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ALGUNAS CONSIDERACIONES JURÍDICO-INTERNACIONALES

ACERCA DE LA SENTENCIA DE LA SALA PENAL ESPECIAL DE


LA CORTE SUPREMA DE LA REPÚBLICA DEL PERÚ
CONTRA ALBERTO KENYA FUJIMORI FUJIMORI *

SOME CONSIDERATIONS BASED ON INTERNATIONAL LAW


CONCERNING THE JUDGEMENT ISSUED BY
THE SPECIAL CRIMINAL CHAMBER OF
THE SUPREME COURT OF THE REPUBLIC OF PERU
AGAINST ALBERTO KENYA FUJIMORI FUJIMORI

LUIS IGNACIO SÁNCHEZ RODRÍGUEZ† 1


JAVIER CHINCHÓN ÁLVAREZ 2

Sumario: I. CUESTIONES PREVIAS. II. LOS ASPECTOS CLAVE DESDE LA


PERSPECTIVA DEL DERECHO INTERNACIONAL. III. CONCLUSIONES.

Summary: I. INTRODUCTION. II. KEY ISSUES FROM THE INTERNATIONAL LAW


PERSPECTIVE. III. CONCLUSIONS.

I. CUESTIONES PREVIAS

No deja de sorprender que como han destacado reputados observadores 3, tanto el


proceso como la ciertamente transcendental sentencia de la Sala Penal Especial de la
Corte Suprema de la República del Perú, de 7 de abril de 2009, contra el ex presidente
Alberto Kenya Fujimori Fujimori 4, hayan suscitado una atención e interés

*
Esta contribución se enmarca dentro de un proyecto más amplio dirigido por el Profesor Miguel Pérez
Arroyo, que será objeto de publicación en una obra colectiva de comentarios sobre “El caso de Alberto
Fujimori Fujimori”, a cargo del Instituto Peruano de Criminología y Ciencias Penales-Centro de
Educación Continua (Lima, Perú).
1
Catedrático de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales de la Universidad
Complutense de Madrid.
2
Profesor Ayudante Doctor de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales de la
Universidad Complutense de Madrid.
3
Véase, por ejemplo, G. ORÉ AGUILAR, “Peru vs Fujimori: justice in the time of reason”, en
OpenDemocracy, 10 de julio de 2008. En sentido parcialmente similar, consúltense E. BERTONI, “Una
sentencia parteaguas”, en Revista del Instituto de Defensa Legal, número 192, 2009; J. HURTADO
POZO, “Reflexiones sobre la sentencia condenatoria en el Caso Fujimori”, en Ideelemail, número 597, 19
de mayo de 2009.
4
Sentencia de la Sala Penal Especial de la Corte Suprema de la República del Perú, Expediente Número:
A.V. 19-2001, 7 de abril de 2009.
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sensiblemente menores a los que concitaron otros procedimientos judiciales


históricamente comparables. Máxime si no se olvida que desde comienzos de diciembre
de 2007 asistimos a un hecho que para personalidades como el ex presidente de la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Carlos Ayala, resultaba sencillamente
impensable hace apenas diez años 5. Valoración de orden más bien local a la que desde
una perspectiva más amplia, el propio Ayala agregaba que Iberoamérica “es el
continente de la impunidad, (…) por eso, el juicio a Fujimori, es un aporte para todos
los latinoamericanos a fin de demostrar que los jefes de Estado comprometidos en
violaciones a los derechos humanos no deben quedar impunes” 6; particular sobre el que
también puso debido acento el observador de Amnistía Internacional durante el proceso
judicial 7, así como alguno de los representantes legales de las víctimas 8.

Tampoco debería desconocerse, en este mismo orden de ideas, que la serie de


actuaciones que se enjuiciaron durante este procedimiento se enmarcan dentro de lo que
la Comisión de la Verdad y la Reconciliación condensó bajo el siguiente enunciado: “El
conflicto armado interno vivido en el Perú entre 1980 y el 2000 ha sido el de mayor
duración, el de impacto más extenso sobre el territorio nacional y el de más elevados
costos humanos y económicos de toda la historia republicana” 9. A lo podríamos añadir
que por referirnos a las palabras de la misma Sala Penal Especial de la Corte Suprema,
frente a los crímenes que se cometieron en todos aquellos años, “la impunidad, diseñada
y llevada a cabo desde la más alta instancia del Estado, la Presidencia de la República,
(…) fue lo que a final de cuentas se consiguió. Además, se incoaron mecanismos de
persecución contra los denunciantes y se logró la inhibición de todo esfuerzo, individual
y colectivo, de esclarecer los hechos, procesar a los autores y sancionar a los
responsables” 10.

De igual modo, convendría destacar que la actuación de los órganos de justicia


peruanos en este caso no podría entenderse adecuadamente si se examinara desde un
enfoque exclusivamente interno; y ello porque en todo el largo proceso que culminó con
la sentencia de 7 de abril de 2009, sin duda alguna han jugado un papel decisivo
diversas instancias internacionales, y entre ellas, singularmente la Corte Interamericana
de Derechos Humanos, a partir de sus ya célebres decisiones en los casos Barrios

5
Cfr. ASOCIACIÓN PRO DERECHOS HUMANOS, “Otro testigo ratifica existencia de línea de mando
del grupo Colina. Sauñi: `Todo lo que hace la DINTE lo saben los jefes superiores´”, 1 de febrero de
2008, http://www.juicioysancionafujimori.org/index28-1febrero.html.
6
Vid. ídem.
7
Cfr. AMNISTÍA INTERNACIONAL, “Perú: La condena a Fujimori es un hito en la lucha por la
Justicia”, 7 de abril de 2009, http://www.amnesty.org/es/for-media/press-releases/peru-condena-fujimori-
hito-justicia-20090407.
8
Cfr. C. RIVERA, “La condena de Alberto Fujimori. Histórica sentencia por violaciones de derechos
humanos”, en Revista del Instituto de Defensa Legal, número 192, 2009.
9
Vid. COMISIÓN DE LA VERDAD Y RECONCILIACIÓN, Hatun Willakuy. Versión abreviada del
Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, Comisión de Entrega de la Comisión de la
Verdad y Reconciliación, Lima, 2004, p. 17.
10
Vid. Sentencia de la Sala Penal Especial de la Corte Suprema de la República del Perú, Expediente
Número: A.V. 19-2001, 7 de abril de 2009, párrafo 657, p. 567.

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Corte Suprema de la República del Perú contra Alberto Kenya Fujimori Fujimori

Altos 11 y La Cantuta 12; sentencias que de hecho son profusamente citadas a lo largo de
la resolución de la Sala Penal Especial.

En este contexto, es también interesante apuntar brevemente la potencial


vinculación entre la sentencia de 7 de abril de 2009 y lo que se ha venido a conocer
como “el derecho a la verdad”, ya en su faceta individual ya en su faceta colectiva o
social 13, en la línea de lo advertido por especialistas como Viviana Krsticevic, del
Centro por la Justicia y el Derecho Internacional 14. Y es que en este sentido, aunque
compartiendo la valoración de expertos como Zalaquett sobre el modo en que “la
verdad” puede emerger a partir de los procedimientos judiciales 15, señalaremos que pese
a que en la sentencia de la Sala Penal Especial apenas se menciona expresamente el
“derecho a la verdad” 16, tanto algunos de sus apartados como su misma estructura
general 17 parecen ajustarse en grado sobresaliente a lo que es exigible en virtud del
mismo.

Con todo, la naturaleza y objeto de este breve análisis impiden que nos
detengamos en estas cuestiones más allá de las consideraciones generales que acabamos
de exponer, con lo que en las próximas páginas concentraremos nuestros esfuerzos en la
conformación de una serie de comentarios sobre algunos de los aspectos esenciales de la
sentencia de 7 de abril de 2009, desde el enfoque del derecho internacional. A este
respecto, conviene adelantar que aunque pudieran haber sido varios los puntos de
interés a ser abordados, en realidad serán solamente dos los asuntos que a la postre
centrarán la atención de la Sala Penal Especial de la Corte Suprema.

II. LOS ASPECTOS CLAVE DESDE LA PERSPECTIVA DEL DERECHO INTERNACIONAL

En el plano teórico, el procesamiento judicial contra el ex presidente Alberto


Kenya Fujimori Fujimori podría haber puesto sobre la mesa cuanto menos dos
cuestiones jurídicas iniciales de amplio calado, a saber: la figura de la inmunidad de

11
Cfr. CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS, Caso Barrios Altos (Chumbipuma
Aguirre y otros vs. Perú), sentencia de 14 de marzo de 2001, en Serie C: Resoluciones y Sentencias, No.
75.
12
Cfr. CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS, Caso La Cantuta vs. Perú, Fondo,
Reparaciones y Costas, sentencia de 29 de noviembre de 2006, en Serie C: Resoluciones y Sentencias,
No. 162.
13
Para nuestra opinión sobre este particular en atención al derecho internacional vigente, puede
consultarse J. CHINCHÓN ÁLVAREZ, Derecho internacional y transiciones a la democracia y la paz.
Hacia un modelo para el castigo de los crímenes pasados a través de la experiencia iberoamericana, Ed.
Parthenon, Madrid, 2007, pp. 262-269.
14
Cfr. V. KRSTICEVIC, “La sentencia de Fujimori a la luz del derecho interamericano”, en Revista del
Instituto de Defensa Legal, número 192, 2009.
15
Cfr. J. ZALAQUETT, “Derechos Humanos y limitaciones políticas en las transiciones democráticas del
Cono Sur”, en Revista del Instituto Interamericano de Derechos Humanos, número 14, 1991, en especial
la p. 99.
16
De hecho, tan sólo es directamente referido en el contexto de las exigencias internacionales en relación
a la reparación. Véase la sentencia de la Sala Penal Especial de la Corte Suprema de la República del
Perú, Expediente Número: A.V. 19-2001, 7 de abril de 2009, párrafo 796, p. 691.
17
Para más datos, consúltense los apartados 1. B) y 2. B) del epígrafe II de este trabajo.

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jurisdicción penal atendiendo a su condición de ex jefe de Estado, y en cuanto a la


propia experiencia peruana, la virtualidad o incidencia de la pretendida amnistía
otorgada en virtud de la ley 2647918, y la ley de supuesta interpretación de ésta, la ley
2649219. Sin embargo, cuando la causa llegó formalmente a la Sala Penal Especial de la
Corte Suprema, estos dos particulares ya estaban sustancialmente resueltos.

