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NOMBRE DEL CURSO/CLAVE: Escenario Regional de China RI-2022

NOMBRE DEL PROFESOR TITULAR: Dr. Sergio Ortiz

NOMBRE DEL CAPÍTULO: Cap. 5 El rolex de dos dólares


NOMBRE DEL LIBRO: El siglo de China

NOMBRE DEL AUTOR: Oded Shenkar

EDITORIAL: Garnica

EDICIÓN: 1a

NÚMERO DE ISSN/ISBN: 84-7577-308-7


FECHA DE PUBLICACIÓN: España 2005
RANGO DE PÁGINAS: 119-142
5

EL ROLEX DE DOS
DOLARES

1 salir de alguno de los principales hoteles que


hay en China, el turista se divierte viendo vender
;n la calle relojes Rolex por unos pocos dólares.
Sin embargo, no tiene nada de gracioso la escala y amplitud de la
industria de artículos falsificados en ese país, ni lo que ella signi-
fica para los fabricantes del artículo genuino, que por lo general
es alguna empresa multinacional extranjera. En 1.99S, el Centro
Chino de Desarrollo e Investigación calculaba que la venta de
productos pirateados o falsificados ascendía a 16.000 millones
de dólares al año; posterioresjnformes elevaban estajnfra a 19.000
o a 2ÍÜ00 millones de dólares. El monto verdadero, hasta donde
se pueda medir con exactitud, es probablemente más alto. El go-
bierno quiere mostrar que el problema está controlado, mientras
que las compañías honradas temen que esas altas cifras lleven a
los compradores a prescindir del artículo legítimo por temor de
que sea falsificado.

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120 I EL SIGLO DE CHINA

LAS HUELLAS DEL YANQUI

No es China el primer país que viola abiertamente los derechos de


la propiedad intelectual (DPI). Será una sorpresa para muchos es-
tadounidenses enterarse de que Estados Unidos, que hoy encabeza
la lucha contra la piratería, fue uno de los principales violadores de
esos derechos en el siglo xix. J. K. Rowling, cuyos tres últimos libros
de Harry Potter circulan de contrabando en China, aunque la autora
no haya acabado de escribirlos, podría consolarse recordando que al
novelista inglés Charles Dickens los editores estadounidenses de su
tiempo le negaron el pago de regalías. En aquella época, sin embargo,
no había muchas otras cosas, fuera de los libros, que pudieran causar
derechos de la propiedad intelectual. Hoy la situación es muy distinta.
Según la Alianza Internacional de la Propiedad IntelectuaLCUPA,
por su sigla en inglés), a las industrias básicas de derechos de autor en
Estados Unidos se debió ^ 5 ^ 4 por ciento delPIB en 2001, es-decir,
535.100 millones de dólares. Entre 1977 y 2001, esas industrias cre-
cieron a razón del 7 por ciento al año, más del doble que la economía
total. El empleo en ese sector aumentó tres veces más rápidamente
que en la economía nacional y en la actualidad representa 4,7 millones
del total de empleos en Estados Unidos. Sus exportaciones llegaron a
88.970 millones de dólares, más que la de los sectores aeronáutico o
automovilístico. Para otras industrias, desde la farmacéutica hasta la
de fa elé"cffüñicá7"proteger la propiedad intelectual es muy necesario
a fin de cubrir los altos costes de desarrollo y de acreditación de sus
marcas registradas. Lo mismo puede decirse de los proveedores de
servicios. Los DPI sostienen el liderazgo de Estados Unidos, y en
menor grado de Japón, la Unión Europea y otros países desarrollados
en los sectores de uso intensivo de tecnología y en la industria del
conocimiento del futuro. La protección de esos derechos es elemento
clave en todas las economías de mercado libre y es el incentivo para
innovar, desarrollar, invertir y producir. Violarlos, sin embargo, es más
fácil ahora que los productos «digitalizados» se pueden bajar
de Internet y las máquinas de producción de discos se pueden
obtener por una fracción de lo que costaban hace diez años. En el

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ambiente global de nuestros días, las violaciones de los DPI se reflejan


no sólo en pérdidas en el mercado local sino también en la merma
de ingresos y de reputación en todo el mundo.
Puede que China siga el precedente estadounidense. Estados
Unidos cumplió y después encabezó la defensa de los DPI cuando
ya su sistema jurídico había madurado y había hecho posible hacer
cumplir las leyes; sin embargo, el cumplimiento y la defensa estricta
sólo vinieron cuando el país se convirtió en productor principal de co-
nocimientos patentados, con mucho más para perder por la violación
del derecho de la propiedad intelectual, que para ganar ignorándolo.
China también puede llegar a ser un defensor de los DPI a su debido
tiempo, pero esto no sucederá hasta que sus empresas sean líderes en
tecnología. Esto, como se vio en el capítulo anterior, no ocurrirá en
un futuro cercanojLMientras tanto, China sigue valiéndose gratis de
la tecnología y la reputación de manufactureros legítimos, la mayoría
extranjeros, lo cual es tolerado, con frecuencia apoyado y a veces hasta
dirigido por las autoridades, especialmente a nivel local. /

Piratería, falsificación y demás

Veamos algo de vocabulario: piratería o contrabando se refieren


al uso, producción o distribución no autorizado de un artículo,
diseño o tecnología por medios no autorizados como la copia de
software, la imitación de un proceso industrial patentado o la venta
de una motocicleta, con base en un diseño ajeno, sin pedir permiso
ni pagar compensación alguna. La falsificación, o sea la venta de
mercancía falsa, va un paso más allá, pues trata de hacer pasar un
artículo falso por el genuino, como en la venta de una imitación de
un bolso Gucci. Algunos productos se prestan para una violación
y no para otra. Por ejemplo, no es fácil vender un falso Ford Focus,
pero sí es posible imitar su diseño y vender partes componentes
con su marca de fábrica. También se pueden combinar elementos
de piratería y de falsificación. Un fabricante chino de motocicletas
vende una hecha localmente pero basada en un diseño de Honda

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y bajo la marca de fábrica «Nixon Honda» que registró en Japón.


