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A propósito del Día Forestal Mundial (21 de marzo) y del Año Internacional de
los Bosques (2011) es importante reflexionar sobre la relación entre los
humanos y los bosques con la finalidad de ratificar compromisos y promover
la acción colectiva. En esta ocasión queremos hacer un análisis desde la
perspectiva de los paradigmas y su influencia en el estado de conservación de
los bosques.
El árbol ha sido utilizado como símbolo de la unión del cielo y la tierra: ahonda
sus raíces en la tierra y se levanta hasta el cielo; por eso en muchas religiones,
sobre todo en las orientales, el árbol es un signo de encuentro con lo sagrado,
del encuentro del hombre con la divinidad y de la divinidad con el hombre
(Church Forum, 2011). Por ejemplo, en la civilización maya el árbol de la ceiba
(Ceiba pentandra) tenía un profundo significado religioso y cósmico pues
mediaba entre el hombre y la naturaleza. El árbol permitía la comunicación
entre los tres niveles del cosmos: el subterráneo a través de sus raíces, la
superficie de la tierra a través del tronco y las alturas por medio de sus ramas
(Chevalier y Cheerbrant, 1991). En la tradición Ticuna la ceiba caída está
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Ingeniero Forestal. rarcerojas@yahoo.es
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presente en su cosmogonía, las raíces representan al mar y las ramas a los
ríos y quebradas.
También es frecuente encontrar a los árboles como soporte del planeta. De ella
da cuenta un proverbio hindú que menciona que "Los árboles son las columnas
de la tierra, si los derribamos el cielo caerá sobre nosotros". En contraste, es
interesante mencionar que en la tradición hindú figura la noción de un árbol
invertido, es decir que arraiga en el cielo y extiende sus ramas bajo tierra,
posible símbolo de la energía vivificante del Sol, en lo físico, y de la Luz o
iluminación espiritual. El árbol invertido según el Bhagavad Gita representa
como todo lo que se nace de una causa primigenia: las raíces son el principio
de todo lo fenoménico, las ramas su realización concreta y detallada
(Diccionario Enciclopédico, 2011). La estrecha relación que existe entre los
pueblos indígenas y la naturaleza, por lo tanto la viabilidad de la vida misma,
ha sido reconocida como un elemento fundamental para el reconocimiento de
los derechos territoriales de estos pueblos.
Esta forma de ver los bosques es considerada como una señal de modernidad y
lo podemos encontrar entre los campesinos y colonos. En un estudio realizado
entre finqueros costarricenses se encontró que el bosque primario, con sus
diferentes grados de intervención, es entendido como natural y opuesto a la
cultura. Es oscuro, cerrado y húmedo como un sótano. Por ser difícilmente
controlable es un espacio para disfrutar sólo para los hombres muy valientes.
Para la mayoría de los monteses, es un lugar poco conocido y poco atractivo.
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Más que todo es un terreno potencial para dedicarlo a la agricultura (Nygren,
1993).
En muchas partes del mundo, los bosques son todavía el único hogar posible
para pueblos indígenas que no podrían vivir sin ellos. La enorme diversidad de
culturas indígenas, de sistemas de vida, de lenguas y conocimientos se pierde
a medida que se destruyen los bosques. Sin embargo, aunque los bosques son
nuestros aliados pareciera que estuviéramos en guerra con ellos (Díaz-Salazar,
2003). Resulta preocupante la alta tasa de deforestación de los bosques
tropicales no sólo por la reducción de medios de vida de las poblaciones locales
sino por los efectos en la concentración de Gases de Efecto Invernadero
causantes del cambio climático.
Incluso habría que cuestionar la mirada de recurso que tienen los bosques.
Recurso es aquello que tiene carácter utilitario para el ser humano y bajo esta
perspectiva aquello que no tiene valor (actual y conocido) no es digno de ser
tomado en cuenta. Los bosques y la vida misma tienen un valor intrínseco y no
dependen de la perspectiva que tiene el evaluador. Por ello es pertinente el
derecho de la naturaleza incorporada en la legislación ambiental y forestal
ecuatoriana.
Como corolario nos quedan dos preguntas: i) ¿cuál es nuestro paradigma con
el cual vemos al bosque?, ii) ¿cuál es la influencia de nuestro paradigma en la
conservación de bosques? Confiamos que las respuestas nos ayuden a delinear
compromisos, estrategias y acciones a favor de los bosques que es decir de la
vida misma.
Bibliografía revisada:
Chevalier, Jean y Alain Cheerbrant. 1991. Diccionario de los símbolos. Herder. Barcelona.
Crews. J. 2003. Significado simbólico del bosque y del árbol en el folclore. En: Unasylva.
Díaz-Salazar, Rafael. 2003. Justicia global. Las alternativas de los movimientos del Foro de Porto
Alegre. Icaria Editorial. Intermón Oxfam. Barcelona, 359 p.
Gudynas, Eduardo. 2002. Ecología Economía y Ética del desarrollo sostenible en América Latina.
DEI-UNED-UBL-CLAES. San José, C.R. 303 p.