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Dios desea bendecirte en todas las áreas de tu vida, es por ello que te da la
oportunidad de sembrar para cosechar.
Dios tiene que ver con la semilla y la cosecha. Dios dejó establecido que todo lo que
tuviéramos debía ser hecho a cambio de semilla y cosecha. La Biblia dice: “Dios da
semilla al que siembra”. El Señor no da el cultivo, Él da la semilla.
Tengo un amigo de la infancia que tuvo un problema con su cosecha de papaya, esta
cosecha estaba perdida por completo. Él había oído hablar de las promesas de fe pero
sintió que hacerla a cambio de la cosecha era chantajear a Dios, pero eso se llama
hacer pacto con Dios. Yo le dije que no se preocupara que íbamos a orar por su
papaya. Después me llamó para decirme que toda la cosecha se había salvado.
Lo primero que ese sacerdote pagano hizo fue sacar ofrendas y sacrificios para
presentarlas ante los apóstoles. Este sacerdote, a pesar de tener ideas equivocadas,
reconocía a sus dioses como tales. En cambio, a muchos de nosotros nos cuesta dar
una ofrenda en la iglesia, porque no vemos ni creemos en Dios como el Ser todo
poderoso que es realmente. Nos cuesta verlo como el Rey de reyes y el Señor de
señores, y si no somos capaces de ver a Dios como Dios, menos vamos a darle
importancia de Culto al servicio que se realiza en nuestra iglesia.
Todo lo que nosotros hagamos y lleguemos a tener en nuestra vida, tiene que ver con
Dios, incluyendo nuestro trabajo y lo que proviene de él, porque el Señor es quien nos
provee todas las cosas.
Dios es justo, el nunca se queda con nada y debemos verlo así. Voy a darles un
testimonio acerca de algo que me paso a mí, para ilustrarles como es de justo Dios. En
una ocasión, cuando era época de frío, regalé toda la ropa que tenía para abrigarme,
me quede sin nada. Después de esto, mi mamá me llamó de Coatepeque para decirme
que me había enviado una encomienda y que fuera a recogerla. Lo que venía en esa
encomienda eran abrigos y ropa de cama nueva. Dios es fiel, y sabe darnos conforme
a lo que merecemos.
No puedes decir que siempre has dado sin esperar recibir algo a cambio. Existen
sucesos en la vida en los que damos esperando recibir algo. Por ejemplo, cuando uno
esta conquistando a la mujer que quiere por esposa, la invita a salir y le da reglaos
esperando que acepte ser la novia de uno. No puedes decir que tu amor hacia esa
mujer no fue incondicional y que estabas dando sin esperar algo a cambio. Nunca le
dijiste que estabas para dar y no para recibir, que no te importaba que se casara con
otro, que de todas formas, tú la ibas a mantener.
Otro ejemplo de cuando uno siembra esperando recibir algo a cambio, es cuando se
paga el colegio para los hijos. Uno esta sembrando en ellos para que estudien, se
superen, y lleguen a ser personas de éxito en el futuro; y lo que se espera es que ellos
pongan su mayor esfuerzo siempre, que saquen buenas calificaciones, y que sean
hombres y mujeres de bien.
Cuando venimos con Dios creemos que debemos dar sin esperar algo de regreso.
Creemos que si le pedimos algo a Dios a cambio de lo que damos, lo estamos
chantajeando. Nos sentimos mal, porque tenemos una idea equivocada a causa de una
enseñanza que recibimos mal.
La Palabra dice que Dios mismo nos ama esperando que nosotros le amenos también.
Dios espera algo a cambio por lo que nos da. Pero, ¿porque no podemos esperar algo a
cambio de lo que damos por parte de Él?
Cuando el Señor quiso ovejas entregó al cordero. Cuando Dios quiso la cosecha de
trigo entregó a la semilla que es Cristo y nosotros somos la cosecha de eso. Nosotros
somos producto de lo que Dios dio para recibir cosecha. Él dio a su hijo para salvarnos
a nosotros. Si Dios hubiera sabido que nadie se iba a salvar no hubiera entregado a su
único hijo para salvarnos. La Palabra nos dice que fuimos comprados por la sangre de
Cristo.
Dios dejó establecido desde la creación que el hombre siembre para cosechar. Existe
una siembra y una cosecha, entiéndelo bien. Todo lo que es y existe es a causa de la
ley de la siembra y la cosecha. Negar esa ley, es negar nuestra propia existencia;
porque los humanos necesitamos que un hombre siembre una semilla en una mujer
para existir.
Generalmente los humanos tenemos prejuicios en nuestra mente que no nos dejan
salir adelante. Un ejemplo claro de ellos es que no creemos que se puedan hacer
negocios con Dios. Creemos que esta mal decirle que si nos provee en un negocio,
vamos a diezmar el doble cuando lo recibamos. Pensamos que hacer eso es chantajear
a Dios y no creemos que sea la forma de hacer negocios con Él. Si vas hacer negocios
con alguien, hazlos con Dios. Haz negocios con tu Padre, no busques a nadie más. Si
somos capaces de hacerlos con humanos porque no vamos a hacerlos con nuestro
padre. Dios es seguro de lo que hace.
La Palabra de Dios en Joel 3:9-10 dice: “Proclamad esto entre las naciones, proclamad
guerra, despertad a los valientes, acérquense, vengan todos los hombres de guerra.
Forjad espadas de vuestros azadones, lanzas de vuestras hoces; diga el débil: FUERTE
SOY.”
Cuando tú estés listo para la cosecha debes entender que tu cosecha es una guerra
espiritual.
