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Avalos Magaña, Sergio Arturo y Madrigal Martínez, César Humberto

"Hacia una antropología jurídica de la modernidad”


Episteme No. 6 Año 2, Octubre-Diciembre 2005
http://www.uvmnet.edu/investigacion/episteme/numero5-05/
Fecha de consulta:

Hacia una antropología jurídica de la modernidad

Sergio Arturo Avalos Magaña


César Humberto Madrigal Martínez
Campus Villahermosa

Resumen
En este artículo, los autores describen las posibilidades que abre, para el estudio del derecho
contemporáneo, el análisis desde el punto de vista de la antropología jurídica. Trazan a grandes
rasgos su evolución y explican por qué es necesaria en un país como México, en el que ha habido
durante muchos años una tajante separación entre el estudio de la teoría y la práctica jurídicas.
Concluyen aseverando que al menos en México no existe consenso sobre la eficacia pedagógica
de ese enfoque pluridisciplinario. El planteamiento considera sobre todo a la antropología jurídica
como un punto de convergencia metodológico para las demás disciplinas jurídicas.

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Introducción

La simple pero enorme dificultad que representa el llegar a una definición del derecho muestra, de
entrada, la necesidad de utilizar instrumentos pluridisciplinarios para su estudio. Por ello,
consideramos que una de las disciplinas que permite un análisis más completo de los fenómenos
jurídicos es la antropología jurídica [1]. Hija de la antropología social, la antropología jurídica no
es muy diferente de aquella, pues tiene también como objeto el estudio de los discursos, prácticas
y representaciones esenciales para el funcionamiento de cada sociedad, pero privilegia, como es
obvio, el aspecto jurídico. Sin embargo, esta disciplina no considera al derecho como un elemento
autónomo y aislado, sino como uno más de los elementos de un sistema cultural y social.

De hecho, en el momento que se constituyeron los fundamentos de la antropología actual, en la


segunda mitad del siglo XIX, una buena parte de los grandes antropólogos era jurista o había
estudiado derecho; pero los problemas que plantea la definición misma del derecho y la
identificación del derecho y el Estado aunados a elementos propios del conservadurismo de los
juristas (la reverencia al Estado, la sobrevaloración del orden y la seguridad, el temor al conflicto,
etc.) fueron minando el interés del derecho por las “sociedades primitivas” y acentuaron el
idealismo de un derecho aislado que se reduce a una simple técnica. La apertura propia de la
antropología, al menos desde Malinowski (1884-1942), hubiese podido aportar mucho al derecho,
sencillamente porque el antropólogo tiene que sumergirse en la sociedad que pretende observar y
no puede dejar de lado sus demás aspectos.

Hemos dividido nuestro ensayo en tres partes. La referencia, en la primera parte, al marco
histórico del nacimiento y desarrollo de la antropología jurídica es necesaria para comprender el
porqué de la reticencia de los juristas hacia el análisis pluridisciplinario. La segunda parte aborda
el hecho paradójico de que las fronteras entre la antropología jurídica y otras ciencias conexas
tiende a desaparecer para dar paso a un enfoque pluridisciplinario, holístico. En la tercera parte,
se proponen algunas aplicaciones concretas de la metodología de la antropología jurídica al
estudio del derecho positivo.
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Los fundadores de la antropología jurídica

En el siglo XVIII, la antropología se vuelve epistemológicamente posible, y de entre los juristas


destaca el nombre de Montesquieu. Sin embargo, como ya lo mencionamos, será hasta la segunda
mitad del siglo XIX cuando se escriban las grandes obras de la antropología jurídica.

En 1861, aparecen, en Londres y Stuttgart, dos libros


considerados hoy como clásicos en la materia: Ancient Law de
H. J. Sumner-Maine (1822-1888) y Das Mutterrecht de J. J.
Bachofen (1815-1887). Lo que interesa a Sumner-Maine es
entender cuáles son las bases que sostienen a los sistemas
jurídicos y establecer los criterios de comparación necesarios
para su análisis. Tanto él como Bachofen se sitúan en una
perspectiva evolucionista y hay que resaltar, sobre todo, el
aporte metodológico de este último en el análisis de obras de
arte y de la mitología en particular. Otro texto clásico fue
Ancient Society (1877) del abogado neoyorquino Lewis H.
Morgan (1818-1881), gran especialista de los indios
norteamericanos, cuyo trabajo fue fundamental para los
análisis posteriores de la teoría marxista.

