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Llega el otoño y comienzan a acumularse las ramas de las podas. Una visión
ecológica del problema puede ayudarnos a entenderlo mejor y pensar soluciones.
Quizá es tan pequeño ese granito de arena, que pensamos que no vale la pena
hacer el esfuerzo. Pero hay otras razones por las cuales es conveniente tener
especies nativas y no exóticas. Muchos árboles y arbustos exóticos, por ejemplo el
siempreverde, se están propagando en las sierras en forma desmedida. Forman
bosques oscuros que dejan crecer muy pocas plantas debajo; y los animales pierden
sus refugios naturales. Además, estas especies consumen mucha agua y secan el
suelo más rápido que las nativas. Algunas no pierden las hojas, y continúan
consumiendo agua durante todo el invierno. Por eso, cuando los bosques de
especies exóticas cubran completamente las sierras (y esto sucederá, si no
hacemos algo para evitarlo), los ríos tendrán menos caudal, especialmente en la
época más seca. Es decir que los problemas de agua que ya tenemos se
incrementarán. Si eliminamos las especies exóticas de los jardines, reducimos las
fuentes semilleras, y colaboramos así para atenuar los problemas que se vendrán.
Manteniendo o plantando árboles y arbustos nativos, por otro lado, favorecemos la
conservación y recuperación de nuestros bosques y sus animales.
¿Pero mientras tanto, qué hacemos con la poda? Lo mejor, desde el punto de vista
ecológico, es que cada uno de nosotros procese su poda. Si llevamos la poda a otro
lugar, poco a poco vamos perdiendo nutrientes del suelo, que se nos van con las
ramas y hojas. Las ramas más gruesas se pueden utilizar como leña, para los
hogares y las salamandras, o para el asado. Las cenizas se pueden usar para
fertilizar el suelo de nuestro jardín. Las ramas más finas se pueden dejar
descomponer, haciendo una pila en algún rincón alejado que no usamos. Con el
tiempo la pila se reduce y puede ser tapada con tierra. Si el terreno tiene mucho
declive puede resultar un buen relleno rodeando y calzando la pila con algunas
piedras. De esta manera, conservamos la materia orgánica del suelo.
Por otro lado, llevar la poda a otro lugar implica un gasto de combustible y energía,
lo cual es ambientalmente costoso. También implica acumular enormes cantidades
de poda en ciertos lugares. Esto incrementa muchísimo el riesgo de incendios, y es
problemático porque estos sitios son espontáneamente aprovechados para eliminar
ilegalmente otros tipos de basura. El enterramiento masivo de la poda tiene altos
costos ambientales por la necesaria remoción de grandes cantidades de suelo. La
quema a cielo abierto es riesgosa, y está prohibida.