Debes aprender que cuando hablamos de siembra y cosecha hablamos de Dios y del
diablo también. Quiere decir que debes entender que Dios nos dijo en la Palabra dijo
nuestros azadones debían convertirse en espadas. Detrás de tu cosecha estas tú y el
diablo. Al diablo le interesa que tú no cosechas para que des un mal testimonio de
Dios.
Los hombres pensamos que no hay batalla en la cosecha. Los empresarios piensan que
no hay demonios en su empresa y si los hay. Es como si Dios nos dijera que
convirtiéramos nuestras computadoras en lanzas, y a nuestros vendedores en
guerreros.
La cosecha no cae del cielo, lo que cae del cielo es la lluvia que riega la semilla. La
cosecha se da en la tierra. Debemos aprender a sacar de nuestra vida al diablo y
convertirnos en instrumentos de guerra, para poder combatir los problemas. Debes
esforzarte y levantarte para recoger tu cosecha.
Dios puede proveerte las cosas necesarias para que siembres, pero eres tu quien debe
esforzarse para poder cosechar, cuidar tu semilla desde el momento en que la
siembras. No debes maldecir tu semilla, sino que bendecirla siempre.
También es importante que comprendamos que dentro de este principio existe una
guerra espiritual. Dios esta interesado en que tu recojas una buena cosecha y que des
buen testimonio de lo que te ha dado, pero al diablo le interesa que tu testimonio diga
lo contrario.
Los hombres pensamos que no hay batalla en la cosecha. Los empresarios piensan que
no hay demonios en su empresa y si los hay. Dios nos da las herramientas necesarias
para cosechar y nos dice que convirtamos nuestras computadoras en lanzas, y a
nuestros empleados en guerreros.
La cosecha no cae del cielo, lo que cae del cielo es la lluvia que riega la semilla. La
cosecha se da en la tierra. Debemos aprender a sacar de nuestra vida al diablo y
convertirnos en instrumentos de guerra, para poder combatir los problemas. Debes
levantarte recoger tu cosecha.
La ley de la siembra y la cosecha es algo espiritual, sino fuera así, la Biblia no nos diría
en Malaquitas 3:11 que Dios reprenderá al devorador de nuestra tierra.
En la parábola del Sembrador la Palabra de Dios nos dice que cuando el sembrador
salió a sembrar, la semilla fue tirada por el camino. Vinieron los pájaros y se la
comieron. Cuando tú recibes una palabra y dudas, es el diablo quien esta diciéndote
eso, Dios siempre te dice que la creas. Si tú eres de las personas que no cree por
completo la Palabra de Dios, y desanimas a otros en lo que han creído, eres usado por
el diablo.
Tu cosecha tiene persecución desde el día en que siembras. Existen cosas que debes
aprender acerca de la cosecha. La primera cosa que debes aprender de la cosecha es
que es una guerra. Debes convertir tus instrumentos de labranza en instrumentos de
guerra para ganar tu cosecha. Debes creerle al Señor por tu cosecha y luchar por
alcanzarla.
Otra cosa que debes tomar en cuenta es la actitud para con el cosechador. El
cosechador debe cambiar en su mente y en su corazón para poder recoger una
cosecha. La Palabra de Dios dice que el débil debe decir que es fuerte.
El vocablo débil en hebreo quiere decir discapacitado. La palabra débil en Joel quiere
decir discapacitado e inútil. Al contrario, la Palabra fuerte quiere decir poderoso,
valiente, gigante y grande. La raíz más pequeña de esta palabra significa: “el que
camina con dignidad detrás de Dios”.
Hay algo que me impresiono esta semana, cuando estábamos viendo un programa en
la televisión con mi esposa. Fue el caso de un niño secuestrado, él tenía seis años. Su
padre no encontró ayuda en su país para rescatarlo, lo único que encontró de su hijo
fue la cabeza, y eso enterró. Este señor no se amargó por lo que le sucedió, sino que
creo sistemas para rescatar a niños perdidos y secuestrados.
También vi el caso de un niño que nació con problemas de la vista y a los 16 años
quedo ciego. A él le gustaban las actividades de excursión y no se dejo vencer y con la
ayuda de su padre escaló el Everest.
Para poder levantar las cosechas más importantes de nuestra vida debes cambiar la
manera de pensar que tienes de ti mismo. En lugar de decir que no puedes debes decir
que eres fuerte en Cristo Jesús y que si puedes. Ningún cobarde recoge una cosecha.
Anticípate, llega antes, gánales a tus enemigos. Esfuérzate por recoger tu cosecha.
Debes aprender que la cosecha es una batalla que comienza contigo mismo. Si tú eres
un cosechador debes creerte capaz de hacer las cosas. ¿Cómo vas a cosecha si tu
mismo crees que no puedes?
En el salmo 126:1 dice: “Cuando Jehová hiciere volver la cautividad de Sión, Seremos
como los que sueñan.” Y en el versículo 6 dice: “Irá andando y llorando el que lleva la
preciosa semilla; Mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas.”
Hasta que uno sale de una cautividad vuelve a soñar. Cuando la cautividad se va los
sueños regresan. Dios no quiere gente cautiva, sino que la gente soñadora. Los
hombres nacimos para vencer los tropiezos que el diablo nos ponga y tener sueños de
superación.
En lo personal estoy cansado de recoger el mundo y ver gente dejándose vencer por
sus problemas. A mí me gusta ver a la gente de la misma forma en que Dios siempre
ha querido verla, con abundancia. Me gusta ver salir a la gente de la cautividad. El
Señor, con el poder de su Espíritu saca a la gente de la cautividad y permite que los
sueños vuelvan a la vida de esas personas.