Un productor local de bebidas gaseosas vende agua mineral con su
propia marca pero en una botella que tiene la apariencia de Perrier.
Muchas otras prácticas, como la retroingeniería,* son más difíciles
de detectar y abundan en China y en otros países.
Estas violaciones causan perjuicios inmensos a los dueños
de los derechos de la propiedad intelectual, que han invertido en
desarrollo y márketing y se encuentran con que los consumidores
han reemplazado el artículo legítimo por una imitación barata. ABC
News calcula en 20.000 millones de dólares lajjérdida anual que
sufren en Chifla fy" empresas extranjeras. De cada cinco de ellas,
dos están perdiendo más del 20 por cientojje sus ingresos locales,
lo cual para una empresa, como Procter <Sc Gamble significa 150
millones de dólares al año. En algunas categorías de productos, los
falsos han reemplazado a los originales como líderes del mercado.
Por ejemplo, más de la mitad de las motocicletas que se venden
en China son imitaciones de marcas japonesas como Honda y
Yamaha. Lo mismo se puede decir de otros productos como cu-
chillas de afeitar, teléfonos móviles, chicles, champú, discos DVD
y programación para Windows XP (precio en la calle: dos dólares).
Productos relacionados con la seguridad, como los repuestos para
automóvil y los medicamentos, también se falsifican. Thomas Boam,
ex ministro consejero de la embajada estadounidense en Pekín, cal-
cula que la mitad de los productos farmacéuticos que se venden en
China son pirateados o falsificados JBiejisgjde alta tecnología como
los-chigs^electrónicos se imitan y se modifican para adecuarlos a
insumos pirateados (como un videojuego), creando así una cadena
de valor basada en la piratería. Muchas imitaciones son de calidad
dudosa, como una cámara desechable que yo compré para mi hijo
en un hotel de cinco estrellas (que no tenía ninguna otra marca que
ofrecer) y cuyas fotos fueron devueltas en blanco por el laboratorio.
Otras están muy bien elaboradas y despiertan la admiración de los
mismos fabricantes del artículo original, llegando en algunos casos
* La retroingeniería es un proceso mediante el cual se estudia un producto terminado con el
objetivo de llegar a su fuente, es decir, a los pasos iniciales de su construcción. (N. delE.)

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hasta a promover acuerdos de operación conjunta con los infractores.


Millones de artículos falsificados en China van a parar a mercados
del exterior, desde Vietnam o Nigeria hasta Estados Unidos y la
Unión Europea.
En un mundo en que el coste del desarrollo de un auto-
móvil nuevo sobrepasa normalmente los mil millones de dólares,
la piratería y la falsificación allanan las barreras a la entrada de
nuevos competidores y permiten a los que se estaban quedando
atrás ponerse al día con un coste muy bajo. Adueñarse de lo que
a otros les ha costado una fuerte inversión para desarrollar y
perfeccionar tecnologías y procesos puede producir rebajas de
costes superiores a las economías debidas a los bajos salarios. La
escala, extensióny oportunidad de estas infracciones exponen a un
rjiesgo_cojisiderable-a-IaS-ii,rmas extranjeras, sobre todo a aquéllas
cuya yeatajajcompetitiva reside en conocimientos e innovación,
lo mismo que a sus gobiernos, que suscriben la mayor parte del
presupuesto de I+D.jComo productor número uno de nueva tec-
nología,_Estados Unidos es el más afectado. Es más: los pingües
márgenes_£ue_dejan los productos pirateados o falsificados están
atrayendo a los sindicatos criminales internacionales y hay indicios
preliminares de que grupos de terrorismo global los ven como una
manera de financiar sus operaciones.

COSTES Y BENEFICIOS DE LAS INFRACCIONES

Para las firmas que tienen derechos de propiedad intelectual, el


coste de las infracciones es inmenso. En primer lugar está la pérdida
directa de ingresos_y de participación de mercado, a veces hasta el
p^VCO^rTgiúé^ajiQ es rentable hacer negocios en China. La pér-
dida es mayor cuando los artículos pirateados se exportan. En una
industria como la de vehículos automotores en que los márgenes
son ínfimos, la distribución de componentes falsos es especialmente
perjudicial puesto que las ventas en el mercado negro dan un margen
de utilidad mucho más alto que el de la manufactura legítima. No

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pudiendo financiar los costes de desarrollo con tan escasos ingresos,


las empresas legítimas^gueden perder a la larga su competitividad.
Por otra parte, su buena fama está en peligro, porque quienes
compran artículos falsos creyéndolos legítimos las culpan a ellas
por los defectos que descubren. Las firmas cuyos productos son
pirateados o falsificados pueden también sufrir un aumento en el
coste de la garantía, ya que los componentes falsos pueden causar
fallos de un sistema, por ejemplo la paralización de un motor. Final-
mente, existen los posibles costes de una demanda judicial, si falla
un dispositivo de seguridad, como la pastilla de freno, y el fabricante
del artículo legítimo se ve implicado en el pleito.
Dado su liderazgo tecnológico, las grandes empresas
extranjeras poseedoras de patentes y marcas registradas son las
mayores perdedoras en este juego de la piratería. Aunque no es
necesario que una empresa esté en China para que imiten sus
productos, su presencia allí, sobre todo si se combina con trans-
ferencia de tecnología a muchas entidades, facilita la infracción
porque permite observar de cerca los intrincados detalles del
proceso productivo. Un ejemplo pertinente es el de Yamaha, la
cual calcula que de cada seis motocicletas que se venden bajo su
nombre en China, cinco son falsas, para no hablar de los muchos
diseños de componentes que van a parar a manos de competidores
locales. La compañía sospecha que sus proveedores chinos venden
su tecnología a fabricantes locales y estima que no menos de 88
de éstos copian en la actualidad sus motos. La agencia Reuters
informó que Nintendo, fabricante de videojuegos, calculó sus
pérdidas por piratería en 650 millones de dólares, la mayor parte
causadas en China, donde se confiscaron 300.000 juegos en sólo
una serie de redadas en el sur del país. Al ser los propietarios
despojados de sus derechos, sus accionistas, sus empleados y sus
proveedores participan en las pérdidas; y Estados Unidos como
líder en tecnología y mayor poseedor de patrimonio en marcas
registradas, está en primera línea de los perjudicados, aunque no
es el único. Las pérdidas directas de dueños estadounidenses de
DPI en industrias de derechos registrados, como el cine, se han