En relación con el primero, fue durante el complejo proceso de extradición del ex


presidente Fujimori desde el vecino Chile20 cuando la inmunidad de jurisdicción penal fue
esencialmente discutida; materializándose, de hecho, como una de las alegaciones
principales de los representantes legales del ex jefe del Estado peruano21, aun

18
Como es sabido, en virtud de su articulado se dispuso: “Articulo 1º.- Concédase amnistía general al
personal Militar, Policial o Civil, cualquiera que fuere su situación Militar o Policial o Funcional
correspondiente, que se encuentre denunciado, investigado, encausado, procesado o condenado por
delitos comunes y militares en los fueros Común o Privativo Militar, respectivamente, por todos los
hechos derivados u originados con ocasión o como consecuencia de la lucha contra el terrorismo que
pudieran haber sido cometidos en forma individual o en grupo desde mayo de 1980 hasta la fecha de la
promulgación de la presente Ley. Artículo 2º.- Concédase amnistía general al personal militar en
situación de Actividad, Disponibilidad o Retiro y civil implicados, procesados o condenados por los
sucesos del 13 de noviembre de 1992. Artículo 3º.- Concédase amnistía general al personal militar en
situación de Actividad, Disponibilidad o Retiro denunciado, procesado o condenado o los delitos de
Infidencia, Ultraje a la Nación y a las Fuerzas Armadas, con ocasión del reciente conflicto en la frontera
norte. Artículo 4º.- El Poder Judicial, Fuero Común, Fuero Privativo Militar y el Ejecutivo, procederán
en el día, bajo responsabilidad, a anular los antecedentes policiales, judiciales o penales, que pudieran
haberse registrado contra los amnistiados por esta Ley, así como dejar sin efecto cualquier medida
restrictiva de la libertad que pudiera afectarles. Procederán igualmente a excarcelar a los amnistiados que
estuvieran sufriendo arresto, detención, prisión o pena privativa de la libertad, quedando subsistentes las
medidas administrativas adoptadas. Artículo 5º.- Esta excluido de la presente ley el personal Militar,
Policial o Civil que se encuentra denunciado, investigado, encausado o condenado por los delitos de
Tráfico Ilícito de Drogas, de Terrorismo y Traición a la Patria regulado por la Ley Nº. 25659. Artículo
6º.- Los hecho o delitos comprendidos en la presente amnistía, así como los sobreseimientos definitivos y
las absoluciones, no son susceptibles de investigación, pesquisa o sumario; quedando, todos los casos
judiciales, en trámite o en ejecución, archivados definitivamente.”
19
Tras la declaración de la juez Saquicuray acerca de la ley 26497, se emitió la ley 26492, en la que sin
sonrojo aparente, se estableció: “Artículo 1º.- Entiéndase que la amnistía otorgada por la Ley Nº. 26479,
según lo dispuesto en el inciso 3 del Artículo 139º de la Constitución Política, no constituye interferencia
en el ejercicio de la función jurisdiccional ni vulnera el deber del Estado de respetar y garantizar la plena
vigencia de los derechos humanos, reconocido por el Artículo 44º de la Constitución Política y, entre
otros Tratados sobre la materia, el numeral 1 del Artículo 1º de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos. Artículo 2º.- Precísese que dicha amnistía, en cuanto es un derecho de gracia cuya concesión
corresponde exclusivamente al Congreso, de conformidad con lo dispuesto en el inciso 6 del Artículo
102º de la Constitución Política, no es revisable en sede judicial. Artículo 3º.- Interprétese el Artículo 1º
de la Ley Nº. 26479 en el sentido que la amnistía general que se concede es de obligatoria aplicación por
los Órganos Jurisdiccionales y alcanza a todos los hechos derivados u originados con ocasión o como
consecuencia de la lucha contra el terrorismo cometidos en forma individual o en grupo desde el mes de
mayo de 1980 hasta el 14 de Junio de 1995, sin importar que el personal militar, policial o civil
involucrado se encuentre o no denunciado, investigado, sujeto a proceso penal o condenado; quedando
todos los casos judiciales en trámite o en ejecución archivados definitivamente de conformidad con el
Artículo 6º de la Ley precitada.”
20
Para una cronología de la misma, http://www.minjus.gob.pe/extradiciones/CasoFujimori/cronologia.asp
21
Véase a este respecto el fallo del Ministro Instructor de la Corte Suprema de Justicia de Chile, Orlando
Álvarez Hernández, de 11 de julio de 2007, pp. 14, 34-36, 53. Para más datos acerca de esta decisión,
resulta de interés la lectura de INSTITUTO DE DEMOCRACIA Y DERECHOS HUMANOS DE LA

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Corte Suprema de la República del Perú contra Alberto Kenya Fujimori Fujimori

probablemente más retórica que real. Por ello, en esta ocasión sólo apuntaremos que en lo
que aquí ocupa22, pese a lo poco edificante de la mayoría del literal de la sentencia del
Tribunal Internacional de Justicia en el asunto de la Orden de arresto de 11 de abril del
2000 23, ya entonces se nos recordó allí con la claridad precisa que “such persons enjoy
no criminal immunity under international law in their own countries, and may thus be
tried by those countries courts in accordance with the relevant rules of domestic law” 24.
En este sentido entonces, la Sala Penal Especial de la Corte Suprema del Perú se limitó
a esgrimir oportunamente la normativa aplicable según el derecho interno peruano en
este punto, expresamente en el contexto del cómputo temporal a los efectos de la
prescripción 25.

Ahora bien, es interesante anotar que en la decisión definitiva sobre la


extradición del ex presidente Fujimori, la Corte Suprema de Chile además de incidir en
lo que acabamos de recoger 26 y de sumarse a la consideración que sostendría que con
carácter general “al cesar en el ejercicio de sus funciones, cesa la inmunidad” 27, sí
pareció alejarse expresamente de la lamentable conclusión adoptada por el Tribunal

PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL PERÚ, “CASO FUJIMORI: Análisis jurídico de la


sentencia del Ministro Orlando Álvarez” (original en poder de los autores).
22
Sobre toda la problemática derivada de esta particular, no debe dejarse de consultar R. CARNERERO
CASTILLA, La inmunidad de jurisdicción penal de los Jefes de Estado extranjeros, Editorial Iustel,
Madrid, 2007.
23
Cfr., asunto de la Orden de arresto de 11 de abril del 2000 (República Democrática del Congo c.
Bélgica), I.C.J. Reports 2002. Véase un destacable estudio crítico de esta sentencia en R. CARNERERO
CASTILLA, “Un paso atrás en la lucha contra la impunidad. La sentencia de la Corte Internacional de
Justicia de 14 de febrero de 2002 en el asunto relativo a la orden de arresto de 11 de abril de 2000
(República Democrática del Congo c. Bélgica)”, en L. I. SÁNCHEZ RODRÍGUEZ (ed.): Cuadernos de
Jurisprudencia Internacional I, Departamento de Derecho de Internacional Público y Derecho
Internacional Privado de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid, Madrid,
2004, pp. 83-104. Consúltense igualmente Mª. D. BOLLO AROCENA, “Soberanía, justicia universal e
inmunidad de jurisdicción en los asuntos: República Democrática del Congo c. Bélgica y República
Democrática del Congo c. Francia”, Revista Española de Derecho Internacional, volumen LVI, número
1, 2004; J. FERRER LLORET, “Impunidad versus inmunidad de jurisdicción: la sentencia del Tribunal
Internacional de Justicia de 14 de febrero de 2002 (República Democrática del Congo contra Bélgica)”,
Anuario de Derecho Internacional, volumen XVIII, 2002; o el más general J. VERHOEVEN, “Les
inmunités propres aux organes ou autres agents des sujets du droit international”, en J. VERHOEVEN,
(dir): Le droit international des immunitiés: contestation ou consolidation?, Boeck & Larcier, Bruselas,
2004, en especial pp. 120-146.
24
Vid., asunto de la Orden de arresto de 11 de abril del 2000 (República Democrática del Congo c.
Bélgica), I.C.J. Reports 2002, párrafo 61.
25
Cfr. Sentencia de la Sala Penal Especial de la Corte Suprema de la República del Perú, Expediente
Número: A.V. 19-2001, 7 de abril de 2009, párrafo 695, pp. 606-607.
26
Cfr., la nueva redacción del párrafo 1 del motivo 16 de la decisión de 11 de julio de 2007 dada por la
sentencia de la Corte Suprema de Chile, caso solicitud de extradición de Alberto Fujimori, 21 de
septiembre de 2007, rol 3744-07. Para un análisis de esta resolución, puede verse G. AGUILAR
CAVALLO, “Extradición y derechos humanos: algunas reflexiones a partir del caso Fujimori (sentencia
dictada por la Corte Suprema con fecha 21 de septiembre de 2007)”, Revista Ius et Praxis, año 13,
número 2, en especial pp. 423-425.
27
Cfr., el segundo párrafo del motivo 16 de la decisión de 11 de julio de 2007 que se recoge en la
sentencia de la Corte Suprema de Chile, Caso solicitud de extradición de Alberto Fujimori, 21 de
septiembre de 2007, rol 3744-07.

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Internacional de Justicia en la causa ya referida 28, al apuntar que de cualquier modo, la


inmunidad en liza sólo podría ser pertinente en relación a las funciones propias de, en
este caso, un Jefe del Estado 29. Suscribiendo de hecho dos afirmaciones fundamentales:
En primer lugar, que “los cuerpos legislativos nacionales deben garantizar que sus
tribunales tienen competencia respecto de toda persona sospechosa o acusada de delitos
graves, comprendidos en el Derecho Internacional, cualquiera que sea el cargo oficial de
esa persona en el momento del presunto delito o en cualquier otro momento
posterior” 30; y en segundo, que “más todavía tratándose de delitos contra los derechos
humanos, el Derecho Internacional postula invariablemente que no eximirá de
responsabilidad por tales actos el hecho de que el responsable haya ostentado el carácter
de Jefe de Estado, todo ello precisamente porque en tales casos es muy frecuente que
ellos formen parte de políticas estatales” 31.