La semilla que tenemos para cosechar es preciosa. Hasta que no aprendas a ver lo
maravillosa que es tu semilla no la valorarás. Todo lo que Dios te dio para sembrar es
precioso. No maldigas tu semilla. Si tú reprochas de tu semilla estas maldiciéndola y
por ello no recoges tu cosecha.
Si aún no ves la cosecha de lo que has sembrado, no digas lo malo de ella porque
estas maldiciendo lo que has sembrado. Di a ti mismo que te sientes satisfecho de ver
lo que haz hecho. Nunca digas que lo que has sembrado y no le ves los frutos fue en
vano, di sin cansarte que algún día verás la cosecha por que tu semilla fue preciosa.
Un buen cosechador es el que tiene la misma actitud que tiene Jesucristo. Él piensa
que valió la pena morir en la cruz del calvario con tal de que uno de sus hijos se salve.
Bendice tu semilla para ver el fruto. La Biblia dice que no te canses de hacer el bien,
porque todo lo que siembres algún día lo cosecharas.
Esfuérzate por cuidar tu semilla, bendícela a cada instante, Dios te la dio porque desea
bendecir tu vida, cuida lo que siembres para poder cosechar.
En el estudio pasado hable acerca de que la cosecha es una guerra. Aunque para la
mayoría de personas sea difícil de creer, detrás de toda cosecha hay una guerra
espiritual que debemos pelear, porque al diablo le interesa que no coseches para que
des un mal testimonio de Dios.
Debes aprender a pelear las batallas espirituales que se te presenten para poder
recoger tu cosecha con éxito. La Palabra de Dios, en Joel 3:10 dice: “Haced espadas de
vuestros azadones, lanzas de vuestras hoces...” Lo que quiere decir es que debemos
convertir nuestros instrumentos de trabajo en instrumentos de guerra. Esto nos
demuestra que hay una batalla que pelear por las cosechas. Dicho sea de paso, hay
una gran batalla que tenemos que pelear por la cosecha de almas que Dios tiene.
La historia nos muestra que desde Adán a nuestros tiempos han pasado seis mil años,
y que ahora estamos empezando el milenio número siete. La Palabra nos dice que mil
años son como un día, y un día como mil años; y que el Séptimo día es el de reposo. Y
fue en el día de reposo que los discípulos sin ningún legalismo empezaron a recoger
espigas. En lo personal, yo creo que en los años que vienen vamos a recoger la
cosecha de almas más grande que ha habido. Toda rodilla se doblará y toda lengua va
confesar que Jesús es el Señor para la gloria de Dios Padre.
Cuando descubrí que en hebreo la palabra débil quiere decir discapacitado, me quede
muy impresionado. Pero, lo que me sorprendió más es que fuerte significa: “el que
camina orgullosamente detrás de Dios”.
Lo que Dios nos quiso decir a través de este versículo es que el que este paralizado
debe aprender a caminar detrás de Dios. Nuestro Señor es grande y poderoso, así que
si caminas detrás de Él, vas a llegar a lugares grandes y maravillosos, porque es a
esos lugares a los que el Señor va.
Cuando pasamos por situaciones difíciles deseamos que sea Dios quien nos saque de
ellas. Pensamos que nosotros no podemos y que no somos lo suficientemente fuertes
para salir de ellas. Queremos que Dios haga todo por nosotros. Pero, ¿Cómo quieres
que Dios haga algo por ti sino obedeces lo que te dice que debes de hacer en su
Palabra? Si tu crees que eres débil, aunque Dios quiera ayudarte, no puede hacer algo
por ti. Debes creer que eres fuerte y capaz para hacer las cosas y sobre pasar con
éxito las dificultades que se te presenten. Él Señor nos manda en su Palabra que
digamos que somos fuertes. Dios quiere que creas y digas que eres fuerte.
Para poder recoger tus cosechas debes de tener fe de que recibirás conforme a lo que
has sembrado. La Biblia nos dice que el justo por su fe vivirá, también dice que “Fe es
la certeza de lo que espero, la convicción de lo que no se ve”
Por lo tanto, nadie puede declarar que vive por fe sino puede declarar específicamente
que esta esperando que no tiene, que esta viendo que sus ojos todavía no ven. Tú no
puedes decir que vives por fe si no esperas nada, sobrevives por la fe, pero otra cosa
es vivir por fe.
Nuestra fe en Dios crece cuando le creemos a Dios por algo. Cuando le creo a Dios por
algo, mi fe tiene que crecer porque sino no lo logro.
La Palabra del Señor en el Salmo 126:1 dice: “Cuando Jehová hiciere volver a la
cautividad de Sion, seremos como los que sueñan.”
Todos los desafíos que Dios nos pone en la vida hacen crecer a la gente
espiritualmente, más de lo que puedan pensar; porque para poder alcanzar el sueño,
me tengo que meter con Dios y creerle a Él. Eso hace crecer la fe.
Para recoger una cosecha abundante debes soñarla de primero, cuando ya la haz
visualizado, debes tener una fe firme para alcanzarla. Debes aprender a pelear tu
batalla en todas las áreas de tu vida, para ser un cosechador de éxito.
La Palabra del Señor en el Salmo 126:6 dice: “Ira andando y llorando el que lleva la
preciosa semilla” La mayoría de personas no están acostumbradas a llamar preciosa a
su semilla, la echan a perder con su boca y con su actitud.