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calculado, sólo en China, en más de 1.800 millones de dólares


al año.
La experiencia de Estados Unidos, que pasó de infractor
en el siglo xix a defensor del derecho en el siglo xx, sugiere que
China llegará también a perseguir a los contrabandistas y los
piratas porque eso es lo que le conviene. Esto es posible pero es
dudoso que ocurra pronto. En primer lugar, China ha demostra-
do ser un caso especial. Por ejemplo, siempre se ha creído que la
corrupción conduce a niveles más bajos de inversión extranjera,
pero China, a pesar de su conocida corrupción, es hoy la mayor
destinataria de inversiones, y lo atractivo de su mercado y su am-
biente fabril bastan para detener el impacto adverso. En segundo
lugar, mientras el país vaya a la zaga en innovación tecnológica
y reconocimiento de marcas, a la mayoría de sus empresas les va
mejor yendo a remolque de los conocimientos y reputación de los
fabricantes originales sin pagar los costes de obtenerlos. Esto les
da una enorme ventaja, sobre todo en áreas de uso intensivo de
capital y tecnología, como aviones, o en las que la reputación es un
factor muy importante, como los medicamentos. Las economías
en costes de desarrollo, investigación, ingeniería y publicidad se
pueden trasladar al consumidor en forma de precios más bajos o
se pueden usar para aumentar los márgenes, algunos de los cuales se
pueden invertir luego en actualización tecnológica, que a la larga
hará innecesaria la imitación.
La disminución de incentivos para la innovación y el de-
sarrollo se cita a menudo como grave defecto de la piratería y la
falsificación, que perjudica también a los nacionales. Sin protección
de los derechos de la propiedad intelectual, prosigue el argumento,
es débil la perspectiva de que surja una industria autóctona de uso
intensivo de tecnología. Es un argumento razonable pero se basa en
la experiencia de otros países, no en las circunstancias especiales del
ambiente chino, donde los poderes judicial, ejecutivo y legislativo
están íntimamente mezclados. Mi predicción propia es que, por lo
menos en la primera etapa del progreso técnico del país, los pro-
pietarios nativos de tales derechos recibirán protección y apoyo de

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las autoridades, mientras que los propietarios extranjeros seguirán


luchando.

UNA INDUSTRIA EN FORMACIÓN

No son las empresas chinas las únicas que hacen de todo, desde
copiar un diseño hasta practicar espionaje industrial. Es la escala
y amplitud de sus operaciones y su descaro lo que las distingue y
produce un gran impacto. Aunque no se dispone de una clasificación
general, todo indica que China es el líder indiscutible en el uso,
manufactura, distribución y exportación de productos pirateados o
falsificados. Hablando ante una reunión de la Asociación Nacional
de Manufactureros de Estados Unidos,Thomas Boam, el ex ministro
consejero ya mencionado, dijo que él calculaba que entre un 10 y un
3(Tpor ciento del PIB chino proviene de la piratería y la falsifica-
ción. Otros cálculos indican que del 15 al 20 por ciento de lo que se
vende al por menor en el país lo constituyen dichos productos, y en
algunos mercados locales se acercan al 90 por ciento. En la categoría
de artículos electrónicos, las tasas de violación normalmente superan
el 90 por ciento y van desde el 94 por ciento en software hasta el
97 por ciento en videojuegos. La tasa para radiocasetes es del cien
por cien.JLas empresas de juguetes en Estados Unidos contratan la
fabricación del producto en China, pero muchas no han vendido ni
una sola unidad en ese país, y no por falta de demanda: versiones
falsificadas de su producto se venden activamente, a menudo pro-
ducidas al lado de su propia plantaTl
Todo esto se lleva a cabo a plena luz del día. Hay puntos de
venta en los polvorientos pueblos regionales y en las grandes ciu-
dades, y en ellos la mercancía se muestra abiertamente y se vende
lo mismo en las calles que en las tiendas de moda. Los proveedores
son tanto operadores clandestinos como fabricantes «legítimos».
Algunos usan la parte legítima del negocio como pantalla para
encubrir la mercancía falsa que venden. Otros sencillamente em-
prenden ciclos de producción no autorizada y otros, en fin, incor-

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poran componentes falsos o pirateados a veces sin darse cuenta.


Alguna redada ocasional que ordenan las autoridades centrales no
hace mella en el dilatado y creciente fenómeno. En una declara-
ción que hizo ante la Comisión Estados Unidos-China, David
Quam, abogado general de la Coalición Internacional contra la
Falsificación, dio el ejemplo de una fábrica automotriz ilegítima
que había sido tomada por la policía tres veces en un período de
dos años y medio y seguía tan campante con el mismo personal
y la misma maquinaria. Estas actividades proliferan al amparo de
otras prácticas delictivas, como el soborno y el contrabando, y las
apoyan poderosos intereses locales y, cada vez más, los sindicatos
internacionales del crimen.