En cuanto al segundo aspecto señalado, las leyes de amnistía, baste indicar en lo


que ahora interesa 32, que junto a lo manifestado por los órganos del sistema de

28
En concreto: “The Court has carefully examined State practice, including national legislation and those
few decisions of national higher courts, such as the House of Lords or the French Court of Cassation. It
has been unable to deduce from this practice that there exists under customary international law any
form of exception to the rule according immunity from criminal jurisdiction and inviolability to
incumbent Ministers for Foreign Affairs, where they are suspected of having committed war crimes or
crimes against humanity. The Court has also examined the rules concerning the immunity of criminal
responsibility of persons having an officia1 capacity contained in the legal instruments creating
international criminal tribunals, and which are specifically applicable to the latter (…). It finds that these
rules likewise do not enable it to conclude that any such an exception exists in customary international
law in regard to national courts. Finally, none of the decisions of the Nuremberg and Tokyo international
military tribunals, or of the International Criminal Tribunal for the former Yugoslavia, cited by Belgium
deal with the question of the immunities of incumbent Ministers for Foreign Affairs before national courts
where they are accused of having committed war crimes or crimes against humanity. The Court
accordingly notes that those decisions are in no way at variance with the findings it has reached above.
In view of the foregoing, the Court accordingly cannot accept Belgium's argument in this regard.” Vid.,
asunto de la Orden de arresto de 11 de abril del 2000 (República Democrática del Congo c. Bélgica),
I.C.J. Reports 2002, párrafo 58.
29
Cfr., la nueva redacción del párrafo 1 del motivo 16 de la decisión de 11 de julio de 2007 dada por la
sentencia de la Corte Suprema de Chile, caso solicitud de extradición de Alberto Fujimori, 21 de
septiembre de 2007, rol 3744-07.
30
Vid., el motivo 15 de la decisión de 11 de julio de 2007 que se recoge en la sentencia de la Corte
Suprema de Chile, caso solicitud de extradición de Alberto Fujimori, 21 de septiembre de 2007, rol 3744-
07.
31
Vid., el motivo 17 de la decisión de 11 de julio de 2007 que se recoge en la sentencia de la Corte
Suprema de Chile, caso solicitud de extradición de Alberto Fujimori, 21 de septiembre de 2007, rol 3744-
07. Mucho más discutible es, no obstante, la afirmación que se realiza a continuación, en cuanto se
sostiene sin mayor matización que “el principio de Derecho Internacional generalmente reconocido
beneficia en todo caso al Jefe de Estado en ejercicio, cuando en su carácter oficial se encuentra de visita
en otro Estado, lo que evidentemente no es el caso de autos.”
32
Para nuestra opinión sobre la licitud internacional de las leyes de amnistía, puede acudirse a J.
CHINCHÓN ÁLVAREZ, Derecho internacional y transiciones a la democracia y la paz..., op. cit., pp.
437-458; así como al más específico y actualizado J. CHINCHÓN ÁLVAREZ, “Modelos de persecución
penal y Justicia Transicional en Iberoamérica. Algunas enseñanzas jurídico-internacionales tras los
procesos de transición iberoamericanos: Impunidad fáctica, amnistías e indultos”, en M. CAPELLÀ I
ROIG y D. GINARD I FERÓN (coords.), Represión política, justicia y reparación. La memoria histórica

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protección de los derechos humanos de las Naciones Unidas 33, en el sistema


interamericano este particular ya estaba solventando justamente en relación al caso
peruano. Así, lejos ya de lo que sostuviera la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos allá por 1986 34, tanto primero ésta 35 como después la Corte Interamericana de
Derechos Humanos, habían concluido con la rotundidad necesaria “que son
inadmisibles las disposiciones de amnistía, las disposiciones de prescripción y el
establecimiento de excluyentes de responsabilidad que pretendan impedir la
investigación y sanción de los responsables de las violaciones graves de los derechos
humanos tales como la tortura, las ejecuciones sumarias, extralegales o arbitrarias y las
desapariciones forzadas, todas ellas prohibidas por contravenir derechos inderogables
reconocidos por el Derecho Internacional de los Derechos Humanos” 36. Esta impecable
valoración fue posteriormente asumida y recogida por los órganos de justicia peruanos,
singularmente por el Tribunal Constitucional en sentencias como la del 29 de
noviembre de 2005 37 y la del 2 de marzo de 2007 38, oportunamente alejadas de
posicionamientos anteriores, como los de mediados-fines del decenio de 1990 39;
decisiones en las que se declaró, por referirnos a la última de ellas, que: “… el Tribunal
considera que las leyes de amnistía N.º 26479 y N.º 26492 son nulas y carecen, ab
initio, de efectos jurídicos. Por tanto, también son nulas las resoluciones judiciales
dictadas con el propósito de garantizar la impunidad de la violación de derechos
humanos cometida por los integrantes del denominado Grupo Colina. En su condición
de resoluciones judiciales nulas, ellas no dan lugar a la configuración de la cosa juzgada
constitucional garantizada por los artículos 102, inciso 6 y el artículo 139, inciso 13, de
la Constitución, en la medida en que no existe conformidad con el orden objetivo de
valores, con los principios constitucionales y con los derechos fundamentales que la
Constitución consagra” 40.

en perspectiva jurídica (1936-2008), Ediciones Documenta Balear, Palma de Mallorca, 2009, pp. 281-
312.
33
Véase por ejemplo, COMITÉ DE DERECHOS HUMANOS, “Observaciones finales del Comité de
Derechos Humanos: Perú”, Documento de las Naciones Unidas: CCPR/C/79/Add.67, 8 de noviembre de
1996, en especial párrafo 9.
34
Cfr. COMISIÓN INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS, “Informe Anual, 1985-1986”,
OEA/Ser.L/V/II.68, doc. 8 rev. 1, 26 de septiembre de 1986, Capítulo V, párrafos 10-11.
35
Cfr. COMISIÓN INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS, “Informe Nº. 1/96,
Chumbivilcas, Perú, caso 10.559”, 1 de marzo de 1996; “Informe N°. 38/97, Hugo Bustos Saavedra,
Perú, caso 10.548”, 16 de octubre de 1997; “Informe Nº. 42/97, Ángel Escobar Jurador, Perú, caso
10.521”, 19 de febrero de 1998; “Informe Nº. 43/97, Héctor Pérez Salazar, Perú, caso 10.562”, 19 de
febrero de 1998; “Informe, Martín Javier Roca Casas, Perú, caso 11.233”, 19 de febrero de 1998;
“Informe Nº. 41/97, Estiles Ruiz Dávila, Perú, caso 10.491”, 19 de febrero de 1998; “Informe Nº. 101/01,
Ejecuciones extrajudiciales y desapariciones forzadas de personas, Perú, caso 10.247 y otros”, 11 de
octubre de 2001.
36
Vid. Caso Barrios Altos (Chumbipuma Aguirre y otros v. Perú), sentencia de 14 de marzo de 2001, en
Serie C: Resoluciones y Sentencias, No. 75, párrafo 41.
37
Cfr. Sentencia del Tribunal Constitucional de 29 de noviembre de 2005, EXP. N.° 4587-2004-AA/TC.
38
Cfr. Sentencia del Tribunal Constitucional de 2 de marzo de 2007, EXP. N.° 679-2005-PA/TC.
39
Véase, por ejemplo, sentencia del Tribunal Constitucional de 28 de abril de 1997, STC 00013-1996-
AI/TC.
40
Vid. Sentencia del Tribunal Constitucional de 2 de marzo de 2007, EXP. N.° 679-2005-PA/TC, párrafo
60.

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Justamente desprovistas de sus pretendidos efectos jurídicos, las leyes de


amnistía peruanas sólo jugarían entonces un papel de cierto elemento de contexto a lo
largo de la sentencia de la Sala Penal Especial de la Corte Suprema 41.

Consecuencia de todo lo anterior es precisamente lo que ya anunciamos al


comienzo. La consolidación de dos cuestiones como aspectos básicos, desde la
perspectiva del derecho internacional, en los razonamientos y decisión final de la Sala
Especial, a saber: De un lado, la potencial calificación jurídica de los hechos enjuiciados
como crímenes de derecho internacional, en concreto, como crímenes contra la
humanidad; del otro, y aunque con un protagonismo menor, el examen acerca del grado
de autoría o participación del ex presidente Fujimori en los delitos en cuestión. Pasemos
entonces a abordar ambos puntos.

1. La calificación jurídica: aplicación de la figura de los crímenes contra la


humanidad

A) Planteamiento del problema

Fue la propia Sala Penal Especial de la Corte Suprema la que puso el acento
preciso en el problema de fondo acerca de este particular, cuando señaló en relación a
los crímenes contra la humanidad, que “ni siquiera en la actualidad el legislador
ordinario ha cumplido con las exigencias de tipificación material derivadas de la
ratificación por el Perú del Estatuto de la Corte Penal Internacional” 42. Triste realidad
que nos trae a la mente las muy acertadas reflexiones del profesor Remiro Brotóns, esto
es, que “no hay razón alguna para hacer a los criminales beneficiarios de la morosidad
de los legisladores estatales una vez que los tipos ya establecidos en el orden
internacional son recibidos –miméticamente o por equivalencia- por los ordenamientos
internos” 43.

De este modo, en lo referido a esta cuestión capital no nos enfrentamos a otra


cosa que a la sempiterna tensión entre el principio de autonomía de tipificación penal
del derecho internacional y ciertas interpretaciones del principio de legalidad penal en
perspectiva interna. Formulado en otros términos, asistimos a la tantas veces fatal
colisión entre el enunciado que sostiene que el hecho de que en el derecho interno no se
imponga pena alguna por un acto que constituye un crimen de derecho internacional no
exime de responsabilidad a quien lo haya cometido 44, frente a los tres postulados

41
En este sentido, pueden verse específicamente los párrafos 653-657 de la sentencia de la Sala Penal
Especial de la Corte Suprema de la República del Perú, Expediente Número: A.V. 19-2001, 7 de abril de
2009.
42
Vid. Sentencia de la Sala Penal Especial de la Corte Suprema de la República del Perú, Expediente
Número: A.V. 19-2001, 7 de abril de 2009, párrafo 711, p. 618.
43
Vid. A. REMIRO BROTÓNS, El caso Pinochet. Los límites de la impunidad, Biblioteca Nueva,
Madrid, 1999, p. 60.
44
Cfr., entre otros, Principio II de los “Principios de Derecho Internacional reconocidos por el Estatuto y
por las sentencias del Tribunal de Núremberg”, en Anuario de la Comisión de Derecho Internacional,
vol. II, 1950. En sentido similar, aunque restringido al ámbito de este texto, recuérdese el contenido del
artículo 1.2 del “Proyecto de Código de Crímenes contra la Paz y la Seguridad de la Humanidad”,

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clásicos de Feuerbach, es decir que: a) Toda aplicación de una pena supone una ley
previa (nulla poena sine lege); b) la aplicación de una pena presupone la realización de
la infracción prevista en la figura legal (nulla poena sine crimine); y c) la infracción
viene determinada por la pena legal (nullum crimen sine poena legale).

