22 :ev EV • 29 de mayo al 4 junio de 2011
Fotoperiodista HMP
Con los ojos llorosos, Padre Kevin se presentó a los presentes como el nuevo sacerdote.
HEIDY Marrero Pérez
h.marrero@elvisitante.net
La Diócesis de Caguas fue testigo de la extensión del
ministerio de Cristo cuando, por la imposición de manos
del Obispo Rubén González Medina,CMF, el joven Kevin
Rafael Cintrón González recibió el Sacramento del Orden.
“Este hijo y hermano nuestro Kevin Rafael, asume hoy
el ministerio presbiteral”, dijo Padre Rubén durante su ho-
milía.
Al inicio, los fieles entonaron un cántico inspirado en la
Pascua y acompañados de guitarras, flautas y violines exal-
taron la gloria de Dios vivo. A la misma vez, por el pasillo
central de la Catedral Dulce Nombre de Jesús decenas de
sacerdotes desfilaban junto al obispo para ser testigos del
acto santo. La Iglesia cagüeña estaba de fiesta ante la orde-
nación del nuevo pastor.
Una vez comenzada la ceremonia, el obispo recibió al
candidato y mientras la expectativa crecía entre los presen-
tes, escuchó los testimonios que certificaban la encomiable
labor que el diácono Kevin realizó en la parroquia San José
de Aibonito.
El desafío de ser sacerdote hoy día
PADRE KEVIN Cintrón González
Para El Visitante
Quizás sea muy atrevido de mi parte comentar sobre este tema
cuando me encuentro a sólo días de haber recibido el sacramento
del Orden Sacerdotal. Son tantas las emociones y las vivencias que
aún no logro descifrar lo que realmente siento. Sin embargo, sí pue-
do afirmar con justicia que estoy feliz.
Recuerdo mis primeros años en la etapa formativa y a la gente
que me decía: “qué bueno porque la Iglesia necesita sacerdotes”.
Sus deseos eran muy genuinos y hermosos, pero reconocía que
eso estaba muy distante de lo que realmente me movía a dar una
respuesta. Yo quería ser sacerdote, porque sentía un fuerte llamado
a ello, no por la necesidad de la Iglesia. Un llamado al servicio, al
amor por la gente y por la Iglesia, que me invita a entregarme. Esto
me hace pensar en tantas vocaciones frustradas debido a que sus
“Damos fe de que ha sido llamado y escogido entre
los hombres”, testificó el señor Rafael Torres Delgado, jun-
to a su esposa Myrna Rosa Rosado.
Quien ahora es llamado Padre Kevin fue descrito como
un joven entusiasta y prudente. Además, los testigos elo-
giaron su compromiso constante con la juventud.
“Ha sido discípulo y nos ha enseñado a ser discípulos”,
aseguró la joven Wilmary Fuentes, coordinadora de pasto-
opciones de vida no están cimentadas en un llamado, sino en la
necesidad; profesionales que eligen una carrera motivados por una
buena remuneración o por lo accesible del empleo.
Reconozco que hay situaciones difíciles en las que muchas vo-
caciones no pueden realizarse y que las personas deben ajustarse
a las circunstancias que mejor le garanticen un modo digno y feliz
de vivir. El mundo necesita de maestros, médicos, trabajadores so-
ciales, mecánicos y albañiles, pero más que eso, necesita de gente
que elija convencida en su llamado a realizar esa labor; es ahí donde
radica la verdadera felicidad. De este modo, no encontraremos tanta
gente ejerciendo tareas que en el fondo le hacen sentirse infelices.
Es por esto que entiendo que ser sacerdote hoy día, es más que
una necesidad, es una opción determinante. Soy sacerdote porque
quiero ser feliz y mi felicidad será signo del Reino para otros. No hay
mayor desafío para un sacerdote hoy día que éste.
por las diócesis CAGUAS
ral juvenil de la parroquia San José.
Por su parte, el párroco Yamil A. Velázquez resaltó la
profundidad teológica y gran capacidad de escucha del
nuevo sacerdote.
Monseñor Rubén pronunció la homilía con su estilo
particular y en varios momentos del mensaje los feligreses
le acompañaron cantando alabanzas.
El joven escuchó muy atento las palabras de su obispo.
“Procura que tu vida de presbítero esté siempre apoyada
en la contemplación filial al Corazón Inmaculado de Ma-
ría, modelo del nuevo corazón, modelo del hombre de la
Nueva Alianza. Modelo del presbítero discípulo y misionero
que nuestra Iglesia necesita”, le dijo Padre Rubén.
“A partir de hoy, tu vida sólo le pertenece a Jesucristo,
y en medio de nuestras comunidades estás llamado a ser
hombre de la misericordia y de la compasión, cercano al
pueblo y servidor de todos, particularmente de los que su-
fren grandes necesidades”, agregó con gran amor paternal.
El momento más emotivo de la noche fue cuando Pa-
dre Kevin, se acercó al primer banquillo de la catedral a
saludar a sus familiares. Mientras se abrazaban, el ruido de
los aplausos llenó el templo y las lágrimas inundaron los
rostros.
Nada es más agradable que visitar un consultorio, una agencia
o un restaurante y encontrar allí gente entregada a lo que hace. La
Iglesia no está exenta de esto: sacerdotes, religiosos y religiosas,
laicos y laicas viviendo su misión con alegría; ¡eso, es de Dios (como
dice un joven amigo)! La gente no sólo espera que alguien sea un
experto conocedor de su materia, sino a personas que tengan puesto
el corazón en lo que son y lo que hacen. Especialmente en un mundo
que ha perdido el valor de la vocación, de lo que significa elegir, tra-
bajar y servir por aquello que se ama y que brinda identidad.
En mi experiencia en tantos años de formación y compartien-
do en parroquias, he descubierto mi pequeñez ante mis pobrezas,
pero también la riqueza de tantos sacerdotes, catequistas, ministros,
jóvenes, servidores del altar, entre tantos, que han sido “casa y es-
cuela” para mostrarme el verdadero desafío de lo que primeramente
significa hoy día ser sacerdote de Cristo: ¡poner el corazón!