Factores institucionales y heredados

Las operaciones de contrabando se basan no sólo en la inicia-


tiva de audaces empresarios sino también en una combinación
especial de circunstancias. Un sistema judicial que carece de ca-
pacidades, independencia y poder de ejecución; falta de medios
de información independientes; inmunidad de los funcionarios
públicos; falta de transparencia en las operaciones del gobierno;
poderío del gobierno y bajos sueldos de los empleados oficiales son
factores que en todo el mundo se asocian con prácticas corruptas; y
si a esta mezcla se agregan la capacidad técnica, la escala de produc-
ción y los conocimientos de China, se tendrá la situación ideal para
la piratería y la falsificación. Otros posibles competidores poseen
algunos de estos ingredientes. La India, por ejemplo, adolece de
corrupción oficial endémica pero también tiene prensa libre y un
sistema legal profesional; Vietnam se precia de sus DPI, pero tiene
pocas capacidades y pequeña escala. Sólo China los posee todos. Es
aquí donde entra enjuego su combinación única de un régimen no
democrático con una economía de mercado.
Su inclinación a producir bienes falsos se ha explicado
a veces por su cultura y tradición, y se menciona la función

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positiva que asigna el confucianismo a la imitación como manera


efectiva de diseminar una conducta normativa. El argumento
no es muy convincente, puesto que lo que buscaba Confucio
era modelar una conducta virtuosa. Existen, sin embargo, otros
elementos tradicionales que han tenido gran influencia, como
la falta de independencia del poder judicial, y en particular la
autonomía de las autoridades locales con respecto al gobierno
central. Esa tradición continuó bajo el régimen comunista, que
al igual que todos los demás regímenes no tenía respeto alguno
por los DPI. Hoy las autoridades locales dependen de las rentas
que producen las empresas que usan diseños imitados, como sus
ciento y tantos manufactureros de automóviles que quebrarían si
tuvieran que pagar costes de desarrollo. Algunas jurisdicciones
locales dependen de los lucrativos centros de comercio y distri-
bución de artículos falsos, que les dan gran parte de sus ingresos,
y no querrían privarse de esas entradas, sobre todo cuando el
gobierno central hace la vista gorda. Siendo ya el desempleo una
seria amenaza económica, social y política, la autoridad central
no está dispuesta a proceder contra una industria que emplea a
millones de personas; la intranquilidad que podría producirse
es la pesadilla de un régimen que se precia de ser guardián del
orden y la estabilidad. De ahí que mientras otros países en vías
de desarrollo se están reformando, China va a la zaga y sus
esfuerzos ocasionales se quedan atrás de los progresos de los
infractores.
Otras prácticas delictivas, como el pago de cohecho,
ayudan a la piratería. Las empresas que sufren las consecuencias
tienen que pagar muchas veces, si no un soborno directo, una
gratificación a los funcionarios encargados de controlar los
abusos y hacer cumplir los reglamentos. Transparency Inter-
nacional, en su índice de pagadores de cohecho coloca a China
en primer lugar entre ventiún países incluidos en una encuesta.
Taiwan ocupa el tercer lugar y Hong Kong comparte los lugares
sexto y séptimo. Ninguno de los tres ha suscrito la convención
de la OCDE contra el soborno. La Ley de Prácticas Extranjeras

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Corruptas (FCPA, por su sigla en inglés) que declara delictivo


el pago de soborno a funcionarios extranjeros para asegurar un
negocio, situó a Estados Unidos en una posición de desventa-
ja respecto a sus rivales de otros países, algunos de los cuales
hasta amortizan dichos pagos como expensas del negocio. Esto
podría explicar por qué los estadounidenses exportan menos a
China que a otros países. El acuerdo de la OCDE de 1999 para
combatir el cohecho de funcionarios extranjeros en los negocios
internacionales ya ha sido ratificado por los países signatarios,
pero falta por ver si se hace cumplir.
Otra práctica corrupta que sostiene la producción y flujo
de bienes falsos es el contrabando. Pese a toda la palabrería de que
China es una sociedad rígidamente controlada, las fronteras del país
son muy porosas, como lo prueba la gran cantidad de automóviles
que aparecieron una vez con el volante en el lado derecho, impor-
tados de contrabando de Hong Kong. El contrabando facilita la
entrada de componentes falsos y otros insumos para producción que
vienen de otros insignes infractores como Vietnam y Malaisia. Los
productos entran a tierra firme, ya sea por Hong Kong o por Macao,
las dos Regiones Administrativas Especiales de la RPC, siendo la
última conocida por el ineficaz patrullaje de sus aguas territoriales
y la proliferación del crimen organizado. Las porosas fronteras es-
timulan igualmente la salida de la mercancía falsa hacia los países
vecinos y de allí a otros mercados de ultramar. Otros problemas
relacionados con la corrupción, como la falta de transparencia y el
muy difundido nepotismo también sostienen la piratería y la fal-
sificación. Estas prácticas reducen la efectividad de las medidas de
control y de ejecución de la ley, debilitan las de disuasión y facilitan
el trabajo de los piratas y falsificadores.

Organización de la producción fraudulenta

La fabricación y distribución de bienes falsos ya no es una acti-


vidad aislada. Aunque siguen apareciendo pequeños empresarios

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proveedores de artículos falsificados, la producción, distribución y


