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Señor, ponme en la boca un centinela; un guardia a la puerta de mis labios.
Salmo 141:3
Todo nuestro éxito y fracaso dependen de cómo usemos la lengua. ¿Quién puede
entender esa contradicción de que la lengua sirva para bendecir y para maldecir?
Cualquier palabra que pronunciemos tiene efectos reales sobre nuestra vida.
El hombre es y logra lo que dice. La llave de la palabra puede abrir tanto las
puertas de la civilización como de la destrucción. ¿Hacia qué lado abrirá usted la
puerta?
El amor es la medida de la alabanza, así que debemos amar a Dios con todo el
corazón, con toda el alma, con toda la mente y con todas las fuerzas.
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Por eso es que debemos alabar siempre, como un estilo de conducta, tanto en
nuestros hogares, en nuestras congregaciones como ante los incrédulos.
El universo en expansión alaba todo el tiempo junto con los ángeles. Los tres
reinos de la naturaleza:
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, alaban constantemente a
Dios. Pero el creyente tiene la llave de la alabanza en su mano, y la puede usar
voluntariamente. Cuando usted abre con esta llave el mundo sobrenatural, queda
sintonizado con los ángeles, con la música de las esferas del universo, y sobre
todo, con el Espíritu de Dios, cuyo poder baja sobre su vida.
La rebelión es el pecado original, por eso todos nacemos con la inclinación a ser
rebeldes. Jesucristo, a través del Espíritu Santo, nos lleva otra vez a la obediencia,
al plan original de Dios. Esta es una llave de dos vueltas: escuchar a Dios y
cumplir fielmente sus mandamientos.
La obediencia no es una recomendación o sugerencia, sino un mandamiento.
Debemos obedecer a:
^ Dios
^ Nuestros cónyuges
^ Nuestros padres
^ Los patrones
^ Los gobernantes
^ La iglesia
Todas estas bendiciones y muchas más recibirá si oye y cumple, usando la llave
de dos vueltas que se llama obediencia.
La llave de la Oración
Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá. Mateo 7:7
Hay formas de pedir que no producen el efecto deseado porque son formas
incorrectas de orar. Fracasaremos si nuestra oración es hipócrita, repetitiva,
grandilocuente o egoísta.