La Biblia en el libro de Gálatas 6:7 dice: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado;
pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará” y en el versículo 9 dice:
“No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos...” Hacer el
bien es una semilla, entonces cuando tu le estas haciendo el bien a tu familia, o le
estas haciendo el bien a tu prójimo, cuando le haces un bien a tu marido ó a tu mujer,
estas sembrando semillas. Cuando le haces bien a tus hijos, ó cuando honras a tus
padres le estas haciendo un bien a tu familia y al ser humano.
Pero, en algunos casos, cuando no ves la cosecha del bien que has sembrado empiezas
a maldecir no la tierra, sino que tu siembra. Si empiezas a decir que has sido bueno en
vano, y reprochas por el bien que haz hecho a los demás, ha reprochar de las
personas, estas maldiciendo tu semilla.
¿Por qué maldices tu semilla? Si tú honras a tu esposa estas haciendo el bien, aunque
tu esposa no te responda como lo esperas, tu semilla sigue siendo preciosa. No debes
maldecir tu semilla porque siempre es preciosa.
Por ejemplo, yo paso sembrando en la gente toda mi vida. Cuando voy a tomar un café
con alguien le comparto palabra, cuando tu vienes aquí recibes Palabra, y esa Palabra
viene del tiempo que yo paso con Dios; tanto aquí como en las cruzadas siembro
Palabra y unción. Ahora bien, imagínese cómo sería si yo pasara reprochando y
diciendo que para que he orado tanto y he dado tanta Palabra si la gente sigue siendo
igual. ¿A quién estoy maldiciendo? A mi semilla. Si yo hiciera esto Dios me dejaría de
dar Palabra, porque la Biblia dice que el Señor da semilla al que siembra. A mi me
encanta sembrar todo lo que recibo de parte de Dios porque se que el me dará más. Si
quiero más Palabra, doy más Palabra. Si quiero más unción, siembro más unción.
Pero, imagínese si yo pasara diciendo todo el tiempo que para que siembro tanto si los
hermanos no me reconocen nada, nunca me dan nada. Eso es lo mismo a que si tu
abres un negocio y le das fiado a la gente y las personas nunca te pagan. No debes
poner los ojos en como te paguen los demás; haz el bien siempre, no debes maldecir o
bendecir a tu semilla en pos de los demás. Debes bendecirla siempre.
Yo me preguntaba porque en el versículo 6 del Salmo 126 dice: “Ira andando y
llorando el que lleva la preciosa semilla” Siempre le pregunte eso al Señor. Ahora
comprendo que dice que iría cantando y llorando, porque en el desierto no podía
sembrar nada, por eso es que el pueblo de Israel en el desierto vivía del maná y del
agua que salía de la roca. Durante los 40 años que los Israelitas estuvieron en el
desierto no vivieron de la ley de la siembra y la cosecha. La siembra y la cosecha no
podía funcionar en el desierto, esta funcionó hasta en la tierra de las promesas. Al
volver de la cautividad ellos pudieron volver a sembrar.
Dios les dijo que les daría una tierra, que huyeran de Egipto y fueran hacia ella, porque
esa tierra sería buena. Al llegar a ella pudieron sembrar y cosechar de nuevo.
Cuando las personas del pueblo de Israel entraron a la tierra prometida, volvieron a
tener sueños, porque en el desierto no podían tener sueños, estaban en cautividad.
Eso sin tomar en cuenta otras épocas en las que el pueblo de Israel estuvo cautivo
también.
Yo estoy tomando en cuenta esto, por que me imagino lo que las personas del pueblo
de Israel sintieron. Después de que salieron de Egipto, pasaron durante años en el
desierto. Después de pasar por todo eso pudieron entrar en la tierra prometida. ¿Cómo
no iban a estar cantando y llorando? Ellos debieron estar muy emocionados por tener
al fin una tierra donde podían volver a soñar, ya estaban libres del cautiverio. Por fin,
después de muchos años iban a poder ver una cosecha. Estaban tan emocionados por
los que estaban viviendo que hasta lloraron.
Existen otros motivos por los que la gente llora cuando siembra. Uno de ellos es por la
situación en que se encuentran cuando siembran. Creo que se encuentran en una
circunstancia en la que tienen que creerle al Señor para salir adelante.
Hay tierras buenas para lo bueno y tierras buenas para la malo. Las tierras que sólo
tienen amargura y rencor son buenas únicamente para lo malo. Ahora bien, las tierras
que siempre perdonan son tierras para lo bueno. No toda tierra es buena siempre para
todo tipo de semilla. Nosotros también somos como tierra que recibimos semilla.
Te haz fijado alguna vez en la gente que es llevada por mal, en el caso de ellos se
podría decir que son buena tierra para lo malo. Siempre cosechan cuando se les trata
mal. No se si conoces a alguien o eres de ellos, pero solo reaccionan hasta que les va
mal. Esa es una buena tierra para lo malo. También eres una buena tierra para lo malo
cuando te llevan un chisme y de inmediato te lo crees. Es una tierra que da fruto
porque le cuenta ese rumor a todo el mundo. Esa es la cosecha de lo que le
sembraron.
Un claro ejemplo de ello, es cuando alguien llega a decirte que le dijeron algo acerca
de ti y tu se lo crees automáticamente, ni siquiera te molestas en llamar a la otra
persona para preguntarle que si es cierto o no. Solamente te lo crees. Quizás la otra
persona no estaba en el país el día que te dijeron eso y no esta ni enterado de lo que
te fueron a decir a ti. Si tu eres una persona así, eres buena tierra para lo malo.