venta son ahora actividades a gran escala, bien financiadas y organi-
zadas. Los artículos que se fabrican se empaquetan profesionalmente,
hasta el punto de que a algunos propietarios de marcas registradas les
cuesta trabajo distinguir el artículo falso del legítimo. El envoltorio
no sólo minimiza la probabilidad de detección por parte de las au-
toridades sino que le da al comprador la impresión de que el artículo
es legítimo, o por lo menos de una calidad que merece un pequeño
descuento del original. Los productos empaquetados se despachan
por pedido o se mandan a grandes centros mayoristas, como el pue-
blo de Yiwu, de negra fama, donde acuden posibles compradores
minoristas y mayoristas a examinar la mercancía, hacer sus compras
o colocar pedidos y convenir la entrega. Esta sofisticada cadena de
abastecimiento se financia con los beneficios que produce un negocio
rentable (los márgenes son mucho más altos para artículos falsos que
para los legítimos), lo mismo que con lo que dejan los nuevos actores,
que son los sindicatos asiáticos del crimen organizado que utilizan el
capital obtenido del juego de azar, la prostitución, el tráfico de drogas
y cosas por el estilo para penetrar en esta lucrativa área. Estos actores
aportan capacidades en los ramos de transporte y distribución, lo
mismo que en fraude y encubrimiento.
Los productores de la industria fraudulenta son de muy diversos
tipos, desde grandes fábricas especializadas hasta individuos que mez-
clan en su casa una imitación de champú y contratan externamente el
empaquetado y las etiquetas. Los manufactureros a gran escala pueden
ser firmas de propiedad del Estado, del municipio o la aldea, o empresas
privadas. Entre los participantes hay compañías legítimas que recurren a
ese expediente porque se encuentran en una situación difícil o porque se
sienten presionadas para producir beneficios, que es el caso de muchas
del sector oficial. A menudo celebran acuerdos de operación conjunta
con firmas extranjeras y desvían parte de la producción sin que lo sepa
el inversionista extranjero, o producen otra línea usando el mismo
diseño o equipos. Otras son empresas clandestinas establecidas con el
fin de hacer manufactura falsa. Algunas evolucionan para convertirse
en cuasilegítimas y producen una variante del producto imitado. To-

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das gozan de una ventaja en materia de costes, ya que no incurren en


ningún gasto en tecnología o en crearse una reputación, y consiguen
materia prima, componentes y mano de obra baratas que por lo general
están por debajo de lo que pagan las empresas legítimas. Al madurar la
industria fraudulenta, los participantes se diferencian cada vez más por
la calidad y aspecto del producto, pudiendo los mejores obtener precios
más altos. Incluso algunas empresas de inversión extranjera participan,
sin saberlo, en el comercio fraudulento, pues usan falsos insumos o le
venden a un ensamblador ilegítimo.
Los conocimientos y técnicas de los inversionistas extranjeros
son copiados por los empleados que han trabajado para ellos, los
proveedores que reciben planos y especificaciones y los funcionarios
que revisan sus propuestas y controlan la inversión y el traspaso de
tecnología. No hay necesidad de estar en China para que le copien
a uno su producto. Ejecutivos y empresarios chinos visitan las ferias
y exposiciones internacionales en busca de cuanto se pueda copiar
lucrativamente. Los últimos avances tecnológicos ayudan a rebajar la
estructura de costes de los imitadores y a crear artículos de imitación
que muchas veces son difíciles de distinguir de los originales.

PIRATERÍA DE PRODUCTOS «DIGITALIZADOS»

La facilidad cada vez mayor de duplicar los productos digita-


lizados hace particularmente vulnerables a industrias como las
del software, las grabaciones de audio y las películas y vídeos. El
uso abusivo de tales bienes sin pagar compensación es relativa-
mente común en muchos países, pero en China tiende a ser en
mayor escala y a menudo a un nivel más sofisticado. La figura
5.1 muestra un cálculo de las pérdidas causadas por violación
de derechos de propiedad intelectual de bienes digitalizados y
material impreso. Hay que advertir que estas cifras se refieren
únicamente a China propiamente dicha, pero no incluyen las
pérdida causadas por la exportación al exterior de los artículos
pirateados, y que sólo reflejan una parte de la vasta industria

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de la piratería y la falsificación. Por ejemplo, no se incluyen las


pérdidas que sufren los fabricantes extranjeros de automóviles
cuando copian sus diseños. Tampoco se incluye la violación de
software de consumo y otros similares.

REPÚBLICA POPULAR CHINA


CÁLCULO DE PÉRDIDAS COMERCIALES POR PIRATERÍA
(en millones de dólares estadounidenses)
y NIVELES DE PIRATERÍA: 1999-2003

Figura 5.1. Piratería de productos digitalizados en la China, 1999-2003


Fuente: Internacional Intellectual PropertyAlliance, 2004. Special 301: People's Republic of China

En la piratería de la propiedad intelectual y libros y revistas en


China se incluye el uso masivo y no autorizado de películas en el cine y
la TV, y los operadores de cable, tanto legítimos como piratas; el uso no
autorizado de programas de ordenador, tanto para el consumo indivi-
dual como para los negocios; y la producción sin licencia y distribución
de diversos discos ópticos (CD-Rom, DVD, C D y VCD). Ciertamente
la capacidad existe: la UPA calcula la producción de discos en China
continental en 686 millones. Si se añade la capacidad de Taiwan, que
es 990 millones, y la de Hong Kong, de 1.840 millones, (éstas son las
tres mayores a nivel mundial), se tiene una capacidad de producción de

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3.500 millones de discos. Comparativamente, la capacidad de Tailandia,