Ahora bien, a la hora de plantear el problema consustancial a lo que se ha venido


a denominar como “aplicación retrospectiva del derecho internacional penal”, resulta
interesante comenzar recordando aquella taxativa afirmación que hiciera el Comité de
Derechos Humanos a inicios del actual milenio, esto es, que “las violaciones graves de
los derechos civiles y políticos durante el gobierno militar deben ser perseguibles
durante todo el tiempo necesario y con toda la retroactividad necesaria para lograr el
enjuiciamiento de sus autores. El Comité recomienda que se siga desplegando un
esfuerzo riguroso a este respecto…” 45. Pese al literal de esta consideración, o acaso
tratando de interpretarla correctamente, lo cierto es que se hace imprescindible realizar
aquí una distinción de raíz entre la llamada aplicación retrospectiva y la aplicación
retroactiva de la ley penal. Así, mientras que la segunda estaría, en líneas generales,
prohibida tanto por el derecho interno como por el derecho internacional, la primera
sería aceptada como una consecuencia directa del principio de autonomía de tipificación
penal del derecho internacional y del mismo principio de legalidad (o juridicidad) en el
orden internacional. Esta distinción fundamental encuentra una materialización
completa, además de en otras disposiciones referidas supra, en el artículo 13 del ya
citado Proyecto de Crímenes contra la Paz y la Seguridad de la Humanidad, a tenor del
cual:
“1. Nadie será condenado en virtud del presente Código por actos ejecutados
antes de que entre en vigor.
2. Nada de lo dispuesto en este artículo impedirá el juicio de cualquier individuo
por actos que, en el momento de ejecutarse, eran criminales en virtud del
derecho internacional o del derecho nacional”.

Desde un enfoque teórico, la figura de la aplicación retrospectiva podría


resumirse entonces bajo la consideración de que al existir una serie de crímenes que
pueden (o deben) ser perseguidos desde su aparición en el derecho internacional penal,
su castigo no habría de quedar limitado al momento en que los mismos se recojan en el
derecho penal estatal, sino que, bien al contrario, esa tipificación interna sólo debería
interpretarse, en todo caso, como un requisito necesario en clave de derecho estatal para
poder aplicar “retrospectivamente” las sanciones penales correspondientes a aquellos
crímenes que ya existían como tales en el derecho internacional.

aprobado en segunda lectura, en su 48º período de sesiones, por la Comisión de Derecho Internacional,
Documento de las Naciones Unidas: A/CN.4/ L .532, 8 de julio de 1996, en Anuario de la Comisión de
Derecho Internacional, 1996, volumen II, segunda parte. Igualmente, véase el artículo 15.2 del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, adoptado en Nueva York el 16 de diciembre de 1966.
45
Vid. COMITÉ DE DERECHOS HUMANOS, “Observaciones finales del Comité de Derechos
Humanos: Argentina”, Documento de las Naciones Unidas: CCPR/CO/70/ARG, 3 de noviembre de 2000,
párrafo 9.

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No escapa que esta construcción ha levantado y levanta diversas ampollas


doctrinales, sobre todo entre los operadores de derecho interno, y aunque no
disponemos ahora del espacio necesario para profundizar en sus fundamentos, valga
ejemplificar las posiciones en conflicto recordando posturas como la de Sancinetti, para
quien la obligación de castigar crímenes como la tortura no puede alcanzar a
transformar en punible un acto ya cometido, si el hecho no hubiera constituido delito
según el derecho interno al momento de su comisión 46, frente a lo que exponen otros
especialistas, como el profesor Remiro Brotóns, que propone que la fecha decisiva para
que pueda proceder a la persecución y castigo de un crimen internacional no debería ser
la de su incorporación a las normas internas, sino la de su cristalización en las normas
de derecho internacional pertinentes 47. En este mismo orden de ideas, y a pesar de ser
también una cuestión largamente discutida y no menos polémica por ello, conviene
recordar que si ya para algunos autores cuando los Tribunales Internacionales de
Núremberg y Tokio aplicaron la figura de los crímenes contra la humanidad no lo
hicieron de forma retroactiva sino que los Estatutos de ambos tribunales tan sólo
estaban codificando y aplicando unos comportamientos que ya eran criminales por
violar las “leyes de la humanidad” 48, lo que sin duda resulta irrebatible es que la
práctica estatal posterior en este sentido ha sido y es, cualitativamente, notable.

De hecho, en muchos de los procesos por crímenes de derecho internacional


desarrollados por diversos órganos judiciales nacionales es posible identificar, con
claridad meridiana, la figura de la aplicación retrospectiva de la ley penal como sustento
jurídico básico; sin olvidar algunas resoluciones de instancias internacionales, como la
decisión del Tribunal Europeo de Derechos Humanos en el caso Kolk y Kislyiy 49. En
este punto, los ejemplos irían desde los procedimientos judiciales habidos
inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial hasta causas como el caso
Eichmann 50, los casos Barbie 51, Demjanjuk v. Petrovsky 52, Finta 53, Polyukhovic54 o

46
Cfr. M. A. SANCINETTI, Los derechos humanos en la Argentina postdictatorial, Ed. Hammurabi,
Argentina, 1987, p. 129.
47
Cfr. A. REMIRO BROTÓNS, El caso Pinochet…, op. cit., p. 60.
48
Sobre todo este particular, puede verse M. CAPELLÁ I ROIG, La tipificación internacional de los
crímenes contra la humanidad, Tirant lo Blanch, Valencia, 2005.
49
En esta ocasión, y frente a la alegación de que los crímenes contra la humanidad no habían sido
incorporados en la legislación interna hasta 1994, siendo que los hechos por los que se condenó a los
apelantes habían sido perpetrados en marzo de 1949, el Tribunal sostuvo que incluso si los actos
cometidos pudieron haber sido considerados legales bajo las leyes soviéticas de aquella época, los
tribunales de Estonia habían entendido que eran crímenes contra la humanidad según el derecho
internacional en el momento de su comisión; conclusión que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos
compartió absolutamente, declarando en consecuencia la inadmisión de la demanda de Kolk y Kislyiy.
Cfr. TRIBUNAL EUROPEO DE DERECHOS HUMANOS, “Decision as to the admissibility of
Application no. 23052/04 by August Kolk and Application no. 24018/04 by Petr Kislyiy against Estonia”,
17 de enero de 2006, http://cmiskp.echr.coe.int.
50
En esta causa, de enorme importancia, la cuestión radicaba no sólo en la inexistencia de tipificación
penal interna en el momento de comisión de los crímenes que se juzgaban, sino en el hecho que el propio
Estado que lo hacía ni siquiera existía en aquel momento. Como sentenciara la entonces Corte Suprema
de Israel en un párrafo ya célebre: “Not only do all the crimes attributed to the appellant bear an
international character, but their harmful and murderous effects were so embracing and widespread as to
shake the international community to its very foundations. The State of Israel therefore was entitled,
pursuant the principle of universal jurisdiction and in the capacity of a guardian of international law and

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Bouterse 55; y del otro lado, ha de destacarse que aquellas decisiones judiciales que han
omitido en sus razonamientos esta circunstancia han sido abiertamente criticadas por la
doctrina especializada. Así, por citar un caso próximo, tras la -censurable en muchos
aspectos- sentencia del Tribunal de Casación francés en el caso Aussaresses 56, resulta
paradigmática la atinada objeción argumentativa expuesta por Lelieur-Fischer 57.

an agent for its enforcement, to try the appellant. That being the case, no importance attaches to the fact
that the State of Israel did not exit when the offences were committed”; y es que afirmó la Corte: “the
deeds for which the appellant was convicted must be regarded as having been prohibited by the law of
nations since “time immemorial”, and that from this aspect the enactment of the Law of 1950 was not in
any way in conflict with the maxim nulla poena, nor did it violate the principle inherent therein.” Vid.
Caso Attorney General of the Government of Israel v. Adolf Eichmann, Supreme Court of Israel (sitting
as a Court of Criminal Appeal), 29 de mayo de 1962, en International Law Reports, vol. 36, 1968, pp.
304 y 283.
51
En realidad, el fundamento jurídico esencial fue la aceptación del carácter imprescriptible de los
crímenes contra la humanidad sobre la base de lo dispuesto en la ley francesa de 26 de diciembre de
1964, aplicando, en todo caso, la normativa fijada tras el Acuerdo de Londres de 1945 a los actos
cometidos por Klaus Barbie durante la Segunda Guerra Mundial en un juicio realizado ante los tribunales
franceses en 1987. Cfr. A. CASSESE, Los derechos humanos en el mundo contemporáneo, Ariel,
Barcelona, 1993, pp. 104-127.
52
Fundándose en el derecho a ejercer una jurisdicción universal por las violaciones del derecho de gentes
y por crímenes contra la humanidad, los Estados Unidos de América, según el fallo dictado por el
Tribunal de Apelaciones itinerante de ese país, podían aplicar la extradición a Israel, o a cualquier otro
país, de un guardián de un campo de concentración nazi acusado de crímenes cometidos 40 años atrás.
Cfr. M. C. ROBERGE, “Jurisdicción de los Tribunales ad hoc para ex Yugoslavia y Ruanda por lo que
respecta a los crímenes de lesa humanidad y de genocidio”, Revista Internacional de la Cruz Roja,
número 144, 1997.
53
Sobre la base de lo dispuesto en la legislación canadiense de 1985, los tribunales de este Estado
iniciaron actuaciones penales contra Imre Finta acusándole de diversos crímenes contra la humanidad
cometidos en Hungría durante la Segunda Guerra Mundial, procesamiento que fue ratificado por la
decisión de la Suprema Corte de Justicia de Canadá de 24 de marzo de 1994. Pueden consultarse todos los
documentos del proceso en http://www.u-j.info/index/113563.
54
Sobre la base de la Australian War Crimes Act de 1945 –modificada en 1988- se enjuició al acusado
por los crímenes de guerra cometidos entre 1942 y 1943 cuando éste servía en el ejército alemán en
Ucrania. En 1991, con motivo de las alegaciones de la defensa de Polyukhovic, la Corte Suprema de
Australia, apoyándose en lo establecido en el artículo 15.2 del Pacto Internacional de Derecho Civiles y
Políticos, afirmó la validez de la aplicación retrospectiva discutida y desestimó la alegación presentada.
Cfr. Caso Polyukhovich v. Commonwealth of Australia and another, High Court of Australia, 14 de
agosto de 1991.
55
El Tribunal de Apelaciones de Ámsterdam llegó a la conclusión de que aunque en 1982 aún no se había
redactado la Convención contra la Tortura, había motivos suficientes para creer que la tortura masiva y
sistemática de civiles ya se consideraba en aquel momento un crimen contra la humanidad comprendido
en el derecho internacional consuetudinario, pudiendo aplicársele entonces la legislación penal holandesa
aun siendo posterior a esos hechos. Cfr. AMNISTÍA INTERNACIONAL, “Acabar con la impunidad.
Justicia para las víctimas de tortura”, Índice AI: ACT 40/024/2001, 19 de noviembre de 2001, Crímenes
de lesa humanidad en Suriname/Surinam y jurisdicción universal en los Países Bajos/Netherlands.
56
Caso Aussaresses, Sentencia de la Sala Criminal del Tribunal de Casación de Francia, 17 de julio de
2003.
57
Cfr. J. LELIEUR-FISCHER, “Prosecuting the Crimes against Humanity Committed during the
Algerian War: an Impossible Endeavour? The 2003 Decision of the French Court of Cassation in
Aussaresses”, Journal of International Criminal Justice, volumen 2, número 1, 2004, en especial véase
p. 235.