¿Cómo Dios te va a sembrar lo bueno, si tu eres buena tierra para lo malo?
Otro ejemplo, es cuando el esposo es muy celoso, y se enoja con su esposa porque se
maquilla ó porque no lo hizo. También le reclama a su esposa si llega 15 minutos
retrasada, empieza a decirle que por que va tan tarde y le pregunta con quien andaba.
Esa también es una buena tierra para lo malo. Cambia esa mala actitud en tu corazón
y conviértete en una buena tierra.
Debes dejar que el Espíritu Santo obre en ti y te convierta en una buena tierra. Si tu
eres una buena tierra para lo malo, el Señor no puede sembrar lo bueno en ti. Cambia
esa actitud.
La Palabra del Señor nos enseña que debemos de sembrar en los demás toda cosa
buena que recibimos de parte de Dios; por que conforme a los que sembramos
cosecharemos. El Señor nos manda a hacer el bien a toda persona en l todo momento,
porque llegado el tiempo eso vamos a cosechar. (Gálatas 6:6-10).
La cosecha es una guerra. En el libro de Joel la Palabra dice que hay una gran batalla
que tenemos que pelear por la cosecha de almas que debemos tener.
Las personas que peleamos contra el diablo para que no se pierda la Palabra
sembrada, somos como espantapájaros. Existen personas que son usadas por Satanás
para robarnos la Palabra y la vida que Dios nos quiere dar. Pero, también existe otro
tipo de personas que nos inspiran a seguir adelante y nos motivan a seguir junto al
Señor, son los espantapájaros que cuidan la semilla de la Palabra de Dios sembrada en
tu corazón.
Debes cuidarte del diablo, de las personas que atacan la Palabra que ha sido sembrada
en ti, y de que las responsabilidades que tienes no te roben el tiempo que puedes
dedicarle a Dios.
La Palabra del Señor en Mateo 13:4 dice: “Y mientras sembraba, parte de la semilla
cayó junto al camino; y vinieron las aves y comieron”. Y en el versículo 19 dice:
“Cuando alguno oye la Palabra del reino y la entiende, vine el malo, y arrebata lo que
fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino”.
Las semillas que nosotros sembramos tienen un primer enemigo que es Satanás
mismo, y el segundo enemigo básicamente es la persecución por la palabra sembrada,
y el tercer enemigo es la vida misma porque las responsabilidades de la vida ahogan la
palabra.
También debes tener una actitud para con la semilla. Las Escrituras en el Salmo 126:1
nos dice: “Cuando Jehová hiciere volver la cautividad de Sión, seremos como los que
sueñan.” Los cautivos no sueñan, ningún esclavo suena solo la gente libre puede
soñar. Solo los libres sueñan.
Una persona no puede decir que vive por fe, si no espera nada que no tiene en este
momento y no lo mira. Si una vez te quitaron un sueño o lo perdiste no quiere decir
que no lo vallas a tener. Cuando le crees a Dios los desafíos que te da, creces
espiritualmente, porque estos hacen crecer tu fe.
Hacer el bien es una semilla y cuando tú le haces el bien a alguien estas sembrando
una semilla. Pero, cuando no ves la cosecha, y te enfadas y reniegas, estas
empezando a maldecir la semilla que sembraste, no la tierra. No hay razón para que
maldigas lo que es precioso. Todo lo que bendices es una buena semilla.
Hay tierras para sembrar lo bueno y lo malo. No toda tierra es para buena siembra en
la vida. Existen personas que son llevadas por mal, y siempre cosechan cuando están
mal. Esa es una tierra buena para lo malo. También eres una buena tierra para
sembrar lo malo, cuando crees los chismes que te llevaron. Dios no puede sembrar
algo bueno en ti, si eres buena tierra para lo malo. Existe tierra en la que se da fruto
malo.
Hay que cosechar con alegría. Dios quiere que esperemos lo que nos va a dar con
alegría. Cuando los agricultores saben distinguir que su cosecha esta mal, se
entristecen, pero cuando ven que su cosecha viene bien, están felices y hacen fiesta.
Existen personas que no saben tener una buena actitud para con su cosecha. Debes
aprender a recoger lo que Dios te quiere dar por haber hecho lo que hiciste.
Dios nos manda a pelear por nuestra cosecha; porque el lugar donde la siembras hay
ángeles. Muchos de nosotros no sabemos cuando comienza nuestra cosecha, pero
desde los primeros frutos que recibamos debemos empezar a dar gracias al Señor.
Hasta la resurrección de Cristo tiene que ver con la siembra y la cosecha. La cosecha
siempre es mejor que la siembra, es ahí cuando debemos alegrarnos y hacer fiesta.
La Biblia dice en Proverbios 10:4-5: “La mano negligente empobrece; más la mano de
los diligentes enriquece. Él recoge en el verano es hombre entendido. El que duerme
en el tiempo de la siega es hijo que avergüenza.”
La gente que sabe esperar por lo que sembró es un buen cosechador. Si no sabes que
es lo que estas sembrando eres un mal cosechador, porque no sabes distinguir lo que
Dios te dio, entonces lo pierdes. Al perder tu cosecha avergüenzas a Dios.
El que sabe cosechar, sabe discernir los tiempos de la cosecha. Un amigo me dijo que
él era un buen sembrador. Él sabía distinguir cuando venia la cosecha porque sus
clientes le empezaban a pagar. Cuando obtenía los primeros frutos de su cosecha, los
presentaba al altar de Dios. Después de eso empezaba a levantar su cosecha por que
se daba cuenta que ya llego.
