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ME HE CONVERTIDO EN MUERTE,

EL DESTRUCTOR DE MUNDOS

El problema de la responsabilidad moral de los científicos ha ido adquiriendo una importancia


extraordinaria y creciente desde la segunda guerra mundial hasta nuestros días. El fenómeno tiene
quizá sus orígenes en la traumática experiencia que toda una generación de científicos tuvo que
sufrir con motivo de su intervención en la creación de armamento. A partir de entonces, el desarrollo
industrial acelerado, en el que la ciencia ha intervenido de forma planificada y directa, ha servido
para poner de relieve, cada vez más claramente, tanto el carácter global e inevitable que tiene la
influencia de la ciencia sobre la sociedad, como el paulatino cambio de naturaleza que la
investigación científica y técnica ha ido experimentando como resultado de su intervención en el
proceso productivo. Paralelamente a estas transformaciones, también el planteamiento del problema
de la responsabilidad moral del científico ha ido sufriendo un desplazamiento desde posiciones
próximas a una ética de la responsabilidad individual ante las desastrosas consecuencias potenciales
de la aplicación de los resultados de la ciencia, hasta las posiciones actuales de algunos sectores de
comunidad científica que tienen más que ver con una toma de conciencia colectiva y política sobre el
carácter de la ciencia y de los científicos en el conjunto de la sociedad.

M.A. QUINTANILLA, El mito de la neutralidad de la ciencia

Supimos que el mundo no sería el mismo. Unas pocas


personas rieron, unas pocas lloraron, muchas
estuvieron en silencio. Recuerdo la línea de la escritura
Hindú, el Bhagavad-Gita. Vishnu está tratando de
persuadir al Príncipe para que haga su deber y para
impresionarlo toma su forma con múltiples brazos y
dice, “Ahora, me he convertido en Muerte el destructor
de mundos.” Supongo que todos pensamos eso, de
una u otra forma. (J.R. Oppenheimer, tras presenciar la
explosión de la bomba atómica en Alamogordo)

A. EINSTEIN y J. R. OPPENHEIMER

El saber implica una responsabilidad moral, por lo tanto, las prácticas que se llevan a cabo dentro de
los sistemas de ciencia y tecnología no son éticamente neutrales. Los científicos y los tecnólogos,
por la propia naturaleza de su trabajo, adquieren responsabilidades morales. Esto debido a que el
hecho de tener cierto conocimiento implica tener una responsabilidad moral sobre los riesgos, las
ventajas, las aplicaciones y las con secuencias del mismo ya que, en la práctica, tanto científicos
como tecnólogos deben elegir entre cursos de acción posibles que son sujetos de evaluación moral.
De esta manera, los científicos deben tomar conciencia de las responsabilidades que adquieren en
función de variables tales como: 1) los temas que eligen investigar; 2) las posibles consecuencias de
su trabajo; 3) los medios que escogen para obtener sus fines.
Los tecnólogos, por su parte, deben ser conscientes de la necesidad de evaluar, no solamente la
eficiencia y eficacia de las tecnologías que diseñan y aplican, sino también, y hasta donde sea
posible, las consecuencias que pueden derivarse de llevar sus innovaciones a los sistemas naturales
y sociales. En este sentido, los científicos y tecnólogos deben tener claro que los fines que persiguen
con sus investigaciones pueden modificar el entorno, por lo que son responsables de justificar los
resultados que buscan obtener de las aplicaciones concretas de sus logros.

H. JONAS , El principio de responsabilidad

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