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Si volvemos ahora la vista a España, podríamos escoger en este momento un


caso que es citado por la misma Sala Penal Especial de la Corte Suprema del Perú, el
caso Scilingo 58. En lo que aquí ocupa, cabrá mencionar que en este complejo proceso, la
Audiencia Nacional española afirmó con rotundidad lo que sigue:
“Partimos de la prohibición penalmente sancionada, desde hace décadas, por el
derecho internacional, de las conductas a que se refiere el tipo penal
recientemente introducido (...) No puede decirse, por tanto, que se traten de
conductas que no estaban anteriormente prohibidas (...), difícilmente se vulnera
el principio de legalidad penal cuando en el Derecho internacional la figura de
los crímenes contra la humanidad está en vigencia (internacional) desde hace ya
muchas décadas. Que no existiera un Tribunal o ninguna jurisdicción estatal se
hubiera encargado de hacer cumplir o sancionar la infracción de dichas normas
internacionales no pone en cuestión la vigencia de las mismas.
(...)
Hemos de tener en cuenta que el principio “nullun crimen sine lege”, es, se trata,
de un principio de justicia superior. Expresa ante todo un principio de justicia y
no puede haber mayor injusticia que llevar a cabo interpretaciones estrictas
conducentes a la impunidad del sujeto. En definitiva hemos de decir aquí que
desde una perspectiva internacional, existía en el momento de la producción de
los hechos normas internacionales consuetudinarias de aplicabilidad general que
prohibían claramente las conductas llevadas cabo durante la dictadura militar
argentina por militares, Fuerzas de Seguridad del estado y civiles en la llamada
lucha contra la subversión, (...) ya existían suficientes elementos en el ámbito
internacional para tener una idea cierta de que esas conductas eran constitutivas
de un crimen contra la humanidad e iban no sólo contra el derecho interno sino
también contra el derecho internacional por lo que, al margen de las posibles
consecuencias o responsabilidad internacional del Estado argentino, en virtud
del principio de responsabilidad individual, también les era exigible a sus
autores y participes responsabilidad penal internacional por ese tipo de
conductas” 59.

Aun más, sobre la base de todas estas consideraciones, la Audiencia Nacional


concluyó lo que puede estimarse como síntesis de la esencia lógica de la aplicación
retrospectiva de la ley penal: “... no tiene ningún fundamento y carece del menor
sentido, (...) que el legislador español, al introducir dicho precepto penal (art. 607 bis
CP) se estaba limitando a permitir en el ordenamiento español, pero sólo de cara al
futuro y para el ámbito interno español, la persecución de este tipo de crímenes (...),
dejando sin previsión en derecho interno la norma penal internacional que ya desde hace
décadas castigaba ese tipo de conductas. Ello significaría negar cualquier clase de
58
Sobre el mismo pueden consultarse M. CAPELLÀ I ROIG, “Los crímenes contra la humanidad en el
caso Scilingo”, Revista Electrónica de Estudios Internacionales, número 10, 2005; J. L. GALÁN
MARTÍN, “El Caso Scilingo: breve crónica judicial”, Revista La Ley Penal, número 25, año III, 2006;
así como M. OLLÉ SESÉ, Justicia universal para crímenes internacionales, La Ley, Madrid, 2008, pp.
64-66, cuyas posiciones compartimos.
59
Vid. Sentencia de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional de España de 19 de abril de 2005,
Sentencia Nº. 16/2005, 4. El problema de la tipicidad, lex certa, e irretroactividad de la norma penal
aplicable.

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internacionalidad a esta clase de delitos lo que representa una absoluta contradicción,


además de no ajustarse siquiera a la ubicación sistemática dada a estos delitos” 60.

Con todo, el Tribunal Supremo español finalmente tomó una posición diferente
sobre este particular, en una sentencia ciertamente confusa y no muy afortunada 61, pero
de gran interés y relevancia para el presente comentario. De este modo, y en cuanto a la
tensión entre el principio de autonomía de tipificación penal del derecho internacional y
el principio de legalidad penal en perspectiva interna, finalmente declaró que:
“… el principio de legalidad, en cuanto impone la adecuada previsión previa de
la punibilidad, sólo permite la sanción por conductas que en el momento de su
comisión estuvieran descritas como delictivas en una ley escrita (lex scripta),
anterior a los hechos (lex previa), que las describa con la necesaria claridad y
precisión (lex certa) y de modo que quede excluida la aplicación analógica (lex
stricta). En definitiva, exige lex previa, stricta, scripta y certa.
De esta forma, el ejercicio del ius puniendi del Estado queda limitado a aquellos
casos en los que haya mediado una advertencia previa a través de una ley, de
modo que el agente pueda ajustar su conducta de manera adecuada a las
previsiones de aquella. Previsibilidad que depende, en realidad, de las
condiciones objetivas de la norma, y no tanto de la capacidad individual de
previsión del sujeto.
De todo ello se desprende que el principio contiene una prohibición de
irretroactividad de la norma penal, que es completado en el ordenamiento
español por el principio de aplicación de la norma posterior más favorable
(…)
Sin embargo, ello no conduce directamente a la aplicación del Derecho
Internacional Penal, siendo necesaria una previa transposición operada según el
derecho interno, al menos en aquellos sistemas que, como el español, no
contemplan la eficacia directa de las normas internacionales.
(…)
La vigencia del principio de legalidad, tal como antes fue expuesto, impide,
pues, la aplicación directa del Derecho Internacional Penal consuetudinario
como única norma aplicable al caso. También impide la aplicación del artículo
607 bis como norma penal sustantiva interna por ser posterior a los hechos y no
más favorable” 62.

No obstante lo anterior, el Alto Tribunal español dio un giro inesperado de


última hora, y frente a la conclusión que cabría esperar de todo lo dicho, y que quizá ni
el propio Tribunal podía digerir, ideó una construcción interpretativa final basada en la
60
Vid. ídem.
61
Sentencia del Tribunal Supremo Nº: 798/2007, de 1 de octubre de 2007. Sobre esta sentencia puede
acudirse a M. OLLÉ SESÉ, Justicia universal para…, op. cit., pp. 64-67, 161-183, cuyas conclusiones
compartimos en este punto. Para una visión parcialmente divergente, puede consultarse A. GIL GIL, A
“Principio de legalidad y crímenes internacionales. Luces y sombras en la Sentencia del Tribunal
Supremo en el caso Scilingo”, en Nuevos Desafíos del Derecho penal internacional (en prensa, original
en poder de los autores).
62
Vid. Sentencia del Tribunal Supremo Nº: 798/2007, de 1 de octubre de 2007, Fundamento de Derecho
Sexto, puntos 1, 4 y 6.

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consideración de que, en todo caso, los crímenes enjuiciados fueron crímenes contra la
humanidad; valoración que le permitió no sólo fijar la determinación de la pena, sino
afirmar la jurisdicción de los tribunales españoles sobre esos delitos (supuestamente)
ordinarios 63.

B) La solución adoptada en la sentencia de la Sala Penal Especial

La sentencia de 7 de abril de 2009 dedica apenas siete apretadas páginas a este


particular, y la argumentación que se despliega en ellas bien pudiera decirse que no
diverge sustancialmente de la posición que acabamos de exponer por parte del Tribunal
Supremo español. De este modo, la Sala Penal Especial de la Corte Suprema abraza
mansamente la rígida interpretación del principio de legalidad penal en los siguientes
términos: “se asume las exigencias constitucionales del principio de legalidad penal
(…), en cuya virtud cabe afirmar, desde una perspectiva material, que no existía en el
momento de comisión de los hechos: mil novecientos noventa y uno – mil novecientos
noventa y dos una ley que hubiera incorporado una figura penal en nuestro
ordenamiento punitivo y que comprenda, de un lado, todos los elementos descriptos en
esa norma internacional consuetudinaria en cuanto crimen internacional (…) y de otro
lado, la sanción correspondiente” 64; pero al mismo tiempo, lo hace declarando que “se
reconoce a esas disposiciones, nucleadas alrededor del Estatuto de Núremberg, el propio
carácter de norma internacional consuetudinaria; (…) y, (…) se admite que los
crímenes contra la humanidad afectan los Derechos Humanos esenciales, de suerte que
lo medular de las conductas que prohíbe en cuanto violación gravísima de los derechos
humanos individuales ha quedado suficientemente establecida, y no podía escapar al
conocimiento y previsibilidad del agente” 65.