Todo lo que nosotros sembramos llevaba su tiempo de cosecha. Siempre que siembres
algo en alguien hazlo con la esperanza de que vas a recibir el fruto.
La Palabra del Señor en Juan 4:35 dice: “¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses
para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos
porque ya están blancos para la siega.”
Los apóstoles le dijeron que faltaba tiempo para la siega, porque ese era el ciclo de
tiempo normal que llevaba la cosecha. Pero, Jesús les dijo que alzaran sus ojos y
vieran hacia el cielo. Las cosechas que Dios da no tienen ciclos determinados para ser
levantadas.
Una persona me contó que vende luces para navidad. Estaba feliz porque ahora se las
pidieron desde el mes de mayo. El no dijo que faltaban siete meses para la navidad.
Este hombre empezó a recoger su cosecha. El no espero que fuera el tiempo para
venderlas, él recogió desde ya la siega.
Para poder cosechar lo que el Señor desea darnos en un futuro, debemos hacer algo
hoy. Debemos de pensar en lo que Dios esta haciendo ahora y comenzar a hacerlo.
Alcen sus ojos y vean que este es el tiempo para cosechar. La Biblia dice que el
perezoso a causa de la lluvia no cosecha. (Proverbios 20:4) No debes esperar salir de
la crisis para sembrar y poder cosechar.
No pierdas tu cosecha. Alza tus ojos desde ya, si ya sembraste Dios ha de tener una
cosecha para ti. Nadie cosecha sino siembra. La miel ya esta lista. Alza tus ojos para
recibir tu cosecha.
El Señor nos revela principios fundamentales para nuestras vidas en su Palabra. Uno
de esos principios es el de la siembra y la cosecha.
El sembrar es parte de todo lo que tenemos que hacer en la vida para tener éxito. Para
la mayoría de nosotros no es difícil sembrar. Un claro ejemplo de ellos es que
sembramos siempre en nuestra familia, sembramos la Palabra de Dios a nuestros
hijos, y les enviamos a estudiar porque sabemos que llegará el día en que ellos van a
producir lo que han sembrado. Es decir, verán los frutos de lo que han aprendido y
estudiado.
La Biblia nos dice en Hebreos 6:7 que la tierra debe producir buen fruto en aquellos
que la cultivan y la cuidan.
Nosotros somos sembradores por un lado y tierra por otro. Debemos analizar que
tanto hemos cosechado como tierra. Tenemos que examinarnos a nosotros mismos
para ver si hemos dado frutos de lo que otros han sembrado en nosotros.
Todo el mundo tiene una transacción continua de dar y recibir, es decir de sembrar y
cosechar. La humanidad se rige en la ley de la siembra y la cosecha.
En Gálatas 6:7-10 dice: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que
el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la
carne segará corrupción; mas el que siembra para el espíritu, del Espíritu segará vida
eterna. No nos cansemos pues, de hacer el bien; porque a su tiempo segaremos, si no
desmayamos. Así que según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y
mayormente a los de la familia de la fe.”
En este pasaje la Biblia nos enseña que el hombre cosecha lo que siembra. No
debemos de cansarnos de hacer el bien, porque a su tiempo cosecharemos el bien que
hemos hecho.
Existen cosechas en las que pasa mucho tiempo para que podamos ver frutos, y otras
en las que vemos los resultados con rapidez. Hay cosechas que son largas y otras que
son cortas. El tiempo de la cosecha nunca es el mismo. Nosotros nunca sabemos
cuando va a llegar. Si no levantas la cosecha el día que llega la pierdes. Si tú eres
quien no supo distinguir el tiempo para recoger tu cosecha, no puedes culpar a Dios
por haberla perdido. No es un buen testimonio perder cosechas. La Palabra del Señor
nos enseña que el que pierde la cosecha avergüenza al padre. (Proverbios 10:4-5).
La Palabra del Señor en Éxodo 23:14-20 dice: “Tres veces al año me celebraréis fiesta.
La fiesta de los panes sin levadura guardarás. Siete días comerás los panes sin
levadura, como yo te mandé, en el tiempo del mes de Aviv, porque en él saliste de
Egipto; y ninguno se presentará delante de mí con las manos vacías. También la fiesta
de la siega, los primeros frutos de tus labores, que hubieres sembrado en el campo, y
la fiesta de la cosecha a la salida del año, cuando hallas recogido los frutos de tus
labores del campo. Tres veces al año se presentará todo varón delante de Jehová el
Señor. No ofrecerás con pan leudo la sangre de mi sacrificio, ni la grosura de mí
victima quedará de la noche hasta la mañana. Las primicias de los primeros frutos
traerás a la casa de Jehová tu Dios. No guisará el cabrito en la leche de su madre. He
aquí yo envió mi ángel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca
al lugar que yo te he preparado.”
Como podemos ver, Dios nos habla de una fiesta en la que el pueblo de Israel debía
presentar las primicias de sus cosechas. Dios mandó una fiesta de cosechas porque a
Él le interesa bendecirnos. Dios nos da lluvias del cielo para regar la tierra y que la
semilla que hemos sembrado de frutos para cosechar.
Dios tiene una fiesta de cosechas para que puedas celebrar los frutos de lo que haz
sembrado. Dios esta interesado en bendecir tu trabajo, y todo lo que de él proviene.
La mayor parte de gente no sabe celebrar una cosecha porque no sabe reconocerla. En
ocasiones recibes señales de que la cosecha de lo que haz sembrado esta empezando
a dar frutos, pero tu mismo dices que no lo crees y empiezas a maldecir tu cosecha.
