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Antecedentes.
Han sido varios los autores que han destacado el tradicional divorcio
existente entre la normativa urbanística y la normativa sectorial de
protección del patrimonio, así, señala FARIÑA TOJO1:
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Por su parte, la normativa urbanística también se ha ocupado del tema y
lo ha hecho de dos formas:
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Comunidad de Madrid (en adelante LMPTSU), que en su Disposición
Adicional Tercera señalaba:
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En efecto, desde luego la imagen social de la propiedad de un inmueble no puede
deformarse de tal manera (por muy protegido que esté) que su mantenimiento se ponga
por encima de su valor económico, o en otras palabras, que ser propietario se convierta
en una desgracia. No cabe duda, por tanto, que la nueva regulación efectuada por el
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Era evidente que cuando el legislador dictó dicha norma, la realidad ya
había superado dichos instrumentos y ello tenía su reflejo en la propia
LMPTSU.
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9/2001, de 17 de julio, del Suelo de la Comunidad de Madrid, por lo que
al analizar éste último y los preceptos concordantes de la legislación
urbanísitica no podemos perder de vista la Ley que le sirve de
precedente.
Regulación.
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que sin embargo, no regula cómo se gestionan dichos programas, pues
en el artículo 9.1 dispone:
Norma que, como hemos dicho regulaba dicha cuestión en el artículo 98.
Sin embargo, como también hemos expuesto dicho precepto ha sido
derogado por la Disposición Derogatoria Única de la LSCM, por lo que,
como resultado de la remisión que se hace a la LREUD para la gestión y
la contrarremisión que hace ésta a la LMPTSU para la gestión de los
Programas de Rehabilitación Concertada, preceptos que han sido
derogados por la LSCM, tenemos en la actualidad un vacío normativo
que, por otra parte, no se puede integrar por la vía de entender que la
remisión que hace la LREUD lo es a la nueva LSCM, pues ésta no regula
la gestión de los citados Programas. En consecuencia, la única
posibilidad es entender que la remisión a la LMPTSU supone la
incorporación de tales preceptos a la norma y, consecuentemente,
entender que el artículo 98 de la misma está vigente (a pesar de lo
dispuesto en la Disposición Derogatoria Única de la LSCM).
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de éstas, consorcios, los cuales tendrán la consideración de
Administración actuante y podrán utilizar cualquiera de las formas de
gestión previstas en esta Ley.
En todo caso, la gestión de los Programas de Rehabilitación deberá
fomentar la participación y la colaboración de la iniciativa privada en
cualquiera de las formas admisibles legalmente.”
Este precepto aclara una cuestión muy relevante, a saber, qué tipo de
acto es el Programa: un convenio interadministrativo5. Este acto, sin
embargo, no es suficiente, pues la realización de las actuaciones de
rehabilitación, además de buena voluntad y dinero, exige otro tipo de
actividad de carácter coercitivo, si se quiere que tenga virtualidad. Es en
este punto donde la nueva LSCM hace una mayor incidencia, pues el
artículo 133 regula los efectos de la delimitación de un área de
rehabilitación concertada por el planeamiento, de forma tal que, además
de establecer la obligación de habilitar fondos y de cooperar de las
Administraciones actuantes, se otorgan las potestades adecuadas al
cumplimiento de los fines, tales como el ejercicio del derecho de tanteo y
retracto (por un plazo máximo de seis años) y la declaración de urgencia
en la ocupación a efectos de expropiación forzosa6.
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En definitiva, un contrato.
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Ha de señalarse que esta previsión (que ya se encontraba en el artículo 98.3 de la
LMPTSU) es un tanto sorprendente, toda vez que la mera delimitación del área de
rehabilitación preferente no implica que se vayan a expropiar todos los terrenos
incluidos en la misma, de hecho ni siquiera significa que se vaya a expropiar ningún
terreno. Parece que lo que quiere decir es que en el momento en que se declare la
necesidad de ocupación de alguno de los terrenos, se debe entender que ésta es
urgente.
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“La actividad de ejecución que sea en cada caso precisa en las áreas de
rehabilitación concertada se desarrollará, según proceda:
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a) La recuperación y mejora de infraestructuras, espacios libre y
dotaciones.
b) La recuperación y mejora de fachadas y demás cerramientos que
configuren la escena urbana.
c) La recuperación y rehabilitación de edificios catalogados o que, sin
estarlo, se incluyan en el Programa de Rehabilitación.
...
6. El Programa de Rehabilitación podrá incluir, asimismo, los siguientes
puntos:
a) Medidas para fomentar la participación de la iniciativa privada en
cualquiera d elas formas admisibles legalmente.
b) Participación de las Administraciones Públicas en los Programas de
Rehabilitación y, en su caso, en los consorcios constituidos para su
gestión, sea en dinero, en terrenos o edificios, o en la aportacio´n de
servicios técnicos o gestión.
c) Propuestas de reanimación de la actividad en la zona degradada, con
especial referencia al mantenimiento de las funciones existentes y, en
particular, el comercio y la artesanía, y la creación de otras nuevas,
teniendo en cuenta la estructura socioeconómica, cultural y técnica de la
zona.”
Conclusiones.
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el carácter de urgente; y, finalmente, la posibilidad e utilizar las técnicas
propias del urbanismo, mediante la delimitación de unidades de ejecución
y, consecuente utilización de alguno de los sistemas de ejecución
acuñados (Compensación, Cooperación, Expropiación o Ejecución
Forzosa).
Por otro lado, y desde otro ángulo, además de los instrumentos en que se
traducen dichas áreas, la forma de conformar las mismas, mediante un
procedimiento contractual (un convenio) y la necesidad de hacer partícipe
a la inciativa privada en la mayor medida posible, convierten a este
instrumento, en apariencia de iniciativa netamente pública, en un cauce
de participación social.
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