A partir de aquí, la Sala Penal Especial analizará sumariamente, y a veces no con


toda la claridad deseable 66, los elementos definitorios de un crimen contra la humanidad
en relación con los asesinatos (homicidios agravados) y lesiones graves perpetrados en
Barrios Altos y La Cantuta; optando aparentemente en este punto por lo que se ha
conocido como “enfoque alternativo” y no así por el, a nuestro juicio, prioritariamente
más acertado “enfoque acumulativo” 67. En todo caso, tras todo ello la Sala Penal
Especial terminará concluyendo que:
63
Cfr. Ibíd., Fundamento de Derecho Sexto, punto 4 y siguientes, y Fundamentos de Derecho Octavo y
Noveno.
64
Vid. Sentencia de la Sala Penal Especial de la Corte Suprema de la República del Perú, Expediente
Número: A.V. 19-2001, 7 de abril de 2009, párrafo 711, p. 618.
65
Vid. ídem.
66
Particularmente confusa es la exposición de la Sala Penal Especial respecto a lo que denomina como
“el aspecto objetivo o material” de los crímenes contra la humanidad, en tanto que en lo que señala como
“los requisitos exigidos por los instrumentos y tribunales internacionales (que) se han referido siempre”,
en el cuerpo del texto incluye “la situación de conflicto interno o externo”, pero en la nota a pie que
acompaña a esta mención, acertadamente descarta la necesidad de tal concurrencia. Cfr. Sentencia de la
Sala Penal Especial de la Corte Suprema de la República del Perú, Expediente Número: A.V. 19-2001, 7
de abril de 2009, párrafo 714 y nota a pie 1032, p. 620.
67
Sobre toda esta cuestión, puede verse, entre muchos otros, el trabajo de un reputado especialista que de
hecho es ampliamente citado en la misma sentencia de la Sala Penal Especial: K. AMBOS, Estudios del
derecho penal internacional, Editorial IDEMSA, Lima, 2007, en especial pp. 133-137.

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“… de lo expuesto resulta evidente que los actos de asesinato y lesiones graves,


objeto de juzgamiento, trascienden su ámbito estrictamente individual o común
al adecuarse, plenamente, a los presupuestos que identifican a los delitos contra
la humanidad. Los asesinatos y lesiones graves de Barrios Altos y La Cantuta
son también delitos contra la humanidad. Fundamentalmente, porque ellos se
cometieron en el marco de una política estatal de eliminación selectiva pero
sistemática de presuntos integrantes de grupos subversivos. Esta política, de un
lado, fue diseñada, planificada y controlada desde los más altos niveles de poder
del Estado, y ejecutada por agentes públicos –efectivos de inteligencia militar–
que se sirvieron del aparato castrense para hacerlo; y, de otro lado, conforme a
sus objetivos, afectó a un número importante de personas indefensas de la
población civil.
Esta conclusión es absolutamente compatible con lo establecido en la Parte II de
esta Sentencia. Está probado que fue una decisión de Estado ordenada o
aprobada por el Jefe de Estado, que se ejecutó por los organismos de
inteligencia militar –Destacamento Especial de Inteligencia Colina y DINTE–
dirigidos finalmente por el SIN, y que contó con todo el apoyo oficial
concebible, cuyo objetivo final fue la desaparición forzada y/o ejecución
arbitraria o extrajudicial de presuntos subversivos, de los que dos hechos
significativos –que no los únicos– fueron precisamente Barrios Altos y La
Cantuta.
Con ello no se hace sino coincidir, a partir del cúmulo de pruebas ya analizadas,
con las decisiones de la CIDH y el Tribunal Constitucional que, igualmente,
calificaron estos actos de crímenes contra la humanidad según el Derecho
Internacional Penal” 68.

Ahora bien, la duda que puede quedar es el sentido último de esta manifestación
en el seno de un proceso penal. Pues aunque la Sala Penal Especial había apuntado la
posibilidad inminente de aplicar lo que denominó como “las consecuencias jurídicas
previstas por el Derecho Internacional Penal” 69 a estos hechos conceptualmente
calificados como crímenes contra la humanidad, a diferencia del Tribunal Supremo
español, no completará este ejercicio en ninguno de sus razonamientos, más allá de
alguna mención difusa en la parte relativa a la determinación de la pena concreta a
imponer 70. Actitud, dicho sea de paso, sensiblemente distinta también a lo explicitado
68
Vid., Sentencia de la Sala Penal Especial de la Corte Suprema de la República del Perú, Expediente
Número: A.V. 19-2001, 7 de abril de 2009, párrafo 717, pp. 622-623.
69
Vid. ibíd., párrafo 717, pp. 618-619.
70
En concreto, señala la Sala Penal Especial: “En este contexto, (i) es de considerar como factor más
relevante de eficacia agravante la extensión del daño causado y que registra una pluralidad de víctimas de
asesinato, lesiones graves y secuestro agravado, lo que eleva el grado de antijuricidad y, por ende, la
relevancia punitiva, de los delitos que generó el acusado Fujimori Fujimori desde su posición de autor
mediato. Tal circunstancia unida (ii) a la condición funcional y de poder que aquél ostentaba, y de la cual
abusó para realizar e incluso encubrir los hechos punibles, imponen al órgano jurisdiccional la más grave
y severa desvaloración de su actuación ilícita, lo que debe reflejarse en la extensión de la pena concreta,
la que debe ser el máximo autorizado por la ley. A lo expuesto se agrega, entre otros factores de
determinación de importancia –que tienen una vinculación directa con la culpabilidad o responsabilidad
por el hecho–, (iii) las características de ejecución del hecho, su lógica planificada y la oposición radical a
su deber de respeto y protección de los derechos fundamentales de las personas derivados de su posición

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por la propia Corte Interamericana de Derechos Humanos en su sentencia sobre La


Cantuta 71.

En consecuencia, la afirmación de la Sala Penal Especial acabará por restringir


sus implicaciones a un plano, sin duda de gran relevancia, pero esencialmente
declarativo. Algunos especialistas han ofrecido explicaciones adicionales de orden
procesal sobre este particular 72, pero en lo que a nosotros compete, lo dicho no ha de
obstar para que en este punto enlacemos nuestro comentario con lo que indicamos al
comienzo, esto es, con la más que aparente vinculación implícita del texto de la
sentencia con el trascendente “derecho a la verdad”; sobre todo, y más en este caso, en
su faceta social o colectiva.

2) La intervención punible del ex Presidente Fujimori: a propósito de la


responsabilidad del superior

de máximo dignatario de la Nación –relación de garante de los bienes jurídicos lesionados–. Asimismo, es
de destacar (iv) la intervención organizada de una pluralidad de personas en los hechos típicos, lo cual
representa una antijuricidad más pronunciada al importar un poder ofensivo más intenso y un estado de
indefensión más relevante de las víctimas; los ejecutores materiales actuaron sigilosamente –también
todos los que intervinieron en la cadena de mando y transmisión de órdenes–, situación que les permitió
obrar sobre seguro y sabiendo que las víctimas se hallaban impedidas de cualquier clase de oposición.”
Vid., Ibíd., párrafo 766, p. 671.
71
Cfr. CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS, Caso La Cantuta vs. Perú, Fondo,
Reparaciones y Costas, sentencia de 29 de noviembre de 2006, en Serie C: Resoluciones y Sentencias,
No. 162, párrafos 225-228, y en especial 226.
72
Así por ejemplo, Ronald Gamarra señala que: “1. En sus alegatos finales, la parte civil señaló que los
hechos constituían crímenes de lesa humanidad y que así debía ser declarado por el tribunal.
Personalmente, sostuve: “Venimos ante este honorable tribunal a hablar de crímenes contra la humanidad
cometidos bajo la cobertura del poder político y la oprobiosa impunidad que ese poder ofrece a quienes
ejecutan esos crímenes y especialmente a quienes los planifican y promueven […] Señor Presidente […]
los hechos que aquí se juzgan se cometieron en agravio de personas concretas y de sus familiares, pero
también nos alcanzan inevitablemente a todos, porque nadie puede ser indiferente ante la enormidad de
los crímenes cometidos con la impunidad del poder. La desaparición forzada, la ejecución extrajudicial y
la tortura son parte del prontuario de las peores dictaduras, y por eso merecen el repudio universal que
cataloga esos delitos como crímenes contra la humanidad […] Barrios Altos y La Cantuta son actos de
barbarie que golpean la esencia misma de los seres humanos: su vida, su bienestar físico y su dignidad
[…] Cuando en Barrios Altos y La Cantuta se atacó a 29 personas se agredió y se negó a la humanidad
toda. Así debe ser declarado por este tribunal […] Después de 17 años atravesando el desierto en pos de
esa tierra prometida y tantas veces negada que es la justicia, las víctimas y sus familiares tienen el
derecho mil veces ganado a recuperar algo de la paz que los asesinos de sus hijos y hermanos les
arrebataron brutalmente. Y eso solo puede dárselos una sentencia justa, que condene los delitos de lesa
humanidad cometidos contra ellos y a quienes los perpetraron, empezando por el principal y primer
responsable de la maquinaria criminal condensada en el destacamento Colina: el acusado Alberto
Fujimori”. Pues bien: resulta que frente a la expresa petición de la parte civil, el tribunal estaba obligado a
emitir un pronunciamiento sobre la materia. Desde antiguo, la jurisprudencia de la Corte Suprema se ha
decantado por considerar que: “[…] es una de las garantías del debido proceso que la sentencia se
pronuncie sobre todas y cada una de las alegaciones realizadas por las partes, desvirtuando o amparando,
pero de ninguna forma puede ignorarlas y dejarlas sin respuesta” (por ejemplo, ejecutoria suprema recaída
en el expediente 556-87, de fecha 26 de diciembre de 1988).” Vid. R. GAMARRA, “Barrios Altos y La
Cantuta, crímenes de lesa humanidad”, Revista del Instituto de Defensa Legal, número 192, 2009, párrafo
7.

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Algunas consideraciones jurídico-internacionales acerca de la Sentencia de la Sala Penal Especial de la
Corte Suprema de la República del Perú contra Alberto Kenya Fujimori Fujimori

A) Planteamiento inicial

Después de lo visto, y recordando ahora que durante el proceso de extradición


todo lo relativo al crimen de desaparición forzada de personas fue desestimado, lo cierto
es que a pesar de profusas menciones a conceptos como “crimen de Estado/criminalidad
de Estado” 73, “patrón sistemático de violación de los derechos humanos” 74, o “crímenes
generalizados y sistemáticos, propios de una violencia organizada desde el aparato
estatal” 75, el escrutinio de la Sala Penal Especial se va a circunscribir en lo que sigue a
los delitos ordinarios de asesinato, lesiones graves, y secuestro agravado. De este
modo, a la hora de examinar la responsabilidad penal del acusado, Alberto Kenya
Fujimori Fujimori, serán las formas de autoría y participación previstas en el derecho
interno peruano las que adquirirán un protagonismo absoluto; destacando, menciónese
aquí al menos, el manejo que realiza la Sala de los elementos y medios de prueba
disponibles en esta labor.