que ocupa el cuarto lugar, se calcula en 357 millones y la de la India
en sólo 49 millones. No toda esa capacidad se usa ilegalmente, pero la
UPA calcula que el 80 por ciento de los productores chinos hacen por
lo menos una versión pirateada. En 2003, la tasa de piratería de discos
DVD había llegado al 95 por ciento, la más alta desde 1996.
Las operaciones se han vuelto más sofisticadas. Por ejemplo,
los sindicatos piratas usan ahora máquinas adaptadas de manera
que produzcan los discos sin el código de su sistema de identifica-
ción numérica (SID, por su sigla en inglés). La calidad es a veces
sorprendentemente buena y el tiempo para llegar al mercado se ha
reducido radicalmente. Hace algunos años, versiones pirateadas y
de baja calidad de películas nuevas de cine aparecían varias semanas
después de su estreno oficial. Hoy las versiones pirateadas de discos
DVD se venden en las calles a las pocas horas de su debut oficial y
a veces incluso antes de su estreno. La versión de contrabando de
«Pearl Harbor» apareció en Hong Kong el 26 de mayo de 2002,
semanas antes del estreno que era el 21 de junio. En Taiwan se
podía conseguir desde mediados de mayo, más de un mes antes del
estreno oficial. En consecuencia, los productores han perdido hasta
la angosta ventana de rentabilidad que antes tenían. En 2003, la
industria cinematográfica estadounidense obtuvo un ingreso bruto
inferior a los tres millones de dólares en un mercado que se calcula
de entre 1.300 y 1.500 millones de dólares.
En piratería de software, China sigue ocupando uno de los
primeros puestos. La Alianza de Software Comercial estima que el
92 por ciento del software que se usó en ese país en el año 2000 era
pirateado, tasa sólo superada por Vietnam, cuya economía es mucho
menor. La tasa china ha fluctuado poco en los últimos años: era del
97 por ciento en 1994 y hoy es del 91 por ciento. Comparativamente,
en Filipinas, la tasa de piratería se redujo del 94 por ciento en 1994,
al 68 en 2002; en Corea del Sur, la reducción fue del 75 al 50 por
ciento,y en Bulgaria del 94 al 68. En el año 2001, China se clasificó
en tercer lugar en cuanto a pérdidas de la industria de software, que
ascendieron a 1.700 millones de dólares. En la actualidad es número

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134 I EL SIGLO DE CHINA

uno, con pérdidas de 2.400 millones de dólares en 2002, que es el


18 por ciento del total mundial.
Hay sin embargo otros datos más alentadores. Por ejemplo,
las pérdidas por piratería de publicaciones periódicas se redujeron
enormemente entre 2001 y 2002. Esta buena noticia tiene también
su lado sombrío pues indica que el gobierno^hinosí puede dqmij
nar el problema de la piratería si quiere, o sea cuando los intereses
locales afectados son relativamente secundarios y el traspaso de
tecnología no entra en la ecuación. Las medidas preventivas tampoco
van a la par con los avances de la nueva tecnología, que dificultan
hacerlas efectivas. La proliferación de ediciones electrónicas facilita
apropiarse de material protegido por copyright, mediante la sencilla
operación de descargar de Internet las revistas electrónicas valién-
dose de contraseñas obtenidas de forma fraudulenta.

PROTECCIÓN QUE NO PROTEGE

China ha desarrollado ya un marco de referencia legal para la pro-


tección de los derechos de la propiedad intelectual, que en general
se ajusta a las normas y tratados internacionales como la convención
de Berna y el Acuerdo sobre la Propiedad Intelectual en el Comercio
(TRIP, por su sigla en inglés); pero ese marco de referencia tiene
todavía muchos agujeros. China no ha firmado las disposiciones
relativas a Internet y sus leyes permiten usar libremente material
de propiedad registrada como software, para «fines de aprendizaje».
Su uso por parte del gobierno queda también sin protección. De-
finiciones estrechas (como usar material confiscado para medir la
escala de la producción fraudulenta), un alto umbral de tolerancia
y medidas ineficaces (multas tan pequeñas que no tienen ningún
poder disuasivo) están en la raíz del problema más serio —la no
«judicialización» de los responsables—,ya sea administrativa, penal
o civil. El ex ministro consejero Boam lo explicó en pocas palabras
cuando dijo que los acuerdos que China ha suscrito «pueden haber
reducido el aumento de las infracciones».

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EL ROLEX DE DOS DÓLARES I 135

En 2002, las autoridades realizaron 852 allanamientos y


búsquedas de material cinematográfico pirateado, con una tasa de
condenas del 99,5 por ciento. De los condenados, 764 recibieron
multas de menos de 1.000 dólares; 43 entre 1.000 y 5.000 dólares; y
sólo dos tuvieron que pagar multas entre 5.000 y 10.000 dólares.
Una razón para tan bajas multas es que la violación se calcula según
el valor del artículo pirateado o falsificado, y no por lo que vale el
artículo original, y el almacenamiento no es prueba de la intención
de vender. Con razón, en un informe al Congreso de la Unión sobre
cumplimiento de las disposiciones de la Organización Mundial del
Comercio, se llega a la conclusión de que «los delincuentes consideran
la confiscación y las multas como costes normales del negocio». La
situación es peor aún cuando se trata de un procedimiento penal, del
cual el informe observa: «El esfuerzo por hacer cumplir la ley por vía
penal no tiene virtualmente ningún efecto sobre los delincuentes».
El procedimiento penal tiene un umbral de 200.000 yuanes (unos
24.000 dólares) para empresas y 50.000 yuanes (unos 6.000 dólares)
para individuos. No sólo estos umbrales son demasiado altos sino que se
basan en las cantidades tomadas en cada confiscación, no en las que
arrojan los inventarios, y se tasan según el valor del producto frau-
dulento. Según la UPA, en 2002 se hicieron ochenta allanamientos
por violaciones de la propiedad cinematográfica en Shangai y Pekín,
pero sólo en tres casos se dictaron sentencias de cárcel. Finalmente,
los demandantes en acciones civiles encuentran un sistema judicial
que carece de independencia y de conocimientos jurídicos básicos, y
por lo general el mismo demandante tiene que pagar los gastos en los
cuales incurren los investigadores, además de los suyos propios.

GLOBALIZACIÓN DE LA PIRATERÍA
Y LA FALSIFICACIÓN

La nueva frontera de la industria pirata es la arena internacional.


