están
profundamente interconectados y, hoy en día, más y más personas se están
dando cuenta que los aspectos psicológicos y sociológicos de la salud no pueden
ser ignorados.
Creo que la sabiduría es un factor clave para mantener la salud y para prevenir las
enfermedades antes de que ocurran. De igual modo, en mi opinión, si uno
comienza a sentir que ayudar a los demás es una carga, tanto nuestra mente
como nuestro cuerpo pueden estancarse y volverse vulnerables a la enfermedad.
Si yo tuviera que proponer cuatro principios básicos para la salud, éstos serían los
siguientes: 1) Descansar y dormir lo suficiente; 2) Caminar regularmente; 3)
Evitar el enfado y el mantenerse enfadado y 4) No comer demasiado. Aunque
esto pueda parecer simplista, son aspectos muy básicos y muy importantes.