A este respecto entonces, puede resultar singularmente sorprendente la


existencia de un apartado en la sentencia dedicado a “la autoría mediata y la
responsabilidad del superior en el Derecho Penal Internacional” 76, precisamente ubicado
tras un muy prolongado análisis, sustentando básicamente en el derecho nacional
peruano, de la figura de “la autoría mediata por dominio de la voluntad en aparatos de
poder organizados” 77. En ese apartado se desglosa sucintamente la esencia de lo que se
ha conocido como “principio de responsabilidad de mando” o “responsabilidad
funcional” -en una formulación más correcta, “responsabilidad del superior”-; figura
ciertamente compleja que ha concitado diversos esfuerzos doctrinales 78, normativos 79 y
73
Estos conceptos son usados en cerca de una decena de ocasiones, comenzado por la mención del
párrafo 441, p. 380, de la sentencia de la Sala Penal Especial de la Corte Suprema de la República del
Perú, Expediente Número: A.V. 19-2001, 7 de abril de 2009.
74
Al margen de otros puntos de la sentencia, la utilización más rotunda de esta fórmula la encontramos en
la siguiente afirmación de la Sala Penal Especial: “Ambos informes dan cuenta de miles de casos de
graves violaciones de derechos humanos entre los años mil novecientos noventa a mil novecientos
noventa y tres –aportan estadísticas y cifras concretas de las víctimas de diversos hechos criminales, tales
como ejecuciones extrajudiciales, desapariciones forzadas, torturas, violación sexual y otros perpetrados
durante los primeros años del gobierno del acusado Fujimori Fujimori–, demostrativos de la existencia de
un patrón sistemático de violación de derechos humanos por parte de las FFOO.” Vid. Sentencia de la
Sala Penal Especial de la Corte Suprema de la República del Perú, Expediente Número: A.V. 19-2001, 7
de abril de 2009, párrafo 129, p. 144.
75
Véase, por ejemplo, ibíd., párrafo 650, p. 562.
76
Cfr., ibíd., párrafos 742-744, pp. 650-652.
77
Cfr., ibíd., párrafos 718-741, pp. 624-650.
78
Con carácter general, sobre esta cuestión puede acudirse, entre otros, a los trabajos de K. AMBOS, “La
responsabilidad del superior en el derecho penal internacional”, en K. AMBOS (coord.), La nueva
Justicia Penal Supranacional: Desarrollos post-Roma, Tirant lo Blanch, Valencia, 2002; K. AMBOS, La
parte general del derecho penal internacional, Editorial Temis, Bogotá, 2006, pp. 295-334; I.
BANTEKAS, “The Contemporary Law of Superior Responsibility”, American Journal of International
Law, volumen 93, número 3, 1999; K. KITTICHAISAREE, International Criminal Law, Oxford
University Press, Oxford, 2002, pp. 251-257; J. L. RODRÍGUEZ-VILLASANTE Y PRIETO, “Aspectos
penales del Estatuto de la Corte Penal Internacional”, en F. J. QUEL LÓPEZ (ed.): Creación de una
jurisdicción penal internacional, Colección Escuela Diplomática Nº. 4, Escuela Diplomática/ Asociación
Española de Profesores de Derecho Internacional y Relaciones Internacionales/Boletín Oficial del Estado,
Madrid, 2000, pp. 143-148; E. VAN SLIEDREGT, The criminal responsibility of individuals for

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jurisdiccionales 80, pero que en esta oportunidad se inserta en un ejercicio realizado bajo
la consideración expresa de que “es importante diferenciar la autoría mediata por
dominio de la voluntad en aparatos de poder organizados, de otras modalidades de
imputación que se han desarrollado en el Derecho Penal Internacional, para atribuir
responsabilidad penal a niveles estratégicos de estructuras de poder de naturaleza u

violations of international humanitarian law, T. M. C. Asser Press, La Haya, 2003, pp. 118-222; B.
WOMACK, “The Development and Recent Applications of the Doctrine of Command Responsibility:
With Particular Reference to the Mens Rea Requirement”, en S. YEE (ed.), International Crime and
Punishment, University Press of America, Nueva York, 2003. Consúltese adicionalmente COMISIÓN
DE DERECHO INTERNACIONAL Comentarios 4,5 y 6 al artículo 6 del “Proyecto de Código de
Crímenes contra la Paz y la Seguridad de la Humanidad”, aprobado en segunda lectura, en su 48º período
de sesiones, por la Comisión de Derecho Internacional, Documento de las Naciones Unidas: A/CN.4/ L
.532, 8 de julio de 1996, Anuario de la Comisión de Derecho Internacional, 1996, volumen II, segunda
parte.
79
En el derecho vigente, además de la referencia inmediata del artículo 28 del Estatuto de la Corte Penal
Internacional, pueden verse artículo 1 del Reglamento relativo a las leyes y costumbres de la guerra
terrestre, anexo a la IV Convención de la Haya de 18 de octubre de 1907, los artículos 86.2 y 87 del
Protocolo Adicional I a los Convenios de Ginebra, los artículos 2.3. c) y 6 del Proyecto de Código de
Crímenes contra la Paz y la Seguridad de la Humanidad, el artículo 7.3 del Estatuto del Estatuto del
Tribunal Internacional para la ex Yugoslavia. Para otros crímenes, véase el artículo 3 de la Convención
Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura, o el artículo 2 de la Convención sobre la
imprescriptibilidad de los crímenes de guerra y de los crímenes de lesa humanidad
80
En la jurisprudencia, además de la emblemática causa contra el General Tomoyuki Yamashita (cfr.
Trial of General Tomoyuki Yamashita, United States Military Commission, Manila, (8th october-7th
december, 1945), and the Supreme Court of the United States (judgments delivered on 4th february,
1946), en Law Reports of Trials of War Criminals. Selected and Prepared by the United Nations War
Crimes Commission, volumen IV, Londres, 1948, págs. 43 y 44 (versión electrónica en http://www.ess.
uwe.ac.uk/WCC/ yamashita4.htm), véase también, caso High Command, The United States Of America
v. Von Leed, en Trials of War Criminals Before The Nuremberg Military Tribunals Under Control
Council Law No. 10 (Green Series), volumen XI; The Hostage Trial, International Military Tribunal,
Nuremberg, en United Nations War Crimes Commission, Law Reports of Trials of War Criminals,
volumen VIII, 1949 (versión electrónica en http://www.ess.uwe.ac.uk/WCC/ List1.htm). Más próximos
en el tiempo, consúltense caso Prosecutor v. Karadzic/Mladic, Review if the indictments pursuant to Rule
61 of the Rules of Procedure and Evidence, nº. IT-95-5/18, 11 de Julio de 1996, en
http://www.un.org/icty/karadzic &mladic/trialc/rev-ii960716-e.pdf, párrafo 82; en la misma línea, caso
Prosecutor v.Aleksovski, sentencia de 25 de junio de 1999, nº. IT-95-14/1, en
http://www.un.org/icty/aleksovski/trialc/judgement/index.htm, en especial párrafos. 66-81, 78; caso
Prosecutor v. Blaskic, sentencia de 3 de marzo de 2000, nº. IT-95-14, en
http://www.un.org/icty/blaskic/trialc1/judgement/index.htm, en especial párrafos 337-339; caso
Prosecutor v. Delalic, Mucic, Delic and Landzo, sentencia de 20 de febrero de 2001, nº. IT-96-21, en
http://www.un.org/icty/celebici/appeal/judgement/index.htm, en especial párrafos 303; caso Prosecutor v.
Milosevic, sentencia de 16 de junio de 2004, nº. IT-02-54, en
http://www.un.org/icty/milosevic/trialc/judgement/index.htm, párrafos 300-309; caso Prosecutor v.
Blaskic, sentencia de 29 de julio de 2004, nº. IT-95-14-A, en
http://www.un.org/icty/blaskic/trialc1/judgement/index.htm, en especial párrafo 53. En relación con el
particular concreto de la extensión de la responsabilidad a superiores civiles, es de interés recordar
también la posición inicial del Tribunal Internacional para Ruanda en el caso Prosecutor v. Akayesu,
sentencia de 2 de septiembre de 1998, nº. ICTR-96-4-T, en http://www.ictr.org/default.htm, en especial
párrafo. 491; así como su posición posterior a partir de caso Prosecutor v. Kayishema and Ruzindana,
sentencia de 21 de mayo de 1999, nº. ICTR-95-1-T, en http://www.ictr.org/default.htm, específicamente
párrafo 216.

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Corte Suprema de la República del Perú contra Alberto Kenya Fujimori Fujimori

origen estatal” 81. La pregunta inmediata, obviamente, es porqué resulta importante


realizar esa diferenciación tras todo lo que ya hemos comentado.

B) La posición de la Sala Penal Especial en la sentencia

En realidad, en el texto de la sentencia de 7 de abril de 2009 no se encuentran


argumentos adicionales que fundamenten la necesidad de la incursión de la Sala Penal
Especial en lo propio de la responsabilidad del superior desde la perspectiva del derecho
internacional; debiendo recordar en este orden de ideas que tanto durante el proceso de
extradición como en el escrito formal de acusación contra el ex presidente Fujimori, fue
la autoría mediata la forma de intervención punible generalmente considerada. En
concordancia con ello, como dijimos, la Sala Penal Especial concentrará sus esfuerzos
en esta figura, en concreto, en lo que en derecho internacional penal bien podríamos
enmarcar bajo la teoría del dominio por organización 82; concluyendo a este respecto que
“la autoría mediata del imputado en los hechos acusados, (…) está suficientemente
acreditada. Se cumplen definitivamente los elementos fácticos y jurídicos, que como
presupuestos y requisitos posibilitan tal nivel y modalidad de imputación de
responsabilidad penal” 83.