La antropología jurídica de Marx y Engels aborda de frente uno de los problemas clave de la
materia: la relación entre el derecho y el Estado; independientemente de las críticas y debilidades
que se les han señalado, sus textos fueron determinantes para la historia de la antropología
jurídica. Lo apretado del resumen nos obliga a pasar por encima de diversas corrientes (otros
evolucionistas, neo-evolucionistas, etc.) para señalar brevemente a quien se acerca por primera
vez a la realidad jurídica: Malinowski, creador del funcionalismo y para quien el derecho no se
limita únicamente a los principios abstractos plasmados en los diversos códigos, sino que se
manifiesta igualmente en fenómenos más concretos y, sobre todo, susceptibles de ser estudiados
a través de la observación directa. Así, después de arrancar con la visión histórico-normativa del
derecho, propia del evolucionismo, la antropología jurídica continúa con el funcionalismo, el
análisis procesal y el pluralismo jurídico, pero independientemente del método, como lo señala
Norbert Rouland: “El verdadero rigor consiste (…) en tomar conciencia de que lo real está oculto,
lo que implica de nuestra parte de múltiples ensayos para intentar captarlo”[2].

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Antropología jurídica y ciencias conexas

Nuestro planteamiento parte esencialmente de la idea que definir el campo del derecho debe
implicar el estudio de los textos jurídicos, pero también, en igual medida, el de los discursos, las
prácticas y las representaciones que le sirven de base. En este sentido, es indispensable subrayar
la tendencia, casi general, de los juristas a concentrarse únicamente en los textos jurídicos y a
dejar de lado lo que representa el derecho para quienes deciden sometérsele.

Esta tendencia a permanecer en un espacio supuestamente neutro, al menos en México, ha sido


perjudicial para la ciencia jurídica, pues ha aumentado la distancia entre teoría y práctica del
derecho. De hecho, como lo señala Jaime Cárdenas, investigador del Instituto de Investigaciones
Jurídicas de la UNAM, al no interesarnos, por ejemplo, en las (...) “relaciones de poder, de interés
y los valores o fines que desean imprimirle los que producen el derecho” (...) el “pretendido
Estado de derecho” (se queda en) (...) interpretaciones gramaticales en el contexto de una cultura
jurídica atrasada y lastrada por un evidente paleopositivismo jurídico[3]. Un enfoque
pluridisciplinario puede entonces ayudar a romper el profundo silencio existente sobre la realidad
de la práctica jurídica en nuestro país, silencio que en la enseñanza del derecho constituye, en
palabras de Miguel Carbonell y Rodolfo Vázquez, un verdadero “fraude a los alumnos”[4].

Si consideramos que el derecho es inherente a toda forma de vida en sociedad, se presentarían


grosso modo tres maneras de abordarlo:
a) Por su forma, identificándolo con las normas o los procedimientos para resolver
conflictos.

b) Por su contenido, el cual podemos conocer ya sea por el análisis de las normas o
por el de los comportamientos jurídicos y la reconstitución de los principios jurídicos
implícitamente contenidos en las decisiones de justicia.

c) Considerándolo más como un fenómeno que como un concepto.

Esta última postura es la del Laboratorio de Antropología Jurídica de la Universidad de París (LAJP)
[5], el cual se interesa sobre todo en los procesos de socialización jurídica. Ahora bien, es
necesario señalar que si pugnamos por un enfoque antropológico no es porque consideremos que
las demás disciplinas relacionadas con el derecho no son útiles para su estudio.

Al contrario, pensamos que las fronteras entre disciplinas se han vuelto artificiales [6] y la
colaboración con, por nombrar algunas, el derecho comparado, la historia del derecho o la
sociología jurídica es una condición sine qua non para la comprensión de los fenómenos jurídicos.
Nuestro planteamiento considera sobre todo a la antropología jurídica como un punto de
convergencia metodológico para las demás disciplinas jurídicas y para un enfoque holístico del
derecho.

