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ÁGORA

UN ESPACIO PARA LA REFLEXIÓN


HOMENAJE AL MAESTRO

Apreciado Maestros y Maestras

Estamos en una sociedad que afronta difíciles momentos, donde la


violencia, la guerra, la pobreza, el hambre, el desempleo, sumado esto a
una crisis en la estructura moral, donde la vida ha dejado ser el valor
fundamental y se relativiza a la economía; donde la prostitución, el
consumo de sustancias psicoactivas y la corrupción estatal convierten a
nuestra niñez en víctimas de un sistema necrofílico por economía. Es
una sociedad donde el relativismo, el consumismo y otros fenómenos se
instalan en el corazón y en las mentes de los jóvenes, quitándoles el
sentido y lanzándolos hacia un vacio existencia expresado en actitudes
de muerte. Sabemos que esta realidad no es ajena a la escuela y que el
quehacer pedagógico se ve obstaculizado por estas realidades u otras
tal vez más difíciles. Estoy seguro que en estos momentos existen
muchos maestros deseando claudicar, porque se sienten cansados,
desilusionados y han perdido su sentido, su fe y se repite
constantemente la frase: “Nada se puede hacer con estos jóvenes”, de
aquí surge la pregunta que deseo compartir: ¿Qué sentido tiene ser
maestro hoy?

La respuesta se halla precisamente en este espectro de desesperanza,


porque nosotros Maestros y Maestras debemos ser como llama
iluminadora que orienta los corazones de los jóvenes hacia nuevos
horizontes. En este sentido ser maestro hoy es una tarea iluminadora,
porque es ser agente de esperanza, de la esperanza que se tiene por la
vida, por las personas, pero sobre todo es la profunda esperanza en un
mañana mejor.

Nuestras sociedades neoliberales se caracterizan por un afán


esquizofrénico de acumulación de capital, predica el individualismo
como alternativa para alcanzar estabilidad, tranquilidad y satisfacción,
ofreciendo un falso ideal de paz y felicidad; muchos de nuestros jóvenes
aunque abarrotados de información y con situaciones económicas
resueltas, se sienten solos, no encuentran sentido en su estudio, en su
trabajo y en su vida, podemos decir entonces que nuestros jóvenes
tienen las manos llenas pero el espíritu vacio, por eso recurren a las
drogas, a la promiscuidad y al suicidio; estos jóvenes están deseosos de
cariño. Es así que nuestro quehacer tienen sentido, porque es una tarea
profundamente amorosa, es decir, se inscribe en la misión trascendental
de hacerlo porque se ama. Nuestra tarea, entonces es iluminar (ser
esperanza) y amar (dar cariño). De aquí, que nuestro ejercicio implique
gritar proféticamente que nuestra sociedad se ha equivocado por querer
comprar los afectos, por materializar el amor y mercadear la vida.

Ágora No 1: enero 2011


Tiene, por lo tanto, mucho sentido nuestra labor docente, no porque sea
una profesión que aporta buena remuneración económica, al contrario,
esta misión realizada solo por dinero se tornaría desgastante y traería
amargura, tristeza y desilusión. Ningún salario es suficiente para
recompensar la labor que desarrollan los Maestros y Maestras. El ser
Maestro no es solo una profesión, es una vocación que implica un
especial estilo de vida en donde se identifica ser y quehacer. Un estilo
de vida coherente con la enorme responsabilidad de cambiar el mundo,
de trabajar por nuevas estructuras donde la injusticia, la guerra y el
rencor, sean cambiadas por nuevas estructuras hechas con manos de
artesanos: artesanos de la justicia, la paz y el amor. Y estas manos son
las de la Maestra que enseña a leer, a cantar, a sumar; son manos de
artesanos los del Maestro que desde la universidad prepara los nuevos
profesionales. Si renunciamos a la misión ineludible de cambiar el
mundo, es porque el mundo con su lógica ya nos ha cambiado a
nosotros.

Por lo tanto nuestra misión como Maestro y Maestra implica:

a) Expresar que hemos asumido libremente nuestra vocación. Solo


aquellos que hacen lo que aman, se sienten realizados, felices y esto
se manifiesta espontáneamente.

b) Educar como una acción esperanzadora, lo que exige ser una persona
profundamente esperanzadora, optimista, que no se deja avasallar
por la tristeza, el dolor y el odio.

c) Profesar la confianza en el ser humano que aunque parezca perdido,


siempre es posible vencer la adversidad. Esto requiere de la
comprensión del que no juzga, ni censura, ni condena, es brindar
confianza, creer en la palabras de todos, sin importan quien es y
luchar por encontrar al ser humano por encima de sus grandes
problemas.

d) La plena convicción que nuestra labor tiene sentido, porque impacta


la vida de los jóvenes y transforma sus comunidades.

e) Educar desde la alegría para transmitir el gozo de los aprendizajes. El


deseo natural de aprender. El estudio, la lectura, la investigación no
es un carga es una goce placentero, creativo y permanente.

f) Vivir como expresión de plenitud humana, de la solidaridad y la


comunión. El infeliz y amargado siempre se siente menos, perseguido

Ágora No 4: Mayo 2011


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HOMENAJE AL MAESTRO
y envidia la felicidad de los demás. Educar es una búsqueda
permanente por la felicidad.

Por lo tanto, ser Maestro es un compromiso, una exigencia nada fácil,


porque frente a ideologías oriundas del capitalismo, frente a la sociedad
consumista, frente a una cultura de muerte y la desesperanza, nuestra
tarea se presenta como un contracorriente: es decir, es actuar con un
ethos diferente, con una lógica que defienda la vida y la justicia por
encima de los intereses mezquinos del dinero. Es volver la mirada sobre
el Maestro de Galilea que es el Educador por excelencia que camina en
medio de la comunidad, anunciando la esperanza, amando y liberando.
Maestra y Maestro tu compromiso es mayor porque otros institutos y
profesores, instruyen desde diversas pedagogías y didácticas, muy
validas, pero que no comprometen su ser y pensar, muchos de estos se
centra solo procesos cognitivos, resultado ICFES, competencias laborales
legitimando con sus acciones el sistema vigente, aumentando el odio y
la violencia. Pero los que han optado por ser verdaderamente Maestro
(como una opción de vida: Vocación) la misión es la propia vida que
compromete la existencia en una construcción permanente de la
Justicia, la libertad y la paz.

Animo! Vale la pena y tiene sentido ser Maestro! porque somos los
gestores de la vida, de la felicidad y el amor y para esto no hay
obstáculo que el Maestro no pueda vencer. Permítanme Finalizar con la
palabra de Ginott: “Llegué a una conclusión amedrentadora: Soy el
elemento decisivo en el aula de clase. Es mi relación personal la que
crea el ambiente. Es mi humor diario el que genera el clima. Como
profesor poseo un tremendo poder para hacer la vida de un niño
miserable o alegre. Puedo ser la herramienta de tortura o el instrumento
de inspiración. Puedo humillar o alegrar, herir o curar. En todas las
situaciones, es mi respuesta la que decidirá si una crisis podrá ser
vencida o vencedora y si un niño puede ser humanizado o
deshumanizado”

Fraternalmente,
Willian Fredy Palta Velasco

Comentarios: http:// wpalta.blogia.com

Ágora No 1: enero 2011

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