Cuando hablas mal de tu cosecha, la maldices. Debes bendecir las primeras señales de
tu cosecha y celebrar que estas empezando a recibir los frutos que haz sembrado.
Cuando tú siembras algo lo haces con la esperanza de cosechar. Muchas personas
tienen un pensamiento equivocado en su mente: creen que no hay que hacer nada
para alcanzar las bendiciones de Dios. Ese pensamiento esta mal, por que para recibir
las bendiciones que el Señor desea darte debes labrar tu propia tierra, sembrar tu
propia semilla, y saber levantar tu propia cosecha cuando el tiempo haya llegado.
Los tiempos de la cosecha cambian, por ello es difícil distinguir el momento de recoger
lo que has sembrado. No permitas que tu cosecha se pierda, salir adelante es un
testimonio y es un deber delante de Dios.
Existe un pasaje en le que Jesús mostró a sus discípulos que hay diferentes tiempos
para recoger la cosecha. Este pasaje esta en Juan 4:35, donde dice: “¿No decís
vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad
vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega.”
Los discípulos de Jesús estaban esperando que la cosecha llegara dentro de cuatro
meses. Por otro lado, Jesús les dice que alcen sus ojos y que miren los campos, porque
ya están listos para la siega. Ellos esperaban el ciclo tradicional de una cosecha, pero
Jesús les enseño a ver otro tipo de cosecha, la cosecha de almas. El Señor te enseña a
ver el tiempo de la cosecha que Él tiene para tu vida.
Tus diezmos y ofrendas no son semillas, son guardianes de tu tierra para que no sea
devorada por el maligno. Tus diezmos y ofrendas hacen buena tu tierra. Debes
diezmar, ofrendar y sembrar. Sembrar es diferente, es preparar la tierra para poder
recoger tu semilla.
En mi congregación hay un joven que dio su testimonio acerca de esto. Este joven
llevaba seis meses de haber entrado a trabajar, y sembró para un aumento de sueldo.
En Guatemala, el tiempo para recibir un aumento de salario es después de un año
laboral. Este hombre, le pidió a Dios que le dieran el doble de lo que ganaba, él creyó
que era el tiempo de recoger su cosecha, sembró y cosechó.
Este joven hizo esto porque sabía que siempre había sido diligente en su trabajo; de la
misma manera, tú debes ser diligente en tu trabajo y en todo lo que hagas en tu vida
para recibir las bendiciones que Dios desea darte.
Por lo regular, siempre nos encontramos afligidos por alguna circunstancia adversa que
se nos presenta en la vida. En el mundo casi siempre nos afligimos; pero tu escoges si
te afliges por hacer lo malo o por hacer lo bueno. Por ejemplo, algunos jóvenes se
afligen porque siendo aún novios no sabes si la señorita se encuentra embarazada ó
no.
Existen personas que tienen miedo de recoger su cosecha y eso no debe de ser así. No
debes tener miedo para tomar tu cosecha, pierde el miedo de tomar tu cosecha y
aprende a recogerla. Toma las bendiciones que el Señor quiere darte desde hoy.
Dios desea bendecirnos en todo tiempo y lugar, lo único que tú debes de hacer para
recibir esas bendiciones es sembrar para cosechar.
Existen personas que siempre están esperando el tiempo apropiado para hacer o
recibir las bendiciones que Dios desea darles.
La gente casi siempre habla de lo que Dios va hacer en sus vidas, pero no piensan en
el presente de Dios hacia el futuro. Debes hacer algo hoy para poder recibir lo que Dios
quiere darte después.
La Palabra del Señor en Eclesiastés 11:4 dice: “El que al viento observa, no sembrara.
Y el que mira las nubes no segara”. Como podemos ver, la Biblia nos enseña que el
hombre que se pasa viendo el viento, nunca sembrará, porque el viento se llevará su
semilla. En otras palabras, “El que no siembra, no gana”. El que solamente observa lo
que sucede no cosechara.
Dios tiene nuevas alturas para nuestras vidas. No debes de quejarte de las
adversidades que se te presenten en la vida. Subir no es fácil. Para llegar a nuevas
alturas debe haber cuestas que subir en el camino.
En Amos 9:13-15 dice: “El tiempo vendrá cuando habrá tal abundancia de cosechas,
que la temporada de la ciega casi no habrá terminado cuando el agricultor comenzará
de nuevo a sembrar para otra cosecha; ¡Y los terraplenes de uvas sobres los montes
de Israel destilaran vino dulce! Yo restauraré la fortuna de mi pueblo Israel, y ellos
reconstruirán sus ciudades arruinadas y vivirán en ellas de nuevo; y ellos plantarán
viñas y huertos, y comerán sus cosechas y beberán su vino. Yo los plantaré
firmemente allí sobre la tierra que les he dado; no serán arrancados de nuevo; dice el
Señor Dios de ustedes”. (Versión Biblia al Día).
La Palabra dice que habrá tiempos de cosecha tan abundantes, en los que el que
cosecha, alcanzará al que siembra.
La Biblia nos dice a través de Pablo que Dios da semilla al que siembra. Si ya
levantaste tu cosecha, ¿Qué esperas para volver a sembrar? En la cosecha viene la
semilla. Si tú te vuelves un sembrador inteligente, astuto y sagaz para con Dios,
vuelves a recoger la semilla; porque después de que se siembra, pasa el tiempo en
que se recoge la cosecha.
Dios te dará un tiempo en la vida en que las bendiciones que recibas de Su parte irán
pegadas una con otra. La siembra y la cosecha irán ligadas de tal manera, en que la
bendición que recibas en tu vida será muy grande.
