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20 Isagogé, 1 (2004)
Biosensores ópticos
Algunas de las propiedades que posee la luz, ya sea la de ser guiada a través de
ciertas estructuras o la de sufrir fenómenos de resonancia, pueden ser aprovechadas para
implementar un biosensor, que en este caso recibe el nombre de biosensor óptico. Su
funcionamiento es esencialmente el mismo que el sensor de glucosa, sólo que ahora es
la luz la que se encarga de proporcionarnos la información. Los pasos a seguir para
desarrollar uno de estos dispositivos de forma completa serían, primero, decidir que
efecto óptico queremos que esté involucrado en el funcionamiento del sensor; segundo,
conocer cómo inmovilizar el receptor biológico en la superficie del sensor y cómo hacer
que éste sobreviva y, por último, proponer un sistema de adquisición y tratamiento de
datos (hardware y software) apropiado. Veamos con más detalle los dos primeros.
Los efectos ópticos que actualmente se proponen para el desarrollo de un
biosensor son tres: la fluorescencia, las configuraciones de campo evanescente y la
absorción. La fluorescencia consiste en la emisión de luz por parte de los átomos
cuando, tras un proceso previo de excitación, éstos vuelven al estado fundamental. En
nuestro caso, cada analito genera unos parámetros característicos de excitación-emisión,
con lo que es posible determinarlo unívocamente. El segundo efecto tiene que ver con
sensores que utilizan guías de onda. En una guía de ondas, la luz se transmite en
condiciones de reflexión total interna. Sin embargo, el campo electromagnético no
queda estrictamente confinado en el interior de la misma, sino que parte de él escapa al
exterior presentando un decaimiento exponencial. Es el campo evanescente, que será el
encargado de detectar la sustancia de interés, ya que cualquier cambio que se produzca
en él influirá en las características de la luz que se propaga por el interior de la guía.
También puede ocurrir que la interacción analito-receptor lleve asociado un fenómeno
de absorción. De este modo, cuando ambas sustancias reaccionen, la cantidad de luz que
llega al detector se verá afectada.
Cuando pretendamos anclar el receptor sobre nuestro sensor, hay que tener en
cuenta que la inmovilización se realiza a escala nanométrica y sobre soportes sólidos.
La técnica más usada es recubrir la superficie de la guía con algún metal, de forma que
ésta se consiga mediante enlaces covalentes (fig. 2). Sin embargo, también existen
muchas otras técnicas como por ejemplo, el atrapamiento físico del receptor sobre una
membrana o un polímero, o bien la adsorción directa sobre el sensor. Por otro lado, para
que el receptor sobreviva, éste debe estar en disolución acuosa, con lo que es necesario
disponer de celdas de flujo que contengan la parte adecuada del sensor y que permitan
que dicha disolución se regenere.
Analito
Sustancia
receptora
En lace Cova lente
Capa de oro
Gu ia
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El método de anclaje por enlace covalente puede conseguirse depositando una
película de oro sobre la superficie del sensor y consiste, a grandes rasgos, en provocar
modificaciones químicas en la superficie de este metal que den lugar a un enlace
covalente entre los átomos de su superficie y una parte específica de la sustancia
receptora (deben quedar libres las partes que reaccionarán con el analito). Para
conseguir el anclaje óptimo, se conectan a la placa de oro unas microcubetas con
distintas disoluciones que se hacen pasar en un determinado orden (según sea su pH o
concentración). Todos los pasos se monitorizan para comprobar que se están
produciendo las reacciones químicas buscadas, y una vez que se comprueba que la
proteína está bien anclada, se conecta a un sistema de flujo automatizado que la
mantiene constantemente en contacto con una solución salina. Una de las partes más
delicadas en cuanto a la construcción de un biosensor es la de mantener vivo el receptor,
que no se degrade y que permanezca estable. Esto se subsana manteniéndola en
disolución constante con un pH y una temperatura adecuados.
Biosensores basados en dispositivos de óptica integrada
Los biosensores basados en dispositivos de óptica integrada están adquiriendo
una gran importancia hoy en día debido a su alta sensibilidad, estabilidad mecánica,
posibilidad de miniaturización e integración en microsistemas y fabricación a gran
escala. Este tipo de biosensores se basa en el principio de modulación del campo
evanescente que ya se definió anteriormente.
Antes de pasar a explicar su funcionamiento, merece la pena comentar que la
óptica integrada es una tecnología capaz de construir a escala micrométrica cualquier
dispositivo óptico (como puede ser una guía de ondas o un espejo), de forma que un
microchip pueda contener un sistema óptico completo.
Debido a su alta sensibilidad, una de las configuraciones que se está estudiando
es la basada en un interferómetro Mach-Zender (fig.3). Un Mach-Zender es un
dispositivo en el que un haz de luz se divide en dos subhaces que luego se vuelven a
unir. Si por algún motivo, en alguno de los dos caminos aparece algún fenómeno que
genere un retardo de fase, cuando los haces vuelvan a juntarse, obtendremos un patrón
de interferencia que puede traducirse en un cambio en la intensidad del haz original.
Camino 1
Haz
Haz
final
original
Camino 2
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dos ramas, que se detecta como un cambio en el patrón de interferencia. La intensidad
de este patrón dependerá, entre otras cosas, del incremento de masa en la rama de
medida y será función de la concentración del analito en el medio. Obtenemos, así, un
sensor directo y rápido para determinar cualquier sustancia de la que se disponga su
molécula complementaria.
Sustrato
Gu ia
Zona sensora
Zona sensora
Gu ia
Sustrato
Conclusiones
Las técnicas de análisis de laboratorio más habituales, ya sean de contaminantes
químicos o sustancias biológicas, son generalmente tediosas e indirectas. Contar con
dispositivos de alta sensibilidad, portátiles y de medición directa supondría un ahorro de
tiempo y costes. Combinando componentes ópticos y microelectrónicos con materiales
biológicos, es posible desarrollar biosensores basados en la tecnologías como la del
silicio. En ellos la vida y la microelectrónica se alían para servir de base a unos
dispositivos con múltiples aplicaciones, ya que cambiando la parte biológica pueden
medir desde contaminantes ambientales hasta variaciones genéticas o contaminaciones
en alimentos.
Análisis directos e inmediatos sobre pequeñas muestras son las principales
ventajas que ofrecen los últimos biosensores desarrollados. De este modo, estamos ante
un dispositivo muy potente que permite la detección de manera selectiva, directa (sin
marcadores) y rápida (de segundos a minutos).
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