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Comunicado de la Asamblea Ciudadana Contra la Guerra

-Zaragoza, 7 de abril de 2011-

Las organizaciones y personas que formamos parte de la Asamblea Ciudadana Contra la


Guerra saludamos con esperanza las revueltas que han sacudido el Magreb y Oriente
Medio por el fin del colonialismo al que han sido sometidos durante años y para
derrocar a sus gobiernos títeres. Apoyamos a todos los pueblos que se levantan
exigiendo justicia social y verdadera democracia.
Lo hacemos frente a las potencias occidentales que crearon las condiciones de estas
respuestas populares imponiendo la agenda capitalista del Fondo Monetario
Internacional, con la especulación mundial sobre los alimentos básicos que ha llevado el
hambre a medio mundo, armando hasta los dientes a esos dictadores que ahora caen y a
las élites corruptas que pretenden sucederlos. Las potencias occidentales saquean los
recursos y afianzan su poder negando a la población su capacidad de decisión y su
emancipación.
Ahora esos pueblos dicen basta y nos dan un ejemplo de coherencia y fortaleza,
levantándose por millones. En un ejercicio de hipocresía ejemplar, las potencias
occidentales cambiaron su discurso al ver que Túnez y Egipto se les iban de las manos:
han pasado a maniobrar financiera, política y diplomáticamente para controlar a los
nuevos gobiernos, tarea frente a la que mostramos nuestra solidaridad y apoyo a los
movimientos que siguen defendiendo los objetivos por los que tantos perdieron la vida.
En Libia, los gobiernos occidentales están dando un paso más. Venían preparando
desde noviembre de 2010 un cambio en la cúpula de la dictadura de Gadafi para
asegurarse aun más su sumisión. Por eso han aceptado como representantes de la
oposición a quienes hasta ayer eran jerifaltes del régimen libio y han convertido la
revuelta en una guerra civil por el control militar del país.
Por eso decimos rotundamente NO a esta nueva guerra, hoy disfrazada de
humanitarismo, como en Irak de búsqueda de armas de destrucción masiva y, en
Afganistán, de defensa de las mujeres o anti-terrorismo.
En realidad, esta guerra pretende el control de un acuífero de 4.000 kilómetros bajo
suelo libio. No es casualidad el protagonismo de Sarkozy: el capital transnacional
francés (empresas como Suez, Saur y Vivendi) ya controla la mitad del agua privatizada
en el mundo.
En realidad, esta guerra busca el control de la costa mediterránea y de Oriente
Medio, demonizando a Gadafi pero apoyando a la dictadura saudí en su invasión para
reprimir la revuelta de Bahrein, apoyando a los gobiernos de Yemen o Qatar y
apoyando a Israel, como siempre, cuando bombardea Gaza.
En realidad, esta guerra pretende establecer la base del Africom (comando militar
estadounidense) en el Norte de África y asegurar el control, no sólo de petróleo, gas,
fosfatos, divisas… de Libia, sino de todo el continente frente a China o cualquier otro
competidor.
Para ello, no han dudado en volver a manipular las Naciones Unidas, cuyo papel
como transmisor de los intereses imperialistas queda a la vista. Esta vez, a diferencia de
Irak, han podido más los intereses comunes que las disputas económicas internas que
entonces impidieron el apoyo de Francia a la invasión.
Una vez más, se utiliza el teatro de las Naciones Unidas y se olvidan sus
resoluciones si quien tiene que cumplirlas es Israel en Palestina o Marruecos en el
Sáhara.
Como resultado, la OTAN bombardea Libia con toneladas de uranio
emprobrecido que contaminarán el país durante milenios, mata civiles o destruye
ciudades e infraestructuras más allá de la pretendida “exclusión aérea”.
Es necesario recordar que por estas fechas se cumplen 25 años del referéndum de la
OTAN por el cual España se incorporó, con el gobierno del PSOE, al brazo militar del
imperialismo.
Ahora les oímos hablar de “solución negociada” y, a la vez, de incorporar militares
occidentales para dirigir a los rebeldes o de suministrarles más armas incumpliendo la
propia Resolución 1973. Su objetivo es conseguir un gobierno cómplice. Pero para ese
viaje no necesitaban estas alforjas explosivas: no necesitaban añadir más muerte a la
muerte, más destrucción a la represión.
Por eso decimos No a la guerra.
No, ahora, inmediatamente, ni un solo bombardeo más.
Porque somos los pueblos los que defendemos a los pueblos. Nosotros nunca hemos
abrazado y alabado a Gadafi, como han hecho todos los que hoy arrasan Libia.
Las potencias occidentales no son parte de la solución. Nunca lo han sido. Son parte del
problema: crean y alimentan los conflictos durante años y luego nos venden “soluciones
inmediatas” para que todo siga bajo su control. A los “aliados” les interesa que los
pueblos árabes sean cualquier cosa menos libres. Por eso no llevan la democracia a
esos países, sino que les imponen más gobiernos de torturadores y títeres de la CIA. Los
de Egipto y Túnez, fraudulentas réplicas de los regímenes de Mubarak y Ben Alí,
también colaboran en la guerra.
Denunciamos la hipocresía del PSOE que salió a las calles contra la guerra de Irak
mientras ahora apoya una invasión imperialista con el mismo objetivo: expoliar los
recursos de los pueblos.
Porque la democracia no se impone a base de misiles, destrucción y masacres:
Dejad de apoyar a los tiranos. Dejad de vender armas. Guardad vuestros aviones.
Queremos verdadera democracia, tanto en el Norte como en el Sur del Mediterráneo.
Apoyamos la lucha de los pueblos contra tiranos e imperialistas: en Afganistán, Arabia
Saudí, Argelia, Bahrein, Egipto, Irán, Irak, Jordania, Líbano, Libia, Marruecos,
Mauritania, Omán, Palestina, Qatar, Sahara, Siria, Túnez, Yemen...

EN LIBIA Y EN TODAS PARTES. UNA VEZ MÁS:


NO A LA GUERRA
NO QUEREMOS MÁS BOMBAS
QUEREMOS DEMOCRACIA, LIBERTAD Y JUSTICIA

DEJAD QUE LOS PUEBLOS DECIDAN

Asamblea Ciudadana Contra la Guerra. Zaragoza. Jueves 7 de abril de 2011.

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