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Metodología de la antropología jurídica

La antropología jurídica es eminentemente comparativa. Es necesario aceptar, sin embargo, que


las macro-comparaciones no tienen una aceptación unánime entre los especialistas. Es posible, sin
embargo, establecer algunos elementos comparativos fundamentales.

a) El marco comparativo: puede ser histórico, temático o geográfico. Independientemente


del marco, toda comparación implica usar un modelo que defina claramente los
elementos y sistemas comparados, los ejes de comparación, el tipo de formulaciones y
sus resultados.

b) El objeto de comparación: el objeto toca necesariamente a los sistemas jurídicos y sus


diversos elementos, tomando en cuenta siempre el papel del derecho en las sociedades
comparadas.

c) La naturaleza de la comparación: se trata de la parte más delicada, pues su


complejidad se acrecienta a la par de la heterogeneidad de los modelos jurídicos
comparados.

Las etapas de la investigación en antropología jurídica pueden esquematizarse de la siguiente


manera [7]:

Etapas Denominación Implicaciones


VI Presentación de resultados Descripción de los datos utilizados y de los
resultados obtenidos en las diversas etapas de la
investigación
V Generalización Definición de los principios generales de
funcionamiento del sistema
IV Comparación Verificación de las hipótesis utilizando modelos que
estudien las propiedades de sistemas diferentes
III Análisis Estudio de las relaciones existentes en el seno de
conjuntos considerados como sistemas
II Recolección de datos Información escrita y oral, selección de métodos
I Definición del tema Formación especial
Aplicado concretamente al problema de una antropología jurídica del derecho positivo podemos
establecer como marco temático, por ejemplo, el pensamiento mítico, el cual no es privativo de las
sociedades tradicionales. Las sociedades modernas poseen y utilizan todo tipo de mitos. Roland
Barthes subrayó, por ejemplo, que el mito es un modo particular de comunicación y no puede ser
definido por el objeto de su mensaje [8]; en este sentido, existen mitos tanto en La Odisea como
en la serie Dallas, en el Código napoleónico o en la Constitución mexicana. Además, para entender
cómo el mito sirve al derecho, hay que precisar que el alcance del mito va más allá del sentido del
signo que utiliza.

La autoridad que emana del Código napoleónico no viene sólo del rigor con el que fue redactado,
sino de otro mensaje: el de una sociedad de individuos libres regidos por la razón, que deciden
someterse voluntariamente al derecho. El caso de las elecciones es otro ejemplo porque, más que
un simple modo de designación de gobernantes, son ritos a través de los cuales el cuerpo social
manifiesta su coherencia, ritos susceptibles de ser comparados con los de ciertas sociedades
africanas.

Es importante subrayar que este tipo de acercamientos al fenómeno jurídico, que son comunes en
los países anglosajones, han despertado, hasta ahora, poco interés en México. Ahora bien, las
razones de la rigidez que caracteriza a la enseñanza del derecho en México y, en general, en el
mundo son de diversa índole.

Éstas van desde un rasgo conservador, muy propio de los actores u operadores jurídicos (jueces,
legisladores, litigantes, profesores, etc.), hasta una “concepción tradicional, tanto desde el punto
de vista filosófico como del histórico-social, (que) ha sido la tendencia prevaleciente en la escuela
y universidad” [9]. No hay, por lo tanto, resultados evidentes en este campo, pero sabemos que
existen investigaciones en curso y proyectos que, aunque no se declaren abiertamente
antropológicos, lo son por el enfoque o la metodología utilizada.

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Conclusiones

La profundidad del análisis antropológico radica en la tendencia a pensar al derecho como un


objeto complejo, pues pone el acento en la imbricación de lo político y en otras dimensiones de lo
social. Lo jurídico, casi tanto como lo político, se encuentra presente en la sociedad bajo las
formas más diversas, por ello, el investigador tiene que poner en juego todo para sacar a la luz los
“dispositivos de poder” que operan a través del derecho. Existe, en la antropología política, una
corriente que pugna por una antropología de la modernidad, estamos pensando obviamente en los
trabajos de Marc Abélès y de Marc Augé.