Según algunos cálculos los artículos falsos representan cerca del
7 por ciento del comercio global y la proporción va en aumento,

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136 I EL SIGLO DE CHINA

causando pérdidas anuales de 300.000 millones de dólares a los


productores legítimos. Yamaha, por ejemplo, calcula que todos los
años más de 100.000 copias de sus motocicletas, hechas en China,
llegan a mercados del exterior. Esa exportación requiere una sofisti-
cada red logística y de distribución, conocimientos y alcance global.
Los aspirantes a proveedores de bienes pirateados o falsificados
encontrarán sistemas judiciales mucho menos tolerantes que las
autoridades chinas y correrán el riesgo de decomiso en las fronteras
o tierra adentro, lo mismo que demandas judiciales y duros castigos.
Por lo que no tienen que preocuparse es por el lugar de origen: la
exportación de esos productos no constituye una venta efectiva
bajo la ley china y por consiguiente no es un acto delictivo. Como
lo confirma el informe de la OMC al Congreso estadounidense,
el Servicio de Aduanas de China se niega a detener la exportación
de bienes falsificados aun cuando se le presenten pruebas eviden-
tes. Una vez que dichos bienes salen del país es mucho más difícil
seguirles la pista. Jack Clode, director gerente de la oficina de Kroll
FactFinders en Hong Kong, recuerda un caso de bienes falsificados
producidos en China con financiación de Taiwan, despachados por
una empresa mercantil registrada en Hong Kong y enviados a Brasil
por la India y Panamá.
Por el lado de la demanda, las autoridades de los países en
vías de desarrollo muchas veces carecen de la capacidad y la volun-
tad de perseguir la mercancía pirateada o falsificada. Algunos se
benefician actuando como principales o intermediarios o recibiendo
paga por hacer la vista gorda. En otros casos, las autoridades ven la
entrada de bienes falsificados como una manera de mantener contro-
lados los precios domésticos, y simpatizan poco con las multinacionales
de los países ricos a las que tienen por poderosos monopolios. Tal
es el caso en muchas regiones de África, especialmente donde la
corrupción es común y corriente, como en Nigeria, y en muchas
partes de Asia, como en la India, Pakistán, Malaisia, Indonesia,
Myanmar (Birmania), en Oriente Próximo (como en Arabia Saudí),
en Rusia y América Latina (como en Argentina y Brasil). Sin em-
bargo, los productos falsos también salen a los mercados de países

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EL ROLEX DE DOS DÓLARES I 137

desarrollados. Cuchillas de afeitar Gillette y pilas falsificadas en


China se venden, según la empresa, no sólo en América del Sur y en
los países de la antigua Unión Soviética sino también en América
del Norte y en Europa. En 2002, China figuró en el más alto renglón
de la lista de decomisos en las aduanas de Estados Unidos, con
más de 48 millones de dólares en bienes falsificados decomisados
en 1.488 operaciones policiales. Taiwan y Hong Kong ocuparon el
segundo y el tercer lugar. Estados Unidos informa que de los 95
millones de artículos falsos incautados por las autoridades en 2001,
el 18 por ciento era originario de China continental. Bien se puede
suponer que por cada producto decomisado muchos más llegan al
mercado. La situación parece estar empeorando: la UPA informa
que el número de DVD falsificados en China y decomisados en
el Reino Unido subió de 2.000, en el primer trimestre de 2003,
a 77.000, en el segundo y el tercero. Las operaciones de piratería
están tomando el aspecto de un negocio respetable, en el cual los
compradores extranjeros visitan las salas de exposición establecidas
y colocan pedidos de bienes falsos. Los vendedores ofrecen diversas
marcas falsificadas y prometen individualizar el artículo en cuanto
a su apariencia, empaquetado y etiquetaje. Además, como es propio
de una operación de servicio integral, a los compradores se les ofrece
embarque y logística para evitar las aduanas.
China no sólo exporta falsos insumos sino que los importa de
Vietnam, Malaisia,Taiwan, Hong Kong y demás, y los ensambla tanto
en artículos pirateados o falsificados como en productos «legítimos».
Los componentes que no se pueden obtener de los falsificadores
pero que son indispensables para ensamblar un producto falso se
obtienen de los fabricantes de los países desarrollados, a quienes no
les importa gran cosa o no saben cómo se van a usar sus productos.
De esta manera, China se está convirtiendo en el núcleo de una gran
red que permite economías de escala y especialización, multiplican-
do la ventaja competitiva de diversas localidades como lo haría una
multinacional legítima. También se está convirtiendo en un núcleo
electrónico y sus proveedores de servicios de Internet patrocinan sitios
pirateados para descargar gratis música y otros contenidos.

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Un último y preocupante aspecto de la globalización de


productos pirateados es la participación, cada día más notoria,
de los sindicatos internacionales del crimen. El incentivo es claro: la
edición europea de Time trae el ejemplo de un narcotraficante que
paga 47.000 dólares por un kilo de cocaína y lo vende en las calles por
94.000, o sea con un cien por cien de beneficios. Como alternativa,
puede comprar 1.500 ejemplares pirateados del programa Microsoft
Office 2000 y echarse al bolsillo un 900 por ciento de beneficios.
Hay indicios de que estos márgenes están despertando el interés de
grupos terroristas internacionales que ven allí un medio eficiente para
financiar sus operaciones.

MARCHA ADELANTE

La visión optimista es que poco a poco China combatirá a


los infractores como resultado de la presión que están ejerciendo los
países industrializados, de la continua evolución de su sistema
legal y de la convicción de que la situación actual frena las pers-
pectivas de desarrollar una industria nacional en áreas como el
software. La avalancha de entidades locales que se apropiaron de
las imágenes del vuelo espacial chino tripulado con su primer
taikonauta*, recordó al gobierno que la falta de protección para
los derechos de la propiedad intelectual puede serle muy perju-
dicial. Los optimistas mencionan igualmente el establecimiento
de tribunales de DPI y las enmiendas a la ley de la propiedad
intelectual, que indican la intención de poner en vigor los com-
promisos con la OMC, lo mismo que un mejor cumplimiento
en la edición de revistas.
Los pesimistas no tienen que ir más allá de las estadísticas
actuales y la laxitud de las autoridades locales y sus protegidos.
* Del inglés taikonaut, neologismo formado a partir del término chino táikón (espacio) y del
griego naútes (marinero), en semejanza con el inglés astronaut (astronauta) y el ruso kosmonavt
(cosmonauta). Término propuesto por Chiew Lee Yih en Internet, mayo de 1998, como
alternativa inglesa a la palabra oficial china yúhángyuán, aceptado rápidamente en el entorno
anglosajón y en otros muchos. (N. del E.)

