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Ê ÊÊ Ê Ê
Señor, ponme en la boca un centinela; un guardia a la puerta de mis labios.
Salmo 141:3

La Palabra de Dios es la llave de una puerta infinita con tres formas de


manifestación.

1- La Palabra hablada en la creación. Todo lo que existe fue creado por


Dios, por medio de su Palabra.
2- La Palabra escrita. Existe también la Palabra escrita en la Biblia.
Todo lo que los escritores bíblicos redactaron fue inspirado por el
Divino Autor.
3- La Palabra humanada. Esta es la Palabra encarnada en Jesucristo.
Aquel Verbo, aquella Palabra en acción se hizo carne, fue un hombre
como usted y como yo. Un misterio conmovedor.

El hombre, hecho a imagen y semejanza de Dios, recibe de su Creador el uso de


esta llave del reino. Transformar las ideas en palabras es potestad del ser humano
sobre todas las criaturas.

La palabra tiene poder, da sanidad y prolonga la existencia, produce obediencia,


es espíritu y vida, da limpieza, ofrece respuesta a la oración, santifica porque es
verdad.

Todo nuestro éxito y fracaso dependen de cómo usemos la lengua. ¿Quién puede
entender esa contradicción de que la lengua sirva para bendecir y para maldecir?
Cualquier palabra que pronunciemos tiene efectos reales sobre nuestra vida.

El hombre es y logra lo que dice. La llave de la palabra puede abrir tanto las
puertas de la civilización como de la destrucción. ¿Hacia qué lado abrirá usted la
puerta?

Ê ÊÊ Ê  Ê


Ofrezcamos continuamente a Dios, por medio de Jesucristo, un sacrificio de
alabanza, es decir, el fruto de los labios que confiesan su nombre. Hebreos 13:15
El único sacrificio que Dios exige y acepta de nosotros es el sacrificio de alabanza.
¿En qué consiste? Ô  
 
  


 




    
 . De modo primario, la alabanza es el acto
de glorificar a Dios, ensalzarlo y bendecirlo, especialmente a través de la música,
los himnos y los cánticos. Pero más profundamente, „ Ê
Ê „Ê„ Ê„ Ê„Ê  Ê
„  Ê
„Ê „Ê Ê
„ Ê Ê Ê„  Ê
 

El amor es la medida de la alabanza, así que debemos amar a Dios con todo el
corazón, con toda el alma, con toda la mente y con todas las fuerzas.
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Ê   Ê„ „Ê  „ Ê„ „ 

^ Derrota a los demonios,


^ produce victoria,
^ nos pone de buen humor y
^ mantiene la salud.

Por eso es que debemos alabar siempre, como un estilo de conducta, tanto en
nuestros hogares, en nuestras congregaciones como ante los incrédulos.

El universo en expansión alaba todo el tiempo junto con los ángeles. Los tres
reinos de la naturaleza:  Ê„„ ÊÊ „ , alaban constantemente a
Dios. Pero el creyente tiene la llave de la alabanza en su mano, y la puede usar
voluntariamente. Cuando usted abre con esta llave el mundo sobrenatural, queda
sintonizado con los ángeles, con la música de las esferas del universo, y sobre
todo, con el Espíritu de Dios, cuyo poder baja sobre su vida.

Ê ÊÊ Ê ! Ê


Si obedeces al Señor tu Dios, todas estas bendiciones vendrán sobre ti y te
acompañarán siempre. Deuteronomio 28:2

La rebelión es el pecado original, por eso todos nacemos con la inclinación a ser
rebeldes. Jesucristo, a través del Espíritu Santo, nos lleva otra vez a la obediencia,
al plan original de Dios. Esta es una llave de dos vueltas: escuchar a Dios y
cumplir fielmente sus mandamientos.
La obediencia no es una recomendación o sugerencia, sino un mandamiento.
Debemos obedecer a:
^ Dios
^ Nuestros cónyuges
^ Nuestros padres
^ Los patrones
^ Los gobernantes
^ La iglesia

La desobediencia ha causado muchos estragos desde Adán y Eva hasta nuestros


días, 
  
 
 

   
   
   .
Siempre que se incurre en un acto de desobediencia, por minúsculo que sea, se
adora y sirve al príncipe de las tinieblas.

Pero también la obediencia trae aparejadas múltiples bendiciones:


serán bendecidos la ciudad y el campo, los frutos y los animales, la canasta
familiar, el trabajo de sus manos, su descendencia, el Señor le dará la victoria,
prestigio, abundancia y preeminencia.

Todas estas bendiciones y muchas más recibirá si oye y cumple, usando la llave
de dos vueltas que se llama obediencia.

La llave de la Oración
Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá. Mateo 7:7

La oración es el elemento básico en la relación del hombre con Dios. Es la llave


maestra que abre todas las puertas.

Hay formas de pedir que no producen el efecto deseado porque son formas
incorrectas de orar. Fracasaremos si nuestra oración es hipócrita, repetitiva,
grandilocuente o egoísta.

La oración consta de varias partes:


- Filiación. Tener identidad como hijos de Dios cuando oramos.
- Adoración. Santificar el nombre del Señor.
- Sumisión. Pedir que se haga la voluntad de Dios.
- Petición. Plantear cualquier necesidad.
- Perdón. Implorar perdón y perdonar.
- Liberación. Solicitar protección de las fuerzas del mal.
La oración no es un monólogo, no consiste en que Dios oye y usted habla. La
oración es una conversación, hay dos partes involucradas. Orar es hablar con
Dios.

Nunca debemos olvidar esta verdad: No hay cristianismo sin oración.

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