Dios nos va a mandar bendiciones hasta saciarnos, pero debemos tener un corazón
recto para con Él. La actitud correcta en las cosas que haces es la que te da la
bendición. Si trabajas duro verás la mano de Dios manifestarse en tu vida. Si deseas
alcanzar las bendiciones de Dios debes esforzarte.
La Palabra del Señor den 1 Reyes 17:8-15 dice: “Vino luego a él Palabra de Jehová,
diciendo: levántate, vete a Sarepta de Sidón, y mora allí; he aquí yo he dado orden allí
a una mujer viuda, que te sustente. Entonces, el se levantó y se fue a Sarepta. Y
cuando llegó a la puerta de la ciudad, he aquí una mujer viuda que estaba allí
recogiendo leña; y él la llamó, y de dijo: Te ruego que me traigas un poco de agua en
un vaso para que beba. Y yendo ella para traérsela, él la volvió a llamar, y le dijo: te
ruego que me traigas también un bocado de pan en tu mano. Y ella respondió: Vive
Jehová tu Dios, que no tengo pan cocido; solamente un puñado de harina tengo en la
tinaja, y un poco de aceite en una vasija; y ahora recogía los dos leños, para entrar y
prepararlo para mí y para mí hijo, para que comamos, y nos dejemos morir. Elías le
dijo: No tengas temor; ve y haz como haz dicho; pero hazme a mí primero de ellos
una pequeña torta cocida debajo de la ceniza, y tráemela y después harás para ti y
para tu hijo. Porque Jehová Dios de Israel ha dicho así: la harina de la tinaja no
escaseará ni el aceite de la vasija desminuirá, hasta que el día que Jehová haga llover
sobre la faz de la tierra. Entonces fue e hizo como le dijo Elías; y comió él y ella y su
casa muchos días.”
Dios había puesto una orden dentro del corazón de la viuda para alimentar al profeta,
pero fue Elías quien habló a la mujer para que le diera de comer. Esta mujer tenía un
obstáculo para hacer lo que Dios le estaba pidiendo, el miedo. La viuda había recibido
una orden de parte de Dios pero tenía miedo porque sabía que al obedecerla su hijo y
ella ya no tendrían nada para comer.
El miedo es lo que muchas veces hace que no recojas tu semilla, hace que no tomes
los desafíos que Dios desea darte para que llegues a nuevas alturas. El temor hace que
la gente no prospere.
Debes saber en que posición vives, si es en la que debes esperar que llueva y recibir
un milagro de parte de Dios para recibir tu cosecha, ó en el que debes recoger lo que
ya con anterioridad haz sembrado.
Cuando Jesús mandó a Pedro a pescar para sacar a un pez que tendría una moneda en
su boca, él obedeció. Pedro debía hacer lo que Jesús le dijo en ese momento, porque
Dios ya había dado toda una cadena de ordenes para que todo eso pasara. Si él no
hubiera hecho caso, hubiera perdido la bendición de la cosecha.
Jesús también envió a dos de sus discípulos a seguir a un hombre que llevaría un
cántaro de agua. Este hombre les guiaría al lugar donde iban a celebrar la pascua. Los
hombres no cargan cántaros de agua, por lo tanto Dios fue quien dio la orden para que
este hombre fuera a traer agua, y fue quien dio la orden a los discípulos de seguirlo
para encontrar la casa donde cenarían la noche de la pascua.
La obediencia que tengas en las ordenes que Dios te ha dado, es lo que produce las
bendiciones que Él desea darte. Cuando tu te muevas en obediencia, Dios da la orden
para que las cosas cambien en tu vida.
La Biblia en 2 Crónicas 7:14 dice: “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre
es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos;
entonces yo oiré desde los cielos y perdonaré sus pecados y sanaré su tierra.”
Tierra no quiere decir sólo ciudad o país, quiere decir territorio o sector. Lo que este
versículo quiere decir es que tú tienes un pedazo de toda la tierra, y que cuando tú
obedezcas a Dios, Él te sanara tú pedazo.
Para salir adelante, uno debe hacerlo con humildad, buscando al Dios de las
bendiciones, no buscando las bendiciones de Dios. El Señor siempre presta oído a las
súplicas de sus hijos, y debes creer que cuando tú le pidas algo Él te va a escuchar. No
necesitas que otras personas oren por ti. Eres tú quien debe ir delante de Dios y
pedirle perdón por los pecados que hayas cometido, después de esto, obedecer y pedir
creyendo que el Señor te escucha y que te dará lo que necesitas. La prosperidad que
viene de parte de Dios, viene por la santidad.
En Malaquías 3:9-12 dice: “Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación
toda, me habéis robado. Traed todos los diezmos al alfolí y halla alimento en mi casa;
y probadme a hora en esto, dice Jehová de los ejércitos, sino os abriré las ventanas de
los cielos y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobre abunde. Reprenderé
también por vosotros al devorador y no os destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra vid
en el campo será estéril, dice Jehová de los ejércitos y todas las naciones os dirán
bienaventurados; porque seréis tierra deseable dice Jehová de los ejércitos.”
No le robes a Dios, se constante en tus diezmos y ofrendas. Los diezmos y las ofrendas
reprenden al devorador de tu tierra y permiten que podamos sembrar para cosechar.
No juegues con Dios, ten una conducta de a cuerdo a las ordenes y los mandamientos
del Señor. Hasta que tú sanes por completo tu territorio, hasta que sanes tu corazón,
Dios te va a bendecir