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Pronostican expansión del campo de acción y el alcance geográfi-


co de las industrias de la piratería y la falsificación causada por la
consolidación de la producción y la destrucción en grandes centros,
los avances tecnológicos que hacen la piratería más barata y más
fácil, y las crecientes capacidades, recursos y cooperación entre las
empresas piratas. Como lo muestra la figura 5.2, los pesimistas
parecen ir ganando, por lo menos por ahora.

Figura 5.2. Expectativas de mejora del clima chino de piratería, Porcentajes de


empresas en cada categoría industrial
Fuente: Centro estatal de Investigación y Desarrollo del Consejo de Estado de la República
Popular China, datos citados en D. C. K. Chow, A Primer on Foreign Investment Enterprises
and Protection of Inteüectual Property in China. La Haya, Kluwer, 2002.

Navegación por el mar de los piratas

La piratería, la falsificación y otros abusos plantean diferentes


retos y provocan reacciones distintas. Por ejemplo, es más fácil
demandar ante un juez local a los falsificadores que tratan de
pasar por legítimo un artículo falso, que perseguirlos cuando
el demandante tiene que iniciar un largo y difícil proceso para
demostrar que el diseño de un producto viola sus derechos. Los
bienes falsificados corren el peligro de ser incautados por los
funcionarios de aduanas o por la policía, lo cual es una razón
más para desistir de exportarlos, pero ése no es el caso cuando se
trata de un producto basado en un diseño o un proceso pirateados.

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Lo que tienen en común los diversos fenómenos aludidos es que


todos lesionan un activo vital que sustenta la competitividad
misma de una empresa y la obliga a idear nuevas estrategias y
nuevas operaciones defensivas.
Dada la predominancia de la actitud pesimista y la falta
de incentivos para que el gobierno chino persiga a los infractores de
los DPI, las compañías van a tener que encontrar alguna manera
de competir en un ambiente en el cual no hay protección legal y en
el que su tecnología y sus marcas registradas están a la disposición
de todo el mundo. Además de formar pactos como la UPA, la Coa-
lición Mundial de Líderes de los Negocios contra la Falsificación y
la Alianza de Software Comercial, que importunan a sus gobiernos
para que presionen a las autoridades chinas y se esfuercen por hacer
ver al público los perjuicios que acarrean esas violaciones, les toca
a las empresas individuales y a los grupos industriales proponer las
iniciativas y defensas adecuadas.
En algunos casos, la violación del derecho de la propiedad
intelectual puede lesionar el modelo comercial de una empresa. Por
ejemplo, como descubrió Blockbuster, ¿para qué quiere un consu-
midor alquilar un vídeo o un DVD si puede comprar una copia
de buena calidad por menos de lo que le cuesta el alquiler? Esto,
además de los altos costes de operación, fue un factor decisivo en la
decisión de Blockbuster de salir del mercado de Hong Kong. Otros
han tenido que alterar su modelo comercial para hacer frente a la
realidad de las infracciones: estudios cinematográficos y editores
hacen ahora estrenos globales, reduciendo así el tiempo de que
disponen los piratas y los falsificadores para lanzar una versión de
contrabando, aun cuando esto no ayuda mucho cuando la versión
pirateada está disponible antes del estreno oficial.
Otras empresas están aprendiendo a proteger su tecno-
logía y sus conocimientos hasta donde sea posible. Para algunas
esto significa desarrollar un microchip «inteligente» al que los
ensambladores no tienen acceso ni pueden descifrar. Para otras,
las medidas son tan simples como estampar su logotipo en todas las
partes componentes. Otras confían en su capacidad de producir

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EL ROLEX DE DOS DÓLARES I 141

nueva tecnología con mayor rapidez que los imitadores. Otras, en


fin, tratan de protegerse haciéndose «ensambladoras» y contratando
la producción a empresarios chinos mientras que ellas retienen en
casa los conocimientos generales y básicos. Esta estrategia tampoco
está totalmente a prueba de infracciones, ya que subestima las redes
chinas informales que actúan como conductos para la transferencia
de conocimientos.
Evitar residir en China no impide la piratería y la falsifica-
ción. Como dice Boam, el ex consejero, el punto de partida debe
ser que «si se puede copiar, lo copiarán». La presencia física facilita
que copien un proceso complicado, sobre todo si es de aquéllos en
los cuales participan proveedores locales que pueden difundir los
conocimientos. Una firma extranjera con operaciones en China
estará en mejor posición para hacer seguimiento y presionar a las
autoridades de ese país para que actúen. Empresas como Gillette
asumen la carga del cumplimiento y financian ellas mismas las
incursiones de la policía. Las que resuelven abandonar China se
pierden las oportunidades de ese gran mercado. Establecer una
subsidiaria de propiedad total reduce las filtraciones de la tecnología
puesto que las operaciones cooperativas son medios eficaces para la
transferencia de conocimientos, sobre todo si el socio local posee
buena capacidad de aprendizaje.
Finalmente, como señala Boam, la protección de los DPI
debe ser parte integrante del plan de negocios de toda empresa
que piense negociar en China. Esto implica adoptar un método
distinto del que practica localmente o en otros mercados extranje-
ros. El Universal Music Group ha adoptado un modelo mercantil
que se supone reduce su vulnerabilidad a las infracciones. En
colaboración con el Shanghai Media Group, Universal no sólo
distribuirá su música sino que se diversificará para preparar a
artistas locales y utilizar medios, como los teléfonos móviles, que
se pueden controlar mejor.

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