Esta postura metodológica, que busca en común con otras disciplinas profundizar nuestro
conocimiento de los fenómenos políticos, nos parece adecuada también para el estudio de los
fenómenos jurídicos contemporáneos, y particularmente útil para el estudio y la enseñanza del
derecho en México donde coadyuvaría a reducir la enorme distancia existente entre teoría y
realidad jurídicas. Aún no existe, al menos en México, un consenso sobre la eficacia pedagógica de
ese enfoque pluridisciplinario; se trata de una vía por explorar, cuyos resultados se verán con el
tiempo. Se necesita, pues, ir hacia un paradigma, en el sentido kuhntiano del término, es decir, “
un modelo o patrón aceptado por los científicos; o también, un conjunto de creencias compartidas
por los científicos, es decir, un sistema de acuerdos entre los científicos sobre cómo deben ser
entendidos los problemas” [10].

Un paradigma de este tipo, contructivista jurídico [11], surge como reacción al modelo tradicional
de enseñanza del derecho. Se trata de un nuevo tipo de enseñanza que permite analizar y
desentrañar los aspectos contextuales que inciden en el fenómeno, y lograr una enseñanza más
consciente y significativa tanto para el docente como para el alumno. Crítica, constructiva,
transformadora, creativa e innovadora, transdisciplinaria. Consideramos que en ese sentido,
afortunadamente, van ya ciertos trabajos, como el realizado por el Instituto de investigaciones
Jurídicas de la UNAM en 2004: Cultura de la Constitución en México. Una encuesta nacional de
actitudes, percepciones y valores [12].
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Referencias Bibliográficas

[1] Rouland, N. (1988). Anthropologie juridique. París, Ed. Presses Universitaires de France (PUF),
p. 98.
[2] Citado por González Galván, Jorge Alberto. “La enseñanza de la antropología jurídica en
Francia” en Etnicidad y derecho. Un diálogo postergado entre los científicos sociales, p. 307.
[3] Cárdenas, Jaime. “Cultura jurídica y desafuero” en El Financiero, 1 de marzo de 2005, p. 52.
[4] Carbonell, Miguel y Vázquez, Rodolfo (2003). Introducción a Poder, derecho y corrupción, p. 3.
[5] Ver González Galván(1996) , p. 295.
[6] Ídem, p. 291.
[7] Elaboración propia con base en Rouland (1988), pp. 164-179.
[8] Barthes, Roland (1957). Mythologies. Paris, Ed. Le Seuil.
[9] Witker (1985), p. 68.
[10] Kuhn, Thomas S. (2000)
[11] Cf. Cáceres Nieto, Enrique (2002). “Psicología y constructivismo jurídico: Apuntes para una
transición paradigmática” en Muñoz de Alba Medrano, M., Coordinadora, et. al. Violencia Social.
México, UNAM.
[12] Flores, Julia, et. al. (2004). Cultura de la Constitución en México. Una encuesta nacional de
actitudes, percepciones y valores. México, UNAM/IIJ.

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Acerca de los autores

Sergio Arturo Avalos Magaña


Es académico de postgrado de la UVM, Campus Villahermosa. Licenciado en derecho por la
Universidad Juárez Autónoma de Tabasco. Hizo estudios de maestría en Ciencias Políticas en la
Universidad de París 3, de maestría en Derecho Constitucional en la Universidad de París 2 y de
Edición en la Universidad de París 13. Es candidato a doctor en Ciencias Políticas por la
Universidad de París. Actualmente, es catedrático de postgrado en la maestría en Ciencias Sociales
de la UJAT.

César Humberto Madrigal Martínez


Es secretario académico de la UVM, Campus Villahermosa. Licenciado en derecho por la UJAT,
maestro en Ciencias Penales por la UA de Veracruz, maestro en Psicología Jurídica y Criminología
por el IU Puebla y doctor en administración. Concluyó el doctorado en Ciencias Penales y Política
Criminal en el INACIPE. Ha sido profesor en la División de Ciencias Sociales de la UJAT;
catedrático en licenciatura y postgrado; profesor de la Universidad Olmeca, en donde fue Director
de Derecho y Director General Académico; profesor de licenciatura y postgrado en la UVM-
Villahermosa, y Universidad Mundo Maya. Ha sido Director de Prevención del Delito y Servicios a la
Comunidad de la PGJ de Tabasco; fue Director de Consignaciones de la PGJDF. Preside el Colegio
de Ciencias Jurídicas de Tabasco (2004-2006), y presidente del Colegio Nacional de Ciencias
Jurídicas, 2004. Es investigador del Sistema Estatal de Investigadores del CONACYT y miembro,
desde su inicio, del Padrón de Investigadores del CCYTET.

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