Conviene abrir entonces el enfoque para tratar de comprender el motivo que


llevaría a la Sala Penal Especial a esbozar la configuración internacional de la
responsabilidad del superior a renglón seguido de su exposición sobre la autoría
mediata. Un primer elemento de juicio podría encontrarse en uno de los Amicus Curiae
presentado ante la Sala Penal Especial, el elaborado por la Clínica Jurídica de Derechos
Humanos de la Universidad George Washington 84; en tanto que en el mismo, y en lo
que ahora nos ocupa, se apostaba por la línea de la teoría de la responsabilidad del
superior, sosteniendo que “como mínimo, el ex presidente Fujimori poseía información
suficiente que le permitía concluir que se venían cometiendo estos crímenes desde la
estructura estatal, pero no actuó para prevenirlos. Tampoco se cumplió con la obligación
de investigar y sancionar a los responsables de estos delitos. Todo lo contrario: se
adoptaron medidas legislativas y judiciales promovidas por el Ejecutivo para favorecer
a los miembros del Grupo Colina ex post facto” 85. Desde una perspectiva más amplia, a
ello podría añadirse que durante el proceso, no fueron pocas las voces que en la opinión
pública abogaron porque, en todo caso, Fujimori podría ser responsable por no haber
impedido “ciertos excesos en la lucha antiterrorista”, pero que nunca tuvo
“responsabilidades directas” en los crímenes perpetrados; postulado que en una versión

81
Vid. Sentencia de la Sala Penal Especial de la Corte Suprema de la República del Perú, Expediente
Número: A.V. 19-2001, 7 de abril de 2009, párrafo 742, p. 650.
82
En este sentido, puede verse K. AMBOS, La parte general del derecho penal internacional, op. cit., pp.
195-242, en especial 216-239.
83
Vid. Sentencia de la Sala Penal Especial de la Corte Suprema de la República del Perú, Expediente
Número: A.V. 19-2001, 7 de abril de 2009, párrafo 745, p. 652.
84
CLÍNICA JURÍDICA DE DERECHOS HUMANOS DE LA UNIVERSIDAD GEORGE
WASHINGTON, “Informe en Derecho: La dimensión internacional del proceso penal contra el ex
presidente Alberto Fujimori por los crímenes de Barrios Altos y La Cantuta, Expediente acumulado AV-
19-2001 (Lima)”, junio de 2008 (original en poder de los autores).
85
Vid., ibíd., p. 59.

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mucho más desnuda llegó también a la prensa española, condensado en las siguientes
palabras de Keiko Fujimori: “No podemos achacarle al presidente Fujimori los errores
cometidos por terceros. Lo que yo rescato es que el presidente tuvo una sola política
antiterrorista, la que salvó al país. Y los crímenes cometidos son de culpabilidad
individual, no colectiva, no del Estado ni del presidente” 86.

A nuestro entender, el estado de cosas esbozado, en lo jurídico, pero


especialmente en lo que va más allá de las estrechas fronteras del Derecho, configuraría
la clave de bóveda que permite entender la posición adoptada por la Sala Penal Especial
en este punto. Así, la justificación del ejercicio referido podría encontrarse en el deseo
de subrayar específicamente que la responsabilidad de Alberto Kenya Fujimori Fujimori
en los crímenes enjuiciados no se basaba en una omisión, sino que fue directamente
responsable de la comisión de esos hechos; en tanto, reiteraría la sentencia finalmente,
estaríamos ante un “comportamiento de comisión pero que se traslada desde la dación
de la orden por el nivel estratégico superior hacia la ejecución concreta de la misma por
la persona interpuesta” 87. Muy probablemente, desde una estricta perspectiva técnica
hubiera bastado con la construcción realizada en cuanto a la autoría mediata, pero no
cabe duda que detenerse en explicar y destacar lo que esta figura significa, y lo que la
diferencia de un tipo que en definitiva pena una omisión, refuerza cierta finalidad
didáctica que, en este extremo concreto, parece querer desarrollar concienzudamente la
Sala Penal Especial de la Corte Suprema 88.

III. CONCLUSIONES

Como ha resaltado uno de letrados en el proceso, “la sentencia dictada el 7 de


abril por la Sala Penal Especial que condenó a la pena máxima a Alberto Fujimori (…)
constituye —sin duda alguna— un precedente internacional en materia de juzgamiento
de ex jefes de Estado acusados por tan graves delitos, y significa un verdadero hito en el
destierro de la impunidad en la región” 89. Esta realidad no debe ocultar que aunque
pudiera asombrar al lector no prevenido, el papel del ordenamiento jurídico
internacional en los planteamientos y razonamientos de la Sala Penal Especial de la
Corte Suprema del Perú ha sido notoriamente marginal; particular que de otro lado, fue
especialmente celebrado por algunos avezados comentaristas 90.

El papel secundario del derecho internacional en este proceso encuentra su


justificación en varios motivos diferentes, a saber: En primer lugar, algunos aspectos
potencialmente relevantes fueron ya ventilados durante el complejo proceso de

86
Vid. “Entrevista: Keiko Fujimori, parlamentaria peruana e hija de Alberto Fujimori”, en Diario El País,
1 de abril de 2009.
87
Vid. Sentencia de la Sala Penal Especial de la Corte Suprema de la República del Perú, Expediente
Número: A.V. 19-2001, 7 de abril de 2009, párrafo 744, p. 651.
88
En este sentido, resulta paradigmática la siguiente manifestación final del artículo de Ronald Gamarra:
“Por cierto, la sentencia, legal y justa, está sólidamente razonada, y servirá a la educación cívica del
pueblo y a la salud de nuestra institucionalidad democrática.” Vid. R. GAMARRA, “Barrios Altos y La
Cantuta, crímenes…”, op. cit.
89
Vid. C. RIVERA, “La condena de Alberto Fujimori. Histórica…”, op. cit., párrafo 1.
90
Cfr. E. BERTONI, “Una sentencia parteaguas”, op. cit.

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Corte Suprema de la República del Perú contra Alberto Kenya Fujimori Fujimori

extradición que culminó con la sentencia de la Corte Suprema de Chile de 21 de


septiembre de 2007. En segundo, y como es bien sabido, para hacer posible el largo
procedimiento que concluyó el 7 de abril de 2009, fue desde luego clave la intervención
de múltiples instancias internacionales, señaladamente, pero no sólo, de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos; de tal modo que lo que ellas decidieron y
sentenciaron, no ha vuelto a ser discutido en el procedimiento judicial ante la Sala Penal
Especial. En tercer lugar, la rígida interpretación del principio de legalidad penal, en
perspectiva interna, que manejó la Sala Penal Especial imposibilitó la ajustada
tipificación de los hechos enjuiciados como crímenes contra la humanidad. A ello
convendrá añadir que a partir de la conceptualización teórica que en todo caso defendió,
no se extrajeron ninguna de las posibles consecuencias pertinentes en atención al
derecho internacional; de tal suerte que, a la postre, la declaración realizada por la Sala
Penal Especial sólo parece reconducible hacia el ámbito del conocido como “derecho a
la verdad”. Y como cuarto y último punto a destacar, en lo relativo a la forma de
intervención punible del ex presidente Fujomori, la Sala Penal Especial tan sólo se
sirvió de la configuración internacional de la figura de la responsabilidad del superior
para subrayar singularmente que la condena de Alberto Kenya Fujimori Fujimori se
basaba no en sus omisiones, sino en sus acciones.

Es posible que en parte, lo anterior explique que este proceso no haya concitado
un interés internacional similar al que suscitaron otros procedimientos judiciales
comparables, como ya apuntamos al inicio de este análisis. Y ello desde luego es
doblemente lamentable, pues la importancia y trascendencia de la sentencia que
acabamos de comentar es a todas luces incuestionable.

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ALGUNAS CONSIDERACIONES JURÍDICO-INTERNACIONALES ACERCA


DE LA SENTENCIA DE LA SALA PENAL ESPECIAL DE LA CORTE
SUPREMA DE LA REPÚBLICA DEL PERÚ CONTRA
ALBERTO KENYA FUJIMORI FUJIMORI

Resumen: En esta contribución se ofrece un análisis desde la perspectiva del Derecho


internacional, de la trascendental sentencia de la Sala Penal Especial de la Corte
Suprema de la República del Perú, de 7 de abril de 2009, contra el ex presidente Alberto
Kenya Fujimori Fujimori. Para ello, se prestará especial atención a las dos cuestiones
que se convirtieron en asunto clave en los razonamientos y decisión final de la Sala
Especial. De un lado, la potencial calificación jurídica de los hechos enjuiciados como
crímenes de derecho internacional, en concreto, como crímenes contra la humanidad;
del otro, y aunque con un protagonismo menor, el examen acerca del grado de autoría o
participación del ex presidente Fujimori en los delitos en cuestión. Todo ello sin
perjuicio de exponer también algunas consideraciones sobre otras cuestiones jurídicas
de amplio calado, como la figura de la inmunidad de jurisdicción penal atendiendo a su
condición de ex jefe de Estado; y en cuanto a la propia experiencia peruana, la
virtualidad o incidencia de la pretendida amnistía otorgada en virtud de la ley 26479, y
la ley de supuesta interpretación de ésta, la ley 26492.

Palabras clave: Perú. Alberto Fujimori. Crímenes contra la humanidad.


Responsabilidad del superior. Leyes de amnistía. Inmunidad del Jefe de Estado.

SOME CONSIDERATIONS BASED ON INTERNATIONAL LA CONCERNING


THE JUDGEMENT ISSUED BY THE SPECIAL CRIMINAL CHAMBER OF
THE SUPREME COURT OF THE REPUBLIC OF PERU
AGAINST ALBERTO KENYA FUJIMORI FUJIMORI

Abstract: In this article we will raise an analysis, from an International Law


perspective, of the landmark judgment issued by the Special Criminal Chamber of the
Peruvian Supreme Court on 7 April 2009 against the former president Alberto Kenya
Fujimori Fujimori. To do so, we will focus on the two key issues that were at the
forefront of the arguments put forward in the final decision of the Special Chamber. On
one hand, the possible legal qualification of the facts as crimes under international law
and, in particular, as crimes against humanity; on the other hand -though to a lesser
degree- the examination of the level of participation of the former president Fujimori in
the commission of the crimes. All of the above, without prejudice to additional
considerations regarding other vital legal issues such as the jurisdictional immunity of
heads of state and the effects and impact of the amnesty granted by the law 26479 as
well as of its interpretation pursuant to law 26492.

Keywords: Peru. Alberto Fujimori. Crimes against humanity. Doctrine of superior or


command responsibility. Amnesty laws. Head of State immunity doctrine.

Artículo recibido: 30.6.2010


Artículo aceptado: 20.9.2010

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